La Virgen María enseña la «verdadera humildad», dice el Papa Francisco
Las palabras del Papa en la Fiesta de la Inmaculada Concepción, durante el rezo del Ángelus
La Virgen María, declara el Papa Francisco el 8 de diciembre de 2021 durante el Ángelus, enseña la «verdadera humildad»: «no tener ojos para uno mismo, sino para Dios y para los demás». Con motivo de la fiesta de la Inmaculada Concepción, el Pontífice anima a todos a vivir cada día, a imagen de la Madre de Cristo, «con humildad y alegría».
María, subraya el pontífice, está «turbada» por el anuncio del ángel cuando le anuncia que está «llena de gracia». No está acostumbrada a los honores y elogios, explica el Papa 266 a los numerosos presentes a pesar de la lluvia torrencial, porque «se siente pequeña por dentro, y esta pequeñez, esta humildad, atrapa la mirada de Dios».
Además, el Anuncio del Ángel, agrega el jefe de la Iglesia Católica, tiene lugar en la casa de María y no en las calles. «En esa casita de Nazaret estaba latiendo el corazón más grande que jamás haya tenido una criatura», dice.
Al igual que con María, «Dios quiere hacer grandes cosas con nosotros en nuestra vida diaria: en la familia, en el trabajo, en nuestro entorno cotidiano», afirma el Papa Francisco. Porque es ahí, insiste, que «a la gracia de Dios le gusta actuar».
La Santísima Virgen, declara el Pontífice, «se libera de la engañosa idea de que el Evangelio es una cosa y la vida otra». Demuestra que el ideal de santidad no es una «utopía» sino que se trata de «vivir cada día lo que nos sucede con humildad y alegría».
Cuando algo más joven que ahora estudié la asignatura que en teología habla de la Virgen María, la mariología, el profesor asoció esta solemnidad de la Inmaculada Concepción a la vocación de Santa María. Inmaculada Concepción significa, queridas hermanas y hermanos, completamente limpia desde el principio de todo de la vida, sin haber cometido ninguna falta ni tener la posibilidad de cometer y eso es una circunstancia que la Virgen sólo comparte, ella y ningún otro ser humano, con Jesucristo. Por esa cualidad tan especial, Dios la preparó para su vocación, para la llamada que le haría y que hemos leído en el Evangelio a ser la Madre de Jesucristo. Al poner juntas la solemnidad de hoy y la vocación podemos también hacer una lectura existencial de lo que le ocurrió y que nos afecte a todos. Porque a pesar de las diferencias entre nosotros y ella, todos tenemos o tendremos una vocación, una llamada de Dios a hacer algo en la vida. Y sobre este punto quisiera compartir algunas ideas.
La primera nos dice que, a pesar de la dificultad recurrente de nuestra fe en creerlo, Dios es capaz de comunicarse con nosotros. Esta idea tan simple es la base de la primera lectura y del evangelio que hemos leído. Dios quería decir algo a Eva y quería decir algo a María. Una de las formas que las tradiciones judías y cristianas tienen de representar este mensaje de Dios a los hombres y mujeres son los ángeles, como hemos leído en el Evangelio. También encontramos otras formas de cómo Dios se comunica: por ejemplo en la primera lectura sale a hablar ya preguntar directamente a Adán ya Eva, les pregunta: ¿Dónde estás? ¿Qué has hecho? En otros pasajes Dios habla utilizando experiencias interiores, el silencio, la luz… La situación más normal en nuestra vida no es que se nos aparezcan ángeles con un mensaje muy claro o que oigamos a Dios hablarnos y haciéndonos preguntas, si no que normalmente debemos buscar la voluntad de Dios en nuestra realidad de cada día, en lo que nos dicen los padres o los maestros, los amigos, los hermanos de comunidad, algún maestro o director espiritual, también en las cosas que ocurren a nuestro alrededor, en las necesidades que vemos que existen. Sea como fuere, lo que quiero decir es que podemos comprender de muchas formas diferentes qué quiere Dios de nosotros. Esta voluntad de Dios será distinta también en las etapas de la vida. ¡Qué diferente por María la voluntad de Dios en el momento de la anunciación o al pie de la Cruz! Pero siempre fue fidelidad a Jesucristo. También una misma llamada puede tomar en nuestras vidas momentos muy distintos. Se lo puedo decir por experiencia. El Evangelio de hoy nos habla, en primer lugar, sobre todo la posibilidad real de una vocación.
La segunda idea de hoy es la de la preparación para hacer lo que nos piden. Las vocaciones nunca pueden venir si no existen las posibilidades de desarrollarlas. Dios no juega con nosotros. Dios no pide lo imposible. En el caso de la Virgen María, esta preparación fue toda una disposición personal dada gratuitamente para poder recibir el misterio de la encarnación de Jesucristo. Y para ella fue inesperada, incierta, con horizontes insospechados en el momento de producirse. Pero ciertamente estaba preparada, Pre Parata, es decir dispuesta a la avanzada para cumplir su llamada. ¿Y nosotros? Nosotros deberíamos tener también la confianza en que Dios nos dará los medios para cumplir las vocaciones que vamos a recibir. En la mayoría de los casos nuestras capacidades ya serán un punto de partida: todo lo que somos es don de Dios y por tanto todo lo que nos proponemos en la vida lo hacemos a partir de lo que somos, y reconocerlo debería ser el primer paso para averiguar qué quiere Dios de nosotros. Creo que ésta fue la actitud de la Virgen, a pesar del miedo, la duda, la sensación también a menudo tan nuestra de no ser capaces de hacer lo que nos piden. Pero es todo lo contrario. Si es de Dios podremos hacerlo. ¿Fácil? No. Como no lo fue por Santa María, ni lo fue especialmente por Jesús, pero su fidelidad demostró que Dios nunca se equivocaba.
Todavía existe una tercera idea en este evangelio. A María no le preguntaron explícitamente si aceptaba o no esa situación de ser Madre de Dios. Pero, en cambio, el relato nos reporta su actitud de aceptarlo. Las más que célebres frases: Soy la sierva del Señor, que haga en mí según tu Palabra, nos ayudan a entender que nosotros y nuestra actitud ante lo que nos pide Dios serán muy importantes. La respuesta de María, paradigma de toda la disponibilidad cristiana en ponerse en el camino del evangelio y de la obediencia interior a Dios, será siempre el ejemplo de la respuesta auténtica, aunque a veces no seamos plenamente conscientes de hasta dónde nos puede llevar. Y después de esto el ángel se retiró, como confirmando que ya no era necesario, que el mensaje se había entendido.
En el fondo, la solemnidad de hoy, nos recuerda que Dios pide nuestra colaboración en su proyecto por la humanidad que es el de que todo el mundo viva y se salve.
Desde tantos lugares y desde tantas capacidades personales, podemos y debemos trabajar para conseguir que todo el mundo viva y se salve. Pensamos si no en la amenaza a la vida, a la integridad, a la salud de tantas personas. Pensamos en un mundo que se ha cerrado sobre un cierto egoísmo a causa de la Covid, pensamos en tantos países que se llaman de tradición cristiana y parecemos tan indiferentes a la situación de la vacunación por los más pobres, tal y como insistentemente denuncia el Papa Francisco .. Suerte que Dios es perseverante, insistente en sus llamamientos y firme en su plan salvador que continúa hasta cuando miramos hacia otro lado.
Que nos sirva esta celebración para disponernos a cumplir siempre con la voluntad de Dios.
Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Santo
Memoria Litúrgica, 9 de Diciembre
Vidente de la Virgen de Guadalupe
Martirologio Romano: San Juan Diego Cuauhtlatoatzain, de la estirpe indígena nativa, varón provisto de una fe purísima, de humildad y de fervor, que logró que se construyera un santuario en honor de la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe en la colina de Tepeyac, en la ciudad de México, lugar donde se le había aparecido la Madre de Dios. († 1548)
Fecha de canonización: 31 de julio de 2002 por el Papa Juan Pablo II.
