El Papa llama en la Audiencia a recitar esta oración para pedir «el perdón y la paz» en Ucrania
El Papa no se olvidó de Ucrania durante la Audiencia General de este miércoles / Vatican Media
El Papa Francisco ha reanudado este miércoles la audiencia general y su catequesis tras los ejercicios espirituales del Pontífice y de la curia romana. Ha proseguido con su predicación sobre la vejez, “recurso para la juventud despreocupada”. Pese a ello, no ha querido dejar pasar esta oportunidad para volver sus ojos a la situación de Ucrania, y por ello ha leído una oración para pedir la paz.
“¿No nos sucede a veces también a nosotros —abrumados por el sentido de impotencia contra el mal o desmoralizados por los “profetas de desventuras”— pensar que era mejor no haber nacido? ¿Debemos dar crédito a ciertas teorías recientes, que denuncian la especie humana como un daño evolutivo para la vida en nuestro planeta? ¿Todo negativo? No”, explicaba Francisco.
Basándose en el relato de Noé y del diluvio, el Papa habló de la “presión” y las “tensiones” que confunden a las personas. Una de ellas es “el optimismo de una juventud eterna, iluminado por los progresos extraordinarios de la técnica, que pinta un futuro lleno de máquinas más eficientes y más inteligentes que nosotros, que curarán nuestros males y pensarán para nosotros las mejores soluciones para no morir: el mundo del robot”.
Por otro lado, habló de una fantasía que “parece cada vez más concentrada en la representación de una catástrofe final que nos extinguirá. Lo que sucede con una eventual guerra atómica”.
“Una palabra de Jesús, que evoca “los días de Noé”, nos ayuda a profundizar el sentido de la página bíblica que hemos escuchado. Jesús, hablando de los últimos tiempos, dice: ‘Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos’ (Lc 17,26-27)”, agregó.
Explicando estas palabras, Francisco dijo que “en realidad, Jesús destaca el hecho de que los seres humanos, cuando se limitan a disfrutar de la vida, pierden incluso la percepción de la corrupción, que mortifica la dignidad y envenena el sentido”.
Sin embargo, el Santo Padre considera que “la vejez está en condiciones de captar el engaño de esta normalización de una vida obsesionada por el disfrute y vacía de interioridad: vida sin pensamiento, sin sacrificio, sin interioridad, sin belleza, sin verdad, sin justicia, sin amor: esto es todo corrupción. La sensibilidad especial de nosotros ancianos, de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos”.
“Noé es el ejemplo de esta vejez generativa: no es corrupta, es generativa. Noé no hace predicaciones, no se lamenta, no recrimina, pero cuida del futuro de la generación que está en peligro. Nosotros ancianos debemos cuidar de los jóvenes, de los niños que están en peligro. Construye el arca de la acogida y hace entrar hombres y animales. En el cuidado por la vida, en todas sus formas, Noé cumple el mandamiento de Dios repitiendo el gesto tierno y generoso de la creación, que en realidad es el pensamiento mismo que inspira el mandamiento de Dios: una bendición, una nueva creación (cf. Gen 8,15-9,17). La vocación de Noé permanece siempre actual”, recalcó el Pontífice.
Al concluir su catequesis el Papa quiso hacer un llamamiento por la paz en Ucrania y para ello propuso una oración escrita por un obispo italiano para pedir al Señor el perdón y la paz.
Esta es la oración:
Perdónanos la guerra, Señor.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros pecadores.
Señor Jesús, nacido bajo las bombas de Kiev, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, muerto en brazos de la madre en un bunker de Járkov, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, enviado veinteañero al frente, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que ves todavía las manos armadas en la sombra de tu cruz, ¡ten piedad de nosotros!
Perdónanos Señor,
perdónanos, si no contentos con los clavos con los que atravesamos tu mano, seguimos bebiendo la sangre de los muertos desgarrados por las armas.
Perdónanos, si estas manos que habías creado para custodiar, se han transformado en instrumentos de muerte.
Perdónanos, Señor, si seguimos matando a nuestros hermanos, perdónanos si seguimos como Caín quitando las piedras de nuestro campo para matar a Abel.
Perdónanos, si seguimos justificando con nuestro cansancio la crueldad, si con nuestro dolor legitimamos la brutalidad de nuestras acciones.
Perdónanos la guerra, Señor. Perdónanos la guerra, Señor.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ¡te imploramos! ¡Detén la mano de Caín!
Ilumina nuestra conciencia,
no se haga nuestra voluntad,
¡no nos abandones a nuestras acciones!
¡Detennos, Señor, detennos!
Y cuando hayas parado la mano de Caín, cuida también de él. Es nuestro hermano.
Oh Señor, ¡pon un freno a la violencia!
¡Detennos, Señor! Amén.
