Matthew 23:27-32
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús juzga a los fariseos por su hipocresía. Él dice: “Por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad”.
Uno de los mayores peligros en la vida espiritual es caer en la trampa de la autosalvación, la convicción que uno puede salvarse a sí mismo a través de un esfuerzo moral heroico. El problema principal de esta estrategia es que resulta en el fortalecimiento del mismo egotismo que uno espera superar.
Lo que Jesús critica tan vehementemente de los fariseos es justamente este tipo de egotismo: “Parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!”. El pecado no es una debilidad que podamos superar, sino una condición de la que debemos ser salvados.
Este entendimiento debería permitirnos, a un nivel psicológico y espiritual elemental, relajarnos y rendirnos. Lo que sucede a menudo en los corazones de pecadores es cierto endurecimiento del espíritu cuando la mente y la voluntad se esfuerzan por salir de la prisión del miedo. Todo este esfuerzo y tensión solo arroja al ego sobre sí mismo en una miseria de fracaso y autorreproche.
Mónica, Santa
Memoria Litúrgica, 27 de agosto
Fuente: Centro de Espiritualidad Santa Maria
Madre de San Agustín
Martirologio Romano: Memoria de santa Mónica, que, muy joven todavía, fue dada en matrimonio a Patricio, del que tuvo hijos, entre los cuales se cuenta a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas y oró mucho a Dios. Al tiempo de partir para África, ardiendo en deseos de la vida celestial, murió en la ciudad de Ostia del Tíber († 387).
Etimológicamente: Mónica = Aquella que disfruta de la soledad, es de origen griego.
Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy.
Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Breve Biografía
Hoy celebramos a Santa Mónica, que con su testimonio logró convertir a su marido, a su suegra y a su hijo, San Agustín, quién también, es un gran santo de la Iglesia. Santa Mónica fue una mujer con una gran fe y nos entregó un testimonio de fidelidad y confianza en Dios, por lo que alcanzó la santidad cumpliendo con su vocación de esposa y madre.
Un poco de historia
Mónica, la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.
Formación
Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa y estricta en disciplina. Ella no las dejaba tomar bebidas entre horas (aunque aquellas tierras son de clima muy caliente) pues les decía: «Ahora cada vez que tengan sed van a tomar bebidas para calmarla. Y después que sean mayores y tengan las llaves de la pieza donde está el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño.» Mónica le obedeció los primeros años pero, después ya mayor, empezó a ir a escondidas al depósito y cada vez que tenía sed tomaba un vaso de vino. Más sucedió que un día regañó fuertemente a un obrero y éste por defenderse le gritó ¡Borracha! Esto le impresionó profundamente y nunca lo olvidó en toda su vida, y se propuso no volver a tomar jamás bebidas alcohólicas. Pocos meses después fue bautizada (en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde su bautismo su conversión fue admirable.
Su esposo
Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano, que no tenía gusto alguno por lo espiritual. La hizo sufrir muchísimo y por treinta años ella tuvo que aguantar sus estallidos de ira ya que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar su mano contra ella. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por varias décadas.
La fórmula para evitar discusiones
En aquella región del norte de África donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero que nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: «Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo, para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues….no peleamos».
Viuda, y con un hijo rebelde
Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedique de su tiempo a estos buenos oficios. Y quizás, el ejemplo de vida de su esposa logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado grandemente la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautizo, Patricio murió, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.
El muchacho difícil
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que Agustín era extraordinariamente inteligente, y por eso decidieron enviarle a la capital del estado, a Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero a Patricio, en aquella época, solo le interesaba que Agustín sobresaliera en los estudios, fuera reconocido y celebrado socialmente y sobresaliese en los ejercicios físicos. Nada le importaba la vida espiritual o la falta de ella de su hijo y Agustín, ni corto ni perezoso, fue alejándose cada vez más de la fe y cayendo en mayores y peores pecados y errores.
Una madre con carácter
Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez más preocupantes del comportamiento de su hijo. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó su propósito de hacerlo. Adoptó las creencias y prácticas de una, la secta Maniquea, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Y Mónica, que era bondadosa pero no cobarde, ni débil de carácter, al volver su hijo de vacaciones y escucharle argumentar falsedades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y cerró las puertas, porque bajo su techo no albergaba a enemigos de Dios.
La visión esperanzadora
Sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que se vio en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo, Se le acercó un personaje muy resplandeciente y le dijo «tu hijo volverá contigo», y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró a su hijo el sueño y él le dijo lleno de orgullo, que eso significaba que ello significaba que se iba a volver maniquea, como él. A eso ella respondió: «En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre». Su respuesta tan hábil impresionó mucho a su hijo Agustín, quien más tarde consideró la visión como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437. Aún faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.
La célebre respuesta de un Obispo
En cierta ocasión Mónica contó a un Obispo que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: «Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas». Esta admirable respuesta y lo que oyó decir en el sueño, le daban consuelo y llenaban de esperanza, a pesar de que Agustín no daba la más mínima señal de arrepentimiento.