Breve Biografía
Juan Diego Cuauhtlatoatzin (que significa: Águila que habla o El que habla como águila), un indio humilde, de la etnia indígena de los chichimecas, nació en torno al año 1474, en Cuauhtitlán, que en ese tiempo pertenecía al reino de Texcoco. Juan Diego fue bautizado por los primeros franciscanos, aproximadamente en 1524. En 1531, Juan Diego era un hombre maduro, como de unos 57 años de edad; edificó a los demás con su testimonio y su palabra; de hecho, se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”.
Juan Diego fue un hombre virtuoso, las semillas de estas virtudes habían sido inculcadas, cuidadas y protegidas por su ancestral cultura y educación, pero recibieron plenitud cuando Juan Diego tuvo el gran privilegio de encontrarse con la Madre de Dios, María Santísima de Guadalupe, siendo encomendado a portar a la cabeza de la Iglesia y al mundo entero el mensaje de unidad, de paz y de amor para todos los hombres; fue precisamente este encuentro y esta maravillosa misión lo que dio plenitud a cada una de las hermosas virtudes que estaban en el corazón de este humilde hombre y fueron convertidas en modelo de virtudes cristianas; Juan Diego fue un hombre humilde y sencillo, obediente y paciente, cimentado en la fe, de firme esperanza y de gran caridad.
Poco después de haber vivido el importante momento de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Juan Diego se entregó plenamente al servicio de Dios y de su Madre, transmitía lo que había visto y oído, y oraba con gran devoción; aunque le apenaba mucho que su casa y pueblo quedaran distantes de la Ermita. Él quería estar cerca del Santuario para atenderlo todos los días, especialmente barriéndolo, que para los indígenas era un verdadero honor; como recordaba fray Gerónimo de Mendieta: “A los templos y a todas las cosas consagradas a Dios tienen mucha reverencia, y se precian los viejos, por muy principales que sean, de barrer las iglesias, guardando la costumbre de sus pasados en tiempos de su gentilidad, que en barrer los templos mostraban su devoción (aun los mismos señores).”
Juan Diego se acercó a suplicarle al señor Obispo que lo dejara estar en cualquier parte que fuera, junto a las paredes de la Ermita para poder así servir todo el tiempo posible a la Señora del Cielo. El Obispo, que estimaba mucho a Juan Diego, accedió a su petición y permitió que se le construyera una casita junto a la Ermita. Viendo su tío Juan Bernardino que su sobrino servía muy bien a Nuestro Señor y a su preciosa Madre, quería seguirle, para estar juntos; “pero Juan Diego no accedió. Le dijo que convenía que se estuviera en su casa, para conservar las casas y tierras que sus padres y abuelos les dejaron”.
Juan Diego manifestó la gran nobleza de corazón y su ferviente caridad cuando su tío estuvo gravemente enfermo; asimismo Juan Diego manifestó su fe al estar con el corazón alegre, ante las palabras que le dirigió Santa María de Guadalupe, quien le aseguró que su tío estaba completamente sano; fue un indio de una fuerza religiosa que envolvía toda su vida; que dejó sus casas y tierras para ir a vivir a una pobre choza, a un lado de la Ermita; a dedicarse completamente al servicio del templo de su amada Niña del Cielo, la Virgen Santa María de Guadalupe, quien había pedido ese templo para en él ofrecer su consuelo y su amor maternal a todos lo hombres y mujeres. Juan Diego tenía “sus ratos de oración en aquel modo que sabe Dios dar a entender a los que le aman y conforme a la capacidad de cada uno, ejercitándose en obras de virtud y mortificación.” También se nos refiriere en el Nican motecpana: “A diario se ocupaba en cosas espirituales y barría el templo. Se postraba delante de la Señora del Cielo y la invocaba con fervor; frecuentemente se confesaba, comulgaba, ayunaba, hacía penitencia, se disciplinaba, se ceñía cilicio de malla y escondía en la sombra para poder entregarse a solas a la oración y estar invocando a la Señora del cielo.”
Toda persona que se acercaba a Juan Diego tuvo la oportunidad de conocer de viva voz los pormenores del Acontecimiento Guadalupano, la manera en que había ocurrido este encuentro maravilloso y el privilegio de haber sido el mensajero de la Virgen de Guadalupe; como lo indicó el indio Martín de San Luis cuando rindió su testimonio en 1666: “Todo lo cual lo contó el dicho Diego de Torres Bullón a este testigo con mucha distinción y claridad, que se lo había dicho y contado el mismo Indio Juan Diego, porque lo comunicaba.” Juan Diego se constituyó en un verdadero misionero.
Cuando Juan Diego se casó con María Lucía, quien había muerto dos años antes de las Apariciones, habían escuchado un sermón a fray Toribio de Benavente en donde se exaltaba la castidad, que era agradable a Dios y a la Virgen Santísima, por lo que los dos decidieron vivirla; se nos refiere: “Era viudo: dos años antes de que se le apareciera la Inmaculada, murió su mujer, que se llamaba María Lucía. Ambos vivían castamente.” Como también lo testificó el P. Luis Becerra Tanco: “el indio Juan Diego y su mujer María Lucía, guardaron castidad desde que recibieron el agua del Bautismo Santo, por haber oído a uno de los primeros ministros evangélicos muchos encomios de la pureza y castidad y lo que ama nuestro Señor a las vírgenes, y esta fama fue constante a los que conocieron y comunicaron mucho tiempo estos dos casados”. Aunque esto no obsta de que Juan Diego haya tenido descendencia, sea antes del bautismo, sea por la línea de algún otro familiar; ya que, por fuentes históricas sabemos que Juan Diego efectivamente tuvo descendencia; sobre esto, uno de los principales documentos se conserva en el Archivo del Convento de Corpus Christi en la Ciudad de México, en el cual se declara: “Sor Gertrudis del Señor San José, sus padres caciques [indios nobles] Dn. Diego de Torres Vázquez y Da. María del la Ascención de la región di Xochiatlan […] y tenida por descendiente del dichoso Juan Diego.” Lo importante también es el hecho de que Juan Diego inspiró la búsqueda de la santidad y de la perfección de vida, incluso en medio de los miembros de su propia familia, ya que su tío, como ya veíamos, al constatar como Juan Diego se había entregado muy bien al servicio de la Virgen María de Guadalupe y de Dios, quiso seguirlo, aunque Juan Diego le convino que era preferible que se quedara en su casa; y ahora tenemos también este ejemplo de Sor Gertrudis del Señor San José, descendiente de Juan Diego, quien ingresó a un monasterio, a consagrar su vida al servicio de Dios, buscando esa perfección de vida, buscando la Santidad.
Es un hecho que Juan Diego siempre edificó a los demás con su testimonio y su palabra; constantemente se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”.
El indio Gabriel Xuárez, quien tenía entre 112 y 115 años cuando dio su testimonio en las Informaciones Jurídicas de 1666; declaró cómo Juan Diego era un verdadero intercesor de su pueblo, decía: “que la dicha Santa Imagen le dijo al dicho Juan Diego la parte y lugar, donde se le había de hacer la dicha Ermita que fue donde se le apareció, que la ha visto hecha y la vio empezar este testigo, como lleva dicho donde son muchos los hombres y mujeres que van a verla y visitarla como este testigo ha ido una y muchas veces a pedirle remedio, y del dicho indio Juan para que como su pueblo, interceda por él.” El anciano indio Gabriel Xuárez también señaló detalles importantes sobre la personalidad de Juan Diego y la gran confianza que le tenía el pueblo para que intercediera en sus necesidades: “el dicho Juan Diego, –decía Gabriel Xuárez– respecto de ser natural de él y del barrio de Tlayacac, era un Indio buen cristiano, temeroso de Dios, y de su conciencia, y que siempre le vieron vivir quieta y honestamente, sin dar nota, ni escándalo de su persona, que siempre le veían ocupado en ministerios del servicio de Dios Nuestro Señor, acudiendo muy puntualmente a la doctrina y divinos oficios, ejercitándose en ello muy ordinariamente porque a todos los Indios de aquel tiempo oía este testigo, decirles era varón santo, y que le llamaban el peregrino, porque siempre lo veían andar solo y solo se iba a la doctrina de la iglesia de Tlatelulco, y después que se le apareció al dicho Juan Diego la Virgen de Guadalupe, y dejó su pueblo, casas y tierras, dejándolas a su tío suyo, porque ya su mujer era muerta; se fue a vivir a una casa Juan Diego que se le hizo pegada a la dicha Ermita, y allá iban muy de ordinario los naturales de este dicho pueblo a verlo a dicho paraje y a pedirle intercediese con la Virgen Santísima les diese buenos temporales en sus milpas, porque en dicho tiempo todos lo tenían por Varón Santo.”
