Luke 14:12-14

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos da un mandato extraordinario, que es considerar a los más débiles y vulnerables de nuestra sociedad: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos”. Este es uno de los puntos centrales de interés en todos los Evangelios. Los extranjeros, los extraños, las viudas, los huérfanos, los pobres —si se ignora a esta gente débil, Dios se enojará—.

La pasión de Dios no solo se extiende a través de la tradición bíblica, sino que viene clamando a través de las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica: “Si tienes dos abrigos en tu armario, uno te pertenece a ti; el otro pertenece al hombre que no tiene”.

No olvidemos a los pobres y marginados de hoy.

Carlos Borromeo, Santo

Obispo de Milán, 4 de noviembre

Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net

Cardenal Obispo de Milán

Martirologio Romano: Memoria de san Carlos Borromeo, obispo, que nombrado cardenal por su tío materno, el papa Pío IV, y elegido obispo de Milán, fue en esta sede un verdadero pastor fiel, preocupado por las necesidades de la Iglesia de su tiempo, y para la formación del clero convocó sínodos y erigió seminarios, visitó muchas veces toda su diócesis con el fin de fomentar las costumbres cristianas y dio muchas normas para bien de los fieles. Pasó a la patria celeste en la fecha de ayer (1584)

Fecha de beatificación: en el año 1602 por el Papa Clemente VIII
Fecha de canonización: 1 de noviembre de 1610 por el Papa Pablo V

Etimologicamente:: Carlos = Aquel que es dotado de noble inteligencia, es de origen germánico

Breve Biografía

La gigantesca estatua que sus conciudadanos le dedicaron en Arona, sobre el Lago Mayor en el norte de Italia, expresa muy bien la gran estatura humana y espiritual de este santo activo, bienhechor y comprometido en todos los campos del apostolado cristiano.

Había nacido en 1538. Sobrino del Papa Pío IV, fue creado cardenal diácono cuando sólo tenía 21 años. El mismo Papa lo nombró secretario de Estado, siendo el primero que desempeñó este cargo en el sentido moderno. Aún permaneciendo en Roma para dirigir los asuntos, tuvo el privilegio de poder administrar desde lejos la arquidiócesis de Milán.

Cuando murió su hermano mayor, renunció definitivamente al título de conde y a la sucesión, y prefirió ser ordenado sacerdote y obispo a los 24 años de edad. Dos años después, muerto el Papa Pío IV, Carlos Borromeo dejó definitivamente Roma y fue recibido triunfalmente en la sede episcopal de Milán, en donde permaneció hasta la muerte, cuando tenía sólo 46 años.

En una diócesis que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza, Piamonte y Liguria, Carlos estaba presente en todas partes. Su escudo llevaba un lema de una sola palabra: “Humilitas”, humildad. No era una simple curiosidad heráldica, sino una elección precisa: él, noble y riquisimo, se privaba de todo y vivía en contacto con el pueblo para escuchar sus necesidades y confidencias. Fue llamado “padre de los pobres”, y lo fue en el pleno sentido de la palabra. Empleó todos sus bienes en la construcción de hospitales, hospicios y casas de formación para el clero.

Se comprometió en llevar adelante las reformas sugeridas por el concilio de Trento, del que fue uno de los principales actores. Animado por un sincero espíritu de reforma, impuso una rígida disciplina al clero y a los religiosos, sin preocuparse por las hostilidades que se iban formando en los que no querían renunciar a ciertos privilegios que brindaba la vida eclesiástica y religiosa. Fue blanco de un atentado mientras rezaba en la capilla, pero salió ileso, perdonando generosamente a su atacante.

Durante la larga y terrible epidemia que estalló en 1576, viajó a todos los rincones de su diócesis. Empleó todas las energías y su caridad no conoció límites. Pero su robusta naturaleza tuvo que ceder ante el peso de tanta fatiga. Murió el 3 de noviembre de 1584. Fue canonizado en 1610 por el Papa Pablo V.

Ir más allá de las «costumbres»

Santo Evangelio según San Lucas 14, 12-14. Lunes XXXI de Tiempo Ordinario.

Por: Jesús Alberto Salazar Brenes, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Hoy vengo a tu presencia, Señor, pidiéndote que me hagas crecer en humildad y que pueda actuar como Tú. Forma, Señor, mi corazón en la fragua del tuyo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo al jefe de los fariseos que lo había invitado a comer: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Para Jesús la caridad no tiene límites. Igualmente compartía la mesa con el fariseo que lo invitaba, como también se auto-invitaba a la casa de los pecadores, como Mateo y Zaqueo.

