Francisco pide hacer esta noche un «examen de conciencia» sobre el mandamiento mayor de Dios

El Evangelio del día que comentó Francisco este domingo hacía referencia al mandamiento principal de la ley de Dios.

Tras el Ángelus rezado este domingo en la Plaza de San Pedro, Francisco recordó la beatificación como mártires, el día anterior en Tortosa (Tarragona), de cuatro sacerdotes asesinados en la retaguardia frentepopulista durante la Guerra Civil española: Francisco Sojo LópezMillán Garde SerranoManuel Galcerá Videllet y Aquilino Pastor Cambero, «todos asesinados por odio a la fe». «Pastores celosos y generosos, durante la persecución religiosa de los años treinta se mantuvieron fieles al ministerio incluso a riesgo de sus vidas. Que su testimonio sea un modelo especialmente para los sacerdotes», dijo el Papa antes de pedir un aplauso para los nuevos beatos.

El mandamiento mayor

Antes de la oración mariana había comentado el Evangelio del día, que refiere la respuesta de Jesucristo a quien le pregunta cuál es el mayor mandamiento: «El primero es (…) ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tualma, con toda tu mente, con todo tu ser’. El segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo‘ No hay mandamiento mayor que estos» (Mc 12, 29-31).

El Papa se fija en que el escriba que ha interrogado a Nuestro Señor repite luego sus palabras: «Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios» (Mc 12, 32-33). ¿Por qué esta reiteración? La Plaza de San Pedro registró este domingo una concurrencia mayor de la de Ángelus pasados. «Esta repetición es aún más sorprendente si pensamos que estamos en el Evangelio de Marcos, que tiene un estilo muy conciso», señaló el Pontífice. Pero «esta repetición es una enseñanza para todos nosotros que escuchamos. Porque la Palabra del Señor no puede ser recibida como cualquier noticia. La Palabra del Señor hay que repetirla, asumirla, custodiarla«. O, como se dice en la tradición monástica, recordó, «rumiarla«.

Examen de conciencia

Esa Palabra «es tan nutritiva que debe llegar a todos los ámbitos de la vida… debe resonar, retumbar, ser un eco dentro de nosotros. Cuando existe este eco interior que se repite, significa que el Señor habita nuestro corazón».

Francisco explicó que Dios no quiere «hábiles comentaristas de las Escrituras», sino «corazones dóciles que, acogiendo su Palabra, se dejan transformar dentro«. De ahí la importancia de tener siempre unos Evangelios al alcance de la mano, incluso una edición de bolsillo que llevar siempre encima (consejo que ha ofrecido reiteradamente), «para leerlo y releerlo, apasionarse»: «Cuando lo hacemos, Jesús, Palabra del Padre, entra en nuestro corazón, se vuelve íntimo y nosotros damos frutos en Él».  En el caso del Evangelio de este día, el amor a Dios y al prójimo no deben quedar «en letra muerta, en el cajón del corazón», sino servir para convertirnos nosotros en «una traducción viva, diferente y original» de la Palabra. «Nos hará bien esta noche, antes de dormirnos, hacer el examen de conciencia sobre esta Palabra, para ver si hoy hemos amado al Señor y hemos dado un poco de bien a los que nos hemos encontrado», concluyó el Papa.

Según la tradición sinagogal se habían multiplicado los mandamientos (hasta 365 prohibiciones y 248 prescripciones), tanto que quedaban fuera del alcance del pueblo pobre y sencillo. Aunque había discusiones y desacuerdos, se insistía sobre todo en las prescripciones rituales y leyes como el sábado, la pureza legal y los diezmos. Jesús nunca estuvo de acuerdo con estas costumbres que deformaban la imagen del Dios de la Alianza, del Dios del Amor y que violentaban la libertad humana.  

