En la comunión Jesucristo resucitado entra dentro de nosotros, semejantemente a cómo entró en casa de Zaqueo. Entonces nuestro cuerpo será, de un modo análogo al tálamo de la presencia divina. Y desde nosotros, el Señor nos dará la vida en el Espíritu y nos enviará a ser testigos de su amor sanador y santificador, testigos de su palabra a favor de toda la humanidad. Así podremos cantar gozosos y con toda verdad las palabras de san Pablo que la liturgia pone como comunión cada día: “sois un templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros. El templo de Dios es sagrado, y este templo sois vosotros” (1C 3, 16-17).

Como ven, la solemnidad de la dedicación de esta CASA DE PAX  que ayer les mencionaba nos lleva a considerar también nuestra dedicación, la que en los sacramentos de la iniciación el Señor hizo de nosotros y que renueva todos los días. Por eso podemos decir bien con el evangelio: hoy la salvación ha entrado en esta casa. Hoy. Y Ahora, en la ADORACION.

Que Santa María, a la que está dedicada esta casa de oración que es nuestra CASA DE TODOS nos ayude a acoger esta salvación, a hacerla vida, a ponerla al servicio de los demás, sobre todo de quienes, desde la angustia y la preocupación causada por la pandemia, levantamos los ojos hacia este santuario y nos piden una oración y una palabra de consuelo, una palabra de esperanza, una palabra de salvación.

“San José nos enseña a vivir la solidaridad y a hacerlo con la mirada puesta en aquél que es el médico de nuestras almas, Jesucristo. Que él, por las oraciones de san José y de su esposa santa María, nos libere del mal y del miedo, nos haga solidarios según nuestras posibilidades, acoja a los difuntos, alivie y cure a los enfermos, consuele a los familiares y a sus familias, dé sabiduría a los gobernantes, a los médicos y al personal sanitario en las decisiones que deben tomar y dé fortaleza a quienes tratan a los enfermos”, ha dicho EL PAPA FRANCISCO. Y ha acabado pidiendo al Santo “que premie a los voluntarios, a los profesionales que velan para que todo se haga en buen orden y tanta gente que ayuda a los demás de una manera abnegada; y a todos nos lleve por caminos de salvación” ESTOS SON LOS DESEOS DE ESTA HORA SANTA A LOS QUE POR EL BAUTISMO ESTAN CONSAGRADOS A SENTIR EL AMOR DE JESUS Y DE MARIA. Estos son los deseos desde PAX que siempre les dará el AMOR y la Paz del Señor. Aleluya. Con su expresión familiar de que JESUS NOS AMA.

Juana de Valois, Santa

Reina de Francia, 4 de febrero

Reina de Francia
Fundadora de la Orden
de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María

Martirologio Romano: En Bourges, de Aquitania, santa Juana de Valois, que siendo reina de Francia, al ser declarado nulo su matrimonio con Luis XII se dedicó a servir a Dios, cultivando una especial piedad hacia la Santa Cruz y fundando la Orden de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María (1505).

Fecha de canoización: 28 de mayo de 1950 por el Papa Pío XII.

Breve Biografía

No por ser hija del rey de Francia iba a pasarlo muy bien en su vida; más bien se puede asegurar todo lo contrario. El conjunto de su existencia fue una mezcla de los sufrimientos más amargos a los que puede estar abocada una persona. Ni querida, ni rica, ni agasajada -como suele hacerse con los príncipes y princesas- ni galanes, ni fiestas palaciegas. Más bien todo lo contrario. Fue despreciada por su padre el rey por desencanto al esperar un hijo varón y nacerle una hembra. Peor asunto cuando se descubre que a su condición de mujer se añade la fealdad de rostro y, por si fuera poco, hay que añadir la incipiente cojera. «Una cosa así» hay que sacarla de la Corte de los Valois. Será el castillo de Linières su sitio para aprender a bordar. Allí pasará una vida monótona y solitaria sin volver a ver a su madre, Carlota de Saboya, desde los cinco años.

