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MATEO 12:46-50

Amigos, en el Evangelio de hoy alguien dice a Jesús, “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”. Jesús señala con la mano a sus discípulos y dice, “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Las familias son maravillosas. No hay nada malo en fomentar y hacer florecer nuestras familias. Pero la Biblia, una y otra vez, pone en tela de juicio los bienes del mundo, incluso algo tan bueno como son las relaciones familiares.

¿Por qué? Porque la familia no es Dios, no es a lo que debes servir con todo tu corazón; no es el centro de tu vida.

¿Es la familia el lugar en torno al cual giran la mayoría de tus energías? ¿Es tu foco principal a medida que avanza el día? ¿Hay momentos en que sientes que tus obligaciones familiares compiten con la voluntad de Dios?

Entonces recuerda las palabras de Jesús: “¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?…el que hace la voluntad de mi Padre que está en el Cielo”.

Se complace en la misericordia

 

Leemos hoy unos versículos del final del libro de Miqueas. Un libro que, pese a las difíciles situaciones por las que atraviesa el pueblo y a las numerosas amenazas de castigo por el pecado, va a finalizar con una mirada esperanzada al futuro. En forma de una oración suplicando por su pueblo, al que siente como ovejas perdidas habitando entre la maleza. Nostalgia de Dios, podríamos decir. De los tiempos en que los conducía por el desierto y obraba maravillas por ellos.
Ésta es una experiencia que probablemente no está muy alejada de lo que hoy podemos vivir en nuestro mundo. Es difícil no sentir un desconcierto creciente ante la acumulación de nuevas situaciones de dolor y muerte a las que no somos capaces de poner fin, y que amenazan seriamente el futuro de la humanidad. Tras la pandemia, aún activa, “convivimos” con una guerra inexplicable para la inmensa mayoría, y a la que parece que el poder político no va a poner fin fácilmente… A los incalculables daños que se producen en nuestro mundo en forma de pobreza, explotación, injusticia, crimen… se van añadiendo nuevos capítulos que parecen alejarnos indefinidamente del proyecto de Dios.

También a nivel personal puede ser una experiencia que estemos abocados a vivir en un momento u otro de nuestra vida. Seguramente no son pocas las ocasiones en las que nos encontramos como perdidos, sin saber cómo reorientar nuestra manera de situarnos en la vida; o con dificultades para aceptarnos y asumir nuestra fragilidad y nuestros fallos, las incertidumbres, interrogantes, decepciones, problemas…

Se podría decir que es difícil poner la esperanza en nuestras posibilidades… La oración del profeta proclama la promesa de Dios y su fidelidad como fundamento en el que se apoya nuestra esperanza. Dios es perdón, compasión, misericordia, AMOR en definitiva. Todo cuanto necesita nuestro pequeño pero también enorme corazón humano está en Dios. Estamos “diseñados” para la comunión con Él, “habilitados” para encontrarlo y recibir de Él cuanto necesitamos para vivir con sentido. Sólo es preciso volverse libremente hacia Él.

El que cumple la voluntad de mi Padre, ese es mi hermano, y mi hermana y mi madre

Nos ocurre, a veces, que estamos acostumbrados a escuchar el texto evangélico y las palabras de Jesús no nos producen el efecto de novedad absoluta e incluso de escándalo que muchas veces contienen.

Y hoy creo que nos encontramos con una de ellas: ¿qué es esto de que nosotros podemos ser el hermano, la hermana o la madre de Jesús?

No es una metáfora, porque Jesús hace esta afirmación en un contexto en el que aparece su familia “verdadera”, la de carne y hueso, la que todos entendemos como familia. Y precisamente aprovecha esta situación para decirnos algo que no podíamos imaginar, que desborda nuestras concepciones y expectativas.

Jesús está rodeado de gente. La llegada de su familia hace que algunas personas consideren que debe atender a los recién llegados, pues tienen un vínculo especial con él, una cierta jerarquía, unos “derechos” que no tendrían todos esos sencillos discípulos que le están escuchando y que casi acaban de conocerle. Pero Jesús no deja pasar la ocasión que se le presenta para tratar de explicarnos lo que pretende en su vida, y lo que sin duda sigue queriendo hoy para la comunidad de creyentes en él.

 

 

Él quiere crear una familia sin jerarquías, sin gentes más importantes que otras, con más derechos que otras… su familia es circular, no jerárquica. Todos iguales, en torno a una mesa que se comparte. Iguales por “abajo”, desde nuestra condición de creaturas, pero también ¡iguales por “arriba”!, asumidos por Él, participes de su vida, hermanos, hermanas, madres… con capacidad para hacerle presente en el mundo.

Con alegría agradecida y responsabilidad, le suplicamos que sepamos buscar siempre la voluntad del Padre y cumplirla, para poder “dar a luz al Hijo”.