Cuando el libro del Deuteronomio ordena al pueblo de Israel los mandamientos para encontrar la felicidad, le pide que ya no llame dioses a las obras de sus manos y que coloque en el centro de su corazón al Señor, como único Dios. Quizás se nos ha quedado esa idea de “imágenes” frente a la gran cantidad de dioses que tenían los pueblos en torno al pueblo escogido. Pero no pretende hablar sólo de “las imágenes”, como lo hacen ver los profetas. Si revisamos un poco la historia nos encontramos que Israel había puesto su confianza más en el poder de los países amigos, en su ejército y su riqueza y en sus propias fuerzas que en el Señor. Había injusticias y desigualdades como lo denuncian los profetas. No se refiere pues solamente a otros “dioses”, sino que hay “cosas” que están ocupando el lugar de Dios. Actualmente muchos de los pueblos se definen a sí mismos como religiosos y no idólatras, pero en su diario actuar confían más en su poder, en su dinero y en miles de pequeñeces que llenan su corazón.

El hombre moderno se ha aficionado a tantas comodidades, a tantas dependencias, a las que ha convertido en verdaderos dioses, con sus ritos, con sus defensores y sus sacerdotes. Baste mirar los nuevos espectáculos, los deportes, los negocios, el poder o la política. No podemos negar que ocupan verdaderamente el corazón de la persona y que se olvidan del hermano como prójimo. También encontramos las ambiciones y anhelos personales y de grupo que se adueñan del corazón y tiranizan toda la vida.

El evangelio de este día quiere que retomemos el fin esencial del hombre: amar a Dios y amar al prójimo. Alguien me comentaba que más que “amar a Dios”, deberíamos decir, “dejarse amar por Dios”, permitirse experimentar el amor de Dios. Y es verdad porque quien se sabe amado por Dios, quien se siente en sus manos, buscará espontáneamente responder con el mismo amor. Y también procurará manifestar en la práctica este amor dándolo a sus hermanos que son así mismo amados de Dios. No es tanto un mandamiento como una experiencia. Si cada día que nace, cada instante que vivimos, cada belleza y aún cada fracaso, lo pudiéramos vivir como una manifestación del amor de Dios, entonces nuestro corazón encontraría la verdadera paz y podría ponerse a disposición para servir a los hermanos. Pero si el corazón se llena de ambiciones, de búsqueda de placeres, de deseos de poder y de riquezas, nunca encontrará la paz y verá en cada hermano un opositor para cumplir sus propósitos y se defenderá de él como de un enemigo o lo utilizará como peldaño para alcanzar su propósito.

  • Esto es la Biblia: Episodio 1 – Génesis Introdu10:21

Jesús sintetiza los mandamientos y los une dándoles la misma importancia y haciéndolos inseparables de una manera original, haciendo prevalecer el amor y la justicia a la tradición ritual, y abriendo una alternativa al pueblo que al mismo tiempo le devuelve dignidad, libertad y lo encamina hacia su verdadera felicidad.

Se acerca el tiempo final del año litúrgico y las lecturas de este domingo buscan ayudarnos a descubrir lo esencial para la vida de la persona. Es un tiempo de revisión de los valores de nuestra vida. Igual que aquel escriba acerquémonos con confianza a Jesús y preguntémosle cuál es el mandamiento principal. No tengamos miedo, en oración escuchemos su respuesta y después confrontemos nuestra vida con lo que nos ha dicho. ¿Qué dice Jesús hoy para nosotros? Su respuesta no ha cambiado, hoy su respuesta es la misma: amar a Dios está intrínsecamente unido al amor al prójimo. Hoy ese mandamiento es el que puede darnos vida y dar sentido a nuestra vida. Cuando ponemos en el corazón ídolos que lo ocupan creyendo que tendremos libertad, felicidad y placer, nuestra vida se limita, se estropea y pierde su sentido

Nosotros igual que el escriba estamos invitados a escuchar y a vivir en plenitud este mandamiento. Revisemos qué idolatrías se han escurrido hasta dentro de nuestro corazón y han hecho a un lado a Dios ¿Qué puesto ocupa Dios en mi vida, en mi mente y en mi corazón? Pero también estemos muy atentos a nuestro amor al prójimo, nuestro compromiso con la justicia y con la verdad, con la fraternidad ¿Cómo amo a mi prójimo? ¿Qué muestras concretas doy de este amor hacia mis hermanos?