Luis XI es, aunque Valois, un tirano, dueño de vidas y haciendas. Ha querido casar a su hija Juana con Luis de Orleáns porque eso sí entra dentro de su juego y engranajes políticos. Ya lo tiene todo dispuesto. Los Orleáns se niegan a emparentar con la fea, coja y jorobada maltrecha Juana; pero las amenazas de muerte por parte del enojadizo rey son cosa seria y el matrimonio de celebra el 8 de setiembre de 1476 en la capilla de Montrichard, aunque el novio ni hable ni mire a la novia. A partir de este acontecimiento, sólo hay visitas del esposo a la malquerida mujer cuando lo manda el rey.

El duque Luis de Orleáns -el esposo de paja- es levantisco; da con sus huesos en la cárcel por rebeldía y la buena esposa despreciada intercede por él ante su hermano, el nuevo rey Carlos VIII. Inesperadamente sube al trono francés el duque de Orleáns por la muerte repentina de Carlos. Ahora es el rey Luis XII y precipitadamente consigue la anulación del matrimonio.

Ya Juana no es reina, sólo duquesa de Berry. Retirada en Bourges funda la Orden de la Anunciación que honre a la Virgen María, aprenda de ella las virtudes y se desviva por los pobres. Es el año 1504 cuando ella hace su propia profesión para morir en santidad el año 1505. La canonización solemne será en Pentecostés del 1950.

Con añadido de matices y divergencias uno piensa si la verdad de esta vida es susceptible de ser narrada como una real versión de «cenicienta». Hay reyes, príncipes y palacios; abundan los desprecios más que duraderos, notables y bien sufridos; el final es feliz en ambos, si bien el del cuento termina aquí mientras que el verdadero es más radiante; un hada madrina -con varita mágica- hizo un papel fugaz en tanto que la Virgen María prestó su ayuda eficaz.

Hablando en el silencio

Santo Evangelio según san Marcos 6, 14-29. Viernes IV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, creo en ti. Tú me ofreces el don de creer en ti. Yo lo acepto y creo en ti. Vengo a ti. Quiero aprender de ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 14-29

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: «Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado».

Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: «No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano». Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: «Pídeme lo que quieras y yo te lo daré». Y le juró varias veces: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».

Ella fue a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?». Su madre le contestó: «La cabeza de Juan el Bautista». Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: «Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Maestro, heme aquí una vez más ante ti. ¿No es hermoso poder venir ante mi Creador, simplemente a conversar? Esto es nada menos que imposible siquiera de imaginar para muchos que una criatura se siente, literalmente, a charlar con la Verdad, con el Inicio y el Fin de todo cuanto existe. Ya incluso estos mismos conceptos me abisman. Tengo la opción de caer en miedo o en sublimación. Yo opto por escucharte.

Tú, Señor, habitas en lo más profundo de nuestro ser, más aún: eres todo en nosotros. Por ti vivo, me muevo, respiro, parpadeo. Me donas la existencia y me regalas la conciencia de reconocerte. No hay mayores dones, en verdad, que los que me dirigen hacia ti.

Herodes era un hombre. Tenía una conciencia también. Como ser humano percibía en su interior una llamada a acogerte, Dios suyo y mío. Pero libremente, quizás movido en parte por el miedo a su séquito, optó por no atender tu voz. Eso es lo que veo en este pasaje. No puedo juzgar a este hombre, pero puedo aprender de él.

¿Decapitó a Juan el Bautista como aplacamiento de su conciencia? Es probable. Desconocemos el paradero final de este hombre, pero esperamos lo mejor de él. Lo que sabemos es que Cristo se encontró con él una vez más poco antes de ser crucificado y que decidió guardar silencio ante un rostro ambicioso de curiosidad y de placer.

¿Quisiste con tu silencio gritar a su conciencia?… Tantas palabras, tantos consejos, tantas amonestaciones había recibido este hombre en su vida; poco o nada le moverían unas cuantas más. Pero quizás tu silencio, Señor, quizás ver tu silencio sería su salvación.

¡Un silencio de Dios que puede significar tanto! ¡Y cuánto los sufro en ocasiones! Pero, cuánto puedo escucharte en ellos… yo opto por escucharte.

