Andrés Dung-Lac y 116 compañeros, Santos
Por: C.E.S.M. | Fuente: Centro de Espiritualidad Santa María
Memoria Litúrgica, Mártires de Vietnam
Memoria de los santos Andrés Dung Lac, presbítero, y sus compañeros, mártires. En una común celebración se venera a los ciento diecisiete mártires de las regiones asiáticas de Tonkin, Annam y Cochinchina, ocho de ellos obispos, otros muchos presbíteros, amén de ingente número de fieles de ambos sexos y de toda condición y edad, todos los cuales prefirieron el destierro, las cárceles, los tormentos y finalmente los extremos suplicios, antes que pisotear la cruz y desviarse de la fe cristiana.
Breve Reseña
Esta memoria obligatoria de los ciento diecisiete mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, proclamados santos por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988, celebra a mártires que ya habían sido beatificados anteriormente en cuatro ocasiones distintas: sesenta (64) y cuatro, en 1900, por León XIII; ocho (8), por Pío X, en 1906; veinte (20), en 1909, por el mismo Pío X y veinticinco (25) por Pío XII, en 1951.
No sólo son significativos el número insuperado en la historia de las canonizaciones, sino también la calificación de los santos (ocho obispos, cincuenta sacerdotes, cincuenta y nueve laicos), la nacionalidad (noventa y seis vietnamitas; once españoles; diez franceses, el estado religioso (once dominicos; diez de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París; otros del clero local, más un seminarista, el estado laical (muchos padres de familia, una madre, dieciséis catequistas, seis militares, cuatro médicos, un sastre; además de campesinos, pescadores y jefes de comunidades cristianas).
Seis de ellos fueron martirizados en el siglo XV, los demás, entre 1835 y 1862; es decir, en el tiempo del dominio de los tres señores que gobernaban Tonkín, Annam y Cochinchina, hoy integradas en la nación de Vietnam.
En gran parte (setenta y cinco) fueron decapitados; los restantes murieron estrangulados, quemados vivos, descuartizados, o fallecieron en prisión a causa de las torturas, negándose a pisotear la cruz de Cristo o a admitir la falsedad de su fe.
De estos ciento diecisiete mártires, la fórmula de canonización ha puesto de relieve seis nombres particulares, en representación de las distintas categorías eclesiales y de los diferentes orígenes nacionales. El primero, del que encontramos una carta en el oficio de lectura, es Andrés Dung-Lac. Nació en el norte de Vietnam en 1795; fue catequista y después sacerdote. Fue muerto en 1839 y beatificado en 1900. Otros dos provienen del centro y del sur del Vietnam. El primero, Tomás Tran-VanThien, nacido en 1820 y arrestado mientras iniciaba su formación sacerdotal, fue asesinado a los dieciocho años en 1838; el otro es Manuel Le-Van-Phung, catequista y padre de familia, muerto en 1859 (beatificado en 1909).
Entre los misioneros extranjeros son mencionados dos españoles y un francés. El dominico español Jerónimo Hermosilla, llegado a Vietnam en 1829, vicario apostólico del Tonkín oriental, fue muerto en 1861 (beatificado en 1909); el otro dominico, el obispo vasco Valentín de Berriochoa, que llegó a Tonkín en 1858, a los treinta y cuatro años, fue muerto en 1861 (beatificado en 1906).
El francés Jean-Théophane Vénard, de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, llegó a Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y dos años (beatificado en 1906): sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux a rezar por las misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san Francisco Javier.
LISTA DE LOS 117 MÁRTIRES DE VIETNAM
1 Andrés DUNG-LAC, Sacerdote 21-12-1839
2 Domingo HENARES, Obispo O.P. 25-06-1838
3 Clemente Ignacio DELGADO CEBRIAN, Obispo O.P. 12-07-1838
4 Pedro Dumoulin BORIE, Obispo M.E.P. 24-11-1838
5 José María DIAZ SANJURJO, Obispo O.P. 20-07-1857
6 Melchor GARCIA SAMPEDRO SUAREZ, Obispo O.P. 28-07-1858
7 Jerónimo HERMOSILLA, Obispo O.P. O1-11-1861
8 Valentín BERRIOCHOA, Obispo O.P. 01-11-1861
9 Esteban Teodoro CUENOT, Obispo M.E.P. 14-11-1861
10 Francisco GIL DE FEDERICH, Sacerdote O.P. 22-O1-1745
11 Mateo ALONSO LECINIANA, Sacerdote O.P. 22-O1-1745
12 Jacinto CASTANEDA, Sacerdote O.P. 07-11-1773
13 Vicente LE OUANG LIEM, Sacerdote O.P. 07-11-1773
14 Emanuel NGUYEN VAN TRIEU, Sacerdote 17-09-1798
15 Juan DAT, Sacerdote 28-10-1798
16 Pedro LE TuY, Sacerdote 11-10-1833
17 Francisco Isidoro GAGELIN, Sacerdote M.E.P. 17-10-1833
18 José MARCHAND, Sacerdote M.E.P. 30-11-1835
19 Juan Carlos CORNAY, Sacerdote M.E.P. 20-09-1837
20 Vicente DO YEN, Sacerdote O.P. 30-06-1838
21 Pedro NGUYEN BA TUAN, Sacerdote 15-07-1838
22 José FERNANDEZ, Sacerdote O.P. 24-07-1838
23 Bernardo VU VAN DUE, Sacerdote 01-08-1838
24 Domingo NGUYEN VAN HANH (DIEU), Sacerdote O.P. 01-08-1838
25 Santiago Do MAI NAM, Sacerdote 12-08-1838
26 José DANG DINH (NIEN) VIEN, Sacerdote 21-08-1838
27 Pedro NGUYEN VAN TU, Sacerdote O.P. 05-09-1838
28 Francisco JACCARD, Sacerdote M.E.P. 21-09-1838
29 Vicente NGUYEN THE DIEM, Sacerdote 24-11-1838
30 Pedro VO BANG KHOA, Sacerdote 24-11-1838
31 Domingo TUOC, Sacerdote O.P. 02-04-1839
32 Tomás DINH VIET Du, Sacerdote O.P. 26-11-1839
33 Domingo NGUYEN VAN (DOAN) XUYEN, Sacerdote O.P. 26-11-1839
34 Pedro PHAM VAN TIZI, Sacerdote 21-12-1839
35 Pablo PHAN KHAc KHOAN, Sacerdote 28-04-1840
