Felipe Benizi (o Benicio), Santo
Sacerdote , 23 de agosto
Sacerdote
Martirologio Romano: En Todi, de la Umbría, san Felipe Benizi, presbítero de Florencia, varón de gran humildad y propagador de la Orden de los Siervos de María, que consideraba a Cristo crucificado su único libro († 1285).
Fecha de beatificación: Culto confirmado el 8 de octubre de 1645 por el Papa Inocencio X
Fecha de canonización: 12 de abril de 1671 por el Papa Clemente X.
Breve Biografía
El hijo más ilustre y el más ardiente propagador de la congregación de los servitas en Italia nació en el seno de una noble familia de Florencia el 15 de agosto de 1233. A los 13 años fue a vivir a París a estudiar medicina. De París pasó a Padua donde a los 19 años obtuvo el grado de doctor en medicina y filosofía, regresando a su ciudad natal y ejerciendo por un año su profesión. Durante ese tiempo, estudió las Sagradas Escrituras y, frecuentaba las iglesias de su ciudad natal, especialmente La Anunciata, que estaba a cargo de la Orden de los Servitas (siervos de María), así llamados por la gran devoción que tenían a nuestra Señora, que allí era particularmente reverenciada.
Una epístola de la semana de pascua refiere que uno de los discípulos y diácono de la primitiva comunidad de Jerusalén, llamado FeIipe, recibió de Dios el encargo de acercarse al carruaje del mayordomo de la reina de Etiopía e intentar convertirla a la fe católica. Dijo el Espíritu Santo: «Acércate y sube a este carro».
Pues bien, estando Felipe Benicio, el l6 de abril de 1254, jueves de pascua, oyendo la misa conventual en la cercana ciudad de Fiésole, al proclamarse aquellas palabras: «Felipe, acércate y sube a este carro», tomadas de los Hechos de los apóstoles, interpretó que iban dirigidas a él. Y después en su casa, orando, tuvo una visión en medio de un éxtasis: vio venir a su encuentro a la Virgen, Madre de Dios, quien mostrándole el hábito negro de los servitas, le sonrió diciéndole: «Felipe, acércate y sube a este carro». Comprendió entonces que la reina del cielo lo invitaba a ponerse bajo su protección.
Ocultando su condición de noble y su profesión, Felipe pidió la admisión en Monte Senario y recibió de manos de San Bonfilio el hábito de los hermanos lego. Los superiores le ordenaron trabajar en el huerto, pedir limosna y algunas faenas duras y difíciles del campo. El santo se entregó por completo a dichas labores, orando incansablemente durante todas ellas. En 1258 fue enviado al convento de Siena, y durante el camino intervino en una polémica discusión sobre los dogmas de la fe, en la cual Felipe supo intervenir brillantemente aclarando y dando el verdadero sentido sobre lo dicho. Dos miembros de su congregación, que viajaban con él, dieron cuenta al prior general, quien al constatar la sabiduría del santo, lo ordenó sacerdote, y en 1262, fue nombrado maestro de novicios del convento de Siena, y Vicario asistente del prior general. En 1267, por voto unánime, el santo fue elegido prior general de la orden religiosa. Como primera labor, visitó todos los conventos de la orden que estaban en el norte de Italia invitando a las gentes a convertirse y someterse a la protección de la Virgen Madre. Luego, y al finalizar un intenso y largo retiro espiritual, San Felipe decidió visitar los conventos de Alemania y Francia.
En el Concilio de Lyon, San Felipe impresionó a todos por su sabiduría y don de las lenguas, don que fue utilizado por el santo para la conversión de los pecadores y reconciliación de los cismáticos de muchos lugares del mundo a donde iba a predicar el Evangelio; sin embargo, toda su fama no era suficiente para obtener la aprobación pontificia para la Orden de los Siervos de María.
En 1284, San Alejo puso bajo la dirección de San Felipe a su sobrina Santa Juliana, la cual fundó la tercera orden de las Siervas de María. El santo se encargó también de enviar a los primeros misioneros servitas al oriente, algunos de ellos, derramaron su sangre por mantenerse firmes en su fe a Cristo.
