Luke 6:6-11

Amigos, en nuestro Evangelio de hoy Jesús realiza la curación de un hombre que tenía la mano paralizada. Muchas veces he mencionado que tendemos a domesticar a Cristo, reduciéndolo a un gurú o maestro, un guía espiritual entre muchos. Pero esto es violentar la lectura del Evangelio, que lo presenta no sólo como un maestro sino como Salvador.

Me doy cuenta que nuestra cultura milita contra el cristianismo, porque incesantemente enseña la ideología de la autoestima y la auto-afirmación: “Yo estoy bien y tú estás bien. ¿Quién eres tú para decirme cómo comportarme?”

Pero este tipo de actitud —cualquiera sea el valor que tenga política o psicológicamente— es simplemente adversa al cristianismo bíblico. La visión bíblica es que, a través del abuso de nuestra libertad, nos hemos metido en una amarradura imposible. El pecado nos arruina de un modo tan fundamental que nos convertimos en disfuncionales. Hasta que verdaderamente no experimentemos el estar perdidos y desamparados, no apreciamos quién es Jesús y qué significa.

Jesús es alguien que nos ha rescatado, nos ha salvado, ha hecho algo que nosotros jamás podríamos hacer, ni aún en principio, por nosotros mismos.

Pedro Claver, Santo

Memoria Litúrgica, 9 de Septiembre

Por: Redacción | Fuente: Corazones.org

Esclavo de los esclavos

Martirologio Romano: San Pedro Claver, presbítero de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, bautizando con su propia mano a casi trescientos mil de ellos (1654).

Fecha de canonización: Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX. Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez.

Breve Biografía

Nació en Verdú, España, el 26 de Junio de 1580.
Murió en Cartagena, Colombia, el 8 de Septiembre de 1654.-

Pedro Claver y Juana Corberó, campesinos catalanes, tuvieron seis hijos, pero solo sobrevivieron Juan, el mayor, y los dos mas pequeños, Pedro e Isabel. El padre apenas podía firmar su nombre, pero era un hombre trabajador y buen cristiano. La infancia de Pedro quedó oculta para la historia como la de tantos santos, incluso la de Nuestro Señor. Trabajaba en el campo con su familia.-

Pedro se graduó de la Universidad de Barcelona. A los 19 años decide ser Jesuita e ingresa en Tarragona. Mientras estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encuentra con San Alonso Rodriguez, portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar lo territorios españoles en América.-

Pedro creyó en esta inspiración y con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610. Debía estudiar su teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años, uno en Tunja y luego es enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de Colombia. En Cartagena es ordenado sacerdote el 20 de Marzo de 1616.-

Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada que había comenzado ya desde el segundo viaje de Colón el 12 de Enero de 1510, cuando el rey mandó a emplear negros como esclavos. Se trata de una tragedia que envolvió a unos 14 millones de infelices seres humanos. Un millón de ellos pasaron por Cartagena. Los esclavos venían en su mayoría de Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras vendían a sus súbditos y sus prisioneros. En América los usaban en todo tipo de trabajo forzado: agricultura, minas, construcción.-

Cartagena por ser lugar estratégico en la ruta de las flotas españolas se convirtió en el principal centro del comercio de esclavos en el Nuevo Mundo. Mil esclavos desembarcaban cada mes. Aunque se murieran la mitad en la trayectoria marítima, el negocio dejaba grandes ganancias. Por eso, las repetidas censuras del papa no lograron parar este vergonzoso mercado humano.-

Pedro no podía cambiar el sistema. Pero si había mucho que se podía hacer con la gracia de Dios. Pero hacía falta tener mucha fe y mucho amor. Pedro supo dar la talla. En la escuela del gran misionero, el padre Alfonso Sandoval, Pedro escribió: “Ego Petrus Claver, etiopum semper servus” (yo Pedro Claver, de los negros esclavo para siempre”. Así fue. San Pedro no se limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse de los tiempos en que vivía. Supo ser santo en aquella situación y dejarse usar por Jesucristo plenamente para su obra de misericordia. En Cartagena durante cuarenta años de intensa labor misionera se convirtió en apóstol de los esclavos negros. Entre tantos cristianos acomodados a los tiempos, el supo ser luz y sal, supo hacer constar para la historia lo que es posible para Dios en un alma que tiene fe.-

A pesar de su timidez la cual tuvo que vencer, se convirtió en un organizador ingenioso y valiente. Cada mes cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco en condiciones inhumanas. Llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad. Así les hacia ver que el era su defensor y padre.-

Los esclavos hablaban diferentes dialectos y era difícil comunicarse con ellos. Para hacer frente a esta dificultad, el padre Claver organizó un grupo de intérpretes de varias nacionalidades, los instruyó haciéndolos catequistas.-

Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor le causó grandes pruebas. Los esclavistas no eran sus únicos enemigos. El santo fue acusado de ser indiscreto por su celo por los esclavos y de haber profanado los Sacramentos al dárselos a criaturas que a penas tienen alma. Las mujeres de sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver reunía a sus negros.-

