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Para los discípulos —¡pero también para nosotros! — la cruz es algo incómodo, la cruz es un “escándalo”, mientras que Jesús considera “escándalo” el huir de la cruz, que sería como eludir la voluntad del Padre, a la misión que Él le ha encomendado para nuestra salvación. ¡Nos sucede a todos! En los momentos de devoción, de fervor, de buena voluntad, de cercanía al prójimo, miramos a Jesús y vamos adelante; pero en los momentos en los que viene la cruz, huimos. El diablo, Satanás —como dice Jesús a Pedro— nos tienta. Es propio del espíritu malo, es propio del diablo alejarnos de la cruz, de la cruz de Jesús. La cruz es signo santo del Amor de Dios, es signo del Sacrificio de Jesús, y no debe ser reducida a objeto supersticioso o joya ornamental. Cada vez que fijemos la mirada en la imagen de Cristo crucificado, pensemos que Él, como verdadero Siervo del Señor, ha cumplido su misión dando la vida, derramando su sangre para la remisión de los pecados. Y no nos dejemos llevar a la otra parte, en la tentación del Maligno. Por consiguiente, si queremos ser sus discípulos, estamos llamados a imitarlo, gastando sin reservas nuestra vida por amor de Dios y del prójimo. (Ángelus, 30 de agosto de 2020)

 

 

• Luke 9:43b-45

Amigos, en el Evangelio de Lucas de hoy, por segunda vez, Jesús predice su muerte inminente.

Jesús habla con frecuencia de su “hora”, la culminación de su obra en esta vida, y esta hora coincide con su Cruz. En lo que quizás sea el misterio más inquietante del Nuevo Testamento, esta macabra glorificación a través de la Crucifixión, no es simplemente el resultado de malas decisiones humanas, también lo quiere aquel a quien Jesús llamó “Abba, Padre”. De alguna manera, es el propósito más profundo de la Encarnación; de alguna manera es por ello que fue enviado.

 

 

Y, por tanto, un ataque a la muerte fue la misión del Hijo de Dios. No puede quedar ningún lugar que no haya sido tocado por la misericordia divina, ningún refugio a la fuerza del amor implacable de Dios. Debido a que el Hijo ha llegado a los límites de un abandono por Dios, huimos del Padre solo para encontrarnos, al final de nuestra carrera, en los brazos del Hijo.

Del mismo modo que un padre iría a cualquier parte para rescatar a su hijo, así Dios, el Padre de la raza humana, fue a los confines más oscuros del cuerpo y el alma para salvarnos. Y, por tanto, este es el significado de la Cruz: Dios es amor en corazones heridos.

 

 

Jerónimo, Santo

Doctor de la Iglesia, 30 de septiembre





Martirologio Romano: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).



Etimología: Jerónimo = Aquel que lleva nombre santo, viene del griego

Breve Biografía


El siglo IV después de Cristo, que tuvo su momento importante en el 380 con el edicto del emperador Teodosio que ordenaba que la fe cristiana tenía que ser adoptada por todos los pueblos del imperio, está repleto de grandes figures de santos: Atanasio, Hilario, Ambrosio, Agustín, Crisóstomo, Basilio y Jerónimo.

Este último nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Su espíritu es enciclopédico: su obra literaria nos revela al filósofo, al retórico, al gramático, al dialéctico, capaz de pensar y escribir en latín, en griego, en hebreo; escritor rico, puro y robusto al mismo tiempo. A él se debe la traducción al latín del Antiguo y del Nuevo Testamento, que llegó a ser, con el titulo de Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo.



Jerónimo es de una personalidad fortísima: en cualquier parte a donde va suscita entusiasmos o polémicas. En Roma fustiga los vicios y las hipocresías y también preconiza nuevas formas de vida religiosa, atrayendo a ellas a algunas mujeres influyentes patricias de Roma, que después lo siguen en la vida eremítica de Belén.



 

         San Jerónimo penitente, de Alonso Cano (c. 1660).