«Es el desconcierto que, frente a la novedad que revoluciona la historia, se encierra en sí mismo, en sus logros, en sus saberes, en sus éxitos. El desconcierto de quien está sentado sobre la riqueza sin lograr ver más allá. Un desconcierto que brota del corazón de quién quiere controlar todo y a todos. Es el desconcierto del que está inmerso en la cultura del ganar cueste lo que cueste; en esa cultura que sólo tiene espacio para los “vencedores” y al precio que sea. Un desconcierto que nace del miedo y del temor ante lo que nos cuestiona y pone en riesgo nuestras seguridades y verdades, nuestras formas de aferrarnos al mundo y a la vida. Y Herodes tuvo miedo, y ese miedo lo condujo a buscar seguridad en el crimen».

(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ante una crítica o comentarios negativos sobre una persona, buscaré decir algo positivo y/o desviaré la plática a otro tema, sin importar lo que los demás piensen o digan

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Juan Bautista un gran hombre

Juan bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Hoy te invita a que cambies tu.

La madre, Isabel, había escuchado no hace mucho la encantadora oración que salió espontáneamente de la boca de su prima María y que traía resonancias, como un eco lejano, del antiguo Israel. Zacarías, el padre de la criatura, permanece mudo, aunque por señas quiere hacerse entender.

Las concisas palabras del Evangelio, porque es así de escueta la narración del nacimiento después del milagroso hecho de su concepción en la mayor de las desesperanzas de sus padres, encubren la realidad que está más llena de colorido en la pequeña aldea de Zacarías e Isabel; con lógica humana y social comunes se tienen los acontecimientos de una familia como propios de todas; en la pequeña población las penas y las alegrías son de todos, los miedos y los triunfos se comparten por igual, tanto como los temores. Este nacimiento era esperado con angustiosa curiosidad. ¡Tantos años de espera! Y ahora en la ancianidad… El acontecimiento inusitado cambia la rutina gris de la gente. Por eso aquel día la noticia voló de boca en boca entre los paisanos, pasa de los corros a los tajos y hasta al campo se atrevieron a mandar recados ¡Ya ha nacido el niño y nació bien! ¡Madre e hijo se encuentran estupendamente, el acontecimiento ha sido todo un éxito!

Y a la casa llegan las felicitaciones y los parabienes. Primero, los vecinos que no se apartaron ni un minuto del portal; luego llegan otros y otros más.

Por un rato, el tin-tin del herrero ha dejado de sonar. En la fuente, Betsabé rompió un cántaro, cuando resbaló emocionada por lo que contaban las comadres. Parece que hasta los perros ladran con más fuerza y los asnos rebuznan con más gracia. Todo es alegría en la pequeña aldea.

Llegó el día octavo para la circuncisión y se le debe poner el nombre por el que se le nombrará para toda la vida. Un imparcial observador descubre desde fuera que ha habido discusiones entre los parientes que han llegado desde otros pueblos para la ceremonia; tuvieron un forcejeo por la cuestión del nombre -el clan manda mucho- y parece que prevalece la elección del nombre de Zacarías que es el que lleva el padre. Pero el anciano Zacarías está inquieto y se diría que parece protestar. Cuando llega el momento decisivo, lo escribe con el punzón en una tablilla y decide que se llame Juan. No se sabe muy bien lo que ha pasado, pero lo cierto es que todo cambió. Ahora Zacarías habla, ha recuperado la facultad de expresarse del modo más natural y anda por ahí bendiciendo al Dios de Israel, a boca llena, porque se ha dignado visitar y redimir a su pueblo.

Ya no se habla más del niño hasta que llega la próxima manifestación del Reino en la que interviene. Unos dicen que tuvo que ser escondido en el desierto para librarlo de una matanza que Herodes provocó entre los bebés para salvar su reino; otros dijeron que en Qunram se hizo asceta con los esenios. El oscuro espacio intermedio no dice nada seguro hasta que «en el desierto vino la palabra de Dios sobre Juan».

