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Luke 10:1-9

Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos muestra lo que Jesús quiere que sus discípulos hagan y cómo deben hacerlo. Somos una Iglesia misionera. Somos enviados por el Señor para esparcir Su Palabra y realizar Su trabajo. El Evangelio no es algo para aferrarse solo para nuestro beneficio; sino que es una semilla que debemos regalar.

 

 

La oración no es algo secundario al ministerio. No es algo decorativo. Es el alma de los esfuerzos de la Iglesia. Sin la oración nada tendrá éxito; sin ella ningún ministro surgirá. Por ello, en todo momento recemos, recemos, y recemos.  

Pobreza y simplicidad de vida son prerrequisitos para la efectiva proclamación del Evangelio. Antonio, Benito, Crisóstomo, Francisco y Clara, Domingo, Ignacio, Madre Teresa—a través de la Iglesia, los más efectivos proclamadores del Evangelio son aquellos que han confiado en la providencia de Dios y dejado todo lo mundano.

¿Qué es lo primero que un ministro debería hacer al entrar en una ciudad? “Curen a los enfermos que haya”. Cristo es Soter, sanador de cuerpo y espíritu. La segunda gran tarea de la Iglesia es proclamar que “ya se acerca a ustedes el Reino de Dios”. La Iglesia anuncia, proclama, evangeliza. 

 

En la solemnidad de ayer hablábamos amados hermanos y hermanas de un horizonte de plenitud, porque nuestra mirada se dirigía a todos aquellos que por su santidad, anónima o no, gozaban de la plenitud de Dios. Hoy en cambio recordamos a los fieles difuntos y nuestra celebración quizás se queda un paso atrás.

De los fieles difuntos no afirmamos rotundamente su comunión con Dios como podemos hacer con los santos, sino que, más conscientes de sus vidas, de su debilidad, oremos por ellos… para que sí, para que lleguen a unirse a todos los santos del cielo.

Evidentemente que las dos celebraciones están muy ligadas, pero la liturgia de hoy, recordando a los difuntos, nos llama preferentemente a una actitud de oración, de esperanza, de confianza. Todos hemos pasado por la experiencia de la muerte de una persona querida.. Estos momentos de despedida, ¿no son siempre un momento para hacer balance? ¿Para pensar en la vida? ¿Para pensar cómo amamos?

Y algunos, ya mayores, quizás pensamos en nuestra vida porque toda muerte nos hace pensar que sólo tenemos una vida. El salmo responsorial nos ayuda a entrar en esa tranquila reflexión que la liturgia de hoy nos propone. El salmo nos habla de la presencia de Dios en nuestra vida: Un Dios que alumbra, que salva, que es un muro que protege. Un Dios que sabe que no hemos llegado, que estamos en camino, pero que avanzamos, que nos dice: Llegar ante vosotros es lo que quiero. Un Dios al que nosotros decimos que queremos estar en su casa. Estos días cuando debo recibir romerías les digo que Dios nos ha hecho el don de este lugar, porque lo velamos y nos permite ser testigos de la alegría de quienes vienen a PAX.

 

Siéntase también parte de esta alegría,. Como cristianos, tanto nuestra vida hoy como nuestra esperanza de resucitar, debe estar centrada en Jesucristo. Cuando Jesucristo vivía entre la gente, antes de su muerte nos dijo muchas cosas útiles para vivir plenamente, las podríamos resumir diciendo que dijo que quisiéramos a Dios y nos amáramos unos a otros. ¡No dijo esto y se fue! Lo más interesante, lo que más nos ayuda a seguir sus palabras no es que sean muy inteligentes, muy profundas o siempre acertadas en cada una de las situaciones que se encontró; todo esto es verdad, pero lo más importante es que, después de morir, resucitó. Esto significa que se hizo presente y sigue presente entre nosotros y llama a todos a vivir como él vivió, para después poder seguir viviendo con él en la vida que nunca se acaba. Este estar presente de Jesús resucitado después de su muerte, le explica muy bien el evangelio de los discípulos de Emaús.

