JUAN 6:37-40
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos habla acerca de resucitarnos en el último día. Nuestra fe nos dice que Dios vestirá el alma con un nuevo y más elevado cuerpo, lo que San Pablo llama un “cuerpo espiritual”. Aquí podríamos mencionar las reflexiones del físico cristiano John Polkinghorne, quien considera al alma como “forma” o molde de la persona. Dios recuerda esta “forma” y luego la reconstituye a un nivel más alto en la resurrección, de alguna manera como el molde de un artículo o una fotografía puede ser preservado en la memoria de una computadora y luego reproducida de otro modo.
Escuchemos entonces de nuevo las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y el que viene a Mí, de ningún modo lo echaré fuera . . .” Cuando recemos por las almas de nuestras personas queridas que han muerto, tenemos que encontrar consuelo en estas palabras. Ellos serán resucitados.
La esperanza nos atrae y da sentido a nuestras vidas. No veo el más allá, pero la esperanza es el don de Dios que nos atrae hacia la vida, hacia la alegría eterna. La esperanza es un ancla que tenemos al otro lado, y nosotros, aferrándonos a la cuerda, nos sostenemos (cf. Hb 6,18-20). “Sé que mi Redentor vive y lo veré».” Y esto, hay que repetirlo en los momentos de alegría y en los malos momentos, en los momentos de muerte, digámoslo así. Esta certeza es un don de Dios, porque nosotros nunca podremos alcanzar la esperanza con nuestras propias fuerzas. Tenemos que pedirla. La esperanza es un don gratuito que nunca merecemos: se nos da, se nos regala. Es gracia. Y después, el Señor la confirma, esta esperanza que no falla: «Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí» (Jn 6,37). Este es el propósito de la esperanza: ir a Jesús. Y «al que venga a mí no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado« (Jn 6,37-38). El Señor que nos recibe allí, donde está el ancla. La vida en esperanza es vivir así: aferrados, con la cuerda en la mano, con fuerza, sabiendo que el ancla está ahí. Y esta ancla no falla, no falla. (Homilía, 2 noviembre 2020)
Fieles difuntos
Memoria litúrgica, 2 de noviembre
Conmemoración de todos los fieles difuntos. La Santa Madre Iglesia, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna.
Un poco de historia
La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.
Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. «No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos».
Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.
Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”. (CEC 1479)
Costumbres y tradiciones.
El altar de muertos
Es una costumbre mexicana relacionada con el ciclo agrícola tradicional. Los indígenas hacían una gran fiesta en la primera luna llena del mes de noviembre, para celebrar la terminación de la cosecha del maíz. Ellos creían que ese día los difuntos tenían autorización para regresar a la tierra, a celebrar y compartir con sus parientes vivos, los frutos de la madre tierra.
Para los aztecas la muerte no era el final de la vida, sino simplemente una transformación. Creían que las personas muertas se convertirían en colibríes, para volar acompañando al Sol, cuando los dioses decidieran que habían alcanzado cierto grado de perfección.
Mientras esto sucedía, los dioses se llevaban a los muertos a un lugar al que llamaban Mictlán, que significa “lugar de la muerte” o “residencia de los muertos” para purificarse y seguir su camino.
Los aztecas no enterraban a los muertos sino que los incineraban.
La viuda, la hermana o la madre, preparaba tortillas, frijoles y bebidas. Un sacerdote debía comprobar que no faltara nada y al fin prendían fuego y mientras las llamas ardían, los familiares sentados aguardaban el fin, llorando y entonando tristes canciones. Las cenizas eran puestas en una urna junto con un jade que simbolizaba su corazón.
Cada año, en la primera noche de luna llena en noviembre, los familiares visitaban la urna donde estaban las cenizas del difunto y ponían alrededor el tipo de comida que le gustaba en vida para atraerlo, pues ese día tenían permiso los difuntos para visitar a sus parientes que habían quedado en la tierra.
El difunto ese día se convertía en el «huésped ilustre» a quien había de festejarse y agasajarse de la forma más atenta. Ponían también flores de Cempazúchitl, que son de color anaranjado brillante, y las deshojaban formando con los pétalos un camino hasta el templo para guiar al difunto en su camino de regreso a Mictlán.
Los misioneros españoles al llegar a México aprovecharon esta costumbre, para comenzar la tarea de la evangelización a través de la oración por los difuntos.
