Mark 10:1-12

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús define la sacralidad fundamental del matrimonio. Estoy convencido que el profundo significado sacramental y religioso del matrimonio —incluso dentro de la Iglesia— ha sido dramáticamente puesto en riesgo en los últimos años. Decimos que el matrimonio es una vocación, pero ¿lo decimos en serio? 

Podemos mirar las relaciones humanas de pareja en diferentes niveles. Dos personas pueden unirse sólo por un placer físico, por razones económicas o por una compañía psicológica. Y podemos ver dos personas que se unen por un amor auténtico. 

Pero ninguno de todos estos niveles es sobre lo que la Biblia quiere hablarnos respecto al matrimonio. Cuando estaba haciendo trabajo parroquial, invariablemente preguntaba a las parejas jóvenes: “¿Por qué quieren casarse por la Iglesia?”. La mayoría respondía algo así como: “Porque nos amamos”. Pero yo decía: “Muy bien, pero esa no es una razón para casarse por la Iglesia”. Por lo general quedaban confundidos, pero yo lo decía muy en serio.

Uno viene a la Iglesia para casarse delante de Dios y Su pueblo cuando estás convencido que su matrimonio, finalmente, no es acerca de uno mismo sino de Dios y de servir Sus propósitos; sabiendo que es, tanto como un sacerdocio, una vocación, un llamado sagrado.

Román de Condat, Santo

Abad, 28 de febrero

Por: Alban Butler | Fuente: Vida de los santos

Martirologio Romano: En los montes del Jura, en Francia, sepultura del abad san Román, que, siguiendo los ejemplos de los antiguos cenobitas, primeramente abrazó la vida eremítica y llegó después a ser padre de numerosos monjes ( 460).

Breve Biografía

A los treinta y cinco años de edad, san Román se retiró a los bosques del Jura, en la frontera de Francia y Suiza para vivir como ermitaño. Llevó consigo las «Vidas de los Padres del desierto» de Casiano, algunos útiles de trabajo y un poco de semilla y se abrió camino hasta la confluencia del Bienne y el Aliére. En aquellas escarpadas montañas de difícil acceso, encontró la soledad que buscaba. A la sombra de un gigantesco pino, pasaba el día en la oración, la lectura espiritual y el cultivo de la tierra. Al principio, sólo las bestias y uno que otro cazador turbaban su retiro; pero pronto fueron a reunírsele su hermano, Lupicino y uno o dos compañeros más. Después llegaron otros muchos aspirantes a la vida eremítica, entre ellos una hermana de san Román y varias otras mujeres.

Los dos hermanos construyeron los monasterios de Condal y Leuconne, a tres kilómetros de distancia uno del otro y, para las mujeres, erigieron el monasterio de La Baume, donde actualmente se levanta el pueblecito de Saint-Roman-de-la-Roche. Los dos hermanos desempeñaban simultáneamente el cargo de abad, en perfecta armonía, aunque Lupicino tendía a ser más estricto.

Este último habitaba generalmente en el monasterio de Leuconne; al enterarse de que los monjes de Condal empezaban a comer un poco mejor, se presentó en el monasterio y les prohibió tal innovación. Aunque el ideal de san Román y san Lupicino era imitar a los anacoretas del oriente, las diferencias de clima les obligaron a modificar ciertas austeridades. Los galos eran muy dados a los placeres de la mesa; a pesar de ello, jamás probaban los monjes la carne, y sólo comían huevos y leche cuando estaban enfermos. Pasaban gran parte del día en duros trabajos manuales, vestían pieles de animales y usaban suecos. Esto les protegía de la lluvia, pero no del cruel frío del invierno, ni de los ardientes rayos del sol en el verano, reflejados por las rocas.

San Román hizo una peregrinación al actual Saint-Maurice de Valais para visitar el sitio del martirio de la Legión Tebana. En el camino curó a dos leprosos; la fama del milagro llegó antes que él a Ginebra y, al pasar por la ciudad, el obispo, el clero y el pueblo salieron a saludarle. Su muerte ocurrió el año 460. Según su deseo, fue sepultado en la iglesia del convento gobernado por su hermano, Lupicino. Este le sobrevivió cerca de veinte años, y su fiesta se celebra por separado, el 21 de marzo. La biografía latina habla sobre todo, de las austeridades de Lupicino, pero cuenta también grandes maravillas de la bondad de Román para con los monjes y de su espíritu de fe. En una época de hambre, obtuvo con sus oraciones la multiplicación del grano que quedaba en el monasterio. Cuando sus monjes, cediendo a la tentación, empezaban a pensar en abandonar la vida religiosa o la abandonaban realmente, el santo no les trataba con dureza, sino que les alentaba a perseverar en su vocación.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER’S INTERNATIONAL – JOHN W. CLUTE, S. A.;
páginas 433-434

A imagen de Dios

Santo Evangelio según San Marcos 10, 1-12. Viernes VII de Tiempo Ordinario.

