SACERDOTE POR LA INFINITA MISERICORDIA DE DIOS
A todos mi más cordial y cariñoso saludo, dando gracias al buen Dios y con la Dulce Madre la Virgen María, y con el Ángel de PAX, a corazón abierto para todos UDS.
Que todos los corazones de todos los Hermanos y Hermanas y junto con todos los santos, nos hagan familiares del Señor JESUS desde PAX. Ellos los que han partido a la casa del Padre, por su testimonio y sus padecimientos martiriales, juntos con tantos y tantas que nos han precedido, intercedan para que también nosotros, seamos unos con JESUS nuestro amado el Señor, que nos hace suyos desde su COMUMIDAD.
En este corazón de todos los miembros y Amigos como simpatizantes, que como uno en JESUS, como, como canta nuestro himno comunitario, me añado con Ustedes en este hoy de Amor, como pobre y humilde sacerdote, con el dulce ministerio como padre de esta COMUNIDAD de fe y diaconía, este al servicio de los que lo necesitan,
Se me preguntará si quieres: «instruir a tus hermanos, guiarlos y enseñarles… llevarlos hacia Dios». A partir del día que la comunidad me eligió, para servirles -o si quiere no «sólo» servir, sino que uno es alguien, que con la grandeza y la fragilidad de cada ser humano, desde mi condición humana -que Cristo ha asumido en su encarnación!, «he sido elegido para regir las almas haciendo las veces de Cristo». Instruir, guiar, enseñar, llevar hacia Dios. Una maestría, un guía, un acompañamiento, siempre «haciendo las veces de Cristo». A través de uno, Cristo continuará enseñando, guiando, llevando hacia Dios. «Haciendo las veces de Cristo». ¿Qué significa para mi, el don sacerdotal?
Ya les propuse que sea la misma celebración litúrgica la que nos guie a la riqueza de amor que se da en cada Eucaristía por lo que significa para mi, para cada uno de Ustedes como Comunidad y para nosotros el celebrar el banquete de JESUS que es Dios de Amor compartido por el Espíritu Santo que ofrecemos a Dios Padre.
Me digo, cuantas veces en tantos otros textos de los Padres de la Iglesia, se habla del SACERDOTE «el que hace las veces de Cristo», como «vicario del Cristo «. No renuncies, no renunciamos nunca a este título. Digo título pero quizás debería decir sacramento. Creo que es el título y del ministerio más precioso y más «de peso» que los sacerdotes tenemos y que debemos custodiar. Es un «título y ministerio» que «pesa», se lo puedo asegurar, pero también es un título, una diaconía, que tantas y tantas veces nos dará fuerza y consuelo.
Siguiendo el ritual de la bendición, invocaremos a la Virgen y todos los santos. Las oraciones manifestarán la confianza nuestra como Iglesia en la intercesión y la comunión de todos aquellos hombres y mujeres que se han configurado a Cristo: María, los apóstoles y todos los llamados a servir al Pueblo de Dios.
Después nos viene la oración de bendición como sacerdote: una epíclesis, una invocación del Espíritu Santo sobre uno y también de alguna manera encima de la Comunidad que el buen Dios y la Iglesia me ha sido encomendada. Lo que se pide para uno, también directamente toca a la Comunidad de Jesús y a todos los Amigos y simpatizantes con la humildad de esta obra de PAX.
Que con la enseñanza penetre el corazón de los discípulos. Enseñar, por su parte, y acoger toda la enseñanza para ayuda de los Hermanos y Hermanas.
Que sepan la cosa difícil y ardua que se ha aceptado: gobernar almas y acomodarse a muchas formas de ser. En cada uno se encontrará el alma dócil y el alma a veces terca. El corazón generoso y el corazón endurecido. No hay que desesperar nunca de la misericordia de Dios!
Más servir que mandar. Un servicio, una palabra, una enseñanza que a veces penetrará el corazón de los oyentes como una lluvia suave, y a veces se tendrá la impresión de que pasa como un torrente que parece que no deja huella. No se puede entrar en desalientos y tener paciencia.
No perder ninguna de las ovejas que me han sido encomendadas: Ninguna oveja no es despreciable ninguna lo es. Somos, siempre, ovejas que a veces cojean y a veces caminan con firmeza… Ninguna es despreciable, ni la oveja perdida, que se tendrá que cargar una y otra vez sobre los hombros, ni la oveja fuerte a quien, con seguridad, le hará bien una buena mano amiga y de buen ánimo de vez en cuando.
Llenarme de los dones del Espíritu Santo, para comunicarlos. Todo lo que haré, que enseñaré, será para mi y para los hermanos y hermanas, un don del Espíritu Santo.
Que no anteponga nada que Cristo y que enseñe que nada le debe ser antepuesto.
Nos lo dice San Benito en su Santa Regla. El Cristo, único mediador de quien nos habla la carta a los Hebreos, es Aquel que deberé anunciar siempre a mis hermanos y hermanas, miles y miles de peregrinos que, pasada esta borrasca de la pandemia, el Señor continuará llamando a la casa de PAX. Hombres y mujeres y con jóvenes y niños que vendrán a buscar una palabra amiga, una palabra de consuelo, el sacramento del perdón, un lugar de Amor, Acogida y Bendición.
Acabaré la bendición de los símbolos que harán presente, de manera comunitaria y litúrgica lo que soy y que tengo que ser para mis Hermanos y Hermanas, serán lo que manifestarán simbólicamente la maestría, y el amor esponsal por la comunidad, mi humilde magisterio y el pastoreo, deseando mi plena configuración con Cristo. Símbolos que harán evidente, para mi mismo en primer lugar, y para los hermanos, este don de servicio, que junto a la Virgen María a la que el Señor me ha llamado.
Amados todos, los humildes títulos que he querido indicar son aquellos que en cada lugar eclesial, el Sacerdote hace las veces de Cristo: padre, pastor, maestro , guía, timonel, médico -médico de las almas ciertamente, pero también médico de los cuerpos: ama, cuida, pide por los enfermos y por todos los Hermanos y Hermanas.
Amados todas y todos, cada vez que celebraremos la Eucaristía. Invocaremos al Espíritu Santo sobre el pan y del vino para que haga el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que nos haga también a mi y a todos Ustedes, creyentes vivos para dar y servir por amor.
Desde PAX con la mejor gratitud y deseos que llenen sus corazones de JESUS y de MARIA la VIRGEN a todos los encomiendo con la bendición y gracias para todos UDS.
Antonio María Claret, Santo
Obispo y Fundador, 24 de octubre
Obispo de Santiago de Cuba y Fundador
Martirologio Romano: San Antonio María Claret, obispo, que, ordenado presbítero, durante varios años se dedicó a predicar al pueblo por las comarcas de Cataluña, en España. Fundó la Sociedad de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Virgen María y, ordenado obispo de Santiago de Cuba, trabajó de modo admirable por bien de las almas. Habiendo regresado a España, tuvo que soportar muchas pruebas por la Iglesia, muriendo desterrado en el monasterio de monjes cistercienses de Fontfroide, cerca de Narbona, en el mediodía de Francia († 1870)
Fecha de beatificación: 25 de febrero de 1934 por el Papa Pío XI
Fecha de canonización: 7 de mayo de 1950 por el Papa Pío XII.
Etimológicamente significa “florido, inestimable”. Viene de la lengua griega.10:21
Breve Biografía
Antonio Claret y Clará nacía en Sallent, Barcelona, el 23 de diciembre de 1807. Era el quinto de once hijos de Juan Claret y Josefa Clará. Le bautizaron el día de Navidad. La escasa salud de su madre hizo que se le pusiera al cuidado de una nodriza en Santa María de Oló. Una noche en que Antonio se quedó en la casa paterna se hundió la casa de la nodriza muriendo todos en el accidente. Para Claret aquello supuso siempre una señal de la providencia. La cuna de Claret fue sacudida constantemente por el traqueteo de los telares de madera que su padre tenía en los bajos de la casa. Ya desde sus primeros años Antonio dio muestras de una inteligencia despejada y de buen corazón. A los cinco años, Toñín pensaba en la eternidad: por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel «siempre, siempre, siempre». Él mismo recordaría más tarde siendo Arzobispo: «Esta idea de la eternidad de penas quedó en mí tan grabada, que, ya sea por lo tierno que empezó en mí o ya sea por las muchas veces que pensaba en ella, lo cierto es que es lo que más tengo presente. Esta misma idea es la que más me ha hecho y me hace trabajar aún, y me hará trabajar mientras viva, en la conversión de los pecadores». (Aut. nº9).
La guerra popular contra Napoleón embargaba vivamente el ambiente de la época. Sus soldados pasaban frecuentemente por la villa entre los años 1808 y 1814. Hasta los sacerdotes del pueblo se habían sumado a la lucha. En 1812 se promulgaba la nueva Constitución.
Mientras, Antonio jugaba, estudiaba, crecía… Dos amores destacaban ya en el pequeño Claret: la Eucaristía y la Virgen. Asistía con atención a la misa; hacía asiduas visitas al Santísimo; iba con frecuencia, acompañado de su hermana Rosa, a la ermita de Fusimaña y rezaba diariamente el rosario.