La india doña Juana de la Concepción que también dio su testimonio en estas Informaciones, confirmó que Juan Diego, efectivamente, era un hombre santo, pues había visto a la Virgen: “todos los Indios e Indias –declaraba– de este dicho pueblo le iban a ver a la dicha Ermita, teniéndole siempre por un santo varón, y esta testigo no sólo lo oía decir a los dichos sus padres, sino a otras muchas personas”. Mientras que el indio Pablo Xuárez recordaba lo que había escuchado sobre el humilde indio mensajero de Nuestra Señora de Guadalupe, decía que para el pueblo, Juan Diego era tan virtuoso y santo que era un verdadero modelo a seguir, declaraba el testigo que Juan Diego era “amigo de que todos viviesen bien, porque como lleva referido decía la dicha su abuela que era un varón santo, y que pluguiese a Dios, que sus hijos y nietos fuesen como él, pues fue tan venturoso que hablaba con la Virgen, por cuya causa le tuvo siempre esta opinión y todos los de este pueblo.” El indio don Martín de San Luis incluso declaró que la gente del pueblo: “le veía hacer al dicho Juan Diego grandes penitencias y que en aquel tiempo le decían varón santísimo.”
Como decíamos, Juan Diego murió en 1548, un poco después de su tío Juan Bernardino, el cual falleció el 15 de mayo de 1544; ambos fueron enterrados en el Santuario que tanto amaron. Se nos refiere en el Nican motecpana: “Después de diez y seis años de servir allí Juan Diego a la Señora del cielo, murió en el año de mil y quinientos y cuarenta y ocho, a la sazón que murió el señor obispo. A su tiempo le consoló mucho la Señora del cielo, quien le vio y le dijo que ya era hora de que fuese a conseguir y gozar en el cielo, cuanto le había prometido. También fue sepultado en el templo. Andaba en los setenta y cuatro años.” En el Nican motecpana se exaltó su santidad ejemplar: “¡Ojalá que así nosotros le sirvamos y que nos apartemos de todas las cosas perturbadoras de este mundo, para que también podamos alcanzar los eternos gozos del cielo!”
Consulta también:
Juan Diego, el fenómeno guadalupano
Paz y humildad
Santo Evangelio según san Mateo 11, 11-15. Jueves II de Adviento
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Dios mío, por el don de la oración en la que me puedo poner en contacto directo contigo. Para ello necesito que aumentes mi fe, mi esperanza y mi amor. A pesar de mis debilidades y pecados me presento ante ti necesitado de tu amor. Acudo a ti, pues sé que Tú nunca me fallas, ni me engañas: Tú me amas por lo que soy y no por lo que tengo o hago. Yo también quiero amarte, pero necesito me ayudes. Enséñame a orar, Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo les aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. Porque todos los profetas y la ley profetizaron, hasta Juan; y si quieren creerlo, él es Elías, el que habrá de venir. El que tenga oídos que oiga».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy escucho la alabanza que haces de Juan, el Bautista, quien fue tu precursor. La liturgia me presenta este pasaje como recuerdo que tu venida ya está cerca. ¡La navidad ya está a las puertas! Por ello, me invita a seguir preparándome de la mejor manera para recibirte en mi corazón.
Paz y humildad podrían ser dos virtudes a ejercitar en estos últimos días. Paz para contrarrestar la violencia que sufre tu Reino, las guerras, los abusos, los ultrajes, las ofensas. Cultivar la paz en mi alrededor, porque te acercas Tú que eres el príncipe de la paz.
Humildad porque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que Juan, el Bautista. La pequeñez de quien busca servir, ayudar a los demás. Sencillez para reconocer mis límites y agradecer mis cualidades. Humildad para vivir en la verdad, sin pactar con la mentira, el engaño o la doble cara.
Ayúdame, Señor, a poner, en estos días, estas dos virtudes como medios de preparación para tu nacimiento. Dame la gracia de prepararte en mi alma un buen lugar para tu descanso.
«Los santos logran cambios gracias a la mansedumbre del corazón. Con ella comprendemos la grandeza de Dios y lo adoramos con sinceridad; y además es la actitud del que no tiene nada que perder, porque su única riqueza es Dios. Las bienaventuranzas son de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús. Estamos llamados a ser bienaventurados, seguidores de Jesús, afrontando los dolores y angustias de nuestra época con el espíritu y el amor de Jesús. Así, podríamos señalar nuevas situaciones para vivirlas con el espíritu renovado y siempre actual». (Homilía de S.S. Francisco, 1 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Procuraré hoy evitar las discusiones y con humildad diré la verdad en todo momento.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La grandeza de lo sencillo
El conocimiento debe ser puesto al servicio del prójimo
La grandeza del intelecto humano encuentra su culmen no en la expresión glamorosa del pensamiento, sino en la claridad y sencillez de la exposición del mismo, las palabras logran su real sentido cuando encuentran el receptor no sólo comprensión sino también aceptación.
Para muchos intelectuales y líderes de opinión demostrar un uso casi inentendible del lenguaje es signo de conocimiento y prestigio, enterrando ideas bajo un sinfín de palabras cuya única utilidad es la de enaltecer el orgullo y la soberbia del autor.
Existe cierta responsabilidad para aquél que posee lucidez y claridad sobre hechos y situaciones que por su complejidad necesitan ser explicadas, éstos dones no deben ser utilizados para una vanagloria inútil y egoísta, por el contrario, deben ser puestos al servicio del prójimo y de la sociedad, el conocimiento no es poder, el conocimiento es SERVICIO.
El reconocer y comprender los signos de los tiempos es un don de DIOS, poner claridad donde la oscuridad ha hecho trinchera requiere sencillez y humildad, la palabra entreverada de soberbia termina oscureciendo aún más lo que supuestamente se quiere iluminar, al ser el conocimiento un don divino sólo puede alcanzar su culmen cuando la humildad destierre la soberbia.
Iluminar el pensamiento humano también debe ir en concordancia con la defensa de los más vulnerables, de aquellos que no tienen voz y por ende son excluidos, estar en una posición de privilegio frente a la opinión pública no debe ser confundida con una fama efímera y pasajera, la palestra debe convertirse en voz profética donde los sin voz encuentran representados sus anhelos.
El tratar de llenar de metáforas incomprensibles el conocimiento alejan la verdad y el entendimiento del destinatario, por ello es responsabilidad del poseedor de la palabra tender puentes en medio de la sociedad, compartiendo saberes y denunciando injusticias.
Una idea clara, enriquecida en sencillez e iluminada a la luz del EVANGELIO tiende a trascender en el tiempo, cumpliendo su misión de iluminar el conocimiento y guiar el entendimiento humano. El conocimiento no es poder, el conocimiento es SERVICIO y en base a éste logra alcanzar su objetivo primario, ser luz en medio de la oscuridad y ser voz de los excluidos.
¿Es malo escuchar cantos protestantes?
No es lo mismo música católica que música cristiana…
Consulta:
A mi me gustan mucho, sobretodo los de Marcos Witt y de Rabito que son evangélicos. Yo creo que no tiene nada de malo porque hablan del mismo Dios y escucharlos es practicar el ecumenismo que el Papa nos esta invitando. Además se siente mas bonito que con las alabanzas católicas.
Respuesta:
Vayamos por partes, ya que no es así de sencillo, ni fácil, el afirmar que es algo bueno que el católico se la pase escuchando cantos protestantes sin ningun criterio a seguir. En primer lugar, pensando en el catolico común, que normalmente es la mayoría, y en los que están ya en algún grupo pero que no tienen una sólida formación en la fe no es nada recomendable.
