La confianza hace al apóstol
Santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11. Jueves XXII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, hoy me pongo en tu presencia, no como un siervo se pone en presencia de su amo, sino como un amigo se pone en la presencia de su amigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la Palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!”. Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada». ¡Cuántas veces nos encontramos en la misma situación de Pedro! Sentimos su frustración cuando vemos que, después de tantos esfuerzos, no hay ningún fruto en nuestra conversión. O cuando nos vemos inundados de problemas y dificultades que parecen no tener solución. Nos fatigamos, luchamos y nos cansamos para nada. Las redes de nuestra vida aparecen, una y otra vez, vacías. Es allí cuando nos topamos con nuestra flaqueza y debilidad. Descubrimos con dolor que no lo podemos todo, que somos limitados.
¡Bendita debilidad! Porque cuando estamos en el fondo de la desesperanza, cuando parece que la frustración asalta toda la existencia, aparece Cristo que nos dice: «Rema mar adentro» Duc in altum! Confía en mí. Jesús nos pide entonces dar el paso con Él. Comenzar a echar las redes junto a Él. Nos exige dejarle el timón de nuestra vida para que Él la dirija completamente porque conoce el mejor camino.
Discípulo es quien se deja guiar por Cristo, quien sigue sus huellas y comparte con Él el camino de la cruz. La confianza es, por tanto, una virtud indispensable para el apóstol de Cristo. Sólo el que confía plenamente en Cristo es capaz de lanzarse en el apostolado, de sufrir con paciencia, de amar hasta el extremo. La confianza es la puerta que nos abre al encuentro con Cristo, pues nos permite ver su misericordia infinita. La confianza en su amor nos impide revolvernos una y otra vez, en nuestros fracasos y pecados, pues, como san Pedro, alzamos la vista y contemplamos su mirada, tomamos de nuevo su mano tendida y nos ponemos a navegar otra vez con Él.
«¡Oh si las almas débiles e imperfectas como la mía sintiesen lo que yo siento, ninguna desconfiaría de llegar a la cima de la montaña del amor. El recuerdo de mis faltas me humilla…, pero me habla más aún de misericordia, de amor. Cuando llena de confianza filial arrojo esas faltas en la ardiente hoguera del amor, no pueden menos de ser consumidas para siempre» (Sta. Teresita de Lisieux).
«Nosotros podemos enredarnos en discusiones interminables, sumar intentos fallidos y hacer un elenco de esfuerzos que han terminado en nada; pero igual que Pedro, sabemos qué significa la experiencia de trabajar sin ningún resultado. […] Como Pedro, también somos capaces de confiar en el Maestro, cuya palabra suscita fecundidad incluso allí donde la inhospitalidad de las tinieblas humanas hace infructuosos tantos esfuerzos y fatigas. Pedro es el hombre que acoge decidido la invitación de Jesús, que lo deja todo y lo sigue, para transformarse en nuevo pescador, cuya misión consiste en llevar a sus hermanos al Reino de Dios, donde la vida se hace plena y feliz». (Homilía de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy venceré uno de mis miedos, no confiando en mi propias fuerzas, sino en la gracia de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
10 consejos para descubrir tu vocación
Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos ¿Cuás es mi camino para lograr esa meta?
Si estás leyendo esto es porque más de alguna vez te has hecho la pregunta: ¿Cuál es mi vocación? Hacerse esta pregunta significa que te has dado cuenta de que, Dios es tu Padre, te ama y quiere lo mejor para ti y tú, quieres seguirle. O pueda que no sepas mucho acerca de qué es la vocación, no tengas mayor idea o incluso… te de miedo este tema en la vida cristiana, puede que sea hasta un tema tabú. Sin embargo, si estás aquí es porque te ha ganado la curiosidad y has vencido un miedo al leer este texto. No te vayas, seguro Dios quiere decirte algo hoy.
¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “vocación”? En efecto, normalmente pensamos en los sacerdotes, en los religiosos, en los consagrados, y ahí está el primer error, pensar que la vocación es solo para los que se consagran. Todos los cristianos tenemos una vocación, la santidad: “Él nos ha salvado y nos ha llamado para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente y por iniciativa propia. Esta llamada, que nos concedió en Cristo Jesús desde la eternidad.” (2º Carta a Timoteo 1, 9).
Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos, ahí entendemos que ésta se puede vivir de diferentes maneras: vocación al matrimonio, vocación a la vida sacerdotal o vida consagrada, laicos consagrados. También entendemos que la vocación es (1) una llamada de parte de Dios y, al mismo tiempo, (2) una respuesta de amor a Dios para servirle hasta el final de nuestros días, sea cual sea la vocación a la que nos llama Dios.
“¿Qué quiere Dios de mí?” es una pregunta que le compete a todo cristiano. Por eso, tanto si tienes claro lo que quieres, o si no tienes idea de a dónde te llama Dios, acá te dejo estos 10 consejos para encontrar una respuesta.
1. Asume tus dudas. Pueda que pienses que eres raro por cuestionarte cuál es tu vocación, pero no, no eres raro, eres un enamorado de Dios que quiere agradarle. No te recrimines si sientes que tienes dudas respecto a la vida vocacional. Al contrario, solo asumiendo tu realidad, podrás ser verdaderamente libre. ¡Alégrate, estás en el camino hacia el cielo!
2. Pide ayuda, busca un director espiritual. Ante tanta confusión, ideas y sentimientos encontrados, es normal no hallar la salida. Es comprensible si te sientes confundido, indeciso… y es por eso que es muy recomendable que busques a un director espiritual, un sacerdote con el que hagas un acompañamiento espiritual. Es por ello que debes pedirle a Dios que ponga en tu camino un director espiritual que te ayude a descubrir cuál es tu vocación. Si ya tienes un director espiritual, dale gracias a Dios por ello. No dejes de rezar por él para que sea un canal limpio de la voz y amor de Dios para ti.
3. ¡Manos a la obra y a rezar! Asumidas las dudas, junto con tu director espiritual debes empezar el camino llamado “discernimiento”, es decir, pedir un corazón dispuesto y un oído atento para descubrir cuál es la voluntad de Dios para tu vida. Mediante una vida sacramental sólida y una vida de oración constante, Dios te irá revelando cuáles son los pasos por dar. En estos momentos, la lectura de la Palabra es un elemento fundamental. Trata de tener una disciplina en tu vida de oración, porque así el corazón se pondrá en sintonía con la voz de Dios. Pide siempre prudencia para ver todo de acuerdo a la voluntad de Dios.
4. ¡Alto, no corras! No hay por qué apresurarse. Quizá sonará duro lo que te diré, pero: la vocación debe elegirse por convicción, no por decepción. En este discernimiento, la virtud de la paciencia es importante y vital. San Ignacio de Loyola decía: “En tiempos de desolación, no hacer mudanza”. Por ende, si estás pasando quizá una decepción amorosa o una decepción por alguna figura de la Iglesia: detente, respira y pide iluminación a Dios. No tomes decisiones permanentes sobre sentimientos pasajeros.
5. No dejes que tu historia familiar sea un obstáculo para encontrar tu llamado. Es aquí una de las razones más importantes de un acompañamiento espiritual. Quizá tu historia esté marcada por momentos difíciles a causa del matrimonio de tus padres o quizá tus padres no estén de acuerdo con la idea de que formes una familia basada en el matrimonio o estén en contra de los sacerdotes o religiosos… ¡No desfallezcas! Recuerda que este es un camino donde Dios te llama a seguirle, sea cual sea la vocación. Por eso, es normal encontrar obstáculos o heridas que sanar, pero si te dejas guiar por Dios, y tienes paciencia, Él te irá revelando que, a pesar de cualquier oposición o problema, con Él siempre encontrarás la felicidad.
6. ¡No te quedes en lo abstracto! Descubrir la vocación que Dios tiene para ti, es un salto de fe, se debe confiar plenamente la vocación y la misión al Señor. No te estanques en el miedo, o en lo idealista… busca, habla. Si tu sientes que estás llamado a la vida consagrada/religiosa habla con sacerdotes y religios@s, que te compartan su carisma. Busca en internet los diferentes carismas existentes. Lo genial de nuestra Iglesia es que, ¡somos ricos en carismas!