Padre Bueno, que en Jesús nos has manifestado todo tu amor, concédenos vivir siempre en tu presencia amando a todos nuestros hermanos. Amén.

Love the Lord your God with all your heart, love your neighbor as yourself. No

there is another commandment greater than these two.

Ama al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, ama a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que estos dos.

Fiesta de Todos los Santos

Solemnidad litúrgica. 1 de noviembre

Solemnidad de Todos los Santos que están con Cristo en la gloria. En el gozo único de esta festividad, la Iglesia Santa, todavía peregrina en la tierra, celebra la memoria de aquellos cuya compañía alegra los cielos, recibiendo así el estímulo de su ejemplo, la dicha de su patrocinio y, un día, la corona del triunfo en la visión eterna de la divina Majestad.

Este día se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.

Comunión de los santos

La comunión de los santos, significa que ellos participan activamente en la vida de la Iglesia, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. La intercesión de los santos significa que ellos, al estar íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana.

Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.

Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este día es el 1ro. de noviembre.

Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las omisiones.
Se puede aprovechar esta celebración para hacer un plan para alcanzar la santidad y poner los medios para lograrlo:

¿Como alcanzar la santidad?

– Detectando el defecto dominante y planteando metas para combatirlo a corto y largo plazo.
– Orando humildemente, reconociendo que sin Dios no podemos hacer nada.
– Acercándonos a los sacramentos.

Un poco de historia

La primera noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo obispo Policarpo, en el año156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires

La veneración a los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos en Roma.

Las historias de los mártires se escribieron en unos libros llamados Martirologios que sirvieron de base para redactar el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.

Cuando cesaron las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires el culto de otros cristianos que habían dado testimonio de Cristo con un amor admirable sin llegar al martirio, es decir, los santos confesores. En el año 258, San Cipriano, habla del asunto, narrando la historia de los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero sí confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron condenas de cárcel por Cristo.

Más adelante, aumentaron el santoral con los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre estos, están san Antonio (356) en Egipto y san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, se incluyó en la santidad a las mujeres consagradas a Cristo.

Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto público. Luego se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones.

El Concilio Vaticano II reestructuró el calendario del santoral:

Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas (esta es el día de su nacimiento al Cielo, es decir, al morir); se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos).

Categorías de culto católico

Los católicos distinguimos tres categorías de culto:
– Latría o Adoración: Latría viene del griego latreia, que quiere decir servicio a un amo, al señor soberano. El culto de adoración es el culto interno y externo que se rinde sólo a Dios.

– Dulía o Veneración: Dulía viene del griego doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración se tributa a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados, por razón de la gracia eminente que han recibido de Dios. Este es el culto que se tributa a los santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión y en la intercesión de los santos, pero jamás los adoramos como a Dios. Tratamos sus imágenes con respeto, al igual que lo haríamos con la fotografía de un ser querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que representa.

– Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para la Virgen María por ser superior respecto a los santos. Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando sus virtudes, pero no con la adoración.

Todos llamados a ser santos

Dios da, Dios quita… y siempre te da algo mejor

Cuando nos quita algo, ya tiene preparado algo mejor para nosotros, pues nuestro Dios tiene siempre un propósito.

Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado (ha pasado la prueba), recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Que nadie diga cuando es tentado: “Soy tentado por Dios”. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, y Él mismo no tienta a nadie.

Santiago 1:12-13

El ejemplo del piadoso Job en la Biblia es quizás el más significativo de lo que Dios hace cuando nos despoja de algo, o de todo, y luego repone y añade a nuestra vida de manera abundante.

