Mientras continuamos nuestra lectura del Evangelio de Lucas, tenemos hoy un magnífico retrato de la Iglesia —cómo luce la Iglesia, cuáles son sus preocupaciones centrales, cuáles son las exigencias para ella. El escenario es Jesús que envía los setenta y dos discípulos. Colóquense en ese lugar: todos nosotros los bautizados somos discípulos del Señor y estamos en esta relación con él. Nos está enviando en misión.

JESUS designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante de dos en dos, a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir. Lo primero que aprendemos es que somos una  Iglesia Misionera. El Cristianismo  no es tanto una espiritualidad silenciosa, de quedarse sentada. Hay espacio para toda la dimensión monástica contemplativa. Por supuesto. Pero el impulso básico del Cristianismo es hacia la MISION. ¨MITERE¨ en latín es ENVIAR, y Misión, sencillamente viene de esa palabra.

SOMOS ENVIADOS. El Evangelio no es para nosotros sólo para saborearlo para nuestra propia edificación. Podemos y deberíamos, pero luego el ímpetu, la trayectoria, es siempre hacia el compartirlo. He dicho esto muchas veces, que muchos de los bautizados comunes como católicos no lo piensan de este modo. ¨Si iré a Misa y recibiré los Sacramentos e intentaré ser una persona decente, pero no soy un misionero, no soy como un sacerdote, o un obispo o una Sister, hermana o un misionero profesional. ¿Bueno, tal vez no? Pero si como persona bautizada, es como uno de estos SETENTA Y DOS, QUE HAN SIDO ENVIADOS EN MISION. ¿Cómo se vería su vida? Piensen en esto: Si cuando se levanta por la mañana se preguntara ¿cómo llevaré hoy el Evangelio de CRISTO a alguién? Podría no ser mediante la predicación más elocuente o mediante un debate teológico elevado o algo como ello. Podría ser tan simple como un acto de amor. Un acto de amabilidad. Contarle a alguién sobre CRISTO, un padre a su hijo, un amigo a su amigo, un compañero de trabajo a otro. ¿Pero cuánto cambiaría tu vida si sintieras cada mañana: ¨SI SOY UNO DE LOS SETENTA Y DOS QUE HA SIDO ENVIADO¨. Adoro el hecho de que los envía por pares, es muy importante. Hacemos este trabajo en relación con otros. No es bueno hacerlo una sola persona la tarea.

JESUS los envía de dos en dos, para tener un compañero en este trabajo, alguien con quien poder conversar, alguien que pueda ver lo que haces y te corrija y te de una devolución de ideas. Alguien con quien puedas rezar y compartir el pan, con quién puedas reir y llorar. Ello es esencialmente importante en la vida espiritual. No hacemos esto solos. Pienso esto no sólo  GRAN ESCALA realizar la misma tarea. Piensen en tantas personas a través de las épocas: San Benito y San Crisóstomo, San Gerónimo, San Francisco y Santa Clara, Santo Domingo, San Ignacio, Madre Teresa… Todos ellos atrajeron gente, hacia sí. Habrán comenzado, piensen en San Ignacio. Comenzó en la Cueva de Manresa, que estaba por las suyas. Pero por su gran obra apostólica, reunió consigo a esta Sociedad de JESUS. La Madre Teresa, comenzó más o menos por si misma, luego se le añadieron de modo muy rápido, antiguas estudiantes que se unieron, y su orden, creció y creció. Lo mismo con San Francisco, comenzó, con una especie de actitud solitaria, pero luego en seguida la gente se le acercó. Es que el SEÑOR NOS ENVIA DE DOS EN DOS A REALIZAR SU OBRA.

