Regina, Santa
Mártir, 7 de septiembre
Virgen y Mártir
Martirologio Romano: En Alesia, en el territorio de los eduos, en la Galia, santa Regina, mártir (s. inc.).
Breve Biografía
Hija de un ciudadano pagano de Alise, en Borgoña, la santa -cuya madre falleció al dar la luz- fue entregada a una nodriza que era cristiana y que la educó en la fe. Su belleza atrajo las miradas del prefecto Olybrius, quien, al saber que era de noble linaje, quiso casarse con ella, pero ella se negó a aceptarlo y no quiso atender los discursos de su padre, quien trataba de convencerla para que se casara con un hombre tan rico.-
Ante su obstinación, su padre decidió encerrarla en un calabozo y, como pasaba el tiempo sin que Regina cediese, Olybrius desahogó su cólera haciendo azotar a la joven y sometiéndola a otros tormentos.-
Una de aquellas noches, recibió en su calabozo el consuelo de una visión de la cruz al tiempo que una voz le decía que su liberación estaba próxima. En el momento de la ejecución (decapitación), apareció una paloma blanquísima que causó la conversión de muchos de los presentes.
La devoción a la santa aumentó a partir del siglo VII.
Discípulo y apóstol soy
Santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19. Martes XXIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)Tú me llamas por mi nombre, Señor, y me escoges para colaborar en tu misión. Tú me llamas amigo y me haces partícipe de tu propia vida. Habla a mi corazón, te pido; permíteme escuchar tus enseñanzas y comprender tu mensaje. Así, con tu ayuda y la fuerza del Espíritu Santo, podré ser un apóstol de tu Reino en este día. Así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y se pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, y les dio el nombre de apóstoles, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo transformó a doce hombres. Cuando lo conocieron, eran unos simples «discípulos», personas que escuchaban la doctrina de Jesús y aprendían cosas nuevas sobre el Reino de los cielos. Poco tiempo después, Cristo los miró a los ojos, los escogió de entre el grupo y los nombró «apóstoles». Y esto es más que un simple cambio de palabras.
Apóstol significa caminar por el mundo en nombre de Jesús. Las doce personas que Cristo seleccionó estaban marcadas por una misión especial. Sabían que en cualquier momento les tocaría su parte en el proyecto, y tenían que prepararse bien para arrimar el hombro cuando hiciera falta. Lo que vieron hacer a Cristo ese día tenía ya un tono de luz distinto: ahora era un campo de acción, consistía en abrir los ojos ante situaciones y problemas reales para colaborar en afrontarlos. Como discípulos eran sólo un «club de fans»; pero como apóstoles se convertían en aprendices de una tarea crucial en la sociedad: anunciar el Evangelio con obras. Pedro, Santiago y los otros diez debieron sentirse honrados de ser parte de algo tan grande pero, al mismo tiempo, habrán sentido el peso de lo que se les venía encima. Tarde o temprano ellos mismos enseñarán a las gentes, expulsarán demonios, curarán enfermedades y consolarán a tanta gente en necesidad.
Yo también soy cristiano. Yo también llevo en la sangre una porción de discípulo, pero también una porción grande de apóstol. Cristo hoy me mira y me escoge, llamándome por nombre y apellido; me llama a ayudarle en medio de mi comunidad, parroquia, equipo de trabajo y grupo de amigos.
Mi fe no es teoría de libro o curiosidad de revista; debe ser fuego que me empuja a una misión muy concreta. Ser cristiano significa aprender de Cristo a abrir los ojos ante las necesidades del mundo, para poder colaborar en la misión que Jesús me comparte: dar gloria al Padre y extender su Reino, sirviendo a los hombres y mujeres que encuentro en mi camino.