Cuando comprendió que se acercaba la hora de su muerte, en el año 1285, San Felipe decidió retirarse descansar al convento más sencillo y humilde de la orden religiosa, donde pasó sus últimos días, orando y postrado ante la imagen de la Virgen María. Falleció durante el angelus vespertino, y en 1761 fue canonizado. Su fiesta fue extendida a toda la Iglesia occidental en 1694.
¿Dios ama también a los fariseos?
Santo Evangelio según san Mateo 23,13-22. Lunes XXI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar en tu presencia. Te suplico que me ayudes a creer en ti. Aumenta mi fe. Dame una fe viva, operante y luminosa capaz de transformar mi corazón y mi entorno. Aumenta mi confianza. Dame la gracia de esperar siempre en ti sin desfallecer, de modo que pueda tener la certeza de que todo lo que me pasa, aunque muchas veces no lo entienda, Tú lo permites para darme lo que más necesito en cada momento. Aumenta mi amor. Concédeme la gracia de experimentar tu eterno amor por mí y que este amor me mueva a hacer que los demás también te conozcan y te amen. Gracias, Jesús. Ayúdame a escuchar con el corazón lo que quieres decirme hoy.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23,13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto y, cuando lo consiguen, o hacen toda vía más digno de condenación que ustedes mismos!
¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga, pero que jurar por la ofrenda que está sobre él, sí obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Jesús, diriges palabras muy fuertes contra los fariseos. Los llamas hipócritas, ciegos e insensatos. Parecería que son los malos de la película, los villanos del evangelio; y sin embargo, son tus hijos… ¡Y los amas!
Me resulta difícil entender que amas a todos infinitamente, pero a cada uno de diverso modo. Mi amor es limitado. El escucharte denunciar a los fariseos, me parece más una iracunda sentencia de juez que un amoroso regaño de papá. Seguramente no les gustó el regaño, pero Tú sabías que lo necesitaban, al igual que la mamá del niño enfermo le da la medicina aunque a éste no le guste.
Lo mismo pasa con los fariseos: cuando los corriges, no quieres fastidiarlos, sino mostrarles que los amas tanto, que estás dispuesto a sacrificarlo todo con tal de salvarlos.
Y tantas veces haces conmigo lo mismo. Mandas situaciones que no entiendo, eventos que me hacen sufrir, y yo, en lugar de verlos como muestras de tu amor, como la medicina de la que sacarás un bien para mí, me quejo tanto y pierdo de vista el inmenso amor que me tienes.
Perdóname, Jesús. Te agradezco de corazón todo. Lo que me ha parecido bueno y lo que no. Confío en que todo lo has hecho por mi bien, aunque no siempre lo entienda. Dame la gracia de aceptar todo lo que Tú me quieras dar y de darme cuenta que nunca es tarde para amarte.
«Las disimulaciones son vergonzosas, siempre; son hipócritas, porque hay una hipocresía hacia los demás. A los doctores de la ley el Señor dice: “hipócritas”. Pero, hay otra hipocresía: afrontar a nosotros mismos, es decir cuando yo creo ser otra cosa distinta de lo que soy, creo que no necesito sanación, no necesito apoyo; creo que no estoy hecho de barro, que tengo un tesoro “mío”. Y esto es el camino, es el camino hacia la vanidad, la soberbia, la autorreferencialidad de los que no sintiéndose de barro, buscan la salvación, la plenitud de si mismos. No se debe olvidar nunca por ello, que es la potencia de Dios lo que nos salva».
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de junio de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a aceptar de buena gana las pequeñas dificultades del día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Curar las cegueras del alma
Son muchas las cegueras del alma. Desde perezas, cobardías, orgullos y egoísmos y los ojos dejan de ver la luz.
A base de pequeñas traiciones a la conciencia, el corazón puede endurecerse. Poco a poco inicia una ceguera que dificulta ver el bien, la verdad, la justicia. Entonces alma queda encarcelada entre caprichos y pecados que destruyen y que ahogan.
Son muchas las cegueras del alma. Desde perezas y cobardías, desde ambiciones y envidias, desde lujurias y odios, desde orgullos y egoísmos, los ojos dejan de ver la luz y quedan prisioneros de las tinieblas.
Como enseña san Juan, “quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos” (1Jn 2,11). San Pablo ofrece un análisis más detallado del camino que lleva a la oscuridad y al pecado:
“Porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos. (…) Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados” (Rm 1,21?31).