Dolorosa como es, la historia de Job revela el carácter de un Dios que, lejos de sólo querer torturar a un ser humano con un sufrimiento extremo, en realidad lo rescata, mira su fidelidad y lo recompensa, pues no fue Dios quien quitó todo a Job y lo zarandeó con una terrible enfermedad que casi acaba con su vida, sino Satanás.

Una de las formas en que crecemos como seres humanos, y también como creyentes, es a través de las situaciones difíciles o extremas. Si la vida fuera siempre fácil, feliz y sin variaciones, quizá nunca alcanzaríamos la madurez. El aprendizaje y la sabiduría vienen con los años, mediante pruebas y hechos a veces muy dolorosos.

Como seres dependientes de Dios, la hora del dolor y la desesperación es el momento justo en el que debemos acudir a Él, refugiarnos en Él, confiar y esperar en Él. Correr en sentido contrario a su Majestad no arregla la situación ni sana el dolor, de hecho, lo hace más intenso y complejo.

Apegados a las cosas terrenales, nos es difícil soltar aquello que consideramos valioso en nuestra vida, ya sean objetos materiales, personas, amistades, empleos, proyectos, sueños, etcétera. Pero cuando deseamos vivir una vida cercana a Dios, en santidad, apegados a su voluntad y hambrientos de su amor, entonces sus propósitos empiezan a manifestarse de manera real en nuestro diario vivir, de tal manera que ocurren muchos cambios y podemos ver la intervención real de nuestro Señor en cada situación.

Para pulirnos, refinarnos, y librarnos de toda la basura que nos estorba, a veces Dios nos quita cosas que no esperamos perder. Es muy doloroso. No comprendemos por qué, y nos rebelamos en primera instancia. Sin embargo, si permanecemos conectados al Señor en oración y obediencia, por el tiempo que sea necesario, Él nos mostrará su grandeza, el enorme amor que nos tiene, y el porqué de todo lo que nos pasa, pues Él es fiel y verdadero.

Cuando nos quita algo, ya tiene preparado algo mejor para nosotros, pues nuestro Dios tiene siempre un propósito, no es un dios caprichoso y cruel. A veces, antes de tiempo, abandonamos nuestra relación con Él, resentidos por aquello que se ha ido. Pero si esperamos pacientemente y con fe, muy pronto recibiremos algo mejor y mucho más de lo que nos fue quitado. La única forma de ser merecedores de dicha recompensa es la fidelidad y la identidad cristiana, la aceptación del dolor pasajero.

Cuando Job ya desfallecía y se encontraba completamente despojado de todo, sobre el polvo, su fe prevaleció y exclamó: Yo sé que mi Defensor está vivo, y que él, el último, se levantará sobre el polvo. Tras mi despertar me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a Dios. (Job 19:25 y 26)

Y así fue. Job sabía en quién había creído. Dice la Biblia que, entonces, Dios le devolvió la salud y multiplicó dos veces todo lo que tenía, incluyendo posesiones, animales y familia.

«Rumiar» la Palabra de Dios que no es cualquier noticia

Ángelus del Papa Francisco, 31 de octubre de 2021

A la hora del ángelus del último domingo de octubre el Papa Francisco – desde la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro – explicó a los fieles y peregrinos de diversos países, y a quienes lo seguían a través de los medios de comunicación, que en la Liturgia del día el Evangelio habla de un escriba que se acerca a Jesús y le pregunta: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”.

Amar a Dios y al prójimo

Al comentar que Jesús responde, citando la Escritura, “que el primer mandamiento es amar a Dios”, el Santo Padre dijo que “de este, como consecuencia natural, se deriva el segundo: amar al prójimo como a sí mismo: Y añadió que, tras esta respuesta, “el escriba no sólo reconoce que es justa, sino que al hacerlo repite casi las mismas palabras pronunciadas por Jesús”.

