TOQUES DE HOY
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Reflexiones diarias del Evangelio
Referencias Bíblicas
• Matthew 23:1-12
• Obispo Robert Barron
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús enfoca su mirada aguda y crítica fulminante sobre los modos en que los líderes religiosos caen en la corrupción. ¿Qué es lo que molesta a Jesús? Algunos líderes religiosos cargan a la gente, imponiendo pesadamente la ley, haciendo fuertes demandas, mostrando su propia superioridad moral.
En el centro de las enseñanzas de Jesús está la voluntad de soportar cargas ajenas, para así ayudar a llevarlas. Y esto se aplica también a la vida moral. Si ponemos el peso de la ley de Dios sobre las personas, debemos estar dispuestos, al mismo tiempo, a ayudar a soportarlo.
Otro problema clásico con personas religiosas y especialmente con líderes religiosos: usar la ley y la moralidad como medio para inflar el ego. El problema es que esta droga desaparece rápidamente y luego queremos más. Necesitamos un título más grande, más respeto, más reconocimiento.
¿Cuál es la recomendación de Jesús para aquellos atrapados en este dilema? Ser grande es ser un servidor humilde, simple, y a menudo olvidado. Evita los títulos de honor; no los busques. Permanece satisfecho con hacer tu trabajo, sea lo que sea, en nombre del Reino de Dios.
Cirilo de Jerusalén, Santo
Memoria Litúrgica, 18 de marzo
Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia, que a causa de la fe sufrió muchas injurias por parte de los arrianos y fue expulsado con frecuencia de la sede. Con oraciones y catequesis expuso admirablemente la doctrina ortodoxa, las Escrituras y los sagrados misterios (444).
Etimológicamente: Cirilo = Aquel que es un gran Rey, es de origen griego.
Breve Biografía
Desde el periodo apostólico hizo su aparición la herejía en la Iglesia; pero sin causar en las comunidades eclesiales esas profundas heridas producidas por el arrianismo y el nestorianismo en los siglos IV y V.
Pero si este pulular de herejías frenó un poco la evangelización de los paganos, suscitó también grandes figuras de pastores, de teólogos, de predicadores, de escritores que con sus obras, por medio de una catequesis sistemática, las homilías y los sermones, lograron exponer claramente la doctrina cristiana y penetrar en el mismo ambiente pagano. La defensa de la ortodoxia hizo más consciente y vívida la fe en el pueblo cristiano. Una de las figuras más representativas de este período de apasionadas batallas teológicas es la del obispo de Jerusalén, san Cirilo, que dirigió esa Iglesia desde el 350 hasta su muerte, en el 386.
Cirilo nació de padres cristianos en el año 315. Tuvo alguna simpatía por los arrianos; pero se separó de ellos muy pronto y se adhirió a los semiarrianos homoiusianos, esto es, a esa orientación teológica que se inclinaba a los convenios, que proponía el término “homoi-ousios” (de naturaleza semejante) en vez de “homo-ousios” (de la misma naturaleza, es decir, el Verbo de la misma naturaleza que el Padre): se trataba sólo de añadir una letra, pero era suficiente para eliminar la idea de la consubstancialidad entre el Padre y el Hijo. Cirilo abandonó también a los semiarrianos y se adhirió a la doctrina ortodoxa de Nicea. Por esto fue varias veces desterrado, bajo los emperadores Constancio y Valente. El primer concilio ecuménico de Constantinopla, en el que participó Cirilo, reconoció la legitimidad de su episcopado.
Las primeras incertidumbres de su pensamiento teológico demoraron, en Occidente, el reconocimiento de su santidad. En efecto, su fiesta fue instituida sólo en 1882. El Papa León XIII le concedió el título de doctor de la Iglesia por las 24 Catequesis que Cirilo compuso probablemente al comienzo de su episcopado y que él dirigía a los catecúmenos que se preparaban para recibir los sacramentos. De las primeras 19, trece están dedicadas a la exposición general de la doctrina, y cinco, llamadas mistagógicas, están dedicadas al comentario de los ritos sacramentales de la iniciación cristiana.
Las Catequesis de San Cirilo nos llegaron gracias a la transcripción de un estenógrafo, en la íntegra naturalidad y sencillez con que el santo obispo las comunicaba a la comunidad cristiana en los tres principales santuarios de Jerusalén, es decir, en los mismos lugares de la redención, en los que, según la expresión del predicador, no sólo se escucha, sino que “se ve y se toca”.
¿Habrá fariseos todavía?
Santo Evangelio según San Mateo 23,1-12.
Martes II de Cuaresma.
Por: Javier Castellanos, LC
Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, enséñame a vivir tu humildad y tu alegría para ser cada día más como Tú.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente.
Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial.
No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En la oración, frecuentemente, le pedimos al Señor que nos haga mejores cristianos, mejores personas, que sepamos vivir conforme al Evangelio.
En tiempos de Jesús, había gente que hacía algo similar, los fariseos. Ellos no eran gente tan mala, querían amar a Dios con todas sus fuerzas y hasta predicaban para que otros conocieran la Ley de Dios. El problema de ellos era su dureza de corazón y que, con el deseo de que se cumpliera hasta la más mínima regla de la Ley, hicieron de la fe algo insoportable. ¿Habrá fariseos todavía?