Se sabe que, a partir de ahora, comienza a predicar en el Jordán, ejemplarizando y gritando: ¡conversión! Bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Todos dicen que su energía y fuerza es más que la de un profeta; hasta el mismísimo Herodes a quien no le importa demasiado Dios se ha dejado impresionar.
Y eso que él no es la Luz, sino sólo su testigo.

«Quien me reconocerá delante a los hombres, también yo lo reconoceré delante a mi Padre que está en los cielos».

La obra de la redención, el triunfo del Reino Amor sobre el de las tinieblas se realiza en medio de la pobreza y de la persecución. Así llevó a cabo su misión el mismo Cristo, así cumplió su misión también Juan el Bautista.

A los ojos del mundo parece un derrotado: prisionero, aborrecido por los poderosos según el mundo, decapitado, sepultado.

Y sin embargo, es precisamente ahora, cuando la semilla que cae en tierra y muere, comienza a dar sus frutos. Esta derrota aparente es tan solo la antesala, el preludio de una victoria definitiva: la de la Resurrección. Entonces le veremos y ésa será nuestra gloria y nuestra corona.

Nuestra vida de cristianos, si es una auténtico seguimiento de Cristo, es una peregrinación «en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios». Sí, llegan los ataques, las calumnias, las persecuciones… pero ellos son sólo una señal de que vivimos el amor, animados por el Espíritu Santo.

Pero, si somos de Dios, si Dios nos ama y somos su pueblo… ¿Qué otra cosa importa? Él nos ama y nos quiere ver semejantes a su Hijo, como una hostia blanca dorándose bajo el sol. Sólo nos toca abandonarnos confiadamente entre sus manos, para que así pueda transformarnos en Cristo.

II Jornada Internacional de la Fraternidad Humana

Papa Francisco conmemorará la II Jornada Internacional de la Fraternidad Humana junto al Gran Imán de Al-Azhar.

El 4 de febrero, el Papa Francisco conmemorará la II Jornada Internacional de la Fraternidad Humana junto al Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb. Y lo hará a través de un video mensaje durante el evento que se llevará a cabo en Dubái titulado: The Human Fraternity and the Global Tolerance Alliance Roundtable (Mesa redonda de la Fraternidad Humana y la Alianza para la tolerancia global). Así se informa en un Comunicado del Consejo pontificio para el Diálogo Interreligioso.

El encuentro, en el que intervendrá el cardenal Ayuso Guixot, presidente del Consejo pontificio para el Diálogo interreligioso, se celebrará en el marco de la Expo Dubái 2020 y ha sido organizado conjuntamente por el Ministerio para la Tolerancia y la Coexistencia de los Emiratos Árabes Unidos y el Alto Comité para la Fraternidad Humana, con el apoyo de la Santa Sede y la Universidad de Al-Azhar.

Promover, apoyar y alentar a las comunidades del mundo

El Consejo pontificio para el Diálogo Interreligioso invita a todos a unirse, según se lo considere oportuno, a esta celebración del internacional de la Fraternidad Humana en respuesta a la exhortación del Papa Francisco y del Gran Imán Al-Tayyeb a trabajar juntos para superar los desafíos que enfrenta la humanidad, con la esperanza de promover, apoyar y alentar a las comunidades y personas de todo el mundo a estar juntos como verdaderos mensajeros de la unidad, la solidaridad y la fraternidad.

¿Cuándo haces oración te distraes mucho? Esto es para ti

Aunque las distracciones siempre lleguen a tu puerta y te hagan perder por un momento la concentración en tu oración, no decaigas

En muchas ocasiones me ha pasado que cuando estoy haciendo oración me distraigo mucho, mi mente comienza a pensar en otras cosas y dejo de prestarle atención a lo que estoy haciendo en ese momento. Incluso, he pensado que es mejor no seguir y abandonar la oración. ¿Te ha pasado? ¿Qué debemos hacer? Vamos a ver.

Primero habrá que distinguir si nuestras distracciones son voluntarias o involuntarias. Las últimas llegan solas, nacen en nuestra mente en cualquier momento; ya sea cuando hacemos oración, al rezar el rosario o al participar de la Eucaristía. Éstas no se pueden evitar y experimentarlas no significa pecar. Por otro lado, las voluntarias, son aquellas a las que nosotros les abrimos las puertas, queremos experimentarlas y las buscamos. No llegan por sí solas y como tal sí nos apartan de Dios, por lo que llevan consigo una falta.

