No es un cuento, es una realidad que he resumido mucho, ya que la preparación y celebración de esta boda comportó varios encuentros. Esta experiencia vivida me lleva a pensar que no sólo vosotros, los los más jóvenes, sino todos, necesitamos de los padres, de los educadores, de los maestros que nos ayuden a curar o corregir nuestras cegueras, que son muchas y que nos hacen vivir distraídos o deslumbrados por falsas luces.

Necesitamos encontrar el multiforme color del amor que nos ayuda a hacer más suaves nuestras vidas y las relaciones con los demás. Nos hace falta dejarnos guiar por Jesús, que se nos acerca tal y como nos encontramos, para saber mirar a los demás, al mundo, con los mismos ojos que Dios mira.


San José […] es ante todo el custodio de Jesús y de la Virgen María. Y por lo tanto también es el santo patrón de la Iglesia. […] Puedes confiarle ciertas situaciones un poco complicadas, en las que nos damos cuenta de que nuestras fuerzas no son suficientes, que no hay soluciones a la mano. Entonces puedes dirigirte a San José en oración. Es de pocas palabras -en el Evangelio nunca habla, no hay palabras de José-, de pocas palabras, pero de muchas obras. Inténtalo. Un hombre que escucha la voluntad de Dios y la pone en práctica, sin dudarlo. Siempre le rezo, por esta necesidad, por esa otra, por esa otra, y siempre responde. […] Los planes de Dios no siempre son claros; a menudo se manifiestan con el tiempo, requieren paciencia; sobre todo exigen fe, tanta confianza en que Dios sólo y siempre quiere el bien, el mayor bien para nosotros y nuestros seres queridos. Y luego debemos hacer como San José: abandonarnos a Dios -esto significa dormir- para recibir sus mensajes. (Discurso a los empleados del Vaticano con motivo de las felicitaciones navideñas, 23 de diciembre de 2021)

Matthew 1:16,

Hoy celebramos la fiesta de San José. 

Cada episodio de la vida de José es una crisis. Descubrió que la mujer con la que estaba comprometido estaba embarazada. Decidió divorciarse de ella en silencio, pero luego el Ángel del Señor apareció en un sueño y le explicó el embarazo. Entonces José entendió lo que estaba sucediendo en el contexto de la Providencia de Dios y tomó a María como su esposa.

Luego, al descubrir que el niño estaba en peligro mortal, José lleva a la madre y al bebé en un peligroso viaje a un país desconocido. Cualquiera que se haya visto obligado a mudarse a una nueva ciudad sabe la ansiedad que José debe haber sentido. Pero José va porque Dios lo había mandado.

Finalmente, escuchamos que José busca desesperadamente a su hijo perdido de doce años. En silencio, llevando al niño a casa, una vez más deja de lado sus sentimientos humanos y confía en los propósitos de Dios.

Lo poco que sabemos sobre José es que experimentó desamor, miedo a la muerte y la ansiedad más profunda de un padre. Pero en cada momento entendió lo que sucedía como un drama en el plan de Dios, como un teo-drama, y no un ego-drama. Esta actitud es lo que hizo que José sea el patrón de la Iglesia universal.

José, Santo

Solemnidad Litúrgica, 19 de marzo

Esposo de la Virgen María

Martirologio Romano: Solemnidad de san José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.

Etimológicamente; José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.

Breve Semblanza

Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María.

La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco.

La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.

En San José se manifiestan las obras de Dios

Santo Evangelio según san Mateo 1, 16-18. 21-24. San José

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

San José, hoy te recordamos, te veneramos por tu fe, tu confianza y tu amor a Dios. Intercede por mí, ayúdame a ponerme en presencia de Dios en medio de las ocupaciones de este día como lo hacías tú. Abre mi mente y mi corazón para dejarme hacer por Dios y que sus obras se puedan manifestar en mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 16-18. 21-24

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.

Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Señor, preparaste en San José un hombre justo, es decir, una persona que supo conformar su mente y corazón a tu voluntad. Esa fue la tierra perfecta para acoger en su vida un hecho extraordinario. Te le manifestaste en sueños, por medio de un ángel y él creyó, actuó.

Con su “sí” pudiste preparar una familia para Jesús, tu manifestación más grande.
¿Qué te ayudó, San José para dejar que las obras de Dios se manifestaran en ti? Tu nobleza, por eso no te dejaste llevar por la pasión o el ego y decidiste no repudiar a María en secreto. ¿Cuántas luchas internas, cuántos insomnios te habrá costado esa decisión? Tu fe sencilla, que no cede a racionalizarlo todo; te levantaste y actuaste como el ángel te dijo. Tu humildad, no te sorprendiste de que un ángel se te presentara a ti, sabías quién eras frente a Dios, pero sobre todo sabías quién era Dios y que lo importante es su querer. Tu bondad, que fija su mirada en los otros en su bien. Pero sobre todo dejar que Dios modelara a través de su palabra y en la voz de tu conciencia tus criterios, tu corazón. Aprendiste a buscar el modo de Dios y no el tuyo.

Intercede por mí para que pueda ser justo(a) como tú y así pueda ser tierra preparada para que Dios pueda hacer sus obras en mí.

«El cristiano es —podemos decir— como san José: debe custodiar. Ser cristiano no es solo recibir la fe, confesar la fe, sino custodiar la vida, la propia vida, la vida de los otros, la vida de la Iglesia. El Hijo del Altísimo vino al mundo en una condición de gran debilidad: Jesús nació así, débil, débil. Quiso tener necesidad de ser defendido, protegido, cuidado. Dios se ha fiado de José, como hizo María, que en él ha encontrado el esposo que la ha amado y respetado y siempre ha cuidado de ella y del Niño».

(S.S. Francisco, Catequesis del 16 de febrero de 2022).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En alguna decisión que tengas que tomar en este día, detente y piensa: ¿cómo sería esto según Dios?

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Antigua oración a san José que es muy eficaz

Reza con fe y pide un beneficio espiritual.

Aunque san José nunca dijo una sola palabra en las Escrituras, su silencioso ejemplo de fidelidad, obediencia y cuidado para con la Sagrada Familia durante los años de formación de Jesús hizo de él uno de los santos más queridos del cristianismo.

Se estima que la devoción al padre adoptivo de Jesús comenzó entre los siglos III y IV. Pero, según el libro de oración Pietá, hay una oración a san José que data del año 50:

“Esta oración fue encontrada en el año 50 de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En 1505, fue enviada por el Papa al emperador Carlos, cuando él estaba yendo a la batalla [de Lepanto]. Quien lea esta oración, la escuche o la guarde consigo nunca morirá de muerte repentina ni se ahogará, ni le afectará el veneno o caerá en las manos del enemigo, ni será quemado en cualquier fuego o derrotado en la batalla. Reza esta oración durante nueve mañanas por cualquier intención. Ella es conocida por no fallar nunca”.

Aquí está la oración que «es conocida por no haber fallado nunca, que ofrece el pedido para el beneficio espiritual para quien está rezando o para la persona por la que se está rezando»:

Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos. Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje. Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi! Amén. 

Recuerda: Dios siempre atiende nuestras oraciones. Pero nosotros no siempre esperamos las respuestas que recibimos.