Patricio, Santo
Obispo y patrón de Irlanda, 17 de marzo
Martirologio Romano: San Patricio, obispo, que, siendo joven, fue llevado cautivo desde Gran Bretaña a Irlanda, y después, recuperada la libertad, quiso ser contado entre los clérigos y regresar a la misma isla, donde, hecho obispo, anunció con vehemencia el Evangelio y organizó con firmeza la Iglesia, hasta que en la ciudad de Down se durmió en el Señor († 461).
Etimológicamente: Patricio = Aquel que es un patricio o noble, es de origen latino
Breve Biografía
Nacido en Gran Bretaña (Bennhaven Taberniae (pueblecito de Escocia que hoy no se encuentra en los mapas) hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado obispo Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia. Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).
No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejercito romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo el occidente.
Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.
La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces «aún no conocía al verdadero Dios», queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.
Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar donde vivió los tristes años de su juventud.
Lo mas importante es que para entonces, como el lo dice: «oraba de continuo durante las horas del día y fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior».
Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir. Huyendo, caminó mas de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo hasta Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron. Patricio narra esa aventura diciendo:
«llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. ´¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…´ A aquellas súplicas yo respondí francamente: ´Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes´. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia.»
Finalmente llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oía «las voces de los que moran mas allá del bosque Foclut, mas allá del mar del oeste y así gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: ´Clamamos a ti, Ho joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente´ «. «Eternas gracias deben dársele a Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban».
No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.
Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins, frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años mas. También hay sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.
Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir porque a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.
Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la tenían por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las llamas.
Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del «Gran Rey» Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.
Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol, diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.
San Patricio y sus enemigos
Sus acérrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. También sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para defenderse, Patricio escribió su Confessio. Por fortuna poseemos una colección bastante nutrida de esos escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentía y actuaba.
Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecía, respecto al santo, que Muirchu, su historiador nos transmite textualmente así: «Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña) tendrá un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén». Los augurios agregaban esto todavía: «Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará».
En la evangelización, San Patricio puso mucha atención en la conversión de los jefes, aunque parece ser que el mismo rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia. Consiguió el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros, incluso el riesgo de perder la vida (mas de cinco veces) en su trato con aquellos bárbaros. Pero se notaba que había una intervención milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la religión trataban de matarlo. En un incidente que ocurrió en misión, su cochero Odhran, quizás por algún presentimiento, insistió en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por consiguiente fue Odhram quien recibió el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a San Patricio.
No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, siguió firme. En varios sitios de Irlanda, construyó abadías, que después llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribó al ídolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde edificó una de las iglesias cristianas. En la región de Connaught, realizó cosas notables. En la población de Tirechan se conservó para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y Fedelm, hijas del rey Laoghaire. También existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en Leinster y en Munster.
Por su santidad, manifiesta en su carácter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros, San Patricio logró muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirvió para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicación del cristianismo. De hecho hacen referencias en los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara entre los paganos y el santo y su discípulo San Benigno (Benen). Dicen esos libros que «Patricio convocó a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio».
Hay muchas fantasías sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero también hay relatos que tienen un trasfondo sin duda histórico. Dicen que un Sábado Santo, cuando nuestro santo encendió el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamó: «El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la isla». Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religión católica se extendió de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico, iluminado por la luz de la religión de Cristo, y que a su vez a dado muchos misioneros a la Iglesia.
El Sínodo
Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocó a un sínodo, seguramente en Armagh, no se mencionó el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas. En esa época San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste físico de sus austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelización. Probablemente el sínodo haya tenido lugar cuando los días del santo ya estaban contados
Vida de Santidad
Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenía el santo y el profundo amor a Dios que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las «Confesiones», la Lorica y la carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresión que causaba a los que lo conocían personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad. Decía que su trabajo misionero era la simple actuación de un mandamiento divino y que su aversión contra los pelagianos se debía al absoluto valor teológico que él atribuía a la gracia. Era profundamente afectuoso, por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su familia de sangre y de su casa, a la que le unía un gran cariño. Era muy sensible, le hacía sufrir mucho que digan que trabajaba en la misión que había emprendido para buscar provecho propio, por eso insistía tanto en el desinterés que lo animaban a seguir trabajando.
De sus Confesiones: «Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había conquistado y reinaba en mí. Fue El quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia».
La santidad da frutos
El buen éxito de la misión de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponía a cualquier sacrificio y a la inteligente organización que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del lugar, formando un clero local, consagró obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante del lugar, así cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.
La obra de evangelización pudo progresar rápidamente gracias también a que San Patricio atrajo muchos discípulos fieles, como Benigno quién estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a pesar de la distancia, el santo se mantenía en contacto con Roma. En el año 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que está asentado en los «Anales de Ulster». Es probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educación y administración.
San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtió al cristianismo a «toda Irlanda». El propio santo alude, mas de una vez, a las «multitudes», a los «muchos miles» que bautizó y confirmó. «Ahí», dice San Patricio, «donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo». Sin embargo, como es lógico pensar, el paganismo y el vicio no habían desaparecido por completo. En las «Confesiones», que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: «A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante». Pero más adelante agrega: «Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: ´Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá la manera de aliviarlos». En esta confianza estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisión de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, fue una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.