 

 

Macrina la Joven, Santa

Virgen, 19 de julio

 

Martirologio Romano: En el monasterio de Annesis, cerca del río Iris, en el Ponto, ahora en Turquía, santa Macrina, virgen, hermana de los santos Basilio Magno, Gregorio de Nisa y Pedro de Sebaste, gran conocedora de las Sagradas Escrituras, que se retiró a la vida solitaria y fue ejemplo admirable de amor a Dios y de alejamiento de las vanidades del mundo. († 379)

Breve Biografía

Macrina era la mayor de los diez hijos de los santos Basilio y de Emelia la mayor, y hermana de los Padres Capadocios, san Basilio y san Gregorio de Nisa. Nació en Cesarea de Capadocia, hacia el año 327 y su madre la educó con particular esmero, le enseñó a leer y vigilaba cuidadosamente sus lecturas. El libro de La Sabiduría y los Salmos de David eran las obras predilectas de Macrina, quien no descuidaba por ello los deberes domésticos y los trabajos de hilado y costura. A los doce años fue prometida en matrimonio, pero su prometido murió súbitamente y Macrina se negó a aceptar a ninguno de los otros pretendientes, para dedicarse a ayudar a su madre en la educación de sus hermanos y hermanas menores. San Basilio el Grande, san Pedro de Sabaste, san Gregorio de Nissa y los otros hermanos de Macrina, aprendieron de ella el desprecio del mundo, el temor a la riqueza y el amor a la oración y la palabra de Dios. Según se dice, san Basilio volvió muy envanecido de sus estudios, y su hermana le enseñó a ser humilde. Por otra parte, Macrina fue «el padre y la madre, el guía, el maestro y el consejero» de su hermano menor, san Pedro de Sebaste, pues san Basilio el Mayor, murió poco después del nacimiento de su último hijo. A la muerte de su padre, san Basilio estableció a su madre y a su hermana Macrina en una casa a orillas del río Iris; las dos santas mujeres se entregaron allí a la práctica de la ascética con otras compañeras.

A la muerte de santa Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió del trabajo de sus manos. Su hermano Basilio murió a principios del año 379, y Macrina cayó gravemente enferma nueve meses después. Cuando san Gregorio de Nissa llegó a visitada después de nueve años de ausencia, la encontró en un lecho de tablas. El santo quedó muy consolado al ver el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y muy impresionado del fervor con que se preparaba para la muerte. Santa Macrina exhaló eI último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino. El obispo del lugar, llamado Amauxio, dos sacerdotes y el propio San Gregorio, transportaron el féretro y, durante la procesión funeraria, se cantaron los salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la ceremonia.

En el «Diálogo sobre el alma y la resurrección» y en un panegírico dedicado al monje Olimpio, san Gregorio dejó trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos detalles sobre su virtud, su vida y su entierro. En el panegírico mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero de ellos fue que santa Macrina recobró la salud cuando su madre trazó sobre ella la señal de la cruz; en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad de los ojos a la hijita de un militar.

 

San Gregorio añade: «Creo que no es necesario que repita aquí todas las maravillas que cuentan los que vivieron con ella y la conocieron íntimamente … Por increíbles que parezcan esos milagros, puedo asegurar que los consideran como tales quienes han tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres carnales se rehusan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues, para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a aceptar la realidad de esos dones de Dios, he preferido abstenerme de repetir aquí esas maravillas sublimes …» Este comentario confirma, una vez más, el dicho de que sólo un santo puede escribir la vida de otro santo.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

 

 

Cumplir la voluntad de Dios

Santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50. Martes XVI del Tiempo Ordinario

 

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, te pido la gracia de poder ser fiel y perseverante en mi vocación de cristiano.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50

En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a Jesús: “Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo”. Pero él respondió al que se lo decía: “Quien es mi madre y quienes son mis hermanos?”. Y señalando con las manos a sus discípulos, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Palabra del Señor.

 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy, Jesús no propone una sola cosa que es esencial para la vida de un cristiano, hacer la voluntad de Dios. Es algo que parece simple de decir pero es muy difícil de concretar, mas no imposible cuando se quiere hacer esa voluntad. Debemos tener muy presente que Dios jamás no pedirá algo que no podríamos alcanzar y, por ende, su voluntad es siempre algo que podemos lograr.

Todos los días hacemos cientos de cosas, una cierta cantidad de obligaciones como padres, como hijos, como jefes, como empleados… , pero ahora pensemos cuántas veces las hacemos pero en nuestro interior, antes de comenzarlas, las ofrecemos a Dios como ofrenda y le decimos: «Señor esto es lo que soy, esto es lo que tengo para darte hoy», y seguro el Señor las recibe pues sabe que lo hacemos, no como simples operarios, sino que buscamos hacer su voluntad y, además, lo ofrecemos para nuestra santificación y la de los que nos rodean.

 

Pidamos a María, el ejemplo más perfecto de quien busco hacer la voluntad de Dios, que nos aliente y nos ayude para poder decir como ella: «Hágase en mi según tu palabra».

«Somos discípulos, pero también somos misioneros y portadores de Cristo allí donde él nos pide estar presentes. Por tanto, no podemos encerrar el don de su presencia dentro de nosotros. Por el contrario, estamos llamados a hacer partícipes a todos de su amor, su ternura, su bondad y su misericordia. Es la alegría del compartir que no se detiene ante nada, porque conlleva un anuncio de liberación y de salvación. María nos permite comprender lo que significa ser discípulo de Cristo». (Palabras de S.S. Francisco, 8 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy rezaré el Ángelus con la intención especial de pedir a mi madre del cielo que me ayude a cumplir siempre la voluntad de Dios.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

Los hermanos de Jesús

Es verdad que en los evangelios se habla de «los hermanos y hermanas de Jesús».