¿Cómo salir de ese estado de ceguera? ¿Cómo recuperar nuevamente la vista? Si nos dejamos curar por Cristo, si le permitimos tocar nuestros párpados y humedecer nuestras pupilas, volveremos a ver la luz (cf. Jn 9; Ap 3,18).
“Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo” (Ef 5,14b). Con el Maestro podemos salir de las cegueras del alma. Entonces todo quedará iluminado de una manera distinta, y nuestros ojos percibirán, gracias a la misericordia que cura, un horizonte maravilloso de bondad y de belleza. Seremos así capaces de vivir la plenitud de la Ley: amaremos a Dios y a los hermanos (cf. Mt 22,36-39).
Dejémonos provocar y convertir por Jesús y su palabra de vida eterna
Ángelus del Papa Francisco, 22 de agosto de 2021
«En el Evangelio de hoy, Jesús, invitó a la multitud y a los discípulos a interpretar la señal del milagro de los panes, y a creer en él, que es el verdadero pan bajado del cielo, el pan de la vida; y les reveló que el pan que dará es su carne y su sangre. Estas palabras suenan duras e incomprensibles a los oídos de la gente», señaló Francisco, «hasta el punto de que, a partir de ese momento, “muchos de sus discípulos se vuelven atrás, es decir, dejan de seguir al Maestro. Entonces Jesús pregunta a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?”, y Pedro, en nombre de todo el grupo, confirma la decisión de quedarse con Él: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”, dijo el Papa.
«Ante el gesto prodigioso de Jesús, que alimenta a miles de personas con cinco panes y dos peces, todos lo aclaman y quieren llevárselo en volandas», dijo el Papa, «pero cuando él mismo explica que ese gesto es “signo de su sacrificio, es decir, de la entrega de su vida, de su carne y de su sangre, y que los que quieren seguirle deben asimilarlo, su humanidad entregada por Dios y por los demás, entonces no, este Jesús ya no tiene razón»”, agregó.
Las palabras de Jesús causan escándalo
El Santo Padre, analizando la actitud de los que se retiran y vuelven atrás, decidiendo no seguir más a Jesús, se pregunta, Cuál es el origen de esta incredulidad, cuál es el motivo de esta negativa.
“Las palabras de Jesús causan gran escándalo: está diciendo que Dios ha elegido manifestarse y realizar la salvación en la debilidad de la carne humana. La encarnación de Dios es lo que da lugar al escándalo y es un obstáculo para estas personas, pero a menudo también para nosotros”, manifiestó Francisco
De hecho, sigue más adelante el Papa, Jesús afirma que el verdadero pan de salvación, que transmite la vida eterna, es su propia carne; que para entrar en “comunión con Dios, antes de observar las leyes o cumplir los preceptos religiosos, hay que vivir una relación real y concreta con él”.
Esto significa, dijo el Pontífice, «que no debemos perseguir a Dios en sueños e imágenes de grandeza y poder, sino que debemos reconocerlo en la humanidad de Jesús y, en consecuencia, en los hermanos que nos pasan de lado por el camino de la vida. Porque “Dios se hizo de carne y hueso: se rebajó para hacerse hombre como nosotros, se humilló hasta asumir nuestro sufrimiento y nuestro pecado, y nos pide que lo busquemos, por tanto, no fuera de la vida y de la historia, sino en nuestra relación con Cristo y con nuestros hermanos”, afirmó el Papa.
La “escandalosidad” de la Eucaristía
Incluso hoy, aseveró Francisco, la revelación de Dios en la humanidad de Jesús puede “causar escándalo y no es fácil de aceptar. «Es lo que San Pablo llama la «necedad» del Evangelio frente a los que buscan milagros o sabiduría mundana. Y esta «escandalosidad» está bien representada por el sacramento de la Eucaristía”, y es que como se pregunta el Papa:»¿qué sentido puede tener, a los ojos del mundo, arrodillarse ante un trozo de pan? ¿Por qué alimentarse asiduamente de este pan?». Por último su petición: “pidamos la gracia de dejarnos provocar y convertir por sus «palabras de vida eterna». Que María Santísima, que dio a luz a su Hijo Jesús en la carne y se unió a su sacrificio, nos ayude a dar siempre testimonio de nuestra fe con nuestra vida concreta”.
