Llegamos hoy a la Fiesta de la Epifanía. La palabra “epifanía” viene del griego y significa “aparición intensa”. Es algo que no solamente capta nuestra atención, sino que también revela algo de enorme importancia. Para los reyes magos por supuesto, fue primero la estrella; pero la epifanía real fue el bebé Rey. Deberíamos estar atentos, de un modo similar, a estos momentos de irrupción en que Dios nos habla —y deberíamos responder.
Y -epi- que significa -en la cima de- ES UNA FORMA DE INTENSIFICAR. Recuerden que les hablé antes de esto, que en el Padre Nuestro, tenemos la breve frase ¨ton arton, ton epiousion¨, y significa ¨pan supersubstancial¨. EPIOUSION. Así que ¨epiphanein¨ significa algo que ha aparecido pero de un modo muy intenso, ni simplemente captando nuestra atención sino revelando algo de enorme importancia. De eso se trata la Epifanía. Para los Reyes Magos por supuesto, primero fue la estrella que hizo esta aparición extraordinaria. Pero es mucho más que eso. El sentido del relato es que no fue la estrella la epifanía verdadera. Fue este BEBE. Viajaron buscando un rey y encontraron a este Niñito. Esta fue la ¨Ephifanía¨. Esa fue una aparición extraordinaria. Cada vez que llegamos a este día de Fiesta, pienso en James Joyce, el gran novelista irlandés del siglo XX un hombre que fue formado en el pensamiento católico. abandonó la Iglesia, pero creo que es justo decir nunca dejó el Catolicismo. Simplemente cautivó toda su imaginación. Y en su famosa novela autobiográfica, ¨Retrato del
artista adolescente¨, se da cuenta, de acuerdo, no estoy para ser sacerdote, pero si para ser una especie de sacerdote. Porque dijo que su vocación sería narrar epifanías cuando las viera. Ahora su gran ejemplo -y si van a ese libro a buscarlo, encontrarán una de las escenas más hermosas de la literatura del siglo XX- Joyce espía a esta adolescente que está parada junto a la costa en Dublín, y luego la describe junto a su belleza, y ella está contemplando el mar. Y luego se vuelve hacia él, por un momento capta su mirada y luego mira nuevamente el mar abierto. Y luego el joven personaje dice, ¨OH, DIOS CELESTIAL¨. Bueno esa fue la mujer que eventualmente se convirtió en su esposa en la vida real. Pero el punto fue que al verla a ella aquel día fue ¨
¨epifhania¨. Fue esta manifestación intensa, y Joyce quedó tan impresionado de aquello que dijo: ¨Miren, encontré mi vocación¨. Como escritor que es notar las epifanías y luego describirlas. Ahora bien Joyce fue un genio literario. Fue capaz de describirlas de estas maneras extraordinarias. Pero piensen también en alguién como Flannery O´Connor. Pienso que su vocación fue muy similar. Decía:
¨Mis libros tratan enteramente sobre la irrupción de la gracia¨. Ahora, habitualmente rechazada decía ella, pero igual que Joyce estaba percibiendo estas epifanías, estos momentos de manifestación intensa. Pienso que el día de fiesta está destinado a señalarnos que tendríamos que estar atentos de un modo similar a estos momentos de irrupción, cuando algo se revela tan poderosamente que finalmente nos habla de Dios. LES DARÉ ALGUNOS EJEMPLOS DE MI PROPIA VIDA. Cuando hice mi Primera Comunión, le dije al Señor, que quería ser sacerdote, lo decía desde niño, cuando fui al Seminario Menor, había fallecido mi Papá PEDRO PADRÓS LLONCH. Cuando aprendí electricidad y el Párroco JOSEP ARTIGAS VIÑETA, me tomó como hijo y me formaron como un maneja emisora y cine. Me llevó al PADRE PEDRO RUSCALLEDA RIBAS que me llevó a la filosofía y Teología en la Facultad de los Jesuitas que me abrieron mi pobre cabeza para el Sacerdocio y tenìa que enseñar en Colegio e Instituto. Preparé el Doctorado gracias al PADRE BORRAS, QUE ME DIJO YA ESTÁS APROBADO. Encontré 76 pergaminos y le entregué 10.000 fotocopias. Tuve una cercanía con los PADRES ESCOLAPIOS y me pusieron al lado al maravilloso PADRE JOSEP PELEGRI era como mi maestro, fui a Alemania y me abrieron las puertas, estuve 4 meses.
