Las tres lecturas para este Domingo XVIII hablan sobre una verdad espiritual primordial que es la necesidad de desapegarse de los bienes de este mundo. Esto no tiene nada que ver con un odio al mundo o una espiritualidad puritana de escaparse del mundo. Estos bienes tan hermosos que son, finalmente se desmoronan todos, se desvanecen y desaparecen, no son nuestro bien último y no estamos destinados, como si fuera a aferrarnos a ellos.

No es un odio del mundo. Esto no es una espiritualidad de alejarse de este mundo. Esto no es puritanismo. No estoy hablando de eso. Estoy hablando de como usar livianamente las cosas del mundo. Porque no son nuestro bien mayor. Son buenas y son maravillosas, pero no son nuestro bien mayor y no estamos destinados como si fuéramos a aferrarnos a ellas. Pienso que la Biblia y la gran Tradición, enseñan esta verdad, para que no las asimilemos.

Comencemos ahora con la Primera Lectura del Eclesiastés 1.2:2,21-23. Algunos mayores, recordarán que se llamaba el Libro del Predicador o ¨COHELET¨que significa algo como el Asambleísta, o el ECLESIÁSTICO y se identifica con el rey Salomón en una edad avanzada, eso significa alguien que lo ha tenido todo, quiero decir que El  es como El desde un punto de vista físico y desde el punto de la riqueza y es en verdad el mayor personaje de la historia de Israel. Nadie fue más rico, ni más famoso, nadie tuvo más accesorios y ropas y palacios.

Así que Salomón es si se quiere, el hombre rico paradigmático, en el sentido del mundo. PERO AHORA ES UN HOMBRE ANCIANO. Mirando atrás a todo esto ¿y que es lo que dice? Es como un estribillo de una canción que atraviesa todo el Libro bíblico del Eclesiastés: ¨Vanidad, pura Vanidad¨-NADA MÁS QUE VANIDAD

La palabra en hebreo para Vanidad es ¨HEBEL¨ y tiene este sentido como de viento o vapor. Algunos dicen burbujas, es como una burbuja que flota y luego buf -se ha ido-. En nuestra lectura aparece la riqueza -escuchenlo-. El lo ha experimentado todo, pero está centrado en sun habilidad y tiene que dejarlo todo a otro que no lo ha trabajado. Es una reflexión típica de un hombre anciano ¿cierto? En mi ministerio pastoral, he escuchado gente exactamente decir esto: ¨Miren he levantado este negocio durante toda mi vida. He trabajado doce horas al día, y he hecho mi dinero y mi fortuna, ahora soy un hombre anciano y estoy rodeado de hijos y nietos desagradecidos, y he hecho todo este trabajo y esta gente va a heredar toda mi riqueza ¿por qué sirvió todo eso? ¨VANIDAD, PURA VANIDAD¨. Decimos: Oh, allí está el Eclesiastés. Está este anciano cascarrabias en la residencia de ancianos que ha llegado a este punto de desesperación. No, NO. Este Libro está en la Biblia, así que nos está enseñando un punto espiritual muy importante. Uno podría darse cuenta. Escuchen esto: QUE TODO EL MUNDO TIENE FINALMENTE ESTA CUALIDAD DE EVANESCENCIA DE DESAPARECER, NO DURA. Así que se he trabajado como loco, no va a durar para siempre. No me interesa cuánta, riqueza tengas, no la tendrás para siempre. Si es bueno, tener riqueza y poder o la estima de otra gente. Bien, bien, UDS. Tomenla y luego déjenla ir. Si lo disfruta es como un fuego de artificio que explota y pun. Fue bonito el verlo y se fue, se desvaneció. ¿Me desespero? NO SIMPLEMENTE APRENDA A VIVIR EN ESE MOMENTO PRESENTE. SABOREANDOLO LO QUE PUEDA, PERO TAMBIEN, DEJANDOLO IR ¿Porqué? PORQUE ME DOY CUENTA DE QUE EL BIEN AUTENTICO, LA BELLEZA AUTENTICA, PERTENECEN A UN MUNDO MÁS ELEVADO. Las puedo sentir en las cosas bellas del mundo, pero no duran si me aferro a ellas ¿qué sucede? DESAPARECEN, SE DESMORONAN MIENTRAS INTENTO TOMARLAS. MÁS BIEN véanlas y aprécienlas y LUEGO DÉJALAS IR. Sobre el trasfondo del Eclesiastés.