«Instituyó, pues, a los Doce, y los nombra uno tras otro. Jesús, entre tanta gente que lo seguía —nos dice el evangelio—“llamó a sí a los que quería”. Hay una elección: Jesús eligió a los que él quería, instituyó a Doce. Que llamó apóstoles. Había otros: estaban los discípulos, y el evangelio habla de setenta y dos, en una ocasión. Pero estos eran otra cosa. Los Doce son instituidos para que estén con él y para mandarlos a predicar con el poder de expulsar los demonios. Es el grupo más importante que Jesús eligió, para que estuvieran con él, más cercanos, y para mandarlos a predicar el Evangelio. Y con el poder de expulsar los demonios, también añade Marcos. Los Doce son los primeros obispos, el primer grupo de obispos». (Homilía de S.S. Francisco. 29 de enero de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me informaré de la situación de mi parroquia o diócesis, para poder rezar por ella o colaborar en lo que haga falta.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Los apóstoles del Señor
¿Quienes fueron, cómo murieron y donde están sus restos?
¿Quiénes eran?, ¿existe una lista?
Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó (Mateo 10, 2-4).
¿Donde puedo leer algo sobre sus vidas?
Haciendo click sobre cada una de las imágenes que ponemos a continuación, podrán leer información hagiográfica sobre cada uno de ellos.
«Nuestra misión común»:Reunión regional sobre la protección de la infancia.
La Comisión Pontificia para la Protección de los Menores fue creada en 2014 como órgano consultivo al servicio del Santo Padre. La tarea de la Comisión es «proponer al Santo Padre iniciativas destinadas a promover la responsabilidad en las Iglesias particulares para la protección de todos los menores y adultos vulnerables» (Estatuto, Art. 1). Desde el principio, la principal preocupación de la Comisión ha sido encontrar la mejor manera de proteger a los niños y ayudar al Papa y a la Iglesia a lograr este objetivo. Sin embargo, el papel de la Comisión nunca ha sido asumir la responsabilidad de los casos individuales de abuso (que son responsabilidad de una autoridad judicial o de un tribunal).
Pronto se vio que, en muchos casos, el comportamiento de autodefensa de la Iglesia la hundía cada vez más en una situación peligrosa, causando más daños. El resentimiento más profundo ha sido causado por quienes, en posición de autoridad, han querido proteger la reputación individual y han tratado de evitar los escándalos encubriendo a los abusadores, reubicándolos y provocando así nuevos abusos contra los niños en lugar de protegerlos. La Comisión respaldó principios generales fundamentales como la credibilidad, la transparencia, la responsabilidad y la rendición de cuentas. Quien es responsable de otros debe rendir cuentas, de forma transparente, sobre la forma en que utiliza su autoridad; no se permite la autorregulación a puerta cerrada, incluida la gestión de los aspectos profesionales de las funciones de pastoral, enseñanza, asesoramiento y participación en la comunidad.
En el primer período, la Comisión Pontificia puso en marcha varias actividades e iniciativas que abordaban cuestiones generales como el secreto pontificio y la obligación de informar. Al mismo tiempo, se pusieron en marcha varias iniciativas a nivel local. La atención se centra principalmente en zonas donde ya se hablaba mucho de abusos, como Chile. La Comisión participa en la organización de varios proyectos y conferencias, como la Conferencia Latinoamericana de Protección de Menores en 2017, organizada conjuntamente por la Comisión Pontificia y la Arquidiócesis de Bogotá con la participación de CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos), CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), colegios católicos, entidades gubernamentales, ONG internacionales y locales, medios de comunicación internacionales e Iglesias de otras confesiones cristianas; o comprobar la condición de la protección en la educación y la formación en las escuelas católicas, con proyectos piloto lanzados en Sudáfrica, Colombia, India, Filipinas
Europa Central y Oriental
En esta primera fase, Europa Central y Oriental quedó fuera del campo de interés principal de la Comisión. Aunque en un principio parecía que las iglesias de esa región se habían librado de estos problemas, lamentablemente, más tarde se hizo evidente que no era así.
La idea -o más bien la necesidad- de organizar una conferencia para esta zona geográfica surgió a finales de 2017, antes de la Cumbre Internacional celebrada en el Vaticano. La conferencia «Nuestra misión común de salvaguardar a los niños de Dios» se había programado inicialmente para febrero de 2019 y luego se pospuso a 2020 debido al Encuentro que quería el Papa Francisco en el Vaticano, en el mismo febrero de 2019. Lamentablemente, la pandemia (de Covid-19) no permitió organizarla en ese momento, y por eso la Comisión aprobó finalmente la fecha de septiembre de 2021 para celebrar esta Conferencia.