La costumbre azteca la dejaron prácticamente intacta, pero le dieron un sentido cristiano: El día 2 de noviembre, se dedica a la oración por las almas de los difuntos. Se visita el cementerio y junto a la tumba se pone un altar en memoria del difunto, sobre el cual se ponen objetos que le pertenecían, con el objetivo de recordar al difunto con todas sus virtudes y defectos y hacer mejor la oración.
El altar se adorna con papel de colores picado con motivos alusivos a la muerte, con el sentido religioso de ver la muerte sin tristeza, pues es sólo el paso a una nueva vida.
Cada uno de los familiares lleva una ofrenda al difunto que se pone también sobre el altar. Estas ofrendas consisten en alimentos o cosas que le gustaban al difunto: dulce de calabaza, dulces de leche, pan, flores. Estas ofrendas simbolizan las oraciones y sacrificios que los parientes ofrecerán por la salvación del difunto.
Los aztecas fabricaban calaveras de barro o piedra y las ponían cerca del altar de muertos para tranquilizar al dios de la muerte. Los misioneros, en vez de prohibirles esta costumbre pagana, les enseñaron a fabricar calaveras de azúcar como símbolo de la dulzura de la muerte para el que ha sido fiel a Dios.
El camino de flores de cempazúchitl, ahora se dirige hacia una imágen de la Virgen María o de Jesucristo, con la finalidad de señalar al difunto el único camino para llegar al cielo.
El agua que se pone sobre el altar simboliza las oraciones que pueden calmar la sed de las ánimas del purgatorio y representa la fuente de la vida; la sal simboliza la resurrección de los cuerpos por ser un elemento que se utiliza para la conservación; el incienso tiene la función de alejar al demonio; las veladoras representan la fe, la esperanza y el amor eterno; el fuego simboliza la purificación.
Los primeros misioneros pedían a los indígenas que escribieran oraciones por los muertos en los que señalaran con claridad el tipo de gracias que ellos pedían para el muerto de acuerdo a los defectos o virtudes que hubiera demostrado a lo largo de su vida.
Estas oraciones se recitaban frente al altar y después se ponían encima de él. Con el tiempo esta costumbre fue cambiando y ahora se escriben versos llamados “calaveras” en los que, con ironía, picardía y gracia, hablan de la muerte.
La Ofrenda de Muertos contiene símbolos que representan los tres “estadios” de la Iglesia:
1) La Iglesia Purgante, conformada por todas las almas que se encuentran en el purgatorio, es decir aquéllas personas que no murieron en pecado mortal, pero que están purgando penas por las faltas cometidas hasta que puedan llegar al cielo. Se representa con las fotos de los difuntos, a los que se acostumbra colocar las diferentes bebidas y comidas que disfrutaban en vida.
2) La Iglesia Triunfante, que son todas las almas que ya gozan de la presencia de Dios en el Cielo, representada por estampas y figuras de santos.
3) La Iglesia Militante, que somos todos los que aún estamos en la tierra, y somos los que ponemos la ofrenda.
En algunos lugares de México, la celebración de los fieles difuntos consta de tres días: el primer día para los niños y las niñas; el segundo para los adultos; y el tercero lo dedican a quitar el altar y comer todo lo que hay en éste. A los adultos y a los niños se les pone diferente tipo de comida.
Cuida tu fe
Halloween o la noche de brujas: Halloween significa “Víspera santa” y se celebra el 31 de Octubre. Esta costumbre proviene de los celtas que vivieron en Francia, España y las Islas Británicas.
Ellos prendían hogueras la primera luna llena de Noviembre para ahuyentar a los espíritus e incluso algunos se disfrazaban de fantasmas o duendes para espantarlos haciéndoles creer que ellos también eran espíritus. Podría distraernos de la oración del día de todos los santos y de los difuntos. Se ha convertido en una fiesta muy atractiva con disfraces, dulces, trucos, diversiones que nos llaman mucho la atención.
Puede llegar a pasar que se nos olvide lo realmente importante, es decir, el sentido espiritual de estos días.
Si quieres participar en el Halloween y pedir dulces, disfrazarte y divertirte, Cuídate de no caer en las prácticas anticristianas que esta tradición promueve y no se te olvide antes rezar por los muertos y a los santos.
Debemos vivir el verdadero sentido de la fiesta y no sólo quedarnos en la parte exterior. Aprovechar el festejo para crecer en nuestra vida espiritual.
Algo que no debes olvidar
La Iglesia ha querido instituir un día que se dedique especialmente a orar por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
Los vivos podemos ofrecer obras de penitencia, oraciones, limosnas e indulgencias para que los difuntos alcancen la salvación.
La Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo entre el 1 y el 8 de noviembre, podemos abreviar el estado de purificación en el purgatorio.