PASEMOS AL EVANGELIO de SAN LUCAS 12. 13-21

Y comienza con una persona que se acerca a JESÚS y le dice: ¨Maestro dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia¨. Obviamente es una disputa familiar. Y CRÉANME, AHORA MISMO HAY DISPUTAS FAMILIARES. LA HERENCIA QUE HA LLEGADO DEL PAPA O DEL ABUELO. Estoy peleado o peleada por la herencia. Llegan hasta JESÚS como si EL fuera  juez. ¿Qué le dice el Señor? EVITEN TODA CLASE DE AVARICIA, PORQUE LA VIDA DEL HOMBRE NO DEPENDE DE LA ABUNDANCIA DE LOS BIENES QUE POSEA. Avaricia por las riquezas y cosas materiales. PERO EL DICE, AVARICIA EN TODAS SUS FORMAS. Porque puedo ser avaro por honor. Si alguién me honra y obtengo una especie de bien y entusiasmo por ello. Pero luego desaparece. ¿Cierto? Porqué necesito ser honrado por alguién más. Necesito incluso mayores honores. Los pequeños honores que he tenido hasta aquí, no me satisfacen, me esfuerzo y me esfuerzo y obtengo más honores, pero luego este entusiasmo desaparece y ahora necesito más y más. LO QUE SUCEDE ES QUE ESTOY ATRAPADO EN UN PATRÓN ADICTIVO. CUANDO ME APEGO A LOS BIENES DEL MUNDO SE DESMORONAN. Pero luego lo que sucede es que digo: Oh, mejor obtengo más y entro en pánico y estoy buscando más y más, que llenen el espacio y todas las veces se desmorona, pero ahora estoy obsesionado. ESA ES LA AVARICIA DE LA QUE ESTÁ HABLANDO EL SEÑOR. Evitenla en todas sus formas. Use el mundo livianamente. Paren de apegarse y de aferrarse a EL.

Ahora bien, EL tiene esta hermosa parábola y esto créanmelo, ha traspasado mi vida espiritual entera. Trata sobre un hombre rico que acumula montones de riquezas y construye un gran granero y construye uno más grande y genera más y más y dice: ¿¨Bueno qué haré…? Construiré uno más grande para poder almacenar todas mis posesiones. Se trata de alguien atrapado en este patrón. Es la parábola que cuenta JESÚS: ¨DIOS LE DICE A ESTE HOMBRE RICO¨-INSENSATO, ESTA MISMA NOCHE VAS A MORIR. ¿Para quién SERÁN TODOS ESTOS BIENES?. Es la misma idea como ven. ¿CIERTO? OCUPO MI VIDA CONSTRUYENDO ESTE NEGOCIO. TODA MI VIDA ACUMULANDO RIQUEZAS Y AHORA QUE?… IRAN A MIS DESAGRADECIDOS DESCENDIENTES. NO LA PUEDO LLEVAR CONMIGO AL SIGUIENTE MUNDO. Se desmorona a medida que me apoyo en ella, así que ¿Cuál era el asunto? El SEÑOR le dice, esta misma noche vas a morir. Pienso que significa, si vas a morir físicamente. Pero lo leo más espiritualmente, el SEÑOR va a decirte. ¿¨BUENO DE QUE HA TRATADO TU VIDA¨? Ha tratado sobre estos grandes graneros, pues el SEÑOR no estará para nada impresionado. Por eso use el mundo livianamente, cultive una actitud de desapego.

Pasemos brevemente a la SEGUNDA LECTURA DE SAN PABLO A LOS COLOSENSES: DICE ESTO CLARO Y SIN RODEOS: ¨PUESTO QUE UDS. HAN RESUCITADO CON CRISTO, BUSQUEN LOS BIENES DE ARRIBA, DONDE ESTÁ CRISTO SENTADO A LA DERECHA DE DIOS, NO EN LOS DE LA TIERRA. Aquí está en pocas palabras. Nuevamente no lean esto de modo puritano. San Pablo es un buen judío, ama este mundo. Piensa que el mundo es bueno. Dios vio el mundo físico y encontró que todo era bueno. Así que esto no es una huída del mundo, ni dualismo, no lo es.