Ya en 2017 se hizo evidente que el fenómeno de los abusos sexuales tenía un alcance mucho mayor (de lo que se pensaba) en los países de Europa Central y Oriental y que no se limitaba a un solo país. Por esta razón, la Comisión Pontificia comprendió la importancia de organizar esta conferencia a un nivel regional más amplio. Además, precisamente por la importancia de la Iglesia polaca, pero también por el número de casos que han salido a la luz en el país, se decidió celebrar la conferencia en Varsovia, pero que no se centrara únicamente en la situación de Polonia.
En esta región hay diferentes países, diferentes situaciones religiosas y diferentes comunidades eclesiásticas. A pesar de estas diferencias, el problema del abuso sexual infantil existe a diferentes niveles en toda la región. Para poder hacer frente a los desafíos, es necesario un intercambio de experiencias entre las iglesias de toda la región. En la lucha contra la lacra de los abusos sexuales a menores y en cumplimiento de su objetivo estatutario de promover las responsabilidades de las Iglesias locales, la Comisión Pontificia expresa su solidaridad con las Iglesias de Europa Central y Oriental en sus esfuerzos por prevenir y afrontar el mal de la traición a los jóvenes en su región. Una forma de expresar esta solidaridad es ofrecer oportunidades para que los líderes de las iglesias se reúnan y aprendan unos de otros y de aquellos que tienen una experiencia particular y/o se han enfrentado a las realidades de la crisis en un espíritu de comunión y determinación para garantizar que la Iglesia sea un lugar seguro para los jóvenes. Otro objetivo de la Conferencia es la prevención.
A la Conferencia «Nuestra misión común» asistirán representantes de casi todos los países de la región de Europa Central y Oriental: Polonia, Eslovaquia, República Checa, Ucrania, Rumanía, Croacia, Bielorrusia, Hungría, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia, Rusia, Serbia, Montenegro, Kosovo, Macedonia del Norte, Moldavia, Albania, Bulgaria y Alemania (con Renovabis). De cada país participarán personas designadas por sus respectivas Conferencias Episcopales, incluyendo coordinadores o delegados de la Conferencia y representantes de las congregaciones religiosas.
El Motu proprio «Vos estis lux mundi» del Papa Francisco de 2019, que establece el procedimiento de convocatoria de las autoridades eclesiales, es el documento en el que se basa esta Conferencia.
La situación evoluciona de forma dinámica
Las circunstancias han cambiado desde la creación de la Comisión. En la mayoría de las Iglesias locales se pueden distinguir dos fases: la primera, cuando se toma conciencia de que algunos sacerdotes han abusado de menores; la segunda, cuando se hace evidente que la jerarquía eclesiástica ha fracasado gravemente en responder a las denuncias recibidas. La estrecha sucesión de eventos en 2018, con acusaciones que involucran a líderes de alto perfil en la Iglesia -como el cardenal Theodore McCarrick- y la negligencia de las autoridades eclesiásticas en el tratamiento de las denuncias han tenido un gran impacto negativo en la opinión pública con respecto a la credibilidad y la confianza en el liderazgo de la Iglesia. La interpretación de la ley en cuanto a la responsabilidad de un superior por las acciones de un subordinado ha cambiado: esto significa que ahora es posible responsabilizar a una persona jurídica eclesiástica por el daño causado por el abuso sexual de un sacerdote, incluso si esto no ocurrió «en el curso de» cualquier desempeño de un deber canónico por el sacerdote, como la enseñanza de la religión o la administración de los sacramentos. En el contexto de la jurisdicción eclesial, el Papa Francisco ha decidido que, si los obispos fallan en sus deberes, deben rendir cuentas. Esta crisis exige una reflexión teológica y canónica sobre la responsabilidad de un obispo diocesano para garantizar la prevención, la intervención, la justicia y la reparación.
En los países de Europa Central y del Este hay una creciente conciencia social e institucional de los problemas derivados del abuso sexual infantil. La Iglesia (local) también está tomando conciencia de este problema. Sigue existiendo una arraigada mentalidad de secretismo y desconfianza, herencia del pasado comunista. Es muy importante que esto se tenga en cuenta en la conferencia.
