Mark 8:22-26

Después que Jesús sana al ciego, en el Evangelio de hoy, le dice: “Ni siquiera entres en el pueblo”. 

La ceguera es una imagen bíblica para la falta de visión espiritual, la incapacidad de ver las cosas como son. Uno de los efectos de la caída fue una pérdida de la santidad —ver con los ojos de Cristo, apreciar al mundo como participación en la energía creativa de Dios. Todos los pecadores, en diversos grados, somos ciegos a esta metafísica de la creación y tendemos a ver el mundo desde el punto de vista de nuestro elevado ego. 

El origen de esta debilidad espiritual es pasar demasiado tiempo en el pueblo. Jesús, sanador y juez, saca de la ciudad a las personas ciegas y les da la vista, luego nos exige estrictamente que no regresemos a los caminos enceguecedores del pueblo. 

Los desafortunados habitantes de los pueblos debemos, por el poder de Cristo, ponernos en Su mente. Y luego vivir en una nueva ciudad, una comunidad de amor y justicia que es la Iglesia. Es la visión de esta ciudad la que efectivamente desafía (y juzga) el poder duradero de la sociedad enceguecedora. 

Con este milagro Jesús se manifiesta y se manifiesta a nosotros como luz del mundo (…) Todos necesitamos una luz nueva: la de la fe, que Jesús nos ha donado. Efectivamente ese ciego del Evangelio aclarando la vista se abre al misterio de Cristo (…) Si ahora os preguntase: “¿Creéis que Jesús es el Hijo de Dios? ¿Creéis que puede cambiaros el corazón? ¿Creéis que puede hacer ver la realidad como la ve Él, no como la vemos nosotros? ¿Creéis que Él es la luz, nos da la verdadera luz?” (…) ¿Qué significa tener la verdadera luz, caminar en la luz? Significa ante todo abandonar las luces falsas: la luz fría y fatua del prejuicio contra los demás, porque el prejuicio distorsiona la realidad y nos carga de rechazo contra quienes juzgamos sin misericordia y condenamos sin apelo (…) Otra falsa luz, porque es seductora y ambigua, es la del interés personal: si valoramos hombres y cosas en base al criterio de nuestra utilidad, de nuestro placer, de nuestro prestigio, no somos fieles la verdad en las relaciones y en las situaciones (…) Y que esta nueva iluminación nos transforme en las actitudes y en las acciones, para ser también nosotros, a partir de nuestra pobreza, de nuestras pequeñeces, portadores de un rayo de la luz de Cristo. (Ángelus, 26 marzo 2017)

Claudio de la Colombiére, Santo

Presbítero, 15 de febrero

Presbítero Jesuita

Martirologio Romano: En Paray-le-Monial, de Borgoña, en Francia, san Claudio de La Colombière, presbítero de la Compañía de Jesús, que siendo hombre entregado a la oración, con sus consejos dirigió a muchos en su esfuerzo para amar a Dios (1682).

Fecha de canonización: 31 de mayo de 1992 por el Papa Juan Pablo II.

Breve Biografía

Glorias para Nuestro Dios
Un artista, contemporáneo de Claudio, nos ha dejado un retrato, pintado cuando éste tenía entre treinta y cinco y cuarenta y un años: rostro alargado, ojos pequeños pero brillantes y de mirada penetrante, frente amplia, boca bien proporcionada y mentón un tanto afilado. Se dice que cuando Claudio entró en la Compañía de Jesús era más bien robusto, de carácter muy alegre, de elevados ideales, prudente y agradable. La vida religiosa no hizo sino desarrollar sus dones naturales.

Su inteligencia innata se acostumbró a los juicios agudos y certeros. Claudio amaba las bellas artes y sostuvo una correspondencia con Oliverio Patru, miembro de la Academia Francesa, quien alaba mucho sus escritos. Pero poco valor habrían tenido estos dones naturales en el trabajo por las almas, si no hubiera unido a ellos el espíritu interior de un religioso sediento de la gloria de Dios. La fuente de su vida interior era la unión con Dios en la oración, a la que se entregaba constantemente.

Llegó a habituarse de tal modo a referirlo todo a Dios, que el respeto humano y los motivos mundanos no existían para él. Este extraordinario despego del mundo fue su característica principal.