La Iglesia, a través del Catecismo en el número 2729, nos comparte algunos consejos para poder combatir nuestras distracciones:

1.-No las persigas: Dice textual: “Dedicarse a perseguir las distracciones es caer en sus redes”. Si nos proponemos analizar el porqué de su presencia y profundizamos más y más en su origen, sin darnos cuenta habremos caído en la trampa, pues nuestra mente terminará por centrarse totalmente en la distracción y no en Dios.

2.-Vuelve a tu oración: Si caímos presas de la distracción será suficiente con re direccionar nuestra mente y nuestro corazón a nuestra oración, a ese momento de encuentro con el Señor.

El artículo que citamos del Catecismo también dice: “La distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado”. 

Será bueno entonces preguntarnos, cuando hacemos oración, ¿la hacemos con el corazón y la mente puestos en el Señor o sólo tenemos la mente más no el corazón? Podemos caer en el error de que nuestra oración sea solamente repetir y repetir palabras como si fuera un monólogo aprendido. Debemos también reconocer que en muchas ocasiones damos más importancia a las cosas del mundo que a las de Dios.

Propongámonos fortalecer nuestro amor por Dios, que se encuentre libre de toda preocupación o pensamiento que pueda apartarnos del encuentro con Él. Antes de comenzar a orar, pidamos con humildad que nos ayude a centrarnos en su presencia con la mente y el corazón. Con nuestras propias palabras, las palabras del alma.

San Alfonso María de Ligorio escribe que “si tienes muchas distracciones durante la oración, puede ser que al diablo le moleste mucho esa oración”, y ya lo creo, pues la intención del enemigo es que nuestro encuentro con el Señor no se lleve a cabo, que por las distracciones y pendientes del mundo nos olvidemos de nutrir nuestra alma de Dios.

San Juan XXIII decía: “el peor rosario es el que no se reza”. Aunque las distracciones siempre lleguen a tu puerta y te hagan perder por un momento la concentración en tu oración, no decaigas, vuelve a comenzar tu diálogo y aprovéchalas. Si quizás te distraes por alguna situación de dolor o tristeza que estás viviendo, pídele con mayor intención al Señor, que te haga experimentar la paz que tu corazón necesita.

¿Podemos confesarnos durante la Misa?

Los sacerdotes deben promover y favorecer la confesión frecuente

Durante las misas dominicales en los templos donde hay más de un sacerdote, es normal ver cómo mientras uno de ellos celebra la Eucaristía, otro se encuentra en el confesionario recibiendo a los fieles para administrar el sacramento de penitencia. Pero, ¿está permitido hacer eso?

Sobre esta cuestión existen entre los sacerdotes diversas opiniones, tanto en contra como a favor. Pero la Iglesia, a través de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el año 2001 respondió de manera oficial. Lo hizo citando la Instrucción Eucharisticum mysterium publicada el 25 de mayo de 1967 que refiere en su numeral 35: “Se procure encarecidamente que los fieles se acostumbren a acudir al sacramento de la Penitencia fuera de la celebración de la Misa, sobre todo en las horas señaladas, de tal manera que su celebración se haga con tranquilidad y con verdadera utilidad de los mismos y no sean estorbados en la participación activa de la misa”.

Ahora bien, esta disposición no prohíbe a los sacerdotes administrar este sacramento en el momento que ellos deseen y crean necesario, sino que sólo se les aconseja animar a sus fieles a acercarse al sacramento fuera de la celebración Eucarística.

Así lo confirma en párrafos posteriores de la citada contestación: “Por otro lado, esta norma en ningún modo prohíbe a los sacerdotes, aparte del que celebra esa Santa Misa, oír las confesiones de los fieles que lo deseen, también en el tiempo de la celebración de la Misa”.

Al contrario, en razón del desinterés que actualmente existe entre algunos fieles de no acudir a este sacramento, con mayor razón se exhorta a los sacerdotes a que promuevan y favorezcan la participación frecuente de la confesión.