36 Josée DO QUANG HIEN, Sacerdote O.P. 09-05-1840
37 Lucas Vu BA LOAN, Sacerdote 05-06-1840
38 Domingo TRACH (DOAI), Sacerdote O.P. 18-09-1840
39 Pablo NGUYEN NGAN, Sacerdote 08-11-1840
40 José NGUYEN DINH NGHI, Sacerdote 08-11-1840
41 Martín TA Duc THINH, Sacerdote 08-11-1840
42 Pedro KHANH, Sacerdote 12-07-1842
43 Agustín SCHOEFFLER, Sacerdote M.E.P. 01-05-1851
44 Juan Luis BONNARD, Sacerdote M.E.P. 01-05-1852
45 Felipe PHAN VAN MINH, Sacerdote 03-07-1853
46 Lorenzo NGUYEN VAN HUONG, Sacerdote 27-04-1856
47 Pablo LE BAo TINH, Sacerdote 06-04-1857
48 Domingo MAU, Sacerdote O.P. 05-11-1858
49 Pablo LE VAN Loc, Sacerdote 13-02-1859
50 Domingo CAM, Sacerdote T.O.P. 11-03-1859
51 Pedro DOAN LONG QUY, Sacerdote 31-07-1859
52 Pedro Francisco NERON, Sacerdote M.E.P. 03-11-1860
53 Tomás KHUONG, Sacerdote T.O.P. 30-01-1861
54 Juan Teofano VENARD, Sacerdote M.E.P. 02-02-1861
55 Pedro NGUYEN VAN Luu, Sacerdote 07-04-1861
56 José TUAN, Sacerdote O.P. 30-04-1861
57 Juan DOAN TRINH HOAN, Sacerdote 26-05-1861
58 Pedro ALMATO RIBERA, Sacerdote O.P. 01-11-1861
59 Pablo TONG VIET BUONG, Laico 23-10-1833
60 Andrés TRAN VAN THONG, Laico 28-11-1835
61 Francisco Javier CAN, Catequista 20-11-1837
62 Francisco DO VAN (HIEN MINH) CHIEU, Catequista 25-06-1838
63 José NGUYEN DINH UPEN, Catequista T.O.P. 03-07-1838
64 Pedro NGUYEN DicH, Laico 12-08-1838
65 Miguel NGUYEN HUY MY, Laico 12-08-1838
66 José HOANG LUONG CANH, Laico T.O.P. 05-09-1838
67 Tomás TRAN VAN THIEN, Seminarista 21-09-1838
68 Pedro TRUONG VAN DUONG, Catequista 18-12-1838
69 Pablo NGUYEN VAN MY, Catequista 18-12-1838
70 Pedro VU VAN TRUAT, Catequista 18-12-1838
71 Agustín PHAN VIET Huy, Laico 13-06-1839
72 Nicolás BUI DUC THE, Laico 13-06-1839
73 Domingo (Nicolás) DINH DAT, Laico 18-07-1839
74 Tomás NGUYEN VAN DE, Laico T.O.P. 19-12-1839
75 Francisco Javier HA THONG MAU, Catequista T.O.P. 19-12-1839
76 Agustín NGUYEN VAN MOI, Laico T.O.P. 19-12-1839
77 Domingo Bui VAN UY, Catequista T.O.P. 19-12-1839
78 Esteban NGUYEN VAN VINTI, Laico T.O.P. 19-12-1839
79 Pedro NGUYEN VAN HIEU, Catequista 28-04-1840
80 Juan Bautista DINH VAN THANH, Catequista 28-04-1840
81 Antonio NGUYEN HUU (NAM) QUYNH, Laico 10-07-1840
82 Pedro NGUYEN KHAC Tu, Catequista 10-07-1840
83 Tomás TOAN, Catequista T.O.P. 21-07-1840
84 Juan Bautista CON, Laico 08-11-1840
85 Martín THO, Laico 08-11-1840
86 Simón PHAN DAc HOA, Laico 12-12-1840
87 Inés LE THi THANH (DE), Laica 12-07-1841
88 Mateo LE VAN GAM, Laico 11-05-1847
89 José NGUYEN VAN Luu, Catequista 02-05-1854
90 Andrés NGUYEN Kim THONG (NAM THUONG), Catequista 15-07-1855
91 Miguel Ho DINH HY, Laico 22-05-1857
92 Pedro DOAN VAN VAN, Catequista 25-05-1857
93 Francisco PHAN VAN TRUNG, Laico 06-10-1858
94 Domingo PHAM THONG (AN) KHAM, Laico T.O.P. 13-01-1859
95 Lucas PHAM THONG (CAI) THIN, Laico 13-01-1859
96 José PHAM THONG (CAI) TA, Laico 13-01-1859
97 Pablo HANH, Laico 28-05-1859
98 Emanuel LE VAN PHUNG, Laico 31-07-1859
99 José LE DANG THI, Laico 24-10-1860
100 Mateo NGUYEN VAN (NGUYEN) PHUONG, Laico 26-05-1861
101 José NGUYEN DUY KHANG, Catequista T.O.P. 06-11-1861
102 José TUAN, Laico 07-01-1862
103 José TUC, Laico 01-06-1862
104 Domingo NINH, Laico 02-06-1862
105 Domingo TORI, Laico 05-06-1862
106 Lorenzo NGON, Laico 22-05-1862
107 Pallo (DONG) DUONG, Laico 03-06-1862
108 Domingo HUYEN, Laico 05-06-1862
109 Pedro DUNG, Laico 06-06-1862
110 Vicente DUONG, Laico 06-06-1862
111 Pedro THUAN, Laico 06-06-1862
112 Domingo MAO, Laico 16-06-1862
113 Domingo NGUYEN, Laico 16-06-1862
114 Domingo NHI, Laico 16-06-1862
115 Andrés TUONG, Laico 16-06-1862
116 Vicente TUONG, Laico 16-06-1862
117 Pedro DA, Laico 17-06-1862
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O.P. : Orden de los Predicadores (Dominicos)
T.O.P.: Terciario de la Orden de los Predicadores
M.E.P.: Sociedad de las Misiones Extranjeras de París
Defender tu propia identidad
Santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19. Miércoles XXXIV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero encontrarte. Sólo dame la paciencia para esperar tu gracia, sabiduría para verte en donde me muestres tu bondad, entendimiento para comprender lo que me quieres enseñar y fortaleza para vencer con tus fuerzas. Ayúdame a discernir dónde está tu voluntad, a estar abierto a lo que me pidas y a no tener miedo de hacer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando alguien cree verdaderamente, no se puede quedar simplemente en los actos de fe, sino que también encuentra el deseo de tener una vida en donde sus obras demuestren claramente lo que cree.
Tenemos un reto de actuar conforme a lo que somos. Nuestro obrar irá demostrando la identidad que Cristo formó y modeló en nosotros desde el momento que nos creó. Nuestro actuar nos irá identificando con Cristo al grado de compartir sus mismos sentimientos. (Flp. 2, 5)
Es evidente que hay una persecución contra nuestra identidad de católicos, de hombres portadores del nombre de Cristo. Una persecución guiada por un mundo que provoca la guerra, la injusticia y la incomprensión; o también guiada por el demonio que infunde el miedo y la desconfianza en Dios. Pero, sobre todo, es una persecución dirigida por el hombre que persigue los propios intereses y que, en un acto de puro egoísmo, va desapareciendo su propia identidad de hijo de Dios.