Estos discípulos están frustrados. Todo lo que Jesús había enseñado parece que ya no tiene sentido, teniendo en cuenta su muerte en cruz y su desgracia pública. Es curioso: sus palabras son las mismas que entusiasmaban a la multitud, se recuerdan sus actos y sus curaciones, pero ahora no provocan entusiasmo, más bien provocan que estos dos discípulos se marchen hacia otro lado, en dirección contraria. Se van incluso escuchando ya un primer mensaje de la resurrección, pero sin haberlo creído… “algunas mujeres han dicho…”; pero total, quien puede hacer caso de algunas mujeres en algo tan serio… Con todo, Jesús se hace presente, sin reconocerlo, camina con ellos en su misma dirección, a pesar de ser contraria a la del lugar de su Resurrección y de su mínima e incipiente comunidad de creyentes. Y caminando con ellos, no bastante nada, va hablando, va contando hasta que en el momento de compartir el pan, lo reconocen. Entonces todo tiene sentido: sus vidas, las palabras de Jesús, ¡incluso lo que habían dicho las mujeres! A partir de ahí la vida de estos discípulos como la de todos los demás que hemos venido detrás, será acompañada de la presencia de Jesús resucitado y de la esperanza de reunirnos con el.

 

Y en nuestra resurrección. La diferencia que aporta la vida cristiana a una filosofía de vida es esa intimidad que Cristo resucitado nos hace posible con Él, por su Espíritu Santo enviado y en la comunión de Dios Padre, por todos los días de la vida única. Ésta y la futura. Por eso hoy oramos por los difuntos, para que se cumpla su bautismo, para que su vida en Jesucristo aquí, tenga la continuidad y la plenitud de la comunión con Dios en la eternidad. Este último año nuestra comunidad ha rogado que esta realidad de vida plena fuera verdad por nuestro hermano el. A la esperanza de que Dios, por su misericordia, le haya perdonado y acogido, añadimos la acción de gracias por sus muchos ejemplos de piedad, paciencia, discreción y fe. Sí. Nuestros hermanos difuntos también pueden sernos, por su ejemplo, una exigencia para nosotros hoy, porque encarnan maneras de amar a Dios y al prójimo. Dejémonos inspirar por ellos. Los discípulos de Emaús reconocieron a Jesús resucitado al partir el pan. En cada eucaristía el Señor nos da esa posibilidad porque se hace presente. Pongamos toda nuestra atención para reconocerlo vivo entre nosotros con todas sus consecuencias.

Esto de quitar la capacidad de comprender la revelación de Dios, de comprender el corazón de Dios, de comprender la salvación de Dios -la clave del conocimiento- podemos decir que es un olvido grave. Se olvida la gratuidad de la salvación; olvidamos la cercanía de Dios y olvidamos la misericordia de Dios, y quienes olvidan la gratuidad de la salvación, la cercanía de Dios y la misericordia de Dios, les han quitado la llave del conocimiento. (…) Esto sucede hoy. Los fariseos, los doctores de la ley, no son cosas de aquellos tiempos, aún hoy hay muchos. Por eso es necesario orar por nosotros pastores. Orad para que no perdamos la llave del conocimiento y no nos cierren la puerta a nosotros y a las personas que quieren entrar. (Santa Marta, 19 octubre 2017)

 

 


Pablo de la Cruz, Santo

Memoria Litúrgica, 19 de octubre
Fuente: Passionchristi.org



Presbítero y Fundador
El místico del Calvario

Martirologio Romano: San Pablo de la Cruz, presbítero, que desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. (1775)

Fecha de beatificación:1 de mayo de 1853 por el Papa Pío IX


Fecha de canonización: 29 de junio de 1867 por el Papa Pío IX

Etimológicamente: Pablo = Aquel que es pequeño o débil, es de origen latino.

Breve Biografía


El día 3 de enero de 1694 en la pequeña ciudad Ovada, cerca de Alejandría. al norte de Italia, nació Pablo Francisco Danei Massari. Es el siglo XVIII, también llamado «siglo de las luces» pues, en general, se pensaba que la inteligencia humana es la única autoridad y que la fe y la revelación son un obstáculo al desarrollo de la humanidad.