Una debilidad de Antonio eran los libros. Pocas cosas contribuyeron tanto a la santidad de Antonio como sus lecturas, las primeras lecturas de su infancia. Porque sus lecturas eran escogidas. Pero ya entonces Antonio tenía una ilusión: llegar a ser sacerdote y apóstol. Sin embargo, su vocación debería recorrer todavía otro itinerario.
Entre los telares.
Toda su adolescencia la pasó Antonio en el taller de su padre. Pronto consiguió llegar a ser maestro en el arte textil. Para perfeccionarse en la fabricación pidió a su padre que le permitiera ir a Barcelona, donde la industria estaba atrayendo a numerosos jóvenes. Allí se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja. Trabajaba de día, y de noche estudiaba. Aunque seguía siendo un buen cristiano, su corazón estaba centrado en su trabajo. Gracias a su tesón e ingenio llegó pronto a superar en calidad y belleza las muestras que llegaban del extranjero. Un grupo de empresarios, admirados de su competencia, le propusieron un plan halagüeño: fundar una compañía textil corriendo a cuenta de ellos la financiación y el montaje de la fábrica. Pero Antonio, inexplicablemente, se negó. Dios andaba por medio. Unos cuantos hechos -el haber tropezado con un compañero que acabó en la cárcel, el lazo tentador de la mujer de un amigo, el salir ileso milagrosamente del mar donde había sido arrastrado por una gigantesca ola, etc.- le hicieron más sensible el oído a la voz de Dios. Por fin, las palabras del Evangelio: «¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?» (Mt 16,26), le impresionaron profundamente. Los telares se pararon en seco, y Antonio se fue a consultar a los oratorianos de San Felipe Neri.
Por fin tomó la decisión de hacerse cartujo y así se lo comunicó a su padre. Su decisión de ser sacerdote llegó a oídos del obispo de Vic, D. Pablo de Jesús Corcuera, que quiso conocerle. Antonio salía de Barcelona a principios de septiembre de 1829 camino de Sallent y Vic. Tenía 21 años y estaba decidido a ser sacerdote.
SACERDOTE, MISIONERO APOSTÓLICO Y FUNDADOR
(1829-1850)
En el Seminario
En el seminario de Vic, forja de apóstoles, Claret se formó como seminarista externo viviendo como fámulo de Don Fortià Bres, mayordomo del palacio episcopal. Pronto iba a destacar por su piedad y por su aplicación. Eligió como su confesor y director al oratoriano P. Pere Bac. Después de un año llegó el momento de llevar a cabo su decisión de entrar en la cartuja de Montealegre, y hacia allí salió, pero una tormenta de verano que lo sorprendió en el camino dio al traste con sus planes. Tal vez Dios no le quería de cartujo. Dio media vuelta y retornó a Vic. Fue al año siguiente cuando pasó la prueba de fuego de la castidad en una tentación que le sobrevino un día en que Antonio yacía enfermo en la cama. Vio que la Virgen se le aparecía y, mostrándole una corona, le decía: «Antonio, esta corona será tuya si vences». De repente, todas las imágenes obsesivas desaparecieron.Bajo la acertada guía del obispo Corcuera el ambiente del Seminario era óptimo. En él trabó amistad con Jaime Balmes, que se ordenaría de Diácono en la misma ceremonia en que Claret se ordenó de Subdiácono. Fue en esta época cuando Claret entró en un profundo contacto con la Biblia, que le impulsaría a un insaciable espíritu apostólico y misionero.
Sacerdote
A los 27 años, el 13 de junio de 1835, el obispo de Solsona, Fray Juan José de Tejada, ex-general de los Mercedarios, le confería, por fin, el sagrado orden del Presbiterado. Su primera misa la celebró en la parroquia de Sallent el día 21 de junio, con gran satisfacción y alegría de su familia. Su primer destino fue precisamente Sallent, su ciudad natal.A la muerte de Fernando VII la situación política española se había agravado. Los constitucionales, imitadores de la Revolución francesa, se habían adueñado del poder. En las Cortes de 1835 se aprobaba la supresión de todos los Institutos religiosos. Se incautaron y subastaron los bienes de la Iglesia y se azuzó al pueblo para la quema de conventos y matanza de frailes. Contra este desorden pronto se levantaron las provincias de Navarra, Cataluña y el País Vasco, estallando la guerra civil entre carlistas e isabelinos.
Pero Claret no era político. Era un apóstol. Y se entregó en cuerpo y alma a los quehaceres sacerdotales a pesar de las enormes dificultades que le suponía el ambiente hostil de su ciudad natal. Su caridad no tenía límites. Por eso, los horizontes de una parroquia no satisfacían el ansia apostólica de Claret. Consultó y decidió ir a Roma a inscribirse en Propaganda Fide, con objeto de ir a predicar el Evangelio a tierras de infieles. Corría el mes de septiembre de 1839. Tenía 31 años.
En Roma busca su identidad misionera
Con un hatillo y sin dinero, a pie, un joven cura atravesó los Pirineos camino de la ciudad eterna. Llegado a Marsella tomó un vapor a Roma. Ya en la Ciudad Eterna, Claret hizo los ejercicios espirituales con un padre de la Compañía de Jesús. Y se sintió llamado a ingresar como novicio jesuita. Había ido a Roma para ofrecerse como misionero del mundo, pero Dios parecía no quererle ni misionero ad gentes ni tampoco jesuita. Una enfermedad -un fuerte dolor en la pierna derecha- le hizo comprender que su misión estaba en España. Después de tres meses abandonó el noviciado por consejo del P. Roothaan.Regresado a España, fue destinado provisionalmente a Viladrau, pueblecito entonces de leñadores, en la provincia de Gerona. En calidad de Regente (el párroco era un anciano impedido) emprendió su ministerio con gran celo. Tuvo que hacer también de médico, porque no lo había ni en el pueblo ni en sus contornos.
Misionero Apostólico en Cataluña
Como Claret no había nacido para permanecer en una sola parroquia, su espíritu le empujó hacia horizontes más vastos. En julio de 1841, cuando contaba 33 años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico. Por fin era alguien destinado al servicio de la Palabra, al estilo de los apóstoles. Esta clase de misioneros había desaparecido desde san Juan de Avila. A partir de entonces su trabajo fue misionar. Vic iba a ser su residencia. Claret, siempre a pie, con un mapa de hule, su hatillo y su breviario, caminaba por la nieve o en medio de las tormentas, hundido entre barrancos y lodazales. Se juntaba con arrieros y comerciantes y les hablaba del Reino de Dios. Y los convertía. Sus huellas quedaron grabadas en todos los caminos. Las catedrales de Solsona, Gerona, Tarragona, Lérida, Barcelona y las iglesias de otras ciudades se abarrotaban de gente cuando hablaba el Padre Claret.Caminando hacia Golmes le invitaron a detenerse porque sudaba; él respondía con humor: «Yo soy como los perros, que sacan la lengua pero nunca se cansan».
«Padre, confiese a mi borrico» -le dijo un arriero con tono burlón. «Quien se ha de confesar eres tú -respondió Claret- que llevas 7 años sin hacerlo y te hace buena falta». Y aquel hombre se confesó.
En otra ocasión sacó de apuros a un pobre hombre, contrabandista, convirtiendo en alubias un fardo de tabaco ante unos carabineros que les echaron el alto. La mayor sorpresa se la llevó el buen hombre cuando, al llegar a su casa, observó que el fardo de alubias se había convertido de nuevo en tabaco. Son algunas de las «florecillas claretianas» de aquella época.
Otros hechos prodigiosos se cuentan, pero sobre todo se destacaba su virtud de penetrar las conciencias. Tenía enemigos que le calumniaban y que procuraban impedir su labor misionera teniendo que salir en su defensa el arzobispo de Tarragona. Pero su temple era de acero. Todo lo resistía y salía airoso de todas las emboscadas que le tendían.
Además de la predicación el P. Claret se dedicaba a dar Ejercicios Espirituales al clero y a las religiosas, especialmente en verano. En 1844 , por ejemplo, los daba a las Carmelitas de la Caridad de Vic, asistiendo a ellos santa Joaquina Vedruna.
Durante este tiempo también publicó numerosos folletos y libros. De entre ellos cabe destacar el «Camino Recto», publicado en 1843 por primera vez y que sería el libro de piedad más leído del siglo XIX. Tenía 35 años.
En 1847 fundaba junto con su amigo José Caixal, futuro obispo de Seu D´Urgel, y Antonio Palau la Librería Religiosa. Ese mismo año fundaba la Archicofradía del Corazón de María y escribía los estatutos de La Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María y Amantes de la Humanidad, compuesta por sacerdotes y seglares, hombres y mujeres.
