DESDE ROMA
Papa Francisco: No podemos hacer del evangelio «un partido político»
El Papa Francisco saluda a los fieles al final de la audiencia general semanal en el Aula Pablo VI del Vaticano el 22 de febrero de 2023
La catequesis del Papa hoy durante la audiencia general «Hoy necesitamos tomar en nuestras manos la libertad del Evangelio y dejarnos llevar por el Espíritu», dijo el Papa Francisco durante la audiencia general del 22 de febrero de 2023, solemnidad del Miércoles de Ceniza. El pontífice exhortó a los cristianos, durante este tiempo de Cuaresma, a invocar al Espíritu Santo, «motor de la evangelización».
En una sala Pablo VI repleta, el pontífice continuó su ciclo de catequesis sobre la evangelización, subrayando cuánto se había hecho «en el poder del Espíritu» en los primeros días de la Iglesia. El Espíritu Santo, insistió, «precede a los misioneros y prepara los corazones».
«No basta la actuación humana, es el Espíritu Santo quien da vida a la Iglesia», aseguró el Papa Francisco. El Espíritu, explicó, enseña que «toda tradición religiosa es útil si promueve el encuentro con Jesús» porque el principio central es «el principio del anuncio».
El obispo de Roma, por su parte, advirtió contra la tentación de refugiarse «en una idea, una ideología, de derecha, de izquierda o de centro». Es hacer del Evangelio «un partido político» o «un club», insistió.
«No extingan el Espíritu!
El pontífice subrayó cuánto había ayudado el Espíritu Santo a los apóstoles a superar los posibles conflictos ideológicos que los amenazaban, en particular el relativo a la relación con la Ley judía, durante el Concilio de Jerusalén, en el año 48. «No extingan el Espíritu Santo en el comunidad cristiana y en cada uno de nosotros», pidió, llamando a no conformarse con «un buen compromiso».
«Sin el Espíritu, todo queda sin alma», subrayó el Papa. Advirtió: «La Iglesia, si no le reza y no lo invoca, se encierra en sí misma, en debates estériles y agotadores, en polarizaciones fatigosas, mientras se apaga la llama de la misión».
El Papa Francisco también ha deplorado que los cristianos a menudo oren a la Virgen María, a los santos, a Jesús o a Dios Padre. Pero muy raramente al Espíritu Santo. El Espíritu Santo «hace claridad, ayuda a distinguir, a discernir», subrayó. E instó a que se le invoque con frecuencia y «aún más hoy, al comienzo de la Cuaresma».
Siempre, también hoy. Está la tentación de querer seguir a un Cristo sin cruz, es más, de enseñar a Dios el camino justo (…) Pero Jesús nos recuerda que su vía es la vía del amor, y no existe el verdadero amor sin sacrificio de sí mismo. Estamos llamados a no dejarnos absorber por la visión de este mundo, sino a ser cada vez más conscientes de la necesidad y de la fatiga para nosotros cristianos de caminar siempre a contracorriente y cuesta arriba. Jesús completa su propuesta con palabras que expresan una gran sabiduría siempre válida, porque desafían la mentalidad y los comportamientos egocéntricos. Él exhorta: «Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará». (v. 25). En esta paradoja está contenida la regla de oro que Dios ha inscrito en la naturaleza humana creada en Cristo: la regla de que solo el amor da sentido y felicidad a la vida. (Ángelus, 3 septiembre 2017)
• Luke 9:22-25
• Amigos, en el Evangelio de hoy el Señor establece las condiciones para el discipulado. Él hace esta demanda: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por Mí, la salvará”.
Notemos por favor que esto no es simplemente una cuestión de aceptar el sufrimiento que ocurre en la vida de cada uno. Esto no es simplemente una renuncia estoica. Jesús nos dice enérgicamente que tomemos nuestras cruces, que las busquemos, que las carguemos como Él cargó voluntariamente la suya. Lo que Jesús hizo en la Cruz fue soportar la carga del pecado del mundo. Llevaba la carga de otros en Su amor. Y esto es lo que debemos hacer nosotros: buscar de manera vigorosa y proactiva formas de aligerar el peso que llevan otras personas.
