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• Mark 1:21-28

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús está en la sinagoga de Cafarnaúm y expulsa un espíritu impuro y maligno que estaba dentro de un hombre. Él quiere realizar la misma limpieza en nuestras vidas.

 

Lo que Dios pretendió desde el principio es que nuestros corazones sean templos de Su presencia. Por ello Cristo viene a nuestro mundo. ¿Y qué es lo que encuentra? Encuentra que el templo de nuestro corazón ahora está lleno de todo tipo de cosas que no son del poder divino. Encuentra dinero, éxito mundano, la estima de los demás, el sexo — todo ello que ahora ha ocupado el lugar que le pertenece a Dios. Por lo tanto, cuando Cristo viene a tu vida siempre tendrás que realizar algo de limpieza.

Fulton J. Sheen habló una vez sobre el “poder expulsivo” de Cristo. Cuando lo colocas en el centro de tu alma expulsará todas esas cosas que no pertenecen a ese centro y hará que encuentren su lugar apropiado.

Y así, Jesús, el guerrero no violento, Jesús el juez, la propia mente de Dios, viene a nuestros corazones cuando lo invitamos a través de la conversión. Y tendrá autoridad y poder limpiador.

La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. Por eso [Jesús] no habla con autoridad humana, sino con autoridad divina, porque tiene el poder de ser el profeta definitivo, es decir, el Hijo de Dios que nos salva, nos sana a todos. El segundo aspecto, el de las curaciones, muestra que la predicación de Cristo tiene como objetivo vencer el mal presente en el hombre y en el mundo. Su palabra apunta directamente contra el reino de Satanás, lo pone en crisis y lo hace retroceder, obligándolo a dejar el mundo.

 

 

¿Escuchamos las palabras autorizadas de Jesús? Siempre, no os olvidéis de llevar en el bolsillo o el bolso un pequeño Evangelio, para leerlo durante el día, para escuchar la palabra autorizada de Jesús. Y además, todos tenemos problemas, todos tenemos pecados, todos tenemos enfermedades espirituales. Pidamos a Jesús: “Jesús, tú eres el profeta, el Hijo de Dios, el que fue prometido para sanarnos. ¡Sáname!”. Pedir a Jesús la curación de nuestros pecados, de nuestros males. (Ángelus 31 de enero de 2021)

 

 

Guillermo de Bourges, Santo

Abad y Obispo, 10 de enero

 

Martirologio Romano: En la ciudad de Bourges, en Aquitania, san Guillermo (Guilelmus Bituricensis), obispo, que, deseoso de soledad y meditación, se hizo monje en el monasterio cisterciense de Pontigny. Más tarde fue abad de Chaalis y, después, elegido obispo de Bourges, no abandonando nunca la austeridad de la vida monástica y distinguiéndose por su amor a los clérigos, a los cautivos y a los desgraciados (1209).

Breve Biografía

Guillermo de Donjeon, que pertenecía a una ilustre familia de Nevers, nació en Nevers, Francia. Fue educado por su tío Pedro, archidiácono de Soissons. Muy joven fue hecho canónigo, primero dé Soissons y luego de París. Pero pronto decidió abandonar totalmente el mundo, y se retiró a la soledad en la abadía de Grandmont. Allí vivió con gran regularidad la vida de esa austera orden, hasta que una disputa entre los monjes de coro y los otros turbó la paz.

 

Guillermo pasó entonces a la orden cisterciense, que se distinguía por su fama de santidad. Tomó el hábito en la abadía de Pontigny. Poco después fue elegido abad, primero de Fontaine-Jean, en la diócesis de Sens, y después, del monasterio de Chalis, mucho más importante, que había sido construido por Luis el Gordo, en 1136. San Guillermo se consideró siempre como el último de los monjes. La mansedumbre de su palabra daba testimonio del gozo y la paz de su alma. La virtud era atractiva en él, a pesar de sus crueles austeridades.

A la muerte de Enrique de Sully, arzobispo de Bourges, el clero de la ciudad pidió a Eudo, obispo de París, que le ayudase a elegir un pastor. Como todos querían a un abad del Cister, depositaron sobre el altar el nombre de tres abades. Esta elección por sorteo hubiera sido una superstición, si los electores hubieran esperado un milagro. En realidad era muy razonable, ya que todas las personas propuestas para el cargo parecían igualmente dotadas, y se encomendaba la elección a Dios, poniendo toda la confianza en su Providencia ordinaria. Después de haber orado, Eudo leyó el nombre de Guillermo, a quien, por otra parte, habían favorecido casi todos los votos de los presentes. Era el 23 de noviembre del año 1200. La noticia abrumó a Guillermo, quien jamás hubiera aceptado el cargo, si el papa Inocencio III y el abad de Citeaux, no se lo hubieran mandado. Guillermo abandonó la soledad con lágrimas en los ojos, y fue consagrado obispo poco después.