 

En la Biblia leemos que los habitantes de Nazaret, hablando de Jesús, decían: «Este es el Hijo del Carpintero y su Madre es María, es hermano de Santiago, José, Simón y Judas, y sus hermanas también viven aquí entre nosotros.» (Mt. 13, 55-56)

En otra parte de la Biblia leemos: «Un día Jesús estaba predicando y los que estaban sentados alrededor de él le dijeron: «Tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan». (Mc. 3, 32)

Los que no conocen bien la Biblia sacan de estos textos la precipitada y errónea conclusión de que María tuvo más hijos y que por tal razón no pudo haber quedado virgen, como creen los católicos. Muchos hermanos evangélicos hablan así, al parecer, no por amor a la verdad, sino simplemente para desorientar a los católicos y para que la gente sencilla abandone la verdadera fe en Cristo, en su Iglesia y en la Virgen María. En esta carta quiero explicarles cuán equivocadas están estas personas que piensan que Jesús tuvo más hermanos en el sentido estricto.

1) «Hermanos y hermanas» en el sentido bíblico

Es verdad que en los evangelios se habla de «los hermanos y hermanas de Jesús». Pero eso no quiere decir que sean hermanos de sangre de Jesús, o hijos e hijas de la Virgen María.

Jesús, en su tiempo, hablaba el idioma arameo (que es como un dialecto del hebreo) y en las lenguas arameas y hebreas se usaba la misma palabra para expresar los distintos grados de parentesco cercano, como «primo», hermano», «tío», «sobrino», «primo segundo»… Y para indicar estos grados de parentesco, simplemente, usaban la palabra «hermano o hermana.»

 

 

Por ejemplo: Abhraham llama «hermano» a su sobrino Lot (Gén. 13, 8 y Gén 14, 14-16) Labán dice «hermano» a su sobrino Jacob (Gén. 29, 15).

Es decir, en la Biblia no se usan las palabras «tío» o «sobrino», sino que a los que descienden de un mismo abuelo se les llama hermanos.

Ahora bien, para evitar las confusiones, la Biblia usa varios modismos. Por ejemplo: si se trataba de hermanos verdaderos, hijos de una misma madre, se usaba la expresión: «Tu madre y los hijos de tu madre.» Esta era la única manera correcta de expresarse. En Mateo16, 17 se usa la expresión «Simón, hijo de Jonás» para decir que el papá de Simón es Jonás.

En ningún lugar del Evangelio se habla de los hermanos de Jesús en sentido estricto, como «hijos de María». Por tanto en la Biblia no aparece ningún hermano de Jesús según la carne.

 

 

En el Evangelio de Lucas leemos que Jesús subió a Jerusalén junto con María y José. El niño Jesús tenía ya 12 años. Este relato no menciona ningún hermano de Jesús en sentido estricto. Así el texto nos hace entender que Jesús es el hijo único de María. (Lc. 2, 41-52).

Al momento de morir, Jesús confió su madre María al apóstol Juan, hijo de Zebedeo, precisamente porque María quedaba sola, sin hijos propios y sin esposo. Para los judíos una mujer que se quedaba sola era signo de maldición. Por eso Jesús confía María a Juan y también Juan a María.

«Cuando Jesús vio a su madre, y de pie junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, Jesús dijo a su madre: «Madre, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde entonces ese discípulo la recibió en su casa» (Jn. 19, 26-27).

2) ¿Quiénes son «estos hermanos de Jesús»?

 

 

La Biblia nombra a cuatro «hermanos» de Jesús (Mat. 13, 55-56).

En Mt. 13, 55-56 encontramos los nombres de cuatro «hermanos» de Jesús: Santiago (o Jacobo), José, Simón y Judas.

De estos cuatro hermanos de Jesús arriba mencionados, dos eran apóstoles: Santiago «el hermano del Señor» (Gál. 1, 19) es el apóstol Santiago «el Menor» (Mc. 15, 40), y Judas, «servidor de Jesucristo y hermano de Santiago».

La madre del apóstol Santiago el Menor se llama María y esta María, madre de Santiago y José, estaba junto a la cruz de Jesús (Mc. 15, 40) y era «hermana de María la Madre de Jesús» (Jn. 19, 25) y tía de Jesús. Es la que el Evangelista llama María de Cleofás (Jn. 19, 25)

Comparando los textos bíblicos entre sí, está claro que ni Santiago ni los otros tres nombrados «hermanos de Jesús» eran hijos de la Virgen María y José, sino primos hermanos de Jesús.

Hagamos el árbol genealógico de las dos familias:

«Padre» + madre = hijo (José + María =Jesús)

Alfeo o Cleofás + María = hijos: Santiago, José, Simón y Judas.

3) Jesús es el hijo primogénito de María:

Otros dicen que la Biblia nombra a Jesús como el «primogénito» o sea «el primer hijo de María» y eso es señal de que María tuvo más hijos.

El hecho de que Jesús sea «primer hijo» no significa que la Virgen María tuviera más hijos después de Jesús; de ninguna manera quiere decir eso el Evangelio. «Y dio a luz a su primer hijo» (Lc. 2, 7) quiere decir que «antes de nacer Jesús, la Virgen no había tenido otro hijo».

Y esto era muy importante para los judíos, porque siendo Jesús el primogénito, o sea, el primer hijo, quedaba consagrado completamente a Dios. (Ex. 13, 2). Y es que la Ley del Señor mandaba que el primer hijo fuera consagrado u ofrecido totalmente a Dios (Ex. 13, 12 y Ex. 34, 19). Por eso Jesús, por ser el primogénito o primer hijo ya desde su nacimiento quedaba ofrecido y consagrado totalmente al servicio de Dios.

