Lloramos con las lágrimas del corazón por tanta indiferencia ante la conculcación de los derechos humanos. Lloramos y nos ponemos de luto por tanto daño como hay en el mundo y del que de algún modo somos solidarios. Lloramos y nos ponemos de luto también por nuestro pecado personal, por nuestra incapacidad de amar como procede a los discípulos del Evangelio, por la negligencia en el seguimiento de Jesucristo, por el egoísmo, por todo lo que hay en nosotros contrario al amor de Dios.

La pandemia, además, nos ha hecho palpar con realismo que somos polvo y que en el polvo debemos volver (cf. ritual de la imposición de la ceniza; cf. también Gn 3, 19). Lo hemos experimentado en personas cercanas; con las que, en muy pocos días hemos pasado de hablar con ellas a tener las cenizas en sus manos. Hemos tomado aún más conciencia de que somos débiles, vulnerables, mortales.

Junto a esto, oímos la llamada que Dios. Y, por tanto, la llamada a convertirnos ya creer en el Evangelio (cf. ritual de la imposición de la ceniza; cf. Mc 1, 15). Y así reconciliarnos con Dios acogiendo la gracia del perdón que nos es ofrecida. Porque, como decía todavía la primera lectura, él es benigno y entrañable, lento para el castigo, rico en el amor. Por eso brota de nuestro interior la oración: compadeos de nosotros, Dios nuestro, tú que eres tan bueno, borra nuestras faltas. No nos tire de su presencia. Haga renacer en nosotros un espíritu firme.

Durante la pandemia, parecido a cómo los pueblos paganos cuestionaban al pueblo de Israel, hemos oído la pregunta: ¿dónde está tu Dios? Y quizá, ante la turbación, también nos lo hemos preguntado nosotros, sin preguntarnos si no éramos los seres humanos en tener una parte de responsabilidad en la pandemia debido al cambio climático y la falta de responsabilidad aprender todas las medidas necesarias. Debemos dolernos de nuestra poca fe, de la desconfianza sobre la acción salvadora de Dios, cuando él está aquí en quienes sufren y en quienes lo cuidan; él está aquí luchando contra el mal, él está aquí acogiendo a quienes mueren.

Debilidad, pecado, condición mortal, fe en el perdón y en la salvación que nos promete el Evangelio y nos otorga a Jesucristo.

Somos polvo como la ceniza y al polvo debemos volver, pero creemos que nuestro destino final no es quedarnos en el polvo, sino resucitar a una vida nueva y vivir para siempre con el Señor.

Aceptamos la llamada que nos hace la Palabra de Dios a volver de corazón al Evangelio, que es volver a Jesucristo. Que no nos puedan decir: ¿dónde está su Dios? debido a nuestra vida poco coherente con la fe. Jesús, en el texto evangélico que nos indicaba tres acciones fundamentales como signo de nuestro regreso a Dios: el ayuno, la limosna y la oración, las tres vividas con sinceridad de corazón y sin ostentación alguna.

El ayuno que incluye, además de privarse de algo de comida y bebida, la sobriedad de vida, la contención ante lo que nos atrae desordenadamente, la moderación en el uso de la palabra, de los medios de comunicación, de las redes sociales. El ayuno nos recuerda que no sólo de pan vive el hombre (cf. Mt 4,4) y nos hace descubrir la importancia de entrar en nuestro mundo interior para hacer silencio, para poner paz, para acogernos está la Palabra de Dios.

La limosna que significa ayudar y servir a los demás, particularmente a quienes experimentan necesidades materiales, a quienes se encuentran en la soledad, en la marginación. La limosna a la que nos invita Jesús supone, también, colaborar con voluntariado o aportar recursos económicos o en especias a Cáritas, a los bancos de alimentos, etc. Manos unidas nos recordaba recientemente que la pobreza y el hambre son pandemias para las que no hay vacunas, sólo pueden vencerse con solidaridad y compromiso. También es limosna espiritual atender a las personas que están solas, escuchándolas, confortándolas.

