Matthew 13:31-35

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús describe el poder transformador del reino de Dios al compararlo con una semilla de mostaza y con levadura. La Iglesia es el Cuerpo de Jesús, el organismo vivo que mantiene presente la voluntad y mente de Cristo en el mundo. Es su amor hecho carne a lo largo de los siglos, sus manos, pies, ojos y corazón.

Todos somos, a través del bautismo, miembros de ese Cuerpo, por lo tanto, orgánicamente estamos relacionados con él y entre nosotros mismos. Nuestro propósito es su propósito: llevar el amor no violento y perdonador de Dios a un mundo hambriento, ir a los lugares más oscuros en busca de pecadores, ser a la vez juez y portador de salvación.

La responsabilidad de la Iglesia no es tanto hacerse accesible al mundo, sino más bien transformar el mundo. Es la semilla de mostaza, la levadura. En los términos de San Agustín, es la ciudad de Dios abriéndose camino dentro de la ciudad del hombre.

Cuando somos más auténticamente nosotros mismos, encarnando el espíritu de Jesús, o mejor aún, siendo su cuerpo, somos más persuasivos y convincentes. Cuando conformamos lo que falta en los sufrimientos de Cristo ejercemos nuestra misión adecuadamente.

Víctor I, Santo

XIV Papa, 28 de julio

Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com

XIV Papa de la Iglesia y Mártir

Martirologio Romano: En Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).

Breve Biografía

Natural de África. Hijo de Félix. Sucedió a san Eleuterio en el 189. Será el primer papa que afirme la existencia de un magisterio moral del obispado de Roma sobre los otros obispados de la Iglesia y comienza a sustituir el griego utilizado en la liturgia por el latín, aunque la misa seguirá celebrándose en griego hasta el año 230.

Durante su pontificado, Víctor sentó las bases para la celebración de los concilios al ordenar a los obispos del orbe cristiano que se reunieran en sínodos para considerar -confiaba él- la condena de la celebración de la Pascua según la costumbre judía que la celebraba el día 14 del mes de Nisán aunque no coincidiera en domingo.

Los obispos de Asia Menor, encabezados por Polícrates obispo de Éfeso, rehusaron abandonar la práctica que, según ellos y tal y como le expresó Polícrates al papa en una carta que le envió hacia 190 D.d J.C., esta práctica, conocida como “cuartodecimal” fue la de los apóstoles Felipe y Juan, y la de los santos Policarpo de Esmirna y Melitón de Sardes. Como respuesta, Victor envió una carta a los obispos declarando excluidos de la comunión a las iglesias de Asia. Esta decisión trajo un gran revuelo entre los obispos. Entonces intervino san Ireneo de Lyon y, después de afirmar que él personalmente mantenía el domingo para la celebración de la Pascua, le rogaba al Papa Víctor a seguir la posición de sus predecesores y que aceptara la duplicidad de costumbre.

Parece ser que Víctor quiso imponer su voluntad sobre la celebración dominical de la Pascua, pues Blasto, que era un fuerte defensor de la práctica cuartodecimal se separó de la Iglesia creando un cisma.

Aproximadamente en el 198, Víctor excomulgó a Teodoto, un curtidor de Bizancio por practicar la doctrina adopcionista, aunque no pudo impedir que sus discípulos siguieron propagando sus ideas en Roma.

Por otra parte, estableció que, en casos de emergencia, se pudiese utilizar cualquier agua para el bautismo, sin necesidad de estar bendecida.

Mantuvo relaciones con la casa imperial a traves de Marcia, catecúmena cristiana que era la concubina del emperador Cómodo. Víctor le entregó una lista de cristianos condenados a las minas en Cerdeña y consiguió su liberación. Le sucedió san Ceferino.

San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.

La semilla de mostaza

Santo Evangelio según san Mateo 13, 31-35. Lunes 17ª semana de Tiempo Ordinario

Por: Emmanuel Toro, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, te pido que abras mi corazón para apreciar tu mensaje. Ayúdame a experimentar la plenitud de vida que deseas darme. Dame la gracia de amar incondicionalmente, y a mantenerme arraigado en la fe, para que pueda conocerte más y experimentar el gran amor que me tienes.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: “El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”.

Les dijo también otra parábola: «El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”.

Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este Evangelio, las palabras de Jesús destilan optimismo: el reino es una pequeña semilla, la más pequeña, que crece como un gran árbol. ¿Compartimos ese optimismo, basado en la fe, o somos un poco incrédulos, buscando señales que prescinden de la necesidad de fe y confianza? Miro a mi alrededor y dentro de mí los signos de la presencia del reino, a menudo muy pequeños pero fuertes y en crecimiento.

Jesús quiere darnos la visión y tratar de hacernos entender cómo es el Reino de los cielos y la relación que esto tiene con sus hijos los que formamos la Iglesia. La cantidad de levadura es pequeña, pero su efecto es mucho mayor que su tamaño. Para que esto suceda, la levadura debe ser una con el resto de la masa, pues incluso la más pequeña de las separaciones la haría ineficaz. Exteriormente pierde su identidad, de hecho, es la única manera en que puede cumplir su misión. Cuán cierto es esto de la Iglesia y de su misión. La Iglesia es una pequeña porción en el gran universo. Y los que formamos el cuerpo místico de Cristo debemos ser, como nos lo dice otro pasaje de la escritura, «sal de la tierra y luz para el mundo».

