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Muchas voces de todas partes del mundo están clamando por una mayor inclusión en la Iglesia y están calificando a los líderes de la Iglesia por mantener, aparentemente, estructuras de exclusión. Una primera dificultad con esto, he sostenido, es que se contrapone con el ejemplo de Jesús mismo, quien fue, a todas luces, radical en su acogedor compromiso con todos, pero al mismo tiempo, igualmente radical en su exigencia de conversión. Jesús nunca le ofreció a nadie acogida sin más; siempre lo llamó al duro trabajo del verdadero discipulado.

Un segundo problema que me gustaría explorar en este artículo es la inconsistencia lógica que está implícita al tratar a la inclusividad como un valor absoluto. La paradoja es que la inclusión verdadera depende positivamente sobre la exclusión real, y la más mínima reflexión puede aclarar esto. Cuando una persona solicita ser acogida o incluida en un grupo o una sociedad de cualquier tipo, está buscando ingresar a una colectividad con cierta clase de definición. De otra manera, la inclusión perdería todo sentido. Pero hablar de definición es hablar de límites, bordes, de carácter distintivo, y una lógica peculiar que la estructura.

Así, la Sociedad Abraham Lincoln está formada por aquellos que tienen un afecto y/o un profundo interés por la vida y logros de Abraham Lincoln. Por su misma naturaleza, excluirá a todo el que no esté interesado en Lincoln o esté deseoso de socavar el estudio del decimosexto presidente norteamericano. Por lo tanto, si una persona con una intensa pasión por Lincoln se presentara para ser admitida como miembro pero se le dijera que sería excluida por su género, podríamos reprender apropiadamente a la Sociedad Lincoln por ser injustamente excluyente.

 

Pero si a alguien, sin interés alguno en Lincoln, se le informara diplomáticamente que no sería aceptado en el grupo y luego se quejara de la injusticia que se le hizo, tendríamos poca solidaridad con él. El primer aspirante estaba buscando adaptarse a la lógica interna de la sociedad, pero el segundo aspirante, no.

Todos son bienvenidos en la Iglesia, pero en los términos de Cristo, no en los propios.

O para tomar otro ejemplo, la Orquesta Sinfónica de Chicago es una sociedad extremadamente excluyente, constituida por algunos de los mejores instrumentistas del planeta. Los que tocan para la Sinfónica de Chicago han atravesado una serie de concursos intensamente competitivos desde que eran niños. Ejércitos de concertistas han sido excluidos durante todo el recorrido para que ellos ocupen las sillas que tienen en la orquesta, y esta elevada exclusividad es lo que la hace lo que es. Supongan que un joven flautista afroamericano en extremo talentoso buscara ser incluido en la Sinfónica de Chicago. Supongan además que ha ejecutado de modo magnífico en su audición y que tuviera recomendaciones brillantes de otros concertistas de élite. Supongan luego que fue excluido en razón de su raza. El país entero, con absoluta justificación, se levantaría en protesta ante tamaña injusticia.

La razón de la manifestación sería, por supuesto, que el joven buscó legítimamente su inclusión de acuerdo a la lógica definida por la orquesta, y su raza nunca debería haberse considerado. Pero supongan ahora que alguien que apenas pudiera tocar un simple tono en la flauta estuviera aplicando para su admisión en la Orquesta de Chicago.

 

Sería, naturalmente, rechazado. Y supongan luego que, como consecuencia de su rechazo, fuera a quejarse escandalosamente de que la Sinfónica es una organización elitista signada por estructuras de exclusividad. Me imagino que el país entero se reiría o bostezaría, porque estaría tratando a este conjunto de primera clase como si no tuviera cualidades que lo definen o expectativas no legítimas para aquellos que participan en él.

Ahora bien, podemos asegurar que estas dos analogías son débiles, pero algo al menos similar se sigue al acoger a alguien a la vida de la Iglesia. La invitación de Cristo es para todos. Punto. Negro, blanco, varón, mujer, gay, heterosexual, transgénero, fascista, comunista —sea quien seas— eres bienvenido. Los brazos de la Iglesia, como los brazos de la Columnata de Bernini fuera de la Basílica de San Pedro, van a tu encuentro. Pero eres invitado, no a una colectividad amorfa, sino a una comunidad definida, a una familia con una estructura moral y legal, al cuerpo místico de Cristo. Si dijeras, por el contrario, “Exijo ser incluido, pero no tengo interés en adaptarme a las exigencias de Cristo, a las enseñanzas de la Iglesia, a las expectativas de la comunidad”, te colocarías en una posición insostenible.