Me llamó desde Yungay, el P. Rodolfo, que había desaparecido por un terremoto en el que fallecieron una enorme cantidad de personas, vine al Perú en el mes de noviembre, por 7 días y MONSEÑOR FERNANDO VARGAS RUIZ DE SOMOCURCIO ME CONSAGRO EN HUARAZ EL 7 DE JULIO DEL 1974, ESTE FUE EL DIA DE MI EPIFANÍA Y LLEVO PONIENDO A JESÚS Y LA VIRGEN CON AMOR Y SIRVIENDO A LA IGLESIA Y AL PUEBLO DE DIOS A PESAR DE MIS MUCHAS FALLAS. Pero fue mucho más que eso. Pero para mí, fue una de verdad. Fue una manifestación hiperintensa de la verdad.
Me motivó tanto y nos es broma si digo que nunca he dejado este camino, a pesar de mi fallas. Es a causa de que siendo un niño tuve una epifanía, esta manifestación de verdad. Cuando entré en teología en la Facultad de los Padres Jesuitas, fue tan hermoso y extraño a la vez, en su complejidad y quedé impresionado. Fue una fuente de asombro para mí. Fue una epifanía de una manifestación extraordinaria. Se que les he relatado a vuelo de pájaro, mis momentos claves donde tuve las epifanías más claras. Cuando estuve en Roma y el PAPA SAN JUAN PABLO II, ME DIO LA MANO CON SU PALABRA Y ME DIJO ¨AVANTI¨fue para mí una EPIFANÍA ante miles de personas en la plaza de San Pedro. Para mi fue más que eso, sentí el gozo de mi Pastor que en JESÚS, me decía adelante, y seguí adelante. Y de tal manera hermosa que me llevó adelante con el ESPÍRITU SANTO QUE SENTÍ EN MI SER SACERDOTAL QUE ME ENVIÓ A UNA MISIÓN. FUE UNA MANIFESTACIÓN INTENSAMENTE PODEROSA, HASTA HOY ME DURA. FUE UNA MANIFESTACIÓN VERDADERAMENTE INTENSA. Cuando la Comunidad de Jesús se reunía en PAX, era un gozo que se me partía el alma y era una epifanía. Por todos los HERMANOS y HERMANAS que han mostrado su fe. He de hablar del CANAL PAX TV. Que en su humildad llega a tantos lugares y corazones, fue el regalo de la VIRGEN DE GUADALUPE, hace 26 años para dar un mensaje de fe en JESÚS LA VIRGEN y la IGLESIA. Es una manifestación de extraordinario poder de Amor y Enseñanza fiel.
Las 23 veces que estuve en peligro de muerte y sentí la presencia de mi Angel dela Guarda, al que invoco todos los días y pido la fuerza del SEÑOR. Cuando este nos sucede es que estamos ante la presencia de la fuente de toda la verdad, de toda la bondad, de toda la belleza. Esas epifanías son aquellos momentos en que aunque la luz esté detrás de todas las cosas, de repente brillan con un fulgor particular. Tal vez el mejor ejemplo de esto en el Nuevo Testamento sea la Transfiguración, cuando de golpe vieron la luz que estaba detrás de la humanidad de JESÚS. Nosotros también tenemos estas experiencias. No podemos controlarlas. Ninguna de estas experiencias son algo que podría controlar o podría hacer suceder nuevamente. No, fue como una gracia. ASI QUE DOS COSAS. REGRESEMOS AHORA A LOS MAGOS. TUVIERON UNA EPIFANÍA. La primera fue ver la ESTRELLA, PERO LA SEGUNDA FUE VER AL NIÑO. DIAS, MESES Y AÑOS ESCRUTANDO EL CIELO NOCTURNO EN BUSCA DE SIGNOS. ESA ES UNA GRAN PARTE DE LA VIDA ESPIRITUAL. POR ESTO ES POR ESTA RAZÓN DE QUE HABLAMOS DE REZAR TODOS LOS SANTOS DIAS, ASISTIR A MISA TODAS LAS SEMANAS, TAL VEZ TODOS LOS DÍAS, REGRESANDO UNA Y OTRA VEZ. ¿ QUE ESTAMOS HACIENDO CUANDO REZAMOS? ESTAMOS SIENDO SOLÍCITOS. ESTAMOS OBSERVANDO. LUEGO LO SEGUNDO: LOS MAGOS UNA VEZ QUE VIERON LA GRAN ESTRELLA, SE PUSIERON EN MARCHA, ACTUARON. UNA VEZ QUE EL SEÑOR IRRUMPE EN SUS VIDAS, SABOREEN EL MOMENTO Y SIGANLO TODO EL RECORRIDO, HASTA LA FUENTE DE LO QUE ES VERDADERO. ESA ES LA MEJOR MANERA DE RESPONDER A UNA EPIFANÍA. Y ESTA FUENTE ES JESÚS EN TRINIDAD.