«La fe comparable al grano de mostaza es una fe que no es orgullosa ni segura de sí misma, ¡no pretende ser un gran creyente haciendo el ridículo en algunas ocasiones! Es una fe que en su humildad siente una gran necesidad de Dios y, en la pequeñez, se abandona con plena confianza a Él. Es la fe la que nos da la capacidad de mirar con esperanza los altibajos de la vida, la que nos ayuda a aceptar incluso las derrotas y los sufrimientos, sabiendo que el mal no tiene nunca, no tendrá nunca la última palabra. ¿Cómo podemos entender si realmente tenemos fe, es decir, si nuestra fe, aunque minúscula, es genuina, pura y directa? Jesús nos lo explica indicando cuál es la medida de la fe: el servicio».

(Ángelus de S.S. Francisco, 6 de octubre de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré ayudar a alguna persona que esté en necesidad, ya sea a través de palabras o con un acto de caridad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Los tres papas africanos de la Iglesia

Ary Waldir Ramos Díaz – publicado el 04/09/19
Descubre quienes eran estos santos provenientes del norte de África y su legado que dura hasta nuestros días

África ha aportado tres papas santos a la Iglesia católica: Víctor I (189-201), Melquiades (311-314) y Gelasio I (492-496), todos ellos procedentes del norte del continente.

En el segundo siglo encontramos al primer elegido pontífice nacido en África, san Víctor I.  Según la página oficial del Vaticano, el 14º Sucesor de Pedro de la historia ejerció el pontificado unos diez o doce años, entre el 186 ó 189 al 197 ó 201, lamentablemente no hay uniformidad en los documentos.

La Iglesia Católica lo recuerda en el santoral romano el 28 de julio. Papa Víctor estableció para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo siguiente a la Pascua judía.

El santo fue el primer obispo de Roma (función a la que más adelante se llamará «Sumo pontífice» y «Papa») y se comportó como tal, con gestos de autoridad para con todas las iglesias del orbe cristiano a los que nosotros estamos acostumbrados, pero que eran una novedad para su época.

La novedad que introdujo el papa Víctor fue imponer una misma fecha para la Pascua, la fecha que se acostumbraba en Roma, aduciendo que se trataba de una cuestión que atañía a la «Regla de la fe».

Los obispos de Asia no estaban acostumbrados a ese ejercicio de autoridad episcopal, ni estaban dispuestos a aceptar esa orden. Finalmente, Víctor levantó la excomunión a los obispos rebeldes, aunque falta documentación para saber cómo se resolvió del todo la situación.

Durante algunos siglos se lo consideró mártir, pero no hay noticias fehacientes que lo confirmen, ni en sus años se vivió ninguna persecución conocida, por lo que en el nuevo Martirologio se le ha quitado ese título. Fue un papa que combatió las herejías de su tiempo.

San Melquiades (311-314)

Melquíades fue el 32º papa de la Iglesia Católica y era oriundo de África. Probablemente procedía de África del Norte, a pesar de su nombre griego. Conoció la paz concedida por el emperador Constantino a la Iglesia, pero sufrió los ataques de los donatistas y se distinguió por sus esfuerzos encaminados a obtener la concordia. 

Durante el pontificado de Melquíades, ocurrió el triunfo del emperador Constantino I el Grande sobre Majencio en la batalla del Puente Milvio sobre el río Tíber (27 de octubre del 312), batalla en la cual Majencio murió ahogado cuando huía del avance de Constantino.

El papa fue testigo del triunfo de la Cruz y la entrada en Roma del emperador Constantino, convertido al cristianismo.

Más tarde el emperador regaló a la Iglesia romana el palacio de Letrán, que vino a ser residencia de los papas, y por consecuencia, el lugar de las sedes de la administración de la Iglesia romana. La basílica que estaba adjunta al palacio, o que fue construida después, vino a ser la iglesia principal de Roma.

San Gelasio I (492-496)

San Gelasio I es considerado el tercer papa de origen africano, su nacimiento en el norte del continente  (en la Cabilia) es motivo de desacuerdo entre los historiadores, ya que muchos lo sitúan en Roma. Inició su pontificado en el 492 y finalizó en el 496. Movido por su caridad sin medida y las necesidades de los indigentes, murió en la más extrema pobreza.

Según la enciclopedia católica, el 49 º Sucesor de Pedro abrió la etapa de la Iglesia y del mundo que llamamos Edad Media (período que duró casi 1000 años), semillero de ideas que fructificarían, en la apertura posterior de monasterios, universidades, en la sucesiva Europa unificada y en los inicios de la educación.

Gelasio conquistó un carácter institucional para la Iglesia frente al Imperio, la formulación del “principio de los dos poderes” que dominará la vida medieval (y que para muchos, es la única fórmula posible de relación Iglesia-Estado) y presente en la carta al emperador Anastasio (491-518).

La Iglesia le proclamó santo porque tuvo una vida de profunda piedad y caridad; es ésa la fuente que alimenta la fuerza de su pontificado que fue breve, pero intenso. También fue un buen administrador, prolífico escritor, consolidó – como mencionamos antes – la autoridad de la sede romana y luchó contra la herejía. Además, introdujo el rezo del «Señor ten piedad»  en la misa (Kyrie eleison).

Fuentes: Catholic Encyclopedia, Santoral Romano y la página web de la Santa Sede