Referencias Bíblicas
• Luke 24:46-53
• Obispo Robert Barron
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús es llevado al Padre en el cielo. Solemos hacer una lectura de la Ascensión siguiendo una guía esencialmente de la Ilustración, en lugar de seguir una guía bíblica, y ello causa gran cantidad de problemas. Los pensadores de la Ilustración introdujeron un entendimiento del cielo y la tierra en dos niveles.
Sostuvieron que Dios existe, pero que vive en un reino lejano llamado cielo, donde observa el proyecto humano que avanza en la tierra, casi totalmente en base a su propia energía.
En la lectura de la Ilustración, la Ascensión significa que Jesús sube, y sube y se aleja, a un lugar distante y finalmente irrelevante.
Pero el punto bíblico es este: Jesús se ha ido al cielo para dirigir más plenamente lo que aquí pasa en la tierra.
Por eso oramos, “Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.
Jesús no ha subido, y subido, y se ha ido, sino más bien —si puedo expresarlo de esta manera— ido más profundamente dentro de nuestro mundo.
Él ha ido a una dimensión que trasciende, pero incide en nuestro universo.
Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría
Santo Evangelio según San Juan 16, 16-20.
Jueves VI de Pascua.
Por: H. David Mauricio Sánchez Mejía, L.C.
Fuente: missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por tu muerte y tu resurrección, porque así le das sentido a mis sufrimientos y alegrías. Gracias, Señor, por dejarme la Eucaristía, porque así me sostienes en el camino que me llevará a Ti para siempre.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 16-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver». Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: «¿Qué querrá decir con eso de que: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?» Y se decían: «¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir».
Jesús comprendió que querían preguntarle algo y les dijo: «Están confundidos porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver’. Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús sabe que no entendemos muchas cosas y que sufrimos por ello. No nos explicamos cómo puede existir la muerte, el sufrimiento, la traición, mientras existe un Dios bueno que se preocupa por nosotros. No todo parece tener sentido, y sin embargo, Dios nos promete que nuestra tristeza se convertirá en alegría. ¿Cómo puede ser esto?
El mismo Jesús, siendo verdadero hombre, sintió la angustia de enfrentarse a una prueba que hubiera preferido evitar: «si es posible que pase de mi este cáliz…», o en la misma cruz cuando exclamaba al Padre: «¿por qué me has abandonado?»; aun así, confía, aun así, ama.
Jesús es Dios y, como tal, sabe cómo va a terminar todo lo que hace, pero sufre, y sufriendo comparte nuestro sufrimiento. Se hace más cercano a nosotros y nos enseña que sólo la confianza y el amor vencen el sufrimiento.
No nos pide que saltemos al vacío de la incomprensión, sino que sigamos sus pasos, marcados por la Cruz, y lleguemos con Él a la alegría de la Resurrección.
En la oración descubre el consuelo de Dios y experimenta que nada es más fuerte que su amor. Por eso está sereno interiormente, y es feliz de ser un canal de misericordia, de acercar el hombre al corazón de Dios. Para él, la tristeza no es lo normal, sino sólo pasajera; la dureza le es ajena, porque es pastor según el corazón suave de Dios. (Homilía de S.S. Francisco, 3 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preguntarme con sinceridad: ¿Hay algún sufrimiento que no he puesto todavía en las manos de Dios?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Úrsula Ledóchowska, Santa
Virgen y Fundadora, 29 de mayo
Por: n/a | Fuente: Vatican.va
Martirologio Romano: En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante, y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia († 1939).
Fecha de beatificación: 20 de junio de 1983 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 18 de mayo de 2003 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
Nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf (Austria), segunda de nueve hijos. Su madre, de nacionalidad suiza, descendía de una familia noble; su padre procedía de la antigua y noble familia polaca Ledóchowski, en la que destacaron hombres de Estado, militares, eclesiásticos y personas consagradas. Creció en un clima familiar lleno de amor y exigente. María Teresa, su hermana mayor, fundadora de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas), conocida como «madre de África», fue beatificada por el Papa Pablo VI en el año 1975; su hermano Vladimiro, un año menor que ella, fue superior general de la Compañía de Jesús de 1915 a 1942. Otro de sus hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió asesinado por los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen, el año 1945.
En 1883 la familia se trasladó de Austria a Polonia. Tres años después, Julia entró en el convento de las Ursulinas de Cracovia. Durante la profesión religiosa, emitida en 1889, tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Destacó por su amor al Señor, su talento educativo y su sensibilidad ante las necesidades de los jóvenes en las difíciles circunstancias sociales, políticas y morales de su tiempo. En 1904 fue elegida superiora del convento de Cracovia. En ese tiempo emprendió valientes iniciativas apostólicas. Abrió un internado para jóvenes universitarias -el primero en Polonia-, donde las muchachas no sólo pudieran encontrar un lugar seguro, sino también una sólida formación religiosa: les organizaba la Congregación mariana y cursos para profundizar la visión cristiana de la vida, dirigidos por eminentes teólogos.