Es larga y digna de mención la lista de discípulos y compañeros que tuvo en aquella época, hombres que quedarían inscritos en la historia eclesiástica catalana: Esteban Sala, Manuel Subirana, beato Francisco Coll, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas…
Apóstol de Canarias
El 6 de marzo de 1848 salía hacia Madrid y Cádiz camino de Canarias con el recién nombrado obispo D. Buenaventura Codina. Tenía 40 años. Y es que tras la nueva rebelión armada de 1847 ya no era posible dar misiones en Cataluña. Desde el Puerto de la Luz de Gran Canaria hasta los ásperos arenales de Lanzarote resonó la convincente voz de Claret. Misionó Telde, Agüimes, Arucas, Gáldar, Guía, Firgas, Teror… El milagro de Cataluña se repitió de nuevo. Claret tuvo que predicar en las plazas, sobre los tablaos, al campo libre, entre multitudes que lo acosaban. A pesar de una pulmonía no cejó en su intenso trabajo. En Lanzarote dio misiones en Teguise y Arrecife.Gastó 15 meses de su vida en las Canarias, y dejó atrás conversiones y prodigios, profecías y leyendas. Los canarios vieron partir con lágrimas en los ojos un día a su padrito y lo despidieron con añoranza. Era en los últimos días de mayo de 1849. Aún perdura su recuerdo.
Fundador de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
Poco después de su vuelta a Cataluña, el 16 de julio de 1849, a las tres de la tarde en una celda del seminario de Vic fundaba la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, idea que venía madurando desde hacía tiempo. Tenía 41 años. Eran los Confundadores los PP. Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet.»Hoy comienza una grande obra» -dijo el P. Claret.
No era Claret un seudocarismático que hablara en nombre propio, sino que se sentía impulsado por Dios; y Dios le reveló tres cosas: primera, que la Congregación se extendería por todo el mundo; segunda, que duraría hasta el fin de los tiempos; tercera, que todos los que murieran en la Congregación se salvarían.
ARZOBISPO DE SANTIAGO DE CUBA
(1850-1857)
Nombramiento
Un hecho de capital importancia puso pronto en peligro su recién fundado Instituto. El P. Claret era nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba. Aceptó el cargo, después de todos los intentos de renuncia, el 4 de octubre de 1849 y el día 6 de octubre de 1850 era consagrado obispo en la catedral de Vic. Tenía 42 años. El lema que eligió para su escudo arzobispal fue todo un proyecto de vida: «Charitas Christi urget nos» (el amor de Cristo nos apremia). Antes de embarcarse para Cuba y después de ir a Madrid a recibir el palio y la gran cruz de Isabel la Católica efectuó tres visitas: a la Virgen del Pilar, en Zaragoza, a la Virgen de Montserrat y a la Virgen de Fusimaña, en Sallent, su patria chica. Y aún le dio tiempo, antes de partir, para concebir una nueva fundación, las Religiosas en sus Casas o las Hijas del Inmaculado Corazón de María, actual Filiación Cordimariana. En el puerto de Barcelona un inmenso gentío despidió al Arzobispo Claret con una apoteósica manifestación.
En Cuba
En el viaje hacia La Habana aprovechó para dar una misión a bordo para todo el pasaje, oficialidad y tripulación. Y al fin… Cuba. Seis años gastaría Claret en la diócesis de Santiago de Cuba, trabajando incansablemente, misionando, sembrando el amor y la justicia en aquella isla en la que la discriminación racial y la injusticia social reinaban por doquier.Se enfrentó a los capataces, les arrancó el látigo de las manos. Un día reprendió a un rico propietario que maltrataba a unos nativos de color que trabajaban en su hacienda. Viendo que aquel hombre no estaba dispuesto a cambiar de conducta, el Arzobispo intentó darle una lección. Tomó dos trozos de papel, uno blanco y otro negro, les prendió fuego y pulverizó las cenizas en la palma de su mano. «Señor, -le dijo- ¿podría decir qué diferencia hay entre las cenizas de estos dos papeles? Pues así de iguales somos los hombres ante Dios».
El P. Claret tenía una capacidad inventiva que denotaba un ingenio poco común. En Holguín se organizaron fiestas populares. El número fuerte del programa era el lanzamiento de un globo tripulado por un hombre. El artefacto aerostático era de los primeros que se ensayaban en aquellos tiempos. No tuvo éxito; comenzó a elevarse, pero el piloto perdió el control y cayó en un pequeño barranco. El Arzobispo estudió el problema y un día sorprendió a todos: «Hoy he dado con el sistema de la dirección de los globos». Y les mostró un diseño, que todavía hoy se conserva.
Era un hombre práctico
Fundó en todas las parroquias instituciones religiosas y sociales para niños y para mayores; creó escuelas técnicas y agrícolas, estableció y propagó por toda Cuba las Cajas de Ahorros, fundó asilos, visitó cuatro veces todas las ciudades, pueblos y rancherías de su inmensa diócesis. Siempre a pie o a caballo. También supo rodearse de un equipo envidiable de grandes misioneros como los PP. Adoaín, Lobo, Sanmartí y Subirana.
Una de las obras más importantes que llevó a cabo el P. Claret en Cuba fue la fundación, junto con la Madre Antonia París, de las Religiosas de María Inmaculada, Misioneras Claretianas, que tenía lugar después de muchas dificultades el 27 de agosto de 1855 con la profesión de la Fundadora.
Pero ni siquiera en Cuba le dejaron en paz sus enemigos. La tormenta de atentados llegó al culmen en Holguín, donde fue herido gravemente cuando salía de la iglesia por un sicario a sueldo de sus enemigos al que había sacado poco antes de la cárcel. El P. Claret pidió que perdonaran al criminal. A pesar de todo sus enemigos siguieron sin perderle de vista.
Al cabo de seis años en Cuba un día le entregaron un despacho urgente del capitán general de La Habana en el que se le comunicaba que su Majestad la Reina Isabel II le llamaba a Madrid. Era el 18 de marzo de 1857.
APÓSTOL EN MADRID (1857-1868)
Confesor de la Reina y Misionero en la Corte y en España
Llegado a Madrid, supo el P. Claret que su cargo era definitivamente el de confesor de la Reina. Contrariado aceptó, pero poniendo tres condiciones: no vivir en palacio, no implicarle en política y no guardar antesalas teniendo libertad de acción apostólica. Tenía 49 años cuando regresó de Cuba. En los 11 años que permaneció en Madrid, su actividad apostólica en la Corte fue intensa y continuada. Pocas fueron las iglesias y conventos donde su voz no resonara con fuerza y convicción. Desde la iglesia de Italianos, situada en la actual ampliación de las Cortes y desde la iglesia de Montserrat, donde está situado actualmente el Teatro Monumental, desarrolló una imparable actividad. Principalmente se hizo notar en sus misiones al pueblo y en sus ejercicios al clero.Mientras acompañaba a la Reina en sus giras por España aprovechaba también para desarrollar un intenso apostolado. A primeros de junio de 1858 la real caravana rodaba por las llanuras de la Mancha, Alicante, Albacete, Valencia… Luego al noroeste de España: León, cuenca minera de Mieres y Oviedo, Galicia, Baleares, Cataluña, Aragón y Andalucía. El recorrido por el sur fue de un gran entusiasmo, que aprovechaba el confesor real para misionar por todas partes, llegando a predicar en un solo día 14 sermones: Córdoba, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga, Cartagena y Murcia. Más tarde otra vez por el norte: País Vasco, Castilla la Vieja y Extremadura. El Reino de Dios era anunciado y el pueblo respondía con generosidad.
Presidente del Monasterio de El Escorial
La Reina le nombró Presidente del Real Monasterio de El Escorial para su restauración, dado su lastimoso estado a raíz de la ley de exclaustración de 1835. Desempeñó este cargo desde el año 1859 hasta el año 1868. Corto tiempo, pero suficiente para dar muestras de su talento organizador. Se repararon las torres y alas del edificio, así como la gran basílica. Se restauraron el coro y los altares, se instalaron dos órganos, se adquirió material científico para los gabinetes de Física y laboratorios de Química, se restauró la destartalada biblioteca y se construyó otra nueva; se repoblaron los jardines, se plantaron gran cantidad de árboles frutales y de jardín. Con todo, el Arzobispo ponía anualmente en manos de la Reina un buen superavit. Parecía un milagro.Con la restauración material emprendió la espiritual. Creó una verdadera Universidad eclesiástica, con los estudios de humanidades y lenguas clásicas, lenguas modernas, ciencias naturales, arqueología, escolanía y banda de música. Estudios de Filosofía y Teología, con Patrística, Liturgia Moral y ciencias Bíblicas, lenguas caldaica, hebrea, arábiga, etc. Con la ayuda inestimable de su colaborador de Cuba, D. Dionisio González de Mendoza, hizo de este monasterio uno de los mejores centros de España. Y gracias a su afán recuperó su esplendor la octava maravilla del mundo.
