Esa primera comunidad estaba formada por 120 hermanos y hermanas, más o menos: un número que lleva dentro de sí el 12, emblemático para Israel, porque representa a las doce tribus, y emblemático también para la Iglesia, a causa de los doce apóstoles elegidos por Jesús. (…) Son los testigos acreditados de la obra de salvación de Cristo, y no manifiestan su presunta perfección al mundo, sino que, a través de la gracia de la unidad, hacen que surja un Otro que ahora vive de una manera nueva entre su pueblo. ¿Y quién es este? Es el Señor Jesús. Los apóstoles eligen vivir bajo el señorío del Resucitado en la unidad entre los hermanos, que se convierte en la única atmósfera posible del auténtico don de sí mismo. También nosotros debemos redescubrir la belleza de dar testimonio del Resucitado, saliendo de actitudes autorreferenciales, renunciando a retener los dones de Dios y sin ceder a la mediocridad. (Audiencia general del 12 de junio de 2019)

Mark 3:13-19

Amigos, hoy en el Evangelio Jesús reúne a los discípulos. Y nombró a doce apóstoles “para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”. 

Santa Teresa de Lisieux nos dice que ella se esforzó por escribir sus memorias espirituales a instancias de su hermana, quien también era su superiora religiosa a quien estaba obligada a obedecer. Después de orar para no decir nada que no fuera agradable a Cristo, tomó el Evangelio de Marcos, y sus ojos se posaron en estas palabras: “Él subió la montaña y convocó a aquellos que Él quería y ellos vinieron a Él”. 

Este versículo, dice ella, es la clave interpretativa de su vida, ya que describe la forma en que Cristo ha trabajado en su alma: “No llama a los que son dignos, sino a los que desea”. La suya fue una historia de amor divino, que por la gracia quiere el bien del otro, y despierta una reacción imitativa en aquél que es amado. 

No es la narrativa de un intercambio económico —recompensa por valor— sino un círculo de gracia, un amor inmerecido que engendra amor desinteresado, la vida divina propagándose en lo que es el otro.

Fabián, Santo

Memoria Litúrgica, 20 de enero

Papa y Mártir

Martirologio Romano: San Fabián, papa y mártir, que, siendo simple laico, fue llamado al pontificado por indicación divina y, después de dar ejemplo de fe y virtud, sufrió el martirio en la persecución bajo el emperador Decio. San Cipriano, al hacer el elogio de su combate, afirma que dejó el testimonio de haber regido la Iglesia de modo irreprochable e ilustre. Su cuerpo fue sepultado en este día en el cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma (250).

Etimología: Fabián = Aquel que pertenece a la familia de Fabio, es de origen latino.

Breve Biografía

Sucedió en el papado a San Antero y gobernó la Iglesia unos quince años (236-250), hasta la persecución de Decio, durante la cual sufrió el martirio. Fue sepultado en el cementerio de San Calixto, donde se lee su epitafio. — Fiesta: el 20 de enero, junto con la de San Sebastián. Misa propia.

Sabemos muy poca cosa de este pontífice. Pero figura en el Catálogo Liberiano y en el Liber Pontificalis, y nos hablan de él San Cipriano de África, San Jerónimo y el historiador Eusebio de Cesarea. Este último refiere que en una ocasión en que Fabián regresaba del campo con algunos amigos, la multitud de los cristianos se hallaba congregada para la elección de nuevo Papa. Nadie pensaba en él, cuando una paloma vino a posarse sobre su cabeza. Lo muchedumbre, conmovida por el hermoso espectáculo, empezó a gritar y repetir: «¡Fabián, pontífice!». Y él no tuvo más remedio que acceder.

El Liber Pontificalis lo hace natural de Roma, aunque alguna leyenda le atribuye procedencia extranjera. Es también legendaria la atribución que se le adjudica de tres cartas de la colección llamada del Seudo-Isidoro y del decreto 21 del Código de Graciano.

