Oración de san Alfonso María de Ligorio al Santísimo Nombre de María

Las glorias de María

San Alfonso María de Ligorio por su gran amor a la Virgen María nos ha dejado un legado maravilloso con un clásico de la mariología, su libro Las glorias de María. Alfonso lo escribió para defender las devociones marianas, que el jansenismo criticaba.

Incluye numerosas citas a favor de la Virgen María, de los Padres y Doctores de la Iglesia, y también algunos de sus pensamientos.

San Alfonso nos hace una hermosa catequesis de la vida de la Virgen y nos enseña sobre sus dogmas, para que la verdadera Madre de Dios sea venerada como corresponde.En su libro encuentras una serie de oraciones y prácticas marianas, como esta oración dedicada al Santísimo Nombre de María:

Oración

¡Madre de Dios y Madre mía María!

Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú, que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar,
aunque mi lengua no es pura,
que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María!

Haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida.

No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.

Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar;

¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,

para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado:

“¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!”

¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso.

Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo:“¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores.

Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados. Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”. Amén.

Oración al Espíritu Santo de San Alfonso María de Ligorio

Dígnate también abrasar mi corazón con tu amor

¡Oh Espíritu Santo, divino Paráclito, Padre de los pobres, Consolador de los afligidos, santificador de las almas, heme aquí, postrado ante tu presencia. Te adoro con la más profunda sumisión, y repito mil veces con los serafines que están ante tu trono: ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Tú, que has llenado de inmensas gracias el alma de María e inflamado de santo celo los corazones de los apóstoles, dígnate también abrasar mi corazón con tu amor.Tú eres un espíritu divino, fortifícame contra los malos espíritus; tú eres fuego, enciende en mí el fuego de tu amor, tú eres luz, ilumíname, hazme conocer las verdades eternas; tú eres una paloma, dame costumbres puras; eres un soplo lleno de dulzura, disipa las tempestades que levantan en mí las pasiones; eres una nube, cúbreme con la sombra de tu protección; en fin, a ti que eres el autor de todos los dones celestes: ¡ah! Te suplico, vivifícame con la gracia, santifícame con tu caridad, gobiérname con tu sabiduría, adóptame como tu hijo por tu bondad, y sálvame por tu infinita misericordia, para que no cese jamás de bendecirte, de alabarte y de amarte; primero en la tierra durante mi vida, y luego en el cielo durante toda la eternidad.

Matthew 13:44-46

Hoy Jesús nos ofrece dos parábolas sobre el Reino de los Cielos. Pongamos el foco en la primera: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo que un hombre encuentra y vuelve a esconder”. 

Algunas veces el amor de Dios se encuentra de ese modo. Hay un dicho que sugiere que: “La vida es lo que sucede mientras estamos ocupados haciendo otros planes”. En algunos momentos, en el curso de nuestra vida cotidiana, sucede algo que nos convoca clara y sorprendentemente a una cercanía con Dios. Nos damos cuenta, en un instante, de lo que se trata. No lo estábamos buscando particularmente, pero lo encontramos. 

A eso nos lleva Jesús hoy. Mientras caminamos por los campos de la vida, estemos abiertos a ser atraídos por la gracia aun cuando menos lo esperemos. Y cuando ese momento llegue, debemos abandonar todo lo que nos retenga.

«Para encontrarlo [a Jesús] hay que ir allí, donde Él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido luminoso de la vida». (Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2016).

Eusebio de Vercelli, Santo

Memoria Litúrgica, 2 de agosto

Obispo

Martirologio Romano: San Eusebio, primer obispo de Vercelli, en la Liguria, que consolidó la Iglesia en toda la región subalpina y que, por defender la fe del Concilio de Nicea, fue desterrado por el emperador Constancio a Escitópolis y, posteriormente, a Capadocia y a la Tebaida. Vuelto a su sede después de ocho años, trabajó con empeño y valentía para restablecer la fe contra los arrianos ( 371).

Breve Biografía

Nació en Cerdeña, Italia. Al morir su padre, su madre lo llevó a vivir a Roma, donde el Papa Liberio lo tomó bajo su protección, lo educó y lo ordenó de sacerdote. Poco después en la ciudad de Vercelli, al norte de Italia, murió el obispo, y el pueblo y los sacerdotes proclamaron a Eusebio como el nuevo obispo, por su santidad y sus muchos conocimientos.
San Ambrosio dice que el obispo Eusebio de Vercelli fue el primero en Occidente al cual se le ocurrió organizar a sus sacerdotes en grupos para formarse mejor y ayudarse y animarse a la santidad. Para este santo su más importante labor como obispo era tratar de que sus sacerdotes llegaran a la santidad. Fue obispo de Vercelli por 28 años.