La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso florecimiento de santos irlandeses. Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguió que la legislación fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya conservado firme en la fe por mas de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.
Según un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subió a una montaña a rezar y hacer ayuno y «desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén». Patricio murió y fue sepultado en el año 461, en Saúl, región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal
Santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31. Jueves II de Cuaresma
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por este momento de calma e intimidad contigo. Ábreme los ojos, para que pueda verte y servirte siempre que vienes a mi encuentro en mis hermanos. María, que amaste a cada persona porque estabas llena del amor de Dios, acompáñame en este momento de oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces grito: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cuántos «Lázaros» nos encontramos cada día? Ellos son gente que conocemos, que vemos camino al trabajo, en la escuela o universidad. Tal vez son miembros de nuestra familia. Todo hombre o mujer que sufre hambre material o de amor, es Lázaro. Todo aquel que tiene heridas, en su cuerpo o en su alma, está echado a la puerta de nuestro corazón. ¿Queremos ser como el rico del Evangelio que ignora a su hermano que sufre? ¿O como el buen samaritano, que «al pasar junto a él, lo vio y se conmovió?» (Lc 10,33).
Cada día Jesús nos regala oportunidades nuevas de amarlo. Él mismo dijo que «En verdad les digo que, cuando lo hicieron [las obras de misericordia] con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí» (Mt25, 40). Cada persona necesitada es Cristo que nos ofrece una ocasión de hacerle un bien, y de hacernos un bien. De hacerlo feliz, y de hacernos felices, pues «La felicidad está más en dar que en recibir» (Hch. 20, 35). Amando, le damos gloria, y somos hombres y mujeres plenos. Del amor salen sólo bienes. «De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia» (Jn 1,16).
¿Qué vamos a elegir hoy? Jesús, tú sabes que mi corazón está hecho para amar, pero también está herido por el pecado. Dame fe, para ver tu rostro en mis hermanos. Lléname de tu amor ahora, para que yo pueda dártelo de vuelta. Hazme un poco más como tú. Que perdone a mis hermanos, que te sirva, que te dé con generosidad mi tiempo y mis bienes.
«Es el grito de tantos Lázaros que lloran, mientras que unos pocos epulones banquetean con lo que en justicia corresponde a todos. La injusticia es la raíz perversa de la pobreza. El grito de los pobres es cada día más fuerte pero también menos escuchado. Cada día ese grito es más fuerte, pero cada día se escucha menos, sofocado por el estruendo de unos pocos ricos, que son cada vez menos pero más ricos. Ante la dignidad humana pisoteada, a menudo permanecemos con los brazos cruzados o con los brazos caídos, impotentes ante la fuerza oscura del mal. Pero el cristiano no puede estar con los brazos cruzados, indiferente, ni con los brazos caídos, fatalista: ¡no! El creyente extiende su mano, como lo hace Jesús con él. El grito de los pobres es escuchado por Dios». (Homilía de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a visitar a Jesús en la Eucaristía y estaré con Él en silencio unos minutos, para dejar que me llene de su amor para así crecer en la misericordia hacia los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cuando sufrimos una injusticia
Podemos mirar al cielo, al Padre justo y misericordioso, para que alivie el dolor de nuestros corazones.
Un robo, una calumnia, una piedra arrojada para dañar: son formas de injusticia que generan dolor, incluso rabia.
Cuando sufrimos una injusticia, podemos reaccionar de muchas maneras. Pero también podemos reflexionar sobre ese gran misterio de la libertad humana.
Hay injusticias porque mentes y corazones se dejan arrastrar por malos deseos, por avaricias, por odios, por envidias, por formas casi absurdas de maldad.
Quienes sufren la injusticia, se ven privados de bienes materiales o de bienes espirituales. Faltará incluso comida en la mesa, o habrá que ir al hospital para curar una herida provocada por un agresor despiadado.
Las injusticias nos ponen ante esa fragilidad del mundo en el que vivimos. Junto a los fenómenos naturales que causan grandes o pequeños daños, existen comportamientos humanos que hieren y privan de bienes básicos.
¿Cómo afrontar el momento de la injusticia? Necesitamos tener mucha paciencia. Luego, recordar todos esos bienes y opciones que nos permiten seguir adelante.
También podemos reaccionar con unos ojos más abiertos a tantas personas buenas y honestas que están a nuestro lado y que, quizá sin darnos cuenta, nos ayudan y nos protegen en lo material y, sobre todo, en lo espiritual.
Pero, sobre todo, podemos reaccionar con una oración por quienes nos han hecho daño. Porque el mejor modo para resistir al mal es responder con el bien.
No sabemos qué haya en el alma de un ladrón, de un mentiroso, de un calumniador, de uno que provoca heridas físicas en otros.