Matthew 2:1-12
Amigos, la historia de los Reyes Magos que narra el Evangelio de hoy es un resumen de las principales dinámicas de la vida espiritual. Al observar el cielo nocturno con escrupulosa atención en busca de señales sobre los propósitos de Dios, los Magos evocan la importancia del estado de alerta en el orden espiritual. Debemos mantener nuestros ojos abiertos para ver lo que Dios está haciendo.
Una vez que vieron la estrella, se movieron, sin importar la duración del viaje. A veces las personas saben lo que Dios quiere que hagan, pero no actúan, ya sea por miedo, pereza o la influencia de los malos hábitos. Los Magos nos enseñan a movernos.
Cuando le hablaron a Herodes del nacimiento de un nuevo rey, él trató de usarlos para destruir al bebé. Cuando recorremos el camino que Dios nos ha trazado, debemos esperar que haya oposición.
Los Magos vinieron a Belén y le dieron al niño unos preciosos regalos. Cuando vengas a Cristo, abre lo mejor de tí mismo y haz que sea un regalo para Él.
Finalmente, regresaron a su país de origen por otra ruta. Como Fulton Sheen comentó tan magníficamente: obviamente que así lo hicieron porque nadie que conoce a Cristo vuelve por el mismo camino!
El evangelista escribe: «Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11). La adoración era el homenaje reservado a los soberanos, a los grandes dignatarios. Los magos, en efecto, adoraron a Aquel que sabían que era el rey de los judíos (cf. Mt 2,2). Pero, de hecho, ¿qué fue lo que vieron? Vieron a un niño pobre con su madre. Y sin embargo estos sabios, llegados desde países lejanos, supieron trascender aquella escena tan humilde y corriente, reconociendo en aquel Niño la presencia de un soberano. Es decir, fueron capaces de “ver” más allá de la apariencia. Arrodillándose ante el Niño nacido en Belén, expresaron una adoración que era sobre todo interior: abrir los cofres que llevaban como regalo fue signo del ofrecimiento de sus corazones. (Homilia Santa Misa en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, 6 enero 2021)
Epifanía del Señor
Solemnidad, 6 de enero
Con los pastores pasó hace unos días un acontecimiento extraño que resultó bien. Cuidaban sus rebaños cumpliendo su rudo oficio cuando vieron una tan extraña como clara visión de ángeles que les decían cosas al principio incomprensibles y al poco rato comprobadas. Sí, allí, en un casuco, estaba el Niño del que se les habló, con su madre y un varón. Hicieron lo que pudieron en su tosquedad y carencia según mandaban las circunstancias. Como les habían asegurado que era la «Luz que iluminaba al pueblo que habitaba en sombras de muerte», de lo que tenían dieron para ayudar y para quedar bien con aquella familia que al parecer era más pobre que ellos. No les costó trabajo aceptar el milagro que era tan claro. Lo dijeron los ángeles, pues… tenían razón.