Una de sus grandes preocupaciones era instruir al pueblo en religión. Y él mismo iba de parroquia en parroquia instruyendo a los feligreses.

En aquellos tiempos se estaba extendiendo una terrible herejía llamada Arrianismo, que enseñaba que Cristo no era Dios. Los más grandes santos de la época se opusieron a tan tremendo error, pero el jefe de gobierno, llamado Constancio, la apoyaba. Hicieron entonces una reunión de obispos en Milán, para discutir el asunto, pero Eusebio al darse cuenta de que el ejercito del emperador iba a obligarlos a decir lo que él no aceptaba, no quiso asistir. Constancio le ordenó que se hiciera presente, y el santo le avisó que iría, pero que no aceptaría firmar ningún error. Y así lo hizo. A pesar de que hereje emperador lo amenazó con la muerte, él no quiso aceptar el que Jesucristo no sea Dios, por esto fue desterrado.

Fue llevado encadenado hasta Palestina y encerrado en u cuartucho miserable. Los herejes lo arrastraron por las calles y lo insultaron, pero él seguía proclamando que Jesucristo sí es Dios. En una carta suya cuenta los espantosos sufrimientos que tuvo que padecer por permanecer fiel a su santa religión, y expresa su deseo de poder morir sufriendo por el Reino de Dios.

Al morir Constancio, su sucesor decretó la libertad de Eusebio y éste pudo volver a su amada diócesis de Vercelli. San Jerónimo dice que toda la ciudad sintió enorme alegría por su llegada y que su vuelta fue como el termino de un tiempo de luto y dolor.

EL resto de su vida lo empleó junto con grandes santos como San Atanasio y San Hilario en atacar y acabar la herejía de los arrianos, y en propagar por todas partes la santa religión. Murió el 1 de agosto del año 371.

La Iglesia lo considera mártir, no porque haya muerto martirizado, sino porque en sus tiempos de prisión tuvo que soportar sufrimientos horrorosos, y los supo sobrellevar con gran valentía.
El repetía: » Puedo equivocarme en muchas cosas, pero jamás quiero dejar de pertenecer a la verdadera religión».

Renuncia necesaria para alcanzar el Reino de los cielos

Santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46. Miércoles XVII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por darme de nuevo la oportunidad de estar contigo. Éste es el mejor momento que tengo y por ello te lo quiero dedicar por entero. Tú me conoces y sabes todo lo que necesito. Dame aquello que sea lo mejor para mí y que sea tu voluntad. Bien sabes cuánto te amo. Quisiera amarte más y por ello te pido que aumentes mi amor. Dame una fe que me permita descubrir tu presencia y tu acción en mi vida y jamás permitas que me separe de ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra».
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hace poco que he meditado en este pasaje y de nuevo me lo presentas en la liturgia porque tu palabra siempre nos habla y puede decirnos cosas nuevas.
Me puedo detener esta vez a considerar el hecho de que la persona que encuentra el tesoro en el campo lo vuelve a esconder. Es extraño hacer esto, pues te arriesgas al peligro de que otro lo encuentre y se lo lleve. ¿No era más sencillo sacar el tesoro, llevárselo y luego comprar el campo?

Es que quieres hablarme de la importancia de la renuncia. Tú no quieres ser en mi vida un tesoro más de los que tengo. Tú quieres ser mi único tesoro. Hablas de volver a esconder porque poseerte implica todo un camino de trabajo, de esfuerzos y de luchas. No es fácil vender todo si no se ha encontrado el tesoro que abarque más que todo lo que tengo. Es necesario descubrirte, contemplar tu valor y ello me dará las fuerzas para renunciar a lo que sea, por ti.

Podría también pensar que ese campo es el cielo. Ese lugar que está esperándome y que me has ido a preparar. A lo mejor ya te he encontrado en mi vida y he contemplado tu belleza, tu riqueza, tu inmenso valor; pero sólo hasta que obtenga ese campo podré disfrutarte. Una cosa es ver la persona amada sólo en las fotos, en una video llamada o recibir sus cartas y regalos; otra muy distinta es estar junto a ella, tocarle, darle un abrazo, un beso, recibir una caricia. Eso es lo que me espera en el cielo. Pero, mientras tanto, ya que he vislumbrado el precio de este tesoro, de este campo, debo poner todo de mí para obtenerlo.