Los principales objetivos de la Conferencia:
– El intercambio de experiencias y la reflexión para conocer cómo las Iglesias de Europa Central y del Este se enfrentan al fenómeno de los abusos sexuales a menores;
– Inspirar a las autoridades de la Iglesia para que asuman las responsabilidades necesarias para abordar adecuadamente los abusos a menores con una respuesta adecuada a los delitos cometidos por miembros del clero y a los errores graves cometidos por las autoridades de la Iglesia, junto con un fuerte compromiso con la prevención;
– promover una mejor comprensión en los países de Europa Central y Oriental de la posición de la Santa Sede sobre los abusos sexuales a menores cometidos por miembros del clero;
– promover una mejor comprensión en las instituciones de la Santa Sede de la necesidad de las Iglesias de Europa Central y Oriental de una ayuda especial para hacer frente al fenómeno de los abusos sexuales por parte de los sacerdotes;
– crear una plataforma de colaboración e intercambio regular entre los países de Europa Central y Oriental;
– promover la comunicación entre las autoridades eclesiásticas y los fieles y la sociedad civil en los países de Europa Central y Oriental;
– creación de un grupo de trabajo que sirva de plataforma para futuros intercambios periódicos y de colaboración en la construcción de entornos seguros para los niños.
El principio, no el final
Desde el principio, todos los miembros de la Comisión compartieron la clara convicción de que los ámbitos de buenas prácticas debían incluir los programas de formación y educación. En todo esto, uno de los aspectos cruciales es la garantía del derecho a la información. La información existente es insuficiente: en particular, hay lagunas en el ámbito jurídico. Entre muchas iniciativas, el reconocimiento de la verdad y la justicia como un derecho de las víctimas es de gran importancia, y por ello deben reconocerse unas normas mínimas del derecho a la información. No hay ninguna iglesia local, independientemente del lugar del mundo en el que se encuentre, que sea inmune a las consecuencias de la tragedia de los abusos sexuales a menores. Hay que aprender las lecciones de responsabilidad y transparencia de otras jurisdicciones. El tema del derecho a la información está en pañales y será necesario un estudio largo y profundo para analizar su funcionamiento, pero también para intercambiar experiencias.
Esto demuestra claramente que esta conferencia es el principio y no el final de esta actividad y pretende ser el inicio de iniciativas y acciones conjuntas.
La profesora Hanna Suchocka es catedrática de Derecho Constitucional y experta en derechos humanos en la Universidad de Poznan (Polonia). Fue Primera Ministra de la República de Polonia de 1992 a 1993 y Embajadora del país ante la Santa Sede de 2001 a 2013. En 2018, fue nombrada de nuevo por el Papa Francisco como miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores.
Si rezas, ¿por qué rezas?
Si Dios te dijera: Pídeme lo que quieras, ¿qué le pedirías?
Para vivir hay que respirar, respirar aire puro, oxigenado. Si no, te ahogas, te asfixias.
Una orquesta sinfónica, aún cuando tenga en programa una función todos los días, comienza siempre por afinar los instrumentos. Uno podría preguntarse: pero ¿para qué? Si son instrumentos pulidos, valiosos y cuidados con esmero, ¿realmente es necesario afinarlos todos los días, cada vez que se van a tocar? Es así. Si queremos vivir bien nuestra vida espiritual, necesitamos afinar el amor y respirar aire nuevo, el aire puro del Espíritu, todos los días.
Jesucristo no podía vivir sin orar, como nosotros no podemos vivir sin respirar.
¿Que era la oración para Jesús?
Para Jesucristo la oración era una necesidad. Buscaba la soledad para encontrar a su Padre (Lc 9,18 y Mt 14,23), se iba al desierto o a la montaña para hablar con su Él (Mt 4,1 y Mc 6,46 ), oraba de noche cuando nadie pudiera interrumpirle y cuando todo favorecía el clima de intimidad (Mc 1, 35).