Vinieron unos Reyes. Fueron los últimos en llegar a ver a aquel Niño y si se entretienen un poco más…, pues ¡que no lo encuentran! Viajaron mucho por los caminos del mundo. Venían desde muy lejos. Pasaron miedo, frío y calor. Hasta estuvieron perdidos pero, preguntando e inquiriendo, sacaron fruto de su investigación. Aquello fue un consuelo porque tuvieron susto de haber perdido el tiempo y tener que regresar a los comienzos con el fracaso en sus reales frentes. Pero no, sabían que aquella estrella era capaz de llevarles adonde estaba Dios. También las circunstancias mandaban y adoraron y ¡cómo no! ofrecieron dones al Niño-Creador.
Los dos son caminos, la fe y la razón. Uno es sencillo, basta con que hable Dios. El otro es costoso, búsqueda constante y sincera con peligros de equivocación. La Verdad está en su sitio. Sencillez es condición. Los pastores la aprehenden y los sabios la descubren. Entrambos la sirven y entrambos son de Dios.
Consulta también, Fiesta de la Epifanía
8 de enero de 2023
Ponerse en camino en busca de la estrella
Santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12. Domingo de la Epifanía del Señor.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo (…) tocad para Dios tocad; tocad para nuestro Rey, tocad» (Salmo 47). Señor, Tú eres grande, Tú eres mi Dios, Tú eres mi todo. Vengo con gran alegría a cantar para ti. Te ofrezco todo lo que soy y todo lo que tengo, todo lo debo a ti. Te alabo, te bendigo, te doy gracias.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo». Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: «Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo». Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La vida del hombre es un peregrinar a Dios; así como estos magos el hombre busca a Dios. Pero ¿dónde está Dios? ¿Dónde lo podremos encontrar? ¿Cuál es el camino que debemos seguir? El hombre camina, el hombre busca la verdad y va a ella. Y en la vida uno se encuentra con muchas dificultades; a veces parece que no vemos la luz, a veces tenemos que volver a atrás y rehacer el camino. A veces, en fin, tenemos que seguir andando aunque nuestro destino parezca muy difícil, aunque pensemos que por más que luchemos no llegaremos.
Sólo quien se pone en camino tiene la esperanza de llegar, sólo quien busca a Dios lo encuentra. Pero lo más hermoso de la peregrinación del hombre es que Dios mismo es quien le sale al encuentro, pero necesita que nosotros decidamos buscarlo, quiere que nosotros caminemos, busca que nosotros lo encontremos. Pero ¿cuál es el rostro de Dios? ¿El rostro del poder, del dinero, del dominio? No, Jesús no nace en medio de la riqueza ni quiere dominar porque quiere mostrarnos que el amor y la misericordia son el verdadero rostro de Dios.
«Los Magos que vienen de Oriente son sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indican el camino» (Benedicto XVI, JMJ Colonia). El camino de la santidad es seguir la estrella y ofrecerle a Dios toda nuestra vida.
«Cristo acaba de nacer, aún no sabe hablar y todas las gentes –representadas por los Magos– ya pueden encontrarlo, reconocerlo, adorarlo. Dicen los Magos: “Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. Y Herodes oyó esto apenas los Magos llegaron a Jerusalén. Estos Magos eran hombres prestigiosos, de regiones lejanas y culturas diversas, y se habían encaminado hacia la tierra de Israel para adorar al rey que había nacido. Desde siempre la Iglesia ha visto en ellos la imagen de la entera humanidad, y con la celebración de hoy, de la fiesta de la Epifanía, casi quiere guiar respetuosamente a todo hombre y a toda mujer de este mundo hacia el Niño que ha nacido para la salvación de todos».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a hacer un momento de oración delante de la Eucaristía, para escuchar que es lo que Él me pide para este nuevo año y para agradecerle las gracias de este periodo navideño.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Hacer un alto en el camino
Hay que formarse un criterio recto de todo.
En este tiempo tan difícil que estamos viviendo, me he dado cuenta que es muy necesario hacer un alto en el camino y evaluar todo lo bueno que tenemos, lo que Dios nos ha regalado, la salud, la familia, etc.
¿Por qué digo esto?