Saludos después del rezo mariano
En sus saludos a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco saludó a los a los sacerdotes y seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano y a las familias de Abbiategrasso y a los motoristas de Polesine. También saludó a varios grupos de jóvenes: de Cornuda, Covolo del Piave y Nogaré, en la diócesis de Treviso, de Regoledo, en Milán, de Dalmine, Cagli y Pescantina, cerca de Verona, y el grupo scout de Mantua. A todos ellos les auguró que este viaje que han hecho hasta Roma, les ayude a caminar en la vida por el camino del Evangelio. También saludo a los chicos de la Inmaculada Concepción..
¿Eres víctima o guerrero?
Los guerreros aprovechan las oportunidades para salir de si mismos
En el oleaje constante de la vida, se suscitan diversas situaciones en las que debemos responder con valor, inteligencia, honestidad y madurez. Sin embargo, en el mundo existen diferentes tipos de personas, con diferentes tipos de actitud y diferentes formas de enfrentar los retos, los problemas, las crisis o las tragedias.
Todos tenemos una historia triste que contar de nuestra vida. A todos nos suceden cosas que pueden provocarnos tanto dolor, que es muy difícil asimilarlas, procesarlas, vivirlas y superarlas. Pero todos tenemos la responsabilidad de hacerlo en orden de poder seguir adelante y continuar creciendo en estatura moral.
En general, hay dos grupos de personas: las víctimas y los guerreros. ¿En cuál de éstos podemos clasificarnos a nosotros mismos? Las víctimas son aquellas que sufren un daño, buscan al culpable, lo identifican, y se colocan en una posición doliente, sometiendo su voluntad a sus emociones.
Las víctimas prolongan su sufrimiento y encuentran placer en responsabilizar a otros por éste. Buscan constantemente la oportunidad de redundar en el mismo punto, viven cómodamente atados a las experiencias del pasado, e intentan trasladar estas al presente.
Las víctimas anulan su resiliencia, cancelan sus facultades, atrasan su desarrollo personal y truncan su proceso de maduración.
Necesitan que alguien sienta lástima por ellos.
De ese modo se sienten valiosos, e imaginan que en esa posición estarán seguros. Las víctimas no renuncian a sufrir, entregan el control de su destino a otros, se someten a toda circunstancia, se rinden permanentemente y ahogan su voluntad. Las víctimas buscan quien las abuse, y encuentran placer en lamentarse.
Los guerreros, en cambio, sufren un daño, identifican al culpable, dejan aflorar sus emociones, luego procesan lo ocurrido, sopesan las circunstancias, aprovechan la oportunidad para salir de sí mismos, utilizan su inteligencia, se auto-protegen, toman las tijeras, cortan el cordón que los une a la persona o situación que les causó el daño, y como personas independientes, mediante una voluntad firme y el fortalecimiento de su fe, deciden luchar, perdonar, aprender, liberarse, luego caminan sin mirar atrás, dejan de lamentarse y se esfuerzan por sonreír.
Los guerreros sacan algo bueno de lo malo, toman aliento de su penuria, se sacuden la rabia y la vergüenza, se llenan los pulmones de aire, las manos de fuerza, la mente de ideas, y utilizan toda la creatividad posible para encontrar la forma de sobrevivir, correr muy rápido, dejar todo atrás e ir por su libertad.
Las víctimas aman ser víctimas de todos y de todo; los guerreros no soportan ser víctimas de nada ni de nadie. Las víctimas se aferran al dolor; los guerreros renuncian al dolor. Las víctimas crean culpables y entregan su destino a éstos; los guerreros se responsabilizan por su propio destino. Las víctimas se convierten en su propio dolor. Los guerreros usan su dolor para crear algo hermoso.
¿Tú qué quieres ser: víctima o guerrero?
El recto uso de internet
Aspectos éticos de la red de redes, filtros y otras protecciones para niños y adolescentes ante los ordenadores
El uso de Internet ha alcanzado en la actualidad una gran difusión, que muy probablemente está destinada a aumentar. Permite acceder, a muy bajo costo, a innumerables noticias e informaciones útiles. Para muchos tipos de trabajo se ha convertido en un instrumento indispensable. A la red de Internet está asociado el correo electrónico, que permite una comunicación rápida con cualquier parte del mundo. Internet está concebido como una red abierta y libre, en la que no se opera una selección de contenidos. Solo aquéllos que constituyen un delito grave son objeto de control y persecución por parte de la policía.