En este mismo ámbito de la renuncia veo al comerciante de perlas. Es obvio que habría de tener en su posesión muchas perlas. Ellas eran la materia prima de su trabajo. Pero al encontrar la perla más valiosa que había visto, vende todas las perlas, vende el negocio, vende las demás sucursales y compra la perla. Renuncia. No hace un préstamo o hipotecas para comprar la perla fina y conservar las demás. Vende todo cuanto tiene.

Ayúdame, Señor, a descubrir el gran valor que tienes en mi vida. O por lo menos a desear que seas Tú el único tesoro, la única perla por la que valga la pena toda renuncia, todo sacrificio. Sé que no es fácil una vez encontrado el tesoro vender todo para alcanzarlo, pero sé que con tu gracias todo lo puedo. Señor, que Tú seas mi tesoro, que Tú seas mi única perla.

«Para encontrarlo [a Jesús] hay que ir allí, donde Él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido luminoso de la vida».

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré renunciar a algo que me impida acercarme cada vez más a Dios.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Lisboa da la bienvenida a los jóvenes de la JMJ: «En esta casa común»

El primer día del programa oficial de la Jornada Mundial de la Juventud reunió a los jóvenes en al Parque Eduardo VII

Los jóvenes siguen llegando a Lisboa, las banderas de las naciones se mezclan en las calles de la capital portuguesa que recibe al Papa Francisco y a todos los participantes de la Jornada Mundial de la Juventud 2023.

Ya en el primer día de la JMJ, se constataba la fe y alegría de los jóvenes que participan de la Misa de apertura que presidió el Patriarca de Lisboa, cardenal Manuel Clemente, en el Parque Eduardo VII.

“¡Bienvenidos a todos! Bienvenidos también en la amplitud ecuménica, interreligiosa y de buena voluntad que guardan estos días y que hoy nos reúnen. Deseo que se sientan como en casa en esta casa común donde viviremos la Jornada Mundial de la Juventud. ¡Bienvenidos!”, expresó el Patriarca.

María se levantó y partió

El cardenal Clemente en la homilía reflexionó sobre el pasaje bíblico que meditan los jóvenes en Lisboa: “María se levantó y partió sin demora al encuentro de Isabel. Es un paso evangélico que nos incluye también a nosotros”,  dijo

“María ya llevaba en su vientre el “fruto bendito” que era Jesús. Los cristianos también lo llevamos, espiritual pero real, porque lo recibimos en la Palabra, en los sacramentos y en la caridad que se dona. Y como creemos en Jesús como el camino a Dios, caminamos con El para llevarlo a los demás. Con el mismo impulso que llevó a María, con el mismo Espíritu que ahora nos guía a nosotros. ¡En camino!”

Los peregrinos

A la espera del Papa Francisco que llega este miércoles 2 de agosto a Lisboa, luego de la misa, muchos jóvenes continuaron con el rezo del Rosario, otros cantando o bailando, todos compartiendo su fe.

A los micrófonos de Radio Vaticano – Vatican News los jóvenes peregrinos comparten sus experiencias. Paula que viene de Puerto Rico, menciona emocionada “que con el amor de Cristo todo se puede”.  También Javier proveniente de Madrid agradeció a Dios por esta “oportunidad para encontrarse con Cristo en los sacramentos y con hermanos de todo el mundo”. Asimismo, el sacerdote Leonardo Roa de Venezuela, señaló que serán «unos días para comprender que Jesucristo vive en la humanidad y tiene una misión para cada uno de los jóvenes, ser testigos del Evangelio”.

La llegada del Papa a Portugal

Este miércoles una gran alegría desbordará nuevamente la ciudad de Lisboa con la llegada del Santo Padre que luego de la ceremonia de bienvenida, realizará una visita oficial al Presidente de la nación y luego un encuentro con todas las autoridades, la sociedad civil, y el cuerpo diplomático. Por la tarde, rezará las Vísperas con los Obispos, sacerdotes y religiosos en el Monasterio de los Jerónimos.

Dignidad de la Persona

Fundamentos de los derechos del hombre y principios rectores del bien común

La importancia de la dignidad humana
Tal vez no haya otro concepto de mayor importancia para el futuro cultural y moral de Europa que el concepto de la dignidad de la persona humana. Siendo la persona el centro y el punto de referencia de la sociedad, la bondad o la maldad de una cultura se mide precisamente por su actitud hacia la persona.