Esto, y no otra cosa, es lo que enseña el Evangelio al decir que Jesús fue el «primer hijo» (Primogénito) de la Virgen María. En ningún caso quiere decir el primero entre otros hermanos.

4) El uso de la palabra «hermano» en el sentido religioso

Un día preguntó Jesús a sus discípulos: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y mirando a los que estaban en torno a él añadió: Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt. 12, 49-50). Jesús fue el primero en utilizar la palabra «hermano» no en sentido carnal, sino en sentido figurado

En el Evangelio de Juan (20, 17), Jesús llama a sus discípulos y apóstoles: «mis hermanos» y en la carta a los Hebreos (2, 11) todos los redimidos por Cristo son «sus hermanos.» Cristo es «el Primogénito de estos hermanos.» (Rom. 8, 29).

 

 

En este sentido aparece la palabra «hermano» 160 veces en las cartas apostólicas del N. T. «Hermanos pues, en este sentido, hoy como ayer, son todos los que creen y aceptan a Jesús.» Y en esto los hermanos evangélicos son muy inconsecuentes porque en sus sermones usan a cada rato la expresión «hermanos» en sentido figurado (todo el mundo entiende que no se trata de hermanos carnales) Pero cuando se trata de interpretar esta palabra en el N. T., dicen que hay que entenderla en sentido carnal, de verdaderos hermanos según la sangre.

La Iglesia Católica, al igual que las iglesias Evangélicas, tiene ahora también la costumbre de llamar a sus fieles «hermanos y hermanas». ¿Significa esto que todos somos hermanos según la carne? De ninguna manera, sino que utilizamos la palabra «hermanos» en sentido figurado. ¿Por qué, entonces, los evangélicos tienen tanto empeño en interpretar la palabra «hermano» sólo en sentido literal para concluir que la Virgen tuvo otros hijos? ¿No hay aquí una tergiversación o mala interpretación de textos? ¿No será que se utilizan estos textos tan sólo como un pretexto para confundir a los católicos poco familiarizados con la Biblia?

Ojalá que estas palabras «hermano y hermana» no sean para nosotros palabras conflictivas. Hermanos según la carne son los hijos de unos mismos padres. Hermanos según el espíritu somos todos los seres humanos, mayormente los que son miembros de una misma comunidad o familia religiosa.

Queridos hermanos y amigos en Cristo: Creo que estas explicaciones bastan para aclarar el sentido bíblico de la expresión «hermanos y hermanas del Jesús.» Que nadie los venga a molestar ahora con discursos erróneos y a decirles que María tenía muchos hijos… Los que hablan así son personas que no conocen bien la Biblia; es gente que interpreta la Palabra de Dios a su propio gusto y quiere solamente sembrar dudas y mentiras. ¿No dijo el apóstol Pedro que debemos ser prudentes con nuestras interpretaciones privadas de la Biblia? (2 Pedr. 1, 20).

Y por último, queridos hermanos, yo también los nombro con la palabra hermanos, les pido que no hagan caso de palabrerías, sino que sean realmente capaces de vivir este gran sueño de Jesucristo que es construir el Reino de Dios en que todos los hombres volverán a ser hermanos.

 

 

Usar los medios digitales con sentido crítico

Mensaje del Papa Francisco a los participantes en el Congreso mundial de «Signis», que se celebrará del 15 al 18 de agosto.

 

 

En días «marcados por nuevos brotes de violencia y agresiones», es necesario promover la paz también en el mundo digital, a menudo lugar de «toxicidad, discursos de odio y noticias falsas». Es una misión a realizar en el mundo virtual, pero que tiene profundas repercusiones en la realidad de hoy, que el Papa Francisco confía a los participantes en el Congreso Mundial de Signis, la asociación católica mundial para la comunicación.

El encuentro programado del 15 al 18 de agosto en Seúl, Corea del Sur, «tierra – escribe el Papa en su mensaje en inglés – cuya historia de la evangelización demuestra el poder de la palabra impresa y el papel esencial de los laicos en la difusión del Evangelio». La referencia es a la historia terrenal, de hace 200 años, de San Andrés Kim y sus compañeros mártires: “Que su historia – desea Francisco – los confirme en sus esfuerzos por difundir el Evangelio de Jesucristo en el lenguaje de los medios de comunicación contemporáneos».

Los media digitales, poderosos medios de diálogo y comunión

 

 

No es un esfuerzo que deba subestimarse, señala el Papa: «La revolución de los media digitales de las últimas décadas ha demostrado ser un poderoso medio para promover la comunión y el diálogo dentro de nuestra familia humana’’.

“En efecto, durante los meses de bloqueo por la pandemia, hemos visto claramente cómo los media digitales pueden unirnos, no sólo difundiendo informaciones esenciales, sino también colmando la soledad del aislamiento y, en muchos casos, uniendo a familias enteras y comunidades eclesiásticas en la oración y en el culto”.

Graves cuestiones éticas

Al mismo tiempo, el uso de los media digitales, en particular los social media, ha planteado una serie de «graves cuestiones éticas» que requieren «un juicio sabio y perspicaz por parte de los comunicadores y de todos aquellos que se preocupan por la autenticidad y la calidad de las relaciones humanas». A veces, de hecho, «los sitios de los media se han convertido en lugares de toxicidad, discursos de odio y fake news», escribe el Papa Francisco, que identifica esto como un verdadero desafío que debe afrontarse a través de «la educación en los media, el networking de los media católicos y el contraste a las mentiras y a la desinformación».

