En el domingo de Ramos, el punto culminante de la Cuaresma, la Iglesia lee una de las grandes narrativas de la Pasión de los Evangelios sinópticos. Pero quiero hoy mirar la segunda lectura —un pasaje del Segundo capítulo de la carta de Pablo a los filipenses, cuyo corazón es un himno o un poema. Estas palabras se remontan a los comienzos mismos del cristianismo, y sirven como un hermoso resumen de la fe. Pablo está reflexionando sobre la trayectoria descendente del Hijo de Dios —todo el recorrido hasta la muerte misma, incluso muerte de cruz. Se nos ofrece como segunda lectura de la Misa de hoy, y pienso que no le prestamos la suficiente atención. Recuerden Pablo ha está evangelizando en la actual Turquía, Asia Menor. Y luego dice que a traves de un sueño él tiene el llamado de ir a Macedonia para cruzar a lo que es hoy Europa y comenzr a predicar el Evangelio allí. Y uno de los lugares primero que llega en un pequeño poblado de Filipos. Era un poblado importante para los romanos debido a la gran batalla que se había librado allí luego de la muerte de Julio Cesar, cuando Bruto y Casio fueron conquistados por Marco Antonio y Octaviano. Era entonces una ciudad importante y uno de los primeros lugares de Europa donde predica Pablo. Y piensen, eso conduce a la evangelización de todo el continente europeo, que luego llevó la fe cristiana a todo el mundo. Las palabras que escribe entonces a esa pequeña comunidad son extremadamente importantes, y les escribe una carta con una especie de cariño personal. Bueno en el segundo capítulo, encuentran este pasaje. Son las palabras de Pablo, pero se cree que el corazón de ellas es un himno o una clase de poema que probablemente Pablo aprendió de la liturgia Cristiana en los primeros días. Ahora bien, si les escribe a los filipenses en algún momento de mediados de la década del cincuenta del siglo I, que parece lo más probable, y si para ese momento, él ya había incorporado un himno que se estaba usando estas palabras, en su esencia se remontan a los comienzos mismos del Cristianismo. Y pienso que sirven como una hermosa declaración resumida de la fe Cristiana. Permítanme entonces dar un breve repaso a algunos de estos maravillosos movimientos. Pablo dice, ¨JESUCRISTO¨, o ¨CHRISTOS JESOUS¨ en su griego, pero en su mente hebrea deba haber estado pensando, ¨MASHIACH YESHUA¨ JESÚS EL UNGIDO. MASHIACH significaba el nuevo David, el nuevo Rey de Israel. MASHIACH YESHUA. Siendo Dios… Podría decirles algo, no le crean a la gente que les dice que creer en la divinidad de JESÚS es cierta adición tardía, que sucedió en la época de Constantino, que fue inventada por teólogos posteriores. Tonterías. Uno de los primeros textos que tenemos sobre MASHIACH YESHUA, sobre CHRISTOS JESOUS, uno de los primeros textos dice MASHIACH YESHUA, sobre CHRISTOS JESOUS, QUE ERA DIOS, verdadero hombre, por supuesto
Matthew 16:14-28,
Matthew 17:1-66
Amigos, en este Domingo de Ramos, leemos el magnífico Evangelio de Mateo sobre la Pasión que nos invita a reflexionar sobre la seriedad del pecado.
El Evangelio proclamado por los primeros Cristianos ciertamente involucra la gloriosa Resurrección, pero los primeros evangelistas nunca dejan que sus oyentes olviden que quien había resucitado no era otro que el crucificado.
Entonces la pregunta era, y sigue siendo, ¿por qué la salvación de la raza humana por parte de Dios tiene que incluir algo tan horrible como la crucifixión del Hijo de Dios?
En este aspecto, los autores de las Escrituras han entendido el pecado no tanto como una serie de actos sino como una condición en la que estamos atrapados. Ninguna cantidad de esfuerzo puramente humano podría resolver el problema. Algo terrible debía hacerse en nuestro nombre para compensar el horror del pecado.
Con este realismo Bíblico en mente podemos comenzar a comprender por qué era necesaria la crucifixión del Hijo de Dios. La relación justa entre Dios y los seres humanos no podía restablecerse a través de nuestro esfuerzo moral o simplemente con una palabra de perdón. Había que hacer algo, y sólo Dios podía hacerlo.
Domingo de Ramos
Solemnidad Litúrgica, 25 de marzo de 2018
Martirologio Romano: Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, cuando nuestro Señor Jesucristo, como indica la profecía de Zacarías, entró en Jerusalén sentado sobre un pollino de borrica, y a su encuentro salió la multitud con ramos de olivos.