Es consabida la importancia que la doctrina social de la Iglesia da a la persona humana y a su dignidad como fuente de los derechos del hombre. Entre todos los temas tratados por el Concilio Vaticano II, la dignidad de la persona humana ocupó un puesto de singular relieve.

Ya en el 1964, en medio del debate sobre el instrumentum laboris que llegaría a ser la Constitución Pastoral Gaudium et spes, el entonces Mons. Arzobispo Karol Wojtyla pronunció un discurso en la Radio Vaticana donde afirmó: “A el Concilio y la Iglesia consideran la llamada acerca de la dignidad de la persona humana como la voz más importante de nuestra era”. Treinta años más tarde el Papa Juan Pablo II calificó la Gaudium et spes el último y más extenso de los documentos promulgados por el Concilio “la carta magna de la dignidad humana”.

Desde el tiempo del Concilio hasta el presente la centralidad de la dignidad del hombre en el pensamiento social de la Iglesia ciertamente no ha disminuido. Más bien se ha hecho aun más patente en los escritos y pronunciamientos del Magisterio y ha quedado plasmada en el Catecismo de la Iglesia Católica como punto de referencia para la ética social y el principio rector del bien común.

Pero la dignidad de la persona no sólo forma el eje de la doctrina social de la Iglesia, sino que también sirve como punto de convergencia entre corrientes de pensamiento muy variadas y así se ofrece como fundamento de la sociedad civil. El concepto de la dignidad de la persona está presente en el preámbulo de las constituciones de varias naciones europeas como presupuesto antropológico del derecho, y también en los diversos decretos acerca de los derechos del hombre, notablemente en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948.

Peligros de una dignidad mal entendida

No obstante, precisamente por su ubiquidad y proliferación, este concepto vital corre el riesgo de desvirtuarse y de convertirse en instrumento de manipulación para intereses particulares. ¿De qué dignidad hablamos? ¿Qué entendemos por dignidad de la persona humana?

Sólo por dar unos ejemplos, hoy en día los propulsores de la eutanasia hablan de una muerte digna como remedio para unos estados de vida que según ellos no son conformes a la dignidad de la persona. Asimismo, entre los que defienden los así llamados derechos de los animales se habla cada vez más de una supuesta dignidad de los primates, o de los mamíferos, o de todos los seres vivientes.

De hecho, está cada vez más en boga la práctica Darwinista de hablar de la diferencia entre los hombres y los animales como una diferencia solamente de grado y no de esencia. Al mismo tiempo, el concepto de la dignidad de la persona se utiliza para defender la práctica del aborto, o negando la personalidad a los no nacidos, o defendiendo el aborto como remedio contra una vida indigna para los bebés no queridos.

Finalmente, la dignidad de la persona a menudo se reduce a la libertad entendida como autonomía absoluta, lo cual imposibilita una recta comprensión de los derechos humanos y quita la posibilidad de distinguir entre verdaderos derechos y meras preferencias personales.

Frente a estas distorsiones y por su importancia para el discurso civil es preciso definir bien qué entendemos por dignidad humana. En los minutos que nos quedan, quisiera tocar brevemente tres puntos. En primer lugar, ofreceré unas consideraciones sobre la dignidad de la persona como puente entre la antropología y la ética.

En segundo lugar, presentaré la dignidad como característica propia y distintiva de la persona humana, que la distingue de todos los demás seres terrestres y la asemeja a Dios. Por último, hablaré de la universalidad de esta dignidad entre todos los miembros de la especie humana, sin distinciones de raza, edad, madurez, sexo, creencia religiosa o clase social.

La dignidad como puente entre la antropología y la ética

Fue el filósofo escocés David Hume quien dijo hace dos siglos y medio que no se puede derivar un imperativo de una afirmación indicativa. Esta proposición es verdadera con tal que la afirmación indicativa no contenga ya un sentido imperativo. Es precisamente lo que sucede en el caso de la dignidad.

La palabra latina «dignitas», de la raíz «dignus», no sólo significa una grandeza y excelencia por las que el portador de esta cualidad se distingue y destaca entre los demás, sino también denota merecimiento de un cierto tipo de trato. Así la dignidad se puede definir como una excelencia que merece respeto o estima.