Pablo vivió su niñez en un hogar auténticamente cristiano, desde el cual experimentó las alegrías y los sufrimientos de la vida: de 16 hijos del matrimonio Lucas Danei y Ana María Massari sólo sobrevivieron 6. No faltaron también las dificultades económicas, por lo que la familia tuvo que cambiar continuamente de domicilio en busca del trabajo. Pablo, quien desde muy pronto debió ayudar a su padre, no pudo asistir con regularidad a la escuela.



El gran testimonio de la fe cristiana de Ana Maria -su madre- ejerció gran influencia en la educación religiosa de Pablo, a la que éste correspondió con una respuesta generosa.



 

A los 19 años, en 1713, el joven Pablo tomó la primera gran decisión de su vida. La predicación de un sacerdote o una charla espiritual con él le impresionó de tal forma que, profundamente emocionado y arrepentido, hizo confesión general de sus pecados y decidió consagrar su vida a Dios de un modo más radical y absoluto. Él mismo llamará después a este momento su «conversión a penitencia «.



Años más tarde, cuando en 1716 el Papa Clemente XI invitó a la cristiandad a una cruzada contra los turcos, Pablo creyó oír en esto la voz de Dios, pues quería morir mártir y se alistó voluntario, pasando algún tiempo en cuarteles y campamentos. Convencido de que éste no era el servicio que Dios le pedía, regresó a la casa de sus padres a quienes siguió ayudando en sus necesidades, dedicaba muchas horas a la oración, participaba diariamente en la misa y se entregaba a duras penitencias.



Pablo Francisco tenía 26 años sus hermanos habían crecido y sus padres no necesitaban tanto de su de ayuda. Por este tiempo, sintió la llamada de Dios a fundar una orden religiosa: «… sentí mi corazón movido por el deseo de retirarme a la soledad; … me vino la inspiración de llevar una túnica, de andar descalzo, vivir en estrechísima pobreza y llevar, con la gracia de Dios, vida de penitencia; …me vino la inspiración de reunir compañeros para vivir con ellos promoviendo en las almas el santo temor de Dios; me vi en espíritu vestido de una túnica negra, con una cruz blanca sobre el pecho, y bajo la cruz escrito el nombre santísimo de Jesús con
 letras blancas…



El 22 de noviembre de 1720 Pablo se despidió de su familia y se dirigió a su obispo, Mons. Gattinara, en Alejandría. Este, en una ceremonia sencilla y en su capilla privada, revistió a Pablo de la Cruz con el hábito negro de ermitaño. Las seis semanas siguientes del 23 de noviembre de 1720 al 1 de 1721, las vivió en el trastero de la sacristía de la Iglesia de San Carlos, de Castellazzo, en las más precarias condiciones de alojamiento. Son como los ejercicios espirituales preparatorios para su misión de ermitaño y fundador . En adelante su apellido será «de la Cruz».



 

Por orden de su obispo, Pablo de la Cruz consigna por escrito los sentimientos y vivencias interiores de esos días en un «Diario espiritual». En él vemos a qué grado de oración ha llegado ya, así como las grandes líneas de la doctrina espiritual que vivirá y enseñará durante los 55 años siguientes. En las anotaciones del primer día aparece ya la idea fundamental y programática de toda su vida: «No deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno; sólo deseo estar crucificado con Jesús «.



Acabados estos días el Pablo de la Cruz pasó los meses siguientes en distintas ermitas de las cercanías viviendo en soledad; daba catecismo a los niños en los lugares vecinos, predicaba los domingos e incluso dio una misión. Quiso ir a Roma para pedir personalmente al Papa le aprobara las Reglas de la nueva Orden religiosa, misma que escribió durante los 40 días de Castellazzo. En Septiembre de 1721 se dirigió a Roma, pero sufrió una gran desilusión. Es rechazado por los guardias de Papa con palabras no muy amables. Aunque profundamente decepcionado, no se desanimó. En la Basílica María la Mayor hizo un voto especial: “dedicarse a promover en los fieles la devoción a la Pasión de Cristo y empeñarse en reunir compañeros para hacer esto mismo”.



