Luke 14:12-14
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos da un mandato extraordinario, que es considerar a los más débiles y vulnerables de nuestra sociedad: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos”. Este es un punto central de interés en todos los Evangelios. Si ignoramos a los extranjeros, los extraños, las viudas, los huérfanos, los pobres – si se ignora a esta gente débil, Dios se enojará.
La pasión de Dios no solo se extiende a través de la tradición bíblica, sino que viene clamando a través de las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica: “Si tienes dos abrigos en tu armario, uno te pertenece a ti; el otro pertenece al hombre que no tiene”.
No olvidemos a los pobres y marginados de hoy.
Jesús indica la actitud desinteresada que debe caracterizar la hospitalidad… Se trata de elegir la gratuidad en lugar del cálculo oportunista que intenta obtener una recompensa, que busca el interés y que intenta enriquecerse cada vez más. En efecto, los pobres, los sencillos, los que no cuentan, jamás podrán corresponder a una invitación para almorzar. Jesús demuestra de esta manera, su preferencia por los pobres y los excluidos, que son los privilegiados del Reino de Dios, y difunde el mensaje fundamental del Evangelio que es servir al prójimo por amor a Dios. Hoy, Jesús se hace portavoz de quien no tiene voz y dirige a cada uno de nosotros un llamamiento urgente para abrir el corazón y hacer nuestros los sufrimientos y las angustias de los pobres, de los hambrientos, de los marginados, de los refugiados, de los derrotados por la vida, de todos aquellos que son descartados por la sociedad y por la prepotencia de los más fuertes. Y estos descartados representan, en realidad, la mayor parte de la población. (Ángelus, 28 agosto 2016)
Quintín, Santo
Mártir, 31 de octubre
Martirologio Romano: Cerca de la ciudad de Vermand, en la Galia Bélgica, san Quintín, mártir, del orden senatorial, que padeció por Cristo en tiempo del emperador Maximiano.
Breve Biografía
Fue Quintín hijo de un senador romano muy apreciado de la gente.
Se hizo amigo del Papa San Marcelino, quién lo bautizó.
El más grande deseo de Quintín era hacer que muchas personas conocieran y amaran a Jesucristo, y poder derramar su sangre por defender la religión.
Cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, Quintín fue escogido para formar parte de ese grupo de evangelizadores.
Dirigido por el jefe de la misión, San Luciano, fue enviado Quintín a la ciudad de Amiens, la cual ya había sido evangelizada en otro tiempo por San Fermín, por lo cual hubo un nutrido grupo de cristianos que le ayudaron allí a extender la religión. Quintín y sus compañeros se dedicaron con tan grande entusiasmo a predicar, que muy pronto ya en Amiens hubo una de las iglesias locales más fervorosas del país.
Nuestro santo había recibido de Dios el don de sanación, y así al imponer las manos lograba la curación de ciegos, mudos, paralíticos y demás enfermos. Había recibido también de Nuestro Señor un poder especial para alejar los malos espíritus, y eran muchas las personas que se veían libres de los ataques del diablo al recibir la bendición de San Quintín. Esto atraía más y más fieles a la religión verdadera. Los templos paganos se quedaban vacíos, los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio, mientras que los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más.
Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicado y haciendo prodigios. Riciovaro, que conocía a la noble familia de nuestro santo, lo llamó y le echó en cara que un hijo de tan famoso senador romano se dedicara a propagar la religión de un crucificado. Quintín le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra, y que por lo tanto para él era un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano.
El gobernador hizo azotar muy cruelmente a Quintín y encerrarlo en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas. Pero por la noche se le soltaron las cadenas y sin saber cómo, el santo se encontró libre, en la calle. Al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente.
Entonces el gobernador lo mandó poner preso otra vez y después de atormentarlo con terribles torturas, mandó que le cortaran la cabeza, y voló al cielo a recibir el premio que Cristo ha prometido para quienes se declaran a favor de Él en la tierra.
A mediados del siglo XVI las coronas francesas y españolas se enfrentaron en San Quintín, localidad francesa situada en la región de Picardía. La victoria la obtuvieron los españoles, pero fue tanto el sufrimiento de ambos bandos durante la “Batalla de San Quintín” que esta experiencia dio lugar a la conocida frase “Se armó la de San Quintín”. La cual se usa actualmente para describir una gran trifulca o polémica.
Un amor que consiste en amar
Santo Evangelio según san Lucas 14,12-14. Lunes XXXI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, me pongo en tu presencia. Dame la gracia del silencio, sobre todo el de mi corazón y de mis pensamientos, para poder escuchar aquello que hoy me quieres decir.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14,12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo al jefe de los fariseos que lo había invitado a comer: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tiene con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Aquello que más pleno hace al hombre es poner en acto su capacidad de amar.
Por ello, Jesús siempre nos invita a vivir un amor más concreto, más libre… nos invita a vivir un amor cada vez más real.