Convencernos… convencernos de lo que somos y recordarlo una u otra vez. Ésta es la calve para mantenernos en pie en medio de la persecución que el tercer milenio impone a la humanidad. Se trata de una actitud humilde de confianza y abandono, pero al mismo tiempo, es una actitud de fortaleza fundada en un amor apasionado a Cristo. Así se nos invita a luchar por Cristo.
Cuando hayamos caído, tengamos el valor de seguir levantándonos, porque no importa caer mil veces cuando se ama la lucha y no la caída, cuando se tiene una razón para levantarse y seguir luchando. Al final, sobre toda prueba y dificultad sabemos que el amor es más fuerte, porque Él nos amó primero.
«La persecución es un poco “el aire” del cual vive el cristiano también hoy porque también hoy hay muchos, muchos mártires, muchos perseguidos por amor a Cristo. En muchos países los cristianos no tienen derechos: si tú llevas una cruz, vas a la cárcel y hay gente en la cárcel; hay gente condenada a morir por ser cristianos, hoy. Ha habido gente asesinada y el número es más alto que el de los mártires de los primeros tiempos. ¡Más! Esto no es noticia y por eso los telediarios, los periódicos no publican estas cosas. Los cristianos son perseguidos y esto nos debe hacer reflexionar sobre nuestra condición de cristiano. Yo soy un cristiano tranquilo, llevo mi vida adelante sin darme cuenta de estos hermanos y hermanas que son perseguidos, Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño. La persecución es una cosa de todos los días también hoy y hoy, más que en los primeros tiempos. Y esta es la persecución a los cristianos que es una de las bienaventuranzas». (Homilía de S.S. Francisco, 1 de junio de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Intentaré ser más consciente de mi identidad de hijo de Dios, para actuar en consecuencia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El odio, un mal que no termina
El mal se vence con el bien, la injusticia con la verdad unida a la misericordia.
Existe odio. Se lee en insultos en Internet. Se escucha en comentarios entre conocidos. Se ve en gritos de rabia de unos contra otros. Ese odio, a veces, entra en la propia vida. Surge ante una injusticia. Se nutre del recuerdo. Se aviva al ver el cinismo de un culpable no castigado. En sus formas extremas, el odio lanza sus flechas contra grupos enteros de personas, contra nacionalidades, contra clases sociales, contra categorías profesionales, contra todos los miembros de un partido.1Otras veces queda circunscrito hacia personas concretas. Es un odio que al menos evita la injusticia: se concentra hacia aquella persona que nos traicionó, que nos hizo mucho daño. Pero no por ello deja de destruir el corazón de quien lo alberga. Porque el odio, aunque a veces uno no se da cuenta, corroe a quien lo cultiva, y lo pone siempre en esa pendiente resbaladiza que lleva a los insultos en público, a las agresiones, incluso a la violencia. No resulta fácil apagar el fuego del odio cuando ha crecido día a día, sobre todo si ha cristalizado en el deseo de venganza y en actitudes internas de rabia insatisfecha. Además, a veces escapa de uno mismo, contagia a otros, y se convierte en un mal que no termina. Muchos conflictos sociales surgen desde el odio y lo alimentan. Conflictos políticos viven del odio hasta “aprovecharlo” para aumentar el número de votos. Incluso llegan a asaltos contra gente inocente o a guerras absurdas. En el “Catecismo de la Iglesia Católica” (n. 2303) leemos: “El odio voluntario es contrario a la caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le desea deliberadamente un mal. El odio al prójimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un daño grave”. Cristo invita a perdonar, a no dejarse atrapar por esa rabia interior que destruye a quien la acepta y que abre espacio a heridas mayores.
El mal se vence con el bien, la injusticia con la verdad unida a la misericordia, la ofensa con la mansedumbre (cf. Rm 12,17-21; Mt 5,43-48). Ya hay demasiado odio en nuestro mundo. Si empezamos a arrancar sus pequeñas raíces de nuestro corazón, y si pedimos a Dios que nos dé la fuerza de perdonar y de acoger incluso al enemigo, empezaremos a vencer el odio y a irradiar aquello que tanto necesita nuestro tiempo: el amor auténtico.
Repensemos la presencia del ser humano en el mundo
Vídeo mensaje de S.S. Francisco dirigido a la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura.
Fuente: Vatican News
Frente a la “revolución” que toca “los nudos esenciales de la existencia humana”, es necesario realizar “un esfuerzo creativo de pensamiento y acción” y repensar “la presencia del ser humano en el mundo”. En un vídeo mensaje a la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura, el Papa Francisco señala la necesidad de redescubrir «el sentido y el valor del ser humano en relación con los desafíos que afronta”. Francisco señala además la necesidad de responder a diversos “interrogantes fundamentales de la existencia: la pregunta sobre Dios y el ser humano”:
En efecto, en esta coyuntura histórica, no sólo necesitamos nuevos programas económicos o nuevas recetas contra el virus, sino sobre todo una nueva perspectiva humanista, basada en la Revelación bíblica, enriquecida por la herencia de la tradición clásica, así como por las reflexiones sobre la persona humana presentes en las diferentes culturas.
El fin de las ideologías y el humanismo profano14:39
El Pontífice cita a San Pablo VI, quien a finales de 1965 y del Concilio Vaticano II, “invitaba a esa humanidad cerrada a la trascendencia a reconocer nuestro nuevo humanismo, porque – decía – «también nosotros, nosotros más que nadie, somos los cultores del hombre». Desde entonces han transcurrido casi sesenta años que Francisco recuerda afirmando en su mensaje:
En nuestra época, marcada por el fin de las ideologías, parece olvidado, parece sepultado frente a los nuevos cambios provocados por la revolución informática y el increíble desarrollo de las ciencias, que nos obligan a replantearnos todavía que es el ser humano. La cuestión del humanismo parte de esta pregunta: ¿qué es el hombre, el ser humano?
Indicaciones de la Gaudium et spes
El Papa afirma que “en la actualidad, esto ha desaparecido debido a la fluidez de la visión cultural contemporánea. Es la era de la liquidez o de lo gaseoso”. “Sin embargo, la Constitución conciliar Gaudium et spes sigue siendo actual a este respecto”. Y dice que “la Iglesia tiene todavía mucho que dar al mundo, y nos obliga a reconocer y valorar, con confianza y valentía, los logros intelectuales, espirituales y materiales que han surgido desde entonces en diversos campos del saber humano”.
