La iglesia nos invita cada domingo a escuchar el evangelio, este año, sobre todo, durante este curso litúrgico que conocemos por ciclo B especialmente hemos escuchado al evangelista Marcos. De hecho, si lo hemos ido siguiendo atentamente, nos ha propuesto realizar un itinerario para ir profundizando nuestra realidad espiritual. La escucha del evangelio nos ha llevado a hacernos interrogantes, a intentar dar unas respuestas, a aprender a configurarnos con Jesús. Un trabajo, que seguro debemos seguir haciendo. Ahora ya estamos muy cerca del fin de toda esta enseñanza. Y yo mismo debo preguntarme qué he hecho de mi vida.
El evangelio de hoy, aparentemente no tiene mucho que subrayar: un ciego ha recobrado la vista. Pero si empezamos a fijarnos en un grupo de detalles nos damos cuenta de que esto ocurre a la salida de Jericó y en dirección a Jerusalén. Cabe decir que entre Jericó y Jerusalén hay un desnivel de 1200 my unos 30 Km de distancia. La costumbre era que si se iba a Jerusalén para vivir unos momentos especialmente importantes desde la perspectiva espiritual, se descansaba en Jericó (el día de descanso para los judíos era en sábado), y al día siguiente se retomaba el trayecto hasta Jerusalén. Sabemos que ésta era la decisión de Jesús: subir a Jerusalén, ésta sería la última y definitiva vez.
Hace un momento decía que el itinerario que hemos ido escuchando a lo largo de este ciclo litúrgico es para ir profundizando, siguiendo el mensaje de Jesús. ¿Qué he hecho de mi vida y qué sentido tiene? Y aquí el ciego Bartimeo hace que resuenen en mí mismo algunas cosas. Por mi parte no puedo decir que soy ciego, pero quizás en algunos aspectos de mi vida no acabo de ver en profundidad la realidad de quien soy. No soy un ciego desde el punto de vista físico, pero he sido llamado por el evangelio a abrir los ojos de la fe para ver qué me pide Jesús. Creo que no soy ciego, pero como Bartimeo estoy en la salida de Jericó para emprender el camino hacia Jerusalén, pero estoy al borde del camino, parado. De alguna manera me identifico con Bartimeo. Jesús emprende el camino a Jerusalén, el ciego Bartimeo se da cuenta, y de su alma sólo le sale un grito: «Hijo de David, Jesús, compadedense de mí» Y me pregunto a mí mismo, yo que estoy parado , ¿soy capaz de llamar lo mismo que el ciego? Porque llamándole reconozco que al ser Hijo de David, le reconozco como Mesías, lo reconozco como aquel que da sentido a mi vida, lo que me hace ver por qué estoy aquí. Quizás lo que sería más prudente sería callar y no hacer un revuelo que puede molestar. Los que acompañaban a Jesús querían que se callara. No sabemos quiénes son éstos, pero quizá había aquellos que escucharon el pasado domingo, que quien quiere ir con Jesús debe aprender a servir y no a mandar. A pesar de todo ahora todavía le mandan que se calle. Y no digo que quienes ahora me acompañáis me pidan que no haga revuelo, ¡pero es tan sencillo seguir tal y como estamos!
Con Bartimeo es Jesús quien me llama; yo sólo pido compasión, limosna para ir tirando; en cambio Él me llama para ser discípulo, para desinstalarme espiritualmente, por eso debo dejar aquellas cosas que me parecían protegerme: el manto y el bastón. Por un ciego es como ir desnudo, para mí es desprenderme de mis comodidades. Y entonces, ante él, Jesús me hace la pregunta decisiva para mí: ¿qué quiero de Él?, y con Bartimeo ya no pido la compasión por ir tirando, ¡sino que vea! ¿Pero qué significa ver? La respuesta que le ha dado Jesús a Bartimeo es doble. Sin embargo es necesario que la fe sea clave en mi comportamiento, porque creer es fiarme radicalmente de Él, y por tanto ser capaz de lanzar lejos de mí las seguridades que sólo me agobian y me condicionan (el manto y el bastón) para tomar las decisiones que orienten mi vida hacia una nueva manera de vivir y sentir y que llamaremos el Reino de Dios; y porque es esto, la fe, lo que salva: «¡tu fe te ha salvado!» ¡Ahora mi vida puede tener sentido!