El egoísmo es lo contrario del amor, pues nos convierte en esclavos de nosotros mismos; nos lleva a usar a los demás, a objetivizarlos aun haciendo los mayores actos de caridad. Nos lleva a «amar» para ser vistos, para no quedar mal, lo cual, al final del día, no es un auténtico amor.
Nos puede dar miedo el no ser correspondidos, el no recibir agradecimientos o algún buen comentario. Y esto puede ser normal, pues la mayoría de las veces no nos viene natural.
Sin embargo, Jesús nos invita a vivir un amor como el de Él. Un amor que simple y sencillamente se da, que no busca correspondencia, no busca agradecimientos; no se ve contaminado por la mirada de los hombres… Un amor que consiste en amar por el simple hecho de amar.
«Las palabras de Jesús subrayan actitudes completamente distintas y opuestas: la actitud de quien se elige su propio sitio y la actitud de quien se lo deja asignar por Dios y espera de Él la recompensa. No lo olvidemos: ¡Dios paga mucho más que los hombres! ¡Él nos da un lugar mucho más bonito que el que nos dan los hombres! El lugar que nos da Dios está cerca de su corazón y su recompensa es la vida eterna».
(Homilía de S.S. Francisco, de 28de agosto de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy trataré de hacer un acto de caridad oculta, con la única motivación de hacerlo por amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Rectitud de intención y el amor a Dios
La oración, el ayuno y el uso del dinero
Una vida activa
La base y el mínimo moral para entrar en el reino era vivir de acuerdo con los mandamientos. Para ello era necesario superar las interpretaciones que alejaban de la ley del amor. Era el mínimo indispensable. Pero había que dar un paso más, se trataba de la vida activa del amor. ¿Cómo se ama? estando unido al amado, estando unidos a Dios del modo más íntimo posible, y esto se consigue por medio de la oración. Jesús pasa entonces a explicar la oración de los hijos de Dios en el nuevo reino.
Rectitud de intención
Lo primero que enseña es no hacer las cosas buenas para ser vistos, sino hacerlas ante Dios en total sinceridad «Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean; de otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los Cielos»(Mt).
Jesús muestra el inicio del camino de la perfección: la rectitud de intención. Cuando falla, todo se desbarata. No basta, pues luego se deben hacer más cosas; pero cuando se corrompe se degenera hasta lo más santo.
El camino para adquirir la rectitud de intención es actuar ante la mirada de Dios Padre, que está en los cielos, con ojos amorosos y observa con cariño el buen uso que el hijo hace de su libertad.
La limosna
Una concreción de esta rectitud de intención es un acto en sí muy bueno: ayudar al necesitado con la limosna, ayudar al culto de Dios. «Por tanto, cuando des limosna no lo vayas pregonando, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, con el fin de ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha, para que tu limosna quede en oculto; de este modo, tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará»(Mt).
La belleza de la imagen de la mano izquierda desconociendo lo que hace la derecha es inconmensurable. De un modo paralelo, el hipócrita repugna puesto que da para alcanzar la vanagloria, la consideración social y el placer de ser admirado por los hombres. Compra la fama al precio de una buena acción externa; pero se hace un hipócrita, y toda su recompensa está en esa alabanza superficial y voluble. Ninguna acción buena deja de ser premiada por el Padre bueno de los cielos, pues ve en lo secreto, en lo íntimo, en lo personal. Este es el secreto del hijo de Dios, actuar ante la mirada de su Padre celestial; todo lo demás le sobra.
La oración de los hijos de Dios
Pero la enseñanza de Jesús va más al interior, y llega a la misma oración. «Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre que ve en lo oculto, te recompensará. Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a ser escuchados. No seáis, pues, como ellos; porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis»(Mt).
La oración que enseña Jesús es un diálogo personal, sencillo, de corazón a corazón, amoroso. Lejos de las grandes palabras, de las manifestaciones en las plazas. Es más, sabe que el Padre celestial conoce todo lo que necesita; pero que quiere que se lo pidamos por el bien que produce al que pide dirigirse a Dios. La oración pasa a ser diálogo con Dios, la conversación del hijo con su Padre, consciente de la distancia, pero también del cariño.
El ayuno
En la misma línea de la oración y la limosna está la enseñanza sobre el ayuno. «Cuando ayunéis no os finjáis tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, para que no adviertan los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo oculto, te recompensará» (Mt).
Es necesario comer y beber para mantener la vida; por eso es tan frecuente la observancia del ayuno para manifestar la superioridad del alma sobre el cuerpo. El ayuno es costoso, y puede tener efectos externos, de ahí la necesidad de un cuidado especial para evitar la hipocresía. En aquellos momentos, era moneda corriente la utilización del ayuno para la vanagloria, deformando el sentido religioso natural. Jesús quiere que quede clara la sinceridad ante Dios y la humildad agradecida. El Padre que ve lo interior, lo premiará.