  • Esto es la Biblia: Episodio 7 – Génesis 7. Comienza el diluvio09:55

“Amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Tras preguntar “¿por qué, al dar su asentimiento, el escriba siente la necesidad de repetir las mismas palabras de Jesús?”, Francisco expresó que “esta repetición es aún más sorprendente si pensamos que estamos en el Evangelio de Marcos, que tiene un estilo muy conciso”. Mientras del sentido de esta repetición dijo que “es una enseñanza para nosotros que escuchamos”:

Rumiar la Palabra de Dios

“Porque la Palabra del Señor no puede ser recibida como cualquier noticia: hay que repetirla, asumirla, custodiarla”.

Además, el Papa subrayó que la tradición monástica utiliza un “término audaz, pero muy concreto: la Palabra de Dios ha de ser ‘rumiada’. Podemos decir que es tan nutritiva que debe llegar a todos los ámbitos de la vida: implicar” “todo el corazón, toda el alma, toda la inteligencia, todas las fuerzas”. De manera que”’

“La Palabra de Dios debe resonar, ser un eco dentro de nosotros. Cuando existe este eco interior, significa que el Señor habita nuestro corazón”.

El Señor corazones dóciles

Hacia el final de su comentario el Obispo de Roma dijo que “el Señor busca, no tanto hábiles comentaristas de las Escrituras, sino corazones dóciles que, acogiendo su palabra, se dejan transformar dentro”. Por esta razón, es importante “familiarizar con el Evangelio, tenerlo al alcance de la mano siempre, leerlo y releerlo, apasionarse. Cuando lo hacemos, Jesús, Palabra del Padre, entra en nuestro corazón, se vuelve íntimo y nosotros damos frutos en Él”.

“Tomemos como ejemplo el Evangelio de hoy: no es suficiente leerlo y comprender que hay que amar a Dios y al prójimo. Es necesario que este mandamiento, el ‘gran mandamiento’, resuene en nosotros, sea asimilado, se convierta en voz de nuestra conciencia. Entonces no se queda en letra muerta, porque el Espíritu Santo hace brotar en nosotros la semilla de esa Palabra”.

Después de reafirmar que “la Palabra de Dios actúa, es viva y eficaz”, el Papa dijo que así cada uno puede “convertirse en una “traducción viva, diferente y original, de la única Palabra de amor que Dios nos dona”.

¿Este mandamiento orienta mi vida?

Invitando a retomar hoy el ejemplo del escriba, el Pontífice pidió que “repitamos las palabras de Jesús, hagámoslas resonar en nosotros: ‘Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas y al prójimo como a sí mismo’. Y preguntémonos: ¿Orienta realmente mi vida este mandamiento? ¿Se refleja en mi vida diaria?”.

“Nos hará bien esta noche, antes de dormirnos, hacer un examen de conciencia sobre esta Palabra, para ver si hoy hemos amado al Señor y hemos dado un poco de bien a los que nos hemos encontrado. Que la Virgen María, en quien se hizo carne el Verbo de Dios, nos enseñe a acoger en nuestro corazón las palabras vivas del Evangelio”.

Fiesta de todos los santos

Una gran fiesta en el cielo

Hoy, primero de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. Para toda la Iglesia es una gran celebración porque hay gran fiesta en el cielo. Para nosotros es una gran oportunidad de agradecer todos los beneficios, todas las gracias que Dios ha derramado en personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios. Celebremos este día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

Hoy es un buen día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra lo siguen deseando en la visión beatifica, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.

La Iglesia ha instituido la Fiesta de Todos los santos por las siguientes razones:

1.- Para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo.

2.- Para honrar en este día aun a los Santos de que no se hace fiesta particular durante el año.

3.- Para procurarnos mayores gracias multiplicando los intercesores.