Todos, en algún momento de nuestra vida, en diferentes circunstancias, hemos sido fariseos para otros. Hoy, Jesús nos quiere regalar la cura para que nuestra relación con Él y la vivencia de nuestra fe sean como conviene a un verdadero discípulo de Cristo. «El que quiera ser el primero, que se haga servidor» ¿Cómo no seguir a alguien que nos enseña con el ejemplo y se pone a lavar los pies a sus apóstoles? Los fariseos eran terriblemente serios y amargados; el cristianismo debe ser la fe de la humildad y la alegría, la fe de la gente que sabe sacar el bien de donde todos ven solo el mal.
Jesús nos sigue lavando en su sangre en la confesión y en la Eucaristía ¿Cómo no parecerse a aquel que entra hasta lo más profundo de nuestra alma? Dejémosle actuar, no endurezcamos nuestro corazón y no hagamos de la fe una carga insoportable para nuestros hermanos.
«Nosotros discípulos de Jesús no debemos buscar título de honor, de autoridad o de supremacía. Yo os digo que a mí personalmente me duele ver a personas que psicológicamente viven corriendo detrás de la vanidad de las condecoraciones. Nosotros, discípulos de Jesús, no debemos hacer esto, ya que entre nosotros debe haber una actitud sencilla y fraterna. Todos somos hermanos y no debemos de ninguna manera dominar a los otros y mirarlos desde arriba. No. Todos somos hermanos». (Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Diré cosas buenas de los demás cuando me venga una crítica a la mente, y procuraré vivir mi fe de una forma más auténtica a través de la humildad.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Indulgencia plenaria: ¿estamos obligados a creer en ella?
Jubileo 2025 significa indulgencia plenaria para los peregrinos, en las condiciones habituales para obtener esta remisión de pena concedida por la Iglesia. ¿Cómo encaja esta práctica, duramente criticada por Lutero, con la doctrina de la gracia y la comunión de los santos? He aquí cómo
Los jubileos e indulgencias han estado ligados desde que el Papa Bonifacio VIII convocó el primer Jubileo en 1300. Desde entonces, los peregrinos que acuden a Roma durante estos años jubilares (ahora cada cuarto de siglo) y atraviesan las Puertas Santas pueden obtener una indulgencia plenaria, es decir, «la remisión ante Dios de la pena temporal debida por pecados cuya culpa ya ha sido borrada» (§992 del Código de Derecho Canónico), siempre que comulguen, se confiesen y recen por las intenciones del Papa. Sin embargo, especialmente desde las 95 Tesis de Lutero, el concepto mismo de indulgencia se ha puesto a veces en tela de juicio. La principal crítica es que da una visión contable del perdón, al tiempo que pone el acento en la acción humana y no en la misericordia de Dios.
La primera forma de comprender mejor la naturaleza de las indulgencias es remontarse a la historia de su aparición. Antes del siglo XI, cuando aparecieron por primera vez, la práctica de la reconciliación era muy diferente: los pecadores solo eran absueltos de sus pecados tras un cierto periodo de tiempo, durante el cual no comulgaban y se sometían a ejercicios ascéticos proporcionales a la gravedad de sus pecados. La ofensa va acompañada así de un «castigo temporal». Pero cuando la absolución tiene lugar inmediatamente después de la confesión de las faltas, con la promesa de cumplir una penitencia, esta pena temporal ya no se repara. Salvo mediante la obtención de indulgencias, parciales o plenarias. Este primer hecho nos recuerda que los pecados que cometemos no quedan sin efecto sobre los demás y sobre nosotros mismos, pero que sería presuntuoso pretender poder repararlos perfectamente.
Una práctica que a veces se ha extraviado
La práctica de las indulgencias se ha extraviado en ocasiones, a menudo debido a una forma de tasación en tiempo y dinero (las famosas indulgencias, cuyos ingresos financiaron parte de la construcción de la basílica de san Pedro) que equipara la reconciliación con el regateo con Dios. Sin embargo, en el Concilio de Trento, Roma y los obispos reiteraron la legitimidad de tal práctica: deriva del «poder de las llaves» -«lo que has desatado en la tierra será desatado en el cielo» (Mt 16,19)-, como dijo Jesús a Pedro; y completa el sacramento de la reconciliación. Quienes afirman su inutilidad o niegan a la Iglesia tal poder son, por tanto, anatema.
¿Cómo puede entenderlas un contemporáneo? El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que «la doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente vinculadas a los efectos del sacramento de la Penitencia» (§1471) y el Manual de indulgencias que «invitan a los fieles a impregnar de espíritu cristiano las acciones que son, por así decirlo, el tejido de su vida cotidiana, y a buscar la perfección de la caridad en sus ocupaciones ordinarias». (Preámbulo §1, cf. Lumen Gentium §39.40-42)
La indulgencia solo es posible en un acto de fe, en particular en el papel de la Iglesia que, a pesar de su debilidad, es «Jesucristo derramado y comunicado», como decía Bossuet, pero también porque va acompañada de la conversión del corazón. Este es otro lugar donde la gracia y la naturaleza se unen: el pecador no se salva sin saberlo. También es posible gracias a la comunión de los santos: la unión de los fieles mediante la oración, en la tierra y en el cielo, y el poder de la intercesión.
Conoce cómo obtener una indulgencia tomando un descanso de redes sociales:
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