Si sientes que tu vocación es la vida matrimonial, busca ejemplos de matrimonios virtuosos tanto en la historia de la Iglesia como en la actualidad.
Ni el matrimonio ni la vida consagrada es un juego, asegúrate de conocer bien los compromisos de cada vocación. La única manera de quitarte la curiosidad es visitar, ir a la vida real y cotidiana.
7. ¡Fuera miedos! Sí, quizá es el paso más difícil, pero es el más necesario. Es normal tener miedo, es un gran paso el identificar cuál es tu vocación… pero de la mano de Dios, tu director espiritual y tu corazón dispuesto, las cosas irán cayendo por su propio peso. Desde el momento que te des cuenta que esto es un diálogo de amor entre Dios y tú, ¿por qué tener miedo? Es Dios, tu Padre que quiere salir a tu encuentro. No dudes en pedirle su Auxilio. Él sabe que somos miedosos, sabe cuánto nos puede costar hacerle esa pregunta: ¿A dónde me quieres, Señor? Pero no tengas miedo al compromiso. Este camino es de valientes y si estás aquí es porque Dios sabe que eres capaz de vivir la radicalidad del Amor. Recuerda lo que nos dice San Juan “No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor” (1 Jn 4, 18). No vivas en el miedo, vive en el Amor.
8. No pierdas la paz. No desistas, el camino de discernimiento vocacional puede ser difícil y hasta un desierto, pero no olvides que Dios está contigo, camina a tu lado y te alimenta como a Elías cuando se rindió (1a Reyes 19, 7). Si ves que no avanzas en el camino, respira, “ten calma contigo mismo y mira a dónde vas”, como dice Martín Valverde. Recuerda a San Francisco de Sales: “Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo”. ¡Ojo! Tampoco huyas de la decisión. Paciencia no es sinónimo de cobardía. (Sí, sé que es posible que dé un ataque de pánico… pero respira, Dios no se muda. Él te sigue esperando).
9. Ampárate de María y los Santos. Como te he dicho, no eres el primero con estas preguntas, en Nuestra Iglesia podemos encontrar tantos ejemplos – matrimonios, sacerdotes, religiosas, laicos consagrados – que pasaron por este momento en el que tú te encuentras ahora. No estás solo. Pídele ayuda a nuestra Santa Madre, que te ayude a decir como ella “FIAT”: Hágase en mi según tu Palabra.
10. ¡Mírate al espejo! Sí, te recomiendo que busques el espejo más cercano y te digas: “Soy hijo de Dios y Dios me ama.” Él te conoce, Él te creó con amor y te llamó a la existencia para ser feliz y servirle en santidad. Mírate al espejo y descubre en ti los anhelos más profundos de tu corazón. Si sientes que no te conoces, pídele ayuda al Espíritu Santo para que te enseñe tu alma. Si sientes que te faltan las fuerzas o el valor para dar el paso definitivo, no tengas miedo. Él está contigo. Santa Teresita del niño Jesús dijo: “el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad”. Recuerda que la vocación no será solo para ti, sino para toda nuestra Iglesia. Eres importante para Dios y para la Iglesia. Así como eres, Dios te llama. Con tus dudas, con tus pecados, con tus debilidades, con tus fortalezas. Así, Así te quiere Dios.
Como dijo en una ocasión la Hermana Glenda: “Él te hará desear lo que Él te quiere regalar”. Ten paciencia, pídele con constancia y humildad que te revele sus planes de Amor para ti. Ponte en camino, Dios está enamorado de ti, te quiere en sus brazos y en su Sagrado Corazón. Y ese mismo Amor nos irá diciendo cuál es la vocación que nos llevará al cielo a su lado, para gloria de Él y para salvación del mundo.
El discernimiento es agotador pero indispensable para la vida
Catequesis del Papa Francisco, 31 de agosto de 2022.
En la Audiencia General de este miércoles, el Papa inaugura una nueva serie de meditaciones sobre un tema muy querido por los formados en la escuela de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús: el discernimiento.
