Matthew 13:1-9

Amigos, nuestro Evangelio de hoy es la parábola del sembrador y la semilla. Tiene que ver con el crecimiento y desarrollo del reino de Dios. Escuchamos que Jesús “salió de la casa y se sentó junto al mar” y una gran multitud se reunió a su alrededor. Este es Jesús hablando al mundo entero. 

Sentado, Él está, una vez más, como un antiguo maestro y juez, y relata la parábola del sembrador. El sembrador siembra a lo largo y ancho, algunas de las semillas caen en el camino, donde las aves las comen; algunos caen en suelo rocoso, donde se queman por el sol; algunas caen entre espinas, donde su vida se ahoga; y algunas caen en tierra fértil, donde rinden treinta, sesenta o cien veces. 

Tengamos en cuenta que la semilla sembrada es el mismo Jesús, en persona. Jesús es el Logos que quiere echar raíces en nosotros. Esta semilla se siembra a lo largo y ancho, a través de todo tipo de medios, pero en ti, deja que esa semilla se siembre profundamente, donde no puede ser sustraída, quemada o ahogada.

Chárbel Makhluf, Santo

Memoria Litúrgica, 24 de julio

Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net

Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima

Martirologio Romano: San Sarbelio (José, Charbel) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando (1898).

Breve Biografía

Youssef (José) nació el 8 de mayo de 1828 en un pequeño poblado del Líbano llamado Biqa-Kafra. Era el quinto hijo de Antonio Makhlouf y Brígida Choudiac, sencillos campesinos llenos de fe. Dos de sus tíos maternos eran monjes en el monasterio de Quzhaya que distaba una hora de camino desde Biqa-Kafra. José los visitaba con frecuencia y se quedaba con ellos ayudando en los oficios divinos, participando en sus oraciones y cantos y escuchando sus sabios consejos.

Tenía veintitrés años cuando dejó casa y familia para entrar al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk de la orden maronita libanesa. Al recibir el hábito de novicio cambió su nombre por el de Chárbel, nombre de un mártir de la iglesia de Antioquía que murió en el año 107 bajo el imperio de Trajano. Cuando su madre y su tío se enteraron de su decisión, se dirigieron inmediatamente a buscarlo al monasterio tratando de convencerlo de que regresara.

Finalmente, Brígida, también convencida de la vocación de su hijo, le dijo: Si no fueras a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de tí, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo…!

Desde joven había desarrollado una intensa vida interior y de oración que durante sus años de monje había madurado. Pronto se despertó en él la vocación por la vida eremítica que, de acuerdo con la tradición cristiana, se debe hacer viviendo en soledad. Se retiró a la ermita de San Pedro y San Pablo en Gebel an Nour (Montaña de la Luz) que tenía sólo dos habitaciones pequeñísimas y un oratorio también estrechísimo. Comenzó esta vida más austera en el año 1875 y la llevó durante veintitrés años. Se ejercitaba en diversas mortificaciones y en la oración continua; dormía sobre el suelo y comía una sola vez al día. Ordinariamente oficiaba la misa hacia el mediodía de tal forma que pasaba la mañana preparándose para el Santo Sacrificio y la tarde dando gracias a Dios. Vivía en el más absoluto retiro, del que sólo salía para atender alguna necesidad pastoral.

El 16 de diciembre de 1898 estaba celebrando la misa hacia las once de la mañana, cuando le sobrevino un ataque de parálisis en el momento de la consagración. Murió el 24 de diciembre y sus restos reposan en el monasterio de San Maron, actual meta de peregrinaciones y milagros incesantes. Fue canonizado el 9 de octubre de 1977 por el papa Pablo VI.

Dejarse amar

Santo Evangelio según san Mateo 13, 1-9. Miércoles XVI del Tiempo Ordinario

Por: Hiram Samir Galán Jaime, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Toca mi alma, Señor; renuévame por dentro; no permitas que siga en el fango de la indiferencia espiritual; enciende mi corazón de amor por Ti para que sea capaz de buscar tu rostro en mis hermanos.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 1-9

Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que Él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo: «Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuántas veces hemos escuchado este pasaje y sabemos con certeza que podremos ser algunos de los tres terrenos que no dan frutos que permanecen, pero no aquel terreno de tierra buena que da frutos al treinta, al sesenta y al cien por ciento. Pero esto, ¿se debe a una verdadera humildad, o a una falsa imagen de nosotros mismos cargada de autoconfianza y desconfianza en el poder de Dios?

Si reflexionamos con profundidad, ¿quién es el verdadero artífice de la santidad? El Espíritu Santo evidentemente. Es por ello que primero que nada tenemos que creer que Él puede y quiere transformar nuestras vidas. Porque si bien es cierto que necesita de nuestra colaboración, esa colaboración corresponde al uno por ciento del camino de santidad que Dios tiene destinado para nosotros. El otro noventa y nueve por ciento lo pone ÉL. Por ello es más un abandonarse en Dios que hacer muchas cosas y poner muchos medios humanos.

Enséñanos, Señor, que el verdadero camino hacia ti es el amor. Ese amor que consiste en dejarse amar por ti y que todo lo demás se da por añadidura.