Sigamos escuchando al SEÑOR: ¨LA COSECHA ES MUCHA Y LOS TRABAJADORES POCOS. RUEGUEN POR TANTO AL DUEÑO DE LA MIES, QUE ENVIE OBREROS A SUS CAMPOS. Esta es una ocupación peligrosa, en cierto modo, para la gente espiritual y religiosa y es que empezamos a pensar, que este es nuestro proyecto, nos involucramos entonces, sea lo que fuere el trabajo, a enseñar, catequizar o el trabajo misionero, el trabajo de evangelización, la atención de los pobres… lo que sea y empiezan a pensar: ¨Oh, este es mi programa, y voy a elaborar mis planes: tendremos nuestras reuniones y definiremos que es lo que vamos a hacer. Me refiero que está bien en si mismo. Pero en la BIBLIA, no sucede nunca nada grande sin ORACION. Si los planes y proyectos y todo lo demás está bien en si mismo. PERO NO SUCEDE NUNCA NADA GRANDE SIN ORACION. ¨RUEGUEN AL DUEÑO DE LA MIES¨. Si le hacen una pregunta de si han rezado antes por esto. ¿Antes de la reunión? o ¿antes de lanzar un programa? Hasta en las parroquias con gente buena, SOLO SI SE RESPALDAN CON LA ORACION Y PREGUNTAN UDS. HAN REZADO POR ESO. ¿LE PIDIERON AL SEÑOR DE LA COSECHA? El predicador y evangelista Billy Grahan, que lo veía en sus prédicas, siempre enviaba a un equipo delante  con un año de anticipación, a una de sus cruzadas a una gran ciudad. El enviaba a un equipo no para hacer logística, sino para rezar. Todo su trabajo era rezar por él, y el éxito de su misión. Eso es bueno. ¨RUEGUEN AL DUEÑO DE LA MIES¨. Así que sea lo que sea que hagan en la Iglesia, RECEN, RECEN, RECEN. ¿De acuerdo?

Sigamos escuchando a NUESTRO SEÑOR: ¨No lleven dinero ni alforja, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino¨. Hay algo sobre la pobreza y simplicidad de vida que le transforman en un evangelista y misionero más efectivo. Miren mucho de mi trabajo es la Evangelización, digo esto como un auto-reproche, todos somos pecadores. Soy un pecador, pero aquellos que viven una vida simple, una vida de pobreza, pienso que tienen una eficacia mayor, en lo que respecta la proclamación del Evangelio. El que ha sido en esto muy bueno es el Papa FRANCISCO, lo recordamos cuando se presenta en una ciudad para dar la fuerza y la presencia del SEÑOR, ante todo el clero y cardenales, políticos que van con sus carrazos, El se presenta en un utilitario ordinario, y de repente sale SU SANTIDAD del mismo. Cuando nos despojamos de un montón de los bienes del mundo, no estamos confiando en ellos, sino que confiamos en la ¨PROVIDENCIA DE DIOS¨.

De algún modo tenemos un poder evangelizador más efectivo. ¨NO LLEVEN NI DINERO, NI ALFORJA ¨CONFIEN EN LA PROVIDENCIA DE DIOS¨.

Ahora bien, noten que hay una contra cara de ello, lo que dice el SEÑOR, es: ¨QUEDENSE EN ESA CASA, COMAN Y BEBAN DE LO QUE TENGAN, PORQUE EL TRABAJADOR TIENE DERECHO A SU SALARIO¨. Así que su pobreza y simplicidad de vida. Absolutamente. ¿Pero existe una oligación de parte de los creyentes de apoyar a aquellos que realizan el trabajo explícito dela IGLESIA? A aquellos que son los predicadores y los celebrantes dela liturgia y aquellos que están cuidando a los pobres de un modo formal. ¿Está la IGLESIA a favor de apoyarla? Creo que la respuesta es claramente -SI-. ¨EL TRABAJADOR TIENE DERECHO A SU SALARIO¨. Ahora estoy hablando en términos generales: ¨ ¿EN REALIDAD APOYAMOS A LA GENTE QUE ESTA INVOLUCRADA MAS DIRECTAMENTE EN LAS TAREAS DEL MINISTERIO DE EVANGELIZACION Y EL CUIDADO DE LOS POBRES? Es como una especie de cosa extraña, y tal vez dejemos unos pocos soles en la canasta de la colecta, o lo vemos como algo básico de justicia lo que damos a aquellos que están haciendo de un modo mas explícito el trabajo de la IGLESIA. Si la pobreza, la simplicidad de vida, pero está también la obligación de los creyentes de apoyar a aquellos que están realizando esta tarea.