4.- Para reparar en este día las faltas que en el transcurso del año hayamos cometido en las fiestas particulares de los Santos.

5.- Para animarnos más a la virtud con los ejemplos de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y con la memoria de la recompensa que gozan en el cielo.

Ha de alentarnos a imitar a los Santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.

Se celebra la fiesta de Todos los Santos con tanta solemnidad porque abraza todas las otras fiestas que en el año se celebran en honor de los Santos y es figura de la fiesta eterna de la gloria.

Para celebrar dignamente la fiesta de Todos los Santos debemos:

1.- Alabar y glorificar al Señor por las mercedes que hizo a sus siervos y pedirle que asimismo nos las conceda a nosotros.

2.- Honrar a todos los Santos como a amigos de Dios e invocar con más confianza su protección.

3.- Proponer imitar sus ejemplos para ser un día participantes de la misma gloria.

Es importante en este día tan importante para toda la Iglesia detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los Santos es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios a querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.

Celebremos con gozo este día, y pidámosle a Dios Nuestro Señor nos conceda disfrutar en esta tierra de la protección de sus santos y que un día nos conceda estar con ellos para glorificarlo en su eternidad.

Que Santa María Reina de los santos nos conceda la alegría de servir con humildad a Dios esta tierra para verle y gozarle en la vida eterna.

Propuestas para vivir cristianamente Todos los Santos

@A petits pas Créations

Jorge Luis Zarazúa – publicado el 31/10/13

Lo que celebramos es la llamada de todos los hombres a la santidad

Este día se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros.

Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.

La gloria de Dios resplandece en cada uno de los santos

El Catecismo de la Iglesia Católica habla sobre ellos así:

«Mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven “tal cual es” (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4)».

Geralt – Pixabay

A algunos de ellos los católicos los veneran en algún día especialmente dedicado a ellos. A todos el 1 de noviembre en la Solemnidad de Todos Santos.

El Prefacio I de los Santos, titulado “La Gloria de los Santos”, puede ayudar a entender por qué se venera a los Santos:

En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece en cada uno de los santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones. Con su vida, nos proporcionas ejemplo, ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria.

La Carta a los Hebreos los describe de esta forma, unidos a Jesús y en comunión con nosotros:

Innumerables son estos testigos que nos envuelven como una nube. Depongamos, pues, toda carga inútil, y en especial las amarras del pecado, para correr hasta el final la prueba que nos espera, fijos los ojos en Jesús, que organiza esta carrera de la fe y la premia al final. (Hb 12, 1-2a)

Todos llamados a ser santos

Uno de los frutos más importantes de esta solemnidad es recordar que todos estamos llamados a ser santos, como lo expone san Pablo cuando recuerda que Dios “nos ha elegido en él (Cristo), antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor” (Ef 1, 4).

Y san Pedro, la Roca sobre la cual Jesús edificó su Iglesia enseña lo siguiente:

“Si es santo el que los llamó, también ustedes han de ser santos en toda su conducta, según dice la Escritura: Sean santos, porque yo soy santo” (1Pe 1, 15-16).

Dice Benedicto XVI:

“El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo”.

Propuestas para celebrar la Solemnidad de Todos Santos

He aquí unas propuestas eficaces para meternos en el maravilloso mundo de la santidad, a la que hemos sido llamados.

1.LA FIESTA DE LOS SANTOS

La Fiesta de los Santos es una iniciativa de los Apóstoles de la Palabra para recordar a todos los católicos el llamado universal a la santidad, que Dios quiere que todos seamos santos (cfr. 1 Pe 1, 16).

En este sentido, la Biblia nos presenta innumerables modelos de vida que pueden ayudar a dar pasos muy concretos para avanzar en la propia santificación.

Por otra parte, a lo largo de la historia de la Iglesia muchos discípulos de Cristo han recorrido este mismo itinerario.