Es precisamente la tensión dinámica entre inclusión y exclusión la que, me temo, es a menudo pasada por alto en la palabra, algunas veces usada con excesivo entusiasmo, “acoger”. Quisiera concluir con una frase del PAPA Francisco que en verdad no puede ser mejor aplicada que aquí, como resumen de lo que he estado argumentando: “Todos, todos, todos son bienvenidos en la Iglesia, pero en los términos de Cristo, no en los propios”.

 

 

• Luke 6:1-5

En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que Él es el Señor del Sabbat.

 

 

Una y otra vez se lo presenta a Jesús transgrediendo el mandamiento sagrado de descansar en el séptimo día. Sus discípulos recogen granos en el Sabbat, y muchas veces realiza curaciones también en ese día, para gran consternación de los protectores de la ley judía.

Cuando se lo cuestiona entonces declara ser Señor del Sabbat (otra afirmación asombrosa para un judío ya que solo a Yahvé se le podía asignar ese título) y aclara que el Sabbat fue hecho para el hombre y no el hombre para el Sabbat.

En resumen, Jesús afirma la prerrogativa divina de relativizar el significado de prácticas relevantes de los judíos piadosos para ponerlas en subordinación al reino de Dios.

 

Precisamente este modo «de vivir, apegados a la ley, les alejaba del amor y de la justicia: cuidaban la ley, descuidaban la justicia; cuidaban la ley, descuidaban el amor» Para el Señor se trataba de «hombres cerrados, hombres muy apegados a la ley, a la letra de la ley: no a la ley», porque «la ley es amor». Eran hombres «que siempre cerraban las puertas de la esperanza, del amor, de la salvación…

Precisamente «este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente opuesto al camino de los doctores de la ley». Y «este camino, del amor a la justicia, lleva a Dios». Sólo «el camino que va del amor al conocimiento y al discernimiento, a la realización plena, lleva a la santidad, a la salvación, al encuentro con Jesús». En cambio, «el otro camino, el de estar apegados solamente a la ley, a la letra de la ley, lleva a la cerrazón, lleva al egoísmo». Y conduce «a la soberbia de sentirse justos, a esa “santidad” —entre comillas— de las apariencias». «Jesús se acerca: la cercanía es la prueba de que vamos por el camino auténtico». Porque es ese «el camino que eligió Dios para salvarnos: la cercanía. Se acercó a nosotros, se hizo hombre». (Santa Marta, 31 octubre 2014)

 

 

Pedro Claver, Santo

Memoria Litúrgica, 9 de Septiembre

Esclavo de los esclavos

Martirologio Romano: San Pedro Claver, presbítero de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, bautizando con su propia mano a casi trescientos mil de ellos (1654).

Fecha de canonización: Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX. Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez.

Breve Biografía

Nació en Verdú, España, el 26 de Junio de 1580.
Murió en Cartagena, Colombia, el 8 de Septiembre de 1654.-

Pedro Claver y Juana Corberó, campesinos catalanes, tuvieron seis hijos, pero solo sobrevivieron Juan, el mayor, y los dos mas pequeños, Pedro e Isabel. El padre apenas podía firmar su nombre, pero era un hombre trabajador y buen cristiano. La infancia de Pedro quedó oculta para la historia como la de tantos santos, incluso la de Nuestro Señor. Trabajaba en el campo con su familia.-

Pedro se graduó de la Universidad de Barcelona. A los 19 años decide ser Jesuita e ingresa en Tarragona. Mientras estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encuentra con San Alonso Rodriguez, portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar lo territorios españoles en América.-

 

 

Pedro creyó en esta inspiración y con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610. Debía estudiar su teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años, uno en Tunja y luego es enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de Colombia. En Cartagena es ordenado sacerdote el 20 de Marzo de 1616.-

Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada que había comenzado ya desde el segundo viaje de Colón el 12 de Enero de 1510, cuando el rey mandó a emplear negros como esclavos. Se trata de una tragedia que envolvió a unos 14 millones de infelices seres humanos. Un millón de ellos pasaron por Cartagena. Los esclavos venían en su mayoría de Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras vendían a sus súbditos y sus prisioneros. En América los usaban en todo tipo de trabajo forzado: agricultura, minas, construcción.-

 

 

Cartagena por ser lugar estratégico en la ruta de las flotas españolas se convirtió en el principal centro del comercio de esclavos en el Nuevo Mundo. Mil esclavos desembarcaban cada mes. Aunque se murieran la mitad en la trayectoria marítima, el negocio dejaba grandes ganancias. Por eso, las repetidas censuras del papa no lograron parar este vergonzoso mercado humano.-