Oración
Que las almas de los difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Así sea.
Novena de oración por nuestros difuntos
Catholic.net ha organizado, juntamente con diversos conventos y casas de religiosos y religiosas, una novena de oraciones por todos los Fieles Difuntos, con adoraciones, oraciones, el rezo del rosario, y una intención especial en la Santa Misa el día 2 de noviembre celebrada por sacerdotes amigos de Catholic.net que se han sumado a nuestra primer Novena de los Fieles Difuntos.
Únase a nuestras oraciones, y envíenos los nombres de los difuntos a quienes usted desea que encomendemos. Tendremos un recuerdo especial para ellos durante los nueve días previos a la fiesta de los Fieles Difuntos el día 2 de noviembre. Si desea enviarnos los nombres y sus intenciones es muy sencillo, rellenando el formulario en nuestro sitio Novenas Catholic.net (click aquí) Nosotros enviaremos estos nombres e intenciones a los diversos conventos y casas de religiosos y religiosas, y sacerdotes diocesanos que se han sumado a esta Novena de los Fieles Difuntos.
El verdadero éxito
Santo Evangelio según san Marcos 15, 33-39; 16, 1-6. Fieles difuntos
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por este momento que me permites estar contigo. Gracias por todas las cosas que me has dado y me sigues dando, especialmente por las que me he acostumbrado y doy por descontado. Gracias por el don de la salvación. Me acostumbro a saber que vienes a este mundo y tomas todo lo que la humanidad es, todo lo que yo soy. Lo tomas para redimirlo, lo tomas para hacerlo nuevo. Incluso las cosas que me gustaría ocultar Tú las quieres tomar para hacerlas nuevas, para sanarlas. Espíritu Santo ayúdame para recibir a Cristo más profundamente en mi vida, especialmente en las oscuridades que puedan haber en mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 15, 33-39; 16, 1-6
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní». (Que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?») Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, está llamando a Elías.» Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo: «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.» Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Realmente este hombre era Hijo de Dios”. [Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?» Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: «No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.»]
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy celebramos a todos los santos. Que en el fondo es alegrarse con los hombres y mujeres más exitosos de la historia.
Cuentan que un día San Felipe Neri estaba hablando con un niño de la nobleza. El santo le preguntó al niño cuál era su sueño, qué quería ser cuando fuese grande. El niño emocionado le respondió: “Caballero de la comarca”. “Y después” preguntó Felipe. “Después seré Conde” respondió el niño. “Y después” insistió Felipe. “Pues… rey” dijo dudando un poco el pequeño. “Y después”. El niño no supo que responder.
Nosotros nos podemos parecer a este pequeño niño. Damos importancia a cosas que tal vez en sí son buenas, pero no son lo más importante, La fiesta de hoy nos ayuda a recordar qué es lo que de verdad importa en nuestras vidas. Hoy recordamos que nuestro verdadero éxito no es solamente una estabilidad económica, social o intelectual. Todo eso es bueno solo en la medida en la que nos lleven al verdadero fin: Cristo.
Nada ni nadie en este mundo va a poder llenar completamente nuestros deseos más íntimos, y esto lo entendieron muy bien los santos. Ellos entendieron las palabras del Evangelio de hoy: “No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado”. Ellos dejaron de buscar sepulcros vacíos para ir a buscar al Señor.
¿En qué sepulcros buscas al Señor? ¿Cuáles son los sepulcros en los que buscas encontrar tu realización sin el resucitado?
«La solemnidad de hoy de Todos los Santos nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad. Los Santos y las Santas de todos los tiempos, que hoy celebramos todos juntos, no son simplemente símbolos, seres humanos lejanos, inalcanzables. Al contrario, son personas que han vivido con los pies en la tierra; que han experimentado la fatiga cotidiana de la existencia con sus éxitos y sus fracasos, encontrando en el Señor la fuerza de volver a levantarse siempre y continuar el camino. De ahí podemos comprender que la santidad es una meta que no se puede alcanzar sólo con las propias fuerzas, sino que es fruto de la gracia de Dios y de nuestra libre respuesta a ella. Por lo tanto, la santidad es un don y una llamada. Como gracia de Dios, es decir, don suyo, es algo que no podemos comprar ni cambiar, sino acoger, participando así en la misma vida divina por medio del Espíritu Santo que habita en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. La semilla de la santidad es precisamente el Bautismo. Se trata de madurar cada vez más la conciencia de que estamos injertados en Cristo, ya que el sarmiento está unido a la vid, y por eso podemos y debemos vivir con Él y en Él como hijos de Dios. Así que la santidad es vivir en plena comunión con Dios, ya ahora, durante esta peregrinación terrenal».