Lo se, a partir de muchos años de servir en la IGLESIA, no tendríamos nada en términos de parroquias, hospitales, escuelas, seminarios, instituciones, sino fuera LA EXTRAORDINARIA  GENEROSIDAD DE LOS LAICOS. EN LA COMUNIDAD DE JESUS, LOS CORAZONES DE SUS MIEMBROS HAN HECHO POSIBLE A PAX TV. SU CREACION PARA DAR EL MENSAJE DE CRISTO Y DE LA IGLESIA. Es cierto que el trabajador tiene derecho a su salario. BIEN GRACIAS A DIOS POR ESTOS CORAZONES TAN GENEROSOS. ¿De acuerdo? ¿Qué debería hacer el ministro cuando llega a una ciudad? JESUS dice: ¨CUREN A LOS ENFERMOS¨. Muy bueno e interesante. JESUS era un SANADOR. Una de sus principales cosa que conocemos sobre EL es que curaba a los enfermos. Lo llamaban el ¨SOTER¨ eso es en el griego del Nuevo Testamento significa SANADOR. Hay autores cristianos y alguno tocan países de África en desarrollo y no es algo superfluo, sino que tienen servicios de sanación. ES ESENCIAL A LA VIDA DE LA IGLESIA QUE LAS PERSONAS VENGAN A SER CURADAS. Si bien hemos perdido confianza en eso. JESUS DIJO: ¨SANEN A LOS ENFERMOS. La curación acontece a muchos niveles, por supuesto, desde el intelectual y espiritual y psicológico. La IGLESIA hace todo eso, está involucrada, es la curación. Pero pienso también en eso, incluso en el modo más directo ¿tomamos eso en serio? ¿Oh, es uno de los tiempos pasados? No lo se.

¿Qué TAL UNO MAS? La segunda gran tarea, luego de curar a los enfermos les dice JESUS: ¨DIGANLES QUE ESTA CERCA EL REINO DE DIOS¨. BIEN, AQUÍ ESTA EL TEMA CENTRAL DE SU PROPIA PREDICACION. Cuando apareció por primera vez en Galilea, esto era lo que estaba en sus labios. ¨EL REINO DE DIOS¨. JESUS MISMO ES EL REINO DE DIOS. ¿Qué significa eso? Significa que es la unión de la Divinidad, con la humanidad. Es como luce la Humanidad apropiadamente ordenada en relación con el AMOR infinito de DIOS y por tanto el mundo que EL revela es el REINO DE DIOS, AMOR Y PAZ Y PERDON Y NO VIOLENCIA. AMAR ESPECIALMENTE A NUESTROS ENEMIGOS. Piensen en el mundo y en todas sus manifestaciones de crueldad y odio e injudticia y violencia y chivos expiatorios y todo eso es el reino del mundo. JESUS EN SU PROPIA PERSONA ES EL REINO DE DIOS. EL ES EL REINO DE DIOS.

¿Qué hacemos entonces como IGLESIA? LO PROCLAMAMOS, LO ANUNCIAMOS A EL. Le ofrecemos al Mundo y es un desafío al reino terrenal que domina nuestro pensamiento y nuestro comportamiento. ¿De acuerdo? Regresen al capítulo 10 de San Lucas y repasen este Evangelio mis HERMANOS Y HERMANAS Y AMIGOS BAUTIZADOS Y VERAN PASO APASO QUE ASPECTO TIENE QUE TENER LA IGLESIA Y TIENE QUE HACER LA IGLESIA PARA BIEN DE MUCHOS.

DECIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 

LUCAS 10:1-12, 17-20 

Nuestro Evangelio de hoy es el magnífico capítulo 10 de San Lucas, y es un retrato de la Iglesia. Allí se nos muestra lo que Jesús quiere que hagan sus seguidores, y cómo hacerlo. Escuchen como comienza el texto: «Designó el Señor a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir». 

Somos una Iglesia misionera. Somos enviados por el Señor a difundir Su palabra y hacer Su trabajo. El Evangelio Cristiano no es algo a lo cual nos aferramos para nuestro propio beneficio. Sino que es, más bien, como una semilla que entregamos. 

Él los envía de dos en dos. Hacemos el trabajo juntos, con otras personas, en comunidad. Los ministros necesitan gente que los apoye, recen por ellos, los estimulen. San Francisco tuvo la experiencia de Dios y al poco tiempo había reunido gente alrededor suyo; Santo Domingo, ya desde el principio, tiene hermanos trabajando con él; La Madre Teresa atrajo a muchas de sus antiguas estudiantes a unirse en su misión. No caminamos solos.

Desde el domingo pasado leemos en el evangelio de san Lucas una nueva etapa en el ministerio público de Jesús. Deja Galilea y emprende decidido el viaje hacia Jerusalén. Vive una maduración en el proceso de asumir radicalmente su tarea de Enviado, Mesías y Salvador.

Humanamente va quedando más solo, menos rodeado de multitudes. Según el plan del Padre, su misión se realizará desde el servicio, la entrega, la renuncia… enfrentando la persecución y el rechazo, sin buscarlos, pero sin evadirlos.