A su vuelta a Castellazzo, se les unió su hermano Juan Bautista que, lleno de los mismos ideales, fue hasta su muerte en 1765 el compañero fiel de Pablo. Durante los años siguientes vemos a los dos experimentar la Regla pasionista en diferentes ermitas y colaborando con las parroquias vecinas mediante el catecismo y la predicación.



Tras la etapa eremítica Pablo de la Cruz creyó necesario que él y su hermano vivieran en Roma para conseguir de la Santa Sede la aprobación de las Reglas; por eso prestaron sus servicios en el Hospital de San Gallicano cuyo Director les aconsejó hacerse sacerdotes. Después de un breve curso de Teología pastoral, en junio de 1727 los dos hermanos Danei fueron ordenados sacerdotes en la Basílica de San Pedro por el Papa Benedicto XIII.



 

 

Siguiendo su gran impulso a vivir en la soledad y a reunir más compañeros formando la primera comunidad los dos hermanos se dirigieron al Monte Argentario, unos 150 Kilómetros al norte de Roma, junto a la costa. Ahí vivieron en una pequeña ermita. El aumento de candidatos hizo pequeño el local, y construyeron el primer convento de la naciente Congregación, el cual, por innumerables dificultades, fue inaugurado hasta 1737.



Pero faltaba todavía la aprobación de las Reglas o Una comisión de cardenales nombrada para su estudio suavizó algo su gran austeridad, y en mayo de 1741 fueron aprobadas por Benedicto XIV; habían transcurrido 21 años desde que fueron escritas el nombre de la nueva orden religiosa sería: ”Congregación de la Santísima cruz y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, título que expresaba claramente su peculiaridad en la Iglesia. Los Religiosos Pasionistas anunciarán por todas partes el misterio de la Cruz y Pasión de Jesucristo a lo cual se obligarían por el voto específico.



 

Pablo de la Cruz encontró el sentido completo de su existencia en la Memoria de Jesús Crucificado, quien dio su vida por todos nosotros (Jn 3,16). En su asidua contemplación del crucificado, Pablo encontró un camino de acceso al misterio de Dios que es vida y amor, y que desea destruir el peso del pecado y del sufrimiento. Él descubrió que Dios está más cerca de los pobres, de los que no tienen nada, y sintió la urgencia de salir a su encuentro para esto: voz anunciarles al Dios de la vida.



Fundó la Congregación de la Pasión con la esperanza de que continuara haciendo presente al Crucificado, que pronuncia su juicio sobre el pecado del mundo, que es la causa de la injusticia y del sufrimiento de muchos hermanos y hermanas, y hace al hombre capaz de amar de un modo nuevo. Quiso que la Congregación fuera un signo humilde del grande Amor de Dios.



A lo largo de su vida -murió a los 82 años-, Pablo de la Cruz fundó 11 conventos. En 1771, el santo, ya anciano, inauguró el primer monasterio de religiosas pasionistas de clausura, que vivirían el mismo espíritu según la Regla escrita también por él.



Además de fundador, Pablo de la Cruz, fue predicador de misiones populares y gran director espiritual. Poseía cualidades muy especiales para esto: voz potente, 
agradable presencia física, dotes retóricas extraordinarias. Pero lo que más impactaba de él era su testimonio de íntima unión con Dios, su devoción y su santidad.

Por su gran actividad apostólica -200 misiones y 80 tandas de ejercicios espirituales- mantuvo contacto con gran número de personas que solicitaban su consejo en la vida espiritual, a quienes él sirvió especialmente por correspondencia.

El 18 de octubre de 1775 pasó Pablo a la Casa del Padre con una muerte tranquila y santa en el convento de los Santos Juan y Pablo en Roma. Así terminaba su larga vida de trabajos y sufrimientos por Cristo y por el prójimo. Fue beatificado por Pío IX el 1 de mayo de 1853; fue canonizado por el Papa el 29 de junio de 1867.

 

Religiosidad sin amor, no sirve

Santo Evangelio según San Lucas 11, 47-54.

 

 

Jueves XXVIII del Tiempo Ordinario.