En cambio, sí sabemos que es un ser frágil como nosotros, que ha cometido un acto que nos hace sufrir y que necesita perdón y fuerzas para reparar los daños cometidos y para emprender el camino hacia la honradez y el amor. Cuando sufrimos una injusticia, podemos mirar al cielo, al Padre justo y misericordioso, para que alivie el dolor de nuestros corazones, y para que ayude a quien nos ha herido, alguien que también es hijo de Dios y hermano nuestro.
El Camino de San Patricio: tras los pasos del santo patrón
Esclavo solitario, desterrador de serpientes, defensor del cristianismo: conoce su historia tallada en piedra
Es difícil elegir un lugar que evoque más que cualquier otro la esencia del espíritu de San Patricio. Peregrinos del mundo entero llegan hasta Irlanda para seguir las etapas de su viaje, descubriendo los lugares que ayudaron a convertirlo en leyenda.
Pero la historia de San Patricio no ha fascinado únicamente a los peregrinos: cualquiera que sienta interés por la historia se quedará cautivado por algunas de las visitas imprescindibles a lo largo del Camino de San Patricio en Irlanda del Norte. Por ejemplo, la abadía de Bangor, fundada en el siglo VI por San Comgall. En aquella época era uno de los principales centros de conocimiento de Irlanda, además de acoger a la increíble cifra de 3000 monjes. No es de extrañar que se conociera como la «luz del mundo» (‘Light of the World’).
En la ciudad de Armagh hay dos catedrales que llevan el nombre de San Patricio: La catedral de la Iglesia de Irlanda se alza orgullosa en la colina de Sally Hill, con maravillosas y extensas vistas de los alrededores. En la colina de enfrente verás la pareja de chapiteles de la catedral católica de San Patricio, custodiada por dos magníficos arzobispos de mármol.
Con dos de sus colinas dominadas por catedrales, no sorprende que Armagh sea la capital eclesiástica de Irlanda. Si quieres conocer a San Patricio de verdad, este es el mejor sitio para empezar. San Patricio llamó a esta ciudad “mi dulce colina” y fundó aquí su primera iglesia en el año 445 A.D. Ambas catedrales de Armagh están dedicadas al santo, mientras que en el Museo del Condado de Armagh, la biblioteca pública de Armagh y el No.5 de Vicar’s Hill encontrarás material fascinante que resalta el papel desempeñado por la ciudad en la historia del cristianismo en Irlanda.
Pero el paso de Patricio por esta tierra histórica ha quedado marcado en más que sólo iglesias antiguas. No hace falta mucha imaginación para volver al siglo VI y figurarse la difícil existencia que llevaba Patricio, un niño de 16 años, sobre las laderas de la montaña de Slemish. Golpeado por el viento y la lluvia, pasó grandes penurias como esclavo a cargo de un rebaño de ovejas. Alzándose casi 450 m sobre el nivel del mar, se cree que fue en esta montaña del Condado de Antrim donde Patricio trabajó como esclavo pastoreando desde los 16 a los 22 años. Cada Día de San Patricio, una multitud se dispone a subir sus empinadas laderas hasta la cima, pero puedes visitar en cualquier momento del año y admirar unas vistas que no han cambiado mucho desde la época de San Patricio: las colinas de Antrim, las costas de Irlanda del Norte y Escocia, y el valle del Bann.
¿O qué decir de Strangford Lough? Hoy en día es un refugio de flora y fauna salvaje, pero se piensa que Patricio navegó por aquí para desembarcar justo a las afueras de Downpatrick.
Sin embargo, para muchos la esencia de San Patricio reside en la sencillez de la iglesia de Saul, construida en 1932. Allá por el año 432, San Patricio instauró su primera iglesia en un simple granero en este mismo lugar. Marcaba así el inicio de un legado que ha llegado hasta nuestros días, y que ha afectado las vidas de personas de todo el mundo.
María Magdalena: La pecadora arrepentida
De no ser por los Evangelios y por lo que Jesús hizo con ella, nadie la recordaría hoy
Era «una mujer pecadora que había en la ciudad» y se le perdonaron los pecados «porque había amado mucho».
El relato de san Lucas (7, 36-50) introduce a esta mujer en la historia de los hombres y ya estará en ella hasta el fin; de no ser por los Evangelios y por lo que Jesús hizo con ella, nadie la recordaría hoy; su vida habría pasado como un anónimo de baja calidad olvidado por todos. Leyendo la escena de lo que pasó en casa de Simón no se descubre su nombre; fue una delicadeza de autor tan humano y fino que no quiso ponerla en evidencia. Hizo bien, porque como la malicia de los hombres y mujeres con sus evidentes debilidades no tienen nada de atractivo ni de originalidad, prefirió resaltar la misericordia sin límite de Jesús. Luego, cuando ya no tuviera dentro «los siete demonios» que tuvo, sí sería oportuno escribir el nombre de María Magdalena, como hace Lucas en el capítulo siguiente.
Sin que pueda afirmarse de modo absoluto la identidad entre María Magdalena, la pecadora sin nombre, con la hermana de Lázaro y de Marta que se llamaba María a la que habría de suponer una época de extravíos juveniles, parece que la coincidencia de rasgos comunes en los relatos evangélicos –preferencia por los pies de Jesús y ser amiga de ungüentos perfumados–, justifican la fusión que de ambas figuras hace la tradición cristiana como queda expresada en la liturgia y en el martirologio.
