Mark 3:22-30

Amigos, en el Evangelio de hoy los escribas acusan a Jesús de expulsar demonios por el poder de Belzebul, por Satanás. 

La Biblia tiene dos nombres para el diablo, estos son “el acusador” y “el dispersador”. Ambos nombres están visibles y operativos en esta historia. Y ello nos ayuda inmensamente a comprender a Jesús y Su obra. 

En el Evangelio de Marcos vemos que Jesús es conocido como exorcista, alguien que expulsa a los demonios. Jesús dice que Su trabajo es expulsar a Satanás, es decir, el acusador. Una forma falsa de organizarnos – que ha estado presente desde el principio – es a través de la acusación, la búsqueda de chivos expiatorios, establecer la división entre nosotros y ellos, los de adentro y los de afuera. 

El Reino de Dios está basado en otros fundamentos – como son, el amor, la no violencia, el perdonar a los enemigos, y superar las divisiones. Cuando esta visión de la vida entra en conflicto con los poderes del mundo, y esto es más o menos inevitable, Jesús se convierte, Él mismo, en la víctima acusada, en el chivo expiatorio. 

Pero en lugar de responder en especie, toma sobre sí esa energía negativa, satánica, y la devora con la misericordia divina.

Jesús reacciona con palabras fuertes y claras (…) El pecado contra el Espíritu Santo es el único pecado imperdonable (…) porque tiene su origen en el cierre del corazón a la misericordia de Dios que actúa en Jesús. Pero este episodio contiene una advertencia que nos sirve a todos. De hecho, puede suceder que una envidia fuerte por la bondad y por las buenas obras de una persona pueda empujar a acusarla falsamente. Y aquí hay un verdadero veneno mortal: la malicia con la que, de un modo premeditado, se quiere destruir la buena reputación del otro. ¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación! Y si al examinar nuestra conciencia, nos damos cuenta de que esta hierba maligna está brotando dentro de nosotros, vayamos inmediatamente a confesarlo en el sacramento de la penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos perversos, que son incurables. Estad atentos, porque este comportamiento destruye las familias, las amistades, las comunidades e incluso la sociedad. (Ángelus del 10 de junio de 2018)

Isaías 8:23b-9:3 / 1 Corintios 1:10-13 / Mateo 4: 12-23

Estimados hermanos y hermanas,

En las primeras palabras del Evangelio de hoy nos encontramos con dos grandes personajes del Nuevo y del Antiguo Testamento. El primero es San Juan Bautista, el nuevo profeta Elías, y con su misión concreta y específica: “De preparar el camino de quien iba a venir”. El Bautista era el precursor, el manifestador para reconocer al Elegido, al Mesías, Jesús, Luz del mundo, al Cordero de Dios y bautizarlo. El rey Herodes Antipes encarceló y decapitó a Juan, en la fortaleza de Maqueronte, por instigación de su ilegítima mujer Herodías, madre de Salomé. Jesús, al saberlo, no volvió a Nazaret, sino que se exilió a la ciudad de Cafarnaún, lugar de confluencia de caminos del mar y la montaña, cerca del gran lago de Tiberíades, región conocida popularmente como “País de Zabuló y de Neftalí, Galilea de los Gentiles o del Pagans”.

El segundo personaje que hemos oído en la primera lectura es el Profeta Isaías (podemos ver su imagen en el centro de la nave de la Basílica, a su derecha). Él profetizó 800 años A.C. todos los oráculos del Siervo de Yahvé y la venida del Mesías el Salvador. Hoy nos dice: “El pueblo que avanzaba a oscuras ha visto una gran luz, una luz resplandece para quienes vivían en el país tenebroso”. Jesús es la Luz del mundo por quienes lo buscan y lo buscan de todo corazón. Todo cristiano normal es llama, espejo de luz, de alegría, persona de gozo y libertad. Dice el cardenal de Barcelona, Joan Josep Omella, que “toda pequeña comunidad o parroquia, tanto de la ciudad como de los pueblos, son sencillas llamas de Luz, son presencia Cristiana viva, concreta, simple y vacilante, ¡pero llama! que brilla y hace Luz en nuestra difícil sociedad actual”. No podemos decir, en modo alguno, y tranquilamente “durante muchos años me he reservado mi fe para mi intimidad privada”.

Jesús nos dice: “Conviértase, que el Reino del Cielo está cerca”. Es una invitación, una llamada a darnos la vuelta hacia Dios. No se trata sólo de convertirse en buenas personas de golpe, sino de volver a aquel Yo que es bueno dentro de nosotros mismos. Por eso, la conversión no es triste, es el descubrimiento de la verdadera alegría que gotea dentro de la profundidad de nuestro pequeñísimo corazón humano.