Aumenta, entonces, la radicalidad que Jesús pide –y Lucas recoge– a uno que se ofrecía a seguirle y a dos a los que llamó: ‘Sígueme’. Radicalidad también reflejada en las condiciones de un nuevo envío de discípulos por delante de él. Poco antes lo había hecho con los Doce (símbolos de las doce tribus de Israel) y ahora con setenta (y dos), símbolo de ‘todo el mundo’, como alusión a la universalidad del mensaje y a la universalidad de la vocación y urgencia del anuncio.

Es importante en ese envío darnos buena cuenta del contenido a anunciar, de quiénes sean los anunciadores y de cómo anunciar. El Sínodo que la Iglesia viene celebrando, con sus acentos (comunión, participación, misión) ofrece una nueva oportunidad de hacer camino juntos unidos a aquellos setenta (y dos) que Jesús envió.

Tomás, Santo

Apóstol, 3 de julio

Martirologio Romano: Fiesta de santo Tomás, apóstol, quien, al anunciarle los otros discípulos que Jesús había resucitado, no lo creyó, pero cuando Jesús le mostró su costado traspasado por la lanza y le dijo que pusiera su mano en él, exclamó: «Señor mío y Dios mío». Y con esta fe que experimentó es tradición que llevó la palabra del Evangelio a los pueblos de la India.

Etimológicamente: Tomás = «gemelo», viene del arameo

Breve Semblanza

La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.

De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán.

En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: «Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice «Dídimo», que significa lo mismo: el gemelo.

Cuenta San Juan (Jn. 11,16) «Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él».

Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente «una fe esperanzada, sino una desesperación leal». O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.

La segunda intervención:

Sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: «A donde Yo voy, ya sabéis el camino». Y Tomás le respondió: «Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.

Admirable respuesta:

Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.

Le dijo Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí» Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.

En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.

En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros… Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: «Sígame, que yo voy para allá», entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: «Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad». Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: «O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna».

El hecho más famoso de Tomás

Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.

Dice San Juan (Jn. 20, 24) «En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». El les contestó: «si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré». Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: «Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Jesús le dijo: «Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver».

Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.

Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está peor informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.

Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe «Señor mío y Dios mío», y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: «Dichosos serán los que crean sin ver».

El ofrecimiento de una vida apasionante

Santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12. 17-20. Domingo XIV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, mi amigo y Rey. Te doy gracias por llamarme a estar contigo en este momento. Simplemente quiero encontrarme con quien me ama. Más que aprender, más que reflexionar, quiero sobre todo acompañarte. Tengo la sencilla certeza de que mi corazón se asemejará al tuyo estando unidos los dos: y de ahí brotará mi celo para darte a los demás. Gracias por llamarme a ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12. 17-20

En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes, se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario.

No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.

Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.

Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.

Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”. Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Se acercaba tu Reino, Señor. Ésas fueron tus palabras. Y sin embargo experimento en mi interior contradicción, pues no percibo su cumplimiento en estos tiempos. Sé que me elegiste para que tus palabras permanezcan. Soy consciente que, con tu gracia, de mí depende que así sea. Pero, mirando el mundo siento temor, pues me parece como si tus palabras en verdad se estuvieran perdiendo. En estos días, tu voz, tu nombre no parece hallar su eco en los corazones de la gente. Y me pregunto si podré continuar caminando hacia adelante, mientras el anuncio de tu Reino está retrocediendo.

Son preguntas que me brotan al mirar mi alrededor, donde me veo entre los pocos obreros de una gigantesca mies. Pero ¿obreros de quién somos?, ¿enviados de quién?, ¿mensajeros simplemente de un silencio vergonzoso, de una vida sin timón? Quizá el mensaje de tu amor es tan hermoso que para muchos resulta irreal y lo buscan contrarrestar cediendo a la tentación de no creerlo: «¿Un Dios que me ama?… Es demasiado hermoso para ser verdad».

El demonio existe, y quiere que apartarme de ti, quiere hacerme sentir que no soy nada, mientras que Tú me quieres demostrar que lo soy todo para ti. Tú quieres que camine por el mundo con el corazón centrado en ti, Señor Jesús. Soy mensajero de un Rey, del mismo Dios. Y si yo, con mi nada y pequeñez, he sido elegido como tu mensajero, entonces tu mensaje habrá de ser misericordia. Tú me ofreces una vida apasionante, entre una mies gigante, sí, pero con un amor mayor como motivo, con el mismo Dios como mi luz.