 

 

Educar a los jóvenes

Estos esfuerzos que los comunicadores de Signis están llamados a realizar reciben todo el apoyo del Papa – afirma Francisco – invitándolos a prestar especial atención a «la necesidad de ayudar a las personas, sobre todo a los jóvenes, a desarrollar un sano sentido crítico, aprendiendo a distinguir la verdad de la mentira, lo correcto de lo incorrecto, el bien del mal, y a apreciar la importancia de trabajar por la justicia, la concordia social y el respeto por nuestra casa común».

Inclusión digital

El Obispo de Roma no olvida tampoco «a las numerosas comunidades de nuestro mundo que siguen excluidas del espacio digital»: también para ellas es necesario arremangarse, «haciendo de la inclusión digital una prioridad» para dar «una contribución significativa a la difusión de una cultura de la paz fundada sobre la verdad del Evangelio».

Escuchar con «el oído del corazón»

 

 

Al concluir, el Papa Francisco recuerda su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del 2022, centrado en la escucha como «primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación». Una escucha que debe hacerse con «el oído del corazón». Es precisamente este «apostolado de la escucha» el que pertenece a los comunicadores católicos, escribe el Pontífice:

“La comunicación, en efecto, no es sólo una profesión, sino un servicio al diálogo y a la comprensión entre los individuos y las comunidades más amplias, en la búsqueda de una convivencia serena y pacífica”.

 

 

El camino sinodal

La escucha, afirma finalmente Francisco, es también «esencial» para el camino sinodal emprendido por toda la Iglesia en los últimos años. «Escucharnos recíprocamente» y «crecer en la conciencia de participar en una comunión que nos precede y nos incluye», es el deseo del Papa. De este modo – asegura – será posible «crear una Iglesia cada vez más ‘sinfónica’, cuya unidad se exprese en una polifonía armónica y sagrada».

 

 

¿Por culpa del neoliberalismo?

Ganar más, sin importar las personas ni el medio ambiente

 

 

VER

En su discurso inaugural, el nuevo Presidente de México arremetió insistentemente contra el neoliberalismo, culpándolo de todos los males del país. En gran parte tiene razón, pero hay que matizar muchas cosas. No somos una nación en quiebra, a pesar de la enorme deuda externa, del fracaso de la política petrolera, de la pobreza extrema en algunos sectores, de la vergonzosa corrupción, la violencia, la inseguridad y la impunidad. Eso es totalmente cierto, pero no todo es por el sistema económico vigente. En muchos aspectos, el país ha avanzado; no se vive ahora como hace unos años. Es demagógico decir lo contrario. Estuve en Chiapas 27 años, y sostengo que ya no es la misma pobreza que hace pocos años, sino que ha habido mejorías, aunque no se niega su rezago en comparación con otras regiones del país.

Por neoliberalismo se entiende el sistema económico en que el dinero manda, lo que prevalece es ganar más y más, sin importar las personas ni el medio ambiente. Los que rigen son el libre mercado, lo que más se vende, las empresas transnacionales, donde los gobiernos poco pueden intervenir. Es un sistema esencialmente injusto e inhumano; sin embargo, muchos países le han puesto contrapesos para una política social en favor de las mayorías, límites a su voracidad financiera, regulaciones a sus desmedidos ingresos. De esta forma, han evitado algunos de sus excesos y han logrado un bienestar generalizado. Es el caso de países europeos, de Canadá y del mismo Estados Unidos. China y Rusia, incluso Cuba, que en un tiempo intentaron otro sistema, un socialismo totalitario, han asumido varios factores del neoliberalismo, y están progresando. En Chiapas, en 1994, se levantó una opción, al principio armada, después sólo política, para rebelarse contra este sistema, e intentar demostrar que se puede vivir de otra forma. Han logrado éxitos sociales y políticos en sus autonomías, pero varias de sus regiones denotan un empobrecimiento que no es el común.

No es posible salirse de este sistema por decreto presidencial, pues la economía depende de muchos factores internacionales, pero sí es posible acotarlo, ponerle límites, obligarlo a una dimensión social en beneficio de las mayorías. Lo ideal es cambiar el sistema, pero lo real es que estamos dentro del mismo. Hay que encontrar mecanismos políticos y económicos, para que no dañe más al pueblo inerme y al cosmos.

PENSAR

Los obispos mexicanos, en nuestro Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, afirmamos: “La economía crece continuamente y muchas familias y comunidades en el mundo, han disfrutado y experimentado la llegada de importantes beneficios para ellas. Sabemos, por otro lado, que siendo la economía, uno de los pilares más visibles de este proceso globalizador, es también la que más hondos sufrimientos ha traído a muchas personas. Las cifras que arrojan cada día los mercados no son sólo números o gráficas; son muchas historias humanas de dolor y desesperación que se viven a diario en el mundo por falta de salud, educación, viviendas dignas y los más elementales derechos para una vida decorosa. Este modelo neoliberal es un capataz cruel, generador de inequidades e injusticias que marcan tristemente la vida de muchos países pobres, provocando una concentración de poder y riqueza en pocas manos y manteniendo en la pobreza a un gran número de personas. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica… Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro” (No. 31).