El hijo se fuga, y la madre va tras de él
A los 29 años, Agustín decide irse a Roma a dar clases. Ya era todo un maestro. Mónica se decide a seguirle para intentar alejarlo de las malas influencias pero Agustín al llegar al puerto de embarque, su hijo por medio de un engaño se embarca sin ella y se va a Roma sin ella. Pero Mónica, no dejándose derrotar tan fácilmente toma otro barco y va tras de él.
Un personaje influyente
En Milán; Mónica conoce al santo más famoso de la época en Italia, el célebre San Ambrosio, Arzobispo de la ciudad. En él encontró un verdadero padre, lleno de bondad y sabiduría que le impartió sabios. Además de Mónica, San Ambrosio también tuvo un gran impacto sobre Agustín, a quien atrajo inicialmente por su gran conocimiento y poderosa personalidad. Poco a poco comenzó a operarse un cambio notable en Agustín, escuchaba con gran atención y respeto a San Ambrosio, desarrolló por él un profundo cariño y abrió finalmente su mente y corazón a las verdades de la fe católica.
La conversión tan esperada
En el año 387, ocurrió la conversión de Agustín, se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.
Puede morir tranquila
Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba en esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, mientras madre e hijo admiraban el cielo estrellado y platicaban sobre las alegrías venideras cuando llegaran al cielo, Mónica exclamó entusiasmada: » ¿Y a mí que más me amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte cristiano.»
Poco después le invadió una fiebre, que en pocos días se agravó y le ocasionaron la muerte. Murió a los 55 años de edad del año 387.
A lo largo de los siglos, miles han encomendado a Santa Mónica a sus familiares más queridos y han conseguido conversiones admirables.
En algunas pinturas, está vestida con traje de monja, ya que por costumbre así se vestían en aquél tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, despreciando adornos y vestimentas vanidosas. También la vemos con un bastón de caminante, por sus muchos viajes tras del hijo de sus lágrimas. Otros la han pintado con un libro en la mano, para rememorar el momento por ella tan deseado, la conversión definitiva de su hijo, cuando por inspiración divina abrió y leyó al azar una página de la Biblia.
Oración
Santa Mónica, te pedimos en este día que nos ayudes a vivir nuestra vocación cerca de Dios, confiando siempre en que la oración constante y sencilla es un instrumento eficaz para transformar los corazones de quienes nos rodean. Amén.
Un vida auténtica junto a Jesús
Santo Evangelio según san Mateo 23, 27-32. Miércoles 21ª semana del Tiempo Ordinario
Por: Vicente Toledo, LC | Fuente: www.somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Tú eres todo para mí, Señor, soy lo que soy delante de ti. No soy más porque los hombres me alaban o menos porque me vituperan. Dame la gracia de una vida auténtica, viviendo de cara a ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 27-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas’! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hipócritas. Una palabra fuerte que usa Jesús y en la que insiste una y otra vez, manifestando la inmensa necesidad del mundo de una coherencia de vida. Vivimos en una sociedad llena de apariencias, aparentar por fuera lo que no es por dentro. Buscando el agrado de los demás, pero por dentro llenos de maldad, de hipocresía; una vida de máscaras.
Al leer este Evangelio podemos reflexionar, ¿me identifico? ¿Resuena algo en mi corazón? ¿Me preocupo más de la opinión de los demás que de mi propia vida? ¿Qué voz escucho más en mi interior, la de Dios o la de los demás? ¿Para quién estoy viviendo, para parecer algo que no soy, para ser lo que los demás quieren que sea o lo que Dios quiere que sea? Soy lo que soy delante de Dios, eso debo buscar ser ante el mundo. Una vida auténtica es a lo que Dios nos ha llamado a cada uno desde nuestra propia realidad.
Estamos llamados al amor. Dios es amor, entonces estamos llamados a vivir con Dios. No puedo ser alguien con Dios y otro totalmente diferente con los demás. Dios no necesita nuestras explicaciones. Él nos conoce más que nosotros mismo, sabe cuáles son las intenciones profundas de nuestro corazón, no busquemos engañarlo. No hay camino más feliz que el de la voluntad de Dios, conocernos, aceptarnos y superarnos es nuestra misión de cada día.
«Que el Señor nos dé la gracia de saber discernir cuándo hay un espíritu que quiere destruirnos con ensañamiento, y cuándo el mismo espíritu quiere consolarnos con las apariencias del mundo, con la vanidad. Pero no olvidemos: cuando hay saña, hay odio, la venganza del diablo derrotado. Así es hasta hoy, en la Iglesia».