En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Jesús, Tú me otorgas un don, mayor que cualquiera que el mundo pueda darme. Tú me otorgas el obsequio de la verdadera sabiduría. Quiero aprender de ti y recibir tu gracia. Quiero vivir según la sabiduría de la caridad.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 11, 47-54



En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: «¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen el sepulcro. Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas. ¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso». Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras..



Palabra del Señor.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



¿Son pocos los que aún creen en el cielo, el purgatorio y el infierno? ¡Qué duras son estas realidades para muchos oídos de estos días! Muchas preguntas se quedan sin respuesta si nos movemos siempre en el mero diálogo horizontal. Si contemplamos estas realidades sólo desde este mundo, perdemos toda visión sobrenatural. Si no dirigimos nuestra mirada hacia el cielo, si no dotamos nuestro pensamiento de una visión vertical, hacia Dios, no hay salida para ninguna pregunta. Deja de existir la justicia, deja de existir toda verdad, deja de existir el amor; y con ellos, infierno, purgatorio e infierno.



¿Pero qué se esconde detrás de estas realidades? ¿Quería Jesús crear peso en las conciencias de las personas para poder introducir su doctrina y llevar a cabo sus planes? De ese modo piensan muchos hoy en día. Sin embargo, si se mira a Cristo, si se mira su vida, si se mira el amor que desbordaba su persona, ¿podríamos dar cabida a tal argumento? Poco parece que Jesús hubiese venido a esclavizar al hombre. No quería generar en nuestros corazones ninguna cadena, sino más bien regalarles la libertad que viene de Dios, que viene del amor.



 

Si Cristo habló en algún momento de que «está generación tendría que dar cuenta», no parece que lo hubiese hecho con doble intención. Quería solo despertar corazones endurecidos. Así como los nuestros en estos días. Y qué poco lo escuchamos incluso ahora. Qué poco confiamos en Él. Quizá sus palabras puedan despertarnos un poco, también. Y no pensemos tanto en la culpa, sino en lo que viene después de ella. Recordemos que la culpa no es mala, es un primer paso hacia el bien. Dios quiere interpelar nuestro corazón para enseñarnos a amar como Él nos amó.



«Si nuestros corazones están vacíos del temor de Dios y de su presencia; de nada sirve rezar si nuestra oración que se dirige a Dios no se transforma en amor hacia el hermano; de nada sirve tanta religiosidad si no está animada al menos por igual fe y caridad; de nada sirve cuidar las apariencias, porque Dios mira el alma y el corazón y detesta la hipocresía. Para Dios, es mejor no creer que ser un falso creyente, un hipócrita».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de abril de 2017).



Diálogo con Cristo


Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.


Propósito


Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.


Voy a examinar mi corazón y miraré si hay algo que no es conforme a los mandamientos para corregirme, recordando que los mandamientos son un camino para aprender a amar mejor.


 

 

Despedida


Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

«La Virgen de Montserrat, con el mundo en sus manos, nos invita a vivir esa fraternidad universal»

Discurso del Papa Francisco a la cofradía de la Virgen de Montserrat (España).


Por: Papa Francisco | Fuente: Vatican.Va




Bon dia a tots!

Bienvenidos. Saludo cordialmente al cardenal Omella, al Padre Abad de Montserrat Manel Gasch, a los demás obispos, sacerdotes, religiosos presentes, y a todos los fieles que participan en esta peregrinación. Gracias, gracias por esta visita. Estoy contento de recibirlos y de verlos en este día en que celebramos a nuestra Madre celestial bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Celebrar a María es celebrar la cercanía y la ternura de Dios que se encuentra con su pueblo, que no nos deja solos, que nos ha dado una Madre que nos cuida y acompaña. Es celebrar la cercanía de Dios porque el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Así ama Dios y viendo a María uno entiende la cercanía de Dios, la compasión de Dios en una Madre y la ternura de Dios.