Pero el evangelio de hoy no ha terminado aquí. Nos ha dicho: «Al instante vio, y le seguía camino allá» Efectivamente hablamos de lucidez, por eso podemos hablar de ver pero con una connotación que explica la interioridad del hombre en una comprensión nueva, quizá desquiciada , renovada. Ahora bien, recordemos que era la última etapa para subir a Jerusalén, seguir camino allá significa que con Bartimeo yo también soy invitado a andar y participar intensamente de lo que significa Jerusalén: la pasión, la muerte y la resurrección. ¡La Pascua! La lucidez de ver es penetrar en el misterio de Jesús y seguirle hasta el fin. A veces me pregunto si Bartimeo y yo tendremos el coraje de seguir a Jesús hasta la cruz. Yo pienso, lo confieso, que será la fortaleza de uno y otro, de la comunidad de discípulos, la que nos hará fieles, y así la experiencia de la resurrección se convierta en la fuerza que nos dé a todos la energía y el coraje de decir: Dios nos ama tanto que nos ha dado la vida para siempre en todo el mundo.
Hoy nos han sido proclamados dos relatos relacionados con dos viudas: la de Sarepta de Sidón -que vivió siglos antes de Jesús, y la del evangelio -que era contemporánea de Jesús. Ambas eran personas que habían sido perjudicadas por la vida sin tener culpa. Eran personas desfavorecidas a pesar de no haber hecho nada mal, porque según la mentalidad de ese tiempo las viudas y los huérfanos debían vivir sólo de la caridad de los demás. Pero, a pesar de ser personas que no contaban, como Dios ama a todo el mundo, nos las pone precisamente a ellas como ejemplo de lo que puede llegar a hacer la fe y la confianza plena en Dios. La primera, pese a estar a punto de morir de hambre, no le negó al profeta el único panecillo que tenía. Confió plenamente en Dios, y esa confianza la hizo protagonista de un milagro. La segunda, parecida, fue puesta por Jesús como ejemplo de generosidad y fe ante sus discípulos: aunque quizá necesitara aquellas dos monedas que tenía las dio al tesoro, porque según le habían dicho era lo que Dios pedía. No lo pensó. Era un ejemplo que contrastaba con el de los maestros de la Ley, que decían una cosa pero hacían otra: la pobre viuda era una persona auténtica, igual por dentro que por fuera. Y esto es lo que el Señor valora. Porque el evangelio es para vivirlo con plenitud y autenticidad, no para aparentar.
Estos dos relatos y todos los demás que contienen las escrituras y que a nosotros nos son proclamados en el seno de la celebración litúrgica no son tan sólo el recuerdo de unos hechos pasados, sino que van mucho más allá: son relatos que si los interiorizamos y los hacemos nuestros, pueden transformar nuestras vidas. Todos ellos tienen un sentido más profundo y nosotros estamos llamados a averiguarlo, porque puede ser diferente para cada uno y para cada momento de la vida.
Y en referencia al relato de la viuda pobre, vale la pena también notar que el evangelista no le sitúa en un lugar cualquiera del evangelio sino en los últimos días antes de la pasión y muerte de Nuestro Señor, en la última subida de Jesús en Jerusalén. Es un momento en el que los textos resumen todo lo que Jesús había ido enseñando largamente a los discípulos, es un lugar del evangelio en el que se explican de forma sintética los ejes principales de la enseñanza de Jesús. Y debido a que sea un relato importante, nos es una invitación a llevar su enseñanza a la práctica.
Aquellas pobres viudas, dando un pedacito de pan y echando al tesoro del templo dos monedas de las más pequeñas, no dieron sólo lo que tenían: su gesto nos dio también todo un ejemplo de vida que todavía nos es válido. Fue un gesto que nos dice cómo quiere Dios que vivamos: con fe y generosidad. Y no sólo nosotros: aquella pobre viuda que se quedaba sin nada y se confiaba plenamente de Dios, le estaba dando también un ejemplo al mismo Jesús, que le seguiría unos días más tarde cuando se dio a sí mismo por nosotros, sin reservarse nada para él. Lo hizo generosa y gratuitamente, para que pudiéramos tener unos bienes infinitamente mayores. Aquel gesto de las viudas, además, nos enseña que aunque la vida nos haya tratado mal sin culpa, siempre podemos dar: podemos dar nuestro tiempo, nuestra confianza, nuestra escucha, nuestra sonrisa; podemos darnos a los demás de muchas maneras, seamos quienes seamos, y estemos en la etapa de la vida que estemos. Un niño que juegue a “lego”, puede dar a otro esa ficha que sabe que le hace falta, aunque él la quiera. Un padre o una madre, aunque estén cansados, se levantarán a la hora de que sea de la noche para ayudar a su hijo que no puede dormir. Una familia que tenga que cuidar a un anciano estará de hacerse según qué en atención a aquellos que antes le dieron su tiempo y su amor. Un anciano, con una sola frase dicha en el momento oportuno dará toda una lección de vida. Un enfermo, puede también animar a quienes lo van a ver. Y así podríamos ir poniendo infinitos ejemplos… Porque una de las grandes enseñanzas del evangelio de hoy es que aquellos pequeños gestos que se hacen por amor, por insignificantes que sean, pueden dejar una huella imborrable en los demás. Como aquellas dos monedas de la viuda que, a pesar de tener por aquel entonces un valor ínfimo, hoy tienen para nosotros un valor incalculable porque dos mil años después todavía nos enseñan qué es lo que Dios espera de nosotros: espera que demos, con generosidad , de lo que tenemos y necesitamos, no de lo que nos sobra. Si queremos, cada día del mundo tenemos la oportunidad de hacer experiencia y ponerlo en práctica.