“Hoy está en marcha una revolución -sí, una revolución- que toca los nudos esenciales de la existencia humana y exige un esfuerzo creativo de pensamiento y acción. De ambos. Están cambiando estructuralmente las formas de entender la generación, el nacimiento y la muerte. Se cuestiona la especificidad del ser humano en el conjunto de la creación, su singularidad frente a otros animales e incluso su relación con las máquinas”.
El hombre servidor de la vida
Sin ceder a la crítica y a la negación, Francisco indica además que es el momento de pensar: “Más bien se nos pide que repensemos la presencia del ser humano en el mundo a la luz de la tradición humanista: como servidor de la vida y no como dueño suyo, como constructor del bien común con los valores de la solidaridad y la compasión”. Mientras junto a la pregunta sobre Dios, hoy surge otra que se refiere al ser humano y su identidad:
“La Sagrada Escritura nos brinda las coordenadas esenciales para perfilar una antropología del ser humano en su relación con Dios, en la complejidad de las relaciones entre el hombre y la mujer, y en la conexión con el tiempo y el espacio en que vive”.
Tal como dice el Santo Padre, “esta fusión entre la sabiduría antigua y la bíblica sigue siendo un paradigma fecundo”. Sin embargo, “el humanismo bíblico y clásico hoy debe abrirse sabiamente para acoger, en una nueva síntesis creativa, también las aportaciones de la tradición humanista contemporánea y de otras culturas”.
Las diversas culturas
“Pienso, por ejemplo, en la visión holística de las culturas asiáticas, en la búsqueda de la armonía interior y la armonía con la creación. O en la solidaridad de las culturas africanas, para superar el excesivo individualismo típico de la cultura occidental. También es importante la antropología de los pueblos latinoamericanos, con su vivo sentido de la familia y la fiesta. Así como las culturas de los pueblos indígenas de todo el planeta”.
“En estas diferentes culturas existen formas de un humanismo que, integrado en el humanismo europeo heredado de la civilización grecorromana y transformado por la visión cristiana, es hoy el mejor medio para hacer frente a las inquietantes preguntas sobre el futuro de la humanidad”.
Por último, dirigiéndose a los queridos miembros y consultores, a los queridos participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura, el Papa les confirma sui apoyo y les recuerda: “Hoy más que nunca el mundo necesita redescubrir el sentido y el valor del ser humano en relación con los desafíos que afronta. Hoy quiere que repitamos aquellos versos de un pagano: ‘Sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt’«. Y concluye con su bendición, pidiéndoles que sigan rezando por él.
Los cuatro pilares de un hogar I
Te preguntarás cómo mantener tu hogar ilusionado y con una gran vitalidad de puertas hacia adentro
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic..net
A veces te habrás preguntado cómo mantener tu hogar ilusionado y con una gran vitalidad de puertas hacia adentro. Es normal. Si queréis, amigo/a, os ofrezco cuatro pilares que sostendrán el edificio de vuestro hogar siempre nuevo y siempre lleno de vida.
Estos son los pilares o cimientos:
1) La oración, respiración de una familia
Cada día debéis dedicaros algún tiempo a la oración. No digáis que no tenéis tiempo. Lo tenéis para muchas cosas y, ¿vais a abandonar algo fundamental en vuestro matrimonio?
Cuando hay oración en casa, todo parece diferente, calmado, tranquilo, sereno como la brisa suave del mar. Es un momento bendito en el que podéis respirar, desahogaros con Dios y lograr que en vuestro corazón brille la luz y nunca la tiniebla.
Nada proporciona tanta alegría y paz durante el día y la noche. Al orar con vuestros hijos, éstos se convierten en personas apacibles y también más bellos, más ellos mismos. Ante esta plaga de consumo, la oración es indispensable para no asfixiarse en un mundo hiperestresado y superestridente.
Cortad un poco la TV, frecuentemente destructora de la intimidad del hogar. No dejéis que sea ella quien mande en casa. No la coloquéis en el centro de la sala de estar. Romperá el círculo familiar.¿ Sabes lo que decía un chico italiano de 6 años? ”Señor, haz que mi rostro se parezca a la pequeña pantalla para que papá me mire”. S.O.S. de tantos chicos que no tienen nunca tiempo de ser escuchados, mirados, simplemente amados…Y ese tiempo es la oración quien lo logra.
Drama de las sociedades occidentales que separan las generaciones. Niños que no conocen a sus abuelos. Niños que no tienen a nadie que los escuche, y los abuelos tampoco tienen a nietos a los que cuidar, amar y educar: Dos soledades…yuxtapuestas. Por ejemplo, ¿por qué no hacer la oración después de los informativos y hacer intercesiones o peticiones?
Solamente la oración permite soportar ciertos horrores y unificar el corazón. Conozco a familias en donde una vez por semana, se celebra una velada matrimonial: los esposos se encuentran solos durante algunas horas festivas de plegaria.
A menudo son los hijos quienes se lo recuerdan a sus padres y compran una vela especial. Otra tarde de la semana, es la velada familiar. Ninguna otra persona es invitada. El jueves por la tarde, recordando la Cena de Jesús, puede ser un buen día para esta velada recogida y alegre. Alrededor de una mesa enteramente adornada con flores, se hace una oración perfecta.
Esplendor de estas liturgias familiares en las que el niño recibe el sentido de la belleza. Tiene derecho a la belleza para estar feliz y percibir que vive. Liturgia en la que se transmite la fe de la Iglesia. En los países perseguidos, la fe se mantuvo gracias a las liturgias celebradas en familia, a menudo clandestinamente. Se entabla una relación personal y viva con el Señor que llega a ser así un miembro de la familia, un miembro que forma parte de ella todos los días.
Esta presencia nadie la podrá arrebatar del niño. Es la vacuna contra toda soledad. Incluso si algún día se aleja de esta Presencia, Jesús permanece siempre y nunca lo dejará solo. Y si la oración familiar y conyugal no son posibles, la fe no se comparte y esto es para los hijos una gran pena y un profundo dolor. Y si no pudierais estar juntos todos, reza solo pero en nombre de todos los miembros de la familia. Cada vez que reza una familia su “nosotros” se une al de la familia- fuente, la de Nazaret.
Cuando Jesús es encontrado tras tres días de pérdida, María le dice simplemente: “Tu padre y yo, «Nosotros» te buscábamos angustiados”. Pero Jesús, mirando a José, levanta los ojos al cielo y le responde: “Padre mío”. Y más tarde dirá: “Mi Padre y yo, somos uno.” Como si el «Nosotros» de José y María le hubiera evocado el «Nosotros» de la Trinidad Santa.
La unidad de los padres, manifestada en la oración, hace que el hijo levante los ojos y los dirija al Padre del Cielo. Esplendor también de la oración antes y en el momento del acto conyugal. Confiarlo al Espíritu Santo, dueño del amor y dador de vida.
