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Referencias Bíblicas

• John 1:45-51

• Obispo Robert Barron

Amigos, en el Evangelio de hoy, Natanael le dice a Jesús: “Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios; Tú eres el Rey de Israel”. Natanael es también llamado Bartolomé, cuyo día de fiesta celebramos hoy.

N.T. Wright, autor anglicano experto en las Escrituras, nos dice que cuando un judío del primer siglo hablaba de la llegada del Reino de Dios, consideraba algo muy específico.

Estaba anunciando que el Templo iba a ser restaurado; que la adoración apropiada a Yahveh era cumplida; que los enemigos de Israel habían sido removidos; y sobre todo que las tribus del Señor —y por medio de ellas las tribus del mundo— estarían unidas.

Es por ello, por lo que Jesús eligió a doce discípulos, evocadores de las doce tribus. Ellos serían prototipo y catalizadores de la unión de Israel y, por lo tanto, la unión de todos. Serían una comunidad fundamental y signo de la unidad.

 

 

Bartolomé, Santo

Fiesta Litúrgica, 24 de agosto

Por: Redacción |
Fuente: Centro de Espiritualidad Santa María
Apóstol y Mártir

Martirologio Romano: Fiesta de san Bartolomé, apóstol, al que generalmente se identifica con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle y lo agregó a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio (s. I)

Etimológicamente: Bartolomé = hijo de Tolomé” (Bar =hijo. Tolomé = “cultivador y luchador”).. Viene de la lengua hebrea.

Breve Biografía


A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.


Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa «regalo de Dios») Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.

El encuentro más grande de su vida.

 

El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: «Jesús se encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme». Felipe se encontró a Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret». Natanael le respondió: » ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?» Felipe le dijo: «Ven y verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» Natanael le preguntó: «¿Desde cuando me conoces?» Le respondió Jesús: «antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi». Le respondió Natanael: «Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó:

«Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre.» (Jn. 1,43 ).

Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: «¡Ven y verás que gran profeta es!»

Una revelación que lo convenció.

Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: «Este si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño». El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: «Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas». Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: «¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

 

Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.

El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: «San Bartolomé predicó el evangelio en la India.

Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza».

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar mas a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Oración

Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él enseñó. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

¡Felicidades a los Bartolomés!

Consulta también San Bartolomé Apostol de Jesús Martí Ballester

 

 

Encuentro de Jesús con Natanael

Santo Evangelio según san Juan 1, 45-51.

San Bartolomé apóstol.
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Jesús, eres el hijo de Dios, el rey de mi vida y mi mejor amigo, maestro y pastor. Me tomas de la mano y me conduces al Padre. Me insistes en la conversión, pues sólo un corazón decidido puede a orar en la fe. Ayúdame a orar disponiendo mi corazón para hacer la voluntad del Padre.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51



En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien escribieron Moisés y la Ley y los Profetas lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret. Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: Ven y verás. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Natanael le contesta: ¿De qué me conoces? Jesús le responde: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.



Palabra del Señor



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



«Ven y lo verás». Cada uno de nosotros ha llegado a conocer a Cristo gracias a otra persona. Un sacerdote nos bautizó y nos da los demás sacramentos; en casa o en la parroquia nos enseñaron el catecismo; seguramente algún amigo o amiga en concreto nos ha atraído más hacia la fe… En cada cristiano, a lo largo de los siglos, se repite el evento de Felipe, Natanael y Jesús.



 

 

Gracias, Señor, por todos aquellos que me han llevado a ti. ¿Qué sería de mí sin la ayuda de mis papás, de los sacerdotes, de mis amigos y hermanos en la fe? Gracias, Jesús, porque entraste en mi vida gracias a las personas que amo y sé que me aman; gracias por ser ese tesoro que he recibido de otros. Gracias, por la oportunidad de venir y verte, de conocerte más de cerca y de descubrir tu amor. Gracias porque, siendo el Hijo de Dios, has querido vivir entre nosotros.



Quien ha conocido a Cristo, ha recibido el mayor don de esta vida. Pero con el don viene una responsabilidad. ¡Cuánta gente no ha escuchado hablar de Cristo! ¡Cuántos saben de Él, pero no lo conocen en realidad, y por eso no lo aman! Y cuántos de ellos viven a nuestro lado, trabajan junto a nosotros, pasan por nuestras mismas calles. No podemos guardarnos el mayor tesoro de la humanidad para nosotros mismos. Tenemos que compartirlo, transmitir la gran noticia: ¡hemos encontrado a Aquél que tanto anhela el corazón humano!



 

Jesucristo, Tú tienes el gran deseo de que todos te conozcan, para que encuentren el verdadero Amor del Padre. Pero has querido hacerte necesitado de mi boca para hablar de ti. Cuenta conmigo. Aquí mismo donde vivo, en mi puesto de trabajo, entre mis amigos, sé que algunos no te conocen. Dame ese fuego misionero, la gracia de transmitir el encuentro contigo.



«Dios nos ha escogido y bendecido con un propósito: “Para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia”. Nos eligió a cada uno de nosotros para ser testigos de su verdad y su justicia en este mundo. Creó el mundo como un hermoso jardín y nos pidió que cuidáramos de él. Pero, con el pecado, el hombre desfiguró aquella belleza natural; destruyó también la unidad y la belleza de nuestra familia humana, dando lugar a estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la falta de educación y la corrupción».
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de enero de 2015).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.



Restar importancia a mis puntos de vista, para estar más abierto a la opinión de los demás.



Despedida



¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

San Bartolomé o Natanael, apóstol y modelo de sinceridad

Uno de los Doce Apóstoles que Jesús escogió, también llamado Natanael. Es protector de las enfermedades de piel y nerviosas

 

 

San Bartolomé es uno de los Doce Apóstoles y aparece en el evangelio citado también como Natanael.

Nació en Caná de Galilea y fue san Felipe quien lo presentó a Jesús estando cerca del Jordán. El Señor le invitó a seguirle y fue llamado por Cristo a ser uno de los Doce.  

Muchos investigadores consideran que Bartolomé es un sobrenombre dado a Natanael (que significa «regalo de Dios»). Este apóstol aparece como Natanael en el evangelio de san Juan y se le sitúa como compañero de Felipe. En cambio, en los tres evangelios sinópticos el nombre del compañero de Felipe es Bartolomé.

El evangelio de san Juan narra así la llamada de Jesús a Felipe y a Natanael:

“Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme».
Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret».
Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez».
«¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera».
Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús continuó: «Porque te dije: «Te vi debajo de la higuera», crees. Verás cosas más grandes todavía».
Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Después de haber sido testigo de la vida, Resurrección y Ascensión del Señor a los cielos, tal como narran los evangelios, la tradición lo sitúa evangelizando en la India.

También por tradición nos ha llegado que este apóstol murió mártir, ya que lo despellejaron vivo.

San Bartolomé es protector contra las enfermedades de piel y nerviosas. También es patrono de varias ciudades de Europa, de los mineros, albañiles, agricultores, viticultores, pastores, trabajadores del cuero, curtidores, talabarteros, zapateros, sastres, panaderos, carniceros y comerciantes del aceite y el queso (en Florencia).

Fortalece, Señor, nuestra fe, para que nos adhiramos a Cristo, tu Hijo, con la misma sinceridad con que lo hizo el apóstol San Bartolomé, y haz que, por la intercesión de este santo, sea siempre tu Iglesia sacramento de salvación universal para todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.

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