Es la actitud apropiada del desapego. SI MIS OJOS ESTA FOCALIZADOS EN CRISTO. ESO SIGNIFICA  EN LA VERDAD, EL BIEN Y LA BELLEZA QUE NO SE DESVANECE, QUE NOS SON AIRE NI BURBUJAS, NI VANIDAD DE VANIDADES, SI DEJO MIS OJOS FIJOS EN CRISTO, AQUEL QUE ESTÁ ARRIBA. ENTONCES SABEN MANEJAR LOS BIENES DEL MUNDO, CUANDO LLEGUEN A MI, QUE HE CONOCIDO GENTE MUY RICA EN MI VIDA QUE SON SANTOS, NO ES QUE LA RIQUEZA SEA EL PROBLEMA DEL MAL EN SI MISMA. PERO SABEN QUE HACER CON SU RIQUEZA, SABEN COMO USAR EL MUNDO LIVIANAMENTE, SABEN CÓMO VOLVERSE GENEROSOS CON ELLA. MANTENGA SUS OJOS FIJOS ARRIBA EN CRISTO Y ENTONCES SABRÁN COMO MANEJAR Y TRATAR CON LOS BIENES DE ESTE MUNDO. SI ESTÁ FOCALIZADO COMO EL SEÑOR DE LA PARABOLA EN CONSTRUIR GRANEROS MAS GRANDES. SI SON COMO EL JOVEN SALOMÓN PERSIGUIENDO RIQUEZA Y PODER Y PLACER SENSUAL, SE VOLVERÁN AMARGADOS, VACÍOS, IRACUNDOS. PERMÍTANME CONCLUIR CON UNA FRASE DEL CARDENAL GEORGE, QUE SE CITA A MENUDO. EL DICE: ¨LO ÚNICO QUE SE LLEVAN CONSIGO A LA VIDA POR VENIR, ES LO QUE HAN DADO EN LA TIERRA. ¿Qué es lo que no me llevo? SI LA ABSORBEN, CAMBIARÁ SUS VIDAS POR COMPLETO. NO ME LLEVO MIS TÍTULOS, MIS HONORES, MI DINERO Y LOS GRANDES GRANEROS QUE ME HAN LLENADO DE COSAS, ES QUE FUI… A QUIÉN LE INTERESA. LO QUE SE LLEVARÁN AL PRÓXIMO MUNDO ES LA CALIDAD DE SU AMOR, ESO ES LO QUE ES EL CIELO, ES AMOR Y POR LO TANTO TIENEN TODA LA RAZÓN, LO QUE DE AQUÍ EN LA TIERRA SERÁ LO QUE LLEVARAN AL CIELO CON UDS. ES LA ACTITUD DE DESAPEGO Y GENEROSIDAD. ASI QUE NO SE PREOCUPEN POR CONSTRUIR GRANEROS MÁS GRANDES. ¿Cuánto TIEMPO OCUPAMOS LA MAYORÍA DE NOSOTROS OBSESIONADOS CON ESO. USEN EL LENGUAJE DEL SEÑOR Y CONSTRUYAN SU TESORO EN EL CIELO Y ENTONCES ENCONTRARÁN ALEGRÍA

La avaricia es una de las grandes tentaciones que pueden asaltar al ser humano, en toda época. Nos impide valorar lo que es cada persona y lo que uno tiene. Una persona avariciosa que vive para acaparar, acumular, enriquecerse, solo piensa en sí misma y no en los demás.

Jesús aprovecha la parábola para advertirnos del peligro de poner toda nuestra confianza y esfuerzos en los bienes terrenales. Y hasta hace intervenir en ella al propio Dios: “Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?”.

Buscar los bienes de arriba, ser rico ante Dios, es vivir en hermandad y solidaridad, trabajar para que haya más fraternidad, desde la caridad con todos. Se trata de gastar la vida amando y sirviendo a Dios en cada hermano.

Mientras que el Señor nos muestra el verdadero camino. Que «no es el camino de la pobreza por la pobreza»; al contrario, «es el camino de la pobreza como instrumento, para que Dios sea Dios, para que Él sea el único Señor, no el ídolo de oro». En efecto, «todos los bienes que tenemos, el Señor nos los da para hacer marchar adelante el mundo, para que vaya adelante la humanidad, para ayudar a los demás». De ahí el deseo de que «permanezca hoy en nuestro corazón la palabra del Señor», con su invitación a mantenerse lejos de la codicia, porque, «aunque uno esté en la abundancia, su vida no depende de lo que posee».