Las condiciones para hacer una buena elección
Francisco parte de la base de que «discernir es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Las acciones cotidianas son básicamente el resultado de una elección, más o menos fundamental: se elige una comida, un vestido, una carrera, un trabajo, una relación.
En todo esto -dice el Papa- se realiza un proyecto de vida, y también nuestra relación con Dios. “Es precisamente a algunas imágenes tomadas de la vida ordinaria y relatadas en los Evangelios a las que el Pontífice hace referencia: los pescadores que seleccionan los peces buenos y descartan los malos; el comerciante que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor; el agricultor que en el campo encuentra algo que resulta ser un tesoro”.
El discernimiento se presenta como un ejercicio de «inteligencia», «experiencia» y también de «voluntad», para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Y también hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo.
A la luz de los ejemplos citados, el Papa señala que no es posible delegar una elección en otros, ya que cada elección es propia, y habla de «situaciones inesperadas, no previstas, en las que es esencial reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar».
El buen discernimiento produce alegría
Favorecer el encuentro entre lo temporal y lo eterno es lo que es el discernimiento en pocas palabras, dice Francisco.
El Evangelio -añade el Papa- sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los afectos. Insiste en el hecho de que quien ha encontrado el tesoro no siente la dificultad de venderlo todo, tan grande es su alegría, como relata el evangelista Marcos (cf. Mt 13,44) utilizando un término que expresa «una alegría totalmente especial, que ninguna realidad humana puede dar».
En el Juicio Final, Dios obrará el discernimiento hacia nosotros. Las imágenes del agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la vida, que nos exigen tomar posición. Por eso es tan importante saber discernir: las grandes elecciones pueden surgir de circunstancias que a primera vista parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas.
Aquí el Papa recuerda el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, que surgió de una simple pregunta: «Rabí, ¿dónde vives?» – «Vengan a ver». Un intercambio muy breve que, sin embargo, es «el comienzo de un cambio que marcará toda una vida».
La invitación de Dios a evaluar y elegir
El conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad son algunos de los elementos indispensables del discernimiento, vuelve a subrayar el Papa Francisco, que se ampliará en las catequesis de los miércoles.
El discernimiento -como he dicho- implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es un reto.
Aquí el Papa repite que Dios quiere que seamos hijos, no esclavos, quiere que seamos libres. “A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente”.
“Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte. Una enseñanza fundamental: no es casualidad que sea el primer diálogo entre Dios y el hombre”.
Para aprender a vivir hay que aprender a amar
Aquí es donde entra en juego el entrenamiento en una sana y constante introspección personal y una relación íntima y confiada con el Señor, para descubrir esa magia de la memoria ignaciana, ese más en el amor que se puede generar precisamente a través del buen discernimiento. Todo en la conciencia de ser llevado de la mano, con la ayuda del Espíritu, para ser invocado siempre en cada viaje hacia las elecciones:
«El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una «relación filial con Dios». Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y el amor sólo se puede vivir en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir».
La oración de los cinco dedos
Podríamos orar todos por cada uno
1. El dedo pulgar es el que está más cerca de tí. Así que comienza orando por aquéllos que están más unidos a tí. Son los más fáciles de recordar. Orar por los que amamos es «una dulce tarea.»
2. El próximo dedo es el índice: Ora por los que enseñan, instruyen y curan. Ellos necesitan apoyo y sabiduría al conducir a otros por la dirección correcta. Manténlos en tus oraciones.
3. El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes, a los gobernantes, a quienes tienen autoridad. Ellos necesitan la dirección divina.
4. El próximo dedo es el del anillo. Sorprendentemente, éste es nuestro dedo más débil. El nos recuerda orar por los débiles, enfermos o atormentados por problemas. Ellos necesitan tus oraciones.
5. Y finalmente tenemos nuestro dedo pequeño, el más pequeño de todos. El meñique debería recordarte orar por tí mismo. Cuando hayas terminado de orar por los primeros cuatro grupos, tus propias necesidades aparecerán en una perspectiva correcta y estarás preparado para orar por tí mismo de una manera más efectiva.