Dietrich Bonhoeffer comentó que cuando el Señor convoca a una persona al discipulado, llama para que venga y muera. Cuando el ciego Bartimeo recupera la visión, como narra el Evangelio de Marcos, sigue luego a Jesús por el camino que lo llevaría al Calvario. El camino de la vida cristiana comienza y termina con un hombre que es Dios muriendo en una cruz.
Policarpo de Esmirna, Santo
Memoria Litúrgica, 23 de febrero
Obispo y Mártir
Martirologio Romano: Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo (c. 155).
Breve Biografía
San Policarpo, obispo de Esmirna, conoció de cerca al apóstol Juan y a los otros que habían vista al Señor», y fue «instruido por testigos oculares de la vida del Verbo». Por eso él se presenta a nosotros como el testigo de la vida apostólica y como el hombre de la tradición viva «siempre de acuerdo con las Escrituras». Los trozos citados pertenecen a una carta suya a los cristianos de Filipos en Macedonia, que le habían pedido alguna exhortación y la copia de eventuales cartas del santo obispo de Antioquía, Ignacio, del que él había sido amigo. Policarpo era sobre todo un hombre de gobierno.
No tenía la cualidad de escritor y pensador como San Ignacio, ni deseaba como él ser «triturado» por las fieras del circo para «llegar a Dios». Al contrario, se mantuvo escondido «a causa de la humilde desconfianza en sí mismo». Era anciano y sabía que no se podía confiar mucho en sus fuerzas. Pero cuando fue descubierto en un granero y reconducido a la ciudad, demostró la serena valentía de su fe.
Conocemos la conmovedora conclusión de su vida gracias a un documento fechado un año después del martirio de San Policarpo, que tuvo lugar el 23 de febrero del año 155. Es una carta de la «Iglesia de Dios peregrinante en Esmirna, a la Iglesia de Dios peregrinante en Filomelio y también a todas las parroquias de cualquier lugar de la Iglesia santa y católica». Es una narración muy importante bajo el aspecto histórico, hagiográfico y litúrgico. A1 procónsul Stazio Quadrato, que lo exhorta a renegar de Jesús, contesta moviendo la cabeza: «Desde hace 86 años lo sirvo y nunca me ha hecho ningún mal:
¿cómo podría blasfemar de mi Rey que me ha redimido?». «Te puedo hacer quemar vivo», insiste el procónsul. Y Policarpo: «EL fuego con que me amenazas quema por un momento, después pasa; yo en cambio temo el fuego eterno de la condenación». Mientras en el anfiteatro de Esmirna se está quemando vivo, «no como una carne que se asa, sino como un pan que se cocina», el mártir eleva al Señor una estupenda oración, breve pero intensa: «Bendito seas siempre, oh Señor; que tu nombre adorable sea glorificado por todos los siglos, por Jesucristo pontífice eterno y omnipotente, y que se te rinda todo el honor con él y con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos». De improviso ese cuerpo quemado quedó reducido a cenizas. «A pesar de esto – escribe el autor de esa carta, que recomienda hacer leer a las otras Iglesias – nosotros recogimos uno que otro hueso, que conservamos como oro y piedras preciosas».
Un minuto de placer no vale la pena toda una eternidad
Santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25.
Jueves después de Ceniza
En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (Un minuto de placer no vale toda una eternidad presencia de Dios) Me dispongo a entrar en este momento de oración, ubicando mis pensamientos y sentimientos en el Evangelio que voy a leer. Quiero escuchar los deseos de tu corazón y te pido que grabes en mí tus convicciones y certezas para cargar mi cruz con sencillez.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Qué triste es la sensación que se tiene cuando un ser querido nos dice que tiene que vivir o sufrir algo doloroso sea físico o moral. Quisiéramos ahorrarle esos momentos, sin embargo, Tú siendo Dios no quisiste ahorrarte el dolor ni le sacaste la vuelta a la cruz. Me compartes lo que sucederá contigo en tu cuerpo y alma, cuánta humillación, pero no lo compartes para causarme compasión, sino para que vaya tomando consciencia de lo que te implicó mi salvación. ¡Cuánto me has amado! Me repito a mí mismo esa pregunta: ¿cómo cargo con mi cruz de cada día?
