Luke 12:32-48

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús nos urge a estar preparados para su Segunda Venida. Nos recuerda a Juan el Bautista cuando decía: “Preparen el camino del Señor”. Él nos estaba diciendo que su trabajo era prepararnos para la poderosa venida del Señor. Se avecina un cambio, una revolución está en camino, un desastre (la destrucción de lo viejo) está a punto de suceder. Preparen el camino del Señor.

Y, ¿cuál es la forma de prepararse? Es un bautismo de arrepentimiento. El bautismo —una inmersión en el agua— hacía recordar a los judíos del siglo primero el Éxodo, el paso por el Mar Rojo, dejando atrás los caminos de la esclavitud.

Y el arrepentimiento (metanoia) —nos lleva más allá de lo que hay en la mente—. ¡Y cómo están nuestras mentes condicionadas por este mundo caído! Cómo se moldean nuestras expectativas, limitadas por lo que ha sucedido antes. El mundo de Tiberio, Pilato, Herodes y Caifás ha moldeado nuestra imaginación. Es tiempo, dice Juan, de una mente nueva, ojos nuevos, un nuevo tipo de expectativa. ¡Dios está a punto de actuar!

¡Estén preparados!

Lorenzo, Santo

Memoria Litúrgica, 10 de agosto




Diácono y Mártir

Martirologio Romano: Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que deseó ardientemente acompañar al papa Sixto II en su martirio. Según cuenta san León Magno, recibió del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, y él, burlándose, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundantes riquezas. Por la fe de Cristo, tres días más tarde superó el tormento del fuego, y el instrumento de su tortura se convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre (258).

Breve Biografía


San Lorenzo (mártir), uno de los diáconos de la iglesia romana, fue una de las víctimas de la persecución de Valeriano en el año 258, al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos otros clérigos romanos.

A comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador emitió un edicto ordenando matar inmediatamente a todos los obispos, curas y diáconos («episcopi et presbyteriet diacones incontinenti animadvertantur» — Cipriano, Epist. lxxx, 1). Esta orden imperial se ejecuto inmediatamente en Roma. El 6 de agosto, el Papa Sixto II fue capturado en una catacumba y ejecutado de inmediato («Xistum in cimiterio animadversum sciatis VIII id. Augusti et cum eo diacones quattuor.» Cipriano, ep. lxxx, 1). Otros dos diáconos, Felicísimo y Agapito, fueron ejecutados el mismo día.



En el calendario romano de fiestas del siglo IV su fiesta coincide con dicha fecha. Cuatro días más tarde, el 10 de agosto del mismo año, Lorenzo, el último de los siete diáconos, también sufrió la muerte de un mártir. La muerte de este santo mártir es en esa fecha según el calendario de Filocalo para el año 354.



Este almanaque es un inventario de las principales fiestas de los mártires romanos de mitad del siglo IV; también menciona la calle donde se encontraría su tumba, la Vía Tiburtina («III id. Aug. Laurentii in Tibertina»; Ruinart, «Acta sincera», Ratisbona, 1859, 632). Los itinerarios de las tumbas de los mártires romanos, como se dieron a conocer en el siglo VII, mencionan que este mártir fue enterrado en la Catacumba de Ciriaca en agro Verano (De Rossi, «Roma Sott.», I, 178).



Desde el siglo IV, San Lorenzo ha sido uno de los mártires más venerados de la iglesia romana. Constantino el Grande fue el primero en erigir un pequeño oratorio sobre el lugar donde fue enterrado. El Papa Pelagio II (579-90) amplió y embelleció el lugar. El Papa Sixto III (432-40) construyó, en la cima de la colina donde fue enterrado, una gran basílica de tres naves cuyo ábside está apoyado en la vieja iglesia. En el siglo XIII, el Papa Honorio III convirtió los edificios en uno y así es como se encuentra la Basílica de San Lorenzo hoy en día. El Papa San Dámaso (366-84) escribió un panegírico en verso que se grabó en mármol y se colocó sobre su tumba. Dos contemporáneos de este Papa, San Ambrosio de Milán y el poeta Prudencio, dieron detalles concretos sobre la muerte de San Lorenzo. Ambrosio relata (De officiis min. Xxviii) cuando se le preguntó a San Lorenzo por los tesoros de la Iglesia, este, hizo comparecer a los pobres entre los que, en lugar de darles limosna, había repartido el tesoro; también contó que cuando se llevaban al Papa Sixto II para ejecutarlo, éste reconfortó a San Lorenzo que deseaba compartir su martirio, diciéndole que le seguiría en tres días. El santo Obispo de Milán también explica que San Lorenzo fue quemado hasta la muerte en una parrilla de hierro (De offic., xli). De igual manera, pero con más detalles poéticos, Prudencio describe el martirio del diácono romano en su himno a San Lorenzo («Peristephanon», Hymnus II).



