Luke 15:1-3, Luke 15:11-32

  Amigos, el Evangelio de hoy nos muestra un retrato de nuestro Dios, que es pródigo. El padre representa a Dios cuya naturaleza misma es dar, un Dios que simplemente es amor. Y el hijo menor representa a todos nosotros pecadores que solemos entender mal cómo acceder al amor divino.

Como Dios existe solo en forma de regalo, Su vida no puede convertirse en posesión. En vez de ello, se “obtiene” solo al transmitirla, solo en la medida en que se regala. Cuando nos aferramos a ella, desaparece, acorde con una especie de física espiritual.

En la parábola, la palabra en griego para un “país distante” es chora makra, que significa, literalmente, “el gran vacío”. Tratar de convertir el don divino en una posesión del ego termina necesariamente en nada, en el no ser, en el vacío.San Juan Pablo II formuló este principio como “la ley del don”: tu ser aumenta en la medida en que lo regalas. Si aferrarse y poseer algo son signos del chora makra, entonces la ley del regalo es la dinámica que define la Casa del Padre, donde la mejor ropa, el anillo, y el ternero engordado se ofrecen siempre.

Leonardo Murialdo, Santo

Fundador, 30 de marzo

Por: n/a | Fuente: Corazones.org

Martirologio Romano: En Turín, Italia, san Leonardo Murialdo, presbítero, que fundó la Pía Sociedad de San José, para educar en la fe y la caridad cristianas a los niños abandonados († 1900).

Fecha de beatificación: 3 de noviembre de 1963 por S.S. Pablo VI
Fecha de canonización: 3 de mayo de 1970 por S.S. Pablo VI

Breve Biografía

Leonardo Murialdo no es un hombre lejano: nace en Turín (Italia) el 26 de octubre de 1828 y muere en la misma ciudad el 30 de marzo de 1900. Es una persona dulce y noble, un hermano que se entrega todo a otros hermanos que no tienen casa y familia, que están solos y sin cariño, que non conocen a Dios.

A los 17 años, después de una crisis religiosa, decide consagrarse a Dios y en 1851 recibe la ordenación sacerdotal. Es el cura de los barrios pobres, el apóstol de los pequeños limpiachimeneas, de los chicos de la calle, de los encarcelados, de los jóvenes obreros.

Piensa en la formación profesional de los jóvenes, en su capacitación para el mundo adulto y obrero. En 1866 acepta dirigir el colegio «Artesanitos», una institución para chicos pobres y huérfanos.

Dócil a la voluntad de Dios y para dar continuidad a su misión educativa, el 19 de marzo de 1873 dio vida a la Congregación de San José (Josefinos de Murialdo), formada por sacerdotes y laicos.

La pedagogía de san Leonardo se puede resumir «en el espíritu de dulzura, de paciencia y de familiaridad, porque éste es el secreto para realizar el bien entre los niños y los jóvenes». Este estilo educativo encuentra su fuente en el amor misericordioso de Dios que Murialdo experimentó desde su juventud. Todo esto se puede resumir en el vivir con los niños y jóvenes como «amigo, hermano y padre».

Hoy los Josefinos de Murialdo continúan en la Iglesia su amor hacia los niños y los jóvenes en los centros juveniles, colegios, casa-hogar, parroquias, misiones… Están presentes en varios países de América Latina, de Europa y de Africa.

El 3 de mayo de 1970 Leonardo Murialdo es proclamado santo por el Papa Pablo VI. Su fiesta se celebra el 30 de Marzo, los salesianos lo festejan el 18 de Mayo.

La misericordia de Dios

Santo Evangelio según San Lucas 15, 1-3. 11-32. Domingo IV de Cuaresma.

Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la gracia de escuchar tu voz y poder seguirla con amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores. Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.

Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete. El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: ‘Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’. El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’”.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Dios está siempre esperando a sus hijos que se han descarriado. Dios sabe que necesitamos de Él, que somos débiles y, después de experimentarlo en carne propia, no nos queda más que regresar a Dios que nos aguarda con los brazos abiertos como un padre que no se cansa de amarnos. Cuando cometemos un pecado nunca debemos pensar que Dios no nos perdonará, porque Él es nuestro Padre y nosotros sus hijos e hijas amados. De frente a esta realidad todo cambia porque descubrimos el amor de Dios.

Dios nos espera después de que le hemos ofendido, no como alguien que nos castigará, sino como alguien que está a la espera para decirnos: «No te preocupes, te perdono». Conociendo esta actitud divina, la confesión se vuelve una oportunidad para encontrarse con la persona que nos ama y lo dio todo por nosotros, en lugar de algo tedioso y sin sentido.

Hoy, Cristo nos invita a nunca perder la confianza en su misericordia omnipotente porque no hay nada más grande que el amor que Dios no tiene, siempre en actitud de perdón porque conoce nuestra debilidad mejor que nadie.