“En este esfuerzo de consolidación por tener una patria generosa y justa para todos sus habitantes, vemos que nos falta un largo camino aún por recorrer. Advertimos cómo el fruto de toda esta riqueza se ha concentrado en pocas manos, dejando en desamparo a una gran multitud de hermanos nuestros que, teniendo derecho a ella, se encuentran a la espera de lo necesario para vivir dignamente. Reprobamos este sistema neoliberal agotado, que privilegia lo económico sobre el valor de la persona y que ha lanzado a la calle a tantos hermanos. Hacemos nuestra la voz del Papa Francisco: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco” (No. 47).

“Nuestro país ha ido experimentando un crecimiento y un estado de bienestar en campos como la salud, el trabajo, la educación, la infraestructura de bienes y servicios, y un importante número de personas disfrutan ya de ellos. Consideramos por otro lado, que hay un empobrecimiento de un importante número de familias y que a través de muchos años no hemos podido avanzar lo suficiente en el combate de este azote que consume la vida de innumerables personas, que pasan hambre, frío, enfermedades y que no encuentran la oportunidad para salir de un estado de pobreza que se hereda por generaciones. Nuestro país está catalogado como uno de los campeones de la desigualdad social a nivel mundial. Aquí residen personas de las más ricas y poderosas del mundo y, junto a ellos, un gran número de personas en la indigencia. Esta situación nos duele y nos escandaliza, ya que somos hermanos que vivimos en un país con tantos recursos” (No. 48).

ACTUAR

Que no sea el dinero el que mande en nuestra vida personal, familiar, social, política, económica y eclesial, sino las personas, los derechos humanos, el justo salario, el trabajo digno, la solidaridad, el respeto a la ecología, el merecido descanso y, ante todo, Dios.

 

 

Combatir la obesidad ¿es gordofobia?

Es evidente que la aceptación de la propia imagen física no es contraria a la búsqueda de un mejor estado de salud.

 

 

El grupo terrorista Estado Islámico reivindica el atentado de Orlando, Florida, que masacró a 50 personas en un club gay. Acto seguido, muchos medios acusan al cristianismo y a la Iglesia por promover el odio hacia los homosexuales. Más allá de lo ridículo de esta reacción, es interesante la resistencia a comprender la postura católica sobre este asunto particular. Baste un símil para explicarnos:

Muchas personas obesas sufren discriminación, burlas y acoso, sobre todo entre los más jóvenes. Pero ¿es injusto o discriminatorio decir que la obesidad es un desorden?

Hipertensión, colesterol, diabetes, cardiopatías, derrames cerebrales, apneas, problemas óseos o de hígado, son algunas de las consecuencias físicas de la obesidad, sin mencionar las psicológicas que se dan en muchas personas obesas, como problemas de autoestima, estados depresivos y otros desórdenes emocionales.

¿El gordito nace o se hace? La mayoría de las personas con sobrepeso no eligieron ser así. Algunos sufren de ansiedad al comer o simplemente son sedentarios. Otros tienen predisposiciones físicas o emocionales. Otros más fueron educados con pésimos hábitos alimenticios. Y lo peor: muchos han intentado cambiar y no lo han logrado.

Por tanto ¿no será mejor desclasificar la obesidad de la lista de enfermedades y comenzar a considerarla un estado normal? Al ser tan común en muchos países, ¿no sería mejor hablar sólo de aceptación social y normalización? Tal vez sería un gran servicio a aquellos que se sienten acomplejados o rechazados por su figura. Abrir la mente a la diversidad es lo que hoy se predica. Se podría pensar en un desfile del «Fat Pride» u «Orgullo Gordo».

Muchos factores influyen en esta condición, y hay muchos tipos de obesidad, pero ante este fenómeno lo importante es ser tolerantes. Ofrecer dietas o terapias para bajar de peso quizá sólo aumente la discriminación; hablar de las consecuencias de la obesidad tal vez contribuya a reafirmar los estereotipos sobre la gordura y las burlas hirientes de los intolerantes. Y sería una crueldad pretender que estas personas vivieran siempre reprimidas con dietas y ejercicios. Obeso: acéptate como eres, sé feliz, vive libremente tu condición…

Hablando en serio: es evidente que la aceptación de la propia imagen física no es contraria a la búsqueda de un mejor estado de salud.

De manera semejante, hoy es un tabú hablar de las consecuencias de la conducta homosexual. Las estadísticas revelan que la esperanza de vida de los homosexuales ronda los 52 años, 20 menos que los heterosexuales, y no por las agresiones homofóbicas. El 78% de las personas que practican la homosexualidad aceptan haber tenido enfermedades de transmisión sexual.

El siguiente párrafo es del informe gubernamental de la CDC de los Estados Unidos, de febrero de 2016:

«Los hombres gay, bisexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres representan aproximadamente el 2 % de la población en los Estados Unidos, pero son el grupo más gravemente afectado por el VIH. En el 2010, los hombres jóvenes gay y bisexuales (entre 13 y 24 años) representaron el 72 % de las nuevas infecciones por el VIH en todas las personas de 13 a 24 años y el 30 % de las nuevas infecciones en todos los hombres gay y bisexuales. Al final del 2011, un número estimado de 500 022 personas (57 %) que vivían en los EE. UU. y habían recibido un diagnóstico de VIH eran hombres gay y bisexuales, u hombres gay y bisexuales que además usaban drogas inyectables»

Y aquí no se habla con detalle de los desproporcionados porcentajes de drogadicción, alcoholismo y suicidio entre quienes han «salido del armario», lo cual se suele atribuir únicamente a la homofobia, sin querer ver la realidad completa.