Se dice que una persona de alto rango o que ocupa un puesto elevado posea una dignidad, una especial excelencia que exige de los demás una respuesta particular. También hablamos de una dignidad propia del ser humano como tal, por lo que debe ser tratado siempre como hombre. Al abrazar tanto la cualidad de excelencia como el merecimiento, la dignidad forma un tipo de concepto puente que une la antropología y la ética. Al saber que el hombre es así, sabemos también que debería ser tratado de una manera particular.
De aquí también resulta clara la relación entre la dignidad humana y los derechos del hombre. Si por su estatuto humano, el hombre merece un trato especial, los detalles de este trato se especifican en los derechos humanos. Se le debe al hombre un acceso a los auténticos bienes que favorecen su realización integral como persona.

La dignidad como rasgo característico del ser humano

Ahora bien, de qué se deriva esta excelencia propia del hombre con respecto a las demás criaturas? La respuesta que nos ofrece la teología es clara: el hombre es la única criatura hecha a imagen y semejanza de Dios. Como Dios, el hombre es inteligente, posee una naturaleza espiritual, es libre y capaz de amar.

No sólo, sino que también todo hombre es llamado a la filiación divina por la gracia, es decir, a participar de la misma vida divina. Por esto la Gaudium et spes puede afirmar que el hombre es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma y que no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás

Pero esta excelencia por la que el hombre se destaca entre las demás criaturas, aunque se apoya en bases teológicas, también está al alcance de la razón humana. La inteligencia y libertad del hombre le distinguen de los demás seres, y lo elevan a un rango superior. Por esto, la dignidad de la persona no es fruto de cualidades accidentales, sino de la misma naturaleza del hombre como animal racional, capaz de pensar y de amar.

Aunque el concepto de dignidad humana como característica propia del ser humano se ha desarrollado mucho en el último siglo, especialmente gracias al Personalismo, no constituye una innovación en el pensamiento cristiano.

Ya en el siglo XIII el gran teólogo franciscano, san Buenaventura, presentaba la dignidad como rasgo distintivo de la persona.

Y santo Tomás de Aquino, en la Summa Theologiae, definía la persona como una hipóstasis distinta por su dignidad y afirmaba que cada individuo de naturaleza racional se llama persona, en virtud de su alta dignidad. Esta dignidad proviene de la realidad metafísica de la persona como subsistencia en una naturaleza racional o, como escribe Juan Pablo II: es la metafísica que hace posible fundamentar el concepto de dignidad personal en virtud de la naturaleza espiritual de la persona

Esto nos lleva a una afirmación categórica, sin pedir disculpas: el ser humano es fundamentalmente diferente de los demás seres. Existe una diferencia no sólo de grado, sino de esencia. Entre el hombre y los animales se da un salto cualitativo que cambia todos los esquemas éticos. Así que, aunque se pueda hablar de una ética ambiental o un comportamiento ético hacia los animales, los seres no-personales no poseen una relevancia moral por sí mismos, sino sólo en relación con Dios y con los demás hombres.

Es, por tanto, impropio hablar de una dignidad de los animales o de la tierra, pues la dignidad es característica distintiva de la persona. En realidad, el esfuerzo por equiparar los animales con el hombre no resulta de la exaltación de los animales, sino más bien de la reducción del hombre a la pura materia, negando su naturaleza espiritual.

La dignidad poseída en igual medida por todos los miembros de la familia humana

Estas consideraciones nos llevan al último punto de nuestras reflexiones. Dado que la dignidad de la persona depende no de sus capacidades particulares, sino de su naturaleza, es común a todos los miembros de la familia humana. Así como todos los hombre participan igualmente de la humanidad, todos poseen una igual dignidad que es característica de la humanidad.

Sin embargo, aunque parece obvio, y es doctrina de la Iglesia católica que todos los hombres poseen una igual dignidad, este principio es frecuentemente violado. Los Nazis excluían a los judíos y otros indeseables del estado de las personas que posean una dignidad propia. Durante más de un siglo los norteamericanos y otros pueblos negaban la dignidad personal a los hombres de raza negra, y los sometían a la esclavitud como seres inferiores.

Hoy en día nuestra civilización niega la dignidad personal a los no nacidos, a veces permitiendo el aborto hasta durante los nueve meses de gestación.