El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.
En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria – anamnesis – de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.
Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. .
Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.
San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: «Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto».
Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.
Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos.
Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.
Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.
La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.
¿Qué celebramos el Domingo de Ramos?
Con el Domingo de Ramos comienza la Semana Santa
Con el Domingo de Ramos comienza la Semana Santa. En este día se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamó como el Mesías.
Este acontecimiento se puede leer en el Evangelio de San Mateo, donde se anuncia su Pasión.
La primera tradición litúrgica de este día corresponde a la de Jerusalén. En ella recordamos el gesto profético de Jesús que ingresa como Rey de paz, y el Mesías que fue aclamado y después condenado para el cumplimiento de las profecías.
En el Evangelio de San Mateo se narra que la gente alfombraba el camino por el que pasaría Cristo y gritaba: «Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto».
Las ceremonias principales del día son la bendición de las palmas, la procesión, la Misa, y durante la Misa, el relato de la Pasión.
Los fieles que participan en la procesión, que data del siglo IV en Jerusalén, deben llevar en las manos ramos de palma, olivos u otros árboles, y entonar cantos adecuados. Los sacerdotes y los ministros, llevando también ramos, deben ir delante del pueblo en el procesional.
No hay que olvidar que la bendición de los ramos y palmas tiene lugar antes de la procesión y que se debe instruir a los fieles cristianos a que conserven en sus casas, junto a las cruces o cuadros religiosos que hay en los hogares, los ramos bendecidos como recuerdo de la victoria pascual del Señor Jesús.
La segunda tradición litúrgica es la de Roma, la cual nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo, anticipando la proclamación del misterio en el Evangelio de Mateo (26:14–27:66).
Para el bien espiritual de los fieles, conviene que se lea por entero la narración de la Pasión y que no se omitan las lecturas que la preceden. Terminada la lectura de la Pasión no debe omitirse la homilía.
Con María, en Domingo de Ramos
Después de cada Domingo de Ramos viene el Jueves Santo, y el gallo también cantará tres veces para ti.
Por: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
¿Sabes, María…? El lunes empezamos la Semana Santa, mañana es domingo de Ramos.. Por misericordia de Dios, este año he tomado mayor conciencia de del sentido de estos días en mi propia vida, por un exquisito detalle de amor de mi Señor he aprendido a ver, en mi propio dolor, no una ausencia de Dios, sino una presencia real de su amor, dándome, en cada momento difícil, la oportunidad de transitar con Él mi propio camino de Salvación….por eso quiero acercarme hoy a ti, maestra del alma, para que, como mi madre que eres, me tomes de la mano y me muestres el camino hacia tu Hijo.
– El camino hacia mi Hijo, el único camino que vale la pena transitar… Mi alma quisiera que todos anhelaran ese camino… pero. No importa, no hablaremos de eso ahora, ven vamos a Jerusalén, que la gente ya se está acercando a Jesús y nos costará trabajo abrirnos paso entre la multitud…
Y te sigo… ¿Qué otra cosa puedo hacer? Si seguirte termina siendo siempre luz para el corazón, paz para el alma.
Tal como lo dijiste, la gran multitud que había venido para la fiesta de la Pascua se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén…llegamos justo cuando Jesús estaba montando un asno para entrar a la ciudad, la gente se apretujaba por acercársele, muchos habían visto la resurrección de Lázaro y daban testimonio… nos acercamos, vimos a las mujeres de Galilea, silenciosas, que le seguían a Él por donde fuera, tú, Madre querida, te acercaste para verlo sin que Él lo notara, tenias ganas de abrazarle, de cuidarle, de atenderle como cuando era pequeño. Le nombraste Jesús, amor de mi alma Fue apenas un susurro en el griterío de la gente, apenas si yo, que estaba pegadita a vos, lo oí con dificultad. Pero el alma de tu Hijo te oyó, giró la cabeza y sus ojos purísimos y mansos se encontraron con los tuyos, fue una mirada larga, llena de palabras que iban de corazón a corazón. Por un instante sé que estuvieron en ese lugar sólo ustedes dos, miles de ángeles inclinaron la cabeza con respeto, fue una mirada de amor profundo, de entrega sin límites a la Voluntad del Padre, una mirada de despedida.