Apóstol de la Prensa
«Antonio, escribe», -sintió que le decían Cristo y la Virgen-. Como una enorme y sensible pantalla de radar, Claret escrutaba continuamente los signos de los tiempos: «Uno de los medios que la experiencia me ha enseñado ser más poderoso para el bien es la imprenta, -decía-, así como es el arma más poderosa para el mal cuando se abusa de ella». Escribió unas 96 obras propias (15 libros y 81 opúsculos) y otras 27 editadas, anotadas y a veces traducidas por él. Sólo si se tiene en cuenta su extrema laboriosidad y las fuerzas que Dios le daba, se puede comprender el hecho de que escribiera tanto llevando una dedicación tan intensa al ministerio apostólico. Claret no era solamente escritor. Era propagandista. Divulgó con profusión los libros y hojas sueltas. En cuanto a su difusión alcanzó cifras verdaderamente importantes. Jamás cobraba nada de la edición y venta de sus libros; al contrario, invertía en ello grandes sumas de dinero. ¿De dónde lo sacaba? De lo que obtenía por sus cargos y de los donativos. «Los libros -decía- son la mejor limosna». El año 1848, como ya hemos dicho, había fundado la Librería Religiosa junto al Dr. Caixal, futuro obispo de Seo de Urgel, precedida por la Hermandad espiritual de los libros buenos, que durante los años que estuvo bajo su dirección hasta su ida a Cuba imprimió gran cantidad de libros, opúsculos y hojas volantes, con un promedio anual de más de medio millón de impresos. En el primer decenio de la fundación recibió la felicitación personal del Papa Pío IX. Aún sacerdote había fundado la Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, cuya finalidad era la de mantener permanentemente la difusión de los libros y que constituyó uno de los primeros ensayos de apostolado seglar activo por estar integrada por sacerdotes y seglares de ambos sexos.
Una de sus obras más geniales fue la fundación de la Academia de San Miguel (1858). En ella pretendía agrupar las fuerzas vivas de las artes plásticas, el periodismo y las organizaciones católicas; artistas, literatos y propagandistas de toda España para la causa del Señor. En nueve años se difundieron gratuitamente numerosos libros, se prestaron otros muchos y se repartió un número incalculable de hojas sueltas. He aquí algunos nombres de los que pertenecieron a ella según su principal biógrafo, el P. Cristóbal Fernández: el ministro Sr. Lorenzo Arrazola, los periodistas Carbonero y So y Ojero de la Cruz, el catedrático Vicente de la Fuente. Llegando su influencia a literatos de la talla de Ayala y Hartzenbusch.
Y fundó las bibliotecas populares en Cuba y en España, donde más de un centenar llegaron a funcionar en los últimos años de su vida. Bien merece el P. Claret el título de apóstol de la prensa.
Director espiritual y cofundador
La obra más significativa del P. Claret fue la fundación de la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María. Pero en la espléndida floración de nuevos institutos religiosos que se operó en el siglo XIX, fue el confesor real el más decidido colaborador que se encontraron casi todos los fundadores y fundadoras de su tiempo. Con la Madre París ya había fundado en Cuba el año 1855 el Instituto de Religiosas de María Inmaculada, llamadas Misioneras Claretianas, para la educación de las niñas.
Bajo su dirección espiritual se incluyen santa Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora de las Adoratrices, y santa Joaquina de Vedruna, fundadora de las Carmelitas de la Caridad.
Intervino directa o indirectamente en otras fundaciones. Se relacionó con Joaquín Masmitjà, fundador de las Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, con D. Marcos y Dña. Gertrudis Castanyer fundadores de las Religiosas Filipenses, con María del Sagrado Corazón fundadora de las Siervas de Jesús, con la Beata Ana Mogas fundadora de las Franciscanas de la Divina Pastora. Le encontramos con el beato Francisco Coll fundador de las Dominicas de la Anunciata. También tuvo parte en la fundación de las Esclavas del Corazón de María, de la M. Esperanza González. Y habría que añadir su influjo en la Compañía de Santa Teresa, Religiosas de Cristo Rey, etc.
Todas estas instituciones nacieron o germinaron gracias al P. Claret.
Un hombre santo
La suntuosidad cortesana no impidió al P. Claret vivir como el religioso más observante. Cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. Su austeridad era proverbial y su sobriedad para las comidas y bebidas, admirable. Este era su horario: dormía apenas seis horas levantándose a las tres de la mañana; antes que se levantaran los demás tenía dos horas de oración y lectura de la Biblia, luego otra hora con ellos, celebraba su Eucaristía y oía otra en acción de gracias; desde el desayuno hasta las diez confesaba y luego escribía. Lo que peor soportaba era la hora de audiencia hacia las doce. Por la tarde predicaba, visitaba hospitales, cárceles, colegios y conventos.
Su pobreza era ejemplar
Un día se llevó un susto al llevarse la mano al bolsillo. Le pareció haber encontrado una moneda, pero enseguida se repuso, no era una moneda, sino una medalla. En una ocasión no teniendo otra cosa para poder auxiliar a un pobre empeñó su cruz arzobispal.
Claret era un verdadero místico. Varias veces se le vio en estado de profundo ensimismamiento ante el Señor. Un día de Navidad, en la iglesia de las adoratrices de Madrid, dijo haber recibido al Niño Jesús en sus brazos.
Privilegio incomparable del que fue objeto fue la conservación de las especies sacramentales de una comunión a otra durante nueve años. Así lo escribió en su Autobiografía: «El día 26 de agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el santísimo sacramento en mi pecho».
Esta presencia, casi sensible, de Jesús en el P. Claret debió ser tan grande, que llegó a exclamar: «En ningún lugar me encuentro tan recogido como en medio de las muchedumbres».
Un hombre perseguido
No es de extrañar que un hombre de la influencia del P. Claret, que arrastraba a las multitudes, atrajera también las iras de los enemigos de la Iglesia. Pero las amenazas y los atentados se iban frustrando uno a uno, porque la Providencia velaba sobre él que se alegraba en las persecuciones. Fueron numerosos los atentados personales que sufrió en vida. La mayor parte frustrados por la conversión de los asesinos. Pero fue peor, con todo, la campaña difamatoria que se organizó a gran escala por toda España para desacreditarlo ante las gentes sencillas. Se le acusó de influir en la política, de pertenecer a la famosa camarilla de la Reina con Sor Patrocinio, Marfori y otros, de ser poco inteligente, de ser obsceno en sus escritos refiriéndose a su libro «La Llave de Oro», de ser ambicioso y aún de ladrón. Pero Claret supo callar, contento de sufrir algo por Cristo.
Ante el reconocimiento del Reino de Italia
El 15 de julio de 1865 el Gobierno en pleno se reunía en La Granja de San Ildefonso para arrancar a la Reina su firma sobre el reconocimiento del Reino de Italia, que equivalía a la aprobación del expolio de los Estados pontificios.El P. Claret ya había advertido a la Reina que la aprobación de este atropello era, a su parecer, un grave delito, y la amenazó con retirarse si lo firmaba. La Reina, engañada, firmó. Claret no quiso ser cómplice permaneciendo en la corte. Oró ante el Cristo del Perdón, en la iglesia de La Granja, y escuchó estas palabras: «Antonio, retírate».
Transido de dolor al verse obligado a abandonar a la Reina en aquella situación, se dirigió a Roma. Allí el Papa Pío IX le consoló y le ordenó que volviera otra vez a la corte. La familia real se alegró inmensamente de su retorno. Pero una nueva tempestad de calumnias y de ataques se desencadenó contra él. Se puede decir de Claret que fue uno de los hombres públicos más perseguidos del siglo XIX.
LOS ÚLTIMOS AÑOS (1868-1870)
Desterrado
El 18 de septiembre de 1868 la revolución, ya en marcha, era incontenible. Veintiún cañonazos de la fragata Zaragoza, en la bahía de Cádiz, anunciaron el destronamiento de la Reina Isabel II. Con la derrota del ejército isabelino en Alcolea caía Madrid, y la revolución, como un reguero de pólvora, se extendió por toda España. El día 30, la familia real, con algunos adictos y su confesor, salía para el destierro en Francia. Primero hacia Pau, luego París. El P. Claret tenía 60 años.
Los desmanes y quema de iglesias se prodigaron, cumpliéndose otra de las profecías del P. Claret: la Congregación tendrá su primer mártir en esta revolución. En La Selva del Campo caía asesinado el P. Francisco Crusats.
El 30 de marzo de 1869 Claret se separaba definitivamente de la Reina y se iba a Roma.
Padre del Concilio Vaticano I
El día 8 de diciembre de 1869 se reunían en Roma 700 obispos de todo el mundo, superiores de órdenes religiosas, arzobispos, primados, patriarcas y cardenales. Comenzaba el Concilio Ecuménico Vaticano I. Allí estaba el P. Claret. Uno de los temas más debatidos fue la infalibilidad pontificia en cuestiones de fe y costumbres. La voz de Claret resonó, ya con dificultad, en la basílica vaticana el 31 de mayo de 1870: «Llevo en mi cuerpo las señales de la pasión de Cristo, -dijo, aludiendo a las heridas de Holguín- ojalá pudiera yo, confesando la infalibilidad del Papa, derramar toda mi sangre de una vez».
Es el único Padre asistente a aquel Concilio que ha llegado a los altares.