Convencida de la necesidad de cambiar las Constituciones según las nuevas necesidades pastorales, se dirigió a Roma en 1907. En una audiencia, propuso al Papa Pío X realizar su trabajo apostólico en el corazón de la Rusia hostil a la Iglesia. Con la bendición del Vicario de Cristo, ese mismo año, al concluir su cargo de superiora del convento de Cracovia, acompañada de otra religiosa, ambas vestidas de civil, pues la vida religiosa estaba prohibida en ese país, partió hacia San Petersburgo.
Las religiosas vivían en la clandestinidad y, aunque eran vigiladas continuamente por la policía secreta, realizaban una intensa labor educativa y de formación religiosa, también con vistas a promover buenas relaciones entre polacos y rusos.
En 1908, la Santa Sede, a causa de las grandes dificultades de comunicación, aprobó la erección canónica de la casa de San Petersburgo como casa autónoma, con noviciado. La madre Úrsula fue nombrada superiora. Al año siguiente, la actividad del convento se extendió a Finlandia, donde construyó una escuela con internado para muchachas.
Cuando estalló la primera guerra mundial, en 1914, la madre Úrsula, al ser ciudadana austríaca, tuvo que salir de Rusia y emigró a Escandinavia: primero a Suecia y luego a Dinamarca, desde donde podía mantener más fácilmente contactos con sus religiosas de San Petersburgo. Para evitarles las consecuencias de la revolución bolchevique, trasladó la comunidad a Estocolmo, donde fundó un instituto de lenguas para muchachas. En 1917 se trasladó, con toda la comunidad, a Aalborg, en Dinamarca, donde abrió una casa para niños huérfanos de los inmigrantes polacos.
Durante el tiempo de su estancia en Escandinavia, además de su apostolado educativo, trabajó intensamente en la promoción del compromiso ecuménico. Asimismo, colaboró con el Comité de ayuda a las víctimas de la guerra en Polonia, fundado por Henryk Sienkiewicz, famoso escritor polaco premiado con el premio Nobel por su libro «Quo vadis».
La casa de sus religiosas se convirtió en un apoyo para la gente de diversas orientaciones políticas y religiosas. Su amor ardiente a la patria iba unido a la apertura a los otros. Cuando le preguntaban cuál era su orientación política, respondía sin vacilar: «Mi política es el amor». En ese tiempo, la Santa Sede le concedió el permiso para transformar su convento autónomo de Ursulinas en la congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.
La espiritualidad de la congregación se centra en la contemplación del amor salvífico de Cristo y en la participación en su misión por medio de la labor educativa y el servicio al prójimo, especialmente a los que sufren, a los que viven en soledad, a los marginados y a los que buscan el sentido de su vida.
Úrsula educaba a sus religiosas para amar a Dios sobre todas las cosas y en Dios a toda persona humana y a toda la creación. Recomendaba, como testimonio creíble de una relación personal con Cristo, la sonrisa, la serenidad de espíritu, la humildad y la capacidad de vivir la vida ordinaria como camino privilegiado para la santidad. Ella misma era un ejemplo notable de ese tipo de vida.
La congregación se desarrolló rápidamente. Nacieron comunidades de religiosas Ursulinas en Polonia y en otras regiones. En 1928 abrió en Roma la casa general y una pensión para muchachas pobres. Las Ursulinas comenzaron también a trabajar entre los pobres de los suburbios de la ciudad eterna. En 1930 se establecieron en Francia.
La madre Úrsula fundó numerosos centros de educación y de enseñanza; enviaba a las religiosas a dar catequesis y a trabajar en zonas pobres; organizaba ediciones de libros para niños y jóvenes; ella misma escribió libros y artículos.
Trató de iniciar y apoyar organizaciones eclesiales para niños (Movimiento Eucarístico), para la juventud y para las mujeres. Participaba activamente en la vida de la Iglesia y del país. Recibió condecoraciones estatales y eclesiásticas.
Ejerció gran influjo sobre la vida de la madre Úrsula su tío Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, primado de Polonia y después prefecto de la Sagrada Congregación para la propagación de la fe.
Murió en Roma el 29 de mayo de 1939. Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 20 de junio de 1983 en Poznan y canonizada por el mismo Papa el 18 de mayo de 2003 en la Basílica Vaticana.
“Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser hombres”, afirma León XIV
Ante 40 mil fieles congregados para este encuentro, el Papa León XIV meditó la parábola del buen samaritano y exhortó a los fieles a «crecer en humanidad» para lograr relaciones «más auténticas y ricas en compasión»
«Más que una cuestión religiosa, la compasión es una cuestión de humanidad», declaró León XIV durante la segunda audiencia general de su pontificado, el 28 de mayo de 2025, en la Plaza de San Pedro. Ante las 40 mil personas que acudieron a este encuentro, el Papa puso en guardia contra la tentación de vivir «con prisas» y contra «un cierto modo rígido y cerrado de ver las cosas».