Tobías y su esposa se unían en oración antes de hacer el amor. “Esta oración que precede acto íntimo, muestra muy claramente la necesidad de estar unido espiritualmente, de estar re- nacido juntamente con el Espíritu Santo, para que la relación íntima sobrepase el mero deseo sexual.”
Os incumbe una gran responsabilidad, amigos padres, en la formación espiritual de vuestros hijos. Normalmente nunca os ven orar con ellos en la Eucaristía dominical ni en casa. ¿Cómo van a percibir la atmósfera de religiosidad si no la ven en vosotros? Sois padres de la sangre y de la carne de vuestros hijos y también padres de la educación de su espíritu.
La fe le da al hijo alas para volar por encima de los peligros y dificultades que la vida les presente. No es cosa de su bautizo y primera comunión solamente. No, amigos padres, es una educación integral la que necesita vuestro hijo si queréis formar un ser equilibrado en todas sus ricas facetas.
No descarguéis vuestras conciencias en los colegios y en las catequesis. Todo es necesario, pero el ambiente de veros a vosotros viviendo lo que ellos aprenden, es la clave de todo. No es quepa la menor duda. ¿Por qué no vas a misa?- les pregunté una vez a unos niños y niñas. Y me respondieron así:” Porque nuestros padres no van. Luego, si ellos no van- pensaban los chicos y chicas- es que debe valer poco la Eucaristía. Son listos, no creáis.
2) El perdón: es el mejor de los tranquilizantes
La oración es el lugar por excelencia en donde se puede dar y recibir el perdón. Muchas parejas se han separado a causa de no saberse perdonar. ¡Cuántas heridas podrían haberse evitado con un perdón dado a tiempo! Un perdón rechazado es una bomba que explota, un amor que ha sufrido un cortocircuito: la corriente no pasa ya.
¿Por qué esta corta palabra “¿Me perdonas?” es la más difícil de pronunciar en nuestra lengua? ¿ Por qué se queda a menudo en la garganta? Un perdón dado es el alcohol de 90º sobre una llaga. Si no, viene la infección, después el absceso y la espera de una intervención quirúrgica. ¿Por qué, pero por qué aguardas a que el hogar esté al borde del precipicio?
Cada noche ofrece y recibe el abrazo del amor. Miraos fijamente en los ojos, bendeciros con una pequeña cruz en la frente: el mejor de los tranquilizantes. Aligerado del peso del resentimiento, te vas al descanso en paz. No tengas miedo al mañana. Las tensiones se aplacan. Los conflictos se resuelven. Sí, perdón recíproco = la más segura de las “Mutuas”. Debe circular entre los esposos como entre los hijos. Sepan también los padres pedir perdón a sus hijos y viceversa. Entonces la alegría puede resplandecer sin sombra. Para que el niño se convierta realmente en persona, debe desarrollar todas sus potencialidades esenciales entre las que hay que tener en cuenta su interioridad”.
La transparencia: ¡Una confianza!
La vida familiar es una llamada a florecer. Las mismas diferencias y dificultades son beneficiosas con la condición de que no se desliguen del amor y de la verdad. No permitas que se forme una herida o una llaga infecciosa. Cuando haya una tensión que desencadena un conflicto, habla a tu cónyuge y haz con él la operación del perdón o reconciliación. No escondas nunca ninguna sombra entre tú y él.
Haz la paz, y en la dulce paz que reina entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, podrás dormir tranquilo. La transparencia devuelve fosforescentes las diferencias. Por ella, las relaciones nos permiten ser nosotros mismos y unirnos interiormente. Como sucede entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.
El aprendizaje de la vida comunitaria
será mensaje para miles de hermanos
si está basado en la Vida Trinitaria.
Contra las tensiones y las infecciones: La confesión
Cuando los padres piden perdón a su hijo, y ante él, el perdón de Dios, entonces sabe el hijo que hay como una distancia entre Dios y sus padres. Que no puede confundirlos pura y sencillamente. Que no puede arrojar sobre Dios el resentimiento que él puede experimentar para con sus padres. Los ve haciéndose niños ante Dios. Y, de pronto, Dios, ante sus ojos, no corre el riesgo de ser caricaturizado por sus padres. Hay Alguien más grande, más bello, más santo que ellos.
Pero, ¿cómo ser lo suficientemente pobre en el corazón para mendigar este perdón, si nunca te hincas de rodillas ante el Señor Jesús para que él mismo dinamite y eche fuera con una sola palabra tu pecado, te libre de la parálisis y te ponga de pie en la alegría de haber encontrado su intimidad?
¿A quién ha confiado Dios esta palabra- que solamente puede decir Dios, pues sólo él puede crearla? A esos hombres pecadores como tú, para que te sientas plenamente confiado: los sacerdotes.. Este maravilloso sacramento de la Reconciliación es una verdadera operación de cirugía estética: en el rostro de tu corazón. Te devuelve la belleza de una eterna juventud.
Otra cosa que ayuda a vivir en una paz siempre recuperada: decirse que tanto el marido como la esposa pueden ir los primeros a Dios. Vive hoy como si mañana murieras.
Como si fuera la última jornada con él. De pronto, se relativizan todas las cosas. ¡Inténtalo! Verás qué densidad adquiere tu relación con él o con ella.
Puntos para el diálogo
1.Vivís esta dimensión de la oración en casa?
2.¿La hacéis con vuestros hijos?
3.¿Os cuesta mucho perdonar?
4.¿Es por testarudez inmadura?
5.¿Frecuentáis con vuestros hijos los sacramentos?
Ser Padres
1. La carrera para el matrimonio
2. ¿Tener o no tener hijos?
3. Padres responsables
4. El hijo, médico de los padres
5. Los cuatro pilares de un hogar I
6. Los cuatro pilares de un hogar II
7. Los cuatro pilares de un hogar III
8. Escala de valores en una familia
9. Los binomios de muchos jóvenes
¿Acepta la Iglesia la teoría de la Evolución?
El alma humana implica una creación directa por parte de Dios
La actitud de la Iglesia de cara a las teorías de la evolución, que son varias, es de prudencia. Reconoce que parten de hipótesis científicas serias, dignas de ser tenidas en cuenta, pero que hay que estar atentos de cara a su interpretación. No es admisible, por ejemplo, una interpretación de tipo materialista, que excluya la causalidad divina. De cara al origen del hombre, se podría admitir la posibilidad de una evolución en cuanto al cuerpo, pero sabemos por la Revelación, así como por una sana filosofía, que el alma humana, que es espiritual, no puede surgir de la materia, sino que implica una creación directa por parte de Dios.
