También hoy hay quien viene a insistirnos una y otra vez diciendo: “No, la santidad está en estos preceptos, en estas cosas, tenéis que hacer esto y esto”, y nos proponen una religiosidad rígida, la rigidez que nos quita esa libertad en el Espíritu que nos da la redención de Cristo. Estad atentos ante la rigidez que os proponen, estad atentos. Porque detrás de toda rigidez hay algo feo, no está el Espíritu Santo. (…) Dios siempre está cerca de nosotros con su bondad. Es como aquel padre que todos los días subía a la terraza para ver si volvía el hijo: el amor del Padre no se cansa de nosotros. Pidamos la sabiduría de ser conscientes siempre de esta realidad y de echar a los fundamentalistas que nos proponen una vida de ascesis artificial, lejana de la resurrección de Cristo. La ascesis es necesaria, pero la ascesis sabia, no artificial. (Audiencia general del 1 de septiembre de 2021)
RECORDEMOS DE NUEVO AL FALLECIDO PAPA BENEDICTO XVI
Ha muerto uno de los clérigos más relevantes de los últimos cien años. El Papa Benedicto XVI (anteriormente Joseph Ratzinger) deja un legado extraordinario tanto a la Iglesia a la que sirvió como a toda la sociedad. Escarnecido a menudo por sus oponentes como un conservador recalcitrante, fue de hecho uno de las figuras más equilibradas, matizadas y estabilizantes dentro del ámbito Católico.
El evento de su vida que lo caracteriza fue el Concilio Vaticano II, la reunión de obispos y teólogos desde 1962 a 1965 que tuvo lugar en la Iglesia Católica en una conversación renovada con el mundo contemporáneo. Aunque tenía solo treinta y cinco cuando fue elegido para ser asesor teológico de uno de los destacados cardenales alemanes, Ratzinger demostró ser un actor relevante en el Vaticano II, contribuyendo a la composición de muchos de sus documentos principales y explicando su enseñanza a toda la cultura. En el concilio mismo, demostró su antagonismo a aquellas fuerzas conservadoras que resistían la renovación que prefería la mayoría de los obispos. Una de las mayores ironías de su vida es que, en el despertar del Vaticano II, se situó en contra de los progresistas que querían presionar más allá de los documentos del concilio y comprometer la integridad del Catolicismo. Así, el “liberal” del Concilio se convirtió en “conservador” de los años post conciliares, incluso cuando, según su propio juicio, sus opiniones nunca cambiaron.
Alguien con ideas afines fue el Cardenal Arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, quien, luego de ser elegido Papa Juan Pablo II, eligió a Ratzinger para ser el jefe de su oficina de doctrina. Como cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger pasó veinticinco años articulando la enseñanza del Vaticano II y defendiéndola contra sus críticos tanto de la izquierda como de la derecha. Su elección como Papa Benedicto XVI en 2005, a continuación de la muerte de Juan Pablo II, fue en gran medida consecuencia de que se lo percibía como un equilibrado del Concilio.
El Papa Benedicto decía que el Cristianismo no es una ideología ni una filosofía, sino una relación con una persona, con el Jesucristo viviente.
Es obvio que Ratzinger, como sacerdote, obispo, teólogo y papa fue un hombre de fe. Pero es tal vez igualmente importante destacar que fue uno de los grandes defensores de la razón en el escenario mundial. En un tiempo en que muchos representantes de la cultura secular cuestionaban nuestra capacidad de conocer algo como verdadero, Ratzinger se opuso a lo que llamó “la dictadura del relativismo”. Afirmó, en consonancia con la gran tradición Católica, que ciertas verdades —morales, intelectuales y estéticas— pueden ser conocidas y su conocimiento de hecho sirve para unir a la gente a través de las divisiones religiosas y culturales. Este fue precisamente el tema de su controvertido Discurso de Ratisbona en 2006. La creencia Cristiana de que Jesús es el “Logos” o la palabra construye efectivamente un puente entre el Cristianismo y toda religión, filosofía o ciencia que trate con la verdad y realice afirmaciones “lógicas”. En consonancia con esta intuición, Ratzinger captó la atención de los más destacados ateístas y filósofos escépticos de su tiempo.