Por lo que termina exponiendo: […] “es lícito, durante las Misas solemnes, recibir confesiones, cada vez que se prevé que los fieles pedirán este ministerio. Si se organiza una concelebración, encarecidamente se ruega que algunos sacerdotes se abstengan de la concelebración, de modo que puedan estar disponibles a los fieles que quieran acudir al sacramento de la Penitencia”.

De modo que queda claro que no está prohibido impartir este sacramento al tiempo que se lleva a cabo la celebración Eucarística. Al contrario, se invita a que haya sacerdotes dispuestos a recibir a los fieles que deseen confesarse durante la Misa. Así lo recomienda San Juan Pablo II en su Carta Apostólica Misericordia Dei en su número dos: “En particular, se recomienda la presencia visible de los confesores en los lugares de culto durante los horarios previstos, la adecuación de estos horarios a la situación real de los penitentes y la especial disponibilidad para confesar antes de las Misas y también, para atender a las necesidades de los fieles, durante la celebración de la Santa Misa, si hay otros sacerdotes disponibles”.

¿Qué es la Virtud?

La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien

En griego significa areté. Es una palabra cargada de sentido y de distintos sinónimos, porque el término original griego no tiene una traducción exacta al castellano; es un término “equívoco”, debido a que posee muchos significados. Sin embargo, Keneth Pierce en su obra, La Escalera Espiritual de San Pedro, nos recuerda que areté se traduce a veces como maestría, excelencia, energía, rectitud o fortaleza (p. 113).

En este contexto nos parece fundamental el sentido de Areté para Luis Fernando Figari: «El concepto de señorío de sí y armonía humana, de reconciliación de las facultades del ser humano en el sentido del dominio de sí, juntamente con este trasfondo, me parece que sindican maravillosamente el sentido de virtud, que transciende claramente el aspecto moral para convertirse en una novedosa categoría integral del ser humano, que la tradición chaminadeana ha ligado con el primer nivel del Sistema de Virtudes” (Huellas, Añadir a vuestra fe, virtud I, ob. Cit., p. 3.)

De acuerdo con lo anteriormente expresado, nos parece importante destacar el significado de Areté como maestría o excelencia y señorío de sí mismo y relacionada con un horizonte caballeresco y noble de alguien que en pleno dominio de sus facultades, tanto espirituales como psíquicas y físicas, es capaz de vivir coherentemente según un ideal. Se trata de la unificación de la persona y de su capacidad para orientarse en la vida cotidiana hacia una determinada meta, superando las adversidades. Areté vendría a ser la realización de algo o de alguien según su naturaleza (Pierce, p. 115).

La noción de excelencia está muy ligada a la reconciliación personal, debido a que la areté involucra la recuperación de la unidad personal que implica la reconciliación integral y nos lleva a realizarnos como personas según nuestra naturaleza, para alcanzar el señorío de sí mismo y vivir una existencia buena en la tierra, con la vista fijada en la felicidad eterna. También el concepto Areté aplicado a términos cristianos “es la virtuosidad. El ser humano que se dispone a lograr el señorío sobre sí mismo cooperando con la gracia divina que el Espíritu derrama en los corazones (ver: Rom 5,5), para abrirse plenamente al encuentro de Aquel que infatigable toca a la puerta del corazón esperando a ver quién le abrirá (ver: Ap 3,20). Los silencios son una de nuestras maneras —medio y expresión— de hacer concreta la virtud» . (Huellas, Añadir a la fe, virtud II, ob. Cit., p. 1.)

Piper en su libro Las virtudes fundamentales afirma que” la virtud significa que el hombre es verdadero, tanto en el sentido natural como el sobrenatural. Afirma que la virtud es la elevación del ser en la persona humana, es lo máximo a que puede aspirar el hombre, o sea, la realización de las posibilidades humanas en el aspecto natural y sobrenatural (p. 15). De esta manera, el hombre virtuoso es tal que realiza el bien obedeciendo a sus inclinaciones más íntimas.

Para seguir profundizando en el concepto de virtud veamos la definición del Catecismo de la Iglesia Católica:

«La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios»  (Catecismo de la Iglesia Católica, 1803).