Quizá fue un reproche de Jesús lo que la llevó al cambio, pero no lo sabemos; o a lo mejor fue una mirada de Jesús encontrada en alguno de aquellos momentos en los que la había situado su curiosidad por desear ver al joven Rabí de Nazaret; o la afirmación agresiva que hizo Jesús –para aclarar la mente de los que pensaban que eran buenos– de que «los publicanos y las prostitutas os precederán en el reino de los Cielos». El caso es que comenzó a sentirse incómoda consigo misma desde que le escuchó aquello de «bienaventurados los limpios» que verían a Dios. Hablaba mucho Jesús de la misericordia divina y, sin poderlo explicar, María no podía distraerse del deseo vehemente de estar cercana; le parecía que nadie hasta entonces entendía tanto de las profundidades de ese corazón bueno de Dios y ella comenzó a notar en su interior un deseo acuciante de bondad y de bien. El Nazareno disfrutaba hablando de la misericordia divina con los pecadores, rompió las reglas de juego admitiendo entre sus amigos a indeseables, y hasta dijo aquella verdad de que el médico está para los enfermos, que lo sanos no lo necesitan. María se siente colocada frente a sí misma; comenzó a darle asco su vida. La enseñanza variopinta del Maestro hablaba del padre bueno que espera la vuelta del hijo que se fue, y del pastor que busca cuidadoso a la oveja que se extravió. La de Magdala ya no se soporta; no puede sufrir el pensamiento de su propio espectáculo a pesar de su ansia vehemente de triunfos y halagos; se rebela contra su situación actual al tiempo que escucha a Jesús que hablaba de Dios –el mismo de siempre, pero sin palo–, como un padre lleno de comprensión. La mujer siente su orgullo encabritado, pero la gracia va abriéndose camino; solo hacía falta querer dar un paso, porque los pecados pesan ahora como una atadura insoportable.
Ni se lo pensó. Entró como a escondidas con un vaso de alabastro lleno de perfume, sin deseo de llamar la atención, y sin conseguir pasar desapercibida. Quiso pedir perdón y no pudo; se arrastró; no le salían palabras; solo es capaz de llorar, besar los pies y secar lo mojado con sus cabellos manejados con arte. Aturdida por tan extraña situación, le pareció oír que el joven Rabí la defendía de Simón con palabras pausadas y voz serena. Después vino el gozo al escuchar «tu fe te ha salvado, vete en paz».
Libre y renovada, flotando en bondad, se une al grupo de mujeres que le asisten en el ministerio mesiánico, y ya no dejará jamás a Jesús, ni siquiera cuando le escuche que deberá comer su carne y beber su sangre, ni se unirá a la cobarde deserción de sus amigos en el momento del Calvario. Vive una felicidad indecible.
Galilea, Judea, Decápolis y Fenicia. En Judea, el ambiente se iba enrareciendo; ella no sintió miedo, ni entendió cómo podían tenerlo los discípulos. Pero aquello pasó, aunque María no lo tuviera previsto y hasta le pareciera la pesadilla de un sueño embustero, ¡habían apresado al Maestro! Si solo ha hecho el bien, si es tan bueno, si no hizo mal, si ayuda a los pobres, si se desvive por los enfermos, si dice verdades, si habla del Cielo…
Su actuación fue la misma por todas partes. ¿No curó al paralítico? ¿Qué hizo con el ciego? ¿No sanó leprosos? ¡Dio vida a la niña, al chico de Naín, a Lázaro! Alimentó a miles con pocos panes y peces, libró a endemoniados… tantas y tantos vivían contentos gracias e él.
Ya han levantado la cruz. El Gólgota está oscuro y con truenos. Se le escucha perdonando, que es lo suyo. Y hace promesa del Reino al ladrón y asesino que se arrepiente; sí, ese es su estilo. María mira y no entiende, mira y se avergüenza. La antigua profecía: «Mi siervo ha tomado sobre sí los pecados de todos» fue como un relámpago en su mente que le hizo entrever algo del misterio. Era descubrir el precio de sus pecados, la malicia de sus hechos. Y muchas lágrimas, algún grito, todo es desconsuelo mientras hipa a moco tendido. La mano de la madre del crucificado puesta en su hombro venía a darle paz; el rostro de aquella mujer con lloro sosegado le hizo entender que no tenía derecho a expresar más dolor del que sufría la propia madre del muerto.
Cuando lo desclavaron y lo bajaron, casi no tuvieron tiempo para prepararlo y así lo tuvieron que enterrar. María Magdalena tiene la cabeza confusa y lleva un propósito en el pecho: cuando pasase el descanso sabático, moriría al lado de Jesús, quedándose junto al sepulcro.