El ocaso de sus días
El 23 de julio de 1870, en compañía del P. José Xifré, Superior General de la Congregación, llegaba el Arzobispo Claret a Prades, en el Pirineo francés. La Comunidad de misioneros en el destierro, en su mayoría jóvenes estudiantes, recibió con gran gozo al fundador, ya enfermo. Él sabía que su muerte era inminente. Pero ni siquiera en el ambiente plácido de aquel retiro le dejaron en paz sus enemigos. El día 5 de agosto se recibió un aviso. Querían apresar al señor Arzobispo. Incluso en el destierro y enfermo, el P. Claret tuvo que huir. Se refugió en el cercano monasterio cisterciense de Fontfroide. En aquel cenobio, cerca de Narbona, fue acogido con gran alegría por sus moradores. Su salud estaba completamente minada. El P. Jaime Clotet no se separó de su lado y anotó las incidencias de la enfermedad. El día 4 de octubre tuvo un derrame cerebral.
El día 8 recibió los últimos sacramentos e hizo la profesión religiosa como Hijo del Corazón de María, a manos del P. Xifré.
Llegó el día 24 de octubre por la mañana. Todos los religiosos se habían arrodillado alrededor de su lecho de muerte. Junto a él, los Padres Clotet y Puig. Entre oraciones Claret entregó su espíritu en manos del Creador. Eran las 8,45 de la mañana y tenía 62 años.
Su cuerpo fue depositado en el cementerio monacal con una inscripción de Gregorio VII que rezaba: «Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro».
Glorificado
Los restos del P. Claret fueron trasladados a Vic en 1897, donde actualmente se veneran. El 25 de febrero de 1934 la Iglesia le inscribió en el número de los beatos. El humilde misionero apareció a la veneración del mundo en la gloria de Bernini. Las campanas de la Basílica Vaticana pregonaron su gloria. Y el 7 de mayo de 1950 el Papa Pío XII lo proclamó SANTO. Estas fueron sus palabras aquel memorable día: «San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aun en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios».
ORACIÓN A JESUCRISTO
Haz, Señor, que ardamos en caridad
y encendamos un fuego de amor por donde pasemos;
qué deseemos eficazmente
y procuremos por todos los medios
contagiar a todos de tu amor.
Qué nada ni nadie nos arredre, Señor.
Qué nos gocemos en las privaciones.
Qué abordemos los trabajos,
qué abracemos los sacrificios.
Qué nos complazcamos en las calumnias
y alegremos en los tormentos.
Señor, qué no pensemos sino como seguir e imitar a Jesucristo
en trabajar, sufrir y procurar siempre y únicamente la mayor gloria tuya y la salvación de las almas. Amén
(Escrita por S. Antonio Mª Claret)
24 de octubre de 2021
Presencia de Dios
Santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52. Domingo XXX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ahora podré estar emocionado o cansado, ilusionado o desmotivado… sin importar mi situación personal quiero demostrarte que te amo y deseo alabarte para darte gracias con mis fuerzas, pero también con mi debilidad, porque sé que me amas a pesar de todo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: «Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí». Muchos lo reprendían para que se callara. Pero él seguía gritando todavía más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se detuvo entonces y dijo: «Llámenlo». Y llamaron al ciego, diciéndole: «¡Ánimo! Levántate, porque él te llama». El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: «¿Qué quieres que haga por ti?». El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver». Jesús le dijo: «Vete; tu fe te ha salvado». Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Puede haber momentos complicados en que Cristo pasa cerca de nosotros sin que le podamos ver con claridad. Así sucede en la vida de todo hombre que siente de alguna u otra forma esta presencia; no hay claridad, pero siempre hay una inquietud, una sensación.
Es aquí donde Dios nos da la oportunidad para buscarle por encima de nuestra ceguera, por encima de nuestra debilidad.
Podremos encontrar a los ciegos que, por nunca haber visto con la luz de la fe, tienen la oportunidad de pedir a gritos que se les dé el don de la vista. O también habrán personas mudas que lo único que podrán hacer es caminar y alcanzar a Cristo; poniéndose de rodillas pedirán con señas la gracia de poder hablar.
Hay tantas debilidades personales que cargamos, y que posiblemente cargaremos por toda nuestra vida. En algunos será la ceguera del egoísmo, otros serán inválidos por su ira, su pereza o su soberbia. Ésta es la cruz personal que se nos ha sido dada para que en ella demostremos, con nuestra abnegación, que queremos encontrar la salud.
Todos podemos sentir la presencia de Dios, todos tenemos alguna necesidad en particular. Pero lo más importante es saber que tenemos la capacidad de dirigirnos a Dios, ya sea con palabras, gestos, o caminando detrás de Él. Tenemos la capacidad de pedirle que intervenga en nuestra vida y esperar la salud de su mano al escuchar con gran gozo: «Tu fe te salvado».
«Bartimeo es un pobre que se encuentra privado de capacidades básicas, como son la de ver y trabajar. ¡Cuántas sendas conducen también hoy a formas de precariedad! La falta de medios básicos de subsistencia, la marginación cuando ya no se goza de la plena capacidad laboral, las diversas formas de esclavitud social, a pesar de los progresos realizados por la humanidad… Como Bartimeo, ¡cuántos pobres están hoy al borde del camino en busca de un sentido para su condición! ¡Cuántos se cuestionan sobre el porqué tuvieron que tocar el fondo de este abismo y sobre el modo de salir de él! Esperan que alguien se les acerque y les diga: “Ánimo. Levántate, que te llama”. Lastimosamente a menudo se constata que, por el contrario, las voces que se escuchan son las del reproche y las que invitan a callar y a sufrir. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, considerados no sólo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento».
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy trataré de superar mis defectos y buscaré a Dios en los demás, especialmente en esas personas que más me necesitan.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La luz del mundo es Cristo
En estos tiempos para muchos millones de habitantes ciertamente aciagos y llenos de desesperanza frente al Coronavirus, he visto la película “Los dos Papas”, una realización cinematográfica que recomiendo a todos para sonreír y no perder de vista que la luz del mundo es Cristo, nuestro Señor. He visto durante el último tiempo por las calles, mucha gente con barbijos y otras medidas de seguridad. Y hace pocas horas, el Santo Padre, Papa Francisco, nos recordó la importancia de hablar con Dios acerca de nuestros pecados y el perdón. Cristo es la luz del mundo. En tiempos de tinieblas, es nuestro Señor quién se alza a la vista de todos para ser motivo de esperanza y de equilibrio emocional y espiritual. ¡Cuántos de nosotros habíamos caminado por terrenos lúgubres!. Pues bien, así como en el filme “Los dos Papas”, tenemos que visualizar nuestra conciencia en el mundo después de la vida terrenal, esto es, en la vida que es Cristo Jesús, Rey de Reyes, y junto a Dios Padre y Espíritu Santo, Dios Esto es la Biblia: Episodio 2 – Génesis 1. La creación
Esto es la Biblia: Episodio 2 – Génesis 1. La creación
He leído por Whatsapp y Facebook innumerables preocupaciones y un estado colectivo de tristeza. ¿Pero acaso la humanidad no se alimenta de igual manera de los dones que hemos recibido de Dios?. Entonces, yo os invito a no dejar de lado el servicio por la humanidad, los carenciados, los “descartados”, y al mismo tiempo, no desperdiciar nuestro tiempo aunque vivamos en una casa de cuatro por cuatro metros. Sonreír, sí. Estar unidos junto a la familia, junto a nuestros seres amados, y a la vez, rezar profunda e intensamente aunque sean pocas las palabras.
Alimentarnos en definitiva del Espíritu de Dios, nos hace más fuertes, y por ello en esta próxima Semana Santa, que será para muchos un tiempo diferente, no dejemos nunca, pero nunca de lado al Dios de la vida, al Dios del amor, al Dios de la sonrisa, al Dios de la misericordia eterna.
Amados hermanos, escribo estas palabras con el ánimo de que estén todos mejor en espíritu. Ruego por todos vosotros quiénes leen estas líneas para que no pierdan la fe, porque aunque no sea para muchos evidente, en Cristo Jesús nos regocijamos. Él y sólo Él, es la luz del mundo, fuente de toda Santidad y alabado por siempre.
«La Doctrina Social se opone al individualismo y busca el bien común»
Papa Francisco a los miembros de la «Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice».
La mañana del sábado 23 de octubre, el Papa Francisco recibió en audiencia en la sala Clementina del Vaticano a los miembros de la «Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice» reunidos en Roma con motivo de su Conferencia Internacional en la que se abordan temas esenciales como la solidaridad, la cooperación y la responsabilidad como antídotos contra la injusticia, la desigualdad y la exclusión.
En su discurso, el Santo Padre hizo hincapié en la importancia de dialogar sobre estas cuestiones especialmente «en un momento en que las incertidumbres y la precariedad que marcan la existencia de tantas personas y comunidades se ven agravadas por un sistema económico que sigue desechando vidas en nombre del dios dinero», destruyendo los recursos de la Tierra y alimentando tantas formas de desigualdad.