De su pontificado, pueden reseñarse varias cosas hermosas y notables. Menciónanse algunos edificios mandados erigir por él encima de los cementerios o catacumbas, aprovechando, por cierto, un período de tranquilidad que gozó la Iglesia después de la persecución de Maximino Tracio.

Distribuyó los distritos urbanos a los siete diáconos, para que fuese mejor atendida la beneficencia y estuviesen bien administrados los fondos de la Iglesia. Medida que estuvo en vigor durante muchos siglos y que señala los comienzos de las regiones eclesiásticas y de la administración religiosa.

Instituyó también siete subdiáconos, para que recogiesen y archivasen las actas y gestas de los mártires, redactadas asimismo por siete notarios. En toda esa organización podemos ver un esquema oficial del clero, necesario para el ordenado ejercicio del culto y de la caridad cristiana.

Fue el suyo un tiempo de controversias teológicas, especialmente en Roma. Uno de los efectos que las ocasionaron fue el cisma llamado de Novaciano, que estalló en el pontificado siguiente (el de San Cornelio), pero se había incubado durante el del Papa Fabián, gracias tal vez a la bondad y dulzura del Pontífice.

En efecto, Novaciano, de Roma, y Novato, de Cartago, íntimos amigos, defendieron un error de tipo puritanista, enfrentándose con el criterio del Papa Cornelio. Sus numerosos adeptos eligieron Papa a Novaciano.

Duró el cisma poco tiempo. Consistía el error en acusar de indulgente al Papa con respecto a los lapsos, es decir, a los caídos en apostasía u otro pecado enorme, y en propugnar que la Iglesia no había de estar integrada más que por personas puras (cátaros), no debiendo ni pudiendo ser readmitidos en su seno los que pecaban después del Bautismo, pues el poder de perdonar no pertenecía más que a Dios.

Ahora bien: la rebelión de Novaciano no obedecía a una razón doctrinal, sino a una razón moral y síquica. Novaciano era un escritor brillante, que en tiempo de San Fabián había dado a luz un tratado sobre la Trinidad —no de gran valor teológico, por cierto—, con el cual quiso refutar doctrinas heréticas gnósticas; pero, a pesar de su magnífico estilo y de su buena intención en este caso, se caracterizaba por su índole altanera.

El Papa Fabián, prendado de su ingenio, dejó que fuese ordenado presbítero, confiando en los buenos servicios que podía prestar a la Iglesia. No pensó que sus defectos pudieran hacer de él un antipapa. Así fue, sin embargo. Su espíritu soberbio y ambicioso le convirtieron en tal, cuando, en 251, en vez de su propia elección, vio que era elevado al solio pontificio San Cornelio.

Fuera del ámbito de Roma, intervino Fabián en la deposición del obispo africano Privato, y mantuvo correspondencia con Orígenes, el gran pensador y exegeta de Alejandría, que quería justificar algunos puntos controvertidos de su doctrina.

Atribúyesele asimismo el primer envío de misioneros a las Galias.

En el orden litúrgico-sacramental, fue Fabián el pontífice que mandó fuese quemado y renovado todos los años, en Jueves Santo, el santo crisma. Además, hizo cinco ordenaciones, todas en el mes de diciembre, en las cuales creó veintidós presbíteros, siete diáconos y once obispos para diversas diócesis.

La efigie de San Fabián aparece en los plafones pictóricos de la Capilla Sixtina, y la antigua cristiandad le tributó una veneración saturada de simpatía.

Simplemente estar contigo

Santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19. Viernes II del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Vengo hoy a ti, Señor, porque te quiero, porque te necesito… porque sé que no puedo nada sin ti… y todo contigo. Hoy quiero estar un momento en tu presencia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios. Constituyó entonces a los doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir «hijos del trueno»; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Por diversas razones, en algún momento de la vida, nos hemos visto alejados de las personas que amamos. Son en estos momentos cuando, irónicamente, nos sentimos más cerca de ellos. Aunque no estén en cuerpo, podemos sentirlos, pues los llevamos en el corazón. Están con nosotros ya que ocupan nuestro pensamiento; protagonizan nuestras conversaciones y, también, son dueños, muchas veces, de nuestras lágrimas… producidas por la tristeza de extrañarles o la alegría de recordarles.