Pedro no podía cambiar el sistema. Pero si había mucho que se podía hacer con la gracia de Dios. Pero hacía falta tener mucha fe y mucho amor. Pedro supo dar la talla. En la escuela del gran misionero, el padre Alfonso Sandoval, Pedro escribió: «Ego Petrus Claver, etiopum semper servus» (yo Pedro Claver, de los negros esclavo para siempre». Así fue. San Pedro no se limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse de los tiempos en que vivía. Supo ser santo en aquella situación y dejarse usar por Jesucristo plenamente para su obra de misericordia. En Cartagena durante cuarenta años de intensa labor misionera se convirtió en apóstol de los esclavos negros. Entre tantos cristianos acomodados a los tiempos, el supo ser luz y sal, supo hacer constar para la historia lo que es posible para Dios en un alma que tiene fe.-

 

 

A pesar de su timidez la cual tuvo que vencer, se convirtió en un organizador ingenioso y valiente. Cada mes cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco en condiciones inhumanas. Llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad. Así les hacia ver que el era su defensor y padre.-

Los esclavos hablaban diferentes dialectos y era difícil comunicarse con ellos. Para hacer frente a esta dificultad, el padre Claver organizó un grupo de intérpretes de varias nacionalidades, los instruyó haciéndolos catequistas.-

 

Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor le causó grandes pruebas. Los esclavistas no eran sus únicos enemigos. El santo fue acusado de ser indiscreto por su celo por los esclavos y de haber profanado los Sacramentos al dárselos a criaturas que a penas tienen alma. Las mujeres de sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver reunía a sus negros.-

Sus superiores con frecuencia se dejaron llevar por las presiones que exigían se corrigiesen los excesos del padre Claver. Este sin embargo pudo continuar su obra entre muchas humillaciones y obstáculos. Hacia además penitencias rigurosas. Carecía de la comprensión y el apoyo de los hombres pero tenia una fuerza dada por Dios.-

Muchos, aun entre los que se sentían molestos con la caridad del padre Claver, sabían que hacia la obra de Dios siendo un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras ni color. Era conocido en toda Nueva Granada por sus milagros. Llegó a catequizar y bautizar a mas de 300,000 negros.-

En la mañana del 9 de Septiembre de 1654, después de haber contemplado a Jesús y a la Santísima Virgen, con gran paz se fue al cielo.

Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX.

Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez.

El 7 de Julio de 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros.

El papa Juan Pablo II rezó ante los restos mortales de San Pedro Claver en la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena el 6 de Julio de 1986

San Pedro Claver

Oración

. Oh Dios, que, con el fin de llevar el Evangelio a los esclavos negros, has dotado a San Pedro Claver de admirable amor y paciencia, concédenos, por su intercesión y ejemplo, que, superadas todas las discriminaciones raciales, amemos a todos los hombres con sincero corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-

 

 

La compañía de Dios

Santo Evangelio según San Lucas 6, 1-5.

 

 

Sábado XXII del tiempo ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, al final de esta semana vengo a tus pies para presentarte mis éxitos y fracasos, mis alegrías y tristezas. Muchas veces no recibiré la respuesta que esperaba de las personas pues ellas, como yo, llevamos nuestras propias cruces. Pero nadie puede navegar solo, pues naufragaríamos con facilidad. Pero Tú vas ahí, siempre cercano, como un Padre que en silencio ve a su hijo y está dispuesto a consolar, a compartir una pena, a celebrar o a simplemente dar ánimo en el silencio.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 1-5

Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: «¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?». Jesús les respondió: «¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres». Y añadió: «El Hijo del hombre también es dueño del sábado».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Somos hijos de Dios y Dios es nuestro Padre. A veces podemos pensar como los judíos que criticaban a Jesús. Y podemos ser perfectos observantes de los mandamientos, como ellos. Vamos a Misa los domingos, somos generosos en la limosna, ayudamos a los pobres que están fuera de la iglesia… En fin, hacemos muchas cosas, pero lo llevamos como una carga. Queremos ser santos y pensamos que tenemos que cumplir una serie de requisitos. Terminamos viviendo la fe con formalidad y perfección pero sin amor y esto, ¿por qué?

 

La fe no es cumplir, la fe es amar. Dios es Padre y nosotros somos sus hijos. Todo lo que nos rodea, un hermoso paisaje, un atardecer, una rica comida, la maravilla del universo… es regalo de ese Padre para que lo disfrutemos. Jesús nos enseña a ser hijos, a no vivir de fachada sino a vivir con el corazón.