Responder ante injusticia no sólo con la denuncia10:23
Ante este panorama, el Pontífice pidió «no permanecer indiferentes» como sociedad, puesto que la respuesta a la injusticia y a la explotación «no es sólo la denuncia sino, sobre todo, la «promoción activa del bien». Asimismo, el Papa agradeció a la Fundación por el trabajo que lleva a cabo, particularmente en el campo de la educación y la formación.
“Gracias por vuestro compromiso de financiar estudios e investigaciones para los jóvenes sobre nuevos modelos de desarrollo económico y social. Es importante, lo necesitamos: en el suelo contaminado por el dominio de las finanzas necesitamos muchas pequeñas semillas que hagan brotar una economía justa y beneficiosa, a escala humana y digna del hombre. Necesitamos posibilidades que se conviertan en realidades, realidades que den esperanza”.
Las tres piedras angulares
En alusión a las tres palabras elegidas por la Fundación «Centesimus Annus Pro Pontifice» para esta conferencia internacional -solidaridad, cooperación y responsabilidad- Francisco destacó que son «las tres piedras angulares de la Doctrina Social», que ve a la persona humana, naturalmente abierta a la relación, como la cumbre de la creación y el centro del orden social, económico y político:
“Con esta mirada, atenta al ser humano y sensible a la concreción de las dinámicas históricas, la Doctrina Social contribuye a una visión del mundo opuesta a la visión individualista, en la medida en que se basa en la interconexión entre las personas y tiene como meta el bien común”.
Papa: «Retomemos la Doctrina Social de la Iglesia»
Otro de los puntos indicados por el Pontífice en su alocución, fue el hecho concreto de que esta Doctrina está anclada en la Palabra de Dios, para orientar los procesos de promoción humana a partir de la fe en el Dios hecho hombre. Por eso -argumentó Francisco- hay que seguirla, amarla y desarrollarla. «Retomemos la Doctrina Social, hagámosla conocer: ¡es un tesoro de la tradición de la Iglesia!», añadió.
Igualmente, el Santo Padre puntualizó que la misión de la Fundación y de todos como familia humana, es precisamente, poner en práctica la teoría de la Doctrina Social de la Iglesia, es decir, que no quede todo en puras palabras sino que se vean los gestos concretos en todos los ámbitos de la vida social, las relaciones, el trabajo, el compromiso civil, la relación con la creación y la política: “Solidaridad, cooperación, responsabilidad: son tres palabras que recuerdan el misterio de Dios mismo, que es Trinidad. Dios es comunión de personas y nos orienta a realizarnos a través de la apertura generosa a los demás (solidaridad), de la colaboración con los demás (cooperación), del compromiso con los demás (responsabilidad)”.
Colaborar por el bien común
Por último, el Papa aseveró que para llevar adelante esta misión, la humanidad no está sola sino que cuenta con la cercanía de Dios.
¿Qué es el Domund?
La misión de la Iglesia le da continuidad al amor mismo de Dios
En 2021 el DOMUND será el domingo 24 de octubre
Cada año, en el DOMUND, renovamos la llamada inicial de Cristo y así se despierta de nuevo nuestra conciencia misionera universal. En el DOMUND niños, jóvenes, familias, es decir, todos, nos descubrimos como Iglesia en misión, que siente e interviene en la misión que otros, los misioneros, realizan directamente en las misiones. Se puede decir que el DOMUND ensancha nuestro corazón misionero y lo hace universal: nos hace abrir nuestros ojos creyentes, nuestro corazón que ve, hacia el ancho mundo de la misión.
Entiendo que a estas alturas no hay que insistir mucho en cómo situarse ante esta Jornada Misionera. De todos es sabido que nuestra vida en Cristo se forja con hondura en la oración, pues ésta nos pone en sintonía con el corazón mismo de Cristo. Se puede decir que la comunión misionera entre nosotros se cultiva especialmente en la oración que hacemos por las misiones y los misioneros. Es más, sin la oración difícilmente llegaríamos a comprender del todo qué significa ser y sentirse misioneros. Pero también es evidente que la oración nos empuja a una proyección misionera activa. En el Domund se nos pide, sobre todo, una cooperación económica, generosa con las misiones, como siempre ha sido.
En nuestras parroquias nos animarán con materiales y llamadas a colaborar con la labor de los misioneros. El obispo os anima a hacerlo con generosidad y sentido de Iglesia. También quiero ayudaros a resolver algunas preguntas que quizás os hagáis ante estas campañas:
¿De quién es la iniciativa de llamarnos a colaborar en el DOMUND?
De la Santa Sede, del Santo Padre; porque nuestra colaboración con las misiones en esta Jornada del DOMUND es a través de la Iglesia universal y en favor de todos los territorios de misión, de los 1.100 que hay en todo el mundo (37% de la Iglesia católica).
¿Quién recoge y distribuye lo recaudado en el DOMUND?
Esta labor la hacen las Obras Misionales Pontificias (OMP), que tienen delegaciones en todas las Diócesis, en las naciones y su sede central en Roma. Cada año los Directores nacionales de las OMP se reúnen, en la Congregación para la evangelización de los pueblos, para determinar la distribución de lo recaudado, de acuerdo con los proyectos solicitados por los misioneros.
¿Es lo mismo el DOMUND que los hermanamientos que algunas parroquias tienen con proyectos o misioneros amigos?
En realidad no, aunque tengan un mismo destino misionero. El dinero del Domund llegará a todas las misiones de la Iglesia, sin distinción, y los hermanamientos se hacen con algunos misioneros concretos, a los que, por supuesto, recomiendo ayudar, pero con otras acciones y en otros momentos. Lo recaudado en el DOMUND ha de ir todo íntegro a las OMP para que los distribuyan entre todas las misiones. Si retuviéramos las colectas para nuestros proyectos apadrinados, estaríamos cometiendo una injusticia: unas misiones recibirían mucho y otras muy poco.
¿Qué destino tiene nuestra aportación económica?
Nuestros donativos van destinados a las tareas de las misiones: la transmisión de la fe, la educación, la salud y a la mejora de las condiciones de vida de las personas con las que conviven los misioneros, que en la mayoría de las ocasiones son de pobreza, malnutrición y enfermedades.
De corazón os animo a todos a que seáis generosos con las misiones, como siempre habéis sido. No olvidéis que la sensibilidad misionera muestra siempre un alto índice de fe, que, en sí misma, es un don que se ha de compartir. Pongamos, pues, nuestro grano de arena en la gran montaña de amor que están poco a poco formando nuestros misioneros.
Domund 2014. Lema: «Renace la alegría»
RENACE > “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”, dice el papa Francisco al comienzo de Evangelii gaudium. El fin de la actividad misionera es, precisamente, ayudar a extender esta alegría, anunciando a todos la posibilidad de nacer y renacer al encuentro con Dios. Un renacer a la vida de fe que, como tantas veces comprueban los misioneros, ha sido revelado a los pequeños.
LA ALEGRÍA > Los misioneros, llenos de alegría, comparten con los más pobres su experiencia de encuentro con Cristo. Los que reciben este anuncio y abren su corazón a él, también acogen con alegría la Buena Noticia de la salvación. Francisco nos dice cuál es el origen de esta gran alegría: “El amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros y, por obra del Espíritu Santo, nos envuelve”; y además, nos invita a participar en ella: “¿Por qué no entramos también nosotros en este río de alegría?”.
Cartel DOMUND 2014
La sonrisa de unos jóvenes de diferentes razas sirve para expresar la alegría que brota del corazón. Sus miradas y sus manos entrelazadas reflejan que esa alegría nace de un corazón limpio y una fraternidad profunda. Es la fuerza contagiosa del amor, que descubren a cada paso quienes viven la experiencia de la misión.
Junto al lema, la palabra “DOMUND” evoca por sí sola la vida de entrega de los misioneros y nuestro deseo de ayudarles en su tarea. Y sobre un fondo morado, algunos signos evocan aspectos de la actividad misionera de la Iglesia. Facilitar la cooperación con esa labor es el objetivo de las Obras Misionales Pontificias.
El Rosario, ¿una oración anticuada?
Tal vez en el Rosario nos falte ponerle alma, vida y corazón.
Hablaba hace un tiempo con un amigo sobre cosas de fe, de oración, de misa…, todos esos temas que suele salir cuando nos encontramos con alguien que tiene ganas de meterse con los curas y tienen clavada por ahí alguna espinita que les escuece de su relación con Dios en el pasado. Lo que me dejó pensativo fue el final del “speech”: algo así como “no hay cosa más anticuada que el Rosario”. Podría haber dicho “antigua” –y estaríamos de acuerdo-, pero no: dijo “anticuada”.