Godofredo de Amiens, Santo
Obispo, 8 de noviembre
Martirologio Romano: En Soissons, de Francia, muerte de san Godofredo, obispo de Amiéns, que, educado en la vida monástica desde los cinco años, padeció mucho por remediar las luchas en la ciudad entre los señores y los plebeyos, y por la reforma del clero y el pueblo († 1115).
Etimológicamente: Godofredo = “paz de Dios”. Viene de la lengua alemana.
Breve Biografía
Vino al mundo en el año 1066 en Soissons y murió aquí mismo en 1115.
De joven vio que su vocación se inclinaba por ser monje. A los 30 vivía muy feliz como un sencillo religioso en la abadía de Mont-Martin.
En pocos años supo darle prosperidad a la abadía y a todos los alrededores.
Cuando el arzobispo se enteró de quién era este monje, le ofreció que se hiciera cargo de la abadía de san Remigio, la más importante de su diócesis.
Godofredo le contestó diciéndole que no quería. De hacerlo, sería como un hombre que deja a su mujer para irse con otra más guapa.
No obstante, se pensó el tema de la obediencia y, al final, aceptó no ser abad sino obispo de Amiens.
Proveniente de una vida monacal, forjada en la austeridad, empezó por reformar al clero que estaba sumido en la simonía y no administraba los sacramentos. Una gran degradación moral y religiosa.
Y no solamente quiso reformar al clero, sino que también se puso duro con los señores que acampaban por sus fueros.
Estos últimos se unieron para hacerle la vida imposible. Se encontró de pronto sin amigos.
Por eso, una noche salió huyendo a la Cartuja para esconderse y vivir en paz.
Lo encontraron y le obligaron a volver a la diócesis. Pero estaba ya extenuado de fuerzas y murió poco después en la abadía de San Crispín de Soissons.
Frutos del testimonio
Santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6. Lunes XXXII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero encontrarte. Sólo dame la paciencia para esperar tu gracia, sabiduría para verte en donde me muestres tu bondad, entendimiento para comprender lo que me quieres enseñar y fortaleza para vencer con tus fuerzas. Ayúdame a discernir dónde está tu voluntad, estar abierto a lo que me pidas y que nunca tenga miedo de hacer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado.
Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo”.
Los apóstoles dijeron entonces al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El escándalo se contrapone al testimonio, pues éste último refleja una verdadera autenticidad en donde, como señal de coherencia, se encuentra la sintonía entre lo que se es y lo que se debe ser.
Cristo reprende con gran fuerza a los que escandalizan; esto lo podemos tomar como una sabia invitación a hacer exactamente lo contrario. Es decir, el «testimonio» que surge en cada persona convencida de lo que cree, al grado de sentir la responsabilidad y la necesidad de transmitir a un Cristo que han conocido y, más aún, que ha experimentado.
Es algo natural querer trasmitir lo que no se puede guardar para sí. Es como un horno en el que, en un inicio, el fuego tan sólo logra calentarse a sí mismo, pero llega el punto en el que el nivel de calor es tan alto, que todo lo que le rodea comienza a sentir el fuego abrasador que lleva dentro.
Mientras que del escándalo surge la desilusión y el cansancio, del testimonio fructifica la ilusión y la esperanza. ¿Qué sería de un mundo sin ilusión y sin esperanzas? ¿Qué sería de los hombres si fuesen privados de todo testimonio y viviesen en un ambiente en donde no hay sentido de los sucesos que le rodean? Ahora podemos entender porque Cristo reprende con tanta fuerza.
Él nos lanza la invitación para realizar uno de los testimonios más fructíferos. Se trata del perdón misericordioso, que es un acto en donde se ve claramente que los intereses personales se dejan de lado, los sentimientos egoístas se transforman en los sentimientos de Cristo y se alcanzan méritos sobrenaturales que sólo se pueden entender desde los ojos de la fe.
«Participamos porque estamos todos ungidos, sellados y tenemos en la mano esa seguridad – la “fianza” del Espíritu que nos llevará al “sí” definitivo, a nuestra plenitud, y que nos ayudará a convertirnos en luz y sal, es decir a dar testimonio. Quien esconde la luz da un contra-testimonio; es un poco “sí” y un poco “no”. Tiene la luz, pero no la dona, no la hace ver y si no la hacer ver no glorifica al Padre que está en los cielos. Está quien tiene la sal, pero la toma para sí mismo y no la dona para que se evite la corrupción. El Señor, sin embargo, nos enseñó palabras decisivas y dijo: “Vuestro hablar sea este: sí, no. Lo superfluo proviene del maligno”».