A este respecto, puede ser útil leer un documento reciente de Juan Pablo II en el que trató el tema, del cual está tomada esta cita: «Teniendo en cuenta el estado de las investigaciones científicas de esa época y también las exigencias propias de la teología, la encíclica Humani generis consideraba la doctrina del evolucionismo como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una reflexión profundas, al igual que la hipótesis opuesta. Pío XII añadía dos condiciones de orden metodológico: que no se adoptara esta opinión como si se tratara de una doctrina cierta y demostrada, y como si se pudiera hacer totalmente abstracción de la Revelación a propósito de las cuestiones que esa doctrina plantea. Enunciaba igualmente la condición necesaria para que esa opinión fuera compatible con la fe cristiana.[…] Pío XII había destacado este punto esencial: el cuerpo humano tiene su origen en la materia viva que existe antes que él, pero el alma espiritual es creada inmediatamente por Dios «animas enim a Deo immediate creari catholica fides nos retinere iubet»: encíclica Humani generis: AAS 42 [1950], p. 575). En consecuencia, las teorías de la evolución que, en función de las filosofías en las que se inspiran, consideran que el espíritu surge de las fuerzas de la materia viva o que se trata de un simple epifenómeno de esta materia, son incompatibles con la verdad sobre el hombre. Por otra parte, esas teorías son incapaces de fundar la dignidad de la persona» (Juan Pablo II, Mensaje a los miembros a la Academia Pontificia de Ciencias, 22 de octubre de 1996).
En otro texto se había expresado de modo semejante: «En cuanto al aspecto puramente naturalista de la cuestión, ya mi inolvidable predecesor, el Papa Pío XII, en la encíclica Humani generis, llamaba la atención en 1950 sobre el hecho de que el debate referente al modelo explicativo de evolución no es obstaculizado por la fe si la discusión se mantiene en el contexto del método naturalista y de sus posibilidades […]. Según estas consideraciones de mi predecesor, una fe rectamente entendida sobre la creación y una enseñanza rectamente concebida de la evolución no crean obstáculos: en efecto, la evolución presupone la creación; la creación se encuadra en la luz de la evolución como un hecho que se prolonga en el tiempo – como una creatio continua – en la que Dios se hace visible a los ojos del creyente como ‘Creador del cielo y de la tierra’» (Juan Pablo II, discurso en el Simposio científico internacional sobre Fe cristiana y teoría de la evolución, 26 de abril de 1985).
A este respecto, científicos y teólogos, han gastado litros de tinta y kilos de papel, por lo que podría parecer algo simplista pretender responder a este tema en breves líneas. Sin embargo podemos responder lo siguiente: La teoría de que Dios se sirvió del cuerpo de un mono para hacer al primer hombre se llama evolucionismo. Esta teoría no está condenada por la Iglesia, desde la fe y la filosofía no hay inconveniente en admitir la teoría de la evolución. La respuesta de la veracidad de esta teoría nos la debe dar la ciencia, pues hasta el momento no deja de ser eso, una teoría. De hecho, la teoría de la evolución no elimina la necesidad de una inteligencia ordenadora. Admitir el orden de este mundo y no preguntarse por su causa, es como encontrarse un televisor en lo alto de un monte y atribuirlo a la casualidad . Los textos de la Biblia no tratan de darnos una explicación científica del modo cómo fueron hechos Adán y Eva, sino algo mucho más profundo: el hombre es obra de Dios y la mujer de la misma naturaleza que el hombre .
La Teoría de la evolución, pone en evidencia todos los descubrimientos que se han hecho en este campo gracias a la paleontología y en los que se observa cómo poco a poco, (después de miles y millones de años) los homínidos fueron transformándose hasta que “dieron lugar” al hombre. Estos estudios evidencian una cosa de la que no podemos dudar: el hombre tiene muchas cosas en común con el mundo viviente inferior a él, y de modo especial con la familia de los monos. Esta es una verdad en la que la ciencia ha ido profundizando cada vez más y que permite pensar que la teoría de la evolución hoy día es la explicación más racional.
Lo que a veces no se recalca de igual manera, es que el hombre por sus manifestaciones de inteligencia, voluntad y capacidad de amar… se separa claramente de los demás monos. Esto es lo que la Iglesia se esfuerza por comunicar: que el hombre no es pura materia sino que tiene espíritu y el espíritu no evoluciona.
La ciencia podrá explicar cómo ha ido evolucionando el cuerpo, cosa que la Iglesia no sólo no tendrá problemas en aceptar, sino que la acogerá, pero lo que nunca podrá probar la ciencia es que “haya evolucionado el alma”.
Resumiendo: la Iglesia acepta que para la creación del hombre, Dios se pudo valer de una “materia” que ya existía (los homínidos) y que perfeccionó, a la que añadió el alma espiritual y racional, creando así al hombre. Además la Iglesia enseña que Dios no sólo dio el alma al primer hombre, sino que la da a cada hombre que viene al mundo, que la crea. Con esto rechaza cualquier interpretación que diga que todo el hombre (alma y cuerpo) descienden del mono, porque si toda alma es creada por Dios, ya no hay lugar para la evolución.
Para una mayor profundización se recomienda leer las siguientes obras:
– S.S. PIO XII: Carta Encíclica “Humani generis”, LEV.
– ALEJANDRO OPARIN: Origen de la vida sobre la Tierra, V. Ed. Tecnos. Madrid, 1970
– SALVADOR DE MADARIAGA: Dios y los españoles, pg.37. Ed. Planeta. Barcelona, 1975
– FRED HOYLE: El Universo inteligente, I, 1. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1984
– PIERO PASOLINI: Las grandes ideas que han revolucionado la Ciencia en el último siglo, I, 4. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, 1981
– SEBASTIÁN BARTINA, S.I.: Hacia los origenes del hombre, I, 1. Ed. Garriga. Barcelona
– DR. BERMUDO MELÉNDEZ, Catedrático de Paleontología en la Universidad Complutense de Madrid: Las bases científicas del evolucionismo, pg. 89. Ed. ADUE. Madrid
– ROBERT JASTROW: El telar mágico. Ed. Salvat. Barcelona, 1985
– P. JORGE LORING, S.I. : El origen del hombre a la luz de la ciencia actual y de la Biblia. (video)
Orar… lo que es y lo que no es
Orar es llamar y responder. Es llamar a Dios y es responder a sus invitaciones. Es un diálogo de amor
La oración es buscar a Dios, es ponernos en contacto con Dios, es encontrarnos con Dios, es acercarnos a Dios.
Orar es llamar y responder. Es llamar a Dios y es responder a sus invitaciones. Es un diálogo de amor.
Santa Teresa dijo en una ocasión: “Orar es hablar de amor con alguien que nos ama”.
La oración no la hacemos nosotros solos, es el mismo Dios (sin que nos demos cuenta) el que nos transforma, nos cambia. Podemos preguntarnos, ¿cómo? Aclarando nuestro entendimiento, inclinando el corazón a comprender y a gustar las cosas de Dios.