Me referí anteriormente a su reputación en ciertos círculos como el Panzerkardinal (el Cardenal tanque), un reaccionario inflexible, incluso cruel. Aquellos que conocían a Joseph Ratzinger personalmente sólo podían sacudir sus cabezas ante tamaña caracterización. Porque de hecho era un académico agradable, muy amable, de voz suave, cuyo don particular era el hallazgo de una base común. Los miles de obispos que llegaban a Roma para sus visitas ad limina durante los años de Ratzinger como prefecto, quedaban típicamente impresionados por su extraordinaria capacidad de escucha de todas las perspectivas para luego encontrar una síntesis esclarecedora. Sus amigos dicen que luego de un largo día de trabajo durante los años de Juan Pablo II, Ratzinger adoraba visitar alguna de las librerías cerca del Vaticano, encontrar el último libro de teología, y dirigirse a un rincón tranquilo de algún restaurant cercano y cenar solo (su plato favorito era cacio e pepe) mientras absorbía el texto. No puedo dejar de pensar que los últimos diez años, ocupados en un calmo retiro en los jardines Vaticanos, representaron el camino que realmente quiso vivir toda su vida.
Cuando estuve en Roma como académico invitado durante la primavera de 2007, me empeñé en atender las audiencias generales del Papa Benedicto los miércoles en la Plaza de San Pedro. Ante una considerable multitud, el Papa daba una clase sobre algún aspecto de la fe o sobre alguno de los grandes teólogos de la tradición Católica. Su extraordinario conocimiento, erudición y dominio de idiomas quedaban en clara exhibición. Pero lo que siempre me impresionaba más, era su amor por Cristo. El Papa Benedicto decía que el Cristianismo no es una ideología ni una filosofía, sino una relación con una persona, con el Jesucristo viviente. En su comportamiento, su mirada, su tono de voz, y sus modales, pude sentir que creía esto, y más aún, que lo vivía.
Gracias Papa Benedicto, por las miles de formas en que ha bendecido a la Iglesia. Y que Dios le conceda su paz.
• Mark 2:23-28
• En el Evangelio de hoy Jesús reconoce ser el Señor.
Los primeros cristianos clamaban Iesous Kyrios: Jesús es el Señor.
Esto molestaba tanto a judíos como a los gentiles.
Los judíos se sentirían enormemente irritados por el uso del término Kyrios para describir a un ser humano ordinario.
Además, insinuar que ese hombre era el Mesías de Israel —cuando había muerto en manos de los enemigos de Israel— era simplemente blasfemo.
Y para los griegos, este clamor era subversivo, porque una consigna de la época era Kaiser Kyrios: el Emperador es el Señor.
Y se estaba proponiendo un nuevo sistema de lealtad, un nuevo tipo de orden y señorío, y esto era de hecho una amenaza para el sistema reinante.
Los cristianos debemos entrar en la arena pública con audacia y confianza, ya que no estamos anunciando una espiritualidad privada o personal, sino que estamos anunciando un nuevo Rey bajo cuyo señorío todo debe estar supeditado.
Si Jesús es verdaderamente el Señor, entonces el gobierno, los negocios, la vida familiar, las artes, la sexualidad y el entretenimiento tienen que estar bajo Su dirección.
Contracorriente desde el corazón
Santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28.
Martes II del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En verdad deseo que venga tu Reino a mi corazón. Cada día es un esfuerzo por dejarme poseer por la ilusión de amarte. Un deseo de que dispongas plenamente de mi ser. Y heme aquí, he aquí mi libertad, he aquí que quiero conocer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28
Un sábado Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”. Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”. Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Por qué los discípulos de Jesús se comportan distinto que los demás?, ¿por qué se permitían caminar por encima del orden señalado? Por alguna razón se sentían libres. Estaban en misión, cansados, y quizá con no pocas preguntas en sus corazones que bullían en esos traslados silenciosos, al costado del Señor (¡y cuántos de estos no habrán tenido en esos tres años, para pensar en tantas cosas!). Llegó, pues, un instante en donde el hambre no permitió ser ignorada una vez más. He aquí que un primer discípulo se agachó a arrancar unas cuantas espigas. Y así comenzó toda la escena…
Ahora dime, Señor, ¿qué tipo de enseñanza, de discipulado, estabas realizando con aquellos pescadores?, ¿cómo es que de pronto comenzaban a actuar casi contra toda naturaleza?, ¿a veces incluso contra la ley? Hoy arrancaron espigas en sábado, pero en otras ocasiones ayunaban mientras otros banqueteaban. Y después banqueteaban mientras muchos ayunaban. Un día decidieron dejar las orillas pesqueras para vivir, literalmente, en las manos de Dios.