Algunas de las razones que nos confirman esto son las siguientes:
1.- Cualquier tipo de canción o canto que lleve «letra» siempre llevará la huella del autor que la compuso. En el caso de los cantos protestantes es igual.
No se puede separar la «teología» o creencias de los hermanos separados de la letra de sus cantos. Pensar así es algo muy ingenuo. En muchas ocasiones el católico canta las alabanzas y al mismo tiempo adquiere «frases» e «ideas» al puro estilo protestante. Un ejemplo de esto es oir repetidamente en algunos laicos católicos «la sangre de Jesus nos cubre», exactamente eso decia Lutero, mientras que nosotros creemos que no solamente nos cubre como algo meramente externo sino que nos transforma interiormente y nos santifica. Estas y otras frases como: «solo Jesús salva»; «somos salvos por la fe» «soy salvo» «no hace falta nada mas que Cristo» «las religiones no salvan» son absorbidas por escuchar cantos protestantes, radio protestante, predicaciones protestantes, Televisión protestante etc.
Esto facilita que poco a poco se pierda la «identidad» del católico. La realidad nos enseña que muchas veces asi fué como algunos empezaron y despues terminaron en una secta pues se crea un ambiente de admiracion, donde la base de la fe es el sentir bonito o la emoción. E incluso hay compositores católicos que tienen alabanzas con errores muy marcados sobre la fe por la influencia evangélica. Hace algún tiempo algo similar a esto lo afirmó el P. Zezinho que es uno de los grandes compositores de música católica y decía que era necesario que se cuidara mas este aspecto y se revisará la letra de los cantos que se componen sin ninguna asesoría.
2.- Desafortunadamente hay católicos «comprometidos» que la razón que usan para decir que «no tiene nada de malo» es que les ‘gusta´ esa musica.
Esta forma de pensar es con criterios muy malos, pues hace a un lado cualquier criterio objetivo y su unica base es el «gusto» o sentimiento, como si lo que importara es que se escuchese bonito. Se parece al católico que escucha la prediciacion protestante porque tambien le «gusta» y siente bonito. Esta actitud no tiene nada que ver con el auténtico ecumenismo sino mas bien se trata de un ecumenismo ingenuo donde se hacen a un lado las orientaciones del magisterio para la aplicación del mismo. Nunca ha leído la «Unitatis Redintegratio» ni la «Ut unum Sint» ni el directorio sobre el ecumenismo y piensa que esta practicando el ecumenismo al oir cantos protestantes. Con razón hay tanta confusión hasta en gente que da un servicio dentro de la Iglesia Católica.
3.- Cuando un catolico comprometido escucha continuamente los cantos evangélicos lo que hace muchas veces es divulgar esas ideas y las divisiones.
Qué le podría contestar a alguien que lo escucha y le dice que donde puede comprar ese cassette? Acaso le va a decir: vaya hermano a una libreria protestante, ellos cantan muy bonito? En realidad sería una falta de coherencia entre lo que predica y lo que cree.
4.- Además, si alguien acepta escuchar los cantos, entonces tambien tendría que aceptar las predicaciones protestantes y la literatura protestante,
Pues la musica solamente es un medio de transmisión, el lenguaje oral es otro y el impreso otro mas. El resultado es un relativismo eclesial donde ser católico es tener puesta «una camiseta mas» y cambiarla cuando ya no le guste.
5.- San Pablo dice: «todo me es permitido, pero no todo me es provechoso».
Esto es un camino a seguir para la persona que de verdad esta comprometida con el Señor Jesucristo. Hay cosas que aunque no fueran malas dice el apóstol, aun asi, no las haría. La razon es que con tal de ganar gente para Jesucristo lo puede dejar de hacer.
6.- De hecho uno de los ganchos que usan las sectas es precisamente el canto apara traer a la gente. Es como el «quesito» que se le pone al raton en la trampa.
Normalmente cuando hacen una «secta» nueva lo primero que compran es el «sonido» para la música. Un ejemplo de como se trata de atraer a la gente es Marcos Witt, que se la pasa en congresos de todas las sectas evangélicas, hasta de las mas anticatolicas y antiecuménicas. El Católico despistado va para sentir bonito y termina engrosando las filas de una secta religiosa.
7.- Fonovisa: ¿Musica ´cristiana´ o musica protestante?
De hecho el «truco» ha funcionado muy bien y han logrado engañar a algunos medios de comunicacion, incluyendo a Fonovisa, univision, telemundo… que afiman promover musica cristiana cuando en realidad se trata de musica protestante.
Tambien ´hablan´ que tal artista es cristiano cuando en realidad se trata de un ´protestante´ mas. Hay algunos que incluso, que como buenas sectas que son, afirman que ellos son ´cristianos´ como diciendo que los catolicos no lo son. Se les olvida o no saben que es peor, que ninguna de esas iglesias protestantes existia antes de el año 1517. La verdad es que muchos locutores, entrevistadores… no por salir en los medios de comunicacion se convierten automaticamente en personas preparadas y mucho menos en lo religioso.
Tanta ignorancia hay en algunos medios de comunicacion que hace poco salieron en una premiacion para la mejor musica cristiana y se trataba en realidad de puros protestantes. Ni modo. Como dice el dicho. De que los hay, los hay… y mientras el catolico no proteste, hable y escriba para aclarar las cosas la confusion ira aumentando. Los mismos catolicos que trabajan en los medios de comunicacion deberian de hablar y aclarar la manipulacion y «expropiacion» de la palabra ´cristiano´ que las sectas estan haciendo.
Personalmente hable hace tiempo a fonovisa y una de las encargadas de venta en Estados Unidos era precisamente una protestante interesada en promover a artistas protestantes y no le importaba en absoluto el promover a los autores y artistas catolicos. Protestantes disfrazados e infiltrados diciendo que promueven «musica cristiana». Ojala y el catolico, con este tema, sea mas astuto y listo para no dejarse engañar tan ingenuamente.
¿ Por qué escuchar cosas diferentes a nuestra fe teniendo tesoros espirituales de cantos tan grandes en la Iglesia Católica? (Martín Valverde; Silvia Mertins; Jorge Gomez; Sandy Calderas; P. Zezinho; P. Cesareo Gabaraín. P. Emilio y muhos mas.
¿Por qué en vez de eso no invertimos tiempo y dinero en alabanzas y predicaciones católicas para profundizar en nuestra fe?
¿Qué no sería mejor cantar la fe que recibimos de Nuestro Señor por medio de la Iglesia que El nos dejó?
Cantos católicos hay excelentes. En cualquier libreria los hallarás. Algunos CD´s de alabanzas católicas que te recomiendo los encontraras aqui
Dios te siga bendiciendo en abundancia.
El castigo al crimen en las Escrituras
Ya es Moisés quien sienta las primeras bases punitivas para el crimen.
Así como la Escritura santa no constituía un código civil, sistemáticamente ordenado, del tipo del Código llamado Napoleón, tampoco era un código penal; pero, en esta materia, proporcionaba gran número de preceptos, también diseminados en varios libros bíblicos, con los que era fácil formar un todo.
Entre crímenes y delitos, la diferencia no era siempre muy neta: ¿acaso lo es en nuestros días? Una clasificación sumaria podía colocarlos a todos en cinco grandes categorías: los atentados contra la vida humana, donde se distingue perfectamente entre el homicidio voluntario y el homicidio por imprudencia; los golpes y heridas, cuya gravedad estaba cuidadosamente catalogada; los atentados a la familia y a la moral, considerados como particularmente graves en una sociedad donde la familia ocupaba el papel primordial, y cuya lista iba de los casamientos consanguíneos a las costumbres contra natura y a la bestialidad, de la violación de una novia a la maldición pública de un hijo contra el padre; los daños a la propiedad ajena, considerados también como crímenes cuando se trataba de robo a mano armada, o cometido de noche, o empleo de pesas falseadas. En todas esas materias los preceptos bíblicos y las decisiones de los rabíes revelaban mucho cuidado, sentido jurídico y espíritu de equidad. Por ejemplo, matar a un ladrón que entró de noche en la casa no era homicidio, pero sí lo era matarlo si se le sorprendía en pleno día, pues en este caso se le podía detener.