El uso del dinero
Jesús también enseña el recto uso del dinero, y el peligro de colocarlo como un ídolo que ocupe el lugar de Dios. El dinero y los tesoros son sólo un medio, pero nunca un fin.
«No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban. Amontonad en cambio tesoros en el Cielo, donde ni polilla ni herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón»(Mt).
Usar, pero no abusar. Tener el corazón desprendido. Tener el tesoro en el cielo. Pero el apego de las cosas terrenas es tan frecuente entre los hombres, que necesitaba una lección especial.
Esta lección se completa con la que señala que el dinero se puede convertir en un dios que compita con el verdadero Dios, en el hombre de poca fe. «Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas»(Mt). La cuestión de fondo siempre es la misma: el amor a Dios por encima de todas las cosas es lo primero, el amor al dinero es una verdadera idolatría.
San Jerónimo Hermosilla, misionero dominico, obispo y mártir en Vietnam
Obispo santo y mártir dominico. Evangelizó Vietnam y murió con otros 116 cristianos. Fueron canonizados por san Juan Pablo II
San Jerónimo Hermosilla Aransay nació en Santo Domingo de la Calzada (España) el 30 de septiembre de 1801. Era el menor de nueve hijos de una familia pobre. Quedó huérfano de padre a los 10 años y esto hizo que su madre pasara de ser ama de casa a trabajar como ama de llaves de un sacerdote. Jerónimo se convirtió enseguida en un ayudante del presbítero.
Vivió en Cordovín (en La Rioja, no lejos de su pueblo) entre los años 1809 y 1814.
A los 15 años, pasó a ayudar a su hermano Millán, quien trabajaba como sirviente en la residencia del arzobispo de Valencia. Descubrió así, poco a poco, su vocación sacerdotal y pidió ingresar en el seminario diocesano.
Jerónimo pudo admirar entonces a los profesores dominicos y conocer más de cerca en qué consistía exactamente la Orden de Predicadores. Esto hizo que en 1819 pidiera la admisión en el Convento de Santo Domingo de Valencia, que pertenecía a la orden.
Tres años de «paréntesis»
Pero en 1820 vio interrumpidos sus estudios porque tuvo que alistarse en las tropas del rey Fernando VII. Y hasta tres años después, terminado el Trienio Liberal en España, no pudo continuar como novicio. Este tiempo, aunque lejos del seminario, le hizo madurar interiormente.
Decidido a ser misionero
En 1824 Jerónimo emprendió su etapa de misionero. Viajó a Manila (Filipinas) y allí terminó los estudios de Teología. Fue ordenado sacerdote en 1828.
Al año siguiente sus superiores le enviaron a Tonkín, en el norte del actual Vietnam. Allí enseguida se esmeró por aprender el idioma local y evangelizar en la lengua propia de aquel pueblo. Colaboraba en la catequesis que llevaban las religiosas dominicas.
Consciente de la persecución de cristianos
El 15 de mayo de ese año se produjo un hecho que cambiaría radicalmente su situación. El emperador Minh Manhconsideraba que los cristianos eran traidores y arremetía contra ellos desde hacía tiempo. Aquel día lo experimentó personalmente. Sin embargo, sobrevivió.
En 1841, Jerónimo es nombrado obispo de Tonkín. Es muy consciente de la situación y del peligro que corre, puesto que sustituye al obispo Ignacio Clemente Delgado, al que acaban de asesinar. Desde entonces trata de ser prudente pero no deja de evangelizar.
Cartas clandestinas a los cristianos
A partir de 1858, la persecución arrecia y al obispo Hermosilla le toca esconderse en cuevas, alejado de la población y de los nuevos cristianos. Clandestinamente, hace llegar cartas que dirige a los católicos recién convertidos donde les anima a permanecer en la fe y a descubrir el tesoro de la gracia que acaban de recibir.
En la época del emperador Tu Duc finalmente es capturado por las autoridades, junto con Valentín de Berriochoa y Pedro Almató Ribera, otros dos misioneros (el primero es obispo y el segundo sacerdote). Un soldado apóstata les ha delatado.
Consta históricamente que Hermosilla fue torturado, encerrándole en una jaula de 1.20 metros de altura y posteriormente decapitado con una espada junto con sus compañeros en Hai-Duong. Era el 1 de noviembre del año 1861.
San Jerónimo Hermosilla, san Valentín Berriochoa y san Pedro Almató fueron canonizados por el papa san Juan Pablo II el 19 de junio de 1988. En total, fueron 117 mártires de la persecución que tuvo lugar en Vietnam entre los años 1740 y 1883. Es una historia de la que queda mucho por contar.
Oración
Concédenos, Señor,
que nuestras oraciones nos sirvan
de alegría y ayuda,
para que, al celebrar la fiesta anual
de los santos mártires Jerónimo Hermosilla y compañeros,
imitemos su constancia en la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo.
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