Por: Jorge Alberto Leaños García, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, vengo a encontrarme contigo al inicio del día, para escuchar lo que quieres de mí. Enséñame a creerte y a seguirte para experimentar tu Palabra que salva. Ya sea que este alegre o cansado, ilusionado o sin proyectos, con planes destruidos o con frutos evidentes… estén como estén las cosas, ayúdame a nunca olvidar lo importante para que, recordando que no importa los sentimientos, pueda llegar a experimentar la realidad de tu cercanía. Quiero estar consciente de que Tú siempre estás a mi lado.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 1-12

En aquel tiempo, se fue Jesús al territorio de Judea y Transjordania, y de nuevo se le fue acercando la gente; él los estuvo enseñando, como era su costumbre. Se acercaron también unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?».

El les respondió: «¿Qué les prescribió Moisés?» Ellos contestaron: «Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa». Jesús les dijo: «Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre». Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: «Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La unión que pueden formar el hombre y la mujer ante el matrimonio y la familia, se logra hacer a imagen de la unidad del Padre que ama incondicionalmente al Hijo, y del Hijo que se da sin medidas al Padre.

Somos imagen de Dios por la unión que somos capaces de alcanzar. Para eso Dios nos ha creado. Ante tal belleza, Él no quiso permitir la desunión. En cada hombre y mujer capaz de donarse se ve la imagen y semejanza de este intercambio de amor.

Todos estamos llamados a darnos y donarnos, pues es el núcleo de toda vocación.

Ahora bien, podremos ser una imagen de Dios oscurecida, arrugada e incluso rota… Esto no era el plan original de Dios, pero, sin importar las circunstancias, «toda persona» podrá seguir siendo reflejo de Dios mientras pueda seguir donando sus fuerzas, entregando su persona y amando sin medidas, porque el amor que cuesta es el reflejo más perfecto de Dios.

Sólo debemos aprender a amar desde nuestra realidad personal. Es difícil, pero basta ver el crucifijo para entender la locura del amor, pues no hay resurrección sin muerte; no hay entrega sin renuncia.

«Dios no ha creado al ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que le sea complementaria; para vivir la extraordinaria experiencia del amor: es decir de amar y ser amado; y para ver su amor fecundo en los hijos. Este es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca».

(Homilía de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un examen para saber cómo estoy amando y hacer una oración especial por los matrimonios que tienen dificultades.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Leandro de Sevilla, un sabio defensor de la fe

Public Domain

Dolors Massot – publicado el 13/03/15 – actualizado el 13/03/23

Un obispo que fue maestro de santo Tomás de Aquino

Nació en Cartagena. Tuvo tres hermanos menores: Fulgencio, Isidoro y Florentina. Son popularmente conocidos como los Cuatro Santos de Cartagena.

Leandro se dedicó en principio a la vida monástica y fue designado arzobispo de Sevilla.

Public domain

Conversión del rey Recaredo

Su vida estuvo orientada a la evangelización y a la lucha contra el arrianismo en Hispania. Se le atribuye la conversión del gobernador Hermenegildo, con ayuda de Infunda, la esposa de este, que era ferviente cristiana.

Esto desató la guerra entre Hermenegildo y su padre, el rey arriano Leovigildo. Leovigildo vence y tanto Hermenegildo como el arzobispo Leandro son desterrados.

Desde el exilio, Leandro persiste en su acción pastoral y finalmente el rey levanta la condena.

El arzobispo convoca el III Concilio de Toledo (año 589) y en él también se convierte otro hijo de Leovigildo, el rey Recaredo. Así se logra por fin la unidad católica de la nación.

Siempre unido a Sevilla

Los restos mortales de san Leandro se veneran en la catedral de Sevilla, a los pies de la Virgen de los Reyes. Los de su hermano san Isidoro también se encuentran allí, en el altar mayor.

La fiesta de san Leandro se celebra en todas las diócesis de España.

Santo patrón

San Leandro es patrón de Sevilla y es protector contra el reumatismo (se sabe que el santo padecía de gota).

Oración

Señor Dios,
que por medio de tu obispo san Leandro mantuviste en tu Iglesia la integridad de la fe,
mantén a tu pueblo siempre libre de errores.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.