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de junio de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Reflexionaré sobre mi testimonio y, hoy, intentaré perdonar sinceramente a una persona en concreto.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
7 consejos para lograr perdonar
No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
Suele ser usual escuchar hablar del perdón, pero cuando tenemos la necesidad de recurrir a él no sabemos muchas veces cómo afrontarlo. A continuación te dejo estos 7 consejos para lograr perdonar.
1. Acércate a un sacerdote o a una persona de confianza, y pídele un consejo. Coméntale la situación sin intentar presentarte como víctima, sino más bien presentando los hechos tal cual sucedieron. Recuerda que “compartir el sufrimiento disminuye la pena”.
2. Ora por la persona que te ha ofendido, precisamente porque te cuesta hacerlo, ahí encontrarás mucho más mérito ante Dios. Muchas veces sólo nos concentramos en pensar en el daño, lo mejor que podemos hacer es pedirle a Dios que disponga nuestros corazones para la experiencia del perdón.
3. Pide auxilio al Espíritu Santo para que te ayude a perdonar y perdónate a ti mismo por dejar que tal situación te robara la paz. Recuerda que el Espíritu Santo es “experto en causas imposibles”, por lo tanto por muy imposible que te parezca, se puede perdonar.
4. Si el que te ha ofendido no busca el perdón hazle saber que tú ya le perdonaste con tus buenos comportamientos.
5. Cierra el capítulo, sigue adelante recordando que ha sido una enseñanza para crecer espiritualmente.
6. Recuerda que Dios te ha perdonado y que tú eres capaz de perdonar.
7. Ve a Jesús Sacramentado y conviértete en un discípulo de la misericordia. De esta manera ayudarás a los demás a ser testigo visible de su gracia con tus consejos.
“Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?». Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. (Mt 18,21-35)
Vivir la fe con un humilde amor a Dios, entregándolo todo a Dios
Ángelus del Papa Francisco, 7 de noviembre de 2021.
El Papa Francisco, en su alocución antes del rezo mariano del Ángelus, retomando el Evangelio del día, afirmó que la Liturgia de hoy nos “pone delante de un sorprendente contraste”: los ricos, que dan lo superfluo para hacerse ver, y una pobre mujer que, sin aparentar, ofrece lo poco que tiene.
“Jesús mira dos escenas. Y es precisamente este verbo –“mirar”- que resume su enseñanza: a quien vive la fe con duplicidad, a esos escribas, “debemos mirar” para no convertirnos como ellos; mientras que a la viuda debemos “mirarla” para tomarla como modelo. Detengámonos en esto: tener cuidado con los hipócritas y mirar a la pobre viuda”.
“No ser hipócritas, viviendo de la apariencia”
Francisco nos alertó sobre todo, a no seguir el modelo hipócrita de los escribas, que “cubrían, con el nombre de Dios, la propia vanagloria y, aún peor, usaban la religión para atender sus negocios, abusando de su autoridad y explotando a los pobres”. El Papa nos pide que no sigamos el modelo de los hipócritas, que basan su vida en el culto de la “apariencia, de la exterioridad, sobre el cuidado exagerado de la propia imagen. Y, sobre todo, estar atentos a no doblegar la fe a nuestros intereses”.
Una advertencia, la de Francisco, actual, hoy y siempre, actual para cada uno de nosotros, para la Iglesia y la sociedad. Y se ve tanto en muchos lugares, dijo, es el clericalismo. Pidió que no nos aprovechemos nunca de nuestro papel, de nuestro cargo, para “aplastar a los demás, ¡nunca ganar sobre la piel de los más débiles! Y estar alerta, para no caer en la vanidad, para no obsesionarnos con las apariencias, perdiendo la sustancia y viviendo en la superficialidad”.
Nos invita a cuestionarnos en nuestras acciones y en lo que pregonamos, hacer ese examen de conciencia, preguntarnos si deseamos ser apreciados y gratificados o damos un servicio a Dios y al prójimo, especialmente a los más débiles.
El Pontífice nos alertó en esta alocución sobre las falsedades del corazón, sobre la hipocresía, ¡que es una enfermedad peligrosa del alma! Señaló. La hipocresia afirmó, es un juzgar por debajo, aparecer de un modo y por debajo tener otro pensamiento, personas con el alma doble.
Sanar de la hipocresía siguiendo el modelo de la viuda
Tras alertarnos para que no caigamos en la falsedad, en la hipocresía, abusando de los más débiles, Jesús, dijo el Papa, nos invita a seguir el modelo de la pobre viuda, a mirar a la pobre viuda, para sanar de la enfermedad de la hipocresía.