«En la raíz de toda vocación cristiana se encuentra este movimiento fundamental de la experiencia de fe: creer quiere decir renunciar a uno mismo, salir de la comodidad y rigidez del propio yo para centrar nuestra vida en Jesucristo; abandonar, como Abrahán, la propia tierra poniéndose en camino con confianza, sabiendo que Dios indicará el camino hacia la tierra nueva. Esta «salida» no hay que entenderla como un desprecio de la propia vida, del propio modo sentir las cosas, de la propia humanidad; todo lo contrario, quien emprende el camino siguiendo a Cristo encuentra vida en abundancia, poniéndose del todo a disposición de Dios y de su reino».
(S.S. Francisco, Mensaje para la 52 Jornada Mundial de oración por la vocaciones, 26 de abril de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Señor, con el deseo de imitar tu corazón, hoy buscaré hacer un detalle de caridad a aquella persona que me cuesta tratar.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Descanso del alma

¿Quién no ha sentido en algún momento la necesidad de descansa

¿Quién no ha sentido en algún momento la necesidad de descansar? Después de un trabajo o un estudio prolongado, unas horas de sueño o unos días de vacaciones vienen de maravilla, y una concentración de la mente en un objetivo exigente se compensa con la distracción del deporte o un pasatiempo. Si nos fijamos con atención en nuestra vida, es necesario también un descanso más profundo; aquel que necesita el alma, que no se obtiene sólo con vacaciones o distracciones y que nos quitaría el peso de tanto desasosiego interior… ¡Eso es! El descanso que prometió Jesús a sus apóstoles:

    Venid a mí, todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis reposo para vuestras almas. (Mt 11,28-29)

Espero que estas reflexiones nos ayuden a apreciar mejor las palabras de Cristo, recorriendo algunas escenas de la Escritura.  Espero también que estas palabras y estas escenas puedan iluminar y guiar nuestra propia vida.

  1. Vemos en primer lugar el descanso de la tierra prometida.

Esto es lo que la Biblia en griego llama “katapausis”. Después de tantos siglos de trabajos forzados en Egipto, después de un camino largo y pesado en el desierto durante cuarenta años, después de batallas y batallas con los pueblos de Canaán, finalmente se establece el reino de Israel. David y Salomón llegan a un período de paz. Incluso se construye un templo en el corazón de Jerusalén. Se cumple así la ansiada espera, y la historia se resuelve con el reposo del pueblo elegido y de Dios en medio de ellos. El rey Salomón entonces pronuncia estas palabras:

    “Bendito sea el Señor, que ha dado el reposo a su pueblo, conforme a lo que había dicho; ninguna de las promesas hechas por medio de Moisés, su siervo, ha fallado…”

(1 Re 8, 56)

El Señor nos ha prometido una meta al final del camino. La lucha y el trabajo no serán en vano. Aunque parezca que la fatiga se alarga, y que no vemos colmada nuestra esperanza, al final Dios cumplirá sus promesas. Él llevará a término su obra en nuestro corazón y, una vez concluida, podremos descansar en él. Sólo tenemos que mantenernos unidos a su Palabra con la esperanza viva. No podemos permitir que con el tiempo y las preocupaciones se endurezca el corazón, como le pasó a Israel en el desierto (Sal 95, 8-11). Cada día tenemos que renovar nuestra intención de mantenernos en el camino de Dios, si queremos entrar finalmente en el lugar de descanso que Él nos ha reservado.

  1. Anapausis

Pero Jesús quiere decir algo un poco diverso. Él habla de un reposo que los evangelistas describen con la palabra “anapausis”. Se trata de la serenidad que nos abre a un nuevo día y que se percibe en el silencio de cada amanecer. Es el reposo de la nueva creación que ha logrado muriendo en la cruz, bajando a los infiernos y alzándose del sepulcro. No fue en vano tanta fatiga. No acabó en el silencio de la muerte, sino que dio el paso a una nueva vida.

Sólo el que sigue a Cristo tomando el yugo de la cruz llega a poseer esta sabiduría (Sir 51, 34-35). Es el descanso de quien renueva sus fuerzas directamente en la fuente. Es el reposo que llena de ánimo para comenzar de nuevo, no importa lo que se haya padecido antes. Cada día se puede retomar la lucha, porque la sangre de Cristo nos regenera sin cesar. Entonces sí se cumplen plenamente las promesas de los profetas sobre un Dios que vive en medio de su pueblo (Is 66,1). Él mismo derrama sobre su Iglesia toda la vitalidad del agua sobre la tierra reseca, la misma vitalidad que sana las heridas y da el vigor a los miembros cansados.