El primer cuidado de san Guillermo fue elevar su vida interior y exterior a la altura de su dignidad, pues estaba persuadido de que el primer deber de un hombre es honrar a Dios en su corazón. Redobló, pues sus penitencias, diciendo que su cargo le obligaba a sacrificarse por los otros tanto o más, que por sí mismo. Bajo el hábito religioso llevaba una áspera camisa, y ni en el invierno, ni en el verano, cambiaba de manera de vestir. Jamás comía carne, aunque sus huéspedes encontraban buena mesa en su casa. No menos digna de encomio era su solicitud por su rebaño. Se preocupaba especialmente por los pobres, a quienes prestaba socorro espiritual y material, pues decía que Dios le había enviado sobre todo para ellos. Era muy indulgente con los pecadores arrepentidos; en cambio se mostraba inflexible con los impenitentes, aunque nunca invocó contra ellos el poder civil, como se acostumbraba entonces. Tal actitud le ganó más de una conversión.

Algunos nobles, abusando de su bondad, usurparon los derechos de su iglesia; pero Guillermo no se amilanó ante la amenaza de confiscación de bienes y llevó el caso ante el rey. Su humildad y paciencia triunfaron en varias ocasiones de la oposición de su capítulo y su clero. Guillermo convirtió a muchos albigenses, y su última enfermedad le sorprendió cuando estaba preparando una misión para esos herejes. A pesar de su padecimiento, decidió predicar un sermón de despedida. Esto hizo que la fiebre aumentara y que Guillermo tuviese que posponer su viaje. La noche siguiente, previendo que se acercaba el fin, Guillermo insistió en adelantar el canto de los nocturnos, que tiene lugar a medianoche; pero, habiendo trazado sobre sus labios la señal de la cruz, sólo pudo pronunciar las dos primeras palabras. Entonces dio la señal a los presentes de que le colocaran sobre un lecho de ceniza, y murió al amancer del 10 de enero de 1209. Su cuerpo fue sepultado en la catedral de Bourges. En 1217, después de numerosos milagros, sus restos fueron depositados en un relicario. El papa Honorio III le canonizó al año siguiente.

 

 

Nos enseña con su Palabra y su vida

Santo Evangelio según san Marcos 1, 21-28.

 

 

Martes I del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús mío, enséñame a escuchar tu palabra como fiel discípulo para que aprenda a amar como Tú amas y a confiar en que sólo Tú eres mi roca donde puedo refugiarme de las asechanzas del mal.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 1, 21-28

En aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy la Palabra de Dios nos presenta una faceta de Jesús que pocas veces nos detenemos a reflexionar, Jesús maestro que transforma a quien lo escucha hablar.

Jesús no se presenta a sí mismo como un transmisor de conocimientos aprendidos de memoria y repetidos hasta el cansancio, como los fariseos; él simplemente deja asombrados a quienes lo escuchan porque habla con la autoridad de quien vive el mensaje que predica. Jesús maestro nos enseña con su misma vida, nos revela el amor de su corazón y nos forma para ser sus apóstoles.

El deseo más ardiente del corazón de Jesús es que intentemos, con todo nuestro ser, amarle como Él nos ama. Ésa es la mayor enseñanza de vida que nos puede dar. Sólo en la medida en que crezca nuestro amor hacia Él, seremos capaces de amar verdaderamente a nuestro prójimo, y sólo por este crecimiento en el amor tendremos la fuerza para combatir las asechanzas del mal.

 

La enseñanza de Jesús no es algo que se quede en el papel, porque Él nos da las herramientas para combatir contra las fuerzas del mal: La oración, la Eucaristía y la confesión. Cuando las caídas son muchas y creemos que no podemos tener una verdadera relación con el Señor, Él actúa a través de su perdón, su cuerpo y su sangre para sanar nuestras heridas y expulsar el mal de nuestro corazón. Por último, y no por eso menos importante, la oración nos da la fortaleza para arrancar de raíz el mal, porque la oración es el contacto directo y personal con el Amado.

Jesús maestro quiere tomar tu corazón en sus manos laceradas, para transformarlo y que tú también lleves su enseñanza de amor a quienes más lo necesiten.