Que la Iglesia califique las conductas homosexuales como «pecaminosas» o «antinaturales», según su vocabulario tradicional, tal vez dificulta a muchos comprender lo que esto significa. Así como nadie quiere atacar a las personas con sobrepeso cuando se advierte de los peligros, del mismo modo la Iglesia no quiere humillar a los homosexuales cuando señala el desorden, las consecuencias y peligros de ese estilo de vida, incluso antes de insistir en su aspecto moral, que es lo que más le compete.

El sexo es reproductivo como el comer es nutritivo. Que también tengan un aspecto placentero, innegable y necesario, no es motivo para ponerlo en primer lugar. Desechar lo reproductivo en el sexo es dañino, de manera similar a descuidar lo nutritivo del comer. Sin embargo hoy se promueve el sexo sin procreación y la procreación sin sexo.

Las palabras «matrimonio» y «familia» designan el modo como el ser humano pone su vida al servicio de la sociedad: amando, procreando, educando, cuidando al niño y también al anciano. Querer extender estos conceptos a las relaciones homosexuales es una falsificación. Sería como querer incentivar u otorgar certificados de donación deducibles de impuestos a quienes apuestan en los casinos, porque tienen derecho a usar su dinero como les plazca. Significa equiparar lo que es benéfico y vital para la existencia de la humanidad con lo que es una conducta atípica y estéril, además de peligrosa y dañina para los que la practican.

Respetemos a las personas con sobrepeso, combatamos la discriminación hacia ellos, pero también luchemos contra la obesidad. Amemos a las personas con tendencia homosexual, condenemos la homofobia, pero digámosles la verdad sobre su conducta. Aplaudir o exaltar este estilo de vida no beneficia a nadie, y daña a muchos.

 

 

¿Cómo construir un desarrollo sostenible?

La Doctrina Social de la Iglesia, la empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la sociedad

 

 

A principios del siglo XXI, algunos pensaban que la Responsabilidad Social Empresarial –RSE– no era más que una moda. Ahora bien, hay que reconocer que este concepto se arraiga empujado por el movimiento diversificado que produce cambios en las prácticas de dirección de las empresas.

¿Las empresas serán cada vez más conscientes de las implicaciones que tienen sus actuaciones en el entorno en el que trabajan; en definitiva, de su responsabilidad social? La RSE ha ido ganado terreno poco a poco en el mundo de la empresa, al punto que no existe empresa multinacional que no tenga un departamento dedicado a esta tarea.

Sin embargo, podemos afirmar que, salvo excepciones, este avance no ha venido acompañado de un verdadero cambio en la cultura de las organizaciones, sino que está asociado con las estrategias de marketing. Mucho de lo que se hace en materia de RSE está basado más en la búsqueda de construir una imagen positiva que en la convicción de “hacer el bien sin mirar a quien”.

El escepticismo permanece en la opinión, en cuanto a si son verdaderas las preocupaciones medioambientales y sociales de las empresas. El público acoge con cada vez más circunspección las campañas que informan sobre las acciones emprendidas al respecto.

¿Qué supone la RSE? La respuesta aún está en discusión. Algunos consideran que la caridad no tiene nada que ver con las actividades de la empresa. Sin embargo, para otros, las actividades filantrópicas forman parte de la responsabilidad social empresarial, aunque sus implicaciones para la marcha de la empresa sean indirectas o difíciles de relacionar; argumentan que es un primer paso en este proceso.

Tal y como lo afirmó Kofi Annan en el Foro Económico Mundial en 2002: “Existen muchas maneras positivas para que las empresas creen diferencia en la vida de los pobres, no sólo a través de la filantropía, aunque ésta sea muy importante, promoviendo iniciativas que, a través del tiempo, ayuden a crear nuevos mercados”.

La sociedad se enfrenta a numerosos desafíos que fueron resumidos en los objetivos del milenio: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, garantizar la preservación del medio ambiente, fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

La empresa es un actor clave en la resolución de estos grandes desafíos. El sector privado puede dar y dará una contribución muy importante, gracias a la adopción de políticas de RSE, que se conoce también como la contribución de las empresas al desarrollo sostenible en tres campos:

* Económico: Con la maximización de beneficios de manera estable y permanente a mediano y largo plazo.
* Medioambiental: Al contribuir con su preservación y al desarrollo sustentable del presente, sin comprometer las necesidades del futuro.
* Social: Al respetar los derechos humanos y laborales en su esfera de acción, e invertir en la acción social interna y externa de la empresa, vinculado con la esencia de su negocio y teniendo claro lo que es y no es la acción social.

La esfera de responsabilidades de las empresas se ha ampliado. La rendición de cuentas ya no se hace solamente ante los accionistas, sino también ante los grupos que se ven afectados positiva o negativamente por sus actividades.

A dichos grupos se les conoce como stakeholders o partes interesadas, y son los empleados, proveedores, clientes, accionistas, consumidores, competidores, el Gobierno, la comunidad, entre otros.

Según la Doctrina Social de la Iglesia, la empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la sociedad, gracias a la producción de bienes y servicios útiles.

También ejercer una función social, al crear una oportunidad de encuentro, colaboración, desarrollo de las capacidades de las personas implicadas. El objetivo de la empresa debe realizarse en términos y con criterios económicos, pero los valores auténticos que permiten el desarrollo concreto de la persona y la sociedad no deben descuidarse.