III. Descanso de las promesas cumplidas

San Jerónimo, además, desdobla el sentido de esta palabra y la traduce de dos maneras diferentes. La primera vez nos habla del descanso que restaura. En latín se habla de “refectio” (Mt 11, 28), es decir, de un re-hacerse, tal como hemos visto más arriba. Pero poco después leemos la palabra “requies” (Mt 11, 29), que nos describe la tregua al final de una guerra. Es el descanso después de una larga tensión, el final de un gran problema que buscamos solucionar. Por fin se ha alcanzado el objetivo, y ahora sí el alma queda saciada…

Este descanso se parece mucho al de las promesas cumplidas. Sin embargo, no es sólo la obra de Dios que llega a su fin en nosotros, sino también nuestro corazón que ha encontrado lo que buscaba con tanta inquietud. Porque la verdadera tierra prometida, esa que hace descansar lo más profundo del alma, no es ni un lugar ni una situación sin problemas: la tierra prometida es un Rostro, es una Persona divina que se ha hecho carne y que ha habitado entre nosotros.

Cristo es el auténtico descanso para nuestras almas. Tomemos, pues, su invitación: “Venid a mí…”. ¿Cómo ir a Jesús? Él nos propone unos pasos concretos:

    “Tomad mi yugo sobre vosotros…

    ..aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón…

    Y hallaréis descanso para vuestras almas.”

No dejen que les roben la esperanza»

S.S. Francisco a pueblos de RDC y Sudán del Sur.

“El Señor sabe cuán grande es mi pesar por haberme visto obligado a posponer esta visita tan deseada y esperada, pero no perdamos la fe y alimentemos la esperanza de encontrarnos lo antes posible”. Con estas palabras, el Papa Francisco expresa, una vez más, su consternación por no poder viajar, por el momento, a Congo y Sudán del Sur. Lo hace en un videomensaje que envió a los fieles de ambos países y difundido este sábado 2 de julio.

Mientras tanto, según el Papa, en estas semanas, “los llevo en mi corazón más que nunca”. “Llevo dentro de mí, en la oración, el sufrimiento que han sentido durante tanto tiempo, demasiado tiempo”, afirma el Pontífice.

A continuación, se detiene en la realidad de ambas naciones: primero, dice que piensa en la RDC, “en la explotación, la violencia y la inseguridad que sufre, sobre todo en el este del país, donde continúan los enfrentamientos armados que provocan innumerables y dramáticos sufrimientos, agravados por la indiferencia y la complacencia de tantos”.

En segundo término, piensa “en Sudán del Sur, en el grito de paz de su pueblo que, agotado por la violencia y la pobreza, espera hechos concretos del proceso de reconciliación nacional, al que quiero contribuir no solo, sino caminando ecuménicamente junto a dos queridos hermanos: el Arzobispo de Canterbury y el Moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia”.

“Piensen, ustedes que me son tan queridos, cuánto más preciosos y amados son a los ojos de Dios, que nunca decepciona a los que ponen su esperanza en Él. Tienen una gran misión, todos ustedes, empezando por los dirigentes políticos: la de pasar página para abrir nuevos caminos, caminos de reconciliación y caminos de perdón, caminos de convivencia pacífica y de desarrollo”.

Luego, considera que esta es “una misión que hay que emprender mirando juntos al futuro, a los muchos jóvenes que pueblan vuestras exuberantes y heridas tierras, llenándolas de luz y de futuro”. “Sueñan y merecen ver esos sueños hechos realidad, ver días de paz: para ellos, en particular, debemos deponer las armas, superar los rencores, escribir nuevas páginas de fraternidad”, subraya el Papa.

“Las lágrimas que derraman en la tierra y las oraciones que elevan al cielo no son en vano”, asegura el Obispo de Roma, quien agrega que “el consuelo de Dios llegará, porque Él tiene ‘planes de paz y no de desgracia’ (Jer 29,11). Incluso ahora, mientras espero encontrarme con vosotros, pido que su paz descienda a vuestros corazones”.

Y a medida que crece mi expectación por ver vuestros rostros, por sentirme en casa en sus vibrantes comunidades cristianas, por abrazarlos a todos con mi presencia y por bendecir sus tierras, mi oración se intensifica, al igual que mi afecto por ustedes y por sus pueblos. De corazón, los bendigo y también le pido que sigan rezando por mí. Gracias, y hasta pronto.