Precisamente ustedes vinieron como peregrinos a Roma para celebrar, dar gracias al Señor por esa presencia de María tan cercana que, desde hace 800 años, los acompaña en el camino de la vida cristiana. Evoquemos ahora su imagen: la Virgen de Montserrat, la querida “Moreneta”, está sentada y tiene al Niño en su regazo, es la “Mare de Déu”, y en su mano derecha sostiene una esfera que simboliza el universo, es la “Reina y Señora de todo lo creado”.

Tener presente esta doble vocación de María a ser madre de Dios y madre nuestra nos ayuda a reflexionar sobre el tema elegido para esta peregrinación: “Piedad popular, amistad social y confraternidad universal”. Sabemos que la devoción mariana significa mucho en las manifestaciones de piedad del santo pueblo fiel de Dios. Es la Madre. Pensemos, en estos 800 años de presencia en Montserrat, ¡cuántos fieles visitando su santuario, desgranando las cuentas del rosario, pidiendo con humildad y sencillez a la Moreneta su intercesión por ellos, por sus seres queridos! ¡Y cuántas, cuántas manifestaciones de cariño filial, de súplicas y acciones de gracias! Cuando el Pueblo de Dios va a visitar a su Madre, se expresa, se expresa de un modo que quizás no lo hace tanto en otro tipo de oración. Delante de la Madre como que se despiertan los sentimientos más nobles de una persona. Y cuando María escucha nuestras plegarias, hace ese gesto, que es el gesto más mariano. Señala a Jesús: “Hagan lo que Él les diga”. Es el gesto típicamente mariano. Indica el camino y habla a su Hijo para que entienda.

 

 

La fuerza evangelizadora de la piedad popular crea condiciones favorables para que los lazos de amistad y fraternidad entre los pueblos crezcan y se fortalezcan (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium nn. 122-126). San Pablo VI ya había entendido esto, y cambió el nombre: de “religiosidad popular” a “piedad popular”. Y en su Evangelii Nuntiandi tiene párrafos muy claritos sobre esta gracia ?es una gracia que tienen los pueblos? de la piedad popular.

Y también en este aspecto la devoción mariana tiene un lugar privilegiado. María es abogada, pero hoy día la palabra “abogado” es demasiado funcional, es mejor decir es “facilitadora”. María es facilitadora en los conflictos y los problemas, como en la falta de vino en las bodas.

Ella nos ayuda a “desatar los nudos” que se hayan hecho en nosotros y entre nosotros. Es decir, María también allana el camino de la amistad entre los pueblos, invitándonos a volver nuestra mirada al origen y la meta de nuestra existencia, que es Jesucristo, y nos anima a seguir su ejemplo, recorriendo las sendas de la paz, la amabilidad, la escucha y el diálogo paciente y confiado.

Hermanos y hermanas, la Virgen de Montserrat, con el mundo en sus manos, nos invita a vivir esa fraternidad universal, sin fronteras, sin exclusiones, que disipa las sombras de un entorno cerrado. Ella «está atenta no sólo a Jesús sino también “al resto de sus descendientes” (Ap 12,17). Ella, con el poder del Resucitado, quiere parir un mundo nuevo, donde todos son hermanos, donde haya lugar para cada descartado de nuestras ciudades, donde resplandezcan la justicia y la paz» (Carta enc. Fratelli tutti, n. 278). Para ella no hay descarte, es la Madre de los descartados, de los que nosotros descartamos porque va allí a buscarlos. No conoce la actitud de descartar a nadie. Y como es Madre, sabe escuchar tantas cosas, tantas peticiones, incluso cuando nacen de un corazón doble, de un corazón que no es coherente consigo mismo, un corazón injusto que hace daño. Escucha, escucha al hijo criminal también.

Es hermoso reflexionar sobre estos temas y poder experimentar juntos la alegría de anunciar a Cristo de la mano de María, Madre del Evangelio viviente, Estrella de la evangelización. Los animo a seguir adelante en esta misión, que es don y tarea. Que Jesús los bendiga, que la Virgen los cuide ?es buena cuidadora, sabe cuidar? y que los ayude a seguir caminando juntos. Y, de paso, les pido que no se olviden de rezar por mí. Gracias.

