• Mark 10:13-16
Bishop Robert Barron
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos dice que el Reino de Dios pertenece a los niños. “Dejen que los niños se acerquen a Mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos”.
¿Cómo es eso? Bueno, los niños son como las estrellas, las flores o los animales; son lo que son inequívocamente, sin complicaciones. Están en consonancia con las intenciones más profundas de Dios para ellos. El desafío de la vida espiritual es darnos cuenta de lo que Dios quiere que seamos —descubrir lo que está en consonancia con lo más profundo de nuestro ser— y así llegar a la simplicidad y franqueza de nuestra existencia.
Permítanme decirlo de otra manera: los niños aún no han aprendido a mirarse a sí mismos. ¿Por qué un niño puede estar inmerso ansiosa y completamente en lo que está haciendo? Porque puede perderse de sí mismo; porque no está mirándose a sí mismo, consciente de las reacciones, expectativas y aprobación de quienes lo rodean. Los mejores momentos de la vida son cuando no centramos la atención en nosotros mismos en el mundo y simplemente somos como Dios quiere que seamos.
Beda el Venerable, Santo
Memoria Litúrgica, 25 de mayo
Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Presbítero y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, servidor de Cristo desde la edad de ocho años, pasó todo el tiempo de su vida en el monasterio de Wearmouth, en Northumbria, en Inglaterra. Se dedicó con fervor en meditar y exponer las Escrituras, y entre la observancia de la disciplina regular y la solicitud cotidiana de cantar en la iglesia, sus delicias fueron siempre estudiar, o enseñar, o escribir († 735).
Etimológicamente: Beda = Aquel que es un buen guerrero, es de origen germánico.
Breve Biografía
El nombre de Beda o Baeda en lengua sajona quiere decir oración. San Beda, “padre de la erudición inglesa” como lo definió el historiador Burke, murió a los 63 años en la abadía de Jarrow, en Inglaterra, después de haber dictado la última página de un libro suyo y de haber rezado el Gloria Patri. Era la víspera de la Ascensión, el 25 de mayo del 735. Cuando sintió que se acercaba la muerte, dijo: “He vivido bastante y Dios ha dispuesto bien de mi vida”.
Beda nació en el año 672 de una modesta familia obrera de Newcastle y recibió su formación en dos monasterios benedictinos de Wearmouth y Jarrow, en donde fue ordenado a los 22 años.
Las dos más grandes satisfacciones de su vida las condensó él mismo en tres verbos: aprender, enseñar, escribir. La mayor parse de su obra de escritor tiene su origen y finalidad en la enseñanza. Escribió sobre filosofía, cronología, aritmética, gramática, astronomía, música, siguiendo el ejemplo de san Isidro. Pero san Beda es ante todo un teólogo, de estilo sencillo, accesible a todos.
Se le presenta como uno de los padres de toda la cultura posterior, influyendo, por medio de la escuela de York y la escuela carolingia, sobre toda la cultura europea. Entre los monumentos insignes de la historiografía queda su Historia eclesiástica gentis Anglorum, que le mereció ser proclamado en el sínodo de Aquisgrana, en el 836, “venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis”. Le gustaba definirse “historicus verax”, historiador veraz, consciente de haber prestado un servicio a la verdad.
Terminó su voluminosa obra histórica con esta oración: “Te pido, Jesús mío, que me concediste saborear con delicia las palabras de tu sabiduría, concederme por tu misericordia llegar un día a ti, fuente de sabiduría, y contemplar tu rostro”. El Papa Gregorio II lo había llamado a Roma, pero Beda le suplicó que lo dejara en la laboriosa soledad del monasterio de Jarrow, del que se alejó sólo por pocos meses, para poner las bases de la escuela de York, de la que después salió el célebre Alcuino, maestro de la corte carolingia y fundador del primer estudio parisiense.
Después de haber dictado la última página de su Comentario a san Juan, le dijo al monje escribano: “ahora sosténme la cabeza y haz que pueda dirigir los ojos hacia el lugar santo donde he rezado, porque siento que me invade una gran dulzura”. Fueron sus últimas palabras.
Dejen que los niños se acerquen a mí
Santo Evangelio según San Marcos 10,13-16.
Sábado VII de Tiempo Ordinario.