Pero, a decir verdad, mi pregunta es más profunda, Señor, pues sé no se trataba de una mera rebeldía, de algo que sólo consistiera en andar de modo aleatorio contra corriente. Sus corazones estaban cambiando y se notaba constantemente.
Cuando muchos lloraban lágrimas que caían hacia la tierra, ellos derramaban lágrimas que subían al cielo. Mientras muchos gritaban por temor ante un endemoniado, ellos guardaban un santo temor de Dios.
Cuando muchos desbordaban desconsuelo, eran ellos que venían a consolar. ¿Era un poco esto en lo que consistía este instaurar tu Reino?
En estas breves líneas de tu Evangelio, he podido ver que andar contigo no era solamente algo externo, sino que es algo que poco a poco enraíza en mi interior. Yo quiero también participar de ello, quiero experimentar ese dulce caminar contra corriente, ese apasionado andar contra corriente; pero no por una actitud de rebeldía, sino por una conversión del corazón hacia la vida eterna, hacia la cual camino y hacia la cual quiero introducir a tantos. Es un camino de renuncia y, al mismo tiempo, un camino lleno de grandes dones.
…Y cuando muchos rieron, lloraron ellos la muerte de su Dios. Y cuando muchos se olvidaron, vivieron ellos su resurrección.
«Lo cierto es que frente al hambre, Jesús priorizó la dignidad de los hijos de Dios sobre una interpretación formalista, acomodaticia e interesada de la norma. Cuando los doctores de la ley se quejaron con indignación hipócrita, Jesús les recordó que Dios quiere amor y no sacrificios, y les explicó que el sábado está hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado. Enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón, que prioriza siempre al ser humano y rechaza que determinadas lógicas obstruyan su libertad para vivir, amar y servir al prójimo».
(Discurso de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pensaré cómo puedo compartir el sentido sobrenatural que da el Evangelio a mi vida; quizás puedo visitar a una persona, o buscar darle unos minutos a un amigo que se encuentra necesitado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El difícil pero necesario arte de ir contracorriente
En varias ocasiones los Papas han hablado a los jóvenes, y junto con ellos a todos nosotros, sobre la necesidad de ir contracorriente.
* En varias ocasiones los Papas han hablado a los jóvenes, y junto con ellos a todos nosotros, sobre la necesidad de ir “contracorriente.” Es evidente que los valores y el estilo del mundo asfixian y quieren robar la semilla preciosa que Cristo ha traído a esta tierra. Pero, ¿qué es vivir contracorriente, y cómo se puede poner en práctica?
* La estrategia del mosquito es el nombre que damos a la actitud de los que consideran que basta con liberarse del fastidio presente imaginando que los problemas a la larga se resolverán por sí mismos, y las cosas volverán a una cierta “normalidad.”
* La estrategia del mosquito cree que el enemigo, como un perro rabioso, se va a calmar si le lanzo una salchicha; la verdad es que cada salchicha hace más fuerte al oponente. Todavía más grave el caso si el enemigo tiene un plan para subir cada vez más sus pretensiones y exigencias, como de hecho sucede en nuestros días.
* Nuestros tres grandes errores, compañeros de la fallida estrategia del mosquito, son la pereza, la cobardía y la ingenuidad. Dos ejemplos notables del daño que causa esa pasividad son los avances del lobby gay y las atrocidades a que lleva la legislación permisiva sobre el aborto. En el primer ejemplo, se pasa de legalizar el matrimonio gay a indoctrinar el pansexualismo en los niños. En el aborto, después de aprobado para situaciones “extremas” (como la violación) luego se considera “daño para la madre” todo lo que lastime supuestamente su sicología, como por ejemplo, tener que parir un hijo varón queriendo una niña.
* Podemos resumir diciendo que nuestra “estrategia del mosquito” resulta escandalosamente derrotada por la “estrategia del caballo de Troya,” que bien saben usar los que manejan con astucia sus agendas de aprobación legal y de manipulación de derechos en conflicto.
* Veamos primero lo que hay que evitar:
(1) No vale hundirse en la tristeza y la amargura.
(2) No sirve la nostalgia, que además encubre muchas mentiras e injusticias sobre el pasado.
(3) No surge nada del escapismo al estilo milenarista.