Las diferencias entre los hombres son evidentes. Algunos poseen una inteligencia superior, otros son mejores atletas, otros gozan de una particular sensibilidad artística. Si la dignidad del hombre dependiera de cualquiera de estos factores, no se podría hablar de una dignidad común de las personas, sino que existiría una vasta gama de dignidades particulares, y así también los derechos de los hombres variarían de persona en persona.

No obstante, como hemos visto, la dignidad no es fruto de las cualidades particulares, sino de la naturaleza racional y espiritual del hombre. Ni la enfermedad, ni el color de la piel, ni la inmadurez física o emocional, ni el desarrollo de las propias capacidades, ni las creencias religiosas, ni la clase social puede cambiar la dignidad esencial de todo ser humano y los derechos que son consecuencia de esta dignidad.

Conclusión: un reto

Aquí terminan las disquisiciones teológicas y filosóficas y aquí empieza el compromiso real y el trabajo eficaz. El gran reto para los legisladores y juristas es cómo van a plasmar dentro de una constitución europea o dentro de su preámbulo el contenido de la dignidad de la persona, para defender el concepto de posibles manipulaciones y distorsiones.

¿Cómo van a asegurar que se reconozca para todos los miembros de la familia humana los derechos que derivan de esta común dignidad? Hemos visto que una misma palabra se puede interpretar de diversas maneras, y se puede utilizar para avanzar intereses particulares.

Es de vital importancia que el concepto de la dignidad de la persona humana, como característica distintiva de todo ser humano, mantenga su integridad. Así la civilización europea podrá avanzar de acuerdo con la auténtica justicia, y podrá llegar a ser un verdadero faro de luz para el mundo entero.

Cifras de locura en la JMJ de Lisboa 2023

misa JMJ

Oficialmente ¡estamos de fiesta! La JMJ ya inició y estas son las cifras más recientes compartidas por el comité organizador. Aunque quizá sea difícil dimensionar estos números, podemos estar seguros de que será una semana de gran bendición

El 1 de agosto de 2023, día de la misa de apertura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa, los organizadores publicaron las últimas cifras de participación. Todos los países del mundo están representados, a excepción de las Maldivas, según los organizadores.

354 000 PEREGRINOS INSCRITOS

La Fundación JMJ de Lisboa destaca que esta edición de 2023 contará con el mayor número de nacionalidades representadas: más de 200. Los países con mayor número de peregrinos inscritos son España (77.224), Italia (59.469), Portugal (43.742), Francia (42.482) y Estados Unidos (19.196).

JMJ Lisboa 2023

Se espera que cerca de un millón de personas asistan a la vigilia y a la misa final los días 5 y 6 de agosto en el inmenso Parque del Tajo de la capital portuguesa.

700 OBISPOS

Para esta JMJ, Lisboa acoge a casi 700 obispos (688), entre ellos 30 cardenales. Los países con más obispos representados son Italia (109), España (70), Francia (65), Estados Unidos (61) y Portugal (36).

1 750 PEREGRINOS CON DISCAPACIDAD

Los organizadores han inscrito a 1.753 peregrinos con algún tipo de discapacidad -intelectual o de movilidad-. Entre ellos, 135 son sordos y 241 ciegos. En Lisboa habrá intérpretes de lengua de signos.

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25 000 VOLUNTARIOS AL SERVICIO

Para garantizar el buen desarrollo del evento, 25.000 personas se han inscrito como voluntarios. Proceden principalmente de Portugal, España, Francia, Brasil y Colombia.

En la región de Lisboa, se habilitaron 1.626 espacios públicos para acoger a 294.151 peregrinos. Los participantes también contaron con el apoyo de 8.831 familias de acogida, que alojaron a 28.618 peregrinos.

La red de restauración de la JMJ Lisboa 2023 cuenta con el apoyo de 1.800 establecimientos participantes, con un contrato para suministrar 2,7 millones de comidas para el evento.

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5 000 PERIODISTAS

La JMJ de Lisboa ha contabilizado 5.000 profesionales de los medios de comunicación acreditados para cubrir el acontecimiento. ¡Incluido Aleteia!

También sabemos que 77 periodistas acreditados ante la Santa Sede viajarán de Roma a Lisboa en el avión del Papa Francisco el 2 de agosto. Le seguirán hasta su regreso a Roma, el domingo 6 de agosto. 

18 000 ÁRBOLES PLANTADOS

En el espíritu de la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco, la JMJ de Lisboa pretende ser eco-responsable. Entre las diversas iniciativas, ya se han plantado casi 18 mil árboles (17.980 árboles).