Reconozco que me dejó noqueado. ¿El Rosario anticuado? ¡El Rosario anticuado! ¡El Rosario anticuado!… Es verdad que a muchos católicos nos falta un baño de realidad. No de verdad, pero sí de realidad. Tenemos el riesgo de vivir la fe hacia dentro. Como algo particular y como de familia. Una familia amplia que admite a los parientes, a los amigos con los que compartes la fe, o la gente de tu parroquia, o de tu movimiento, o de ese círculo más bien reducido en el que hablar del rosario no escandaliza a nadie, o que si vas a misa los domingos no te miran mal. Y fuera de ese círculo es posible que la gente piense que el Rosario esté anticuado…
¿Será que la Virgen María está anticuada? ¿Es que la devoción a la Virgen, el amor filial que me enseñaron desde pequeño en el cole, tiene fecha de caducidad, como un yogur o una medicina? Con ese criterio, el amor a mi mamá, la que me trajo al mundo, también tendrá fecha de caducidad. El amor de un marido a su esposa, ¿también tiene fecha de caducidad? No te digo ya el amor de un padre por sus hijos…Esto es la Biblia: Episodio 5 – Génesis
Caí10:23
Me resulta extraño que el Rosario sea algo anticuado. Puede ser repetitivo, y si se hace sin gran devoción, monótono y aburrido. No lo niego, pero anticuado, no. A mí anticuado me parece que es tener un montón de defectos y caer una y otra vez, y no hacer nada por cambiar. A mí anticuado me parece criticar siempre a la Iglesia, como si fuera una piñata a la que a base de golpes esperas que algún día cambie ella (yo no, ¡claro!).
Yo creo que es todo lo contrario: podríamos hablar de cómo cada vez hay un resurgir del rezo del Rosario. En movimientos, seminarios, parroquias, asociaciones…, se va imponiendo el rezo del Rosario e, incluso con él, el rezo por parte de los laicos de la Liturgia de las Horas. Cuando uno escucha hablar de los mensajes marianos “antiguos” o “modernos”, se insiste siempre en la eficacia del Rosario. Podría parecer también anticuado, por la misma regla, la adoración eucarística, sin embargo se van ampliando en muchas diócesis las capillas de adoración perpetua, y las iglesias abiertas las 24 horas.
Siento que si el Rosario a algunos les puede parecer anticuado es porque afortunadamente en nuestros templos sigue habido un ejército incontable de viejitas rezándolo todas las tardes. Algún día, quizá, nos enteraremos de las almas que se salvan gracias a sus rosarios, y quizá no nos parezca tan anticuado sino un motivo de agradecimiento.
Quizá nos falte, ponerle “alma, vida y corazón” a nuestro antiguo rezo.
Quizá recordando el origen del Rosario, éste se nos haga más fácil de rezar. Nace en torno al año 800 como una plegaria para los laicos, ya que estos no sabían leer, y de alguna forma emulaba a la lectura de los salmos que sí rezaban los monjes. 150 salmos… 150 padrenuestros. Con el tiempo aparecieron otros “salterios”, esta vez de 150 Aves Marías y 150 alabanzas en honor de Jesús y de María.
Santo Domingo de Guzmán, el fundador de los dominicos, tuvo una aparición de la Virgen en 1214 pidiendo que se rezara el Rosario. Originalmente, el santo desarrolló estos misterios como un método catequético para encausar a los descarriados por la herejía albigense, para quienes Cristo fue un ángel, y su muerte y resurrección tenían un sentido meramente alegórico.
Hubo diversas formas de rezarlo, hasta que en 1500 quedó establecido como lo conocemos ahora: quince misterios, cada misterio una decena y una meditación sobre algún hecho de la vida de Jesús o de María. Posteriormente, san Juan Pablo II, en 2002, añade además los Misterios Luminosos, los cuales hacen referencia directa a la vida de Cristo. En total, veinte misterios.
Todo esto me lleva a pensar que el Rosario está compuesto de dos elementos: una parte de oración mental, que nos lleva a meditar en la vida de Cristo (A Cristo por María) y, por supuesto, la oración verbal, la belleza de la alabanza con las palabras marianas más hermosas jamás dichas.
Quizá para muchos esté en desuso, pero no anticuado. Sería como decir que la fe cristiana, esa que es capaz de cambiar vidas, de trasformar corazones, de crear las mejores obras artísticas de las historia, está anticuada. Es como decir que las obras de misericordia: desde vestir al desnudo, a dar de comer al hambriento o enseñar al que no sabe, sean algo que está anticuado.
Quizá nuestro estilo de oración sí esté viejo, y nuestro corazón reumático y esclerotizado. Pero eso ya es otra historia, y para eso, magnífica idea sería rezar el Rosario para que la Santísima Virgen nos ayude en la conversión.
Invitación para rezar el Rosario por los cristianos y la paz en Tierra Santa
A llevarse a cabo el 25 de octubre aniversario de Nuestra Señora de Palestina.
Con motivo de la festividad de Nuestra Señora de Palestina, Catholic.net, Zenit, Magdala, Terra Sancta México y Regnum Christi México han organizado un Rosario “Por los Cristianos y la Paz de Tierra Santa”, el cual será transmitido el día 25 de octubre a las 9:30 hrs, hora local de la Ciudad de México; 17:30 hrs. en Tierra Santa. El Rosario se rezará en Árabe-Español, Español-Arameo. La invitación se extiende a todos a fin de unirnos en oración por las intenciones estipuladas y por las necesidades particulares de cada uno.
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Puedes ver el video promocional en esta liga de Terra Sancta México:
Medio Oriente, en su conjunto, es sacudido constantemente por la persecución de cristianos por parte de grupos radicales, la falta de oportunidades laborales y de estabilidad económica, las guerras y las amenazas de países extranjeros y entre ellos mismos. Estos motivos han ido causando la pérdida y la separación entre los miembros de la familia para salir de su país y buscar un contexto donde se pueda vivir sin presenciar la muerte y el miedo a no ver más la luz del día.
La Iglesia se preocupa por el contexto en el que viven los países de Medio Oriente. Especialmente se puede mencionar la visita reciente del Papa Francisco a Irak haciendo un llamado a la paz y a la unidad, subrayando la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades religiosas. Por su parte, San Juan Pablo II, en su visita a Quneitra, Siria en el año 2001, rezó por la paz de Medio Oriente debido a la Guerra de los Seis Días, donde quedó destruida la ciudad situada en los Altos de Golán; el Papa en ese tiempo escribió una oración por el Medio Oriente para evitar la guerra y más muerte, la cual expresa en las primeras líneas: “Dios de infinita misericordia y bondad, con corazón agradecido te invocamos hoy en esta tierra que en otros tiempos recorrió San Pablo…Que tu voz resuene en el corazón de todos los hombres y mujeres, cuando los llames a seguir el camino de reconciliación y paz, y a ser misericordiosos como tú.”.
El Rosario simultáneo se realizará en diversas regiones: Desde Siria preside el Arzobispo Sirio de Alepo, Mons. Antonio Chahda rezando en Árabe-Español; el Padre Luis Montes desde Egipto, quien rezará en Árabe-Español, cantando Lucero Ross; en Irak dirige el Padre Enrique Montes rezando en Árabe-Español, con él cantarán las Hermanas del Verbo Encarnado; desde Líbano el Padre Yaacoub Badaoui, monje maronita, rezando en Español-Arameo y cantando en lengua copta; Kathleen Nichols, CRC desde el Monasterio de Deir Rafat, donde se encuentra la advocación de Nuestra Señora de Palestina, rezará en Árabe-Español y cantará con las Hermanas de Belén, la Asunción de la Virgen y San Bruno; el Arzobispo Adolfo Tito YIIana, Nuncio Apostólico de Israel y Palestina, y Silvia Holgado, CRC desde la Capilla de la Paz, Notre Dame de Jerusalén; Lucero Ross y Ana Paula Morales desde la Basílica de Guadalupe, México; desde Gaza el Padre Gabriel Romanelli.
Finalmente, se les extiende una cordial invitación a participar todos los sábados a las 11:00 hrs. del rezo del Rosario simultáneo que lleva a cabo Regnum Christi de México por medio de su Instagram, para los que se quieran unir y desean ser fervorosos en la advocación. Se les agradece su atención y participación en esta obra eclesial que expresa la comunión de la Iglesia Católica. Con fe y confianza en Cristo Jesús y por la intercesión de Nuestra Señora de Palestina esperamos recibir la gracia y la paz para nuestros hermanos en Medio Oriente y en cada uno de nuestros corazones. Así sea.
Ángelus del Papa: «Pidamos todo a Jesús rezando con la fe del ciego Bartimeo»
AP/Associated Press/East News
Siguiendo el modelo y coraje de la oración de Bartimeo, Francisco invitó a todos a rezar como este hombre ciego de tanta fe, repitiendo sus palabras “Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mi!” y a preguntarnos también ¿cómo es nuestra oración?. El domingo 24 de octubre, el Papa Francisco rezó la oración mariana de Ángelus asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano.
Ante la presencia de los los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, el Santo Padre comentó el Evangelio dominical (san Marcos, de 10,46-52) que relata el momento en el que Jesús, saliendo de Jericó, devuelve la vista a Bartimeo, un ciego que mendiga a lo largo del camino.