La posibilidad de navegar libremente por todas partes del mundo puede excitar la curiosidad y hacer que se pierda mucho tiempo, si el usuario carece de pericia y autodisciplina.
Ni el bien ni el mal son específicos de Internet. Si se debiera señalar algo realmente específico de Internet sería la posibilidad de hacer llegar el bien a muchas personas, sin la necesidad de movilizar grandes recursos económicos y de personal, haciendo así posible la intervención a gran escala de personas o grupos de recursos modestos, que hasta ahora no habían podido intervenir positivamente en el mundo de la opinión pública. Es verdad que, con la misma escasez de recursos, se puede difundir el mal, pero eso no es novedad, porque el mal ya se hace abundantemente a través de otros medios de comunicación.
El problema ético de Internet es el problema de su recto uso o, en otras palabras, el de la formación y la virtud necesarias para usarlo rectamente, tanto por parte de quien introduce contenidos en la red como del usuario.
Como primer apunte podríamos señalar que hacer un buen uso de Internet sería acceder a él siempre para algo determinado. Es poco razonable conectarse a Internet sin saber qué se quiere hacer, sólo porque se tiene tiempo libre o porque se está cansado y se piensa descansar navegando. La actitud de conectarse sin una finalidad precisa y justa, sólo para curiosear, tiene ya algo éticamente negativo y fácilmente puede dar lugar a males más graves.
Filtros y otras protecciones
Puesto que la red de Internet es vehículo de contenidos tanto positivos como negativos, han surgido dispositivos técnicos que impiden el paso de los contenidos negativos. Con el aumento de la potencia de los ordenadores personales, se hizo posible introducir en ellos un programa capaz de analizar en el acto el contenido de la página a la que se va a acceder, y de impedir el acceso si esos contenidos son negativos. Su eficacia es alta, pero no llega al 100%.
Otra vía de protección es la catalogación de las páginas con el sistema ICRA. El usuario instala en el ordenador el filtro ICRAplus, gratuito, y él mismo define qué nivel desea aceptar en cada categoría.
Una tercera vía de protección es usar Internet a través de un Provider, que ya aplica un sistema de filtración serio y bien orientado. Es un sistema gratuito y eficaz muy apropiado para las familias, aunque no es del todo perfecto.
Hay muchos estudios que obligan a reflexionar seriamente acerca del modo y la medida en que se emplean las restricciones que, en todo caso, han de ir adecuándose a la edad y al desarrollo de las personas.
Niños y adolescentes ante el ordenador
Actualmente, los niños y los adolescentes usan bastante el ordenador en su propia casa y usan también Internet. Es interesante el documento de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos titulado Your familyand Cyberspace que dice: Por el bien de sus hijos, así como por el suyo propio, los padres deben aprender y poner en práctica su capacidad de discernimiento como telespectadores, oyentes y lectores, dando ejemplo en sus hogares de un uso prudente de los medios de comunicación social. En lo que se refiere a los jóvenes, están más familiarizados con el uso de Internet que sus padres, pero estos tienen la grave obligación de guiar y supervisar a sus hijos en su uso.
Los padres y los hijos deberían comentar juntos lo que se ve y se experimenta en el ciberespacio. El deber fundamental de los padres consiste en ayudar a sus hijos a llegar a ser usuarios juiciosos y responsables de Internet, y a no llegar a una dependencia tal que se convierta en una adicción.
Los padres tienen que educar a los hijos en este aspecto, dedicándoles tiempo y haciendo un esfuerzo, si fuera necesario, para conocer la red de Internet. Es muy conveniente que el ordenador conectado a la red esté en un lugar de paso o bastante frecuentado en la casa. También se ha de explicar a los niños que no faciliten datos personales ni entren en contacto con desconocidos, que han de hablar con sus padres de lo que les parezca extraño, y que han de ser ante todo prudentes.
Cuando los hijos son más mayores, sigue siendo muy conveniente usar un filtro en el ordenador con el que trabajan en casa. A pesar de todas estas indicaciones, es muy difícil dar reglas generales acerca de lo que conviene hacer, pero lo único que no es aconsejable es desentenderse del tema.