 

La huída de la sociedad de este desterrado voluntario se debió a su deseo de paz interior, no siempre duradero, porque de vez en cuando reaparecía con algún nuevo libro. Los rugidos de este “león del desierto” se hacían oír en Oriente y en Occidente. Sus violencias verbales iban para todos. Tuvo palabras duras para Ambrosio, para Basilio y hasta para su amigo Agustín que tuvo que pasar varios tragos amargos. Lo prueba la correspondencia entre los dos grandes doctores de la Iglesia, que se conservan casi en su totalidad. Pero sabía suavizar sus intemperancias de carácter cuando el polemista pasaba a ser director de almas.


 

                            San Jerónimo escribiendo, cuadro al óleo de Caravaggio, (1607).

 

Cuando terminaba un libro, iba a visitar a las monjas que llevaban vida ascética en un monasterio no lejos del suyo. El las escuchaba, contestando sus preguntas. Estas mujeres inteligentes y vivas fueron un filtro para sus explosiones menos oportunas y él les pagaba con el apoyo y el alimento de una cultura espiritual y biblica. Este hombre extraordinario era consciente de sus limitaciones y de sus propias faltas. Las remediaba dándose golpes de pecho con una piedra. Pero también se daba cuenta de sus méritos, tan es así que la larga lista de los hombres ilustres, de los que hizo un breve pero precioso resumen (el De viris illustribus) termina con un capítulo dedicado a él mismo. Murió a los 72 años, en el 420, en Belén.



Si quieres ahondar más en la vida de Jerónimo consulta corazones.org en donde también tienen una biografía completa de San Jerónimo

 

 

Vivir sabiendo quién es Jesús.

Santo Evangelio según san Lucas 9, 43-45.

 

 

Sábado XXV del Tiempo Ordinario




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, dame la gracia de vivir teniendo como única seguridad tu Amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 9, 43-45



En aquel tiempo, como todos comentaban, admirados, los prodigios que Jesús hacía, éste dijo a sus discípulos: «Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvía incomprensibles. Y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto.



Palabra del Señor.



 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



¿Por qué? Ésta es una pregunta que muy comúnmente nos viene a la mente ante aquello que no entendemos; ante aquello que nos gustaría ver más claro o que simplemente nos da curiosidad saber. Buscamos respuesta y si no la encontramos, dependiendo la importancia de la situación, la podemos dejar de lado.



Sin embargo, cuando nos encontramos ante situaciones en donde se tocan aspectos profundos del corazón, aspectos importantes de la vida, esta pregunta suele brotar con mucha fuerza; a veces acompañada de palabras, otras de lágrimas, enojo, o de una simple mirada hacia arriba. Aquí no se trata de una simple curiosidad o algo que podríamos dejar de lado. Necesitamos una respuesta.



 

Jesús reveló a sus apóstoles algo que ellos no querían escuchar, algo que no entendían… les daba miedo preguntar. Era algo que los sobrepasaba, no era justo que sucediera. La obscuridad del mensaje les hizo perder de vista Quién lo estaba diciendo. Permitieron que el «por qué» fuera más importante que el «para qué»; que la duda fuera más importante que el sentido.



A veces, el tratar de entender olvidando quién es Jesús puede causar mucho miedo, puede incrementar el dolor… se torna todo obscuro.



No podemos olvidar que Jesús es Aquél que por amor a mí, se encarnó; que por amor a mí, murió; que por amor a mí resucitó.



¿Por qué?… Es una pregunta que solamente puede ser respondida cuando se hace un salto en la fe; cuando se vive sabiendo quién es Jesús.



«Muchas personas perciben un vacío a su alrededor y dentro de sí -quizá, algunas veces, también nosotros-; otros viven en la inquietud y la incertidumbre a causa de la precariedad y los conflictos. Todos tenemos necesidad de respuestas adecuadas a nuestras preguntas, a nuestros interrogantes concretos. En Cristo, sólo en Él, es posible encontrar la paz verdadera y el cumplimiento de toda aspiración humana. Jesús conoce el corazón del hombre como ninguno. Por esto lo puede sanar, dándole vida y consuelo».
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de junio de 2016).



Diálogo con Cristo


Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.


Propósito


Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.


Pedir, por intercesión de María, la gracia de crecer en la virtud teologal de la fe en Jesús.


Despedida


Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.


Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

El sufrimiento nos lleva a Dios

Un instrumento de Dios para acercarnos más a Él, si sabemos aceptarlo con amor. No hay nadie que, tarde o temprano, no participe de él.


 

Hay quienes, ante el sufrimiento de la vida, se rebelan contra Dios y le echan las culpas de todas sus desgracias. Le dicen: ¿Por qué me has hecho esto? Prefiero morir a vivir. Quiero suicidarme, así no vale la pena vivir. Algunos le exigen la salud, como si fuera un derecho adquirido, y dicen: Si no tuviera hijos que cuidar… Si estuviese solo, pero tengo una familia que alimentar y tengo muchos problemas que resolver y muchos planes que realizar. Pareciera que le dicen a Dios que ellos son seres indispensables en el mundo.



Algunos gritan, diciendo: ¿Por qué? Yo soy bueno. ¿Por qué me castigas? Oh Dios, mátame si quieres, pero que no dé pena a los demás, que no haga gastar dinero a mis familiares, que no sea un cacharro inútil para los demás… Y Dios no responde, y calla y perdona y aguanta con paciencia todos los insultos e incomprensiones.



Pero Dios no se divierte ni se lo pasa en grande viéndote sufrir, como si tu dolor y tu enfermedad fueran caprichos de su entretenimiento para los ratos libres. En cambio, se siente muy contento, cuanto ve que tú te realizas a través del dolor y maduras y llegas a ser mejor y más feliz. La peor desgracia que le puede pasar a un hombre no es estar enfermo, sino ser un inútil que no sirve para «nada» y que, al morir, se sienta vacío por dentro por haber desperdiciado su vida. Pero si ama y ofrece su dolor, aunque esté en una silla de ruedas, su vida estará plena de sentido y se realizará como persona y será feliz.



Decía Nicolás Wolterstorff: «Dios es amor y nos ama. Por eso, «sufre» al ver nuestro mundo pecaminoso lleno de sufrimiento. Amar es sufrir. De ahí que podemos decir que las lágrimas de Dios son el secreto de la historia humana».



Hay una leyenda china que cuenta el caso de una pareja de ancianos, que deseaban ardientemente tener un hijo. Después de varios años de esterilidad, por fin tuvieron un hijo. El día después de su nacimiento, los visitó un ángel de Dios y les dijo que podían pedirle cualquier cosa, que Dios se la concedería. Después de mucho pensarlo, le pidieron para su hijo que nunca tuviera sufrimientos ni enfermedades en la vida. El ángel les dijo que Dios podía concedérselo, pero que lo pensaran bien, porque, en su opinión, no era lo más conveniente para él. Pero ellos insistieron tanto que, al fin, Dios se lo concedió.



Y dice la leyenda que, felizmente, estos ancianos esposos no vivieron el tiempo suficiente para ver crecer a su hijo, que llegó a ser el más grande tirano que existió en toda la comarca.



¿Por qué? Porque el sufrimiento nos lleva a Dios, que es amor. Nos hace más sensibles ante el sufrimiento de los demás y nos ayuda a madurar personalmente. El hombre que no ha sufrido, no tendrá la madurez suficiente para amar de verdad y será más duro e insensible ante el dolor de los demás. Por eso, dice un dicho antiguo: «quien no sabe de dolores, no sabe de amores».



El sufrimiento es un tesoro de Dios, un instrumento de Dios para acercarnos más a Él, si sabemos aceptarlo con amor. De otro modo, puede ser un medio de desesperación para el que no tiene fe y sólo piensa en terminar con todo cuanto antes y suicidarse.



Dice Luis Gastón de Segur que, de mil personas que hay en el infierno, probablemente novecientas noventa estarían ahora en el cielo o, al menos, en el purgatorio, si hubiesen sido ciegas, paralíticas, sordomudas o afligidas por alguna enfermedad. Y de los mil que hay en el purgatorio, probablemente estarían novecientas noventa ya en el cielo, si hubiesen tenido alguna enfermedad, que los hubiera hecho más humildes y maduros en la fe y en el amor.