Nacimiento y más acontecimientos
El santo Claudio nació en Saint-Symphorien d´Ozon, cerca de Lyón, en 1641. Su familia estaba bien relacionada, era piadosa y gozaba de buena posición. No poseemos ningún dato especial sobre su vida antes de ingresar en el colegio de la Compañía de Jesús de Lyón. Aunque sentía gran repugnancia por la vida religiosa, logró vencerla y fue inmediatamente admitido en la Compañía. Hizo su noviciado en Aviñón y, a los dos años, pasó al colegio de dicha ciudad a completar sus estudios de filosofía. Al terminarlos fue destinado a enseñar la gramática y las humanidades, de 1661 a 1666. Desde 1659, la ciudad de Aviñón había presenciado choques constantes entre los nobles y el pueblo En 1662, ocurrió en Roma el famoso encuentro entre la guardia pontificia y el séquito del embajador francés. A raíz de ese incidente, las tropas de Luis XIV ocuparon Aviñón, que se hallaba en el territorio de los Papas. Sin embargo, esto no interrumpió las tareas del colegio, y el aumento del calvinismo no hizo más que redoblar el celo de los jesuitas, quienes se consagraron con mayor ahínco a los ministerios apostólicos en la ciudad y en los distritos circundantes.

Cuando la paz quedó restablecida, Aviñón celebró la canonización de San Francisco de Sales. En el más antiguo de los dos conventos de la Visitación se llevó a cabo una gran función litúrgica. En aquella ocasión, el Santo Claudio desplegó por primera vez sus dotes de orador, pues, aunque todavía no era sacerdote, fue uno de los elegidos para predicar el panegírico del santo obispo en la iglesia del convento. El texto que escogió fue: «De la fuerza ha brotado la suavidad» (Jueces: 14, 14), y el sermón resultó magnífico. Entre tanto, los superiores habían decidido enviar al joven Claudio a terminar sus estudios de teología en París, centro de la vida intelectual de Francia. En dicha ciudad se le confió el honor de velar por la educación de los dos hijos del famoso Colbert. Lo que ocurrió, probablemente, es que Colbert descubrió la envergadura intelectual de Claudio y lo escogió para ese importante oficio, aunque él personalmente no era amigo de los jesuitas. Sin embargo, las relaciones del santo con esa distinguida familia terminaron mal, pues una frase satírica que Claudio había escrito llegó al conocimiento del ministro, quien se mostró sumamente ofendido y pidió a los superiores de la Compañía que enviaran al santo nuevamente a su provincia. Esto no pudo realizarse, sino hasta 1670.

La Palabra es proclamada y el Corazón elevado

En 1673, el joven sacerdote fue nombrado predicador del colegio de Aviñón. Sus sermones, en los que trabajaba intensamente, son verdaderos modelos del género, tanto por la solidez de la doctrina como por la belleza del lenguaje. El santo parece haber predicado más tarde los mismos sermones en Inglaterra, y el nombre de la duquesa de York (María de Módena, que fue después reina, cuando Jacobo II heredó el trono), en cuya capilla predicó Claudio, está ligado a las ediciones de dichos sermones. El santo, durante su estancia en París, había estudiado el Jansenismo con sus verdades a medias y sus calumnias, a fin de combatir, desde el púlpito sus errores, animado como estaba por el amor al Sagrado Corazón, cuya devoción sería el mejor antídoto contra el Jansenismo. A fines de 1674, el P. La Chaize, rector del santo, recibió del general de la Compañía la orden de admitirle a la profesión solemne, después de un mes de ejercicios espirituales en la llamada «tercera probación». Ese retiro fue de gran provecho espiritual para Claudio que se sintió, según confesaba, llamado a consagrarse al Sagrado Corazón. El santo añadió a los votos solemnes de la profesión un voto de fidelidad absoluta a las reglas de la Compañía, hasta en sus menores detalles. Según anota en su diario, había ya vivido durante algún tiempo en esa fidelidad perfecta, y quería consagrar con un voto su conducta para hacerla más duradera. Tenía entonces treinta y tres años, la edad en la que Cristo murió, y eso le inspiró un gran deseo de morir completamente para el mundo y para sí mismo. Como escribió en su diario: «Me parece, Señor, que ya es tiempo de que empiece a vivir en Tí y sólo para Tí, pues a mi edad, Tú quisiste morir por mí en particular».

Escogido por y para el Corazón de Jesús

Dos meses después de haber hecho la profesión solemne, en febrero de 1675, Claudio fue nombrado superior del colegio de Paray-le-Monial. Por una parte, era un honor excepcional confiar a un joven profeso el gobierno de una casa; pero por otra parte, la pequeña comunidad de Paray, que sólo tenía cuatro o cinco padres, era insignificante para las grandes dotes de Claudio.