(Homilía Santa Marta, 21 octubre 2013)

Ignacio de Loyola, Santo

Memoria Litúrgica, 31 de julio

Fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas)

Martirologio Romano: Memoria de san Ignacio de Loyola, presbítero, quien, nacido en el País Vasco, en España, pasó la primera parte de su vida en la corte como paje del contador mayor hasta que, herido gravemente, se convirtió. Completó los estudios teológicos en París y conquistó sus primeros compañeros, con los que más tarde fundaría en Roma la Compañía de Jesús, ciudad en la que ejerció un fructuoso ministerio escribiendo varias obras y formando a sus discípulos, todo para mayor gloria de Dios ( 1556).

Fecha de beatificación: 27 de julio de 1609 por el Papa Pablo V
Fecha de canonización: 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV

Breve Biografía

San Ignacio de Loyola supo transmitir a los demás su entusiasmo y amor por defender la causa de Cristo.

Un poco de historia

Nació y fue bautizado como Iñigo en 1491, en el Castillo de Loyola, España. De padres nobles, era el más chico de ocho hijos. Quedó huérfano y fue educado en la Corte de la nobleza española, donde le instruyeron en los buenos modales y en la fortaleza de espíritu.

Quiso ser militar. Sin embargo, a los 31 años en una batalla, cayó herido de ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo para el resto de su vida.

Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”.

Una noche, Ignacio tuvo una visión que lo consoló mucho: la Madre de Dios, rodeada de luz, llevando en los brazos a su Hijo, Jesús.

Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios.

A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando.

Tuvo un período de aridez y empezó a escribir sus primeras experiencias espirituales. Éstas le sirvieron para su famoso libro sobre “Ejercicios Espirituales”. Finalmente, salió de esta sequedad espiritual y pasó al profundo goce espiritual, siendo un gran místico.

Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios.

Convirtió a muchos pecadores. Fue encarcelado dos veces por predicar, pero en ambas ocasiones recuperó su libertad. Él consideraba la prisión y el sufrimiento como pruebas que Dios le mandaba para purificarse y santificarse.

A los 38 años se trasladó a Francia, donde siguió estudiando siete años más. Pedía limosna a los comerciantes españoles para poder mantener sus estudios, así como a sus amigos. Ahí animó a muchos de sus compañeros universitarios a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En esta época, 1534, se unieron a Ignacio 6 estudiantes de teología. Motivados por lo que decía San Ignacio, hicieron con él voto de castidad, pobreza y vida apostólica, en una sencilla ceremonia.

San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola.

Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros que se encontraban en Venecia y se trasladaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa. Decidieron llamar a su asociación la Compañía de Jesús, porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Paulo III convirtió a dos de ellos profesores de la Universidad. A Ignacio, le pidió predicar los Ejercicios Espirituales y catequizar al pueblo. Los demás compañeros trabajaban con ellos.

El Papa Pablo III les dio la aprobación y les permitió ordenarse sacerdotes. Fueron ordenados en Venecia por el obispo de Arbe el 24 de junio. Ignacio celebrará la primera misa en la noche de Navidad del año 1538. En ese tiempo se dedican a predicar y al trabajo caritativo en Italia.

Ignacio de Loyola, de acuerdo con sus compañeros, resolvió formar una congregación religiosa que fue aprobada por el Papa en 1540. Añadieron a los votos de castidad y pobreza, el de la obediencia, con el que se comprometían a obedecer a un superior general, quien a su vez, estaría sujeto al Papa.

La Compañía de Jesús tuvo un papel muy importante en contrarrestar los efectos de la Reforma religiosa encabezada por el protestante Martín Lutero y con su esfuerzo y predicación, volvió a ganar muchas almas para la única y verdadera Iglesia de Cristo.

Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica.

Para San Ignacio, toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir por su causa. El espíritu “militar” de Ignacio y de la Compañía de Jesús se refleja en su voto de obediencia al Papa, máximo jefe de los jesuítas.

Su libro de “Ejercicios Espirituales” se sigue utilizando en la actualidad por diferentes agrupaciones religiosas.

San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado el 27 de julio de 1609 por Pablo V, y canonizado en 1622 por Gregorio XV.

¿Qué nos enseña su vida?