Alguien ha dicho que los buenos enfermos son como las estaciones de gasolina, a donde acuden los que quieren llenar su corazón vacío de amor. Hablar con buenos enfermos ayuda a los sanos a ver la vida en otra perspectiva, porque todos, tarde o temprano, pasaremos por la enfermedad. Los buenos enfermos son bienhechores de la humanidad y ayudan como misioneros en la gran tarea de la salvación del mundo.



 

En 1928 Margarita Godet quería ser apóstol misionera, pero estaba inmovilizada por la enfermedad y se ofreció como enferma misionera por los seminaristas de las Misiones extranjeras de París. Así comenzó la Unión de los enfermos misioneros, que se compromete a ofrecer diariamente su dolor por las misiones.



También existe la Fraternidad cristiana de enfermos, fundada por el sacerdote Henry François en Verdún (Francia), en 1942, para enfermos, ancianos o minusválidos para fomentar la unión y fraternidad entre ellos y enseñarles a aceptar su dolor y ofrecerlo por la salvación del mundo.




OFRECIMIENTO DEL DOLOR



El sufrimiento es parte integrante de la vida humana. No hay nadie que, tarde o temprano, no participe de él. Por eso, debemos aprender a llevar nuestra cruz de cada día, como nos dice Jesús, y saber ofrecerla para darle un valor sobrenatural. De ahí que sea importante aprender a tener espíritu de sacrificio y no buscar siempre el placer por el placer.



Nuestra Madre la Virgen, en muchas de sus apariciones, nos habla de ofrecer sacrificios voluntarios por la conversión de los pecadores. En Fátima le decía a Lucía: «Orad y haced sacrificios por los pecadores, porque van muchas almas al infierno, porque no hay quien se sacrifique ni ore por ellas» (13 de agosto de 1917).



Este espíritu de sacrificio por la conversión de los pecadores, lo aprendieron muy bien los tres pastorcitos. A veces, daban su comida a las ovejas o a niños pobres o comían bellotas amargas o no bebían agua en pleno calor y decían: «Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores».



 

Evidentemente, el sufrimiento por sí mismo no vale nada, si es que no se ofrece con amor y por amor. Pero, cuando se ofrece a Dios con amor, tiene un gran valor redentor en unión con los méritos de Jesús.


Por eso, debemos pensar en tantas personas que están alejadas de Dios y que están en peligro de condenación eterna por sus propios pecados. Pero, si nosotros ofrecemos por ellos nuestras oraciones y sacrificios, Dios les puede conceder gracias extraordinarias, que pueden conseguirles su conversión y salvación.



Si san Agustín no hubiera tenido una madre tan santa como santa Mónica, quizás nunca se hubiera convertido ni hubiera llegado a ser el gran santo que todos conocemos. Si tú fueras más generoso con Dios y ofrecieras todos tus sufrimientos y enfermedades por la salvación de tu familia, quizás Dios podía haber salvado hace muchos años algún antepasado tuyo o algún familiar actual que va por mal camino. La oración traspasa las fronteras del tiempo o del espacio. Ora por todos tus antepasados y familiares, presentes y futuros. Hay motivos más que suficientes para ofrecer todo lo que sufres. Y ¡cuántos podrán salvarse por tu generosidad! Pero ¡cuántos también podrán condenarse por su culpa, pero porque no han tenido familiares generosos, que los han encomendado al Señor! ¡Ofrece tu dolor a Dios y Él te bendecirá a ti y a tu familia!



No puedes imaginar todo lo que vale el sufrimiento, ofrecido con amor. Sólo en el cielo lo comprenderás. Allí encontrarás miles y miles de hijos espirituales, a quienes has salvado con tu dolor amoroso o con tu amor doloroso.



Cuando tengas mucho que sufrir, celebra tu propia misa y di como el sacerdote: «Esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros». Sí, este cuerpo tuyo ofrécelo y entrégalo como ofrenda a Jesús para que, en unión con Él, puedas ofrecer tus sufrimientos al Padre por la salvación del mundo. Así tu vida será una misa permanente, en unión con Jesús.