Desde la reanudación de las audiencias generales el 21 de mayo, el nuevo Papa ha continuado el ciclo de catequesis sobre la esperanza iniciado por su predecesor Francisco el 18 de diciembre de 2024. Este tema fue elegido en el marco del Jubileo, un gran evento de la Iglesia católica que se celebra durante todo el año en Roma.
Esta mañana, después de un recorrido en papamóvil entre la multitud, León XIV meditó la parábola del buen samaritano, muy querida por el Papa Francisco. Esta historia, comentó el pontífice peruano-estadounidense, simboliza el camino de la existencia en el que «nos encontramos frente al otro, frente a su fragilidad y debilidad, y podemos decidir qué vamos a hacer: cuidarlo o actuar como si nada hubiera pasado».
«La religiosidad no tiene nada que ver con eso»
Al señalar que los dos «hombres religiosos» de la historia bíblica, el sacerdote y el levita, no se detienen con el hombre herido, León XIV señaló que «la práctica del culto no conduce automáticamente a la compasión». Y afirmar: “La religiosidad no tiene nada que ver con eso”.
El Papa declaró entonces que «antes de ser una cuestión religiosa, la compasión es una cuestión de humanidad. Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos». En este caso, el samaritano «se detiene simplemente porque es un hombre frente a otro hombre que necesita ayuda», insistió León XIV. Y exhortó a los fieles a «crecer en humanidad» para lograr relaciones «más auténticas y ricas en compasión».
El jefe de la Iglesia católica advirtió en particular contra la «prisa, tan presente en nuestra vida, que a menudo nos impide sentir compasión». «Quien considera su propio viaje como una prioridad no está dispuesto a detenerse por otro», afirmó. Señaló también “una cierta manera rígida y cerrada de ver las cosas”.
“El adulto que ha comprendido el sentido de su vida”
Durante su catequesis, el 267º Papa aseguró que la compasión se expresa a través de “gestos concretos”. «Si quieres ayudar a alguien, no puedes simplemente pensar en mantener la distancia; tienes que involucrarte, ensuciarte y quizás incluso contaminarte. […] Realmente ayudamos si estamos dispuestos a sentir el peso del dolor ajeno», continuó.
La parábola del “buen samaritano” nos ayuda a ir más allá de la pregunta “¿quién me ama?”, una «pregunta inmadura […] que nos hacemos cuando esperamos en un rincón», enfatizó también León XIV. Se trata de llegar a la pregunta «¿quién amó?», es decir, la pregunta del «adulto que ha comprendido el sentido de su vida».
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70 años del CELAM, el Papa: «Un signo de colegialidad»
En su 70º aniversario, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño renueva su misión pastoral con el aliento de León XIV. Los obispos abordan juntos los desafíos del continente.
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
En un clima de gratitud, memoria viva y compromiso renovado, los obispos de América Latina y el Caribe se reúnen en la 40ª Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), celebrando los 70 años desde la primera Conferencia General del Episcopado, acontecida en Río de Janeiro en 1955. En este marco, el Papa León XIV dirige un telegrama al cardenal Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y presidente del organismo, saludando con afecto a los pastores reunidos y subrayando la vigencia de esta experiencia de comunión eclesial.
El mensaje del Pontífice es una síntesis del papel que el CELAM ha desempeñado en la vida de la Iglesia en el continente: signo de colegialidad, órgano de colaboración pastoral y fermento de evangelización en contextos diversos y muchas veces dolorosos. “Me uno a la acción de gracias al Señor”, afirma el Santo Padre, “por esta feliz efeméride, que nos recuerda cómo el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño es un signo de colegialidad […] al servicio del Santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en ese amado continente”.
El texto no elude la realidad lacerante que atraviesa a América Latina: “un gran número de hombres y mujeres sufren la tribulación y la pobreza ocasionadas por las continuas crisis a escala continental y mundial”. Frente a estos desafíos, el Sucesor de Pedro alienta a los obispos a no perder de vista la centralidad del Resucitado, quien “protege y guía a la Iglesia reavivándola en la esperanza”. Su exhortación es clara: salir al encuentro de quienes yacen en las periferias, heridas por la injusticia, para anunciarles el Evangelio con “la alegría que nace del encuentro personal con Él”.
El CELAM, desde su creación hace siete décadas, ha sido testigo y actor de procesos eclesiales cruciales: Medellín en 1968, Puebla en 1979, Santo Domingo en 1992 y Aparecida en 2007. Cada una de estas conferencias fue expresión de un discernimiento comunitario, a la luz de los signos de los tiempos. Hoy, en la era de la sinodalidad, esta trayectoria adquiere nuevos matices y desafíos.
Desde Bogotá —donde tiene su sede el CELAM—, la asamblea no sólo evocó el pasado, sino que se proyectó hacia el futuro con espíritu misionero. Se trata, como apuntó Prevost, de “buscar, en comunión afectiva y efectiva, iniciativas pastorales que lleven a soluciones según los criterios de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio”.
Al concluir su telegrama, el Obispo de Roma confía a los obispos a la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, madre de los pueblos de América. Les pide que recen por él y les imparte su bendición apostólica como “prenda de abundantes bienes celestes”.