Esto no quiere decir que dejemos de cumplir, que dejemos de ir a Misa los domingos o de cumplir los mandamientos. Esto quiere decir que vamos a Misa para agradecer a Dios tantos regalos; y cumplimos los mandamientos porque sabemos y confiamos, como buenos hijos, que el Padre sólo puede querer nuestro bien.

La fe no ha de ser un peso agobiante que nos amarga la vida, ha de ser una cruz que cargamos con alegría porque comprendemos el sentido que tiene y confiamos en el Padre. Lo más hermoso de ser hijo es que tu Padre no te va a quitar el resfriado que tomaste después de estar jugando en la lluvia, pero te va hacer disfrutar de cada momento. Dios no quita las dificultades sino que ayuda a dar sentido a cada momento de nuestra vida.

«La palabra «hipócrita» Jesús la repite muchas veces a los rígidos, a aquellos que tienen una actitud de rigidez al cumplir la ley, que no tienen la libertad del hijo: sienten que la ley se debe hacer así y son esclavos de la ley. Pero la ley no ha sido hecha para hacernos esclavos, sino para hacernos libres, para hacernos hijo. San Pablo predicó mucho sobre esto; y Jesús, con pocas predicaciones, pero con muchas obras, nos ha hecho comprender esta realidad». (Homilía de S.S. Francisco, 24 de octubre de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Mañana voy a ir a Misa con la mayor ilusión para agradecer a Dios Padre tantos regalos que he recibido esta semana, y para pedirle que me acompañe la próxima.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

¿Qué es ser periodista?

Los periodistas deben ser fieles a la verdad y huir de sus propios intereses, dice el Papa

 

 

Al recibir en audiencia a la fundación que promueve el Premio de Periodismo internacional “Biagio Agnes”, el Papa Francisco previno sobre anteponer los intereses personales a la hora de informar y pidió que los periodistas sean fieles a la verdad.

“Ser periodista es un trabajo exigente que tiene que ver con la formación de las personas, de su visión del mundo y de sus actitudes ante los eventos”, dijo a los 70 integrantes de la Delegación de este premio internacional.

Alabó a este grupo porque “haciendo tesoro de su enseñanza” se empeñen “ante todo personalmente, para una comunicación que sepa anteponer la verdad a los intereses personales o de corporaciones” y con el premio “ustedes señalan a la sociedad periodistas que se distinguen por responsabilidad en el ejercicio de la profesión”.

 

 

Francisco afirmó que “es necesario ser muy exigentes con sí mismos para no caer en la trampa de las lógicas de contraposición por intereses o por ideologías”.

“Es siempre más urgente apelarse a la sufrida y fatigosa ley de la búsqueda profundizada, de la confrontación y, si es necesario, del ‘callar’ antes que herir a una persona” o “deslegitimar un evento”, dijo.

El Papa tildó al periodismo de “un trabajo exigente” que ha cambiado en los últimos años por el continente digital y alertó de que “las dinámicas de los medios de comunicación y del mundo digital cuando se vuelven omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una capacidad de vivir con sabiduría, de pensar en profundidad, de amar con generosidad”.

 

 

“A menudo se ve, en los viajes apostólicos o en otros encuentros, una diferencia en la forma de producir: desde los clásicos equipos televisivos, hasta chicos y chicas que con un Smartphone saben confeccionar una noticia para algún portal. O también desde las radios tradicionales a verdaderas entrevistas hechas siempre con el celular”, puso a modo de ejemplo.

Por último, a su parecer, el periodista “trata de abrir espacios de esperanzas mientras se denuncian situaciones de degradación y de desesperación” y está llamado a “tener abierto un espacio de salida, de sentido, de esperanza”.

 

 

¿Por qué san Pedro Claver fue «esclavo de los esclavos»?

Su admirable apostolado a mediados del siglo XVII, convirtió a este jesuita español en símbolo de los afrocolombianos y adalid de los derechos humanos

 

 

Esta denominación no es un eslogan publicitario creado para exaltar la imagen de Peré Claver Corberó, más conocido como san Pedro Claver. Si bien esa frase no corresponde textualmente a lo que el santo hispano-colombiano escribió, sí refleja el férreo compromiso que asumió cuando el 3 de abril de 1622 profesó sus votos de pobreza, castidad y obediencia.