Allá iba el domingo entre dos luces, con más ungüentos aromáticos, acompañada de un grupo pequeño de mujeres. La puerta está abierta, ¡han violado la tumba y no está su cuerpo! Corre al cenáculo y corren también Juan y Pedro. Todos se alborotan y regresan con el corazón en un puño, plasmada la incertidumbre en los rostros y con más miedo dentro. María se queda sola con su desventura; ya no le queda ni siquiera el cuerpo de Jesús muerto.
Le dice al hortelano que lo buscará y lo traerá. Solo una palabra en tono especial la revuelve para poder ella responder de modo increíble a lo humano: Rabboni, Maestro mío. Hay un nuevo intento de agarrarse a sus pies y la alegría indescriptible de testificar como un huracán que ha visto vivo al que estuvo muerto.
A partir de este momento, ya no se vuelve a hablar en el Evangelio más de María Magdalena.
Después quedó la leyenda –clara en sus justos términos– parloteando de sus posibles, imaginados o deseados pasos por el mundo, apartada en el desierto o llegando en diáspora judía hasta las playas de Marsella. Yo prefiero quedarme con la estampa que cierra su vida el Evangelio hasta que la salude personalmente en el cielo. ¿Podrá hacerse eso?
La Cuaresma: ¿Cómo vivirla?
La Cuaresma implica un empeño ascético, individual y colectivo: oración, ayuno, abstinencia……
¿Qué es la Cuaresma?
– Es un período especial del año litúrgico durante el cual el pueblo cristiano se prepara para celebrar el misterio Pascual.
– La Cuaresma es un tiempo oportuno para estar, junto con María Santísima y San Juan, el discípulo amado, junto a Cristo que en la Cruz consuma, por toda la humanidad, el sacrificio de su vida (cfr Jn 19, 25).
– «Mirarán al que traspasaron»: es tiempo oportuno para mirar con confianza el costado de Jesús, atravezado por la lanza, del cual brotaron «sangre y agua» (Jn 19, 34)!
– «Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que también nosotros cada día debemos «volver a dar» al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente en la alegría de la Pascua» (benedicto xvi, Mensaje para la Cuaresma 2007).
¿Por qué cuarenta días?
– La teología y la espiritualidad de la Cuaresma se constituyeron en relación con diversos eventos del Antiguo y del Nuevo Testamento.
– El mismo número 40 nos recuerda:
· los días del diluvio universal;
· los años transcurridos por Israel en el desierto;
· los días transcurridos por Moisés en el Monte Sinaí;
· los días transcurridos por el profeta Elías en el desierto antes de llegar al encuentro con Dios en el Monte Horeb;
· los días de penitencia de los habitantes de Nínive;
· los días del ayuno de Jesús en el desierto, donde al final fue tentado por el Diablo.
– Todo ésto tiene un valor didáctico.
La Cuaresma es el tiempo:
· de la destrucción del mal, como para los hombres del diluvio;
· de la prueba y de la gracia, come para Israel;
· de la oración que dispone para el encuentro con Dios, como para Moisés y Elías;
· de la penitencia y de la expiación en espera del juicio divino, como imitación de los 40 días de ayuno y de penitencia con los que los habitantes de Nínive aplacaron la ira divina;
· del ayuno finalizado a comer el verdadero alimento, que es hacer la voluntad del Padre: «no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (así le respondió Jesús a Satanás al final de los 40 días pasados en el desierto).
¿Cuáles son los grandes temas cuaresmales?
Tres son en particular los temas que son propuestos por la liturgia cuaresmal:
1. El tema pascual. Porque la Cuaresma es preparación a las celebraciones pascuales, el tema muerte-vida asume una importancia fundamental. Comienza desde el segundo domingo (la Transfiguración) y se hace más explícito en las dos últimas semanas.
2. El tema bautsimal. La Cuaresma en su estructura fundamental se formó en torno al sacramento del Bautismo administrado a los adultos durante la Vigilia Pascual. Los cristianos toman mayor conciencia del propio bautismo.
3. El tema penitencial. Se desarrollo sobretodo al inicio de la Cuaresma (miércoles de ceniza y el evangelio de las tentaciones de Jesús en el primer domingo).
¿Cuáles son las prácticas cuaresmales?
– La Cuaresma implica un empeño ascético, individual y colectivo, cuyas formas tradicionales son:
· oración (Misa cotidiana sobre todo y el Via Crucis)
· ayuno (es el conjunto de las prácticas de mortificación: comida-palabras-diversiones): la mortificación permite una mayor disponibilidad hacia el prójimo, mayor tiempo para el voluntariado y más dinero para la caridad.
– En Cuaresma la Iglesia recuerda que están mandados:
· ayuno y abstinencia de carne: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo;
· la abstinencia de carne: todos los Viernes de Cuaresma.