Cuando experimentamos esos momentos, casi inconscientemente suspiramos: «quisiera estar con ella… con él… con ellos». Daríamos cualquier cosa con tan sólo estar junto a la persona que se adueña de nuestros pensamientos.

Estar con alguien se convierte en algo tan importante que quisiéramos darle el valor de lo eterno. Estar, con todo lo que la palabra implica, descubrimos que tiene una profundidad… que cuando verdaderamente se está ni siquiera se quiere hablar, pues las palabras podrían perturbar lo que sólo una mirada puede decir…puede expresar.

Señor, éste es tu deseo, que yo esté contigo. Haciendo lo que esté haciendo, quieres que esté contigo. Trabajo, estudios… ahí… sólo contigo. Sólo así es cuando puedo ser un verdadero apóstol. Sólo así es cuando puedo predicar tu amor.

Estar contigo es vivir mi vida haciendo vida aquello que he conocido…al estar contigo. Gracias, Señor, por estar conmigo.

«¿Qué nos da el Señor? Nos regala su amistad fiel, que no la retirará jamás. El Señor es el amigo para siempre. Además, si tú lo decepcionas y te alejas de él, Jesús sigue amándote y estando contigo, creyendo en ti más de lo que tú crees en ti mismo. Esto es lo específico del amor que nos enseña Jesús. Y esto es muy importante. Porque la amenaza principal, que impide crecer bien, es cuando no importas a nadie —esto es triste—, cuando te sientes marginado. En cambio, el Señor está siempre junto a ti y está contento de estar contigo».

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de abril de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En un momento de mi día buscar el tiempo para visitar una capilla y hacer una visita frente al Sagrario para estar verdaderamente con el Señor.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El grave problema de los adolescentes; algunas propuestas

Debemos recuperar la educación del deseo, la capacidad de discernir el bien y practicarlo

Tenemos un grave problema con buena parte de nuestros adolescentes y jóvenes. Negarlo es quedar ciego ante la luz de la verdad. Y ese problema no se arregla solo rebajando la edad penal, porque es demasiado extenso y profundo, y porque su raíz está en la sociedad y los poderes públicos.

Cuando somos niños pequeños nos enseñan a discernir entre lo que es un bien para nosotros o los demás, y lo que representa la incitación a un deseo. Esta es la base de la educación (exégesis) “no comas esto,” “no bebas aquello”, “no hagas esto otro”. Desarrollar aquella capacidad de discernimiento es el fundamento de la educación.

También sabemos que cualquier práctica que deseemos emprender con posibilidades de éxito, en la ganadería, jugando al ajedrez, o ser empresario, exige inexorablemente conocer cuáles son los bienes relacionados con la práctica –y, por tanto, los males-. Un agricultor no puede pecar de inconstante porque las vacas necesitan el ordeño diario al igual que la alimentación de los animales; la paciencia es necesaria para el ajedrez; y la confianza básica para el empresario. Se necesita además la práctica y los medios necesarios para alcanzar aquellos bienes. Para conseguir todo esto nuestros deseos deben ser encauzados, educados, y que ésta solo pueda ser una actitud permanente.