Sus superiores con frecuencia se dejaron llevar por las presiones que exigían se corrigiesen los excesos del padre Claver. Este sin embargo pudo continuar su obra entre muchas humillaciones y obstáculos. Hacia además penitencias rigurosas. Carecía de la comprensión y el apoyo de los hombres pero tenia una fuerza dada por Dios.-

Muchos, aun entre los que se sentían molestos con la caridad del padre Claver, sabían que hacia la obra de Dios siendo un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras ni color. Era conocido en toda Nueva Granada por sus milagros. Llegó a catequizar y bautizar a mas de 300,000 negros.-

En la mañana del 9 de Septiembre de 1654, después de haber contemplado a Jesús y a la Santísima Virgen, con gran paz se fue al cielo.

Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX.

Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez.

El 7 de Julio de 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros.

El papa Juan Pablo II rezó ante los restos mortales de San Pedro Claver en la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena el 6 de Julio de 1986

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San Pedro Claver

Oración

Oh Dios, que, con el fin de llevar el Evangelio a los esclavos negros, has dotado a San Pedro Claver de admirable amor y paciencia, concédenos, por su intercesión y ejemplo, que, superadas todas las discriminaciones raciales, amemos a todos los hombres con sincero corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-

La mano seca que fue curada

Santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11. Lunes XXIII del Tiempo Ordinario.

Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, sólo en la oración puedo encontrar el sentido que debo dar a los sucesos de este día. En la medida en que te ame y te escuche en esta meditación, en esa medida podré transmitir tu amor a los demás.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte ahí en medio. Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla. Y mirando a todos ellos, le dijo: Extiende tu mano. Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Una de las actitudes que Jesús rechaza con más fuerza es la hipocresía. Es la actitud de la gente que quiere aparentar que son buenos, inteligentes o rectos, para luego comportarse al contrario de lo que profesan ser. Esta es la actitud de los escribas en este Evangelio. Jesús llama al hombre enfermo para hacer una obra buena en él. Los escribas quieren acusarle por curar en sábado, que estaba prohibido por la Ley de Moisés.

Jesús les pregunta si es lícito o no hacer el bien en sábado. Era obvia la respuesta, pero por querer acusar a Jesús, callan. Como si no supieran qué responder. Pero sí lo sabían, y aún así, callaron para no tragarse sus propias palabras de prohibición de la Ley. Para seguir aparentando que lo sabían todo, que aplicaban la ley al pie de la letra, que eran justos y no pecaban en su comportamiento. Pero sí pecaban en su corazón, lleno de soberbia e hipocresía.

Eso era lo que más disgustaba a Jesús. Pero al mismo tiempo era lo que le daba más tristeza. Porque Jesús vino a salvar a todo el mundo. Tanto a los buenos como a los malos. Pero necesita nuestra colaboración, que nuestro corazón esté desprendido de nuestro egoísmo para que pueda acoger los criterios de Cristo, que es el amor, la generosidad, la donación personal, y sobretodo la humildad de corazón.

«En el Evangelio del día, Jesús pregunta a los fariseos si es lícito o no sanar en sábado,  pero no responden. Él, entonces, toma de la mano a un enfermo y lo sana. Los fariseos confrontados con la verdad, callaban, pero luego chismorreaban por detrás… y trataban de hacerle caer. Jesús reprende a esta gente que estaba tan apegada a la ley, que se había olvidado de la justicia e incluso negaba la ayuda a los padres ancianos con el pretexto de haber regalado todo al Templo. Pero ¿quién es más importante? ¿El cuarto mandamiento o el Templo? Esta forma de vivir apegados a la ley, les alejaba del amor y de la justicia. Cuidaban la ley, descuidaban la justicia. Cuidaban la ley, descuidaban el amor. Eran modelos: eran los modelos. Y Jesús para estas personas sólo encuentra una palabra: hipócritas. Por un lado, van por todo el mundo buscando partidarios. ¿Y luego? Cierran la puerta. Hombres de la cerrazón, hombres tan apegados a la ley, a la letra de la ley, no a la ley, porque la ley es amor; sino a la letra de la ley, que siempre cerraban las puertas de la esperanza, del amor, de la salvación… Hombres que sólo sabían cerrar».

(Homilía de S.S. Francisco, 31 e octubre de 2014).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

No dudar en ayudar a la persona que tengo cerca, con amor y generosidad.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Por qué san Pedro Claver fue “esclavo de los esclavos”?

Peter Barker | CC BY-NC-ND 2.0

Vicente Silva Vargas – publicado el 29/07/18

Su admirable apostolado a mediados del siglo XVII, convirtió a este jesuita español en símbolo de los afrocolombianos y adalid de los derechos humanos

Esta denominación no es un eslogan publicitario creado para exaltar la imagen de Peré Claver Corberó, más conocido como san Pedro Claver. Si bien esa frase no corresponde textualmente a lo que el santo hispano-colombiano escribió, sí refleja el férreo compromiso que asumió cuando el 3 de abril de 1622 profesó sus votos de pobreza, castidad y obediencia.