Consiste en aprovechar la celebración de la fiesta de Todos Santos para organizar un concurso en el cual los participantes cumplan las siguientes bases:

1) Vestirse de su santo (a) o personaje bíblico favorito.

Galería fotográfica

2) Narrar en primera persona y brevemente (3-5 minutos) la vida del santo favorito, resaltando la vivencia de las virtudes, que le ayudaron a alcanzar la santidad.
3) Responder a algunas preguntas, planteadas por los integrantes del Jurado calificador y el público asistente.

¿Quiénes pueden participar?

Todos, puesto que hay varias categorías:
1) Niños.
2) Adolescentes.
3) Jóvenes.
4) Adultos.

¿Cuándo puede celebrarse? De manera especial el 1 de noviembre, aunque puede realizarse con motivo de la fiesta patronal, lo que motivará que se profundice en la vida del santo patrono.

También puede realizarse al finalizar la catequesis presacramental o en otro momento que se considere oportuno, como las vacaciones de verano o de diciembre.

Para darle un sabor eminentemente bíblico, puede realizarse utilizando personajes de la Sagrada Escritura, como Abraham, Moisés, Josué, Miriam, David, Rut, Noemí, Sara, Raquel, María, Pedro, Pablo, Aquila, Priscila, Marcos, etc., o haciendo resaltar en los santos su conformidad con la Palabra de Dios, subrayando algún aspecto particular.

La realización se realiza en el marco de una convivencia, donde hay cantos, dinámicas y obras de teatro.

Para otorgar el Primero, Segundo y Tercer Lugar el Jurado calificador tiene presente no sólo el vestuario, sino ante todo la narración de los datos del personaje seleccionado por el participante.

2.LA LETANÍA DE LOS SANTOS

El Concilio Vaticano II recuerda:

“Es sumamente conveniente que amemos a estos amigos y coherederos de Cristo, hermanos también y eximios bienhechores nuestros; que rindamos a Dios las gracias que le debemos por ellos; que los invoquemos humildemente y que acudamos a sus oraciones, protección y socorro. Todo genuino testimonio de amor que ofrezcamos a los santos se dirige a Cristo y termina en Él, que es “la corona de todos los santos” y por El va a Dios, que es admirable en sus santos y en ellos es glorificado” (Lumen Gentium, 50).

Jonas Allert/Unsplash | CC0

Pues bien, una forma bellísima es recitando o entonando la Letanía de los Santos:

-Señor, ten piedad de nosotros (se repite)
-Cristo, ten piedad de nosotros (se repite)
-Señor, ten piedad de nosotros (se repite)
-Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros
-San Miguel, Ruega por nosotros.
-Santos Ángeles de Dios, Rueguen por nosotros.
-San José, Ruega por nosotros
-San Juan Bautista, Ruega por nosotros.
-Santos Pedro y Pablo, Rueguen por nosotros.
-San Andrés, Ruega por nosotros
-San Juan, Ruega por nosotros
-Santa María Magdalena, Ruega por nosotros
-San Esteban, Ruega por nosotros
-San Lorenzo, Ruega por nosotros
-San Ignacio de Antioquía, Ruega por nosotros
-San Lorenzo, Ruega por nosotros.
-Santas Perpetua y Felicidad, Rueguen por nosotros.
-San Gregorio, Ruega por nosotros
-San Agustín, Ruega por nosotros
-San Atanasio, Ruega por nosotros
-San Basilio, Ruega por nosotros
-San Martín, Ruega por nosotros
-San Benito,    Ruega por nosotros.
-Santos Francisco y Domingo, Rueguen por nosotros.
-San Francisco Javier, Ruega por nosotros
-San Juan María Vianney, Ruega por nosotros
-Santa Teresa de Avila, Ruega por nosotros
-Santa Catalina de Siena, Ruega por nosotros.
-Santos y santas de Dios, Rueguen por nosotros.
-Muéstrate propicio, Líbranos, Señor.
-De todo mal, Líbranos, Señor.
-De todo pecado, Líbranos, Señor.
-De la muerte eterna, Líbranos, Señor.
-Por tu encarnación, Líbranos, Señor.
-Por tu muerte y resurrección, Líbranos, Señor.
-Por el envío del Espíritu Santo, Líbranos, Señor.
-Nosotros, que somos pecadores, Te rogamos, óyenos.
-Jesús, Hijo de Dios vivo, Te rogamos, óyenos.
-Cristo, óyenos, -Cristo, escúchanos
-Cristo, escúchanos, -Cristo, escúchanos