Para Jesucristo la oración era una prioridad. Oró en los momentos más difíciles de su vida, en Getsemaní y en el Calvario. Oró antes de tomar decisiones importantes, como antes de elegir a los doce apóstoles (cf Lc 6,12). Oró agradeciendo al Padre la revelación bondadosa de su Rostro a los más pequeños (Mt 11,25). Elevó al cielo su espíritu y sus palabras seguro de ser siempre escuchado antes de resucitar a Lázaro y de realizar otros muchos milagros. (Jn 11,42)
Oró en momentos de especial trascendencia en su vida, como al transfigurarse en el Monte Tabor (Lc 9, 29), antes de manifestarse como Hijo de Dios (Lc 9,18), antes de enseñar el Padre nuestro (Lc 11,1) y en la Última Cena (Jn 17). Aunque todos le buscaran (Mc 1,37), él oraba. Lo dijo y lo cumplió el primero: es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer (Lc 18,1). Al final de su corta vida se dedicó particularmente a la oración: “Ya no andaba en público entre los judíos” (Jn 11)
Verle orar despertaba en sus discípulos el deseo de hacer lo mismo (Lc 11,1)
Quienes convivieron con él aprendieron bien la lección: la primera comunidad cristiana fue una comunidad orante (Hechos 2,42). Este hecho deja ver cuánto les habrá insistido Jesucristo sobre la importancia y la necesidad de la oración. “Sabemos bien que la oración no se debe dar por descontada: hace falta aprender a orar, casi adquiriendo siempre de nuevo este arte; incluso quienes van muy adelantados en la vida espiritual sienten siempre la necesidad de entrar en la escuela de Jesús para aprender a orar con autenticidad.” (Benedicto XVI, 4 de mayo de 2011)
¿Por qué oraba Jesús?
Porque tenía una profunda conciencia de su condición de hijo. Jesús nos enseña que la oración, el trato con el Padre, es el acto más propio de nuestra condición de hijos de Dios. No es por conveniencia que reza, ni por cumplir un compromiso, ni porque algo le falta, reza porque es hijo y un hijo trata con su padre, lo necesita. Ni Jesucristo, siendo Dios, dio la oración por descontada. Mucho menos nosotros:
“El Hijo de Dios hecho Hijo de la Virgen aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Y lo hizo de su madre que conservaba todas las “maravillas” del Todopoderoso y las meditaba en su corazón (cf Lc 1, 49;2, 19; 2, 51).
Lo aprende en las palabras y en los ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en el Templo. Pero su oración brota de una fuente secreta distinta, como lo deja presentir a la edad de los doce años: “Yo debo estar en las cosas de mi Padre” (Lc 2, 49). Aquí comienza a revelarse la novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: la oración filial, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin en el propio Hijo único en su Humanidad, con los hombres y en favor de ellos”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 2599)
La vida de oración es cuestión de identidad, proviene de nuestra condición de hijos de Dios. Va mucho más allá que la necesidad o el problema del momento.
Si Dios nos dijera: Pídeme lo que quieras y te lo concederé. Aquí hay algo de mucho valor que podemos pedirle. Además, es algo que a Él le gustará que le pidamos: aviva en mí el espíritu filial, como el de tu Hijo Jesucristo.
Si rezas, ¿por qué rezas?
Si no rezas, ¿por qué no rezas?
Es misterioso ver cómo teniendo el Padre más maravilloso, tantas veces nos empeñamos en vivir como huérfanos….
Qué buen ambiente
¿Salvar la Tierra? En realidad ya la estamos salvando, si bien aún nos queda mucho camino por recorrer.
El sábado 7 de julio de 2007, tuvo9 lugar el concierto mundial, Live Earth. Estuvieron enlazadas ciudades como Nueva York, São Paolo, Londres y Tokio. La finalidad del concierto era llamar la atención sobre la necesidad de cuidar nuestro planeta.
Es una idea generalmente aceptada que la tierra, por culpa de nosotros los hombres, se encamina hacia su ruina total. Los promotores, sin embargo, se olvidan de otros datos alentadores que deben hacernos reflexionar.