Pero de todas las categorías de crímenes, los más graves ante la Ley, los más irremisibles, eran los que se cometían contra la religión. Lo que es natural, si se tiene en cuenta el carácter sagrado de todas las instituciones judías; para el «Pueblo de Dios» no hay peor falta que rebelarse contra Dios; en un sentido es cometer un crimen muy próximo al que nuestras reglamentaciones laicas califican de atentado a la seguridad del Estado. La represión de esas horrorosas faltas existió desde siempre en Israel: ya los castigaba el Código de la Alianza. Pero debe reconocerse que en el curso de los siglos la lista se había alargado considerablemente, y que, en los últimos tiempos, los doctores de la Ley, como especialistas, multiplicaron los casos en que podían cometerse esos crímenes. De modo que era crimen la idolatría, crimen la magia, la necromancia y hasta la adivinación, crimen la blasfemia, y se entiende por blasfemia el hecho de invocar en vano el nombre sagrado. Violar el Sabat era también un crimen que merecía la muerte; negarse a circuncidar a su hijo, o abstenerse de celebrar la Pascua eran delitos tan graves que el culpable tenía que ser proscrito. En tiempos remotos, interdictos heredados de viejos «tabús» mandaban tratar como criminales a los que tenían relaciones con una mujer indispuesta. Pero en los tiempos recientes la tendencia de los sacerdotes y de los escribas era considerar como ateos y rebeldes a los que desobedecían las menores leyes eclesiásticas, sobre todo las que se referían al pago del impuesto del Templo y los diezmos… Está fuera de duda que en los momentos en que vivía Jesús, puesto que la influencia de los fariseos había aumentado mucho, el judío fiel – diríamos el ciudadano judío – había de tener oportunidades de cometer crímenes y delitos en número considerable.
La represión era severa. Para todos los crímenes cometidos contra la religión, la única pena prevista era la muerte: por ese cargo indagaron a Nuestro Señor hasta lograr culparlo de una pretendida blasfemia por la cual lo condenaron. Lo mismo ocurría con otros muchos que la legislación moderna castiga menos pesadamente, por ejemplo, en las condiciones que hemos visto, el adulterio. También estaba prevista la muerte para todo el que redujera a esclavitud a un judío libre, para todo el que falseara las pesas, para la hija de sacerdote que se prostituía, para la mujer que se casaba ocultando su inconducta… Pero, en el momento en que vivía Jesús, esa severidad de la Ley estaba moderada por la decisión que poco antes tomaron los romanos. «Cuarenta años antes de la destrucción del Templo – dice el tratado Sanedrín del Talmud -, las causas que comportaba la pena de muerte fueron retiradas al tribunal. Otros autores pensaban que las autoridades judías conservaban el derecho de instruir esas causas, pero que en todo caso el procurador se reservaba el derecho de autorizar o no la ejecución.
Para todo lo que se refería a crímenes, golpes y heridas, los muy viejos principios del tiempo e las tribus seguían siempre teóricamente válidos. El más célebre es la ley del talión, que la Biblia formulaba en tres oportunidades: «ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, contusión por contusión, herida por herida» y, naturalmente, «vida por vida». El precepto parece horroroso: en realidad, quizás apuntara, en tiempos remotos, a limitar los excesos de la venganza privada, a impedir que se matara a un hombre por una herida a y un niño por una contusión. Con los siglos habían atenuado la severidad, admitiendo que el talión sólo se aplicara en caso de muerte intencional o herida acarreando incapacidad permanente de trabajo. Es muy dudoso que en la época de Jesús estuviera muy en uso el talión: se atenían al «talión pecuniario». Lo que no quiere decir, lejos de eso, que eran capaces de admitir la gran lección evangélica que, condenando formalmente la vieja costumbre de «ojo por ojo, diente por diente», pedirá a los hombres que perdonen todo y «si alguno te abofetea en la mejilla derecha, dale también la otra».
A esa ley del talión se vinculaba el principio de la venganza. Venganza en la comunidad, venganza en la familia, para decir todo, venganza de Dios. El crimen quebranta el orden querido por la divinidad: una pena proporcional restablece ese orden. La Biblia era, pues, formal: «El que derramare la sangre humana, por mano de hombre será derramada la suya». La venganza es un deber sagrado para toda la familia. El más cercano pariente de un hombre muerto debe alzarse en goel, en «vengador de la sangre». Aquí también parece que la Ley hizo lo mejor que pudo para limitar los efectos de ese desastroso principio: la venganza no debía ejercerse del mismo modo si se trataba de una muerte involuntaria o de un crimen; no había de alcanzar los miembros inocentes de la familia culpable. ¿Existía, como más tarde en el derecho germánico, un «precio de la sangre», es decir, una tarifa de indemnizaciones que el criminal o los suyos tenían que pagar para evitar el castigo? Esto es seguro en materia de golpes y heridas; también es seguro cuando se trataba de la muerte de un esclavo, en este caso la cantidad que debía pagarse era treinta denarios: los famosos treinta dineros que Judas recibió por entregar a Jesús… pero cuando la víctima era un hombre libre, es muy dudoso. En todo caso, parece sumamente improbable que los romanos, amigos del orden, dejaran desarrollar, en un país ocupado por ellos, la «vendetta» en cadena.
El derecho penal, severo, contenía evidentemente sanciones y penalidades pesadas. Las multas por golpes y heridas, por negligencias culpables – por ejemplo, por haber abierto una zanja o cavado una cisterna sin avisar -, por difamación y calumnias, por corrupción de virgen, por robos, estaban cuidadosamente fijadas: por ejemplo, el que robaba un buey tenía que entregar cinco. Las penas físicas infligidas en virtud del talión no estaban precisadas en la Biblia, pero los rabíes indicaban cierto número. La única mutilación prevista en el texto sagrado era la ablación de la mano de la mujer que, en el curso de una reyerta, prestó a su hombre una ayuda demasiado eficaz haciendo al adversario una cogedura de carácter bastante escabroso…. La varea debía practicarse, quizás hasta como simple medida de policía, como se hacía en Egipto con los contribuyentes recalcitrantes, sin decisión judicial, lo que la distinguía de la terrible flagelación. La prisión, que los antiguos hebreos sólo conocieron como preventiva, destinada a asegurarse de un acusado, o como medida política en tiempo de los Reyes, llegó a ser, en la época de Esdras y de Nehemías, una pena represiva, a la que alude constantemente el Nuevo Testamento, aplicada sobre todo a los deudores insolventes. A veces se reforzaba la severidad poniendo cepos en los pies del preso, cosa que ocurrió a Pablo y a su discípulo Silas cuando fueron encarcelados en Filipos. También parece que una forma que muy a menudo se repite en la Biblia: «será borrado de en medio de su pueblo», no significaba la muerte, sino la expulsión, lo que, ipso facto, incluye la excomunión religiosa.
Los suplicios propiamente dichos eran numerosos y variados. El tratado Sanedrín enumera cuatro: la lapidación, la muerte por el fuego, la decapitación y la estrangulación. Este orden de gravedad parecería sorprendente, sobre todo si se piensa que el suplicio del fuego transcurría así: el condenado estaba semienterrado en estiércol, con el busto rodeado de estopas; dos verdugos le abrían la boca a la fuerza, para meterle en ella una mecha encendida; así perecía el hombre que había tenido comercio con madre e hija, o la hija de un sacerdote que se había vendido… La estrangulación infligida a un hijo que había golpeado a su padre, o a un «falso profeta», se hacía con el garrote.