Viaje del Secretario de Estado

Tras el aplazamiento del Viaje Apostólico, el Santo Padre decidió enviar mientras tanto a Kinshasa y a Juba al Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, para mostrar su cercanía al querido pueblo congoleño y sudanés. La visita se efectúa del 1º al 8 de julio.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede lo anunció el pasado 27 de junio. El itinerario contempla encuentros con autoridades, celebración de la santa misa, encuentros con las congregaciones religiosas y visitas a instituciones, entre otras actividades que se pueden consultar aquí.

Cada día es un regalo de Dios

La vida es una sorpresa, Dios nos sale al encuentro en cada recodo del camino.

Cada día es una maravillosa oportunidad de dar gracias a Dios por todo lo que se nos da tan gratuita, tan regalado, tan como Don.

Muchas ocasiones vemos la vida como una cadena de sufrimiento, y por momentos se nos hace que vivimos encadenados al desorden, al pecado, al sufrimiento, sin embargo, deteniendo un poco la existencia, en la contemplación del amor de Dios, nos damos cuenta que cada situación vivida es una oportunidad o una prueba que nos prepara para dar respuesta a la siguiente oportunidad, por eso me parece importante ver la vida como un continuo nacer para recuperar el sentido de sorpresa, es decir: ¡Que maravilloso es vivir la luz del sol!

Que milagro respirar en este instante. La vida es una permanente sorpresa, Dios nos sale al encuentro en cada recodo del camino, con dones espirituales y materiales.

Este sentido de nacer cada día para agradecer a Dios, en ningún momento significa olvidar la experiencia, es decir esa historia vivida, experimentada y disfrutada. Para poder dar una respuesta a Dios en el día de hoy, Dios en su infinita bondad me preparó el día de ayer, por eso he de nacer cada día sin olvidar.

Nacer para descubrir el encanto del presente providente de Dios, sin olvidar la misericordia de nuestro padre Dios que nos ha llamado desde toda la eternidad a vivir con Él.

Nacer cada día a la Providencia de Dios, sin olvidar su eterna Misericordia.

Cada cumpleaños…

Los festejos han terminado. Vuelve la vida ordinaria. El tiempo pasa. La vida no se detiene. Llega un nuevo cumpleaños.

El tiempo pasa. La vida no se detiene. Llega un nuevo cumpleaños.

De niños, o también de grandes, el cumpleaños es el momento de los festejos. El pastel, las velas, las canciones, los aplausos, los regalos…

En cada cumpleaños recordamos a los propios padres. Fueron ellos quienes, desde su amor, se abrieron a la esperanza y a la vida. Fueron ellos quienes soportaron días y noches de lloriqueos o de caprichos. Fueron ellos quienes lavaron, compraron, levantaron, curaron, dieron de comer a un pequeñuelo indefenso y necesitado.

Recordamos a otros familiares: hermanos, abuelos, tíos, primos, sobrinos. En cada familia, ¡cuántas relaciones no sólo de carne y de sangre, sino de afectos y de cariño sincero!

Recordamos a educadores: en una primaria con niños que jugaban y que no sabían cómo escribir letras misteriosas, y en otras etapas de formación, donde hombres y mujeres dieron lo mejor de sí mismos para introducirnos en el mundo inmenso de la ciencia.

Recordamos a médicos, enfermeros, practicantes, farmacéuticos, profesionales de la salud, que nos “cosieron” una herida profunda, que nos dieron la medicina adecuada para curar una infección maligna, que nos sonrieron para hacer más llevadero el momento de esa inyección tan dolorosa.

Recordamos a catequistas, religiosas y laicos ejemplares; a sacerdotes que nos dieron los sacramentos, sobre todo ese magnífico regalo de la Eucaristía y ese encuentro purificador en cada confesión de los pecados.

Recordamos, en definitiva, a Dios. Él quiso nuestra llegada al mundo. Él quiso acompañarnos en tantas situaciones difíciles y en tantas alegrías. Él quiso iluminar los momentos de oscuridad y de dudas. Él quiso abrir ventanas de esperanza ante la pérdida de un empleo, el inicio de una enfermedad, o las caídas en ese mal tan destructivo que se llamada pecado.

Los festejos han terminado. Vuelve la vida ordinaria. El corazón ha sentido algo parecido al perfume de jazmines y al canto de los petirrojos: la belleza de una vida que inicia desde la bondad y que avanza, día a día, hacia el encuentro eterno con el Padre que nos ama, y con tantos seres queridos que fueron, o siguen siendo, faros de esperanza y de alegría.

Oración para el cumpleañero en su día

¡Que más especial que orar por esa persona especial en su cumpleaños!