  • A ser fuertes ante los problemas de la vida.
  • A saber desprendernos de las riquezas.
  • A amar a Dios sobre todas las cosas.
  • A saber transmitir a los demás el entusiasmo por seguir a Cristo.
  • A vivir la virtud de la caridad ya que él siempre se preocupaba por los demás.
  • A perseverar en nuestro amor a Dios.
  • A ser siempre fieles y obedientes al Papa, representante de Cristo en la Tierra.

Oración

Virgen María,
ayúdanos a demostrar en nuestra vida de católicos convencidos,
una profunda obediencia a la Iglesia y al Papa,
tal como San Ignacio nos lo enseñó con su vida de servicio a los demás.
Amén.

¿Es pecado tener dinero y bienes materiales?

Sobre el desprendimiento de los bienes materiales, Jesús exhorta a sus discípulos a preferirle a El por encima de todo y de todos.

Realmente no hay nada malo en poseer dinero, propiedades y bienes materiales, mientras no permitamos que esos bienes se conviertan en sustitutos de Dios. Cristo nos ha alertado: “No pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Mt. 6, 24).

En el Antiguo Testamento se insiste mucho en que debemos escoger entre Dios y los ídolos o falsos dioses. En el Nuevo Testamento Jesús contrapone el dinero a Dios. Así que debemos cuidar que el dinero no se nos convierta en un ídolo que sustituya a Dios, y que tampoco las vías para obtenerlo ocupen todo nuestro interés, nuestra dedicación, nuestro empeño … hasta nuestro amor.

Los bienes materiales de este mundo no son malos en sí mismos, pues nos han sido proporcionados por Dios, nuestro Creador. Y, siendo esto así, significa que Dios es el Dueño, y nosotros somos solamente “administradores” de esos bienes que pertenecen a Dios. De allí que cuando seamos juzgados se nos tomará en cuenta cómo hemos administrado los bienes que Dios nos ha encomendado. (cf. Lc. 16, 2)

“El amor al dinero es la raíz de todos los males” (1 Tim. 6, 10). ¡Grave sentencia de San Pablo! Pero notemos algo: no dice que el dinero mismo sea la raíz de todos los males, sino “el amor al dinero”. Porque nuestro amor tiene que dirigirse a Dios y a los hombres, no a los bienes materiales.

Existe, entonces, un peligro real en buscar acumular dinero y riquezas. Tanto así que Jesús nos advierte: “Créanme que a un rico se le hace muy difícil entrar al Reino de los Cielos” (Mt. 19, 23). Se refería el Señor a esos ricos que aman tanto al dinero, que lo prefieren a Dios. Concretamente Cristo estaba aludiendo al joven rico que no fue capaz de dejar su dinero y sus bienes para seguirlo a El.

Amar al dinero es una tontería. “¡Insensato!”, exclama el Señor en su parábola sobre el hombre rico acumulador exagerado de riquezas. “Esta noche vas a morir y ¿para quién serán todos tus bienes? Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea” (cf. Lc. 12, 15-21).

Y esa sentencia de Cristo, que es tan cierta y tan evidente para todos, se nos olvida, y podría sorprendernos la muerte amando al dinero más que a Dios o teniendo al dinero en el lugar de Dios.

¿Cómo vivimos los hombres y mujeres de hoy? ¿Seguimos las advertencias de Cristo con relación a los bienes materiales? ¿O ponemos todo nuestro empeño en buscar dinero y en conseguir todo el que podamos, para acumular y acumular? Y … ¿para qué, si al llegar al mundo no trajimos nada, y cuando nos vayamos de este mundo no nos llevaremos nada?(cf. 1 Tim. 6, 7).

Respondiendo entonces a la pregunta de esta semana: Sí. El apetito desordenado de los bienes materiales, a lo cual llamamos “avaricia” sí es pecado.

El pecado consiste en acumular en desconfianza de la Divina Providencia: por si acaso Dios no nos cubre las necesidades, tenemos nuestra seguridad en lo que guardamos.

El pecado consiste en sustituir la Avaricia por la confianza en la Divina Providencia: acumulamos para que, por si acaso Dios no nos cuida, tengamos lo que creemos necesitar.

Es como tener una malla de seguridad en caso de que nuestro Padre no nos ataje cuando caigamos. El pecado consiste en creer que estaremos bien, porque nosotros mismos nos hemos proveído lo que creemos necesitar.