– Iglesia recomienda en particular la práctica, durante la Cuaresma, de las obras de misericordia corporales y espirituales:
· Las siete obras de misericordia corporales
1. Dar de comer al hambriento.
2. Dar de beber al sediento.
3. Vestir al desnudo.
4. Dar posada al peregrino
5. Visitar los enfermos.
6. Visitar a los presos.
7. Sepultar a los muertos.
· Le siete obras de misericordia espirituales
1. Dar consejo al que lo necesita.
2. Enseñar al que no sabe.
3. Corregir al que yerra.
4. Consolar al triste.
5. Perdonar las ofensas.
6. Soportar con paciencia los defectos de nuestros prójimos.
7. Rezar a Dios por los vivos y por los muertos.
– Estas prácticas, «expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás » (Catecismo de la Iglesia Católica, 1434).
¿Cuál es la importancia del ayuno?
(tomado del: benedicto xvi, Mensaje para la Cuaresma 2009)
– «En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo.»
– El ayuno, en cambio, para el creyente tiene una relevante importancia, y es rico de numerosos significados y finalidades:
· Dimensión personal:
*Con el ayuno, de hecho, «el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia».
*práctica del ayuno «contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y acrecer la intimidad con el Señor».
*«Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación».
*Con el ayuno y la oración, «Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios».
*Tal práctica es «un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos».
*Del mismo modo, «ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana».
· Dimensión social:
*El Santo Padre subraya también el significado social del ayuno, afirmando que «ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos».
*Lo que ahorramos ayunando, podemos destinarlo a obras de beneficiencia u obras caritativas.
*Por esto, exhorta a las parroquias «a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna.»
– Definitivamente, gracias al ayuno, la Cuaresma es el tiempo ideal «alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo».
Acerca de la limosna:
– ¿Cómo dar la limosna?
He aquí algunas indicaciones:
· debe ser escondida. «Que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda», dice Jesús, «para que tu limosna quede secreta» (Mt 6, 3-4);
· realizarla:
*sin ofender a quien la recibe;
*sin mostrarnos nostros mismos (vanagloria)
*alegría: hay más alegría en el dar que en el recibir (cfr Hch 20, 35)
· en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática;
· no limitarse solamente a dar cosas materiales (dinero, comida…), sino darnos nostros mismos: nuestra estima, nuestro respeto, nuestro tiempo, nuestros talentos (voluntariado);
· ofrecer el don material, como signo del don más grande que podemos hacer a los demás: el anuncio y el testimonio de Jesucristo;
· lo que da valor a la limosna es el amor: un ejemplo lo tenemos en la viuda del Evangelio (cfr. Mc 12, 42-44).
– ¿Cómo dar la limosna?
· Ayudar a quien tiene mayor necesidad
· compartir con lo otros lo que tenemos gracias a la bondad divina
· practicar la virtud de la justicia: antes y más que un acto de caridad
· reconocer en los pobres al mismo Cristo
· imitar a Cristo, quien se hizo pobre para hacernos ricos
· poner por obra un ejercico ascético para nosotros:
* para liberarnos del apegamiento a las cosas terrenas
* para purificarnos interiormente
· afirmar el principio de que no somos los propietarios sino los administradores de los bienes que poseemos, donados por Dios
· actuar movidos por la gloria de Dios
· practicarla no por filantropía sino por caridad, amor: como gesto de comunión eclesial
· acercarnos a Dios, acercádonos a los demás: instrumento de auténtica conversión y reconciliación con Dios y con los hermanos;
· obtener el perdón de los pecados. San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados: «La caridad- escribe- cubre la multitud de los pecados» (1 Pe 4, 8).
El Primicerio
de la Basílica de San Ambrosio y San Carlos en Roma
Monsignor Raffaello Martinelli
Cinco cosas que no sabías de san Patricio
¿Qué? ¿San Patricio no es irlandés?
Dice el dicho que en el día de san Patricio todos somos un poco irlandeses. Lo curioso es que el propio santo ni era irlandés ni se llamaba Patricio. Y los desfiles y procesiones para celebrar el día del santo son un asunto mucho más reciente de lo que se cree.
Por todo eso, la revista Time ha preparado un listado en el que figura todo lo que no sabías –y deberías saber- sobre la celebración del día del santo irlandés más querido del mundo. Aquí, hemos querido reproducir algunos de esos datos.
A San Patricio se le atribuye la cristianización de Irlanda, a mediados del siglo V.
El trébol
A san Patricio se le atribuye la cristianización de Irlanda, a mediados del siglo V. La historia dice que el santo explicaba el misterio de la Santísima Trinidad sujetando un trébol. A juzgar por las evidencias, la metáfora fue particularmente iluminadora: a su muerte, Irlanda contaba con un buen número de iglesias, monasterios y escuelas cristianas.
El fraile franciscano Luke Wadding, a quien (probablemente) se deba la celebración del día de San Patricio.
El 17 de marzo
San Patricio murió un 17 de marzo hace más de 1500 años. O al menos eso es lo que afirma el teólogo franciscano irlandés del siglo XVI Luke Wadding. Este ferviente nacionalista irlandés, tenaz abogado de la causa católica en Irlanda, celebró durante toda su vida sacerdotal la fiesta de san Patricio como si se tratase de una solemnidad. A él se debe el hecho de la inserción de la fiesta de san Patricio en el calendario litúrgico universal.