Ese día, al jurar y estampar su firma, escribió: «Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre». Que faltara o sobrara una palabra es lo de menos porque en la práctica este jesuita nacido en Cataluña, dedicó todos los días de los 38 años que vivió en Cartagena de Indias, a proteger y defender a los esclavos que llegaban a ese puerto negrero como ‘mercancías humanas’. En ese entonces era tal el sojuzgamiento hacia los negros que algunos teólogos católicos decían que ellos «no tenían alma».

Se estima que anualmente ―entre los siglos XVI y XVII― ingresaron a ese puerto en el Caribe cerca de 1.000 esclavos que fueron secuestrados de Angola, Congo, Gambia, Gahana, Mozambique y otras regiones africanas. En un comienzo este infame comercio fue promovido por esclavistas portugueses que los vendían a colonizadores españoles y más adelante estuvo a cargo de compañías holandesas, británicas y francesas.

Todos llegaban encadenados, encerrados y apretujados en barcos donde aguantaban hambre y sed. Los que lograban sobrevivir eran vendidos a mercaderes que traficaban con ellos enviándolos desde Cartagena a otros lugares de América para que trabajaran al sol y al agua en minas de oro y plata o en grandes haciendas.

La relación del cura con los esclavos empezaba cuando ellos descendían de naves pestilentes. Acompañado de intérpretes africanos que hablaban diferentes dialectos, les decía que nadie los iba a devorar ―como perversamente los amenazaban― sino que él y sus ayudantes estaban allí para socorrerlos.

Según Tulio Aristizábal Giraldo, vicario de la parroquia de San Pedro Claver en Cartagena hace unos años (ahora fallecido), «era tal su afecto que los recibía con alimentos y medicinas, les buscaba refugio y hasta se quitaba prendas para cubrir sus cuerpos desnudos». Este sacerdote, autor de varios libros sobre el santo, dijo a Aleteia en ese momento que «en muchas ocasiones Pedro limpió con sus manos las heridas dejadas por las cadenas y besó sin asco las llagas de aquellos que tenían lepra».

Pedro enfrentó con determinación a quienes abusaban de sus esclavos. Los testimonios de la época afirman que tenía la costumbre de ir a casa de los amos para reclamarles con vehemencia por el trato anticristiano a hombres y mujeres a quienes usualmente se castigaba a latigazos. Incluso, intervino ante la Santa Inquisición para evitar la tortura o ejecución de esclavos acusados de hechicería.

Aristizábal Giraldo señalaba en ese entonces que además de su labor humanitaria, Pedro Claver contribuyó de manera tan extraordinaria a la propagación de la fe católica que alcanzó a bautizar a 300.000 de los más de 320.000 africanos que llegaron a Cartagena entre 1615 y 1654. Este sacerdote, que tenía 80 años en la Compañía de Jesús, recalcaba que con ese propósito, también dispuso que los negros encabezaran las filas para la confesión y la comunión y que después de ellos siguieran los más pobres, los niños y por último los blancos.

Claver en el siglo XXI

Agobiado por el mal de Parkinson ―olvidado, criticado y muy pobre― Claver murió el 8 de septiembre de 1654. De inmediato, pobres y ricos, negros y blancos empezaron a pedir su canonización. Sin embargo, este proceso empezó 93 años después al ser reconocidas sus virtudes heroicas y continuó un siglo más tarde cuando el Vaticano, en 1850, lo declaró beato. Transcurridos veinte papados, en 1888, fue elevado a la gloria de los altares por el papa León XIII quien al incluirlo en el libro de los santos manifestó: «Después de la vida de Cristo, ninguna ha conmovido tan profundamente mi alma como la de san Pedro Claver».

En Cartagena, la segunda ciudad colombiana con el mayor número de afrocolombianos, están el museo y la hermosa iglesia que honran su vida y su obra. Allí, donde se conservan sus reliquias, los papas san Juan Pablo II y Francisco elogiaron su legado de caridad, misericordia y humanismo. Y a las afueras de ese templo una impresionante escultura de Enrique Grau, uno de los artistas plásticos más notables del país, lo recuerda abrazado con un esclavo.

Dentro del claustro de la Compañía de Jesús en esa ciudad también funciona el Centro Cultural Afrocaribe, una fundación que trabaja por la paz, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y los excluidos. Adicionalmente, para exaltar su obra, en 1985 el Congreso de la República declaró el 8 de septiembre como Día de los Derechos Humanos.

«Todo eso es muy importante ―anotaba el biógrafo Aristizábal Giraldo― pero nada es más grande que «decirle al mundo que todos somos iguales».

(Actualizado septiembre de 2022)