“El Señor denuncia la explotación hacia esta mujer, que para dar la ofrenda, debe volver a casa sin siquiera lo poco que tiene para vivir. ¡Qué importante es liberar lo sagrado de las ataduras con el dinero! Pero, al mismo tiempo, Jesús alaba el hecho de que esta viuda da al Tesoro todo lo que tiene. No le queda nada, pero encuentra en Dios su todo. No teme perder lo poco que tiene, porque tiene la confianza en el tanto de Dios, que multiplica la alegría de quien dona”.
En su alocución, Francisco nos recordó que Jesús propone la viuda, como maestra de fe:
“Ella no frecuenta el Templo para tener la conciencia tranquila, no reza para hacerse ver, no hace alarde de su fe, sino que dona con el corazón, con generosidad y gratuidad. Sus monedas tienen un sonido más bonito que las grandes ofrendas de los ricos, porque expresan una vida dedicada a Dios con sinceridad, una fe que no vive de apariencias sino de confianza incondicional”.
Francisco nos alertó de no ser hipócritas, una enfermedad peligrosa, que la podemos curar, aprendiendo del ejemplo de la viuda, con su fe “sin adornos externos, sino sincera interiormente; con su fe hecha de humilde amor a Dios y a los hermanos”.
Mejor no me hables de Dios, me incomoda y yo ya sé lo que tengo que saber
Unos pocos conceptos que debemos tener claros cuando alguien nos expresa ideas como la del título a este artículo
El católico que ama a Dios tiene un gran deseo de compartir ese amor con los demás, de evangelizar. Puede ser que muchas veces te hayas encontrado con alguien que no piensa o vive como tú y entonces hayan entablado un debate. En éste puedes encontrarte con dos tipos de cristiano: el no practicante o ateo, que puede tener muy estudiado porque prefiere llevar una vida paralela al Señor y a las enseñanzas de la Iglesia (corrientes de pensamiento distintas, el big bang, inexistencia de una vida después de la muerte, etc.), pero también aquellos que prefieren apartarse, por Dios y por la Iglesia en sí mismos…
Para hablar de ello, les comparto el siguiente video:10:44
Está claro que la humanidad está muy herida: hay grandes injusticias en el mundo que no parecen tener solución y las personas se enfrentan a circunstancias personales cada vez más complejas. En la continua búsqueda de consuelo y descanso, el escuchar de amor y misericordia es lo único que el corazón realmente anhela; pero a veces la dinámica de la libertad del hombre y la bondad de Dios, es muy compleja para el corazón.
Me encanta una de las frases con las que comienza la segunda parte del video: «Mi intención es simplemente que sepas que lo que te han enseñado desde pequeño, no es todo lo que hay». Creo que esa debe ser nuestra actitud al evangelizar.
La Iglesia es Santa y es de Cristo, pero a la vez se encuentra compuesta por personas que se equivocan y pecan. Los horrores que la sociedad a veces “achaca” a la Iglesia se pueden atribuir solo a ciertas personas concretas que están en ella, y suelen tratarse de actos que la misma Iglesia condena como equivocados. Invitar a ver que los errores de ciertos miembros de la Iglesia “no es todo lo que la Iglesia es”, es invitar a conocer a los grandes santos como San Juan Pablo II y Santa Madre Teresa de Calcuta, es invitar a participar de las actividades que organizan las parroquias para atender a enfermos y pobres, es invitar a estudiar las enseñanzas de la Iglesia que iluminan la vida del hombre (p.e. Teología del cuerpo de San Juan Pablo II, Amoris Laetitia del Papa Francisco, etc.).
De la misma forma, respecto de Dios, debemos invitar a ver que el dolor, la muerte y los errores de las personas “no es todo lo que hay”, hay más: hay Amor, Belleza, Bondad. Uno de los mayores errores de los corazones de las personas de nuestro tiempo es identificar a Dios con las personas que lo siguen. Por poca falta que haga decirlo, existe una gran diferencia, Dios es el amor perfecto, mientras que los seres humanos de forma imperfecta intentamos llegar al amor. Dios no se va a equivocar, no te va a herir, literalmente solo quiere amar al mundo entero.
Como apóstoles de Cristo es importante tener estas ideas claras para que sepamos no solo comprender a las personas que no confían en la imagen de la Iglesia o de Dios, pero para también saber llevarles a conocer a Dios verdaderamente, quitando del debate esas “sombras” que no se les pueden atribuir a Él.
¿En qué consiste la esclavitud moderna?