Nos los dice Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los focolares:



 

«Si sufres mucho y tu sufrir te impide cualquier otra actividad, acuérdate de la misa. En la misa, Jesús, ahora como entonces, no trabaja ni predica, Jesús se sacrifica por amor. En la vida se pueden hacer muchas cosas, decir muchas palabras, pero la voz del dolor, aunque sea sorda y desconocida a los otros, es la palabra más fuerte, aquélla que penetra el cielo. Si sufres, mete tu corazón en el Corazón de Jesús. Di tu misa. Ofrécete con Jesús por la salvación del mundo. Y, si el mundo no te comprende, no te turbes, basta que lo comprendan Jesús y María, los ángeles y los santos. Vive con ellos y deja correr tu sangre en beneficio de la humanidad. La misa es un misterio demasiado grande para poder comprenderla. Su misa y tu misa, Jesús y tú, su amor y tu amor, podéis salvar al mundo».



Por eso, decía Susana Fouché: «Yo he tomado mis dolores en mis manos como un instrumento de trabajo para la salvación del mundo». ¿Estás tú también dispuesto a ofrecer tu vida por la salvación de tus hermanos? Jesús está esperando tu respuesta y cuenta contigo. No lo defraudes. Jesús podría decirte:



»Yo soy tu Dios y pienso en ti. Dispongo todas las cosas para tu bien, aunque no lo comprendas. Acepta con serenidad y paz todo lo que disponga para ti y ofréceme con amor tus sufrimientos. Sólo así podremos estar unidos y tener un solo corazón. Si experimentas cansancio, échate en mis brazos. Si estás triste, ven a Mí y duérmete tranquilo entre mis brazos.



 

Hijo mío, ayer por la mañana te vi triste y pensé que querías hablar conmigo. Al llegar la tarde, te di una hermosa puesta de sol y esperé, pero nada… Te vi dormir en la noche y te envié rayos de luna para besar tu frente y esperé hasta la mañana; pero tú, con tu prisa, tampoco me hablaste. Entonces, tus lagrimas se mezclaron con las mías que caían con la lluvia del día. Hoy sigues triste y quisiera consolarte con mis rayos de sol, con mi cielo azul, con mis hermosas flores. Quisiera gritarte que te amo, que no tengas miedo de acercarte a Mí para pedirme ayuda, que me dejes entrar en tu corazón y que me entregues todo el peso de tus problemas y todo lo que te hace sufrir.



¿No escuchas mi voz en el fondo de tu alma? Ya sé que estás muy ocupado, puedo seguir esperándote, porque te amo. Pero no olvides que te espero, porque quiero verte contento y feliz».




Sobre el tema del sufrimiento, siempre queremos saber más, meditar más…por eso te recomendamos leer completo el libro «Más allá del Sufrimiento del P. Ángel Peña O. A. R. aquí




 

 


Por un Sínodo que involucre a todos, sin excluir a nadie

Video del Papa para el mes de octubre 2023.






 

 

El Video del Papa de octubre, una iniciativa de la Red Mundial de Oración del Papa, acaba de publicarse con un mensaje centrado en Sínodo sobre la Sinodalidad, —un proceso que comenzó en 2021 y continuará en el 2024—, cuya primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria se realizará del 4 al 29 de octubre de 2023. «Se trata de un camino que recorreremos, como los discípulos de Emaús, —explica Francisco—, escuchando al Señor que siempre sale a nuestro encuentro”. Este mes, además, toda la Iglesia celebra la 97.º Jornada Mundial de las Misiones, una celebración que no escapa de la dinámica sinodal: “La misión está en el corazón de la Iglesia. Y más aún. Cuando una Iglesia está en Sínodo, solamente esa dinámica sinodal la lleva adelante la vocación misionera”, dice también el Papa en el video.

Escucha y discernimiento en un camino que continúa

El mensaje del video de este mes –que ha contado con el apoyo y colaboración de las Obras Misionales Pontificias de Estados Unidos y del Sínodo sobre la Sinodalidad – es una invitación a predisponerse ante el Señor en una actitud de escucha y de diálogo. El concepto de la Iglesia «en camino», y de su vocación misionera, está representado en la elección de imágenes en forma de «road movie»: a través de la ventanilla de un automóvil vemos lugares y personas de diversos países – desde el Vaticano hasta Camboya, pasando por África, Oriente Medio, Norteamérica – filmados en escenas de la vida cotidiana. Ese coche representa a la Iglesia; su combustible es «la fuerza del Espíritu Santo», que – en palabras de Francisco – debe guiarla «hacia las periferias del mundo».