Convertirse es simplemente dar un vaso de agua, hablar con esa persona mayor desconocida en el rellano o en el ascensor de tu casa; decir buenos días, buenas noches, adiós, ¿cómo está…? consolar a quienes lloran. Compasivos con quienes pasan hambre, dolor o guerra. Pacificadores en todo evento y en todo lugar; limpios de corazón, por decir siempre una palabra de vida, una palabra adecuada, de Buena Nueva, de gozo, de amor, de paz. Y, sobre todo, firmes ante el mal, que en todo momento está siempre presente y actuando desgraciadamente.

En el río Jordán Jesús revela su filiación Divina. Hoy, en el lago de Galilea, comienza su manifestación, su Misión. Él, bordeándolo, ve a dos hermanos, Simón-Pere y Andrés, que estaban tirando la alambrada. Les llama y les dice: “Ven conmigo, y os haré pescadores de hombres”. Un poco más adelante hace lo mismo con otros dos hermanos, Jaume y Joan, que estaban en la barca, reparando las redes. Todos, rápidamente, dejando familia y trabajo siguen la voz del Maestro. Jesús no les prometió nada, no les aseguró la vida, una casa o un dinero. No, simplemente les llamó y ellos respondieron: “¡Aquí me tenéis! ¡Estoy aquí!”. Mensaje, llamada, respuesta y seguimiento. San Benito nos dice: “Escucha, hijo, las prescripciones del Maestro: pon la oreja del corazón y acoge la exhortación del Padre Amorós, y ponla en práctica”.

El Evangelio de este domingo finaliza con Jesús en misión. Él predica en las sinagogas, enseña la Palabra, la Buena Nueva y sana a la gente de toda enfermedad. Todo esto, mientras viajaba por la Galilea, País de Zabulón, de Neftalí, tierra de paganos, que ahora ven personalmente una gran Luz, que es Jesús de Nazaret, el Señor. Triple Misión de Cristo, y Triple misión de la Iglesia: «Enseñar, anunciar y curar». Ser pescadores de varones.

Hermanos y hermanas: en este Domingo de la Palabra es Jesús mismo quien nos habla y nos invita a construir nuestra vida sobre sus Palabras de Vida. San Jerónimo nos dice: «Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo». Oremos, hoy, especialmente, por aquellos países donde, por tener simplemente un pequeño Nuevo Testamento puede significar muchos meses de cárcel; o distribuir Biblias, o ser cristiano públicamente puede acarrear penas de muerte, con el silencio de todo el continente europeo.

El «más allá» y la Providencia

Santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30. Lunes III del Tiempo Ordinario

Por: Cristian Gutiérrez, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por el don de la fe que me permite ponerme en contacto directo contigo. Bien sabes que confío en ti, pero ayúdame a confiar más en ti, a poner mi esperanza solamente en ti. Te amo, Señor, pero quiero amarte más. Te pido perdón por mis faltas y pecado. Dame la gracia de no volver a ofenderte. Enséñame a orar como enseñaste a tus discípulos. Dame un celo apasionado por la salvación de las almas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén, decían acerca de Jesús: «Este hombre esta poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera.» Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Solo así podrá saquear la casa. Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno». Jesús digo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El mundo de hoy me empuja a vivir toda mi vida en un plano simplemente natural. El «más allá» ha pasado a ser sólo un pensamiento descabellado que algunos pocos siguen. En otros casos el «más allá» se relaciona con el movimiento de las estrellas, la posición de las constelaciones, la alineación de los planetas o las energías que vagan por el universo. La visión sobrenatural de la vida tiene poco espacio en el mundo actual.

Sin embargo, en el Evangelio de hoy me invitas a ver mi vida y todo lo que en ella sucede con una visión sobrenatural. Una visión que va más allá de las reglas de la física, de las fórmulas químicas, de las operaciones matemáticas. Una visión que va justamente «más allá» de las estrellas, planetas o energías siderales.

Era lo que pasaba a los fariseos de tu tiempo. Al ver que expulsabas a los demonios, y no tener una solución posible al fenómeno, se quedaban en la visión natural del suceso. Peor aún, a una acción divina, atribuyen una acción diabólica. Su visión de este acto concreto que realizas, al ser incomprensible en sus esquemas, lo empañan de superstición.

Tu respuesta echa abajo todos sus pensamientos. Y así, me dejas una enseñanza para vivir sabiendo descubrir tu mano providente que actúa en mi vida para llevarme hacia el bien. Todo lo que sucede en ella lo permites para que yo crezca, madure, me forme, te conozca más y mejor, a fin de cuentas, llegue a ti y te amo. Hoy más que de suerte, de superstición, me hablas de Providencia. Una Providencia que, guiada por el amor, actúa de forma concreta en mi día a día. ¿Cómo he percibido esta Providencia en mi vida?