(4) No construye el volverse simplemente un cazador de herejías.
* ¿Qué hacer entonces?
(1) Experiencias vivas y gozosas de conversión; no puedes vencer la corriente del mundo si no te conduce una corriente más fuerte, la del Espíritu Santo. Es requisito la alegría. En la tristeza de los que solo denuncian quizás se esconde el deseo de pecar impunemente.
(2) Necesitamos estar bien alimentados. Con oración, ante todo. Con ansia de la gloria de Dios. Con claridad sobre nuestra necesidad de los sacramentos.
(3) Necesitamos baluartes: espacios para rehacer nuestras fuerzas; lugares de descanso y de renovar las fuerzas. A los cristianos del siglo I les tocó ir a las catacumbas. Esto implica también cuidar el baluarte.
(4) Formación permanente: estar actualizados sin estar obsesionados. Hablar de estos temas con amigos, relacionados y sobre todo con la propia familia. Esto incluye gozarse en la estatura y claridad de nuestra doctrina católica.
(5) Actitud de abnegación generosa para dejar lo que no construye y para tener una sana disciplina, mirando a la Cruz.
* * *
San Antonio Abad, inaugurador de la vida eremítica
Aprender sobre la vida de San Antonio Abad
Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com
VIDA
La vida eremítica siempre ha despertado una gran curiosidad y admiración. ¿Cuándo nacieron, cómo vivían y qué hacían los famosos “padres del desierto”? Pablo de Tebas es el primer eremita de quien tenemos noticia, pero no cabe la menor duda de que san Antonio abad le gana en fama mundial. Lo que sabemos entorno a este santo tan popular nos ha llegado a través de la biografía (cf. Vida) que san Atanasio, patriarca de Alejandría y amigo suyo, escribió en el año 357.
San Antonio Abad
San Antonio nació hacia el 250 en Queman, al sur de Menfis, Egipto. A los 18 años quedó huérfano, con una hermana más pequeña y un rico patrimonio que no le duró mucho tiempo: entrando un día en la Iglesia escuchó esta lectura del Evangelio: «Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres…». Así lo hizo: vendió todo lo que tenía, dio el dinero a los pobres, confió el cuidado de su hermana a unas vírgenes consagradas y se retiró al desierto para buscar a Dios en la soledad.
Se refugió en una tumba excavada en las montañas, pero su fama de santidad no tardó en propagarse. Unos acudían hasta el refugio para buscar consejo, otros para pedir milagros, y otros aún –los menos ciertamente– iban dispuestos a quedarse para imitar su estilo de vida. Acogía a todos con gran espíritu de caridad y, cuando en el 305 decidió abrir su retiro a quienes anhelaban quedarse con él, no tardó en poblarse de eremitas.
En el 311, durante la persecución de Maximino Daja en Egipto, san Antonio, con algunos de sus monjes, se dedicó a confortar a los cristianos. Después se retiró al desierto del alto Egipto buscando siempre mayor soledad y penitencia. No obstante la dureza de sus penitencias, tenía un gran sentido de equilibrio y prudencia, por ello, a los eremitas que se ponían bajo su dirección no les permitía hacer sacrificios extravagantes. Más que la austeridad misma, san Antonio recomendaba la pureza de alma y una gran confianza en Dios.
Preocupado por la fama que había adquirido sin buscarla, en el 312 quiso huir uniéndose a una caravana de beduinos y adentrándose en el desierto hasta llegar al monte Coltzim. Pero sus discípulos no tardaron en encontrarlo y fueron estableciéndose en las cercanías formando pequeñas comunidades a las que el santo visitaba de vez en cuando.
De esta forma tan sencilla y sin buscarlo, nuestro santo dio inicio a lo que más tarde se conocería como “vida cenobítica” o “monástica». Más allá de sus dotes carismáticas y de los milagros que rodearon su vida, san Antonio fue un verdadero padre para sus monjes, hombre de una espiritualidad incisiva y siempre fiel a la esencia del mensaje evangélico. La tradición dice que murió entorno al 356.
APORTACIÓN PARA LA ORACIÓN
La vida de este santo ha sido fuente de inspiración para muchos fundadores de órdenes monásticas y su mensaje de confianza ilimitada en Dios sigue siendo actual.
Ante las tribulaciones que le venían, bien sea de las tentaciones que el demonio le presentaba o bien de su anhelo de soledad frustrado por la gente que lo buscaba, supo mostrarse siempre alegre, precisamente por su confianza en Dios.