«El amor del Señor es más grande que todas nuestras contradicciones, que todas nuestras fragilidades y que todas nuestras pequeñeces. Pero es precisamente a través de nuestras contradicciones, fragilidades y pequeñeces como Él quiere escribir esta historia de amor. Abrazó al hijo pródigo, abrazó a Pedro después de las negaciones y nos abraza siempre, siempre, siempre después de nuestras caídas ayudándonos a levantarnos y ponernos de pie. Porque la verdadera caída –atención a esto– la verdadera caída, la que es capaz de arruinarnos la vida es la de permanecer en el piso y no dejarse ayudar. Hay un canto alpino muy lindo que van cantando mientras suben la montaña: “En el arte de ascender, la victoria no está en no caer, sino en no permanecer caído”. No permanecer caído… La mano para que te alcen. No permanecer caído».

(Homilía de S.S. Francisco, 26 de enero de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ir a una iglesia y hacer un acto de arrepentimiento o contrición.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Consejos de santa Teresa de Jesús para tomar decisiones

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Matilde Latorre – publicado el 02/06/22 – actualizado el 28/03/25

¿Cómo aprender a decidir ante las llamadas de Dios en la vida? Aquí unos consejos que señala Monseñor José María Gil sobre la vida de santa Teresa

¿Cómo tomar en conciencia decisiones de vida? Y, ¿cómo hacer que estas decisiones se conviertan en camino de la santidad? Monseñor José María Gil Tamayo, obispo de Ávila, lo explica por medio de una guía los consejos de santa Teresa de Jesús, en una carta pastoral.

El prelado, en su misiva, aclara: «No todos tenemos que ser místicos, reformadores o monjas carmelitas; sí, todos tenemos que saber cómo escuchar la llamada de Cristo y cómo decidirnos a seguirlo».

El discernimiento

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Para descubrir todas esas llamadas, sean grandes o pequeñas, el obispo invita a pedir «un don del Espíritu Santo, que es el discernimiento». 

«Sin él, podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento o de ideologías que distorsionan la vida cristiana». 

El discernimiento, aclara el obispo, «es la capacidad que recibe el ser humano para poder escuchar, a través de los acontecimientos y circunstancias cotidianas, la voz de Dios; para poder ser fascinados por el bien, la belleza y la alegría que se desprenden de su voluntad y para poder así determinarse a cumplirla con diligencia».

Para responder a estas preguntas, propone el ejemplo de santa Teresa de Jesús, en particular, distinguiendo «tres llamadas importantes», que experimentó en su existencia terrena.

Primera llamada

Optar por la verdad

La primera llamada, según el obispo, es el misterio más profundo de la fe: «Reconocer a Dios y su verdad en nuestra vida».

Para responder a esta llamada de Dios, el reconocimiento de su Verdad en nuestras vidas, Santa Teresa ofrece con su vida varios consejos, recogidos por monseñor José María Gil Tamayo:

«El ejemplo de los santos, cuyas vidas leía». 

«El mismo hábito de la lectura, que supone silencio y reflexión».

«La compañía de sus hermanos, con quienes compartía libros y sueños».

«El ‘gusto’ interior, esa facultad que tradicionalmente se identifica con don de la sabiduría, que consiste en la capacidad de saborear espiritualmente el ‘buen gusto’, la paz y la alegría, que proceden de Dios».

Segunda llamada

La vocación

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El obispo continúa después analizando la segunda llamada que Teresa recibió en plena adolescencia, «cuando andaba enredada con fantasías propias de la edad». De hecho, se definía «como ‘enemiguísima de ser monja’». 

El obispo recoge estos elementos importantes en el discernimiento de la propia vocación, inspirado en el ejemplo de la santa:

«La necesidad de un ‘hermano mayor en la fe’, de un director espiritual cuya escucha y cuyos consejos nos ayuden a ser discípulos de Cristo».

«La importancia de la oración, en la que es introducida durante su estancia adolescente en el Convento de Nuestra Señora de Gracia».

«La atención al lenguaje de los deseos. Santa Teresa hace una experiencia parecida a la de san Ignacio durante su convalecencia en Loyola. Se imagina a sí misma a veces fuera del convento -que ella describe como ‘el gusto de mi sensualidad y vanidad’- y otras veces siendo monja. Aunque ambas cosas le atraían, descubría que lo que verdaderamente le llenaba de alegría y correspondía a sus verdaderos deseos era entregarse a Cristo».

Tercera llamada

la conversión definitiva

Esta última llamada, la debe experimentar todo seguidor de Jesús para purificar su fe y vida, centrándolas en el Señor.

Recordando la vida de santa Teresa, monseñor Gil Tamayo constata: «Si en la primera  [llamada], siendo niña, conoce a Dios y en la segunda, de adolescente, descubre su vocación, en esta tercera se consolida en el camino de la oración contemplativa». 

Para responder al llamado de Dios a la entrega total a Él, el obispo ofrece un solo consejo, inspirado en la santa: «Lo decisivo en este discernimiento es la concentración del corazón en Cristo, el amor a Él sobre todas las cosas, nacido de la contemplación del grande e infinito que Él nos tuvo. Cuando uno realmente ama a Jesús, sabe cómo escucharlo y desea complacerlo».