A millones de mujeres, niños, niñas y hombres de todo el mundo se les obliga a vivir como esclavos
La idea que viene a la mente de muchas personas cuando escuchan la palabra esclavitud, es la compra y venta de personas, su envío desde un continente hacia otro y la abolición de este comercio a comienzos del siglo XIX. Incluso si no sabemos nada acerca de la Trata de Esclavos, es algo en lo que pensamos como parte de nuestra historia, más que de nuestro presente. Sin embargo, la realidad es que la esclavitud sigue presente HOY.
A millones de mujeres, niños, niñas y hombres de todo el mundo se les obliga a vivir como esclavos. Si bien a esta explotación a menudo no se le llama esclavitud, las condiciones son las mismas. A las personas se les vende como a objetos, se les obliga a trabajar por salarios irrisorios o sin salario, y viven a merced de sus «empleadores».
¿Cuáles tipos de esclavitud existen hoy en día?
Esto es la Biblia: Episodio 5 – Génesis 4. Caín y Abe10:23
- El trabajo en condiciones de servidumbre: Cuando aceptan o se les engaña para que acepten un préstamo. Para poder pagar la deuda, se ven obligadas a trabajar durante largas jornadas, siete días por semana, 365 días al año.
- El trabajo forzoso se refiere a niños y a niñas que son captados ilegalmente por gobiernos, partidos políticos o individuos particulares y que son obligados a trabajar (generalmente mediante amenazas de violencia u otros castigos).
- Las peores formas de trabajo infantil se refieren a niños y niñas que trabajan en condiciones de explotación o de riesgo. Decenas de miles de niños y de niñas en todo el mundo trabajan en plena dedicación, privados de la educación y de la recreación que son vitales para su desarrollo personal y social.
- La explotación sexual de niños y de niñas con fines comerciales. Se explota a niños y niñas por su valor comercial mediante la prostitución, la trata y la pornografía. A menudo se les secuestra, compra o vende, o se les obliga a ingresar al mercado del sexo.
- La Trata implica el transporte y/o el comercio de seres humanos, usualmente mujeres o niños y niñas, con fines de lucro, mediante la fuerza o el engaño. A menudo se engaña o se obliga a mujeres migrantes para que ingresen al trabajo doméstico o a la prostitución.
- El matrimonio precoz y el matrimonio forzado afectan a mujeres y muchachas a quienes se casa sin permitirles elegir y a quienes se obliga a llevar vidas de servidumbre que frecuentemente van acompañadas de violencia física.
- La esclavitud tradicional o «propiedad personal» implica la compra y venta de personas. A menudo a estas personas se les secuestra en su hogar, o bien se heredan o se ofrecen como obsequios.
El Papa Francisco renueva constantemente su llamamiento para acabar con lo que denomina “formas modernas de esclavitud” y menciona como causas de la esclavitud moderna la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión, combinadas con la falta de acceso a la educación o “con una realidad caracterizada por las escasas, por no decir inexistentes, oportunidades de trabajo”.
“Todos estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud”, dijo el pontífice en la Jornada Mundial de la Paz (1 enero 2015).
Los hispanos están cambiando la Iglesia Católica en EEUU
El 70% del crecimiento se hace con hispanos… pero faltan escuelas y ministerios para ellos
«En el sur y el oeste de Estados Unidos, generaciones enteras de católicos no recuerdan un tiempo en que la vida parroquial no tuviera vecinos hispanos, la imagen siempre presente de la Virgen de Guadalupe, las fiestas de quienceañeras, misas en español y buenas empanadas después del culto. Lo que solía ser un fenómeno restringido a lugares como Los Angeles, San Diego, Brownsville, Houston o Miami es la nueva norma«, escribe Hoffman Ospino, un investigador sobre la demografía católica, en la revista America, de los jesuitas norteamericanos.
Ospino señala que con los cambios puede haber angustias, y que lo mejor es entender bien cómo los hispanos está redefiniendo el catolicismo de Estados Unidos en el siglo XXI, «y por qué esto es bueno para todos.09:55
1. Un crecimiento numérico
En 1965 había 48,5 millones de hispanos católicos en EEUU. Hoy, medio siglo después, son 75 millones. El 70% del crecimiento de la Iglesia Católica en EEUU se hace con hispanos. Gran parte son inmigrantes de Latinoamérica. Otros son sus cónyuges reunificados. Y las hispanas, especialmente recién llegadas, tienen una natalidad alta.
2. Un nuevo centro católico: el suroeste
Los católicos llegados de Europa a EEUU en el siglo XIX y XX se centraron en dos regiones: el medio oeste y el noreste. Ahora, la emigración hispana se centra en el suroeste… y es necesario que la Iglesia construya allí parroquias, escuelas, universidades, seminarios, instituciones pastorales…
Seis de cada diez parroquias y escuelas católicas hoy están en las antiguas regiones del medio oeste y el noreste, pero hoy ya la mayoría de católicos vive en otra región, en el sur y oeste. «Esta es una época para pioneros católicos y emprendedores, tiempo para verdaderos misioneros que planten los cimientos de lo que serán, probablemente los centros de la vida católica en EEUU».