El encuentro entre San Lorenzo y el Papa Sixto II, cuando éste último iba a ser ejecutado, según el relato de San Ambrosio, no es compatible con los informes contemporáneos sobre la persecución de Valeriano.

La forma en que fue ejecutado –quemado en una parrilla de hierro al rojo vivo—también hace surgir importantes dudas. Las narraciones de Ambrosio y Prudencio se basan más en la tradición oral que en escritos.

Es bastante posible que entre el año 258 y el final del siglo IV surgieran leyendas populares sobre esté diácono romano tan venerado y que algunas de esas historias hayan sido preservadas por estos dos autores. En cualquier caso, nosotros carecemos de medios para verificar en fuentes anteriores los detalles que derivan de San Ambrosio y Prudencio, o para establecer hasta que punto esos detalles se basan en la tradición histórica anterior. Probablemente, a principios del siglo VI se crearon otras versiones más completas sobre el martirio de San Lorenzo, y en estas narraciones muchos de los mártires de la Vía Tiburtina y de las dos Catacumbas de San Ciriaca en agro Verano y San Hipólito estaban relacionados de una forma romántica y totalmente legendaria.

Detalles que se dan en estas Actas sobre el martirio de San Lorenzo y su actividad antes de su muerte carecen de credibilidad. Sin embargo, a pesar de las críticas a las últimas versiones de su martirio, no cabe duda de que San Lorenzo fuera un personaje histórico real ni de que el diácono fue martirizado; tampoco existen dudas sobre el lugar donde ocurrió ni sobre la fecha de su entierro. El Papa Dámaso construyó una basílica en Roma dedicada a San Lorenzo; ésta es la iglesia conocida como San Lorenzo en Dámaso. La iglesia de San Lorenzo en Lucina, también dedicada a este santo, aún existe. El día de San Lorenzo sigue siendo el 10 de agosto (fecha de su muerte). Aparece dibujado con la parrilla de hierro en la que se supone que fue asado hasta la muerte.

No temer sino confiar

Santo Evangelio según san Lucas 12, 32-48. 19º Domingo de Tiempo Ordinario

Por: H. Abraham Cortés, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor concédeme renovar en mi vida la convicción de mi principio y fin. Que en el experimente la fuerza y belleza del don de la vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, ahí estará su corazón.

Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.

Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre”.

Entonces Pedro le preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?” El Señor le respondió: “Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si este siervo piensa: ‘Mi amo tardará en llegar’ y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, a comer, a beber y embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada, llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte que a los hombres desleales.

El servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.

Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy podemos palpar como Jesús nos revela y abre el amor de su Padre, de nuestro Padre. En sus palabras podemos experimentar y encontrar lo que somos para Él, como nos mira y cuanto nos ama. Quizás al leer este pasaje evangélico podemos fijar nuestra atención en la llamada que el Señor nos hace a estar preparados para el día en que seamos llamados a dar cuentas delante de Él sobre lo que hicimos y cómo actuamos en nuestra vida. De ello puede nacer un deseo o actitud a vivir en constante espera y cuidado, pero posiblemente motivado por el miedo o el temor a ese día, en que el Señor vendrá. Sin embargo, Jesús al inicio nos dice «no temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino…».

El Señor nos invita a no temer sino a confiar. Nos llama a esperar ese día con paz y sencillez. Nos invita a vivir para el cielo, porque para eso hemos sido creados. Él desea que nuestra vida aquí en la tierra sea guiada e impulsada por Él, que vivamos con y en Él. Es por ello por lo que detrás de estas palabras podemos escuchar el corazón del Señor que nos dice quiénes somos: sus hijos. Nos abre su corazón y nos revela cuanto nos ama y como desea que estemos y vivamos con Él. En sus palabras descubrimos que Él es nuestro creador.

El Señor nos invita a descubrir la belleza de lo que significa vivir como los criados que están esperando a que su Señor regrese, que nuestra vida es para ir al cielo. No como criados que esperan con temor, sino como hijos que anhelan y desean la venida de su Señor, de su Padre. Que en nuestra vida, en medio de la luz o de la oscuridad tenga siempre esta convicción.