Por que en el ambiente social pesa más lo malo, lo negativo, lo triste, lo que está mal y esto nos hace mucho daño.
Y nosotros como papás tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos y formarles una conciencia recta para que puedan ver objetivamente los acontecimientos y puedan formarse un criterio recto de todo, por eso aquí te dejo mis 5 Tips para lograrlo.
PRIMERO. Es necesario dar tiempo para analizar.
Es muy bueno que acostumbremos a nuestros hijos, desde muy pequeños, a darse tiempo para analizar los acontecimientos.
Como niños es difícil que por si solos lo hagan ya que los niños corren y juegan; y solo podemos captar su atención es por esto que debemos propiciar estos momentos de reflexión y análisis, sobre todo con nuestra guía.
Podemos hacerlos reflexionar con preguntas puntuales para que ellos, al responderlas, piensen en los hechos de forma muy objetiva y piensen también en sus acciones e intenciones.
SEGUNDO. Es necesario discernir.
Una vez que hemos enseñado a nuestros hijos a analizar sus actos y los hechos concretos debemos enseñarlos a discernir, es decir, debemos lograr que nuestros hijos puedan distinguir lo bueno de lo malo.
Esto es un proceso y por esto nosotros debemos propiciar que se haga un ejercicio cotidiano en la vida de nuestros hijos.
Para esto debemos nosotros enseñarles lo que es bueno y lo que es malo en cada hecho para que poco a poco nuestros hijos aprendan a discernir.
TERCERO. Es necesario poner en contexto.
Vale la pena enseñar a nuestros hijos a ver el contexto en el que suceden los hechos ya que puede cambiar por completo el discernimiento que hacemos.
Y para eso es necesario hacerles ver ese contexto en los hechos que vamos viviendo.
Así poco a poco podrán ellos darse cuenta de los contextos en los que suceden los hechos que viven cada día.
CUARTO. Es necesario comunicar lo que pensamos.
Es muy importante que nuestros hijos puedan comunicar su forma de pensar, lo que les gusta y lo que no les gusta y qué mejor lugar para hacerlo que en familia.
Para eso hay que propiciar espacios de dialogo y de exposición de sus ideas.
Y para eso nuestros hijos deben aprender de nosotros, es necesario que seamos capaces de dar nuestras opiniones de forma respetuosa y ordenada, así nuestros hijos sabrán que podemos estar de acuerdo o no con los demás pero que todo debe suceder dentro del marco del respeto.
Y QUINTO. Es necesario fundamentar lo que pensamos.
Cuando damos nuestra opinión es necesario argumentarla y nuestros hijos deben aprender poco a poco a hacerlo.
Para esto es necesario que les enseñemos a encontrar las razones, los porqués de las cosas y a saber expresarlos de forma clara para evitar confusiones.
Con todo esto lograremos que nuestros hijos tengan una conciencia recta y que sean capaces de expresar lo que piensan en cualquier contexto o circunstancia.
El don de la fe
Dios ofrece a todos mil pequeñas luces para recibir el don de la fe.
Hemos escuchado más de una vez frases como las siguientes: “No tengo fe. Reconozco que es hermoso creer, incluso a veces siento algo de envidia cuando veo que otros creen. Pero a mí Dios no me ha dado ese don”.
No es el caso de indagar cuál haya sido la trayectoria de un corazón que ha llegado a concluir que Dios “no le ha dado” el don de la fe. La historia de cada ser humano es muy particular; las convicciones se van construyendo sobre experiencias, reflexiones, lecturas, momentos buenos y malos. Al final quedan “fijadas” ciertas ideas fundamentales que resultan difícilmente modificables.
Son difícilmente modificables, sí, pero podrían cambiar. Como la frase de quien dice: “Dios no me ha dado el don de la fe”. El punto es: ¿cómo ayudar a una persona que dice no tener este don para que pueda recibirlo algún día?
Podríamos recordar, inicialmente, lo que es un don. La palabra “don” indica algo que se recibe así, sin más, como regalo, como señal de alguien que nos ama y nos quiere alegrar con un objeto concreto o con un gesto profundo de cariño.