«¿Qué significa «con autoridad»? Quiere decir que en las palabras humanas de Jesús se sentía toda la fuerza de la Palabra de Dios, se sentía la misma autoridad de Dios, inspirador de las Sagradas Escrituras. Y una de las características de la Palabra de Dios es que realiza lo que dice. Porque la Palabra de Dios corresponde a su voluntad. En cambio, nosotros con frecuencia pronunciamos palabras vacías, sin raíz, o palabras superfluas, palabras que no corresponden a la verdad». (Homilía de S.S. Francisco, 1 de febrero de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Oraré por aquellas personas que viven alejadas de Dios y procuraré vivir en gracia acudiendo a la confesión si lo necesito o si tengo mucho tiempo de no hacerlo.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

La Evangelización: Responsabilidad de todos los cristianos

Evangelizar es dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo

 

 

Evangelizar es dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Verbo Encarnado y ha llamado a la humanidad a la vida eterna.

La evangelización también debe contener siempre una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios. Comprende además, la predicación de la esperanza en las promesas hechas por Dios mediante la nueva alianza en Jesucristo; la predicación del amor de Dios para con nosotros y de nuestro amor hacia Dios, la predicación del amor fraterno para con todos los hombres —capacidad de donación y de perdón, de renuncia, de ayuda al hermano— que por descender del amor de Dios, es el núcleo del Evangelio. (Exhortación Apostólica Evangelli Nuntiandi 51)

 

El Papa Pablo VI en su exhortación apostólica expresa que “Este problema de cómo evangelizar es siempre actual, porque las maneras de llevarlo a cabo cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar. La evidente importancia del contenido no debe hacer olvidar la importancia de los métodos y medios de la evangelización”.

MÉTODOS PARA LA EVANGELIZACIÓN

En el mismo documento, el Santo Padre nos presenta los métodos principales de la evangelización. A continuación un resumen de los puntos más significativos.

Testimonio de vida

El ejemplo siempre ha sido un método de enseñaza efectivo y la primera forma de evangelización de la Iglesia es el testimonio de vida auténticamente cristiano. Nuestra vida debe reflejar la fielidad a Jesucristo, el desapego a los bienes del mundo y el apego a lo espiritual. Es decir, vivir una vida de santidad y testimoniarla a los hermanos.

Predicación viva

San Pablo en su carta a los Romanos explica claramente que la fe aumenta por el acto de escuchar. ¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y, ¿cómo creerán sin haber oído de Él? Y ¿cómo oirán si nadie les predica?… Luego, la fe viene de la audición, y la audición, por la palabra de Cristo» (Rom. 10, 14. 17.)Aunque la sociedad moderna se muestre indiferente ante los discursos, la predicación y la proclamación verbal del Evangelio es indispensable para la Evangelización. No debe desalentarnos este gran reto. Por el contrario debe animarnos el saber que nuestro testimonio de vida, unida a una predicación efectiva, atraerá muchas almas a Dios.

 

Liturgia de la palabra

 

La homilía un instrumento válido y muy apto para la evangelización sustentada por la Palabra de Dios. Esta predicación, en medio de la celebración eucarística, de la que recibe una fuerza y vigor particular, tiene ciertamente un puesto especial en la evangelización, en la medida en que expresa la fe profunda del ministro sagrado que predica y está impregnada de amor.

“Añadamos que, gracias a la renovación de la liturgia, la celebración eucarística no es el único momento apropiado para la homilía. Esta tiene también un lugar propio, y no debe ser olvidada, en la celebración de todos los sacramentos, en las paraliturgias, con ocasión de otras reuniones de fieles.” (EEN 43)

La catequesis

Como expresa claramente Juan Pablo II el la exhortación apostólica Cathechesi Tradendae, “la catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado… Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan la vida en su nombre, para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo. La Iglesia no ha dejado de dedicar sus energías a esa tarea.” Por ello la importancia de preparar buenos catequistas y ejercer este llamado con verdadera vocación.

Los medios de comunicación

En este útimo siglo, las nuevas tecnologías le han dado a los medios de comunicación social un enfoque mucho más amplio que en sus inicios. La Internet y el uso de las redes sociales provoca un flujo de comunicación constante y hasta abrumador. La Iglesia utiliza estos nuevos medios para evangelizar e invita a todo el pueblo de Dios a hacer lo mismo.

 

 

El Papa Benedicto XVI, en ocasión de la 45ma Jornada de las Comunicaciones Sociales exhorta a que “si se usan con sabiduría”, las nuevas tecnologías “pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano”. Según el Obispo de Roma, “comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio”. Asimismo, “tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia”, continúa.

Usando correctamente los medios de comunicación lograremos llevar la Buena Nueva a lo que el Beato Juan Pablo II llamó “el nuevo continente” de la Internet.