Pues bien, ser humano, vivir la propia vida, es más decisivo que cualquier actividad concreta, lo que vale cuando éramos niños, y después, para ser ganadero, ajedrecista o empresario, todavía es más necesario para realizarnos como personas. Es evidente que exige saber distinguir entre lo bueno y el simple deseo, como aprendimos, o así debería haber sido en la infancia. El problema que padecen un número creciente de adolescentes es que tal aprendizaje les ha sido negado y deformado, por incapacidad de sus padres, primero; maestro, después; y la sociedad, en general, o por la actitud deliberada que considera que aquellas condiciones que son las que razonablemente nos exigimos para el desempeño de cualquier tarea, incluso el más sencillo de los hobbys, no debe aplicarse a la educación de las personas. Por esta causa violan tanto, agreden y son cada vez más violentos. Se drogan más y más pronto e incurren en una dañina promiscuidad Asumiendo hábitos dañinos que les pasarán factura a los 30, 40 años.

Por consiguiente, debemos recuperar la educación del deseo, la capacidad de discernir el bien y practicarlo. Para ello es necesario ayudar a que cada uno entienda y descubra cuáal es la mejor forma de vivir para nosotros, porque con nuestras actitudes expresamos alguna manera de lo que cada uno entiende por felicidad, en términos de bienes, no de deseos, de manera que sepamos cuál es nuestro gran bien último, como nos organizamos en relación a los otros bienes y qué estamos dispuestos a sacrificar.

En nuestra cultura clásica el fin último -la felicidad- podía alcanzarse por medio de la sabiduría, como Platón; con su ejercicio en la política; mediante las virtudes adquiridas, como Aristóteles; o en una relación perfeccionada con Dios, como Tomás de Aquino; o en las tres. En cualquier caso, la felicidad nunca podía surgir de la búsqueda sistemática del placer, el poder o el dinero –como fin último, como hiperbién-, lo que no niega las posibilidades de cada uno como medios secundarios. De ahí la importancia de la educación para reconocerse en uno mismo si se está haciendo algo para alcanzar el fin bueno, o realmente en la práctica solo estamos enmascarando nuestro deseo de placer, poder, dinero. Y esto es, sobre todo, una reflexión práctica.

Y porque se trata de práctica y la pregunta no puede sólo formularse sobre el yo -¿qué debo hacer?- sino sobre el nosotros, debe entrar en juego la razón deliberativa porque el criterio del otro nos ayuda a superar nuestras concepciones erróneas sobre la manera de alcanzar nuestro fin último, de manera que cuando persigamos fines genuinamente buenos, sepamos ver cuando no los perseguimos por este motivo sino porque redundará en dinero o en poder. Por esto es tan importante la deliberación en el proceso educativo, siempre y cuando no degenere en corrupción; es decir, cuando los demás se esfuercen en ejercitar las virtudes de la objetividad.

El escultismo clásico -no, evidentemente algunas mutaciones posteriores- es la gran escuela de formación de niños y adolescentes, porque encauza, entre otras, la tendencia al pandillismo, al liderazgo y socialización del adolescente en el sistema de patrullas que funciona bajo criterios de bien muy poderosos, la Ley Scout y su promesa, el raciocinio y la corrección deliberativa, las reuniones de patrulla, los consejos de honor, constituyen un proceso de deliberación racional compartida para lograr bienes últimos: el honor, la lealtad, el servicio a los demás, la fraternidad entre scouts; la cortesía el amor a los animales y a la naturaleza, la obediencia, el espíritu de sacrificio y de superación, la formación de la personalidad y del cuerpo, mediante la práctica, esto es, la acción, el testimonio y el compromiso

En una cultura desvinculada y su expresión, las políticas del deseo y la burocracia de la despersonalización, recuperar el estudio y divulgación de los grandes educadores de la sociedad como Aristóteles y Tomás es tan necesario como lo fue en las épocas más negras de la historia humana, en otro plano, el de la vida cotidiana, la profundización de la naturaleza y métodos como los del escultismo clásico, sin las deformaciones que incorporaron las crisis post sesenta y ocho.

Abrir el corazón para poder escuchar

Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón de quien escucha, ése sabe verdaderamente escuchar

¿Alguna vez has escuchado, con atención, hablar a una persona?, ¿alguna vez has asistido a una plática, conferencia, charla? No vayamos lejos, ¿alguna vez has escuchado una homilía o un sermón? Cuando percibes las palabras y las ideas que se presentan, ¿cómo las recibes?, ¿cómo las escuchas?