Se trata entonces de avanzar y crecer en virtud, de llevar una vida virtuosa. Santo Tomás dice que la virtud es un “habito que perfecciona al hombre en obrar bien”.  En latín virtud significa virtus: fuerza, poder y capacidad. Aristóteles dice sobre ella que “es lo que hace bueno a quien la posee, y hace que sus obras sean buenas”.  La virtud hace que sea bueno quien la posee, y lo que perfecciona en la verdad como persona libre. (Formación de las virtudes humanas y sociales, p. 31. P. Luis Alfonso Orozco, LC).

La virtud es una cualidad, un hábito operativo bueno de la persona, pero también tiene un opuesto en el vicio. Revisando alguna de las definiciones de la REA; encontramos que vicio es: “Hábito de obrar mal”. O “Defecto o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común a una colectividad”.

La virtud es además la respuesta de cooperación con la gracia que realiza el hombre para madurar en el camino de la fe. Así que el ser humano va madurando por este camino de la fe hasta la plenitud del amor, núcleo interior de la virtud, para conquistar una calidad humana, abriendo las facultades y potencias a los impulsos de la gracia, para permitir que el Señor Jesús viva en nosotros

Algunos rasgos que cualifican la virtud, son los siguientes:

-Un dinamismo reconciliador que unifica todas las potencias y facultades del ser humano, otorgándole armonía e integración.

-El señorío de sí, el cual habla de autodominio y autocontrol, para mantener una recta jerarquía y orden de las fuerzas interiores.

-Una grandeza de espíritu referida a la magnanimidad y generosidad del hombre que rige su conducta por ideales y valores elevados.

-El sentido del deber entendido como una conciencia de responsabilidad frente a las metas e ideales que lo lleva más allá de sus propios caprichos y gustos.

-La libertad que lo hace disponible, pues el virtuoso no se ve atado por ideales rastreros y mezquinos; se descubre libre de lo contingente, de lo circunstancial.

-La virtud implica también una lucha heroica en la que se prueba la capacidad de sacrificio, de entrega y de abnegación.

-Nos conduce a la semejanza divina, pues lleva al ser humano a transcender el plano meramente natural y contingente para situarlo, al responder a la gracia, en un horizonte de plenitud sobrenatural.

Santa Catalina de Ricci, patrona de Guantánamo

Una monja dominica que tuvo experiencias místicas y por ello casi la expulsan del convento.

Nació el 23 de abril de 1522 en una familia noble de Florencia (Italia). A los 13 años ingresó en un convento de dominicas, en la ciudad toscana de Prato.

En sus primeros años de vida religiosa, tuvo experiencias místicas y sufrió incomprensión por ello, hasta el punto de que casi fue expulsada del convento. Fue nombrada maestra de novicias a los 25 años y predijo un atentado contra san Carlos Borromeo. El atentado, aunque fallido, se produjo, pese a la incredulidad de Carlos y desde entonces, el santo mantuvo siempre la imagen de la monja en su celda. La santa falleció en 1590.

Santa patrona. Santa Catalina de Ricci es patrona de la arquidiócesis de Guantánamo-Baracoa (Cuba).

Himno

A la excelsa patrona del Guaso

entonemos un himno de honor

con alegres repiques de gloria

ensalcemos tan mística flor.

Salve, salve, Guantánamo exclama.

De este pueblo eres luz y esplendor.

Imitaste las grandes virtudes

que Jesús en la tierra enseñó

y alcanzaste en el cielo una gloria

que tu frente de virgen ciñó.

Te abrazaste a la Cruz con denuedo

y supiste gozar del dolor

endulzando la vida que es hieles

enclavada en la cruz del Señor

A la excelsa patrona….

En la tierra modelo tú fuiste

De obediencia, de amor y humildad

Y fulgores de estrellas tuvieron

Tu pureza, tu fe y tu piedad.

Y pues gozas de Dios los favores

Y tan alta en el cielo ahora estás

Sednos siempre la eterna abogada

De Guantánamo el ruego escuchad.

A la excelsa patrona…