Los adultos en internet
El uso de Internet por parte de los adultos puede ser estudiado desde dos puntos de vista: el del usuario y el de las autoridades de las que dependen algunos ámbitos en los que el usuario se mueve.
Desde el punto de vista del usuario consideramos, en primer lugar, el caso de la persona de actitud moral recta que usa Internet para su trabajo o para el estudio y que, por tanto, no busca contenidos inconvenientes ni pasa el tiempo navegando. Si se utiliza un filtro que impida que aparezcan involuntariamente contenidos inadecuados, el uso de Internet no debería ocasionar ningún problema moral.
Quien trabaja con Internet sin protección alguna, debe plantearse en conciencia si se puede encontrar en ocasiones próximas de pecado grave. En caso afirmativo tiene el deber moral de usar un filtro con el que evitar además tensiones innecesarias ante tentaciones que podrían presentarse de improviso.
Uso de internet en empresas, residencias e instituciones
La experiencia enseña que, incluso cuando se trata de personas con cierta formación moral, se hace un uso bastante inmoral de la red, con notable daño para los interesados. A veces, los responsables de estas estructuras no ponen remedio alguno, alegando que el comportamiento moral privado es responsabilidad de cada uno, dado que se trata de adultos; o bien por miedo a adquirir fama de personas mojigatas que no respetan la libertad de los demás; o bien porque desean evitar un ambiente de desconfianza.
Lo que aquí está en discusión no es el uso que los adultos pueden hacer de su libertad, sino el tipo de servicio que una residencia o institución educativa ha de ofrecer. Y conviene que el servicio ofrecido tenga ciertas garantías morales, lo que se puede lograr adoptando un sistema de filtrado de la línea que llega a la residencia o institución educativa. El ideal al que habría que tender es que los que pasan por una residencia salgan convencidos y educados respecto al buen uso de Internet, y no que simplemente acepten de modo pasivo unas restricciones de las que se liberarán apenas les sea posible.
La Iglesia ha declarado a menudo su convicción de que los medios de comunicación son, como dice el Vaticano II, «maravillosos inventos de la técnica», que ya hacen mucho para afrontar las necesidades humanas y pueden hacer aún mucho más. Desde siempre la Iglesia ha tenido un enfoque positivo de los medios de comunicación social, que contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar y fortalecer el Reino de Dios.
Sería un gran bien para la Iglesia que un mayor número de personas, que tienen cargos y cumplen funciones en su nombre, se formaran en el uso de los medios de comunicación social con el fin de servir a la vocación humana y transcendente de cada ser humano, y así glorificar al Padre, de quien viene todo bien.
Recomendaciones y conclusión
Es importante que la gente use Internet de modo creativo para asumir sus responsabilidades y realizar la obra de la Iglesia. No es aceptable quedarse atrás tímidamente por miedo a la tecnología o por cualquier otra razón, considerando las numerosas posibilidades positivas que ofrece Internet.
Internet es una puerta abierta a un mundo atractivo y fascinante, con una fuerte influencia formativa; pero no todo lo que está al otro lado de la puerta es saludable, sano y verdadero. Internet puede enriquecer nuestras vidas más allá de los sueños de generaciones anteriores y capacitarnos para que, a su vez, enriquezcamos la vida de los demás.
Los jóvenes necesitan aprender cómo funcionar bien en el mundo del ciberespacio, cómo hacer juicios maduros sobre lo que encuentran en él y cómo usar la nueva tecnología para su desarrollo integral y en beneficio de los demás. También puede arrastrarlos al consumismo, a la pornografía, a fantasías violentas y a un aislamiento patológico, por lo que en el ciberespacio pueden estar llamados a ir contracorriente, ejercer un influjo cultural positivo.
¿Qué te esclaviza?
Las causas de esclavitud pueden ser variadas.
Cuando pensamos en aquello que te esclaviza, hacemos referencia a los vicios, que pueden ser las drogas o el alcohol, sin embargo en nuestras almas se encuentran las causas más grandes por las cuales perdemos la libertad.
Aun cuando Jesús nos dice en Gálatas 5,1: “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud”. Luego en 2 Pedro 2,19 dice: “Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, ya que cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado.