Los sacramentos

La evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina. debe conducir a la vida: a la vida natural a la que da un sentido nuevo gracias a las perspectivas evangélicas que le abre; a la vida sobrenatural. Esta vida sobrenatural encuentra su expresión viva en los siete sacramentos y en la admirable fecundidad de gracia y santidad que contienen.

 

 

Contacto personal

La transmisión del Evangelio persona a persona es indispensable. El mismo Jesucristo la utilizó constantemente. Prueba de ello, lo encontramos en los pasajes bíblicos donde muestran sus conversaciones con Nicodemo, Zaqueo, la Samaritana, Simón el fariseo y lo mismo han hecho los Apóstoles. A fin de cuentas no existe una mejor manera de comunicar la palabra de Dios, que no sea transmitir a otros nuestra propia experiencia de fe.

La Iglesia misionera

San Pablo en su carta a los Romanos se pregunta: “Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado? ¿Y cómo van a ser anunciado, si nadie es enviado? Por eso dice la escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian buenas noticias!»

 

 

En este contexto, vale preguntarse ¿a quien entonces le corresponde evangelizar? El Concilio Vaticano II ha dado una respuesta clara: «Incumbe a la Iglesia por mandato divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda creatura». Y en otro texto afirma: «La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental del pueblo de Dios». Cuando la Iglesia anuncia el reino de Dios y lo construye, ella se implanta en el corazón del mundo como signo e instrumento de ese reino que está ya presente y que viene.

El Espíritu Santo

La Exhortación Apostólica es clara al explicar que “Nosotros vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del Espíritu. Por todas partes se trata de conocerlo mejor, tal como lo revela la Escritura. Uno se siente feliz de estar bajo su moción. Se hace asamblea en torno a Él. Quiere dejarse conducir por El. Ahora bien, si el Espíritu de Dios ocupa un puesto eminente en la vida de la Iglesia, actúa todavía mucho más en su misión evangelizadora. No es una casualidad que el gran comienzo de la evangelización tuviera lugar la mañana de Pentecostés, bajo el soplo del Espíritu.

 

 

Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: El es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de Salvación. A través de Él, la evangelización penetra en los corazones, ya que Él es quien hace discernir los signos de los tiempos —signos de Dios— que la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia.”

 

 

Beata Ana de los Ángeles, una dominica con dones extraordinarios

Nacida en Arequipa, Perú, recibió su vocación a través de una visión de santa Catalina de Siena
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Ana Monteagudo Ponce de León nació en Arequipa (Perú) en 1602, en una familia de 8 hermanos.

Su padre era español y su madre arequipeña. Ellos confiaron su educación a las dominicas del Monasterio de Santa Catalina. Allí permaneció de los 3 a los 14 años.

Entonces sus padres decidieron que volviera a casa para comprometerla. Pero ella tenía otros planes y siguió viviendo como lo hacía en el monasterio, trabajando y rezando.

Convirtió su habitación en su lugar de retiro y allí un día tuvo una visión de santa Catalina de Siena.

La santa terciaria dominica del siglo XIV le permitió descubrir que estaba llamada a ser monja dominica, diciéndole:

«Ana, hija mía, este hábito te tengo preparado; déjalo todo por Dios; yo te aseguro que nada te faltará».

Reformadora de su comunidad

Aunque sus padres se oponían, entró en el convento de las dominicas de clausura donde había pasado su infancia.

Como maestra de novicias primero y después como priora, contribuyó a reformarlo espiritualmente.

Se dedicó a la oración y recibió dones espirituales extraordinarios, como predecir hechos que debían ocurrir.

También tuvo una especial relación con las almas del Purgatorio, un fuerte interés por la evangelización de los indígenas y una gran generosidad con los necesitados.

Murió ciega y con muchos dolores en los músculos y huesos. Lo aceptó todo sin quejarse porque era la voluntad de Dios.

Una vez sepultada, a los diez meses su cuerpo fue exhumado y estaba fresco sin olor alguno.

San Juan Pablo II beatificó a esta dominica peruana en su visita a Arequipa el 2 de febrero de 1985 y habló así:

«Sabía acoger a todos los que dependían de ella, encaminándolos por los senderos del perdón y de la vida de gracia. Se hizo notar su presencia escondida, más allá de los muros de su convento, con la fama de su santidad. A los obispos y sacerdotes ayudó con su oración y su consejo; a los caminantes y peregrinos que venían a ella, los acompañaba con su plegaria».

«Todos encontraron en ella un amor verdadero. Los pobres y humildes hallaron acogida eficaz; los ricos, comprensión que no escatimaba la exigencia de conversión; los Pastores encontraron oración y consejo; los enfermos, alivio; los tristes, consuelo; los viajeros, hospitalidad; los perseguidos, perdón; los moribundos, la oración ardiente».