Dame la gracia, Señor, de descubrir tu mano que actúa en las cosas sencillas y concretas de la vida diaria. De no creer que todo pasa en mi vida de manera casual, automática, sin sentido… sino descubrir tu acción amorosa en mi vida.

«Hay una diferencia entre cantidad y plenitud. Tú puedes tener tanto dinero, pero ser una persona vacía. No hay plenitud en tu corazón. Pensad esta semana en la diferencia que hay entre cantidad y plenitud. No es cosa de billetera, sino de corazón. Hay diferencia entre billetera y corazón… Hay enfermedades cardíacas que hacen que el corazón se baje hasta la billetera… ¡Y esto no va bien! Amar a Dios “con todo el corazón” significa confiar en Él, en su providencia, y servirlo en los hermanos más pobres, sin esperar nada a cambio».

(Ángelus de S.S. Francisco, 8 de noviembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré agradecer a Dios diciendo una jaculatoria cuando me suceda algo de mi agrado en este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Ildefonso, un monje llamado a arzobispo

Wellcome Library-CC-BY-4.0 (modified)

Un arzobispo de Toledo autor de importantes textos de espiritualidad sobre la Virgen

Nació en Toledo en torno al año 606. Recibió la educación de manos de su tío san Eugenio III y más tarde, en Sevilla, aprendió Filosofía y Humanidades con san Isidoro.

Se hizo monje pese a la oposición de su padre y llegó a ser abad del monasterio de san Cosme y san Damián.

Fue nombrado arzobispo de Toledo en el año 659.

Compuso obras de espiritualidad importantes, en especial un libro sobre la Virginidad de María, y la tradición asegura que la Virgen se le apareció y le impuso una casulla.

Santo patrón

San Ildefonso es patrón de Toledo y de Zamora.

Oración

«Señora mía, dueña y poderosa sobre mí, madre de mi Señor, sierva de tu Hijo, engendradora del que creó el mundo, a ti te ruego, te oro y te pido que tenga el espíritu de tu Señor, que tenga el espíritu de tu Hijo, que tenga el espíritu de mi Redentor, para que yo conozca lo verdadero y digno de ti, para que yo hable lo que es verdadero y digno de ti y para que ame todo lo que sea verdadero y digno de ti. Tú eres la elegida por Dios, recibida por Dios en el cielo, llamada por Dios, próxima a Dios e íntimamente unida a Dios. Tú, visitada por el ángel, saludada por el ángel, bendita y glorificada por el ángel, atónita en tu pensamiento, estupefacta por la salutación y admirada por la anunciación de las promesas.»

¿Cuál es el pecado contra el Espíritu Santo?

Velishchuk Yevhen | Shutterstock

Ese que dijo Jesús que no se podía perdonar ni en esta vida ni en la otra… ¿en qué consiste?

Las personas están llamadas a ofrecer arrepentidas sus pecados a la Iglesia en el sacramento de la penitencia.

Cuando alguien se confiesa, quien perdona los pecados es el mismo Dios. Lo hace, eso sí, mediante la absolución del sacerdote.

Todos los pecados tienen perdón de Dios, menos uno: el pecado contra el Espíritu Santo. Lo dice Jesús en el Evangelio:

“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada” (San Mateo 12, 31).

El único pecado que Dios no perdona es la blasfemia contra el Espíritu Santo.

¿En qué consiste este pecado?

La blasfemia no es solamente con palabras, sino también y sobre todo con hechos.

¿Quién blasfema? Quien no se siente necesitado de Dios, quien no se siente pecador o se cree sin pecado.

Se trata de cerrarse al llamado a la conversión, endurecer el corazón hasta tal punto que a la persona no le interesa Dios.

Es pecado el endurecer el corazón y decirle, por ejemplo, a Dios: ‘No me interesas; estoy bien sin ti; no te necesito’.

Te puede interesar:
Hola Dios, no te amo

Es pecado considerar que Dios no puede perdonar, o negar el perdón de Dios en la confesión. Es decir, es el pecado por el que el hombre se niega libre y conscientemente al perdón y la misericordia de Dios.

Ante esta circunstancia, ¿qué puede hacer Dios? Nada; tan solo dejar que la persona muera en su pecado. Allí Dios no puede actuar, Dios no tiene nada que hacer, no tiene nada que perdonar, no perdona nada.

La Sagrada Escritura nos da más luz:

«El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia«(Proverbios 28, 13).

Clemente al perdón y la misericordia de Dios.

Ante esta circunstancia, ¿qué puede hacer Dios? Nada; tan solo dejar que la persona muera en su pecado. Allí Dios no puede actuar, Dios no tiene nada que hacer, no tiene nada que perdonar, no perdona nada.

La Sagrada Escritura nos da más luz:

«El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia«(Proverbios 28, 13).