A todo esto se refiere la advertencia del Señor contra la avaricia. Avaricia es un signo externo de falta de confianza en Dios. Es no confiar en que realmente es El Quien provee para nosotros.

Hay una falta de confianza interior, que consiste en andar preocupados porque podría faltarnos lo necesario. Y una manifiesta falta de confianza exterior por la que buscamos proveernos de bienes temporales con una preocupación tal, que descuidamos los bienes espirituales.

Y puede ser pecado grave cuando se opone a la justicia y dependiendo de su intensidad y de los medios empleados para conseguir esos bienes. No parece tan feo este pecado, pero -pensándolo bien- ¿no es feo ver al ser humano esclavizado por algo material, muy inferior a él, como es el dinero?

Los bienes materiales han sido puestos en nuestras manos por Dios para que seamos buenos administradores. Y eso significa que con nuestro dinero -es cierto- debemos satisfacer nuestras propias necesidades y las de nuestra familia, pero también debemos satisfacer las necesidades de aquéllos que tienen menos que nosotros. Es decir, cada uno de nosotros tiene derecho a utilizar el dinero que ha conseguido con su trabajo honesto, pero también tiene la obligación de compartir con los demás. Y no sólo compartir de lo que nos sobra, sino a veces también de lo que nos es necesario … cuando haya alguno o algunos que tienen más necesidad que nosotros.
Sobre el desprendimiento de los bienes materiales, Jesús exhorta a sus discípulos a preferirle a El por encima de todo y de todos. “El que no renuncie a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío” (Lc. 14, 33). Basado en esto nos dice muy claramente el Catecismo de la Iglesia Católica: “El precepto del desprendimiento de las riquezas es obligatorio para entrar en el Reino de los Cielos” (# 2544). Y agrega que el Señor se lamenta de los ricos apegados a sus riquezas, porque ya tienen su consuelo en el amor que le tienen a los bienes materiales. (cf. Lc. 6, 24) (cf. CIC # 2547).

San Ignacio de Loyola, el caballero que cambió su destino

Conoce por qué 500 años después este hombre sigue siendo un referente en la Iglesia católica

A veces la historia nos surte de personajes determinantes, de esos que parecen sacados de una película de Hollywood y que son capaces de cambiar el devenir de los acontecimientos.

Este es el caso de san Ignacio de Loyola sj, que en un momento en el que la vieja Europa y la cristiandad se rompían y descubrían fascinadas que había un mundo maravilloso allende los mares, contribuyó a renovar la Iglesia católica desde dentro.

Fr Lawrence Lew, O.P. | Flickr CC BY-NC-ND 2.0

Sueños de conquistas

Esta historia comienza en Loyola, en el norte de España. Íñigo, como así se llamaba de joven, era el pequeño de una larga y orgullosa familia vasca que sigue y sirve al poderoso rey de Castilla.

Sus sueños y aspiraciones eran grandes, como los de su noble familia. Vivía en la corte y soñaba con conquistar ni más ni menos que a la hija de Carlos V, el hombre más importante de un planeta que hasta poco antes de ese momento se creía plano.

Sin embargo, justo hace 500 años, en el fragor de la batalla una bala francesa le hiere de gravedad, rompiéndole ambas piernas y, en parte, el corazón.

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Lejos de rendirse, es durante su convalecencia en su casa-torre cuando él descubre que se puede vivir de otra manera, que Dios le habla y que su vida sigue mereciendo la pena si sirve a otro Rey: Jesús de Nazaret.

Y con ese deseo se echa a los caminos, cruzando el Mediterráneo hasta Tierra Santa, y después viajando a pie a Barcelona, París y finalmente Roma, donde con otros compañeros fundará la Compañía de Jesús.

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Ver a Dios en todo

Muchas cosas podríamos decir del fundador de los jesuitas, ya que en su vida fue caballero, amigo, sacerdote, diplomático, amigo, escritor y, sobre todo, peregrino.

No solo porque recorrió Europa o se codeó con la gente más importante del momento. Además de su amistad con los pobres vivió su vida como un continuo caminar interior.

En su modo de ver el mundo estaba el deseo de seguir una aventura junto a Dios. Y este camino siempre lo hizo con otros, pues para este hombre la amistad con Jesús -y con gente muy diversa- supuso el fundamento de su vida.