El día de cumpleaños de un ser querido, siempre es una fiesta, compartir un pastel, algunos obsequios, tiempo juntos, pero no olvidemos encomendarlo(a) a Dios, para ello te dejamos esta oración:

Querido Señor

En este día en que celebramos el nacimiento de (nombre cumpleañero/a), pido bendiciones y alegrías en su vida.

Tú lo sabías todo sobre (nombre cumpleañero/a) antes de su nacimiento y tienes un plan de felicidad y esperanza para su vida.

Déjale sentirse confiado/a y preparado/a para el próximo año, sabiendo que Tú tienes un plan de amor para sus pasos y un propósito para su existencia.

Ayúdale a encontrar alegría en todas las circunstancias de la vida, sabiendo que Tú trabajas con todas las cosas para siempre.

Agradezco por (nombre cumpleañero/a), por amarlo/a con amor incondicional y por las promesas que pronunciaste sobre su vida.

Que María Santísima lo/a proteja en cada uno de sus pasos, en nombre de Jesús.

Amén.

El Papa en el Ángelus: los discípulos saben ceder la palabra a otro

¿Cómo llevamos la Buena Noticia del Evangelio a los demás? ¿Con espíritu y estilo fraterno, o a la manera “del mundo”, es decir con protagonismo, competitividad y centralidad en la eficacia?

Son preguntas que planteó el Papa este domingo a la hora del ángelus al reflexionar sobre el Evangelio del Día. “Se pueden hacer planes pastorales perfectos”, pero “si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza”.

La tarea de los discípulos es ir por delante a las aldeas y preparar a la gente para recibir a Jesús; y las instrucciones que Él les da no se refieren tanto a lo que deben decir, sino a cómo deben ser, es decir, no sobre “lo que tienen escrito en la libreta” que tienen que decir, no; sino sobre el testimonio que han de dar.

Lo explicó el Papa Francisco al comentar el Evangelio de la Liturgia de este domingo, en el que leemos que “el Señor designó a otros setenta y dos [discípulos] y los envió de dos en dos delante de él a todas las ciudades y lugares a los que iba a ir” (Lc 10,1).

El Maestro envía a los discípulos de dos en dos, y los llama “obreros”, es decir, que están llamados a “trabajar”, a evangelizar “por medio de su comportamiento”, dijo el Santo Padre.

Los discípulos saben ceder la palabra a otro

Esto significa, explicó, que “no son ‘francotiradores’, es decir, «predicadores que no saben ceder la palabra a otro”, sino que es “la vida misma de los discípulos la que anuncia el Evangelio”:

“Su saber estar juntos, su respeto mutuo, su no querer demostrar que son más capaces que el otro, su referencia unánime al único Maestro.”

Por eso el Santo Padre advirtió que “se pueden hacer planes pastorales perfectos, poner en marcha proyectos bien elaborados, organizarse hasta el más mínimo detalle; se pueden convocar multitudes y disponer de muchos medios; pero si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza”.

La misión no se basa en el activismo personal

Como ejemplo, Francisco contó de un misionero que partió a África junto con un hermano de comunidad, pero que al cabo de un tiempo se separó de él, quedándose en una aldea donde llevó a cabo con éxito una serie de actividades de construcción para el bien de la comunidad.

Todo funcionaba bien. Pero un día tuvo un sobresalto: se dio cuenta de que su vida era la de un buen empresario, ¡siempre entre obras y papeleo! Entonces, dejó la gestión en manos de otros y volvió con su hermano. Así comprendió por qué el Señor había enviado a los discípulos «de dos en dos»: la misión evangelizadora no se basa en el activismo personal, es decir, en el «hacer” ¡no!, sino en el testimonio, el testimonio de amor fraterno, incluso a través de las dificultades que conlleva convivir con otro.

¿A la manera de Jesús o a la manera del mundo?

Por eso este domingo el Papa llamó a preguntarnos en qué manera llevamos la Buena Noticia del Evangelio a los demás, si con espíritu y estilo fraterno, o “a la manera del mundo”, es decir, “con protagonismo, competitividad y centralidad en la eficacia”.

Preguntémonos – dijo el Santo Padre – si tenemos la capacidad de colaborar, si sabemos tomar decisiones juntos, respetando sinceramente a los que nos rodean y teniendo en cuenta su punto de vista, si lo hacemos en comunidad y no solos. Porque, en efecto, dijo el Santo Padre, es “sobre todo así, como la vida del discípulo deja traslucir la del Maestro, anunciándolo verdaderamente a los demás”.

«Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, nos enseñe a preparar el camino del Señor con el testimonio de la fraternidad», concluyó.