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• Luke 1:57-66,

• Luke 1:80

 

Amigos, hoy celebramos la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. Desde tiempos inmemoriales, Dios ha enviado mensajeros, profetas y portavoces. Piensa en toda esa línea de profetas y patriarcas de Israel.

Juan el Bautista reúne a todas estas figuras. En el Evangelio de Juan, el Bautista se identifica a sí mismo como “una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor”. Lo que Juan señala es que Jesús no es una figura bíblica más. Es alguien completamente diferente, no solo transmite la Palabra sino que es la Palabra misma.

Estamos destinados a la unión con la Palabra de Dios, pero no la entendemos. ¿Por qué corremos tras todo menos detrás de Cristo? Porque hay algo realmente fuera de lugar en nosotros. Pero aquí están las buenas noticias del Evangelio de Juan: “Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”.

No podemos entender esto por nuestra cuenta. Dios tiene que levantarnos. La Palabra de Dios, con un Dios presente desde el principio, no permanece en un espléndido aislamiento. Baja, se une a nosotros y nos levanta. Esa es la esencia del mensaje cristiano. 

Todo el evento del nacimiento de Juan Bautista está rodeado por un alegre sentido de asombro, de sorpresa, de gratitud. Asombro, sorpresa, gratitud. La gente fue invadida por un santo temor a Dios «y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas» (v. 65). Hermanos y hermanas, el pueblo fiel intuye que ha sucedido algo grande, incluso si humilde y escondido y se pregunta «¿Qué será este niño?» (v. 66).

El pueblo fiel de Dios es capaz de vivir la fe con alegría, con sentido de asombro, de sorpresa y de gratitud. (…) Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas: ¿he «probado» en el alma aquel sentido de estupor que hace la presencia de Dios, ese sentido de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son estados de ánimo de la fe: alegría, sentido de asombro, sentido de sorpresa y gratitud. (Ángelus, 24 junio 2018)

 

 

Natividad de San Juan Bautista

Solemnidad Litúrgica, 24 de junio


Nacimiento de Juan Bautista

Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que, estando aún en el seno materno, al quedar lleno del Espíritu Santo exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Natividad de Cristo el Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo no haber entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista.

Origen de la fiesta



La Iglesia celebra normalmente la fiesta de los santos en el día de su nacimiento a la vida eterna, que es el día de su muerte. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento. San Juan, el Bautista, fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel, según el Evangelio.



Esta fiesta conmemora el nacimiento «terrenal» del Precursor. Es digno de celebrarse el nacimiento del Precursor, ya que es motivo de mucha alegría, para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, de Jesús. Fue una de las primeras fiestas religiosas y, en ella, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan.




El nacimiento de Juan Bautista



Isabel, la prima de la Virgen María estaba casada con Zacarías, quien era sacerdote, servía a Dios en el templo y esperaba la llegada del Mesías que Dios había prometido a Abraham. No habían tenido hijos, pero no se cansaban de pedírselo al Señor. Vivían de acuerdo con la ley de Dios.



Un día, un ángel del Señor se le apareció a Zacarías, quien se sobresaltó y se llenó de miedo. El Árcangel Gabriel le anunció que iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y le preguntó que cómo sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces el ángel le contestó que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo esto sucediera. Y así fue.



 

La Virgen María, al enterarse de la noticia del embarazo de Isabel, fue a visitarla. Y en el momento en que Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de júbilo en su vientre. Éste es uno de los muchos gestos de delicadeza, de servicio y de amor que tiene la Virgen María para con los demás. Antes de pensar en ella misma, también embarazada, pensó en ir a ayudar a su prima Isabel.



El ángel había encargado a Zacarías ponerle por nombre Juan. Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera su voz y lo primero que dice es: «Bendito el Señor, Dios de Israel».



Juan creció muy cerca de Dios. Cuando llegó el momento, anunció la venida del Salvador, predicando el arrepentimiento y la conversión y bautizando en el río Jordán.



La predicación de Juan Bautista



Juan Bautista es el Precursor, es decir, el enviado por Dios para prepararle el camino al Salvador. Por lo tanto, es el último profeta, con la misión de anunciar la llegada inmediata del Salvador.



Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Venían hacia él los habitantes de Jerusalén y Judea y los de la región del Jordán. Juan bautizaba en el río Jordán y la gente se arrepentía de sus pecados. Predicaba que los hombres tenían que cambiar su modo de vivir para poder entrar en el Reino que ya estaba cercano. El primer mensaje que daba Juan Bautista era el de reconocer los pecados, pues, para lograr un cambio, hay que reconocer las fallas. El segundo mensaje era el de cambiar la manera de vivir, esto es, el de hacer un esfuerzo constante para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Esto serviría de preparación para la venida del Salvador. En suma, predicó a los hombres el arrepentimiento de los pecados y la conversión de vida.



 

Juan reconoció a Jesús al pedirle Él que lo bautizara en el Jordán. En ese momento se abrieron los cielos y se escuchó la voz del Padre que decía: «Éste es mi Hijo amado…». Juan dio testimonio de esto diciendo: «Éste es el Cordero de Dios…». Reconoció siempre la grandeza de Jesús, del que dijo no ser digno de desatarle las correas de sus sandalias, al proclamar que él debía disminuir y Jesús crecer porque el que viene de arriba está sobre todos.




Fue testigo de la verdad hasta su muerte. Murió por amor a ella. Herodías, la mujer ilegítima de Herodes, pues era en realidad la mujer de su hermano, no quería a Juan el Bautista y deseaba matarlo, ya que Juan repetía a Herodes: «No te es lícito tenerla». La hija de Herodías, en el día de cumpleaños de Herodes, bailó y agradó tanto a su padre que éste juró darle lo que pidiese. Ella, aconsejada por su madre, le pidió la cabeza de Juan el Bautista. Herodes se entristeció, pero, por el juramento hecho, mandó que le cortaran la cabeza de Juan Bautista que estaba en la cárcel.



¿Qué nos enseña la vida de Juan Bautista?



Nos enseña a cumplir con nuestra misión que adquirimos el día de nuestro bautismo: ser testigos de Cristo viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia, así como era el Papa Juan Pablo II.



Nos enseña a reconocer a Jesús como lo más importante y como la verdad que debemos seguir. Nosotros lo podemos recibir en la Eucaristía todos los días.



Nos hace ver la importancia del arrepentimiento de los pecados y cómo debemos acudir con frecuencia al sacramento de la confesión.



Podemos atender la llamada de Juan Bautista reconociendo nuestros pecados, cambiando de manera de vivir y recibiendo a Jesús en la Eucaristía.



El examen de conciencia diario ayuda a la conversión, ya que con éste estamos revisando nuestro comportamiento ante Dios y ante los demás.



En el siguiente enlace encontrarás más información sobre el Nacimiento de Juan el Bautista



 

 


San Juan Bautista: un gran hombre y santo. Modelo de autenticidad



San Juan Bautista – Junio 24 / Lucas 1, 57-66.80. Dios lo ha preparado y llamado, desde el seno materno, a ser el Precursor de su Hijo Jesucristo.


 

 

El nacimiento de Juan Bautista. Juan es su nombre


«Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.»

Reflexión


La devoción a San Juan Bautista está muy arraigada en el corazón del pueblo. Por eso existe tal abundancia de costumbres antiguas y tradiciones populares. Y sin duda, Juan Bautista es un hombre auténtico y completo, un gran profeta y santo.

1. Vocación de Dios


 

El Evangelio que acabamos de oír nos cuenta del nacimiento de San Juan Bautista. Por lo general, se celebra en la Iglesia el día de la muerte como la gran fiesta de los santos: el nacimiento a la vida eterna. Además de Cristo, sólo de dos personas se celebra con una fiesta propia su nacimiento: de la Sma. Virgen y San Juan Bautista.

¿Por qué la Iglesia recuerda hoy con solemnidad el nacimiento de San Juan Bautista? “Estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre” (Lc 1, 15), le dice el ángel Gabriel a Zacarías, cuando le anuncia el nacimiento de su hijo. Resulta que él fue santificado – por la presencia de Jesús – ya en el vientre de su madre Isabel, cuando María visitó a su prima.

Además, el nacimiento del Precursor fue motivo de inmensa alegría para toda la humanidad, ya que iba a anunciar la llegada del Mesías, del Salvador del mundo.