En realidad se trataba de un designio de Dios para ponerle en contacto con un alma que necesitaba de su ayuda: Margarita María Alacoque. Dicha religiosa se hallaba en un período de perplejidad y sufrimientos, debido a las extraordinarias revelaciones de que la había hecho objeto el Sagrado Corazón, cada día más claras e íntimas. Siguiendo las indicaciones de su superiora, la madre de Saumaise, Margarita se había confiado a un sacerdote muy erudito, pero que carecía de conocimientos de mística. El sacerdote dictaminó que Margarita era víctima de los engaños del demonio, cosa que acabó de desconcertar a la santa. Movido por las oraciones de Margarita, Dios le envió a su fiel siervo y perfecto amigo, Claudio de la Colombiére.

El P. La Colombiére fue un día a predicar a la comunidad de la Visitación. «Mientras él nos hablaba escribió Margarita, oí en mi corazón estas palabras: «He aquí al que te he enviado» Desde la primera vez que Margarita fue a confesarse con el P. La Colombiere, éste la trató como si estuviese al tanto de lo que le sucedía. La santa sintió una repugnancia enorme a abrirle su corazón y no lo hizo, a pesar de que estaba convencida de que la voluntad de Dios era que se confiase al santo. En la siguiente confesión, el P. La Colombiere le dijo que estaba muy contento de ser para ella una ocasión de vencerse y, «en seguida -dice Margarita-, sin hacerme el menor daño, puso al descubierto cuanto de bueno y malo había en mi corazón, me consoló mucho y me exhortó a no tener miedo a los caminos del Señor, con tal de que permaneciese obediente a mis superiores, reiterándome a entregarme totalmente a Dios, para que Él me tratase como quisiera. El padre me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir Sus comunicaciones con fe y humildad». Este fue el gran servicio del P. La Colombiere a Margarita María. Por otra parte, el santo trabajó incansablemente en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón, pues veía en ella el mejor antídoto contra el jansenismo.

Testimonio ante la persecución
El santo no estuvo mucho tiempo en Paray. Su siguiente ocupación fue muy diferente. Por recomendación del P. La Chaize, que era el confesor de Luis XIV, sus superiores le enviaron a Londres como predicador de María Beatriz d´ Este, duquesa de York. El santo predicó en Inglaterra con el ejemplo y la palabra. El amor al Sagrado Corazón era su tema favorito. El proceso de beatificación habla de su apostolado en Inglaterra y de los numerosos protestantes que convirtió. La posición de los católicos en aquel país era extremadamente difícil, debido a la gran hostilidad que había contra ellos. En la corte se formó un movimiento para excluir al duque de York, que se había convertido al catolicismo, de la sucesión a la Corona sustituyéndole por el príncipe de Orange o algún otro candidato. El infame Titus Oates y sus secuaces inventaron la historia de un «complot de los papistas», en el que el P. La Colombiere se hallaría complicado con el resto de los católicos. El complot tenía por objeto, según los calumniadores, el asesinato del rey Carlos II y la destrucción de la Iglesia de Inglaterra, Claudio fue acusado de ejercer los ministerios sacerdotales y de haber convertido a muchos protestantes. Aunque fue hecho prisionero, la intervención de Luis XIV impidió que sellase su vida con el martirio. El santo fue simplemente desterrado de Inglaterra. La prisión había acabado con su débil salud. A su vuelta a Francia, en 1679, el santo estaba ya mortalmente enfermo; aunque en algunas temporadas se rehacía un poco y podía ejercer los ministerios sacerdotales, una enfermedad de los riñones no le dejaba reposo. Sus superiores, pensando que los aires natales podrían ayudarle a recobrar la salud, le enviaron a Lyón y a Paray. Durante una de sus visitas a esta última ciudad, Margarita María le avisó que moriría ahí.

El P.Claudio llega a Paray en Abril de 1681, enviado por los médicos en busca de la salud que le negaban otros climas; siendo así hubo comunicación entre el P. Claudio y la Hermana Margarita. Hablando de los ardores de sus almas y proyectos apostólicos en favor del Sagrado Corazón.

Aquí se agravó la enfermedad del P.Claudio; estaba listo para ir a otros climas, pero Sta. Margarita avisa que si le era posible sin faltar a la obediencia se quedara en Paray. Y le envía este mensaje: El me ha dicho que quiere aquí el sacrificio de vuestra vida. Tan categórica afirmación deshizo todos los preparativos de viaje.