 

 

Papa Francisco llama a Jornada de oración por la paz

El Papa Francisco llamó a todos los cristianos, así como a los creyentes de otras religiones y a todos aquellos que sirven a la causa de la paz, a unirse a una jornada de ayuno y oración el 27 de octubre

 

 

El Papa Francisco pidió que se haga «todo lo posible» para evitar «una catástrofe humanitaria» en Gaza, mientras continúan los enfrentamientos entre israelíes y palestinos, durante su audiencia general del 18 de octubre de 2023. El pontífice también lanzó una Jornada de oración y ayuno el 27 de octubre, llamando a todos los cristianos, así como a los creyentes de otras religiones y a todos aquellos que sirven a la causa de la paz, a unirse a esta iniciativa. A las 18:00 horas tendrá lugar en la basílica de San Pedro una hora de oración para «implorar la paz».

Una vez más, como en cada Ángelus y audiencia general desde el inicio del conflicto, el 7 de octubre, el Pontífice, que pronto cumplirá 87 años, tuvo un pensamiento para Israel y Palestina. «Las víctimas aumentan y la situación en Gaza es desesperada», lamentó, mientras las últimas cifras alcanzan los tres mil los muertos en el lado palestino y más de mil 400 en el israelí.

«Por favor, hagan todo lo posible para evitar una catástrofe humanitaria», imploró para esta franja de tierra sitiada por el ejército israelí y blanco de bombardeos masivos. En la noche del 17 de octubre, una explosión devastó un hospital en el centro de Gaza, matando al menos a 200 personas. Aún se desconoce el origen del atentado.

El Papa también expresó su preocupación por la «posible ampliación del conflicto, en un momento en que muchos frentes de guerra en el mundo ya están abiertos». «Que callen las armas, que se escuche el grito de paz de los pobres […] de los niños», insistió. Y advirtió:

La guerra no resuelve ningún problema, solo siembra muerte y destrucción, aumenta el odio, multiplica la venganza».

«La guerra destruye el futuro», repitió el Papa con especial gravedad. Y exhortó a los creyentes «a tomar un solo partido en este conflicto: el de la paz, no con palabras, sino con la oración y el compromiso total».

Una jornada de ayuno el 27 de octubre

A continuación, el jefe de la Iglesia católica anunció una Jornada de ayuno, oración y penitencia para el viernes 27 de octubre, a la que invitó a sumarse a «hermanas y hermanos de las diversas confesiones cristianas, de otras religiones y a todos aquellos que se preocupan por la causa de la paz en el mundo».

«A las 18.00 horas, en San Pedro, celebraremos una hora de oración con espíritu de penitencia para implorar la paz para hoy, la paz en este mundo», dijo también el Obispo de Roma. Pidió «a todas las Iglesias particulares [diócesis] que participen organizando iniciativas similares que impliquen al Pueblo de Dios». La fecha del 27 de octubre coincide con la del Encuentro de Asís por la Paz, celebrado el 27 de octubre de 1986.

Al final del encuentro, el Papa Francisco recordó también a «la Ucrania mártir», de la que «ya no se habla», mientras «el drama continúa».

Desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, el Papa se ha pronunciado en repetidas ocasiones, pidiendo el fin de las hostilidades. Durante el Ángelus del 15 de octubre, lanzó un nuevo llamamiento para la liberación de los rehenes retenidos por Hamás en la Franja de Gaza, y para el respeto del derecho humanitario en este territorio.

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En la audiencia general del 11 de octubre, el Papa Francisco ya había pedido la liberación de los rehenes retenidos por los islamistas de Hamás tras su incursión en territorio israelí durante la fiesta judía de Simha Torá. Aunque el Papa reconoció el derecho de Israel a defenderse, dijo estar «muy preocupado por el asedio total en el que viven los palestinos en Gaza».

En el Ángelus del 8 de octubre, el Pontífice afirmó también que «el terrorismo y la guerra no aportan ninguna solución». Además, desde el inicio de los bombardeos, el Papa Francisco ha llamado en varias ocasiones al párroco de Gaza para interesarse por la situación de los cristianos allí.

Por su parte, el patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, se ha ofrecido a intercambiar a los niños rehenes.

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