El azul de San Patricio
No. El color de San Patricio no es el verde, sino el azul. O al menos así lo era. El llamado “azul de San Patricio” aún puede verse en algunas antiguas banderas irlandesas. También en cintas y banderas de la Armada Ciudadana Irlandesa, la misma que procuró el fin de la dominación británica en 1916, con el alzamiento de Pascua. El verde, aparentemente, es consecuencia del uso del trébol como símbolo nacionalista irlandés.
Ni irlandés ni Patricio
Maewyn Succat (que ese era su nombre) nació en Bretaña a inicios del siglo IV. Cuando tenía 16 años, unos saqueadores irlandeses atacaron la casa de sus padres y lo secuestraron.Le mantuvieron en cautiverio por seis años más. Al huir, volvió a Bretaña y fue luego enviado de vuelta a Irlanda, esta vez como misionero. Al ser ordenado como sacerdote, asumió el nombre “Patricio”, como una figura paterna para su feligresía.
El desfile no es irlandés, sino estadounidense
El primer desfile del día de San Patricio se celebró en 1762, cuando un grupo de soldados irlandeses marcharon por las calles de Nueva York un 17 de marzo para celebrar a su santo patrono. Ya para 1848, el desfile se había convertido en un evento oficial de la ciudad, que hoy día atrae a más de tres millones de personas.
Oración de san Patricio contra males físicos y espirituales»
Cristo, sé mi escudo hoy».
Muchos males físicos y espirituales existen a nuestro alrededor. Hoy igual que en el siglo V, cuando san Patricio lidió con los rudos saqueadores irlandeses y logró mostrarles la fuerza y la paz de Jesús.
En aquellos años difíciles, él rezaba esta poderosa oración. Y hoy puede serte útil a ti para levantarte y sentir a Cristo contigo, delante de ti, detrás de ti, dentro y sobre ti, en todo momento…
Me levanto
Me levanto hoy por medio de la poderosa fuerza, la invocación de la Santísima Trinidad, por medio de la fe en sus tres personas, por medio de la confesión de la unidad del Creador del universo.
Me levanto hoy, por medio de la fuerza del nacimiento de Cristo y su bautismo, por medio de la fuerza de su crucifixión y de su sepulcro, por medio de la fuerza de su resurrección y su asunción, por medio de la fuerza de su descenso para juzgar el mal.
Me levanto hoy por medio de la fuerza del amor de querubines, en obediencia de los ángeles, en servicio de arcángeles, en la esperanza que la resurrección encuentra recompensa, en las oraciones de los patriarcas, en las palabras de los profetas, en las prédicas de los apóstoles, en la inocencia de las santas vírgenes, en las obras de todos los hombres de bien.
Me levanto hoy por medio del poder del cielo: luz del sol, esplendor del fuego, rapidez del rayo, ligereza del viento, profundidad de los mares, estabilidad de la tierra, firmeza de la roca.
Me levanto hoy por medio de la fuerza de Dios que me conduce: poder de Dios que me sostiene, sabiduría de Dios que me guía, mirada de Dios que me vigila, oído de Dios que me escucha, Palabra de Dios que habla por mí, mano de Dios que me guarda, sendero de Dios tendido frente a mí, escudo de Dios que me protege, legiones de Dios para salvarme de trampas del demonio, de tentaciones de vicios, de cualquiera que me desee mal, lejanos y cercanos, solos o en multitud.
Invoco
Yo invoco este día a todos estos poderes entre mí y el maligno, contra despiadados poderes que se opongan a mi cuerpo y alma, contra conjuros de falsos profetas, contra las leyes negras de los paganos, contra las falsas leyes de los herejes, contra las obras y astucia de la idolatría, contra los encantamientos de brujas, forjas y hechiceros, contra cualquier conocimiento corruptor del cuerpo y del alma.
Cristo, sé mi escudo hoy, contra venenos, contra quemaduras, contra sofocación, contra heridas, de tal forma que pueda yo recibir recompensa en abundancia.
Cristo conmigo, Cristo delante mí, Cristo detrás de mí, Cristo dentro de mí, Cristo debajo mí, Cristo sobre mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo cuando me acuesto, Cristo cuando me siento, Cristo cuando me levanto, Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura, Cristo en el corazón de todo hombre que piensa en mí, Cristo en la boca de todo hombre que hable de mí, Cristo en los ojos de todos los que me ven, Cristo en los oídos de todos los que me escuchan.
Me levanto hoy por medio de la poderosa fuerza, la invocación de la Santísima Trinidad, por medio de la fe en sus tres personas, por medio de la confesión de la unidad del creador del universo. Amén.
San Patricio ha pasado a la historia como el hombre que llevó que cristianismo a Irlanda. De hecho, hoy es el patrón del país. Su nombre se ha extendido por todo el mundo, pero hay muchas cosas de él que todavía no son suficientemente conocidas…