Existen dos modos de escuchar. Solo uno de ellos es verdadero. Solo uno de ellos es propio del hombre. Antes de referirnos a ellos encontramos primero lo que es tan solo «oír». Consiste en nada menos que en recibir sonidos. Después encontramos el primer modo de escucha. Éste sabe decodificar informaciones. Recibe las ideas y las organiza. Comprende el mensaje mismo. Al final encontramos, sin embargo, el único modo real: es aquél que recibe todo lo que escucha no solo como simples sonidos, pero tampoco ni siquiera como meras informaciones, sino sobre todo como aquello que podría llamarse la palabra de un corazón.

Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón de quien escucha, ése sabe verdaderamente escuchar. Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón, puede identificar al que tan solo emite solo ideas, pero también al que transmite todo su ser por la palabra.

Quizás si el gentío hubiese buscado mirar más allá de las ideas, quizá si los apóstoles hubiesen mirado más allá de las doctrinas, quizá si yo mismo buscara mirar más allá de las palabras para tocar el corazón, entonces quizás la parábola cesaría de ser parábola para pasar a ser vida.

San Sebastián, el comandante romano al servicio de los cristianos

Sobrevivió a la condena de las flechas, pero más tarde fue azotado hasta la muerte

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Sebastián nació en Narbona (Francia) pero vivió y fue educado en los principios de la fe cristiana en Milán. Luego fue a Roma, cuando esta era dominaba por el emperador Diocleciano.

Allí entró en contacto con el círculo militar directamente dependiente del emperador y se convirtió en un alto oficial del ejército imperial.

Desde esta posición pudo ayudar a los cristianos encarcelados, procuró un digno entierro a los mártires y difundió el cristianismo entre los oficiales y los militares de la corte.

Cuando Diocleciano, uno de los mayores perseguidores de cristianos, descubrió la “traición”, lo condenó a muerte.Lo hizo atar a un tronco en la colina Palatina, lo desnudaron y le lanzaron muchísimas flechas.

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Los soldados creyéndolo muerto, lo abandonaron en el lugar para que su carne alimentara a las bestias. Santa Irene de Roma fue a buscar el cuerpo para enterrarlo y se dio cuenta de que el santo, milagrosamente, aún estaba con vida. Lo llevó a su casa y curó de sus heridas.

Completamente sano, sus amigos y familia le aconsejaron dejar la ciudad. Pero él no escuchó y fue directamente a la corte de Diocleciano a reprenderlo por la sangrienta persecución contra los cristianos.

Sorprendido al ver a su soldado aún vivo, Diocleciano enfurecido ordenó que Sebastián fuera azotado hasta la muerte, y que su cuerpo fuera arrojado a la cloaca máxima.

Sus restos fueron encontrados y colocados en las catacumbas de la Vía Appia que lleva su nombre.

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Patronazgo

San Sebastián es patrono de los atletas, arqueros, tapiceros,  policías municipales y soldados. Es invocado contra la peste, las enfermedades contagiosas y contra los enemigos de la religión.

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Lugares de culto

Sus restos se encuentran en las catacumbas que lleva su nombre. Sus reliquias son veneradas en la Basílica de San Sebastián fuera de los Muros, en la zona de las catacumbas; excepto la cabeza, que se encuentra en la Basílica Santi Quattro Coronati en Roma.

Son innumerables las iglesias y grandes fiestas dedicadas a él en muy distintas partes del mundo.

Curiosidades

En la Basílica de san Sebastián se encuentra una lastra de mármol con las huellas marcadas de Jesús.

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Arte y Cultura

San Sebastián es denominado «el Apolo cristiano» ya que es uno de los santos más reproducidos en arte. Entre las representaciones más importantes, podemos encontrar grandes pintores como: Rafael, El Greco, Boticelli, Leonardo Da Vinci, etc.