Muerte y gloria

En efecto, después de haber dado maravilloso ejemplo de humildad y paciencia, Claudio La Colombiére entregó su alma a Dios al atardecer del 15 de febrero de 1682. Al día siguiente Santa Margarita María recibió un aviso del cielo en el sentido de que Claudio se hallaba ya en la gloria y no necesitaba de oraciones. Así escribió a una persona devota del querido difunto: «Cesad en vuestra aflicción. Invocadle. Nada temáis; mas poder tiene ahora que nunca para socorrernos.»

El P. La Colombiére fue beatificado en 1929 y su Santidad Juan Pablo II lo declaró santo en 1992. La Iglesia Universal celebra su fiesta el día 15 de febrero.

Salir de la propia aldea es salir de los propios esquemas

Santo Evangelio según san Marcos 8, 22-26. Miércoles VI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de él. Di, pues, alma mía, di a Dios: «Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro». (Proslogion, san Anselmo)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 8, 22-26

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?». El ciego empezando a ver, le dijo: «Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan». Jesús le volvió a imponer las manos en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: «Vete a tu casa, y si pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie».
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El encuentro con Jesús renueva nuestra vida, nos da una nueva mirada y más allá de eso, nos da un nuevo corazón. Cambia en nosotros esa mentalidad complicada y nos da un corazón de niño. Gracias a eso podemos ver las cosas con una pureza plena y ver en los demás las grandes maravillas. El Señor nos hace salir de nosotros mismos, de nuestros paradigmas y esquemas. Nos hace salir de nuestra “aldea” y nos lleva de la mano a un lugar nuevo. Es ahí donde podemos contemplar a Dios en su plenitud, donde podemos gozar de su presencia y donde podemos ser auténticamente felices.

El encuentro con Cristo transforma nuestras vidas. El encuentro con Cristo es el encuentro con el amor mismo. Es el encuentro con alguien que me ama desde toda la eternidad y me mira tal cual soy. Y esta experiencia consiste en darse cuenta que Jesús, me mira profundamente, en lo más profundo de mi alma. Me mira, sí, pero no con una mirada cualquiera sino con una mirada cargada de misericordia. Y es ahí cuando el hombre se siente amado. Y es justamente esto la experiencia de la misericordia. El darnos cuenta que somos amados antes que podamos hacer algo. Que somos amados por lo que somos.

Y el darnos cuenta de esto nos cambia la vida, nos hace ver que así como somos amados así podemos amar, pero que para amar como Dios me ama, tengo que dejar a un lado mis esquemas tan reducidos y ver en los demás, en todos, un hermano. Tengo que dejar mi aldea pequeña y limitada para ver como lo hace Jesús. Tengo que ser un misionero de la misericordia y llevar a los hombres al encuentro con Jesús, que los ama y los espera.

«Santa María, Madre de Dios, tú has dado al mundo la verdadera luz, Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios. Te has entregado por completo a la llamada de Dios y te has convertido así en fuente de la bondad que mana de Él. Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él. Enséñanos a conocerlo y amarlo, para que también nosotros podamos llegar a ser capaces de un verdadero amor y ser fuentes de agua viva en medio de un mundo sediento».

(Deus Caritas est, Benedicto XVI).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, Jesús, voy a hacer un acto de caridad con la persona que más me cueste.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cómo san Claudio de la Colombiere descubrió el Sagrado Corazón

Descubre la bonita historia de un jesuita conocido por impulsar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

 Claudio de la Colombière nació cerca de Lyon (Francia) en 1641, en una familia católica. No le atraía la vida religiosa, pero descubrió que había nacido para ser sacerdote y entró en la Compañía de Jesús.

Estaba formado en Filosofía y Humanidades y era buen predicador. Por eso enseguida le encargaron varias tandas de ejercicios espirituales. Y fue precisamente ese el momento en que se sintió llamado a consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús.

Santa Margarita, una buena influencia. Después de ser ordenado sacerdote en 1675, conoció a Margarita María Alacoque, una religiosa (después santa) que pasaba un momento de prueba: sus superiores no la creían cuando decía que había recibido revelaciones del Sagrado Corazón.

Claudio de la Colombière la animó a perseverar confiando en Dios y comenzó él a difundir la devoción al Sagrado Corazón. Viajó a Londres como predicador de la duquesa de York, pero allí fue injustamente encarcelado. Se le condenó a muerte, aunque finalmente fue desterrado. Sin embargo, su salud quedó muy afectada.

El santo murió el 15 de febrero de 1682. Santo patrón

San Claudio de la Colombière es patrono de fabricantes de juguetes y torneros.