Ese día, al jurar y estampar su firma, escribió: «Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre». Que faltara o sobrara una palabra es lo de menos porque en la práctica este jesuita nacido en Cataluña, dedicó todos los días de los 38 años que vivió en Cartagena de Indias, a proteger y defender a los esclavos que llegaban a ese puerto negrero como ‘mercancías humanas’. En ese entonces era tal el sojuzgamiento hacia los negros que algunos teólogos católicos decían que ellos «no tenían alma».

Se estima que anualmente ―entre los siglos XVI y XVII― ingresaron a ese puerto en el Caribe cerca de 1.000 esclavos que fueron secuestrados de Angola, Congo, Gambia, Gahana, Mozambique y otras regiones africanas. En un comienzo este infame comercio fue promovido por esclavistas portugueses que los vendían a colonizadores españoles y más adelante estuvo a cargo de compañías holandesas, británicas y francesas.

Todos llegaban encadenados, encerrados y apretujados en barcos donde aguataban hambre y sed. Los que lograban sobrevivir eran vendidos a mercaderes que traficaban con ellos enviándolos desde Cartagena a otros lugares de América para que trabajaran al sol y al agua en minas de oro y plata o en grandes haciendas.

La relación del cura con los esclavos empezaba cuando ellos descendían de naves pestilentes. Acompañado de intérpretes africanos que hablaban diferentes dialectos, les decía que nadie los iba a devorar ―como perversamente los amenazaban― sino que él y sus ayudantes estaban allí para socorrerlos.

Según Tulio Aristizábal Giraldo, vicario de la parroquia de San Pedro Claver en Cartagena hace unos años (ahora fallecido), «era tal su afecto que los recibía con alimentos y medicinas, les buscaba refugio y hasta se quitaba prendas para cubrir sus cuerpos desnudos». Este sacerdote, autor de varios libros sobre el santo, dijo a Aleteia en ese momento que «en muchas ocasiones Pedro limpió con sus manos las heridas dejadas por las cadenas y besó sin asco las llagas de aquellos que tenían lepra».

Pedro enfrentó con determinación a quienes abusaban de sus esclavos. Los testimonios de la época afirman que tenía la costumbre de ir a casa de los amos para reclamarles con vehemencia por el trato anticristiano a hombres y mujeres a quienes usualmente se castigaba a latigazos. Incluso, intervino ante la Santa Inquisición para evitar la tortura o ejecución de esclavos acusados de hechicería.

          Iglesia de san Pedro Claver en Cartagena de Indias

Aristizábal Giraldo señalaba en ese entonces que además de su labor humanitaria, Pedro Claver contribuyó de manera tan extraordinaria a la propagación de la fe católica que alcanzó a bautizar a 300.000 de los más de 320.000 africanos que llegaron a Cartagena entre 1615 y 1654. Este sacerdote, que tenía 80 años en la Compañía de Jesús, recalcaba que con ese propósito, también dispuso que los negros encabezaran las filas para la confesión y la comunión y que después de ellos siguieran los más pobres, los niños y por último los blancos.

Claver en el siglo XXI

Agobiado por el mal de Parkinson ―olvidado, criticado y muy pobre― Claver murió el 8 de septiembre de 1654. De inmediato, pobres y ricos, negros y blancos empezaron a pedir su canonización. Sin embargo, este proceso empezó 93 años después al ser reconocidas sus virtudes heroicas y continuó un siglo más tarde cuando el Vaticano, en 1850, lo declaró beato. Transcurridos veinte papados, en 1888, fue elevado a la gloria de los altares por el papa León XIII quien al incluirlo en el libro de los santos manifestó: «Después de la vida de Cristo, ninguna ha conmovido tan profundamente mi alma como la de san Pedro Claver».

En Cartagena, la segunda ciudad colombiana con el mayor número de afrocolombianos, están el museo y la hermosa iglesia que honran su vida y su obra. Allí, donde se conservan sus reliquias, los papas san Juan Pablo II y Francisco elogiaron su legado de caridad, misericordia y humanismo. Y a las afueras de ese templo una impresionante escultura de Enrique Grau, uno de los artistas plásticos más notables del país, lo recuerda abrazado con un esclavo.

Dentro del claustro de la Compañía de Jesús en esa ciudad también funciona el Centro Cultural Afrocaribe, una fundación que trabaja por la paz, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y los excluidos. Adicionalmente, para exaltar su obra, en 1985 el Congreso de la República declaró el 8 de septiembre como Día de los Derechos Humanos.

«Todo eso es muy importante ―anotaba el biógrafo Aristizábal Giraldo― pero nada es más grande que «decirle al mundo que todos somos iguales».