Dejarse guiar por el Espíritu Santo supone escuchar juntos. Por eso, el Papa aclara también que en esta Asamblea Ordinaria del Sínodo “no se acaba nada, sino que aquí continúa un camino eclesial”, del que se podrán recoger los frutos de una escucha recíproca, entre hermanos y hermanas, todos juntos al servicio de la misión de Cristo. Francisco evoca el ejemplo de los discípulos de Emaús y, como tales, nos pide estar “escuchando al Señor que siempre sale a nuestro encuentro”.

Qué es el Sínodo de la Sinodalidad

El 10 de octubre de 2021, el Papa Francisco convocó el Sínodo de la Sinodalidad para tratar el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. El Sínodo de los Obispos es un organismo consultivo que pide a obispos de todo el mundo que participen en el gobierno de la Iglesia, aconsejando al Papa sobre asuntos de interés para la Iglesia universal. La palabra “sínodo” deriva del griego y expresa la idea de «caminar juntos».

Con una duración prevista de tres años (octubre de 2021 a octubre de 2024), el Sínodo de la Sinodalidad fue atravesando distintas fases de escucha y discernimiento. Francisco desea que toda la Iglesia reflexione sobre la sinodalidad: que todo el Pueblo de Dios —obispos, sacerdotes, religiosos, laicos, hombres, mujeres, adultos, jóvenes— participe en la conversación sobre si estamos caminando juntos y cómo lo hacemos.

 

 

El estilo de escucha y diálogo

El 4 de octubre se abre la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria, donde los obispos y otros participantes se reúnen para recoger los frutos de los procesos de escucha previos. En este Sínodo, dicha asamblea se celebrará en dos sesiones con un año de diferencia: del 4 al 29 de octubre de 2023 y en octubre de 2024.

La celebración de la primera sesión de la Asamblea Ordinaria coincide además con la 97.º Jornada Mundial de las Misiones. A propósito de esto, Monseñor Kieran Harrington, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Estados Unidos, ha comentado: «El Papa Francisco, haciéndose eco del espíritu de San Francisco Javier, hace hincapié en el camino de la Iglesia hacia los márgenes de la sociedad. Al reorganizar los esfuerzos de la Iglesia para dar prioridad a los marginados y empobrecidos, nos recuerda el ministerio de Cristo centrado en compartir la Buena Nueva con los olvidados y desatendidos. Esta es la tarea principal de las Obras Misionales Pontificias a nivel global: 120 oficinas nacionales trabajan juntas en apoyo de miles de misioneros que llevan el mensaje del Evangelio a todos. Mientras reflexionamos sobre la intención de oración del Papa este mes, estamos llamados a adoptar un estilo de vida de escucha y diálogo, moviéndonos hacia las periferias, guiados por el Espíritu Santo».

 

 

Apertura a la misión

El Padre Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, comenta sobre este importante momento que vive la Iglesia: “En esta tercera fase del Sínodo, Francisco nos invita a orar para que ‘la escucha y el diálogo’ sean el ‘estilo de vida a todos los niveles’ de la Iglesia, pues es una gracia. Solo así podemos escuchar el Espíritu Santo y dejarnos guiar por él, lo que supone oración y discernimiento. ‘Dejarse guiar por el Espíritu Santo’, había dicho anteriormente, supone escuchar juntos: ‘no es el resultado de estrategias y programas, sino de una escucha recíproca entre hermanos y hermanas’. Es el Espíritu del Señor el que nos abre caminos nuevos. Es quien nos ayuda a reconocer la misión de Cristo hoy y nos conduce hacia las periferias del mundo: ‘llegar a todos, buscar a todos, acoger a todos, involucrar a todos, sin excluir a nadie’”.

 

 

La voz del Papa

La misión está en el corazón de la Iglesia. Y más aún. Cuando una Iglesia está en Sínodo, solamente esa dinámica sinodal la lleva adelante la vocación misionera. Es decir, la respuesta al mandato de Jesús de anunciar el Evangelio.

Quisiera recordar que aquí no se acaba nada, sino que aquí continúa un camino eclesial.