Por ejemplo, a mediados del siglo XX, había tanto smog en la ciudad de Londres que era difícil distinguir a las personas a distancia. Tan densa era la contaminación que algunos malhechores realizaban sus delitos amparándose en la poca visibilidad de la ciudad, casi como si cometieran un delito nocturno.
Esta contaminación ambiental, sin embargo, ya pertenece al pasado. La City lleva décadas con un aire limpio. No es aire de montaña ciertamente, pero sí lo suficientemente limpio como para reconocer a nuestros amigos (y enemigos).
¿A qué se debió este cambio? Simplemente a que las autoridades fijaron una normativa para limitar el deterioro del aire. El hombre, con la ayuda de su inteligencia, encontró el camino para limpiar el ambiente.
Lo mismo sucede con los salmones del río que atraviesa la ciudad, el Támesis: a causa de la contaminación, su población había descendido dramáticamente. En nuestros días, también gracias a una normativa precisa –y respetada por todos, dicho sea de paso–, poco a poco se han ido recuperando.
En Italia la contaminación ambiental en general ha disminuido. Los compuestos de azufre que antes flotaban en el aire, hoy son prácticamente inexistentes. Lo que sucede en el aire, se da también en las aguas: ríos, mares y lagos de diversas zonas son ahora también más cristalinos.
Otra noticia significativa: actualmente en nuestro planeta hay 800 millones de personas mal alimentadas, una cantidad enorme y que a todos debe comprometernos en la medida de nuestras posibilidades; pero proporcionalmente es una cantidad inferior a la de cualquier otra época precedente. Dicho de otro modo: la población de la Tierra ahora está mejor alimentada que en el pasado.
¿Salvar la Tierra? En realidad ya la estamos salvando, si bien aún nos queda mucho camino por recorrer. Ciertamente, los ejemplos aquí citados son sólo de dos países. Además, son países del así llamado “primer mundo”. La situación en países menos avanzados es diversa. Pero el hecho queda ahí: cuando el hombre se empeña, puede respetar y hasta mejorar el ambiente. Su sola existencia no es fuente de contaminación.
El problema ecológico no es un problema ficticio, es un problema real. Pero la solución no está en ver al hombre como un depredador universal. La solución tampoco está en una “ingeniería social” para limitar los nacimientos. Esas son prácticas que, en su espíritu, nos recuerdan nombres como Lenin, Stalin o Mao Tse Tung.
La solución está en que los hombres usemos correctamente nuestra razón y nuestra voluntad, convirtiéndonos en buenos administradores de la creación. A final de cuentas, ésa fue la tarea que Dios nos confió. A nuestro planeta no le sobran hombres, lo que le faltan son buenos administradores.
Con información del semanario «I Tempi» (23 nov 06)
¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia?
La Biblia es un regalo del Señor. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.
¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?
Veamos un poco de historia…
Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una «diáspora». El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la «Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).
Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un «resto» quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).
El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época). Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)
La Traducción de los Setenta (Septuagésima)
En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo) Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.
La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.
El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).
El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles
El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.
Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo
Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.
Pero en realidad no hubo un «silencio bíblico» (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.
De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:
1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros «deuterocanónicos» y es el reconocido por la Iglesia Católica.
2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino.
XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes (Hermanos separados)
La Vulgata de San Jerónimo
La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la «Vulgata» (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: «Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi«, la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo.
San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.
La Iglesia establece el Canon de la Biblia
Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las «Escrituras» se refiere al A.T. El nombre de «Nuevo Testamento» no se usó hasta el siglo II.
Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.
Los concilios de la Iglesia Católica (el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África) confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.
Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:
1.- Que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
2.- Que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
3.- Que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.
Al no satisfacer estos criterios, algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev. de Tomás, Ev. de Pedro) fueron considerados falsos por la Iglesia y rechazados. Por otra parte fueron aceptados libros (ej. Evangelio de San Juan y Apocalipsis) que por largo tiempo habían sido controversiales por el atractivo que ejercen en grupos sectarios y milenaristas.
La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.
A la Biblia Protestante le faltan libros
En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.
Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos: «Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor». Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).
¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido. Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de «apócrifos», señalando: «estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer».
Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman «apócrifos».