3. Los hispanos cambian la forma de comunicación de los católicos
Hay 20 millones de inmigrantes en EEUU llegados de países de habla española, de los que 14 millones se declaran católicos. Eso es más población que la de muchos países hispanoamericanos.
Un Estudio Nacional de Parroquias con Ministerio Hispano señala que 4.500 parroquias tienen un esfuerzo específico por llegar a esta población, sobre todo usando la lengua española. Muchos llaman «ministerio hispano» a hacer pastoral en español con un enfoque centrado en población inmigrante. Muchos lugares del catolicismo de EEUU hoy son bilingües.
4. Dos de cada tres hispanos de EEUU nacieron en Estados Unidos
No todos los hispanos son inmigrantes, aunque muchos son hijos y nietos de inmigrantes. Otros estaban ahí desde hace siglos. Hoy la mitad de los hispanos nacidos en EEUU se declaran católicos. Pertenecen a dos o más culturas a la vez. Pero no son inmigrantes recién llegados y no necesitan lo mismo que un inmigrante recién llegado. Crean su propia forma nueva de ser católico.
5. La mayoría de los jóvenes católicos…¡son hispanos!
Sí, seis de cada diez menores de 18 años que declaran ser católicos en EEUU son hispanos. La edad media de los hispanos en el país es de 28 años, mientras que la de los blancos es 43 años, los asiáticos 36 y los negros 33. Y la mitad de los hispanos del país tienen menos de 30 años. Se necesita una pastoral especial para llegar a esos jóvenes hispanos… de los que 9 de cada 10 han nacido en EEUU. Se plantean cómo aceptar su herencia hispana, y su religión y encajarla en sus decisiones de futuro.
6. Atención: uno de cada cuatro hispanos es un ex-católico
Los jóvenes y adultos jóvenes son los que deciden si entroncar en su parroquia o irse a otro sitio, y si se casan, y si sus hijos van a hacer catequesis en la parroquia o en otras denominaciones. Hay al menos 14 millones de hispanos que fueron católicos y hoy están en iglesias protestantes o, más frecuentemente, lejos de la vida cristiana.
Siete de cada diez de ellos se fueron antes de los 24 años. Según las encuestas, simplemente «se alejaron» y «dejaron de creer en las enseñanzas de su infancia».
Ospino escribe: «Esto no es normal, el silencio ante esta tendencia no puede ser una opción. Es una señal clara de lo inadecuadamente que acogemos y creamos espacios para que la gente se enamore de Cristo y los misterios dela fe cristiana».
7. Los hispanos están infrarrepresentados en la escuela católica
La escuela católica funcionó muy bien en EEUU hasta los años 70, cuando empezó su declive. Desde entonces -también por menos natalidad- mles de escuelas han cerrado.
Hay hoy 14,5 niños católicos en edad escolar, de los que el 55% (8 millones) son hispanos. Sólo un 4% de esos niños católicos hispanos van a escuelas católicas. Y en las escuelas y universidades católicas solo el 11% de la población es hispana.
Ospino propone a los líderes educativos católicos:
a- activamente buscar más ingresos de alumnado hispano
b- construir escuelas y universidades donde crece la población católica (el suroeste)
c- asegurarse que las escuelas son acogedoras para las familias hispanas
d- buscar nuevos modelos de introducir a los jóvenes católicos hispanos en las riquezas de la educación católica
8. Aún hay que crear más ministerios hispanos en la Iglesia
La «pastoral hispana» y sus ministerios están creciendo mucho, pero deben crecer más aún. Hay 2.500 diáconos permanentes hispanos. Y el 50% de los laicos que acuden a programas de formación pastoral o evangelizadora son hispanos. Pero solo un 17% están en programas que concedan un título académico oficial.
Hay que tener en cuenta que de los curas y religiosas hispanos en EEUU hoy pocos nacieron en el país: el 83% de los curas y el 90% de las consagradas o religiosas nacieron en otros países. Hay muchos obstáculos para que detectar y encauzar las vocaciones religiosas y sacerdotales entre los hispanos.
9. Los católicos de Hispanoamérica traen su «eclesiología hispana»
Como hemos visto, mucho clero hispano nació fuera de EEUU, y muchos de sus catequistas y líderes laicos también. Muchos vienen hablando de los documentos de la Iglesia Lationamericana de Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). El vocabulario del Papa Francisco, que también bebe de estos documentos, habla de «discípulos misioneros», «pequeñas comunidades de fe», «iglesia que sale»… y son cosas que muchos han visto hacer en Hispanoamérica.