La fe también es un don, un don que Dios da a quienes creen no porque los creyentes tengan méritos o sean mejores que los demás, sino porque han descubierto y acogido ese don simplemente como lo que es, algo inmerecido.
Entonces, ¿cualquiera puede creer? ¿También una mala persona, un criminal, un borracho, un egoísta, un explotador, un insincero, un cobarde, un mentiroso? Pues, en principio, sí. Todos, ante el don de Dios, se encuentran en la primera línea para dar el paso de la fe. Y a todos Dios les ofrece mil pequeñas luces para iniciar a dar ese paso, para recibir un don que no es sólo para unos pocos privilegiados, sino para todos.
¿Cuáles son esas pequeñas luces? Para miles de personas, la familia: los padres o abuelos, los hermanos o tíos, los primos u otros familiares. Muchos hemos encontrado en casa un testimonio fresco, alegre, entusiasta, luminoso de la fe. Desde ese testimonio, con esa ayuda, recibimos el don. Luego, cada uno es libre de acogerlo o no, pero ¡cuánto tenemos que agradecer a Dios el haber sido ayudados en la fe por nuestros padres y familiares!
Para otros, la “pequeña luz” habrá sido algún sacerdote, religioso o religiosa, catequista, educador. Miles de niños, adolescentes, jóvenes y adultos han conocido el don de Dios gracias a tantas y tantas personas dedicadas de por vida a susurrar, decir, explicar, el don tan maravilloso que Dios nos ha dado con la venida de Cristo.
Estas personas, transmisoras alegres del don, nos permiten descubrir la gran verdad: ¡es posible creer porque Dios mismo quiso venir a nuestro encuentro! ¡Es posible creer porque el mismo universo, la tierra, las plantas, los animales, los hombres y mujeres con los que vivimos, nos muestran la belleza de un Dios Padre que nos creó y nos cuida por amor!
Para otros, la “pequeña luz” fue un amigo, un compañero de trabajo, una persona encontrada en un viaje, en una sala de espera, en un consultorio médico, en un museo. Tal vez hubo un tropezón, o una curiosidad, o una petición de ayuda, e inició esa aventura que es poder dialogar sobre temas realmente importantes.
La oscuridad del corazón, las dudas, una mala experiencia del pasado, empiezan a ser iluminadas, con la ayuda de un creyente que ofrece inicios de respuestas, que invita a coger un Evangelio o a entrar en una iglesia para estar allí, simplemente, en ese ambiente de silencio y olor a cera, entre algunas personas mayores que rezan o en la soledad extraña de tantos templos casi abandonados pero vivos porque en ellos sigue presente Jesús sacramentado.
Para otros, la ayuda llegó a través de un libro, una fotocopia, una página de internet, un e-mail inesperado de esos que corren de lista en lista entre amigos y conocidos. Lo que al inicio era una lectura de curiosidad empezó a encender algo allá dentro, en la conciencia. Como si despertase un niño de ilusiones que anhelaba dar el paso de la fe; como si de repente el mundo empezase a vestirse de sentido porque descubríamos que hay un Dios que es Creador y Padre bueno, Redentor y Salvador en su Hijo Jesucristo, vivo y presente en la Iglesia católica con sus 2000 años de historia apasionante.
El don se ofrece, se desparrama, de mil modos. Es cierto que hay corazones que no pueden (o no quieren) abrir los ojos ni siquiera ante un torrente de luz, ni ante las palabras de un santo, ni ante la alegría de un creyente sincero que no deja de tender la mano. Pero también es cierto que muchos corazones que repetían, una y otra vez, que Dios no les daba a ellos el don de la fe, un día vieron. Cayeron las escamas de sus ojos, y entonces, llenos de asombro y de alegría, descubrieron un modo totalmente distinto de verlo todo.
Cada uno de los bautizados podemos convertirnos en ayuda, en instrumento, en luz para que otros descubran el don de la fe. Deberíamos sentirnos interpelados por lo que dice el Concilio Vaticano II cuando dedica un capítulo de la “Gaudium et Spes” a explicar el origen del ateísmo:
“En esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión” (“Gaudium et Spes”, n. 19).