Septiembre, Mes de la Biblia
La intención es que durante este mes, en todas las comunidades cristianas, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios
Durante todo el mes de Septiembre, la Iglesia celebra el mes de la Biblia. La intención es que durante este mes, en todas las comunidades cristianas, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios.
Propuestas para escuchar la Palabra
– La lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos es una excelente ayuda para profundizar en la Palabra de Dios. De esta manera nos unimos a toda la Iglesia que ora al Padre meditando los mismos textos. También nos acostumbramos a una lectura continuada de la Biblia, donde los textos están relacionados y lo que leemos hoy se continua con lo de mañana. La lectura diaria de los textos (para lo cual Liturgia Cotidiana es una excelente herramienta) constituye una «puerta segura» para escuchar a Dios que nos habla en la Biblia.
– ¿Has leído alguna vez un evangelio entero «de corrido»? Es muy interesante descubrir la trama de la vida de Jesús escrita por cada evangelista. Muchos detalles y relaciones entre los textos que cada evangelista utiliza quedan al descubierto cuando uno hace una lectura continuada. Este mes es propicio para ofrecerle a Dios este esfuerzo. Te recomendamos la lectura del evangelio de Marcos. No es muy largo, en unas horas se puede leer. Al ser el primero de los sinópticos, los otros (Mateo y Lucas) lo siguen en el esquema general. Por lo tanto es una muy buena «puerta de entrada» al mensaje de Jesús.
– Otra posibilidad para poner en práctica este mes (y tal vez iniciar un hábito necesario y constructivo) es la oración con los salmos. Los mismos recogen la oración del pueblo de dios a lo largo de casi mil años de caminata del pueblo de Israel. Nos acercan la voz del pueblo que ora con fe, y la palabra de Dios, que nos señala esta manera de orar para acercarnos y escuchar sus enseñanzas. En los salmos podemos encontrar una inmensa fuente de inspiración para la oración. Hay salmos que nos hablan de la alegría, de las dificultades y conflictos, de la esperanza, del abatimiento, del dolor, de la liberación y la justicia, de la creación, de la misma Palabra de Dios (salmo 118, el más largo de todos). Aprender a rezar con los Salmos es una «puerta siempre abierta» para el encuentro con el Dios de la Vida.
– La lectura orante de la Palabra, realizada en comunidad, nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. Es un ejercicio clave para el crecimiento en la fe. La fuerza de la comunidad nos alienta para encontrar en los textos la fuerza del Espíritu. Todos aprendemos juntos y nos enriquecemos con el aporte de cada uno. Existen muchos métodos de lectura orante. Simplificando al máximo podemos decir que los siguientes cuatro pasos son los más comunes:
Lectura
Meditación
Oración
Compromiso
La lectura orante siempre desemboca en un desafío para vivir. La Palabra de Dios nos desafía a seguir los pasos de Jesús y cambiar nuestra vida.
La lectura orante, practicada en comunidad, es una «puerta-espejo» que nos interpela y nos ayuda a discernir cómo vivir y practicar su Palabra en nuestros días.
¿Por qué celebramos en Septiembre el Mes de la Biblia?
Porque en un día 26 de Septiembre de 1569, se termina de imprimir totalmente la Biblia en español llamada “Biblia del Oso”. Fue traducida por Casiodoro de Reina. En esa oportunidad salieron 260 ejemplares en Basilea, Suiza. De ese acontecimiento hace ya 434 años. La tapa esta Biblia tiene un oso comiendo miel desde un panal, por esa razón se le llama “Biblia del oso”.
De la la Encíclica Fides et ratio
Capítulo V. N´55 (parcial)
«Tampoco faltan rebrotes peligrosos de fideísmo, que no acepta la importancia del conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y, más aún, para la posibilidad misma de creer en Dios. Una expresión de esta tendencia fideísta difundida hoy es el « biblicismo », que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis el único punto de referencia para la verdad. Sucede así que se identifica la palabra de Dios solamente con la Sagrada Escritura, vaciando así de sentido la doctrina de la Iglesia confirmada expresamente por el Concilio Ecuménico Vaticano II.