Esta virtud fue, tal vez, una de las más vividas por San Antonio y que solía animar a todos a pedirle continuamente a Dios en su oración.
Y otro punto fundamental de su doctrina era la meditación de los novísimos (la muerte, el juicio, el purgatorio, el infierno, el cielo, …).
Según el Abad de Egipto, esta contemplación fortalecía el alma contra las pasiones y el demonio. Si viviésemos, decía, como si hubiésemos de morir cada día, no pecaríamos jamás.
Y esta oración debe ir acompañada del sacrificio, la humildad, el amor a los pobres, la suavidad de las costumbres y, sobre todo, de un ardiente amor a Cristo.
San Antonio Abad, mucho más que el patrono de los animales
Maria Paola Daud – publicado el 17/01/20
Antonio el Grande fue el fundador del monaquismo cristiano
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San Antonio abad, o el grande, anacoreta, el de Egipto, del desierto o del fuego, como se le quiera llamar, se puede decir que fue el primer abad de la historia, que fue el fundador del monaquismo cristiano.
Antonio nació en Egipto, cuando formaba parte del Imperio Romano, hacia el 251.
Sabemos de su vida a través de los relatos trasmitidos por el doctor de la Iglesia san Atanasio.
Y también hace referencias en sus escritos san Jerónimo, que lo presenta como un hombre santo modelo de piedad cristiana.
Apenas murieron sus padres, Antonio distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto, donde comenzó a llevar una vida de austeridad y penitencia.
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Le dice que antes de comenzar su actividad, tuvo una visión en la que un ermitaño como él llenaba el día dividiendo el tiempo entre la oración y el tejido de una soga. De esto dedujo que, además de la oración, uno tenía que dedicarse a una actividad concreta.
Tuvo a su lado numerosísimos seguidores, muchos de los cuales tuvieron que soportar la terrible persecución cristiana a cargo de Diocleciano.
Apoyó firmemente a san Atanasio en su lucha contra los arrianos, y se dice que vivió hasta los 105 años.
Patronazgo
Es muy conocido por ser patrono de los animales domésticos. En los escritos de san Jerónimo sobre la vida de Pablo el ermitaño, se cuenta que Antonio fue a visitarlo ya anciano y lo dirigió en la vida monástica.
Un cuervo que traía diariamente un pan a Pablo recibió al abad trayéndole un pan también a él. Cuando murió Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales.
También se cuenta que una vez se le acercó una jabalina con sus cachorros que estaban ciegos. La jabalina estaba en actitud de súplica. Antonio curó a los cachorros de su ceguera y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara. Por eso en muchas imágenes se lo representa con una jabalina, a los que todos ven como un cerdito.
También es patrono de los carniceros, y se le invoca contra el herpes zóster.
Lugares de culto al santo
Desde hace unos años para el día de san Antonio en la plaza al lado del Vaticano se realiza la bendición de los animales, promovida por la Asociación Italiana de Criadores y también se realiza un desfile de caballos que pertenecen al ejército italiano.
Esta tradición de bendecir a los animales para el día de san Antonio no solo se realiza en el Vaticano, sino en muchos lugares del mundo, con grandes fiestas en honor al santo.
Antoine Mekary | ALETEIA | I.MEDIA
Curiosidades sobre san Antonio
En estos primeros años, tentaciones muy fuertes atormentaron a san Antonio. Le asaltaban las dudas sobre la validez de la vida solitaria que llevaba.
Al consultar a otros ermitaños, estos le aconsejaron que se separara aún más radicalmente del mundo.
Siguiendo el consejo se cubrió con un paño áspero y se encerró en una tumba excavada en la roca cerca del pueblo de Coma.
Allí fue atacado y golpeado fuertemente por el demonio. Inconsciente fue recogido por personas que fueron a la cueva para traerle comida y lo llevaron a la iglesia del pueblo, para que se recuperara.
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Arte y Cultura relacionada con san Antonio
Como dijimos, se suele representar a san Antonio con un “cerdo” que en realidad es una jabalina a su lado.
Pero quizás lo más llamativo es la cantidad de obras pictóricas dedicada a “las tentaciones”. Entre los pintores famosos están: Miguel Ángel, El Tintoretto, Bosch, Teniers, Paul Cézanne, Dalí, etc.