Por lo mismo, valen para todos los cristianos las líneas que, en ese mismo documento del Concilio, nos invitan a ayudar a los no creyentes a dar el paso maravilloso de la fe:
“El remedio del ateísmo hay que buscarlo en la exposición adecuada de la doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A la Iglesia toca hacer presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua renovación y purificación propias bajo la guía del Espíritu Santo.
Esto se logra principalmente con el testimonio de una fe viva y adulta, educada para poder percibir con lucidez las dificultades y poderlas vencer. Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda la vida, incluso la profana, de los creyentes, e impulsándolos a la justicia y al amor, sobre todo respecto del necesitado.
Mucho contribuye, finalmente, a esta afirmación de la presencia de Dios el amor fraterno de los fieles, que con espíritu unánime colaboran en la fe del Evangelio y se alzan como signo de unidad” (“Gaudium et Spes”, n. 21).
Enseñar y testimoniar, especialmente con la caridad. Dos caminos maravillosos que están al alcance de todos los bautizados. Dos caminos que encenderán hogueras de esperanza, que mostrarán cómo el don es asequible a todos, sin distinciones de razas, edades, psicologías, clases sociales. Dos modos que no son sino reflejo de un Amor que se hizo Hombre y que nos reveló, con su entrega en la Cruz y su Resurrección, que el Padre se preocupa y quiere la paz y la alegría de todos y de cada uno de sus hijos muy amados.
En el Ángelus, el Papa testimonia los «tres dones» recibidos por los Reyes Magos
Los Reyes Magos son «famosos» por haber ofrecido oro, incienso y mirra al niño Jesús; «pero reflexionando sobre su historia, podríamos decir que primero recibieron tres dones», dijo el Papa Francisco con motivo del Ángelus rezado el 6 de enero de 2023 en la solemnidad de la Epifanía
El «don de la llamada», el «discernimiento» y la «sorpresa» constituyen, según él, los tres dones de Dios para los Reyes Magos y para el mundo.
Tras presidir la Misa en la Basílica de San Pedro en la fiesta de la Epifanía -que celebra a los tres Reyes Magos que vinieron de Oriente para adorar al niño Jesús en Belén-, el Papa Francisco se asomó a la ventana del Palacio Apostólico para recitar la oración mariana con el fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
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En su breve catequesis, el pontífice argentino invirtió la historia de la llegada de los Reyes Magos a Belén para ofrecer otra lectura de este pasaje evangélico. En lugar de comentar los dones ofrecidos a Jesús, prefirió dar cuenta de los «tres dones preciosos» que Dios les dio entonces.
«El primero es el don de la llamada», explicó el Papa de 86 años, precisando que los Reyes Magos no habían previsto la venida de Jesús «leyendo las Escrituras o teniendo una visión de ángeles» sino «estudiando las estrellas». . «Nos dice algo importante: Dios nos llama a través de nuestras mayores aspiraciones y nuestros mayores anhelos», enseñó el ex provincial de los jesuitas de Argentina. «Educados y sabios, estaban más fascinados por lo que no sabían que por lo que sabían», dijo, invitando a todos a salir de sus «zonas de confort» para buscar a Dios.
Los Magos recibieron entonces el don del «discernimiento», continuó el Papa, recorriendo el camino de estos hombres que no cayeron en la trampa del rey Herodes, que entonces buscaba suprimir al niño Jesús. El Papa Francisco elogió la lucidez de los Reyes Magos que supieron distinguir «entre el propósito del camino y las tentaciones» encontradas en el camino. Instó a los cristianos a «no cansarse nunca» de pedir el don del discernimiento.
«Finalmente, los Reyes Magos nos hablan de un tercer don: la sorpresa», concluyó el Papa, recordando que los tres «hombres de alto rango social» se habían encontrado con un «bebé» en el pesebre, un «Dios en la pobreza». Si bien podrían haber pretendido honrar a un «Mesías poderoso y prodigioso», «no creen equivocarse» y «saben reconocerlo», señaló el obispo de Roma, subrayando que es «en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños y en los pobres» que «se encuentra con el Señor».