(S.S. Francisco, Angelus, 1 de noviembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, de manera especial, rezaré un misterio del Rosario por todos mis familiares difuntos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
3 oraciones para pedir por el alma de los difuntos
Tres oraciones a los difuntos que fortalecen nuestra fe en la vida eterna.
Por: Cynthia Fabila | Fuente: Desde la Fe
Con nuestras plegarias afirmamos que el amor a Dios es más fuerte que la muerte, por eso te compartimos estas tres oraciones para rezar a los difuntos.
Oración los fieles difuntos
¡Padre Eterno, soberano Dios!
Envía a tus ángeles a sacar del purgatorio a esta alma
por quien es mi intención rogar;
te suplico la lleves a tu gloria,
y os pido Señor que
la parte que falta de satisfacer por sus culpas,
la perdones por los méritos de las penas de tu Hijo,
mi Señor Jesucristo.
Os ruego mi Creador misericordioso,
no seas riguroso en mi juicio
y no nos dejes caer en la tentación,
librándonos de todo mal.
Amén.
Oración a las ánimas
¡Dios salve a las ánimas cristianas!
Jesucristo que nos redimió con su preciosa Sangre,
tenga por bien librarlos de sus penas
y darles lugar y asiento entre los coros de los ángeles,
donde se acuerden de nosotros,
y supliquen a Dios que nos lleve junto a Él
para ser coronados en el Cielo.
Amén.
Oración por las almas
Señor mío Jesucristo,
que no viniste a perder,
sino a librar las almas de los hombres,
de quienes te constituiste remedio y libertad
dando tu vida por su rescate;
humildemente imploramos tu clemencia
y misericordia inefables,
para que te apiades
de todas las almas de los fieles difuntos
que son atormentados en las penas del purgatorio,
a fin de que las que justamente
son por sus pecados afligidas,
sean por tu benignidad perdonadas,
pues las has redimido con tu preciosa sangre,
consigan por los méritos
e intercesión de la Santísima Virgen María
y de todos tus Santos,
que las liberes de las penas que sufren
y las lleves a la gloria,
donde te alaben y gocen
por los siglos de los siglos.
Amén.
Día de muertos: ¡qué es y cómo vivirlo!
Todo lo que se vive en familia deja una huella profunda.
En México tenemos una cultura muy rica y llena de tradiciones.Una de ellas es el Día de muertos y fíjate bien que no dije halloween.
El Día de muertos es un día especial en el que dedicamos un tiempo particular para recordar a nuestros seres queridos que ya están gozando de la presencia de Dios.
Esta tradición viene de muchos años atrás y tiene características particulares que pueden variar dependiendo del lugar o la región del país.
Pero lo que todos tienen en común es ese deseo de hacer oración y recordar a las personas que ya fueron llamadas a regresar a la casa del Padre
Hay diferentes elementos que forman parte de esta tradición. Una de ellas es ir a visitar a nuestros familiares difuntos al panteón y rezar por ellos.
Otra es mandar a decir una misa por ellos.
Y la más conocida es el altar de muertos. Que consiste en poner una foto del difunto y adornarla con papel picado de colores, poner flores, objetos y comida que le gustaba al difunto para recordarle.
A veces se confunde el significado de todo esto y se pierde el sentido Católico pero es necesario conservar nuestras tradiciones y procurar que nuestros hijos las conozcan y las vivan bien, al estilo católico.
Por eso hoy te dejo mis 5Tips para transmitir las tradiciones a nuestros hijos y vivirlas en familia.
PRIMERO. Explícales en qué consiste.
Es básico que nuestros hijos comprendan en que consiste la verdadera tradición y entiendan por que se lleva a cabo.
En el caso del Día de muertos es importante que sepan distinguir lo que es el recuerdo de los fieles difuntos y lo que ya se vuelve un culto a la muerte, lo cual pierde todo el sentido católico.
También es importante tener claro que tampoco es lo mismo Día de muertos que halloween.
Podemos usar algún libro para que iluminen y comprendan en qué consiste, o alguna película didáctica donde se explique con claridad. La idea es que estemos seguros de que a nuestros hijos les ha quedado claro qué es y en qué consiste esta tradición.
SEGUNDO. Que participen adornando.
Siempre es mejor involucrar a nuestros hijos de forma activa para que les quede el recuerdo y la impronta de esta tradición.