Ofrecimiento al Corazón de Jesucristo (de san Claudio)

“Adorable y amable Corazón de Jesús, en reparación de tantos pecados e ingratitudes y para evitar que yo caiga en tal desgracia, te ofrezco mi corazón con todos los sentimientos de que es capaz y me entrego todo a Ti. Con la mayor sinceridad (al menos así lo espero) desde este momento deseo olvidarme de mí mismo y de cuanto pueda tener relación conmigo, para eliminar todo obstáculo que pueda impedirme entrar en tu Corazón divino que has tenido la bondad de abrirme y en el que ansío entrar junto con tus servidores más fieles, para vivir y morir invadido e inflamado por tu amor…

Sagrado Corazón de Jesús, enséñame a olvidarme enteramente de mí, ya que este es el único camino para entrar en Ti. Y puesto que cuanto haré en adelante será tuyo, haz que no realice nunca nada que no sea digno de Ti. Enséñame qué debo hacer para llegar a la pureza de tu amor, del que me has infundido tan gran deseo. Experimento una gran voluntad de complacerte, pero al mismo tiempo me veo en la imposibilidad de realizarlo sin tu luz especial y tu ayuda. Cumple en mí tu voluntad incluso contra mi querer. A Ti corresponde, Corazón divino de Jesús, cumplirlo todo en mí; y de este modo, si llego a santo, tuya será la gloria de mi santificación. Para mí esto es más claro que la luz del día, pero para Ti será una magnífica gloria. Solo para esto deseo la perfección. Amén

Francisco define qué es (y qué no es) un cristiano misionero

El Papa Francisco saluda a los fieles durante la audiencia general, 13 febrero 2023

La lección del Papa durante la catequesis hoy en la audiencia general

Ir al mundo permaneciendo cerca de Cristo. Así explicó el Papa Francisco la forma en que los cristianos deben vivir su vocación de discipulado misionero, con motivo de la audiencia general del 15 de febrero de 2023. Insistió en que el cristiano debe evangelizar con la cabeza, el corazón y las manos.

«[Jesús] no nos pide que seamos capaces de enfrentarnos a los lobos. Es decir, que seamos capaces de argumentar, contraargumentar y defendernos», subrayó el Papa Francisco en su catequesis semanal. Ante varios centenares de fieles reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano, destacó las cualidades de los misioneros: «amables e inocentes, dispuestos al sacrificio».

El Papa saluda a los fieles durante la audiencia general del 15 febrero 2023

Antoine Mekary | ALETEIA

Por lo tanto, los cristianos no pueden usar las tácticas del mundo para evangelizar y no deben ser «corderos con piel de lobo». Entonces serían «desenmascarados y maltratados», advirtió, argumentando que Dios no es pastor de lobos.

«Voy al mundo, no con el estilo del mundo, no con los valores del mundo ni con la mundanalidad», improvisó, recordando como suele hacer que caer en la mundanalidad es lo «peor» que le puede pasar. la Iglesia.

Papa Francisco saluda a los fieles en el aula Pablo VI el 15 de febrero de 2023

Antoine Mekary | ALETEIA

Testimonio de la cercanía de Dios

Precisando el estilo del misionero, explicó que el cristiano tenía que lidiar con la cabeza, el corazón y las manos. «Evangelizar no es decir ‘Mira… Bla-bla bla-bla’ y nada más. Es una pasión», enseñó el Papa.

No se trata pues de «decir conceptos» sino de utilizar siempre el lenguaje del pensamiento, de la afectividad y de las obras. Con estos tres instrumentos el cristiano puede dar testimonio del amor, de la cercanía y de la misericordia de Dios hacia el hombre.

En su catequesis, el Papa también volvió sobre una paradoja que está en el corazón de la vida cristiana. Para evangelizar y llegar al mundo, uno debe permanecer cerca de Cristo. Asimismo, para estar cerca de Cristo, hay que salir al mundo.

Papa Francisco saluda a unas religiosas el 15 de febrero de 2023

Antoine Mekary | ALETEIA

«El seguimiento de Cristo no es un hecho íntimo: sin anuncio, sin servicio, sin misión, la relación con Él no crece», explicó, resumiendo la misión del cristiano con estos dos verbos «estar e irse».

También deslizó el hecho de que Jesús había enviado a sus discípulos en una misión «antes de que hubieran completado su preparación». Para el Papa, esto significa que la experiencia de la misión «es parte de la formación».

Como la semana pasada, el Papa llegó al Aula Pablo VI del Vaticano caminando con la ayuda de su bastón. Al término de la audiencia, que duró una hora, salió en silla de ruedas.