3.HOLYWINS

Holywins es un juego de palabras que en inglés significa “la santidad vence”.

En la diócesis de Alcalá de Henares desde 2009 se celebra Holywins desde la Catedral: una Vigilia de adoración eucarística y evangelización por las calles.

Aquí, como en muchos países, la Iglesia está rescatando el verdadero sentido de este misterio central de nuestra fe con propuestas festivas para los niños.

Se trata de crear un espacio para que los niños puedan celebrar cristianamente esta festividad. Holywins está llamada a ser una fiesta del Cielo, en la que descubramos que hemos sido creados para el Cielo, para la amistad con Dios, ya aquí en la tierra, que será plena cuando estemos cara a cara con Él en la eternidad.

Que el Cielo vive volcado sobre la tierra, ayudándonos a llegar a la meta, a ser santos como Dios es santo.

A creer, a celebrar y vivir que Cristo está vivo, ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal. Que la Trinidad Santa “nos vive” y acompaña, junto con la Virgen María y todos los santos y ángeles.

Holywins consiste en celebrar, en la Vigilia de la solemmidad de Todos los santos, la fe que enseña la Iglesia: creo en la resurrección de la carne, en la vida eterna, en la comunión de los santos, y que los niños y jóvenes vivan en comunión con la tierra y con el cielo, para alcanzar la santidad y llegar a la vida eterna.

Entre las actividades que se realizan, podemos mencionar las siguientes: actuaciones musicales, juegos y dinámicas infantiles, castillos inflables y muchas más sorpresas. Uno de los momentos culminantes es la Eucaristía.

Después de escuchar y meditar la Palabra de Dios, recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo para llevarlo después por las calles a nuestros hermanos que no lo conocen o lo han olvidado. Seguidamente, adoración, envío y evangelización.

Esta vigilia de evangelización culmina con una adoración eucarística en la iglesia o en alguna plaza o auditorio apropiado.

¡Todos están invitados: familias, sacerdotes, religiosos, parroquias, colegios, movimientos, niños, jóvenes, adultos, mayores…!

4.FIESTA DE LOS SANTOS CON LOS APOSTOLINES

Apostolines es el Departamento infantil del Movimiento Eclesial Apóstoles de la Palabra, que conocen desde la niñez la Biblia y la Apologética, y evangelizan de muchas maneras. En la celebración profana de Halloween los niños y adolescentes se disfrazan de personajes relacionados con las películas de terror (vampiros, hombres lobo, brujas, Frankestein y los mas variados monstruos) y recorren las calles y tocan a las puertas solicitando alguna golosina o algún donativo. Para dar un sentido católico a estos días, una idea muy interesante puede ser que los Apostolines organicen la Fiesta de los Santos promoviendo que los niños y adolescentes católicos recorran las calles y visiten las casas para narrar la vida de su santo favorito o del personaje bíblico de su preferencia, o explicando la devoción católica a los ángeles, especialmente a los ángeles custodios. Para eso, cada niño puede escoger algún personaje para representarlo, poniéndose la ropa más adecuada para caracterizarlo. Puede seleccionarlo de entre los personajes bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, o de los santos del santoral católico.

Una buena idea sería vestirse de ángeles para dar a conocer la verdadera devoción al ángel de la guarda o a los ángeles que presenta la Sagrada Escritura.