Aquí hay una gran verdad que es la realidad de que tarde o temprano pasaremos por el sufrimiento, más Tú nos das dos pistas para sobrellevarlo. La primera es que la cruz es el camino para ir contigo. Recuerdo esta frase que me dijo mi mamá: “hija no hay situación humana que Jesús no la haya vivido ya por ti” y es así, en todo dolor, Tú ya pasaste por allí y tu ejemplo me levanta.
La segunda pista es esta afirmación: “¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde la vida eterna?”. El mayor daño que me hago a mí mismo es a largo plazo, puedo ganar ahora, pero pierdo después… El placer inmediato no es mi camino, en toda decisión necesito mirar las consecuencias a largo plazo, no el bien inmediato o la satisfacción a priori. Hay muchas tentaciones pues voy en sentido contrario a lo que se vive de ordinario. Jesús dame la gracia de saber sobrellevar mi cruz diaria para tener valor de llevarla cuando pese más.
De nuevo traigo a la memoria que mi verdadero enemigo puedo ser yo mismo. Nadie es culpable del destino de mi felicidad ni de mi dolor, yo voy convirtiendo lo que hago en semilla de eternidad o en semilla de infelicidad.
«El testigo que tiene la cruz en el corazón y no solamente en el cuello no ve a nadie como enemigo, sino que ve a todos como hermanos y hermanas por los que Jesús ha dado la vida. El testigo de la cruz no recuerda los agravios del pasado y no se lamenta del presente. El testigo de la cruz no usa los caminos del engaño y del poder mundano, no quiere imponerse a sí mismo y a los suyos, sino dar la propia vida por los demás. No busca los propios beneficios para después mostrarse devoto, esta sería una religión del doblez, no el testimonio del Dios crucificado. El testigo de la cruz persigue una sola estrategia, la del Maestro, que es el amor humilde». (S.S. Francisco, Liturgia en su viaje apostólico a Budapest del 14 de septiembre de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Deseo mirar tu rostro en la cruz en cada pequeña negación que me pidas este día. ¡Todo por amor a ti!, mirar el final del camino.
Despedida
Te damos gracias, Señor,por todos tus beneficios,
a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
San Policarpo de Esmirna, discípulo de san Juan Evangelista
Uno de los primeros obispos de la Iglesia, combatió a los herejes del momento y murió martirizado
San Policarpo, originario de Esmirna (actual Turquía) es uno de los primeros obispos de la Iglesia. A esos obispos se les llama «Padres Apostólicos» porque fueron discípulos de los Apóstoles y recibieron la catequesis directamente de ellos.
Policarpo, concretamente, fue discípulo de san Juan Evangelista.
Entre sus discípulos se encontraba san Ireneo, también Padre Apostólico. Y mantuvo mucha relación con san Ignacio de Antioquía. Este último, al ver que iba a morir, le pidió que en su nombre escribiera cartas a las iglesias de Asia. Así lo hizo.
San Policarpo tuvo que combatir a los herejes del momento y murió martirizado: lo quemaron en la hoguera por orden del emperador Antonino Pío.
Santo patrón
San Policarpo es patrono de la disentería, una enfermedad infecciosa que afecta al intestino.
De la Carta de san Policarpo a los Filipenses
«Permanezcan, por tanto, en estos (sentimientos) e imiten el ejemplo del Señor, firmes e inconmovibles en la fe, amando a los hermanos, amándose unos a otros, unidos en la verdad, teniéndose paciencia unos a otros con la mansedumbre del Señor, no despreciando a nadie.
Cuando puedan hacer el bien, no lo posterguen, pues la limosna libera de la muerte. Todos ustedes estén sometidos los unos a los otros, teniendo una conducta irreprensible entre los paganos, para que por sus buenas obras (también) reciban la alabanza y el Señor no sea blasfemado por causa de ustedes. Pero pobre de aquel por quien sea blasfemado el nombre del Señor. Enseñen, pues, a todos la sobriedad en la que viven ustedes mismos».