Claro que su participación debe ser de acuerdo a la edad y madurez, pero siempre habrá oportunidad para que nos ayuden.
TERCERO. Que hagan manualidades sobre esta tradición.
Una bellísima forma de adornar es hacer manualidades que podemos preparar con tiempo y donde los niños y los jóvenes expresen su sentir sobre esta tradición, de esta forma la harán suya y la adoptarán para toda su vida.
¿Qué manualidades pueden hacer? Siempre deben ir de acuerdo a su edad pero hay infinidad de cosas que pueden hacer.
Especialmente para el día de muertos pueden comenzar por hacer papel picado de diferentes colores, pueden hacer algún dibujo de lo que le gustaba al difunto para el altar, pueden hacer esculturas con plastilina de la comida y bebida que le gustaba o también, los más grandes, pueden hacer un retrato del difunto.
Otra forma de colaborar puede ser ayudando a cocinar los platillos que se van a poner en el altar.
CUARTO. Que vigilen que la tradición no sufra influencia de otras tradiciones.
Un punto importante es que estemos atentos a que nuestras tradiciones no se contaminen con influencia extranjera.
En este caso, el halloween ha venido a contaminar nuestra tradición y le ha dado un giro poco agradable por lo que podemos decirles a nuestros hijos que seamos inspectores y guardianes de las tradiciones, de tal forma que ellos mismos puedan detectar cuando algo esté fuera de lugar y sean capaces de dar una pequeña explicación del por qué esta mal eso.
Estoy segura que a muchos de nuestros hijos les emocionará esta actividad y les hará amar más nuestras tradiciones porque ellos mismos las estarán resguardando.
Y QUINTO. Que lo vivan en familia. La familia es muy importante.
Si, es muy bello que nuestras tradiciones nos permitan pasar tiempo de calidad en familia y que nos den la oportunidad de crear y vivir juntos estas fechas importantes para nosotros.
A veces pensamos que nuestros hijos no son aptos para comprender lo qué pasa, pero no nos damos cuenta que los chicos de ahora cada día son más despiertos y participativos, así que podemos dejarles vivir a su nivel nuestras tradiciones.
En cuanto al Día de muertos, mientas mas pequeños menos comprenden el sentido mas trascendente de la tradición pero si pueden ir aprendiendo que la vida tiene un término en este mundo y que después continua en la vida eterna y que nosotros recordamos a nuestros seres queridos que ya se nos adelantaron, con cariño y respeto y que, por lo menos una vez al año, dedicamos un tiempo para rezar por ellos y recordarlos.
Todo lo que se vive en familia deja una huella profunda y muy especial en cada uno de nuestros hijos.
Todos los fieles difuntos, una fiesta de esperanza

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Este día es una buena oportunidad para recordar a fallecidos, con distintas formas y oraciones, por ejemplo visitando un cementerio
El 2 de noviembre es un día especial para pedir que los familiares y amigos que murieron -y también aquellos fallecidos de los que nadie se acuerda- disfruten de la resurrección como Cristo.
Muchos lo hacen en los cementerios.
Es una buena oportunidad para recordar a fallecidos, con distintas formas y oraciones, como esta del papa Francisco:
Oración
Dios de infinita misericordia,
confiamos a tu inmensa bondad
a cuantos han dejado este mundo para la eternidad,
donde Tú esperas a toda la humanidad,
redimida por la sangre preciosa de Jesucristo,
muerto en rescate por nuestros pecados.
No mires, Señor,
tantas pobrezas, miserias y debilidades humanas
con las que nos presentaremos ante el tribunal
para ser juzgados para la felicidad o la condena.
Míranos con la mirada piadosa
que nace de la ternura de tu corazón,
y ayúdanos a caminar en el camino de una completa purificación.
Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno,
donde ya no puede haber arrepentimiento.
Te confiamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos,
y de las personas que han muerto sin el consuelo sacramental
o no han tenido manera de arrepentirse
ni siquiera al final de su vida.
Que nadie tenga el temor de encontrarte
después de la peregrinación terrenal,
en la esperanza de ser acogidos
en los brazos de la infinita misericordia.
La hermana muerte corporal
nos encuentre vigilantes en la oración
y llenos de todo bien,
recogido en nuestra breve o larga existencia.
Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra,
sino que en todo nos sostengas
en el ardiente deseo de reposar serena y eternamente.
Amen.
El de los difuntos es un buen día también para meditar sobre el más allá, donde los que ya murieron y nuestro Padre Dios nos espera para darnos un abrazo. Pensar en cómo la eternidad empieza ya en nuestra vida de cada día…