Por: Alexis Montiel, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi vocación, mi misión, mi llamada… todo para ti, Señor, para darte gloria.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él». Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús está ahí, predicando, hablando de la misericordia del Padre, de las bellezas del mundo, de una cosa maravillosa. Un niño se le acerca insolentemente; ¿por qué vienes a fastidiar?, ¿por qué vienes a fastidiar? Ese niño se voltea, vemos su rostro, somos nosotros… Ese niño que está dentro a salido para decirle al Señor cómo lo hemos tratado mal, con qué descaro lo hemos encerrado de la mirada de los demás, cuántas veces nos hemos visto en la «necesidad» de renunciar a nuestras convicciones de niños por temor a lo que los demás puedan pensar.
Es entonces cuando Jesús me mira, su mirada me lo dice todo, le decepciona que le haya dejado; ese niño se había ilusionado y no dejé que lo manifestara; ese niño se maravillaba de las cosas que veía, se alegraba de cosas tan simples como un dulce, veía la maravilla en un gatito, la lluvia, las aves…
Qué complicado es ser grande, no poder ser un niño, disfrutar sin que nadie me diga que es extraño, raro, reírme de lo que sea, jugar con lo que sea y poder dar una caricia para consolar… Lo peor de todo, es que no le puedo ver con esa misma sensibilidad, mis recuerdos de Él se desvanecen poco a poco, ya no distingo muchas de las cosas que están bien o mal, lo peor es que no le puedo hablar como antes.
Déjame hablarte como antes, Señor, sin miedo a lo que los demás me digan, sin miedo a lo que piensen de mí; solamente déjame abandonarme en tus brazos como un niño en los brazos de su madre.
«El Evangelio nos habla del afecto con el que Jesús acogía a los niños, tomándolos en sus brazos y bendiciéndolos, porque «de los que son como ellos es el reino de los cielos».
Y las palabras más fuertes de Jesús son precisamente para el que escandaliza a los más pequeños: «Más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar».
Por lo tanto, debemos dedicarnos a proteger la dignidad de los niños con ternura pero también con gran determinación, luchando con todas las fuerzas contra esa cultura de descarte que hoy se manifiesta de muchas maneras en detrimento sobre todo de los más débiles y vulnerables, como son precisamente los menores». (Homilía de S.S. Francisco, 6 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Escuchar con atención a los niños que se me acerquen, como Cristo lo haría.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
San Beda el Venerable, un gran sabio medieval
Conoce a un monje benedictino y doctor de la Iglesia que promovió la evangelización y el conocimiento teológico en tierras anglosajonas
San Beda el Venerable fue un monje benedictino que fortaleció la evangelización en el actual Reino Unido. Escribió la Historia eclesiástica del pueblo de los Anglos.
Destacó en cálculo, con aportaciones como la práctica de datar las fechas antes y después de Cristo, expresada como Anno Domini, que había inventado Dionisio el Exiguo.
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También fue lingüista y traductor. Y con sus traducciones de los Padres de la Iglesia del latín y del griego al inglés ayudó a sus colegas anglosajones a comprender mejor la Patrística.
Vivió casi siempre en el monasterio. Pero sus escritos de teología, sus comentarios bíblicos y su ejemplo hicieron un gran servicio a la propagación de la fe.
Se le considera el sabio más importante de los siglos VII a IX. Fue declarado Doctor de la Iglesia.
Murió el 27 de mayo del año 735.
Santo patrón
San Beda el Venerable es el santo patrono de los historiadores.
Oración
Dios todopoderoso,
que has derramado por toda la creación reflejos de tu infinita belleza y bondad,
haciendo el hombre a tu imagen y semejanza.
Tanto amas a quienes se entregan totalmente,
que nos los pones como modelo, quieres que les veneremos y haces innumerables beneficios y milagros por su intercesión.
Por ello y mediante tu siervo san Beda el Venerable
te rogamos nos concedas (mencionar aquí la petición)
y con ello una mayor correspondencia a tu amor.
Señor Dios, que has iluminado a tu Iglesia con la sabiduría de san Beda el Venerable, permítenos orientarnos por las enseñanzas de tu santo sacerdote
y ser ayudados por sus méritos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
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