La Constitución Dei Verbum, después de recordar que la palabra de Dios está presente tanto en los textos sagrados como en la Tradición, afirma claramente: « La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica ». La Sagrada Escritura, por tanto, no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la « suprema norma de su fe » proviene de la unidad que el Espíritu ha puesto entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente.
No hay que infravalorar, además, el peligro de la aplicación de una sola metodología para llegar a la verdad de la Sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exégesis más amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. Cuantos se dedican al estudio de las Sagradas Escrituras deben tener siempre presente que las diversas metodologías hermenéuticas se apoyan en una determinada concepción filosófica. Por ello, es preciso analizarla con discernimiento antes de aplicarla a los textos sagrados.»
Juan Pablo II
Fides et ratio
14 de Setiembre de 1998
——
NOTA de Xavier Villalta
Casi nadie sabe que las dos primeras ediciones, de Casiodoro de Reina (1569), llamada la Biblia del Oso, y de Cipriano de Valera (1602), llamada la Biblia del Cántaro, contenían todos los textos propios de la Biblia Vulgata latina de Jerónimo de Estridón, que es el texto oficial de la Biblia para toda la iglesia católica romana.
Y luego indicando que en la actualidad existen versiones más adecuadas para la lectura católica como la Biblia de Jerusalén o la Biblia de Navarra.
La Biblia políglota complutense fue publicada en 1520, los textos estaban escritos en griego, latín y hebreo, por lo que no cuenta como la primera Biblia impresa en idioma Castellano, la primera Biblia impresa completamente en nuestro idioma fue la de Casiodoro de Reina, pero como dije antes, esta Biblia contenía TODOS los textos de la Biblia Vulgata.
San Josué: el hombre al que Dios obedeció
Su nombre significa «Dios salva». Fue siervo de Moisés y le sucedió. Entró con el pueblo de Israel en la Tierra Prometida
Josué está entre los primeros profetas en orden de importancia. Tiene un libro propio en el Antiguo Testamento y aparece en la Historia Deuteronomista, que son el Libro del Deuteronomio y los relacionados con él, de Josué hasta el Libro de los Reyes.
Era de la tribu de Efraín. Primero fue ayudante de Moisés (Jos 1,1) pero luego pasaría a ser -como Moisés- «siervo del Señor» (Jos 24,29). Moisés le cambiará el nombre: de Hoseas se convertirá en Josué (Nm 13,16). De hecho, nunca eclipsará a Moisés, ni siquiera en el propio libro de Josué.
De él hace un tremendo elogio la Sagrada Escritura: se dice que es el único hombre al que Dios obedeció (Jos 10,14).
Jamás hubo otro día, ni antes ni después, en que el Señor obedeciera a la voz de un hombre. Realmente, el Señor combatía en favor de Israel. (Jos 10, 14)
Murió a los 110 años
En 68 ocasiones se lee la fórmula «dijo el Señor a…». Además, legisla para el pueblo de Israel y muere a una edad mítica, como la que se asigna a patriarcas y grandes personajes: en su caso, 110 años.
Aparece por primera vez en Ex 17,8-16, cuando dirige la batalla contra los amalecitas mientras Moisés ora por el éxito del combate. En Ex 24,13 es el único que sube al monte con Moisés, y le acompaña al bajar, cuando los israelitas están adorando al becerro de oro (Ex 32,17).
Sobre su estrecha relación con Moisés, se lee en Ex 33,11: «Josué hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda«. Le pide a Moisés que impida profetizar a Eldad y Medad (Nm 11,28). En Nm 13,8, está entre los jefes enviados a explorar el país de los cananeos.
La Tierra Prometida
Al regresar la expedición junto con Caleb, afirma que la tierra es buena y que el pueblo no debe rebelarse contra el Señor volviendo a Egipto. Por esta razón serán los únicos que Dios va a permitir que sobrevivan de entre todos los exploradores y vean la Tierra Prometida.
En Nm 27,15-23 leemos que es designado por Dios para suceder a Moisés. Junto con el sacerdote Eleazar y los cabezas de familia de las tribus deberá actuar con los rubenitas y gaditas según se comporten en la guerra (Nm 32,28), y con aquellos mismos deberá hacer el reparto de la tierra (Nm 34,17).