«El Evangelio recomienda ser como los siervos que no van nunca a dormir, hasta que su jefe no ha vuelto. Este mundo exige nuestra responsabilidad y nosotros la asumimos completa y con amor. Jesús quiere que nuestra existencia sea trabajosa, que nunca bajemos la guardia, para acoger con gratitud y estupor cada nuevo día que Dios nos regala. Cada mañana es una página en blanco que el cristiano comienza a escribir con obras de bien. Nosotros hemos sido ya salvados por la redención de Jesús, pero ahora esperamos la plena manifestación de su señoría: cuando finalmente Dios sea todo en todos. Nada es más cierto en la fe de los cristianos que esta “cita”, esta cita con el Señor, cuando Él venga. Y cuando este día llegue, nosotros, los cristianos, queremos ser como aquellos siervos que pasaron la noche con los lomos ceñidos y las lámparas encendidas: es necesario estar listos para la salvación que llega, listos para el encuentro. ¿Habéis pensado, vosotros, cómo será el encuentro con Jesús, cuando Él venga? Pero, será un abrazo, una alegría enorme, ¡una gran alegría! ¡Debemos vivir a la espera de este encuentro!».

(Audiencia de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar vivir mi día de hoy como ofrecimiento al Señor y de cara a Él.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Lorenzo: un mártir que entendió la riqueza de la Iglesia

San Lorenzo, el santo de la caridad, consideraba que los santos eran el tesoro de la Iglesia. Murió como mártir y es patrono de cocineros y bomberos

San Lorenzo, diácono y mártir, se distinguió por su caridad con los pobres a quienes consideraba los tesoros de la Iglesia, por lo que fue asado en una parrilla. Esta es su historia.

Nacimiento y vocación

Lorenzo nació en Huesca, España, en la primera mitad del siglo III. Estudió teología en Zaragoza y allí conoció al futuro papa Sixto II. Juntos fueron a Roma.

Allí Lorenzo se distinguió por su piedad y caridad hacia los pobres. Gracias a sus dones, el papa Sixto II lo nombró diácono y fue uno de los siete primeros diáconos de la Iglesia.

Tenía que supervisar la administración de los bienes, aceptar ofrendas y custodiarlas, para poder proveer a los necesitados, huérfanos y viudas.

Lorenzo fue capturado por los soldados del emperador Valeriano el 6 de agosto de 258 en las catacumbas de san Calixto, junto al papa Sixto II y otros diáconos.

Los «tesoros» de la Iglesia

Mientras que el Papa y los otros diáconos sufrieron el martirio de inmediato, Lorenzo se salvó porque el emperador quería que le entregara los tesoros de la Iglesia.

El santo en seguida repartió lo que tenía con los pobres y luego llegó delante del emperador Valeriano, acompañado de numerosos pobres y enfermos y dijo:

“Aquí están los tesoros de la Iglesia”.

La tradición dice que el emperador, enojado, lo mandó a torturar quemándolo vivo, y después de un rato de estar en la parrilla ardiente, el mártir dijo:

“Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo”.

San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura.

Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísimo, y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso.

Patronazgo

San Lorenzo es patrono de los diáconos, los cocineros y los bomberos.

Lugares de culto

A partir del siglo IV, san Lorenzo fue uno de los mártires más venerados de la Iglesia de Roma. Constantino I fue el primero en construir un pequeño oratorio, que luego será la basílica, en el lugar de su martirio, el ager Veranus un terreno para cultivos, llamado así quizás por el nombre del propietario Lucio Vero.

De allí toma el nombre el monumental cementerio de Roma que se encuentra atrás de la basílica, el “cementerio del Verano”.

Curiosidad

La noche del 10 de agosto día que se celebra el santo se produce un fenómeno meteorológico muy popular en el hemisferio Norte, conocido como “lluvia de estrellas” o “Perseidas”, y que la tradición popular ha bautizado como “lágrimas de san Lorenzo”.

Oración

Señor Dios: tú le concediste a este mártir
un valor impresionante para soportar sufrimientos por tu amor,
y una generosidad total en favor de los necesitados.
Haz que esas dos cualidades
las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia;
generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres,
y constancia heroica para soportar los males y
dolores que tú permites que nos lleguen.
Amén.