Las penas más usuales, las más célebres, eran la flagelación y la lapidación. La primera constituía, en principio, ya sea un castigo considerado en sí como suficiente, ya sea una pena suplementaria agregada a la de muerte. Parece cierto que los romanos introdujeron en Palestina la costumbre de flagelar a los condenados a muerte antes de ejecutarlos. Pero debía ocurrir a veces que el desdichado muriese por los golpes: por lo cual la Ley judía fijó un número máximo de azotes, cuarenta, y ordenó que se detuvieran al llegar a treinta y nueve, temiendo que el cuadragésimo fuese precisamente fatal, medida humana que la ley romana ignoraba. Sin embargo, los azotes que usaban los verdugos judíos, formados de simples tiras de cuero, triples o cuádruples, eran mucho menos crueles que los de los romanos, que estaban guarnecidos de bolitas de plomo o tabas de carnero que, a cada golpe, se llevaban el pellejo. Este último tipo de suplicio fue sin duda el que sufrió Jesús, atado a una columna baja, entregado al arbitrio de los lictores…
La lapidación era perfectamente un suplicio capital. Era el suplicio israelita típico, clásico, aquel de que sin cesar se trata en la Biblia, el que los acusadores de la mujer adúltera quieren infligirle, el suplicio infligido por la Comunidad; los acusadores y los testigos de cargo tenían que tirar la primera piedra y luego tiraba todo el pueblo. El tratado Sanedrín da una precisión que hace un poco menos bárbara esta ejecución de muerte: el condenado debía ser conducido a un lugar escarpado «de la altura de dos hombres»; uno de los acusadores lo empujaba hacia atrás, evidentemente para matarlo en la caída o romperle los riñones: tras lo cual se le arrojaban piedras, la primera apuntando al corazón.
En cuanto a la crucifixión, que se caería en la tentación de creer que constituía un suplicio normal en Israel, pensando en la muerte de Jesús, era en realidad un suplicio importado por los griegos y los romanos. Originalmente los israelitas no crucificaban ni ahorcaban a los condenados: «suspendían en el madero» los cuerpos de los ejecutados. Originario probablemente de Fenicia, y sin duda reservado primero a los esclavos rebeldes, ese horroroso suplicio – crudellissimum teterrimumque, dice Cicerón – se difundió por todo el mundo antiguo. En Roma se atribuía su introducción a Tarquino el Soberbio. En Judea, Alejandro Janio lo utilizó en grande contra los fariseos por él vencidos. Llevado al lugar de la ejecución fuera de las puertas de la ciudad, donde se hallaban permanentemente maderos levantados, se ataba al condenado por las manos o se las clavaban a un travesaño más pequeño que se izaba con cuerdas hasta que llegase ya sea al tope del palo vertical, ya sea en una muesca prevista para ese fin. Los hombres eran crucificados de cara al público; las mujeres con el vientre pegado al palo. Una especie de cuerno colocado entre las piernas impedía que el cuerpo se desplomara y la muerte llegara demasiado pronto. En realidad ésta tardaba horas y horas en producirse, determinada por la asfixia creciente, la tetanización de los músculos, el hambre y sobre todo la sed, sin hablar de las heridas que le producían los pájaros lúgubres que en aquellos lugares volaban sin cesar. Si tardaba demasiado, como no debía violarse la regla del Deuteronomio que prohibía dejar los cuerpos colgados por la noche, quebraban las piernas al condenado o bien le hundían en los costados una espada o una lanza.
Había en la opinión judía una corriente hostil a estas penas de muerte. El Talmud alude a ello. La ley judía llegaba a prever atenciones como ordenar que cerca del lugar del suplicio se colocara un sistema de guardia a caballo, con relevos, para que si las autoridades judiciales querían detener la ejecución, pudiesen hacerlo hasta el último segundo. También era obligatorio dar al condenado un «licor fuerte», como decía el libro de los Proverbios, verosímilmente un hipnótico, incienso o mirra disuelto en vino o en vinagre, como se le ofreció a Jesús; existían cofradías de mujeres piadosas que se encargaban de ese cuidado, o en su defecto lo hacían las autoridades de la ciudad.
Nuestro Señor sufrió la pena más severa, reservada para escasísimos casos. Pasó por la flagelación, cargó su propia cruz, fue lastimado con espinas y clavado con clavos, y finalmente muerto en la ignominiosa cruz con que se castigaba a los más abyectos de los criminales. Todo esto lo soportó por amor de los hombres. Honremos ahora y reparemos por nuestros pecados. Bendito y alabado sea Su Santo Nombre.
¿Es bíblico el Adviento?
Es verdad que Escritura no tiene la palabra Adviento, pero eso no justifica afirmar que este periodo de tiempo no tenga soporte bíblico
1.- INTRODUCCIÓN:
Hemos empezado una de las etapas del año liturgico más hermosas, “ El Adviento”, en esta etapa debemos preparar nuestro corazon y nuestra mente para la venida del Señor, en estas NAVIDADES. Las Navidades no son fiestas de consumo y gastos, sino son tiempo en el que debemos vivir humilde y sencillos pues el Rey de Reyes nacio en un pesebre, es por eso que este adviento tiene que ayudarnos a despegarnos de lo material para hacernos más espirituales y que así vivamos la NAVIDAD de manera más espiritual, pues debemos recordar la Escritura:
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. Mateo 6:21
¿Cual es tu tesoro?
Esta pregunta nos la deberíamos hacer todos, y seguramente la respuesta sería en diferentes cosas, ninguna de ellas espiritual sino material: Dinero, familia, bienes, casas etc . Sinembargo nuestro tesoro debe ser nuestra fe en Cristo, teniendo de tesoro cosas materiales, estamos caminando en tinieblas….pero ahora nos advierten de que una gran luz esta a punto de nacer, por lo que esta luz debe iluminarnos a seguir el camino correcto, así que pueblo de Dios, prepará tu corazón para recibir la LUZ DEL MUNDO.
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Isaías 9:1
¿Y vosotros quereís ver esta luz?….entonces debemos prepararnos para ello, porque no todos pueden ver esta luz, algunos estan ciegos, ya lo dice la Escritura:
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Juan 1:11
¿Cuantos conoces que no quieran recibir esa luz?… Pues esa es nuestra función que todos reciban la luz, y no existan ciegos en el mundo, pero para recibir esa luz, en este tiempo liturgico debemos preparar nuestro corazón, esta es la finalidad de este artículo dar las bases de este tiempo liturgico, su importancia y dar unos consejos para prepararnos para recibir a Cristo.
2.- FUNDAMENTO BIBLICO DEL ADVIENTO:
El Adviento es un tiempo litúrgico que comienza en el Domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de Noviembre) y abarca cuatro Domingos. El primer Domingo puede adelantarse hasta el 27 de Noviembre, y entonces el Adviento tiene veintiocho días, o retrasarse hasta el 3 de Diciembre, teniendo solo veintiún días.
El «Adviento» tiene TRES fundamentos:
1. RECORDAR EL PASADO: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. Su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza MATERIAL./ Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres.
2. VIVIR EL PRESENTE: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la «presencia de Jesucristo» en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la JUSTICIA y en el AMOR.
3. PREPARAR EL FUTURO: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Cristo en la «majestad de su gloria», dándole un sentido VIVENCIAL a la FE y ESPERANZA CRISTIANA.
Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:
I Domingo
La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: «Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento». Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.
II Domingo
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: «Preparen el camino, Jesús llega» y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.
III Domingo
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: «Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas, que inician el próximo día 16. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.
IV Domingo
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a «Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo». Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
Todo esto esta muy bien, pero ¿qué dice la Escritura sobre el Adviento?…porque quizás alguien que me este leyendo se este preguntando ¿y bueno todo eso para que sirve si la Escritura no nos enseña nada sobre el Adviento?…Es cierto en la Escritura no viene la palabra Adviento, sinembargo eso no justifica que este periodo de tiempo no tenga soporte bíblico, y este es un tema al que debe enfrentarse todo católico ¿Podemos dar soporte bíblico de alguna forma a este tiempo?….La doctrina católica es perfecta, libre de error, y como toda nuestra teología y doctrina tiene un fundamento bíblico, esto no podría ser menos, veamoslo:
2.1.-TIEMPOS SAGRADOS EN LA ESCRITURA:
El apostol San Pablo nos habla sobre elegir unos días mejor que otros:
Unos tienen preferencia por algunos días, mientras que para otros, todos los días son iguales. Que cada uno se atenga a su propio juicio.