1. Tobías
2. Judit
3. I Macabeos
4. II Macabeos
5. Sabiduría
6. Eclesiástico (también llamado «Sirac»)
7. Baruc
También a los libros de Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas) y Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas) les quitaron algunas partes
Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.
Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra «solamente» después de la palabra «justificado» en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola de Santiago como epístola «de paja» porque esta enseña explícitamente: «Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe».
Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:
• Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
• Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
• Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.
Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.
Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.
El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.
Los Concilios modernos confirman el Canon
La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó que los libros deuterocanónicos deben ser tratados «con igual devoción y reverencia». Esto fue una confirmación de lo que la Iglesia siempre enseñó.
Esta enseñanza del Concilio de Trento fue una vez más confirmada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura). El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los deuterocanónicos.
La Biblia es un regalo del Señor, presentado como obra terminada a través de un largo proceso en el que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia Católica a la plenitud de la verdad. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.
Ante los que quieren introducir libros en el Canon, por ejemplo, el «Evangelio de Judas», los protestantes más conocedores han tenido que recurrir a la autoridad de la Iglesia Católica para declarar que el canon de las Escrituras ha sido fijado en los Concilios del siglo IV y no se puede cambiar.
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Homilía hoy en casa Santa Marta
Cuando Dios da un don, este don es irrevocable: no lo da hoy y lo quita mañana. Cuando Dios llama, esa llamada queda toda la vida. Con esta reflexión empezó hoy su homilía en Santa Marta el Papa Francisco, dedicada al tema de la elección de Dios.
Tres fueron «en la historia de la Salvación, los dones y las llamadas de Dios a su pueblo”, explica Francisco, “todos irrevocables” porque Dios es fiel: “el don de la elección, de la promesa y de la alianza”. Así lo hizo con Abraham, y así es con cada uno de nosotros.
“Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios. Cada uno de nosotros lleva una promesa que el Señor ha hecho: ‘Camina en mi presencia, sé irreprensible y yo te haré esto’. Y cada uno de nosotros hace alianzas con el Señor. Puede hacerlas, no quiere hacerlas – es libre. Pero esto es un hecho. Y también, debe haber una pregunta: ¿cómo siento yo la elección? ¿O me siento cristiano por casualidad? ¿Cómo vivo yo la promesa, una promesa de salvación en mi camino, y cómo soy fiel a la alianza? ¿Cómo es fiel Él?».
Por tanto, ante la «fidelidad misma” que es Dios, a nosotros no nos queda otra cosa que preguntarnos, dice el Papa_ ¿sentimos Su caricia, Su cuidarnos, Su buscarnos cuando nos alejamos?
Y también, prosigue Francisco respecto de san Pablo: hablando de la elección de Dios, el Apóstol vuelve en cuatro ocasiones sobre dos palabras: «desobediencia» y «misericordia». Donde se da la primera, observa el Papa, se dio también la otra, y este es nuestro camino de salvación.
“Esto significa que en el camino de la elección, hacia la promesa y la alianza, habrá pecados, habrá desobediencia, pero ante esta desobediencia existe siempre la misericordia. Es como la dinámica de nuestro camino hacia la madurez: hay siempre misericordia, porque Él es fiel, Él no revoca nunca sus dones. Tiene relación con esto: que los dones son irrevocables. ¿Por qué? Porque ante nuestras desobediencias, nuestros pecados, está siempre la misericordia, y cuando Pablo llega a esta reflexión, da un paso más: pero no de explicación, sino de adoración”.
Adoración y alabanza silenciosa, por tanto, ante “este misterio de la desobediencia y de la misericordia que nos hace libres «, y ante «esta belleza de los dones irrevocables, como la elección, la promessa y la alianza”, invita finalmente el Papa.
“Creo que nos hará bien a todos pensar en nuestra elección, en las promesas que el Señor nos hizo y cómo vivo yo la alianza con el Señor. Y cómo me dejo – permítanme la palabra – misericordiar por el Señor, ante mis pecados, mis desobediencias. Y al final, si soy capaz – como Pablo – de alabar a Dios por esto que me ha dado, a cada uno de nosotros: alabar y hacer ese acto de adoración. Pero no olviden nunca: los dones y la llamada de Dios son irrevocables”.