Pero quizás la actitud que mejor define a este soñador era su deseo constante de ser transparente a la voluntad de Dios en todo momento.

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Por eso los Ejercicios Espirituales, su mejor legado a la Iglesia católica, invitan al ejercitante a descubrir qué quiere Dios de él, y hacer que su vida sea plena y feliz si es fiel al proyecto que Dios propone para cada uno de nosotros.

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Y es que 500 años después este hombre sigue siendo un referente en la Iglesia católica -y fuera de ella-.

Por su dinamismo, por su modo de encontrar a Dios en todas las cosas, por su amor, por su deseo de reconciliar un mundo que sigue sufriendo y por un método que nos invita a convertirnos en hombres y mujeres para los demás, también en pleno siglo XXI.

¿No se puede desear ser ricos?, el Papa responde en el Ángelus

Papa Francisco en el Angelus

El papa Francisco, que volvió a presidir el Ángelus en la Plaza de San Pedro después de su viaje apostólico a Canadá de seis días predica sobre la codicia: “¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra!”.

El papa Francisco ha llamado este domingo a “servirse de las riquezas sí”; “servir a la riqueza no: es idolatría, es ofender a Dios” en su mensaje desde la ventana del Palacio Apostólico. Y lamentó los muchos intereses económicos que hay detrás de una guerra y del comercio de armas.

“Entonces -podríamos pensar- ¿no se puede desear ser ricos? Por supuesto que se puede, es más, es justo desearlo, es bueno hacerse rico, ¡pero rico según Dios! 

Dios es el más rico de todos: es rico en compasión, en misericordia. Su riqueza no empobrece a nadie, no crea peleas ni divisiones. Es una riqueza que ama dar, distribuir, compartir”.

Lo dijo el Papa al comentar el Evangelio de la Liturgia de hoy, que narra de un hombre que dirige esta petición a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo» (Lc 12,13).

Francisco, 85 años, lució sonriente y volvió este domingo, 31 de julio, a presidir el Ángelus en la Plaza de San Pedro después de su viaje apostólico a Canadá de seis días, cuando el domingo pasado rezó la oración mariana pocos minutos después del despegue del avión junto a 76 periodistas que le acompañaban. 

La riqueza de Dios…

El papa invitó a luchar espiritualmente contra la codicia que se puede anidar en el corazón de cada hombre y en los líderes de las naciones: 

Hermanos, hermanas, acumular bienes materiales no es suficiente para vivir bien, porque -repite Jesús- la vida no depende de lo que se posee (cf. Lc 12,15)”, expresó. 

Y agregó: “En cambio, depende de las buenas relaciones: con Dios, con los demás y también con los que tienen menos. Entonces, nos preguntamos: ¿cómo quiero enriquecerme? ¿Según Dios o según mi codicia? Y volviendo al tema de la herencia, ¿qué herencia quiero dejar? 

¿Dinero en el banco, cosas materiales, o gente feliz a mi alrededor, buenas obras que no se olvidan, personas a las que he ayudado a crecer y madurar?”. 

Que la Virgen nos ayude a comprender cuáles son los verdaderos bienes de la vida, los que permanecen para siempre”, expresó el Papa ante los fieles y peregrinos presentes en Roma, a pesar de las altas temperaturas en la ciudad eterna (34º grados) especialmente a medio día. 

Digo «altar» porque los bienes materiales, el dinero, las riquezas pueden convertirse en un culto, en una verdadera idolatría.

“¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra!”. 

El Papa agradeció a quienes hicieron posible su 37º viaje apostólico a Canadá (24-30 de julio). En especial se refirió a las autoridades civiles, eclesiales y a las comunidades indígenas del país.

Precisamente, el Papa comentando el Evangelio explicó que la codicia también es una “enfermedad peligrosa” que golpea a la sociedad.  

“Por su culpa hemos llegado hoy a otras paradojas, a una injusticia como nunca antes en la historia, donde unos pocos tienen mucho y muchos tienen poco o nada

Pensemos también en las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada. ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas”. 

Asimismo, el Pontífice afirmó que durante su “peregrinaje penitencial” no ha dejado de pensar y rezar por la martirizada Ucrania para que haya una solución inmediata y callen las armas. 

Por último, saludó a sus correligionarios jesuitas porque cada 31 de julio la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús de Jesús.