La oración es dialogar con Dios, hablar con Él con la misma naturalidad y sencillez con la que hablamos con un amigo de absoluta confianza.
Orar es ponerse en la presencia de Dios que nos invita a conversar con Él gratuitamente, porque nos quiere. Dios nos invita a todos a orar, a platicar con Él de lo que más nos interesa.
La oración no necesita de muchas palabras, Dios sabe lo que necesitamos antes de que se lo digamos. Por eso, en nuestra relación con Dios basta decirle lo que sentimos.
Se trata de “hablar con Dios” y no de “hablar de Dios” ni de “pensar en Dios”. Se necesita hablar con Dios para que nuestra oración tenga sentido y no se convierta en un simple ejercicio de reflexión personal.
Cuanto más profunda es la oración, se siente a Dios más próximo, presente y vivo. Cuando hemos “estado” con Dios, cuando lo hemos experimentado, Él se convierte en “Alguien” por quien y con quien superar las dificultades. Se aceptan con alegría los sacrificios y nace el amor. Cuanto más “se vive” a Dios, más ganas se tienen de estar con Él. Se abre el corazón del hombre para recibir el amor de Dios, poniendo suavidad donde había violencia, poniendo amor y generosidad donde había egoísmo. Dios va cambiando al hombre.
Quien tiene el hábito de orar, en su vida ve la acción de Dios en los momentos de más importancia, en las horas difíciles, en la tentación, etc.
En cambio, si no oramos con frecuencia, vamos dejando morir a Dios en nuestro corazón y vendrán otras cosas a ocupar el lugar que a Dios le corresponde. Nuestro corazón se puede llenar con:
el egoísmo que nos lleve a pensar sólo en nosotros mismos sin ser capaces de ver las necesidades de los que nos rodean,
el apego a las cosas materiales convirtiéndonos en esclavos de las cosas en lugar de que las cosas nos sirvan a nosotros para vivir,
el deseo desordenado hacia los placeres, apegándonos a ellos como si fueran lo más importante.
el poder que utilizamos para hacer nuestra voluntad sobre las demás personas.
Lo que no es la oración
Algunas veces podemos desanimarnos en la oración, porque creemos que estamos orando, pero lo que hemos hecho no es propiamente oración. Para distinguirlo podemos ver unos ejemplos:
Si no se dirige a Dios, no es propiamente oración.
En la oración nos comunicamos con Dios. Si no buscamos una comunicación con Dios, sino únicamente una tranquilidad y una paz interior, no estamos orando, sino buscando un beneficio personal. La oración no puede ser una actividad egoísta, debe siempre buscar a Dios. Debemos estar pendientes en nuestra oración de buscar a Dios y no a nosotros mismos, porque podemos caer en este error sin darnos cuenta.
Si no interviene la persona con todo su ser (afectos, inteligencia y voluntad) no es oración. Las personas nos entregamos y nos ponemos en presencia de Dios con todo nuestro ser. Orar no es “pensar en Dios”, no es “imaginar a Dios”, no es una actividad intelectual sino del corazón que involucra a la persona entera.
Si no hay humildad y esfuerzo no es oración. Para orar es necesario reconocer que necesitamos de Dios.
Si no hay un diálogo con Dios, no es oración. Si únicamente hablamos y hablamos sin escuchar, nuestra oración la reducimos a un monólogo, que en lugar de hacernos crecer en el amor nos encerrará en el egoísmo. Cuando dejamos de mirar a Dios y nos centramos en nuestros propios problemas, no estamos orando.
Cuando retamos o exigimos a Dios tampoco estamos orando, pues nos estamos confundiendo de persona. Dios es infinitamente bueno y nos ama. No podemos dirigirnos a Él con altanería.
Si no nos sentimos más identificados con Jesucristo no hemos hecho oración. Se trata de poco a poco en la oración identificarnos con Cristo para poder actuar como Él actuaba.
Si no tenemos un fruto de más amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos, no hemos hecho oración. La oración debe verse reflejada en nuestras vidas.
Papa Francisco: «Más que líquida vivimos en una sociedad que es gaseosa»
Antoine Mekary | ALETEIA
Durante la audiencia general Papa francisco cita al filósofo polaco Zygmunt Bauman y ofrece otra dimensión al famoso concepto de sociedad líquida
El Papa reflexionó hoy sobre las relaciones humanas en una sociedad denominada «líquida» que privilegia el individualismo, el egoísmo y los contactos pasajeros.
Una sociedad como la nuestra, que ha sido definida “líquida” porque “parece no tener consistencia”.
“Yo diría que más que líquida vivimos en una sociedad que es gaseosa.” El papa Francisco corrigió de alguna manera o incluyó otra dimensión al concepto desarrollado por Zygmunt Bauman, el filósofo polaco-británico (1925-2017), que acuñó esa definición.
“Esta sociedad liquida, gaseosa, encuentra en la historia de san José una indicación bien precisa sobre la importancia de los vínculos humanos.”. Afirmó hoy el Papa en la audiencia general de este miércoles, 24 de noviembre, celebrada en el Aula Pablo VI.
Encontrar vínculos significativos
Así, el Papa dijo que todos pueden encontrar en San José, el hombre que pasa inobservado, el hombre de la presencia cotidiana, discreta y escondida.
Un espejo de aquellos hombres y mujeres anónimos. En concreto, personas que no son noticia, no son famosas, no son ricas o codiciadas, pero que, en cambio, son capaces de construir relaciones auténticas y servir a los demás.
Así como hizo san José, el papá no biológico, pero legal de Jesús. Un hombre que el Papa señaló como el custodio del niño perseguido y que no repudió a abandonó a su esposa, María.
Asimismo, pidió rezar a San José por las personas a las que les cuesta encontrar vínculos significativos en su vida, y precisamente por esto se sienten solas.
De hecho, el Pontífice invitó a los fieles a rezar a san José: “ayúdanos a cuidar las relaciones en nuestra vida”.
La importancia de las relaciones
Francisco insistió en que cada persona necesita del calor de las relaciones y antes hubo un patrimonio de vínculos familiares, sociales y comunitarios.
«El Evangelio nos cuenta la genealogía de Jesús» para recordar a cada uno de nosotros «que nuestra vida está hecha de vínculos que nos preceden y nos acompañan.»
Por eso, dijo que “el Hijo de Dios, para venir al mundo, ha elegido la vía de los vínculos”. La vía de la historia, no descendió al mundo mágicamente. “No, Jesús – sostuvo el Papa – hizo el camino histórico que hacemos todos nosotros.”
San José intercesor de nuestras relaciones fraternas y familiares
Francisco presentó a José en el seno de una familia, un hombre pleno en los vínculos con otros hombres y mujeres de su tiempo.
El Obispo de Roma invitó a ver a san José como un custodio de las relaciones humanas y de la Iglesia. El padre de Jesús en toda regla que intercede por las personas y sus vínculos fraternos, familiares e interpersonales.