 

 

La RSE no es solamente una cuestión de gestión empresarial, ni una simple actitud ética de algunos dirigentes, mucho menos en una cuestión de marketing social o de filantropía. Es algo más profundo.

Responde a una corriente de fondo más trasformadora, y en ese sentido se sitúa como una renovación conceptual del ser de la empresa, de sus fines y objetivos en la sociedad del siglo XXI.

La responsabilidad social empresarial surge en gran parte como consecuencia de la reevaluación de su poder y por el gran impacto que tienen las empresas en el entorno medioambiental y en el modelo social resultante de su actividad.

En el concepto de RSE supone que la responsabilidad corporativa pasa a través de la cultura de la empresa, en el sentido que puede vincularse con los valores y actitudes consustanciales a la organización –contenido en distintos documentos corporativos, incluidos el código de ética, la misión y la visión de la empresa–.

En ese caso, puede relacionarse con valores meta como el respeto a la dignidad humana o la generosidad, con el interés de la empresa –su rentabilidad–, y con el aumento de la rentabilidad y el arraigo en los valores y actitudes mencionados.

La empresa ha de evaluar los impactos de sus decisiones o acciones antes de implementarlas. Por eso, la RSE debe integrase desde la misión de la empresa hasta su operación dentro de la planeación estratégica y guiar cualquier decisión o acción.

 

 

No debe ser el atributo único del dirigente, pero éste debe compartir la misma visión con los directivos y el personal. Una cultura basada en la RSE compromete a la dirección de la empresa y debe de involucrar a todos los actores de ésta.

Como la primera responsabilidad de la empresa es ser eficiente y rentable para cumplir su función natural, la RSE debe ser vista como un amplio set de políticas, prácticas y programas integrados en la operación, que soportan el proceso de toma de decisiones dentro de un marco de valores éticos.

La RSE no es algo estático, es un concepto dinámico y multidimensional que no deja de evolucionar para adaptarse a los cambios de la sociedad, en términos económicos, políticos y medioambientales.

Esto obliga a la empresa a replantear una serie de preguntas sobre lo que se pretende con la RSE, en función de qué es lo que se quiere promover, a quien se quiere impactar y cómo se va a realizar.

Según M. Porter y M. Kramer, la integración de las preocupaciones sociales y de negocio necesita más que buenas intenciones y liderazgo. Requiere ajustes en la organización, información e incentivos.

Pocas compañías han invertido en una gerencia que identifica y da prioridad a las cuestiones sociales basadas en su preponderancia. La empresa debe elegir los problemas sociales y medioambientales en los que se enfocará y compartir esta elección con todo el personal.

Cualquiera que sea el grado de integración de los objetivos de la RSE en las estrategias económicas de la empresa, la credibilidad externa y la eficacia del compromiso pasan por la aplicación de un sistema de control de esta evolución: se sabe que el comportamiento de los responsables es condicionado por la medida de los resultados y el sistema de información.

Si la presencia de tales dispositivos no da la seguridad total de una verdadera atención a los objetivos medioambientales o sociales, no habrá credibilidad a los discursos sobre las intenciones de la dirección.

La RSE es un componente fundamental para una empresa sostenible y competitiva. Es una palanca para incorporar las empresas a la construcción de un desarrollo sostenible.

 

 

* Sophie Bornot Crébessac. Egresada de la Universidad de París, Francia. Cuenta con una maestría en Management de RSE. Ha impartido pláticas sobre este tema en diferentes estados de la República Mexicana, así como en Alemania, Sudáfrica, Estados Unidos, Francia y Panamá. Actualmente es consultora en diferentes organizaciones.

 

 

Santa Áurea de Córdoba, un ejemplo para los cobardes

Viuda y monja en la España andalusí, tuvo miedo y no confesó la fe ante el tribunal musulmán, pero se arrepintió y sufrió martirio con otros 47 cristianos en Córdoba

 

 

Áurea era una viuda árabe. Había nacido en una familia musulmana en la que había tres cadíes (jueces musulmanes). Su padre era de Sevilla. Su madre y ella eran cristianas. También sus hermanos Juan y Adolfo, que fueron ejecutados por su fe en el año 825.

Así pues, Áurea se fue al convento de Cuteclara donde su madre vivía desde hacía 30 años. Allí llevaba vida de religiosa. Estando ahí supo de la muerte de tres cristianos. Era la época de persecución de Abderramán II y Mohamed I.

Hubo una denuncia contra Áurea, fue detenida y tuvo que presentarse ante un tribunal. Entonces ella se asustó ante el cadí y dejó entrever que volvía a la religión musulmana.

Miedo ante el juez

Sin embargo, una vez liberada, se arrepintió de haber negado a Jesús. Pidió entonces a Dios que le diera oportunidad de mostrarle su amor. Áurea dio de nuevo testimonio de cristiana y fue entonces denunciada por segunda vez. Fue condenada y decapitada. Su cuerpo fue arrojado al río Guadalquivir.

Final similar tuvieron en aquella época otros 47 cristianos y a todos ellos se les llama “los Mártires de Córdoba”.

La fiesta de santa Áurea es el 19 de julio.

Oración

Oh Dios, que concediste a santa Áurea
el don de imitar con fidelidad a Cristo
pobre y humilde; concédenos también
a nosotros, por intercesión de esta santa,
la gracia de que, viviendo fielmente
nuestra vocación, tendamos hacia la
perfección que nos propones
en la persona de tu Hijo Jesucristo,
que vive y reina contigo.
Amén.

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