«El verdadero amor es amar y dejarme amar. Es más difícil dejarse amar que amar. Por eso es tan difícil llegar al amor perfecto de Dios. Porque podemos amarlo, pero lo importante es dejarnos amar por él. El verdadero amor es abrirse a ese amor que está primero, y que nos provoca una sorpresa. Si ustedes tienen solo toda la información, estás cerrado a la sorpresa. El amor te abre a la sorpresa. El amor siempre es una sorpresa, porque supone un diálogo entre dos: entre el que ama y el que es amado. Y a Dios decimos que es el Dios de las sorpresas, porque él siempre nos amó primero, y nos espera con una sorpresa. Dios nos sorprende. Dejémonos sorprender por Dios».

(Mensaje de SS Francisco, 18 de enero de 2015)).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré una persona que considere, prudente, espiritual y sabia, y le pediré que sea mi director espiritual. Y si ya tengo uno, buscaré hacer un programa de vida que me ayude a dejarme amar por Dios, a dejarme sorprender por su amor.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Chárbel Makhlouf, primer santo libanés del rito maronita

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Dolors Massot – publicado el 23/07/21 – actualizado el 23/07/24

Chárbel Makhlouf, primer santo del rito maronita, fue un sacerdote católico a través del cual Dios sigue obrando curaciones milagrosas

San Chárbel Makhlouf nació en Begakafra, Líbano, el 8 de mayo de 1828. Su nombre oficial era Youssef Antoun (José Antonio). Pertenecía al rito maronita de la Iglesia católica y es el primer santo libanés.

En 1851 ingresó como novicio en el monasterio maronita de Mayfouq y se impuso el nombre de Chárbel. Hizo los votos solemnes en el monasterio de Annaya y luego fue ordenado sacerdote en 1859. Allí vivió como ermitaño hasta su muerte, el 24 de diciembre de 1898.

San Chárbel destacó por su intensa vida de oración y sacrificio, por su amor a Cristo, su predicación y por su don de sanar enfermos. Una vez fallecido, miles de personas en todo el mundo comenzaron a atribuirle curaciones milagrosas a la intercesión de este santo taumaturgo.

Oración a san Chárbel

Santo venerado,
Tú, que pasaste tu vida en la soledad, en una ermita humilde y retirada,
que no pensaste en el mundo ni en sus goces,
que ahora estás sentado a la derecha de Dios Padre:

Te pedimos que intercedas por nosotros,
para que Él nos extienda su bendita mano y nos socorra,
que ilumine nuestra mente, aumente nuestra fe,
fortifique nuestra voluntad para proseguir nuestras oraciones y súplicas
ante ti y todos los santos.

¡Oh, santo Chárbel! que por tu poderosa intercesión,
Dios Padre hace milagros y realiza prodigios sobrenaturales.
Que cura a los enfermos y devuelve la razón a los perturbados.
Que devuelve la vista a los ciegos y el movimiento a los paralíticos.

Dios Padre Todopoderoso, míranos con piedad,
danos las gracias que te imploramos,
por la poderosa intercesión de san Chárbel, (hacer la petición)
y ayúdanos para hacer el bien y evitar el mal.

Pedimos tu intercesión en todo momento, sobre todo en la hora de nuestra muerte. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

San Chárbel, ruega por nosotros.

Amén.

El monasterio de san Marón y el sepulcro de san Charbel

Paul Saad-cc

Daniel Esparza – publicado el 16/09/16

En Annaya, Líbano, miles visitan anualmente el sepulcro del venerado santo maronita

En Annaya, Líbano, miles visitan anualmente el sepulcro del venerado santo maronita

El monasterio de San Marón Annaya, de la Orden Libanesa Maronita, se encuentra a 1.200 metros de altura, en una de las colinas de la región libanesa de Jbeil, relativamente cerca de Beirut.

Es el monasterio en el que san Charbel Makhlouf recibió su hábito de religioso, y el mismo en el que moriría el 24 de diciembre de 1898, en la ermita de los santos Pedro y Pablo, anexa al monasterio pero unos 150 metros más arriba en la colina, donde el santo había vivido los últimos 23 años de su vida.

Serge Melki-CC

El monasterio de San Marón Annaya, de la Orden Libanesa Maronita, se encuentra a 1200 metros de altura, en una de las colinas de la región libanesa de Jbeil, relativamente cerca de Beirut

La construcción del monasterio original terminó en 1828, precisamente el año de nacimiento del santo. Muchos han visto en esta coincidencia un signo especial.

Tras la beatificación de san Charbel en 1965, la orden se vio obligada a construir una nueva iglesia para recibir a los devotos que llegaban a Annaya a visitar el sepulcro del santo.

Esta iglesia, terminada en 1974, dio paso luego a la construcción de un hostal para recibir a los peregrinos, que también pueden comprar los vinos, mermeladas y quesos que los monjes producen en el monasterio.

Paul Saad-cc

Esta iglesia, terminada en 1974, dio paso luego a la construcción de un hostal para recibir a los peregrinos, que también pueden comprar los vinos, mermeladas y quesos que los monjes producen en el monasterio.

Para visitar la página web del monasterio, y planificar su visita, conocer más de la vida del santo a quien se le ha apodado (más que merecidamente) el “patrono de los que sufren en cuerpo y alma”, y ver los horarios de los servicios litúrgicos del monasterio, puede hacer clic aquí.