(S.S. Francisco, homilía 11 de marzo de 2020, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Señor, quiero ser lo que Tú quieres que sea. Propongo cada día buscar una actitud de mi corazón que refleje la autenticidad y la coherencia de vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Santa Mónica: un ejemplo de mujer con santidad actual
Santa Mónica es una mujer de la que conocemos su vida, pero sobre todo la gran labor de oración que hizo por su hijo Agustín a lo largo de más de 20 años

godongphoto/ Shutterstock
Mia Schroeder – publicado el 30/08/23
Santa Mónica, llevada a los altares mayores por su estilo de vida en santidad y oración, fue dada en matrimonio muy joven a un hombre pagano llamado Patricio, de quien tuvo varios hijos, entre ellos Agustín, cuya conversión alcanzó de la misericordia divina con muchas lágrimas y oraciones. Sin duda es un modelo perfecto de madre cristiana.
Hoy queremos compartirte cinco datos de la vida de santa Mónica con los que te puedes identificar y pedir su intercesión.
1 Punto de referencia
En una época en la que la mujer estaba siempre y en todo caso relegada a un papel subalterno, obligada a vivir a la sombra de su marido, condenada al olvido y sin consideración por sus verdaderos talentos y capacidades, esta mujer excepcional supo sublimar el papel que le ha asignado la historia y la sociedad, convirtiéndose en un punto de referencia y símbolo para las mujeres y madres de todas las épocas.
2 Mujer aguerrida
Imaginemos a una madre, una mujer cristiana, que se quedó viuda temprano, con tres hijos que cuidar y todo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Parece una historia como muchas otras, una que podemos escuchar todos los días, o que quizás incluso hemos vivido muy de cerca en nuestra familia.
3 Pilar de familia
En la cultura antigua, en casi todas las sociedades, ser esposa y madre representaba la máxima aspiración y la plena realización de una mujer; en muchos casos, era inevitable estar sometida al marido.
En este caso seguramente seremos capaces de darnos cuenta de cuánto coraje y fuerza necesita una madre para sacrificar su propia vida para emplear cada momento de su existencia, sola y exclusivamente, para el cuidado y el bienestar de su hijo.
No pensemos solo en el bienestar del cuerpo, sino también y sobre todo en el del espíritu y el alma; que sobre todo en los más jóvenes, está constantemente perturbado por pensamientos y estímulos que no siempre son comprensibles para ellos mismos.
4 Mujer de oración y fe
Después de casarse según los deseos de la familia, tuvo tres hijos que crecieron en el fervor de su fe. Una fe tan ardiente e inquebrantable que hasta su marido, un pagano, se contagió a tal grado que se convirtió al cristianismo.
Nadie como San Agustín entiende la fuerza de la oración de una madre por su hijo; pues durante veinte años su madre, santa Mónica, rezó por su conversión y lo consiguió. Él mismo lo cuenta en su libro Confesiones.
Él dijo que su madre iba tres veces al día frente al Sagrario, en Hipona, y le pedía a Jesús que su Agustín se volviera “un buen cristiano”.
Era todo lo que ella quería. No pedía que él fuera sacerdote, obispo, santo, doctor de la Iglesia y uno de los mayores teólogos y filósofos de todos los tiempos; solo que creyera.
San Agustín dijo que las lagrimas de su madre frente al sagrario eran como «la sangre de su corazón destilado en lagrimas en sus ojos».
5 Madre y abuela entregada
Durante sus años paganos, Agustín tuvo una concubina con la que tuvo un hijo llamado Adeodato. El hijo permaneció bajo su custodia y ambos vivieron con santa Mónica; su nieto falleció con 16 años y vivió lo suficiente como para ser testigo de la muerte de su abuela. Santa Mónica tuvo un profundo impacto, no solo en su hijo, sino también en su nieto.
Gran intercesora
Una vez que San Agustín se convirtió, en los últimos días de su madre, tuvieron un hermoso diálogo; la conversación más santa entre una madre y un hijo, después de las que Jesús tuvo con la Virgen María.
«Hijo, en cuanto a mí, ya no encuentro ningún atractivo por esta vida. No sé qué sigo haciendo aquí y por qué me encuentras aquí. Este mundo ya no es un objeto de deseo para mí. Solo había una razón por la que quería quedarme un poco más en esta vida: verte como un cristiano católico antes de morir. Dios me ha concedido más allá de todas mis expectativas, me ha concedido verte a su servicio y liberado de las aspiraciones de felicidad terrena. ¿Qué estoy haciendo aquí?».
«Enterrarás este cuerpo, dijo, donde más te guste, no quiero que te molestes. Solo por esto te ruego que estés donde estés, te acuerdes de mí en el altar del Señor».
Santa Mónica es la santa patrona de las mujeres casadas, madres, abuelas y viudas; también es la santa patrona de las personas que viven matrimonios difíciles, de las que tienen hijos problemáticos, y de las conversiones de familiares.
Ella es la amiga que nos consuela desde el cielo. Entiende bien la desesperación de los padres frustrados y confundidos al ver a sus hijos alejarse de la Iglesia.