Circunstancias y signos extraordinarios acompañan el nacimiento de este niño. Por eso los vecinos decían asombrados: “¿Qué llegará a ser este niño? ¿No se ve la mano del Señor en él?” Se dieron cuenta de que Dios había planeado algo singular para él, después de tantos signos.

Evidentemente estamos ante una excepcional vocación de Dios: Dios lo ha llamado a ser su instrumento escogido. Esto lo insinúa también la primera lectura de hoy que nos habla de la vocación del profeta Isaías: “El Señor me llamó desde el vientre de mi madre, desde las entrañas maternas pronunció mi nombre… Desde el seno materno me formó para que fuera su servidor”.

Dios lo ha preparado y llamado, desde el seno materno, a ser el Precursor de su Hijo Jesucristo.

2. Respuesta del llamado


Una vocación divina sólo puede cumplirse, si el instrumento humano acepta plenamente el llamado. En S. Juan Bautista encontramos varias virtudes que son siempre de actualidad para todo seguidor del Señor.

a. Su austeridad de vida, su espíritu de sacrificio


 

Renuncia a una vida normal. Acepta un camino lleno de renuncias y sacrificios. Los Evangelios recalcan que llevaba un vestido de pelo de camello y su alimento consistía en langostas y miel silvestre: no bebe ni vino ni licor. Y Jesús dice de él que no era un hombre que vestía con refinamiento: “porque los que visten con refinamiento, están en los palacios de los reyes”.
Es decir: lleva una vida sumamente austera, difícil e incómoda para poder cumplir su misión divina.

b. Su humildad


Podía pasar por Cristo o el profeta, pero él afirma que no es más que la voz que clama en el desierto, y que con relación al Mesías no es digno siquiera de desatarle las correas de sus sandalias. Y cuando Cristo ya está presente le cede sus discípulos y afirma “conviene que Él crezca y que yo disminuya”. Sabe, pues, ponerse humildemente en segundo plano, desaparecer, para que resalte la presencia del Señor.

c. Su valentía


Frente a los poderosos de su tiempo: jefes religiosos y políticos. Su valentía en anunciar la verdad y en denunciar las injusticias. Se manifiesta, por ejemplo, cuando dice a los fariseos que van a verlo: “Raza de víboras, ¿acaso podrán escapar del castigo que se os viene encima?”
Y al rey Herodes reprende públicamente por el escándalo de tener por esposa a la mujer de su hermano. Esta denuncia le costará más tarde incluso la vida.

d. Su inflexibilidad


Es también puesta de relieve por Cristo: “¿Qué salisteis a ver al desierto: una caña agitada por el viento?”
Por eso, mereció el mayor elogio de Jesús: “Es un profeta, y mucho más que un profeta. Entre los nacidos de mujer, no ha surgido uno mayor que Juan el Bautista”.

3. Su mensaje y misión: insistencia en la conversión


 

Si Dios llama, es para confiar un mensaje, una misión. La misión de San Juan Bautista es preparar los caminos del Señor. Por eso es el gran profeta del cambio y la conversión. Sacude a sus contemporáneos, les exige justicia y amor solidario y los invita a volver a Dios.

La renovación interior, el cambio de mentalidad y de vida – es también un mensaje de permanente actualidad. El cristiano de hoy también debe preparar la llegada de Jesucristo: sanear el ambiente (justicia y verdad), desarraigar todo lo que impide la vida cristiana. Porque el cristianismo no consiste en buenas apariencias exteriores, sino en la coherencia de nuestra vida diaria con nuestra convicción interior.

4. Su mensaje para nosotros


La vida de este gran hombre santo tiene que cuestionarnos. Nos hace preguntar:

1. ¿Cómo vivimos nosotros nuestra vocación de cristianos?
2. ¿Cómo vivimos nuestra vocación a la santidad?
3. ¿Estamos dispuestos a vivir en la austeridad, en la humildad, con valentía?
4. ¿Cómo preparamos los caminos del Señor en nuestra sociedad, nuestras familias, en nuestros lugares de trabajo, en nuestra vecindad?
5. ¿Somos profetas y actores del cambio y de la conversión, empezando con nosotros mismos, con nuestra autoeducación y también en la educación de nuestros hijos (en contra de muchas corrientes de nuestra sociedad actual)?

¡Reflexionemos un momento sobre esto!

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
 Amén.