«Además, cientos de miles de inmigrantes hispanos se asocian en la Renovación Carismática Católica, un movimiento que nació en Estados Unidos. Muchos traen con ellos un estilo latinoamericano de esta espiritualidad que renueva comunidades enteras«, explica Ospino. Casi la mitad de las 4.500 parroquias con ministerio hispano tiene una comunidad de la Renovación Carismática.
10 .Los hispanos católicos ofrecen ideas innovadoras para evangelizar
Los llamados «Encuentros» que empezaron como reuniones de líderes de pastoral hispana se han convertido en procesos amplios de consulta y evangelización, creando nuevas olas de líderes pastorales.
El V Encuentro (https://vencuentro.org/es/) es un proceso de 4 años de consulta, reflexión y evangelización (de 2017 a 2020), con muchos encuentros de grupos pequeños, luego en grupos parroquiales, regionales y diocesanos. En el V Encuentro se espera renovar 5.000 comunidades parroquiales que ya están implicadas en él y suscitar 20.000 nuevos líderes pastorales hispanos en estos 4 años.
«Estas diez vías describen cómo los hispanos redefinen el catolicismo americano y nos dan una buena idea de lo que sucede, lo que es posible, dónde invertir y cómo acompañar a este importante sector de la población católica«, finaliza el analista.
Beato Juan Duns Scoto: predecesor del dogma de la Inmaculada
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Franciscano sabio, uno de los grandes filósofos de la Edad Media. Se le llama “Doctor sutil” y puso las bases para el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen
Juan Scoto nació en Duns (Escocia) hacia el año 1266. Ingresó en la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos) en la comunidad de Dumfries hacia 1280 y fue ordenado sacerdote el 17 de abril de 1291. Siguió sus estudios entre los años 1291 y 1296.
Estudió en Cambridge, Oxford y París, y fue docente de estas dos últimas universidades. En sus lecciones comentaba las “Sentencias” de Pedro Lombardo.
La negativa al rey de Francia le costó el puesto
Felipe el Hermoso, entonces rey de Francia, se enemistó con el papa Bonifacio VIII y promovió una apelación al Concilio contra él. Buscó firmas de adhesión al documento y el beato Juan Duns Scoto se negó a aprobarlo. Esto le costó el trabajo y tuvo que abandonar la Universidad.
Al año siguiente, sin embargo, el ministro general de la Orden de los Hermanos Menores, el padre Gonzalo Hispánico, quien había sido su maestro, redactó una carta de presentación que le sirvió de aval para acceder de nuevo a la Universidad. Así, pudo preparar el doctorado. Gonzalo Hispánico lo había elogiado diciendo que era docto “sea por la larga experiencia, sea por la fama que se había extendido por todas partes, de su vida laudable, de su ciencia excelente y del ingenio sutilísimo” de Duns Scoto. Posteriormente, en el año 1307, viajó a Colonia (Alemania). Allí fallecería joven.
«Doctor Subtilis»
En la Universidad lo apodaron “Doctor Sutil” por su inteligencia unida a su bondad.
De Duns Scoto destaca su trabajo en la filosofía escolástica, que facilitó el saber teológico. Era contemporáneo de otros dos grandes: santo Tomás de Aquino y Guillermo de Ockham.
Era muy devoto de la Virgen María y al mismo tiempo elaboró teorías filosófico-teológicas sobre la Inmaculada Concepción y la Encarnación del Verbo, que servirían para el culto a la Madre de Dios y a Cristo Rey.
El episodio más famoso de su vida
En cuanto a su aportación mariana, es conocido un episodio clave de su vida.
En una disputa pública (frecuentes en aquella época entre autoridades académicas) en la Sorbona, Duns Scoto permaneció en silencio hasta que unos 200 teólogos expusieron sus sentencias. Afirmaban que Dios no había querido libre de pecado original a la Madre de su Hijo.
Cuando ya habían hablado todos, se levantó Juan Duns Escoto, tomó la palabra, y uno por uno fue tumbando todos los argumentos que habían dado los otros teólogos contra la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Scoto empleó la Sagrada Escritura y la Patrística para demostrar que la Inmaculada Concepción era un privilegio de la Virgen que no contradecía a la fe. Luego presentó su argumento, que ha pasado a la posteridad:
“Potuit, decuit, ergo fecit (Podía, convenía, luego lo hizo)”.
Dios podía, convenía, luego lo hizo.
El beato Juan Duns Scoto también fue una autoridad de la escuela franciscana, que había iniciado el beato Alejandro de Hales, desarrolló san Buenaventura y con él llegó a su momento más álgido. Se le llama con razón “Doctor del Verbo encarnado” y “Doctor Mariano”.
Murió el 8 de noviembre de 1308. Tan solo tenía poco más de 40 años. Su aportación intelectual, sin embargo, ha perdurado, y su ejemplo de vida ya forma parte del santoral.
El papa san Juan Pablo II aprobó su culto como beato el 20 de marzo de 1993.