Y es que la libertad se encuentra en Cristo y la esclavitud en todo aquello que nos preocupa, nos atormenta, nos quita la paz y nos limita la felicidad. Se transforman en hábitos por lo que permanecen arraigados en nuestra conducta; siendo parte de nosotros, ni siquiera nos percatamos de cuán esclavos de nosotros mismos podemos estar.
Las causas de esclavitud pueden ser variadas. Un puesto laboral, un trabajo, un cargo en una empresa, que nos hace pensar el día entero en cómo mejorar nuestro rendimiento, cómo incrementar nuestra productividad, cómo ser más competitivos o cómo alcanzar un aumento salarial. O un hobbie que nos quita un tiempo precioso que podríamos dedicarlo a la familia y por lo demás significa un importante porcentaje de mi ingreso mensual.
Pueden ser aquellos sentimientos que nos quitan la felicidad: la envidia, el rencor, la ambición, los celos, el egoísmo, la inseguridad.
“Pero lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que mancha al hombre.” (Mateo 15,18).
“Desechad toda maldad todo engaño y toda clase de hipocresía envidia o maledicencia.” (1 Pedro 2,1).
También puede esclavizarnos nuestro pasado: alguna herida de la infancia, algún amor no correspondido, alguna traición o una pérdida dolorosa; todo aquello que no podemos olvidar e incluso, perdonar.
“Soportaos unos a otros y perdonaos si alguno tiene queja contra otro. Del mismo modo que el Señor os perdonó, así también vosotros debéis perdonaros.” (Colosenses 3,13).
La rutina también puede ser una esclavitud: todos los días realizando las mismas actividades y en los mismos horarios no deja espacio para nada nuevo, nada distinto, para ninguna sorpresa de nuestro Señor.
Un exceso de afectividad hacia ciertas personas también puede transformarse en una causa de esclavitud, en la medida que no podamos establecer los límites pertinentes. Así como también podemos ser esclavos de las mismas personas que nos rodean, pues destinamos nuestros esfuerzos en agradarles ya sea para pertenecer a un grupo o para ser considerados en algún lugar.
“¿A quién busco agradar, a los hombres o a Dios? Si tratara de agradar a los hombres, no agradaría a Dios.” (Gálatas 1,10).
Sin percatarnos, podemos estar paralizados por el miedo; al éxito, al fracaso, a la crítica, a la opinión de las personas, a cometer errores, a la soledad, a la traición: personas esclavizadas por el miedo.
“¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Romanos 8,31).
“El Señor irá delante de ti; él estará contigo, no te dejará ni te abandonará; no temas ni te desanimes.” (Deuteronomio 31,8).
“Porque no recibisteis el espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino que recibisteis el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba! ¡Padre!” (Romanos 8,15).
“No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.” (Lucas 12,32).
Pues bien, todo aquello que nos esclaviza representa pequeños ídolos.
“La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios.” (Papa Francisco).
La Sagrada Escritura nos dice: “No tendrás otros dioses frente a mí.” (Éxodo 20,3).
Un «Dios», es aquello que está en el centro de nuestra vida y de lo que dependemos, aquello que ocupa nuestro pensamiento. Y centrarse en aquello que no es de Dios, es idolatría. Nuestro trabajo, pasatiempo, incluso el conyugue, puede ser un ídolo.
Es tiempo de reflexión, ¿Qué te esclaviza? ¿Cuál es tu ídolo? Si hacemos una especie de examen de conciencia podemos identificar aquello. Lo importante es no perder nuestro centro, Jesús. Colocar nuestra atención en otras cosas nos hace olvidar que nuestra prioridad es Dios y nuestras acciones deben guiarse por su ley, por sus mandamientos, por las bienaventuranzas.
“Reconocer las propias idolatrías es un inicio de gracia que pone en el camino del amor” (Papa Francisco).
Dejemos entonces nuestras amarras, las cadenas que no nos hacen libres para gozar del amor de Dios. Volver a la fuente verdadera, al único motor de nuestras vidas, a aquel que dio la vida por nosotros. Jesús nos invita a dejar a los pies de su cruz, todo aquello que nos impide a seguirlo, porque no hay más: Él es el camino, la verdad y la vida (Juan 14,6).