El que distingue un día de otro lo hace en honor del Señor; y el que come, también lo hace en honor del Señor, puesto que da gracias a Dios; del mismo modo, el que se abstiene lo hace en honor del Señor, y también da gracias a Dios. Romanos 14:5-6
San Pablo en estos versículos nos enseña que él ve bien que algunas personas tengan preferencias por algunos días y otras por otros, o sea que eso no es algo malo. El distinguir un día de otro es bueno si se hace en honor al Señor. Pues bien la festividad del Adviento es Cristocéntrica, pues Cristo es el centro de este tiempo litúrgico…por lo tanto ¿No justifica ya esto el poder tener unos días especiales en honor al Señor?
Pero además encontramos en la Escritura más casos de tiempos que eran sagrados para el Pueblo de Dios:
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a los israelitas: El primer día del séptimo mes será para ustedes un día de descanso, una conmemoración anunciada con toque de trompetas, y habrá una asamblea litúrgica.
No harán ningún trabajo servil y presentarás una ofrenda que se quema en homenaje al Señor.
El Día de la Expiación
El Señor dijo a Moisés:
Además, el décimo día de ese séptimo mes, será el día de la Expiación. Habrá una asamblea litúrgica, observarán el ayuno y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor.
En el transcurso de todo ese día no harán ningún trabajo, porque es el día de la Expiación, en que se practicará el rito de expiación en favor de ustedes, delante del Señor, su Dios.
El que no observe el ayuno a lo largo de ese día, será excluido de su pueblo.
Y yo haré desaparecer de su pueblo al que realice cualquier clase de trabajo.
Ustedes no harán ningún trabajo. Es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten.
Este será para ustedes un día de descanso, en el que observarán el ayuno, El noveno día del mes por la tarde, desde esa tarde hasta la siguiente, observarán este descanso.
La Fiesta de las Chozas
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a los israelitas: Además, el día quince de este séptimo mes se celebrará la fiesta de las Chozas en honor del Señor, durante siete días.
El primer día habrá una asamblea litúrgica, y ustedes no harán ningún trabajo servil.
Durante siete días presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. Al octavo día, celebrarán una asamblea litúrgica y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor: es una asamblea solemne y ustedes no harán ningún trabajo.
Estas son las fiestas del Señor, en las que ustedes convocarán las asambleas litúrgicas y presentarán ofrendas que se queman para el Señor -holocaustos, oblaciones, sacrificios y libaciones, según corresponda a cada día-. Levítico 23:23-37
Ya el pueblo de Dios tenía fiestas y días especiales en honor a su Dios.¿Porque el Nuevo pueblo de Dios no puede tener días en honor a Cristo?
Los sacrificios para la Fiesta de los Ácimos
El día catorce del primer mes será la Pascua del Señor,
y el quince de ese mismo mes será un día de fiesta. Durante siete días comerán panes ácimos.
El primer día habrá una asamblea litúrgica y no harán trabajos de ninguna clase.
Además presentarán, como ofrenda que se quema en holocausto al Señor, dos novillos, un carnero y siete corderos de un año y sin defecto.
Con ellos presentarán, como oblación por el novillo, tres décimas partes de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite; dos décimas partes por el carnero. Números 28:16-20
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: «Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren». Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Después añadió: «Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor.No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes». Nehemias 8:9-10
Vemos como el Pueblo de Dios del AT tenía días consagrados a Yahvé y en esos días se recomendaba comer bien y al que nada había preparado darle una porción de alimentos, y todos tenían que estar felices. ¿Acaso esto no es lo que hacemos en Navidad y Adviento? Acaso no estamos felices porque el Señor va a venir, y a los que nada tienen les ayudamos? ….dicen en Navidad el corazón de la gente se ablanda, es por eso este texto de Nehemías es un reflejo de lo que para nosotros es el Adviento y la Navidad.
2.2-PREPARARSE PARA FIESTAS ,ACONTECIMIENTOS Y DIAS CONSAGRADOS A DIOS:
En la escritura encontramos diferentes citas que nos hablan de que el Pueblo se PREPARABA para fiestas sagradas y para los días Santos, esto es básicamente lo que hacemos en el Adviento, prepararnos para recibir al Señor:
Después prepararon la Pascua para sí y los sacerdotes, porque los sacerdotes, hijos de Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer holocaustos y grasas. Por eso los levitas la prepararon para sí y para los sacerdotes, hijos de Aarón. 2Cronicas 35:14
Y en el NT encontramos como los discipulos de Jesús también se preparan para días santos:
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Mateo 26:19
La preparación para recibir a Jesús es tan importante que hasta en el NT se nos dice que Dios manda al pueblo un mensajero para que el pueblo se PREPARE:
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: «Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Marcos 1:2
¿Si el pueblo de Dios tubo prepararse para recibir a Cristo, porque nosotros no hemos de hacer lo mismo?
Podemos decir sin temor a equivocarnos, que en Marcos 1:2 se anuncia el primer ADVIENTO, la primera preparación que la Iglesia tiene que hacer para recibir a Cristo.
Recordemos que el profeta Isaías ya predijo que vendría Cristo y también enseñó al pueblo de Dios como debía prepararse para este acontecimiento:
«Decid a los cobardes de corazón: ¡Sed fuertes, no temáis! Mirad a nuestro Dios que va a venir a salvarnos» Is 35: 4.
Esta invitación se hace cada vez más apremiante a medida que se acerca la Navidad, enriqueciéndose con la exhortación a preparar el corazón para acoger al Mesías.
Con todo esto comprobamos que el dedicar tiempo a prepararnos para recibir a Cristo era algo normal en los relatos biblicos, es más incluso hemos visto como el pueblo de Dios tenía sus fiestas y días santos.
2.3.-TAMBIEN EN EL NT TENEMOS DIAS SANTOS:
Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.
Juan 4:45
Después de esto, Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas,
Juan 7:1-2
Estaba cerca la fiesta de los Azimos, llamada Pascua.
Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de eliminar a Jesús, porque tenían medio del pueblo.
Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los Doce.
Este fue a tratar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia sobre el modo de entregárselo.
Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero.
Judas aceptó y buscaba una ocasión propicia para entregarlo sin que se enterara el pueblo.
Llegó el día de los Azimos, en el que se debía inmolar la víctima pascual.
Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: «Vayan a prepararnos lo necesario para la comida pascual».
Ellos le preguntaron: «¿Dónde quieres que la preparemos?».
Jesús les respondió: «Al entrar en la ciudad encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre,
y digan a su dueño: El Maestro manda preguntarte: «¿Dónde está la sala en que podré comer la Pascua con mis discípulos?».
El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones: preparen allí lo necesario».
Los discípulos partieron, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:
«He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión,
Lucas 22:1-15
El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?».
El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo,
y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: «¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?».
El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario».
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. Marcos 14:12-16
La Última Cena fue una ceremonia de la Pascua.Por lo tanto, la evidencia explícita del Antiguo Testamento para los días santos fue trasladado a la Nueva Alianza, con la autorización expresa (por su propia práctica) de nuestro Señor Jesucristo y San Pablo.
3.-HISTORIA DEL ADVIENTO:
La palabra Adviento proviene del latín «Adventus» que significa la venida. En un principio con este término se denominaba al tiempo de la preparación para la segunda venida de Cristo o parusía y no el nacimiento de Jesús como ahora lo conocemos. Haciendo referencia a este tiempo la primitiva Iglesia meditaba sobre los pasajes evangélicos que hablan del fin del mundo, el juicio final y la invitación de San Juan Bautista al arrepentimiento y la penitencia para estar preparados.
No se sabe desde cuando se comienza a celebrar. En los antiguos leccionarios de Capua y Wursemburgo hacen referencia al Adventu Domini. En los leccionarios gregoriano y gelasiano se encuentran algunas plegarias con el título de Orationes de Adventu. Más tarde comienzan a aparecer las domínicas ante Adventum Domini, en las cuales al término adventus se le asocia con la preparación a la Navidad .
A pesar de que esta temporada es muy peculiar en las Iglesias de Occidente, su impulso original probablemente vino de las Iglesias Orientales, donde era común, después del Concilio ecuménico de Efeso en 431, dedicar sermones en los domingos previos a la Navidad al tema de la Anunciación. En Ravena Italia – un canal de influencia oriental a la iglesia de Occidente – San Pedro Crisóstomo (muerto en 450) daba estos homilías o sermones.