 

 

Nardo del 24 de Junio



 

 

¡Oh Sagrado Corazón, que te hiciste mi hermano!



Meditación: Pobre, mi Jesús, que con dulzura nos quieres llevar a la Tierra Prometida. ¿Sabes, Señor, qué pienso cuando aún te miro clavado en el Madero…cuando veo Tu Corazón sangrar?. Con un suspiro lleno de dolor quisiera bajarte de la Cruz, sacarte esos clavos, borrar de Tu Frente todos los pecados que desfiguraron Tu Amado Rostro Santo. Y Tú, con esa Mirada pides amor en un mundo que se olvidó de Dios, que sólo busca el placer, la vanidad, no pensar en los demás para vivir en el yo. Señor, qué lejos de Tus enseñanzas Tú nos viniste a liberar, a mostrar que teníamos que morir a nosotros mismos para vivir en Cristo. Señor, darse por los demás hasta morir. Sí, Tú me lo viniste a decir y yo lo olvidé, el mundo me hizo sordo de corazón y dejé de oír Tu Voz. Creí que yo solo podía, que triunfaría y viviría la buena vida. ¿Qué vida, Señor, si así yo moría, y a pesar de que todo tenía me encontraba con el alma vacía?. Jesús, mi amado, Jesús, mi hermano que todo nos has dado, hazme escuchar Tu hermosa Voz como mi hermano mayor que me miras y me guías, y eres fuente de verdadera alegría. Porque sabes, mi Señor, aún cuando todo me sacaras, si aun tengo Tu Mirada. destella mi alma porque sé que Tú me amas.



 

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.



Florecilla: Seamos sencillos y regalemos sonrisas y consuelo a todos los que están sufriendo, aún cuando nosotros estemos en el huerto.



Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


 

 

 


San Juan Bautista, el precursor de Jesucristo

Su vocación profética desde el útero está rodeada de acontecimientos extraordinarios

 

 

Juan el Bautista ha sido venerado desde muy antiguo por el pueblo cristiano. Sabemos de él no sólo por los Evangelios, sino también por los historiadores de su época.

La figura de san Juan Bautista ocupa un lugar importante en el Nuevo Testamento y concretamente en los evangelios.

Ha sido comentada en la tradición cristiana más antigua y ha calado hondamente en la piedad popular, que celebra la fiesta de su nacimiento con especial solemnidad desde muy antiguo.

Juan Bautista coincidió en el tiempo con Jesús. Seguramente nació algún tiempo antes y comenzó su vida pública también antes.

Era de origen sacerdotal (Lucas 1), aunque nunca ejerció sus funciones y se supone que se mostró opuesto al comportamiento del sacerdocio oficial, por su conducta y su permanencia lejos del Templo.

Pasó tiempo en el desierto de Judea (Lc 1,80), pero no parece que tuviera relación con el grupo de Qumrán, puesto que no se muestra tan radical en el cumplimiento de las normas legales (halakhot).

 

 

La injusta muerte de Juan Bautista

Murió condenado por Herodes Antipas (Flavio Josefo, Ant. 18,118), básicamente por denunciar su ilícita relación amorosa con su cuñada Herodías.

Ella, que le odiaba profundamente por eso, mandó a su hija Salomé que le pidiera a su padre la cabeza de Juan, un día en que Herodes le había prometido que le daría todo lo que pidiera, después de que su baile en una fiesta le encantara.

 

 

Jesús, por su parte, pasó su primera infancia en Galilea y fue bautizado por él en el Jordán. Supo de la muerte del Bautista y siempre alabó su figura, su mensaje y su misión profética.

Juan el Bautista es el único santo, además de la Virgen María, cuyo nacimiento según la carne se celebra con el nacimiento en el cielo.

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Su vocación profética desde el útero está rodeada de acontecimientos extraordinarios, llenos de alegría mesiánica, que preparan el nacimiento de Jesús.

La fecha de la fiesta, tres meses después del anuncio y seis antes de Navidad, responde a las indicaciones de Lucas.

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Patronazgo

San Juan es patrono de los monjes y de Jordania, Puerto Rico, Quebec, la Amazonia Peruana y otras regiones.

Lugares de culto

Son muchos los lugares en los que se festeja el nacimiento del Bautista, ya desde las vísperas, la famosa «Noche de San Juan», donde se encienden hogueras en su honor.