Luego Él se volvió a las gentes, el tosco animal inició su marcha triunfal, mientras el pueblo extendía sus mantos como improvisada alfombra real… las ramas de olivos, arrancadas por cientos de manos, fueron verdes pañuelos que saludaban al Mesías, claro, que en ese momento nadie pensaba que los verdes pañuelos hoy serían ramas marchitas en pocos días, que se quemarían con el fuego de la indiferencia o el abandono. Al llegar a la pendiente del monte de los Olivos, comenzamos a escuchar de mil gargantas…» ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y Gloria en las Alturas!»
Tú y yo, María, caminábamos entre las gentes, nadie te reconocía, nadie veía en ti a la mujer por cuyo sí hoy tenían ellos a quien aclamar.
– Mucha gente – dijiste con tristeza- mucha gente hoy, como en la multiplicación de los panes o en el sermón de la barca, todos le dejarán solo en pocos días…
– Señora – y sentí vergüenza por mi, ya que muchas veces yo le había saludado desde mi Monte de los Olivos y le había dejado solo después- cuanto nos ama tu Hijo, cuanto.
– Mi corazón puede sentir la angustia del suyo, hija mía, al mirarle, hace un momento, note una mirada triste, aunque no arrepentida de su decisión, angustiada, mas no por Él sino por toda esta gente, solitaria, porque su alma sabía que este bullicio es pasajero, decidida, porque mi Hijo vino para hacer la Voluntad del Padre, valiente, porque sabia que aún faltaba la lucha final y estaba determinado a vencer pues su victoria es nuestra única esperanza. Una mirada en paz, con la tranquilidad profunda de la verdadera libertad que es hacer lo que debe hacerse, aquello para lo que cada ser fue concebido desde el principio de los tiempos.
– Señora ¿Irás a la casa donde se hospedará Él?, es que así le tendrás mas cerca.
– No, yo estaré cerca, Él sabe que estoy, mas debo dejarle en libertad, Él debe cumplir su misión hasta el final… y ambas sabemos la clase de final.
– ¿Qué siente tu corazón ahora, Madre querida? Perdona la torpeza de la pregunta, pero… Es admirable como estas de pié, en silencio, sin gritos, aun en medio del dolor te mantienes serena. ¿De donde sacas fuerza, Señora?
– Pues del mismo por quien sufro, amiga mía. Verás, cuando el ángel me anunció que sería la madre del Mesías, yo sentí que aceptar era como dar un gran salto al vacío, pero sabía que mas vacía quedaría si me negaba. Desde ese momento hasta hoy he pasado por muchísimas circunstancias que me han ido enseñando quien es en realidad este Hijo mío, que es mío pero no me pertenece, aprendí que ser su mamá era sólo ser un puente, que mi «sí» unía su decisión de salvar la humanidad con la humanidad misma, pero nada más, no me asistía el derecho de anteponer mis sentimientos a su misión salvadora, debía aprender el valor de la renuncia, debía aprender que, la única manera de estar junto a Él era estar desde lejos.
– Señora ¿Qué debe aprender mi alma de este día?
– Debe aprender que es fácil reconocerle y amarle cuando todo marcha bien, que no es gran merito aclamar su nombre cuando todos lo hacen y «queda bien» debes recordar que, después de cada Domingo de Ramos viene el Jueves Santo, y el gallo también cantará tres veces para ti.
– ¿Qué hacer, entonces?
– Seguirlo siempre, aun en medio de tu propio dolor, ver que te espera detrás del sufrimiento, que no te deja sola, que está contigo, sobre todo cuando tu crees que está lejos. Recuerda siempre que Él te amó tanto que padeció todo esto por ti, para que tuvieses vida eterna.
Seguimos a Jesús hasta que llegó a la ciudad, luego Él fue al Templo, Maria quedó contemplándole desde lejos. Antes de entrar al recinto Jesús la miró desde lo profundo del alma, su mirada era… indescriptible, una extraña mezcla de amor, tristeza, paciencia y soledad. En pocos días todo habría terminado y, al mismo tiempo, todo habría comenzado…
– Hija querida- dijiste mientras me abrazabas con ternura- espero que tu corazón haya aprendido, haya crecido, haya conocido de cuanto es capaz el amor de Dios… aunque, hija mía… la verdadera dimensión de ese amor no puede ser comprendida en este mundo…
– Gracias, Señora mía, por este tiempo que nos dedicas a tus hijos…. gracias….
Y te fuiste… te fuiste y te quedaste al mismo tiempo…. como dice la Escritura, nadie puede separarnos del amor de Cristo… y, por consiguiente, Señora mía, tampoco nadie puede separarnos de tu amor….
Amigo, amiga que lees estas líneas… ten un Domingo de Ramos acompañado de María
NOTA:
Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de «Cerrar los ojos y verla» o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.