La primera referencia que se tiene a esta temporada es cuando el obispo Perpetuo de Tours (461-490) estableció un ayuno antes de Navidad que comenzaba el 11 de Noviembre (Día de San Martín). El Concilio de Tours (567) hace mención a la temporada de Adviento. Esta costumbre, .a la cuál se le conocía como la Cuaresma de San Martín, se extendió por varias iglesias de Francia por el Concilio de Macon en 581.
Existen algunas homilías, probablemente la mayor parte de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre la materia.
Un sínodo desarrollado (581) en Mâcon, en la Galia, en su canon noveno ordena que desde el once de Noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de acuerdo al rito Cuaresmal los Lunes, Miércoles, y Viernes de la semana. El Sacramentario Gelasiano anota cinco domingos para el tiempo; estos cinco eran reducidos a cuatro por el Papa San Gregorio VII (1073-85). La colección de homilías de San Gregorio el Grande (590-604) empieza con un sermón para el segundo Domingo de Adviento. En el 650 el Adviento era celebrado en España con cinco Domingos. Varios sínodos hicieron cánones sobre los ayunos a observar durante este tiempo, algunos empezaban el once de Noviembre, otros el quince, y otros con el equinoccio de otoño.
En la Iglesia Griega no encontramos documentos sobre la observancia del Adviento hasta el siglo octavo. San Teodoro el Estudita (m. 826), que habló de las fiestas y ayunos celebrados comúnmente por los Griegos, no hace mención de este tiempo. En el siglo octavo encontramos que, desde el 15 Noviembre a la Navidad, es observado no como una celebración litúrgica, sino como un tiempo de ayuno y abstinencia que, de acuerdo a Goar, fue posteriormente reducido a siete días. Pero un concilio de los Rutenianos (1720) ordenaba el ayuno de acuerdo a la vieja regla desde el quince de Noviembre. Esta es la regla al menos para algunos de los Griegos. De manera similar, los ritos Ambrosiano y Mozárabe no tienen liturgia especial para el Adviento, sino sólo el ayuno.
4.-LA BIBLIA NOS AYUDA A VIVIR EL ADVIENTO:
Para las cuatro semanas que dura el adviento podemos encontrar consejos en la Escritura para saber como vivirlas:
I En la primera semana, nos ejercitamos para purificar nuestro cuerpo, en un lugar sereno para favorecer la espiritualidad.
«Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu.» (Sal 51, 12)
Y es que el Señor no rechaza el corazón que se convierte honestamente:
«Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito.» (Sal 51, 19)
En fin, que esta temporada de adviento camino de la navidad, y la navidad misma, sean ocasión especial para que el Señor nos regale un corazón sensato:
«Enséñanos lo que valen nuestros días, para que adquiramos un corazón sensato.» (Sal 90, 12)
«Les daré un corazón nuevo y pondré en su interior un espíritu nuevo. Quitaré de su carne su corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Así caminarán según mis mandamientos, observarán mis leyes y las pondrán en práctica; entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios.» (Ez 11, 19-20)
II En la segunda semana, purificamos nuestros deseos.
Del maestro de coro. Poema de los hijos de Coré.
Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi único pan
de día y de noche,
mientras me preguntan sin cesar:
«Dónde está tu Dios?»
Al recordar el pasado,
me dejo llevar por la nostalgia:
¡cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta!
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios
Mi alma está deprimida:
por eso me acuerdo de ti,
desde la tierra del Jordán y el Hermón,
desde el monte Misar.
Un abismo llama a otro abismo,
con el estruendo de tus cataratas;
tus torrentes y tus olas
pasaron sobre mí.
De día, el Señor me dará su gracia;
y de noche, cantaré mi alabanza
al Dios de mi vida.
Diré a mi Dios:
«Mi Roca, ¿por qué me has olvidado?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?».
Mis huesos se quebrantan
por la burla de mis adversarios;
mientras me preguntan sin cesar:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
Salmo 42
III En la tercera semana, purificamos nuestras motivaciones.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor.
1Cor 13
IV En la cuarta semana, purificamos nuestros pensamientos.
Así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé. Isaías 55:11
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
Salmo 1
Con estas citas espero haber logrado ayudaros a vivir un adviento mucho más bíblico.
Dios les Bendiga.
San Juan Diego, “hijito muy amado”, testigo de Guadalupe
Un idilio de amor de Madre y de amor de hijo
La fiesta del vidente de la Virgen de Guadalupe, san Juan Diego Cuauhtlatoatzin (“Águila que habla”) se celebra el 9 de diciembre, tres días antes de la fiesta de las apariciones de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, al noreste de la actual Ciudad de México.
De muchas maneras se ha querido caracterizar este “acontecimiento” mayor en la historia de la humanidad y del continente americano.
Pero muy pocas veces se ha hecho el análisis icónico y lingüístico de este encuentro que forjó una Patria, es decir, el encuentro de san Juan Diego con Santa María de Guadalupe y el mandato –junto con el milagro de las rosas estampadas en la tilma del indígena mexicano— de que ahí se le construyera “una casita de oración”.
Por esta razón, Aleteia ha querido entrevistar al padre Prisciliano Hernández Chávez CORC, una de las mentes más penetrantes del Acontecimiento Guadalupano, de Santa María en su advocación de Guadalupe y de san Juan Diego, el patrono de los indígenas y de los pueblos originarios de América.
¿Qué importancia tienen, para usted, los paradigmas en la vida de los pueblos?
Son una luz, una tea encendida en la oscuridad de los tiempos, como los nuestros.
¿Y qué importancia tiene recobrar, en este sentido, la figura de san Juan Diego?
San Juan Diego es un hijo de nuestro pueblo, elegido por la Virgen Santísima para que fuera su discípulo y misionero, en calidad de hijo muy amado, el menor o el más pequeño.
Ese encuentro de la Madre y san Juan Diego, constituye el núcleo del acontecimiento del Tepeyac. La Virgen Santa María lo llama “Noxocoyouh”, el más pequeño de mis hijos, a un hombre adulto de cultura náhuatl.
“No”, significa mío; Xocóyotl, fructificación. No quiere decir que sea menor de edad, sino lo más precioso para la Virgen.
Al principio, según los recuerda el Nican Mopohua, donde se narra el encuentro con Guadalupe, ella lo llama por su nombre, Juanito y Juan Dieguito, ¿no es así?
Sí, una y dos veces, respectivamente. Después siempre será “Noxocoyouh”. Diálogo amoroso para la misión, edificar la cultura del amor, la civilización donde la persona es lo más importante y no el sistema; Ella es la Madre y quiere que, en san Juan Diego, todos y cada uno seamos hijos pequeños, muy amados.
Te puede interesar: Las 4 veces en que la Virgen se apareció al buen indígena Juan Diego
Y él, ¿cómo la trata en náhuatl?
Como “Notecuiyoé”, es decir, Señora mía, Patroncita, Dueña mía. Reconoce su capacidad de mando. En otros momentos la llamará “Cihuapillé”, es decir, Reina, Niña Mía. También la llamará “Nochpochtziné”, Mi muchachita, Mi Virgencita.
Revela el gran cariño mutuo del lenguaje del amor más tierno y respetuoso. La Virgen conquistó su corazón para dar a conocer la misión de ser la Madre de todos, a través de su Hijito san Juan Diego. Idilio de amor de Madre y de amor de hijo.
Ese encuentro es Acontecimiento, ¿habrá de repetirse en esa interrelación de la Madre con cada hijito suyo?
Aquí está la clave de la vida y de toda persona que vuelve a nacer desde la mirada, la palabra- aliento del corazón- de la Virgen Santa María de Guadalupe.
Este es san Juan Diego, icono del hijo amado y del testigo del amor de “Notecuiyoé-Patroncita-Dueña mía”, Cihuapillé-Niña Mía” y de Nocipochtziné-Mi Muchachita-Mi Virgencita”.
Este encuentro es nuestra verdad, es nuestro camino, es la luz de la vida y su sentido.