“Queridos hermanos y hermanas, pienso en muchas personas a las que les cuesta encontrar vínculos significativos en su vida, y precisamente por esto cojean, se sienten solos, no tienen la fuerza y la valentía para ir adelante”.
En este sentido, ha concluido su predicación con una oración “que les ayude y nos ayude a todos nosotros a encontrar en san José un aliado, un amigo y un apoyo.”.
San José,
tú que has custodiado el vínculo con María y con Jesús, ayúdanos a cuidar las relaciones en nuestra vida.
Que nadie experimente ese sentido de abandonoque viene de la soledad.
Que cada uno se reconcilie con la propia historia,
con quien le ha precedido,
y reconozca también en los errores cometidos
una forma a través de la cual la Providencia se ha hecho camino, y el mal no ha tenido la última palabra.
Muéstrate amigo con quien tiene mayor dificultad,
y como apoyaste a María y Jesús en los momentos difíciles, apóyanos también a nosotros en nuestro camino. Amén.
Por un nuevo humanismo
Por otro lado, el Papa insistió en repensar la presencia del ser humano en el mundo, según un humanismo bíblico que – opina – sigue siendo el camino para las respuestas sobre el futuro de los seres humanos, sus relaciones entre sí y con Dios.
Precisamente, este martes, 23 de noviembre, en un vídeo mensaje dirigido a la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura, Francisco señaló que “en esta coyuntura histórica, no sólo necesitamos nuevos programas económicos o nuevas recetas contra el virus, sino sobre todo una nueva perspectiva humanista”.
Esta nueva visión del hombre – explicó el Papa – debe estar basada en la Revelación bíblica, “enriquecida por la herencia de la tradición clásica, así como por las reflexiones sobre la persona humana presentes en las diferentes culturas”. Por ello, destacó la riqueza de las relaciones humanas presentes en varias culturas, acompañadas de una visión cristiana que acomuna a todas por un bien común.
El Papa ha continuando su nuevo ciclo de catequesis sobre San José. Por ello, centró su reflexión en el tema: San José en la historia de la salvación (cf. Lectura: Mt 1,12-16).
San Andrés Dung-Lac, el patrono de Vietnam
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Fue ordenado sacerdote cuando ya la Iglesia sufría persecuciones en Vietnam y fue decapitado por negarse a renegar de su fe católica
La fe en Vietnam entró en el siglo XVI a través de misioneros de distintas órdenes religiosas católicas, como el jesuita francés Alexandre de Rhodes que luego fue expulsado del país.
El pueblo vietnamita recibió bien la religión. Pero en los siglos XVII, XVIII y XIX hubo grandes persecuciones, alternadas con periodos de paz. También en el siglo XX bajo el régimen comunista.
En el siglo XIX es tal vez cuando hubo un mayor número de mártires. Fueron enterrados de manera anónima, pero el pueblo los ha ido recordando.
El emperador Tu Duc, que gobernó Vietnam desde el 1847 a 1883, odiaba todo lo que provenía de Europa sin distinguir política, cultura y religión.
Más de cien mil cristianos asesinados
Estableció un mandato: quien colaboraba capturando un misionero, recibía la suma de 300 onzas de plata.
A los misioneros que eran atrapados, si no renegaban de su fe pisando el crucifijo, los martirizaban rompiéndoles el cráneo para luego tirarlos al río.
Desde 1645 a 1886 hubo 53 edictos contra los cristianos, y murieron alrededor 113.000 fieles.
Entre ellos se encuentran los 117 beatificados en los años 1900, 1906, 1909 y 1951, que todos los años se recuerda representados por Andrés Dung-Lac, el día 24 de noviembre, día en que fallecieron tres de ellos.
San Andrés
San Andrés Dung-Lang nació en 1795. Fue ordenado sacerdote cuando ya la Iglesia sufría persecuciones en Vietnam.
Lo capturaron junto a otro sacerdote, Pedro Truong Van Thi, que le protegía en su casa.
Ambos se negaron a abjurar de la fe y murieron decapitados el 21 de diciembre de 1839, junto con ocho obispos, otros sacerdotes y numerosos laicos que también sufrieron martirio.
El 14 de diciembre con la Carta Apóstolica “Si quidem cunctis” san Juan Pablo II declara patronos de Vietnam a 8 obispos, 50 sacerdotes, 59 laicos (incluidos médicos, soldados, muchos padres de familia y una madre de familia).
Para representarlos a todos en el Martirologio Romano elige a Andrea Dung-Lac, que fue primero catequista y luego sacerdote, a quien los vietnamitas cristianos tienen una fuerte y particular devoción.
Patrono
San Andrés Dung-Lac es patrono de su país, Vietnam.
Oración
Oh, Dios, fuente y origen de toda paternidad:
Tú hiciste que los santos mártires Andrés y compañeros fueran fieles a la Cruz de Cristo, incluso hasta dar su vida.
Haz que por su intercesión difundamos tu amor entre nuestros hermanos
y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
Amén.
Domingo XXXIV FESTIVIDAD DE CRISTO REY
“Tú lo dices: Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18, 36-38).
La solemnidad de Cristo Rey, con la que termina el año litúrgico, nos invita a poner a Cristo en el primer lugar de nuestros intereses, de nuestro corazón. Y, en este año, la Iglesia nos propone el Evangelio en el que el Señor acepta el título de Rey, pero lo hace con una connotación especial: Él es el Rey de la verdad y sólo el que está en la verdad puede entenderle, escucharle, seguirle.
El problema es que la verdad suele aparecer fraccionada: cada uno tiene su verdad y cada uno cree que su verdad es la auténtica e incluso la única. ¿Cómo hacer para no caer en un subjetivismo que nos haga estar engañados, viviendo en la mentira, mientras creemos estar con la verdad y con Cristo?. Sólo hay un camino seguro: escuchar y seguir al Cristo vivo, a la Iglesia.
Así, pues, si la semana pasada meditábamos sobre la vida que trae la palabra de Dios, en comparación con algunas palabras “humanas”, hoy debemos fijarnos en que esa palabra divina es también la que nos da la plenitud de la verdad y que gracias a eso se convierte en el camino más recto para llegar a la vida. Ahora bien, si en algún momento nuestros criterios éticos no coinciden con lo que Cristo nos enseña y la Iglesia nos recuerda, no pensemos que Cristo estaba equivocado porque vivió hace dos mil años, sino que los que estamos equivocados somos nosotros. Si queremos “estar en la verdad” debemos escuchar la voz del Maestro y someternos a ella, en lugar de pretender que sea el Señor el que se someta a nosotros, a nuestros intereses, a las modas o a los dictados de los poderosos de este mundo que buscan manipular las conciencias para su propio beneficio.