Se trata de un camino que recorremos, como los discípulos de Emaús, escuchando al Señor que siempre sale a nuestro encuentro.

Es el Señor de la sorpresa.

Por medio de la oración y el discernimiento, el Espíritu Santo nos ayuda a realizar el “apostolado del oído”, o sea, escuchar con los oídos de Dios para poder hablar con la palabra de Dios.

Y así nos acercamos al corazón de Cristo, del que brota nuestra misión y la voz que atrae hacia Él.

Una voz que nos descubre el centro de la misión, que es llegar a todos, buscar a todos, acoger a todos, involucrar a todos, sin excluir a nadie.

Oremos por la Iglesia, para que adopte la escucha y el diálogo como estilo de vida a todos los niveles, dejándose guiar por la fuerza del Espíritu Santo hacia las periferias del mundo.

 

 

El Papa a los jóvenes: Amen la Biblia como san Jerónimo la amó 

El Pontífice lanzó una Carta Apostólica dedicada a San Jerónimo, el primer traductor de la Biblia, que murió hace exactamente 16 siglos

 

 

El papa Francisco pidió hoy a los jóvenes amar lo que Jerónimo amó: conocer la Biblia para la comprensión de la fe y la vida espiritual y alcanzar la cumbre: «la adhesión plena al misterio de Cristo”.

Durante la Audiencia General del miércoles 30 de septiembre, Francisco anunció la publicación de una Carta Apostólica en honor de San Jerónimo, Padre de la Iglesia y el primer traductor de la Biblia, que murió hace exactamente 16 siglos, el 30 de septiembre de 420.

Francisco lanzó un desafío, de modo particular, a los jóvenes: “Vayan en busca de su herencia. El cristianismo los convierte en herederos de un patrimonio cultural insuperable del que deben tomar posesión”.

“Apasiónense de esta historia, que es de ustedes. Atrévanse a fijar la mirada en Jerónimo, ese joven inquieto que, como el personaje de la parábola de Jesús, vendió todo lo que tenía para comprar «la perla de gran valor» (Mt 13,46)”.

 

“Verdaderamente, Jerónimo es la «biblioteca de Cristo», una biblioteca perenne que dieciséis siglos después sigue enseñándonos lo que significa el amor de Cristo, un amor que no se puede separar del encuentro con su Palabra”, sostuvo.

Sacrae Scripturae affectus («amor a la Sagrada Escritura”) es el título de la Carta Carta Apostólica del Papa Francisco dedicada a San Jerónimo, ese «apasionado estudioso de la Sagrada Escritura, que la convirtió en el motor y el alimento de su vida».

“Que su ejemplo también nos ayude a leer y conocer la Palabra de Dios, «porque ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”, dijo el Papa de San Jerónimo famoso por traducir la Biblia del latín, usado solo por una minoría instruida, al latín vulgar que hablaba la población en su vida cotidiana.

Este erudito y asceta, que fue secretario del Papa Damasco I, sigue siendo muy moderno en sus reflexiones sobre el misticismo, su crítica al clero romano y por su trabajo de exégesis bíblica.

“Con su traducción, Jerónimo logró “inculturar” la Biblia en la lengua y la cultura latina, y esta obra se convirtió en un paradigma permanente para la acción misionera de la Iglesia”, expresó el Papa.

“Hoy, mil seiscientos años después, su figura sigue siendo de gran actualidad para nosotros, cristianos del siglo XXI”, escribió el Papa del estudioso más influyente de la Biblia. Un modelo para que otros estudiosos aborden la Biblia con mente abierta y favorezcan la integración entre culturas.

 

 

Por esta razón, afirma el Papa, “el centenario actual representa una llamada a amar lo que Jerónimo amó, redescubriendo sus escritos y dejándonos tocar por el impacto de una espiritualidad que puede describirse, en su núcleo más vital, como el deseo inquieto y apasionado de un conocimiento más profundo del Dios de la Revelación”.

¿Cómo no escuchar, en nuestros días, lo que Jerónimo exhortaba incesantemente a sus contemporáneos: «Lee muy a menudo las Divinas Escrituras, o mejor, nunca el texto sagrado se te caiga de las manos»?