Cuando hacemos una buena acción por alguien, principalmente si nos cuesta, nos sentimos pletóricos de alegría después de hacerla. En lo profundo tenemos la certeza de que esa sensación no viene del dar materialmente hablando, sino de darnos a nosotros mismos.

Ahora bien, ¿qué pasaría si además de vivir la caridad de este modo, agudizáramos el ojo espiritual en la vida corriente de todos los días? San Pablo dice: Vence el mal con el bien (Rm 12, 21). Si somos cristianos, no es suficiente decir voy a misa los domingos y con eso cumplo, o soy católico y rezo de vez en cuando por la gente que me hace daño; si no actuamos como Cristo y le dejamos actuar en nuestra vida, todo se queda en costumbres y no viviremos el verdadero cristianismo.

Prontamente seríamos santos si ofreciéramos el banquete del amor a todas aquellas personas que no nos pueden devolver en esta vida el bien que les ofrecemos.

«Tal fe implica en la acción y suscita buenas costumbres. Es mirada que acompaña procesos, transforma los problemas en oportunidades, mejora y construye la ciudad del hombre. Deseo que sepáis saber afinar y defender siempre esta mirada; superar la tentación de no ver, de alejar o excluir. Y os animo a no discriminar; a no considerar a nadie como excedente; a no conformaros con lo que todos ven. Que nadie dicte vuestra agenda menos los pobres, los últimos, los que sufren. No agrandéis las filas de los que corren a contar esa parte de realidad que ya está iluminada por los focos del mundo. Partid desde las periferias, conscientes de que no son el final, sino el inicio de la ciudad».

(Discurso de S.S. Francisco, 1° de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy trataré con generosidad a todas las personas, aunque no me puedan devolver lo que hago.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Conoce a san Carlos Borromeo, el patrón de la banca

Public Domain

Dolors Massot – publicado el 04/11/20

Un gran reformador de la Iglesia y también patrono de los seminaristas, de los catequistas y del sector de la bolsa

El italiano Carlo (Carlos en español) Borromeo nació en 1538. Era sobrino del papa Pío IV, quien con actitud nepotista lo nombró cardenal cuando tenía 22 años.

San Carlos había estudiado Derecho Civil y Eclesiástico, y era ya diácono. Más tarde lo nombraría secretario de Estado del Vaticano.

Borromeo hacía compatible la vida eclesiástica con la caza, las fiestas… Sin llevar una vida licenciosa, él mismo reconocería después su mundanidad.

Pero antes de ordenarse sacerdote comenzó un proceso de conversión al que contribuirían unos ejercicios espirituales. Llegó a contagiar ese espíritu de conversión a los más próximos, incluido su tío el Papa.

Carlos Borromeo se transformó en un hombre clave en la renovación promulgada por el Concilio de Trento.

Participó en él y posteriormente fue nombrado arzobispo de Milán, donde aplicó la Contrarreforma católica.

Fue ejemplar en el servicio a los demás y se expuso cuando la peste azotó Milán, hasta el punto de que se la llamó «peste de san Carlos»: atendía a los enfermos y a los sacerdotes que morían por asistir a los infectados.

Falleció prematuramente por agotamiento el 3 de noviembre de 1584.

San Carlos Borromeo es patrón de los catequistas, de los seminaristas y de las personas que trabajan en el sector de la bolsa y la banca.

Oración a san Carlos Borromeo

Padre de los pobres san Carlos Borromeo,

ángel de la caridad para enfermos y necesitados,

y para todos modelo de fe, de humildad,

de pureza, de virtudes

y de constancia en el sufrimiento.

Empleaste todos tus dones

para la mayor gloria de Dios,

y para la salvación de los hombres,

siempre con un sacrificio total,

hasta el punto de ser víctima

de tu bondadosa entrega.

Concédenos a los que te admiramos

firmeza en nuestros propósitos,

fuerte espíritu de sacrificio

y tenacidad y constancia,

para el bien de nuestras vidas, almas y mente.

Intercede por nuestras preocupaciones,

para que el Señor nos ayude y conceda

solucionar esta difícil y gran necesidad:

(pedir lo que se necesite).

Milagroso san Carlos,

no nos dejes solos en este desasosiego,

danos tu protección, ayuda y consuelo,

danos fidelidad al Señor,

amor y bondad con los demás,

constancia y esperanza en las adversidades

y paz, alegría y sosiego en las fatalidades.

Dios Padre, no mires nuestros méritos,

sino los de tu querido siervo

y nuestro buen protector, san Carlos.

Ayúdanos a ser fieles testigos de la fe,

para que lleguemos un día

a disfrutar contigo del cielo.

Amén.

(Rezar el Credo, Padrenuestro, Avemaría y Gloria).
(Se puede rezar tres días).

Te puede interesar: Oración a la Eucaristía, de san Carlos Borromeo