Francisco hizo hincapié en que este encuentro es muy importante, ya que se trata del último antes de la entrada del Señor en Jerusalén para celebrar la Pascua.
En este sentido, el Pontífice resaltó la actitud de Bartimeo, que aunque había perdido la vista, usa su voz y su gran fe para llamar la atención del Maestro que camina por las calles, y comienza a gritar: «Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mi!» (v. 47). Aunque los discípulos y la multitud se molestan por sus gritos y tratan de hacerlo callar, él no se rinde y grita con todas sus fuerzas, logrando así que Jesús lo escuche y se detenga de inmediato.
Dios escucha siempre el grito del pobre -aseveró Francisco- y no se molesta en absoluto por la voz de Bartimeo, es más, constata que está llena de fe, una fe que no teme en insistir, en llamar al corazón de Dios, a pesar de las incomprensiones y las reprimendas. Y aquí se encuentra la raíz del milagro. De hecho, Jesús le dice: «Tu fe te ha salvado» (v. 52).
Otro de los puntos destacados por el Papa es el hecho de que la fe de Bartimeo se trasluce de su oración: No es una oración tímida y convencional. Ante todo, llama al Señor “Hijo de David”: ósea lo reconoce Mesías, Rey que viene al mundo. Después lo llama por su nombre, con confianza: “Jesús”. No tiene miedo de El, no se distancia y desde el corazón, comparte con Dios amigo todo su drama: “ten piedad de mi!”.
“Bartimeo no usa muchas palabras. Dice lo esencial y se confía en el amor de Dios, que puede hacer volver a florecer su vida cumpliendo aquello que es imposible a los hombres. Por esto no pide al Señor una limosna, sino manifiesta todo, su ceguera y su sufrimiento, que iba más allá del no poder ver. La ceguera era la punta del iceberg, pero en su corazón había otras heridas, humillaciones, sueños rotos, errores, remordimientos”
Siguiendo el modelo y coraje de la oración de Bartimeo, Francisco invitó a todos a rezar como este hombre ciego de tanta fe, repitiendo sus palabras “Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mi!” y a preguntarnos también ¿cómo es nuestra oración?
“¿Es valiente, tiene la insistencia buena de aquella de Bartimeo, sabe “aferrar” al Señor mientras pasa, o se conforma en hacerle un saludo formal de vez en cuando, cuando me acuerdo? Y también: ¿mi oración es “sustanciosa”, descubre el corazón delante del Señor? ¿Le presento la historia y los rostros de mi vida? O es anémica, superficial, ¿hecha de rituales sin afecto y sin corazón?”
Asimismo, el Santo Padre puntualizó que cuando la fe es viva, la oración es sentida: no mendiga centavos, no se reduce a las necesidades del momento.
Por ello, podemos pedir a Jesús todo, porque Él todo lo puede.
“Jesús está impaciente en derramar su gracia y su alegría en nuestros corazones, pero lamentablemente somos nosotros los que mantenemos las distancias, por timidez, flojera o incredulidad”
El Papa concluyó su alocución invitándonos a seguir el ejemplo de Bartimeo con su fe concreta, insistente y valiente: «Que Nuestra Señora, Virgen orante, nos haga dirigirnos a Dios con todo el corazón, con la confianza que El escucha atentamente toda oración».
A la orilla del camino
Meditación al Evangelio 24 de octubre de 2021
Dice el proverbio que si un ciego guía a otro ciego ambos caerán en un pozo. La narración que nos ofrece el pasaje de este domingo parece contradecirlo. Un ciego se convierte en ejemplo y guía para quienes tienen luz. Es más, supera la oposición de quienes, mirando, tienen el alma en tinieblas y le impiden acercarse a Jesús. Sentado a la orilla del camino, sin ilusión, sin esfuerzo, sin riesgo, pero también sin esperanza, gasta las horas y espera sólo las sobras y las indiferencias de los que pasan de largo. Sentado a la orilla del camino como muchos hermanos que han perdido la ruta y que no alcanzan el ritmo vertiginoso de una sociedad que consume y consume, que arrebata y destruye, y que va dejando su estela de pobreza y miseria “a la orilla del camino”. No en el camino porque estorbarían la carrera alocada de un mundo consumista y egoísta que se afana en su propio mantenimiento, sin mirar los desastres que van quedando a su alrededor. Así, “a la orilla del camino” van quedando en el olvido. Pero Bartimeo, una de las pocas personas que tiene nombre en el evangelio de Marcos, al “sentir” pasar a Jesús no quiere quedar en el olvido y está dispuesto a arriesgarse, a caminar en medio de su oscuridad en busca de la luz. Comienza con un grito desgarrador: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Un grito, una oración y un rayo de esperanza que empiezan hacer nacer en su corazón la ilusión que logrará ponerlo de pie.
Si el primer impedimento que tenía el pobre Bartimeo era el “quedarse” sentado y logra vencerlo saliendo de la inercia, de la pasividad y el conformismo, el segundo parece más grave: la oposición de los demás que no quieren que hable y que lo regañan para que guarde silencio. ¿Por qué le obligan a que calle? ¿Porque molestaba al Maestro o porque los molestaba a ellos? ¿A quién beneficiaba el silencio de aquel ciego? Actualmente hay situaciones difíciles y dolorosas que muchos preferirían que pasaran ignoradas. Que no se hable del hambre, de la pobreza, del dolor… porque nos hace parecer un país menos prospero, porque “el mundo tiene derecho a ser feliz”, porque se irían las inversiones, porque no les gusta que se manifiesta la pobreza, porque… se esgrimen mil razones y sin embargo ninguna es válida. Ahí está el dolor y la injusticia clamando al Señor cada día más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Hay dolores, cegueras, olvidos, que reclaman la presencia del Señor y que piden se tenga compasión. A pesar de estar a la “orilla del camino” los hermanos siguen clamando por un lugar en el banquete de la vida, un lugar con dignidad y justicia. Para Jesús no hay olvidados, para Él todos están presentes, Él no puede pasar de largo, ni desconocer a los que están a la orilla del camino, por eso ordena que lo llamen. Y, sólo entonces, aparecen las palabras de aliento: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. Ya la simple palabra de Jesús suscita la esperanza. Pero aún le queda al ciego mucho camino por recorrer: tiene que levantarse, lo cual hace de un salto (pensando en su oscuridad será como arrojarse en el vacío), y lo hace con entusiasmo, pero además debe dejar a un lado su manto, su única protección, y así, descubierto acercarse a Jesús. Gran lección para nosotros. Lanzarnos al vacío tan sólo con el arma de la fe. Despojarnos del manto que nos protege: el poder económico, cultural, ideológico, político; la preocupación, el ansia, nuestras pretensiones y las miras humanas, el ansia de poseer… todo cabe en un manto del que nos debemos despojar. Y así el ciego, despojado, escucha atento las palabras de Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?”. La total disposición de Jesús para darle luz y vida le hacen responder: “Maestro, que pueda ver”. Igual petición deberíamos hacer nosotros, que podamos ver más allá de nuestras limitaciones, que miremos más allá de nuestro pesimismo, que miremos con espíritu alegre, lleno de esperanza y lleno de fraternidad. Que Jesús ilumine nuestros ojos y nuestros pasos para iniciar nuevos caminos.
“Tu fe te ha salvado”. Cristo, que lo hace todo, parece no hacer nada. Le afirma que su fe lo ha salvado. Así el que parecía ciego, ha resultado con mayor luz en su interior y ha emprendido el seguimiento de Cristo, pues “comenzó a seguirlo por el camino”. El que estaba sentado, ciego y mendigo, se ha transformado en discípulo gracias a la fe que le ha regalado Cristo respondiendo a su súplica. El que se sentía incapaz de dar un paso, ahora se transforma en caminante de la fe. La fe cristiana y el seguimiento de Jesús van siempre juntos, como en el camino los ojos y los pies van siempre juntos. La fe sin seguimiento quedaría vacía, y el seguimiento sin fe, estaría ciego. Pero este pasaje nos enseña que uno y otra son posibles sólo para quien invoca la misericordia de Dios, bota lejos el manto que lo resguarda y se acoge a la bondad divina: el pobre que ruega, obtiene ojos para ver y pies para alcanzar la liberación por parte de Dios. Entonces será fácil proclamar el Evangelio, entonces será fácil ir a la misión. Este día lancémonos a la misión, pero teniendo primero a Cristo en el corazón. Este día proclamemos que Cristo nos ha dado luz pero con los ojos bien abiertos. Este día hagamos que la luz de Jesús llegue a todos los hombres.
¿Cuáles son las dificultades que nos han dejado sentados a la orilla del camino? ¿Qué esfuerzos estamos haciendo para dar el salto de la fe? ¿Hay mantos que nos impiden seguir a Jesús? ¿Cómo seguimos a Jesús por su camino? ¿Cómo es mi entusiasmo para gritar y proclamar el Evangelio en este día de las misiones?
Aumenta, Señor, en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, para que dejando nuestros miedos, mantos y ataduras, nos atrevamos a seguir a Jesús Jesús por el camino del Reino y a proclamar su Evangelio. Amén.