El tercer signo que expresa nuestro deseo de conversión, como decía Jesús en el evangelio, es la oración. Dedicar tiempo a Dios, a alabarle, a darle gracias, a hacer silencio para escucharle y acoger en el corazón su Palabra; dedicarle tiempo para vivir una relación filial con el Padre, para vivir la amistad con Jesucristo, para dejarnos llevar por el Espíritu. La oración incluye también la intercesión en favor de los demás, en favor de todos los dramas del mundo. Y, todavía, una oración humilde que, en la compunción por nuestra falta de correspondencia al amor de Dios, pide ser curados espiritualmente y vivir con gozo nuestra condición de hijos e hijas de Dios.

Dios es fiel. Y está dispuesto a perdonarnos y ayudarnos a creer y vivir el Evangelio. La prueba la tenemos en el don de la Eucaristía que nos ha dejado y que ahora celebramos.

Casimiro de Polonia, Santo

Memoria Litúrgica, 4 de marzo

Príncipe

Martirologio Romano: San Casimiro, hijo del rey de Polonia, que, siendo príncipe, destacó por el celo en la fe, por la castidad y la penitencia, la benignidad hacia los pobres y la devota veneración a la Eucaristía y a la bienaventurada Virgen María, y aún joven, consumido por la tuberculosis, descansó piadosamente en la ciudad de Grodno, cerca de Vilna, en Lituania ( 1484).

Etimológicamente: Casimiro = Aquel que invoca, enseña, promueve la paz, es de origen polaco

Fecha de canonización: El rey Segismundo presentó ante el Papa León X la solicitud para la canonización de Casimiro luego de haberse registrado muchos milagros por su intercesión. En 1521 dicho Papa declaró a Casimiro patrón de Polonia y Lituania, pero fue oficialmente beatificado en 1602 por el Papa Clemente VIII y por fin en 1621 su fiesta fue extendida a la Iglesia Universal.

Patrono: de Polonia, de Lituania (proclamado por el Papa Urbano VIII en 1636), de la Diócesis de Grodno (Bielorrusia), de los reyes, de los principes, de los laicos solteros, protector contra la peste.

Breve Biografía

Casimiro nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.

Su madre Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que practicó con sus propios hijos.

Y además de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo: «Casimiro es un adolescente santo», y el Padre Juan escribió también: «Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud».

Claro está que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por ser bueno.

Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos. En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.

Dicen los biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.

Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.

Otra gran devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.

Sus preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba «el defensor de los pobres».

Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.

Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.

A su padre el rey le advertía con todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.

Casimiro llegó lo mismo que San Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.

Se enfermó de tuberculosis, y el 4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.

A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo.

Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:

Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás, etc., etc.

Hasta después de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa devoción durante toda su vida.

San Casimiro trabajó incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.

Oración
Dios todopoderoso,
sabemos que servirte es reinar;
por eso te pedimos nos concedas,
por intercesión de san Casimiro,
vivir sometidos a tu voluntad en santidad y justicia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Tan rico es el amor

Santo Evangelio según san Mateo 9,14-15. Viernes después de Ceniza

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios mío, tienes todo mi querer. Si me alejase de ti, no olvides mi querer. Jamás querré conscientemente apartarme de ti. Si me apartase de ti, no olvides mi querer. Úneme a ti, y enséñame a vivir cerca de ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9,14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos si ayunamos?». Jesús les respondió: «¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces si ayunarán».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Si alguna vez me preguntasen por qué las capillas, por qué los templos, por qué las iglesias son tan majestuosas, con franca sencillez habría de responder: «porque son la casa de nuestro Dios».

No hay momento más bello que el de celebrar como pueblo de Dios la Santa Misa, donde Tú te haces presente, Señor, y visitas nuestro corazón por la ventana de la fe. Realmente presente, realmente frente a mí, y entonces yo digo «amén», «creo», «quiero recibirte», «quiero amarte», mi único deseo».

Más bello que una criatura dirigiéndose a su creador, no existe alguna cosa. Semejante al noble amor que lleva al novio en busca de la novia para dedicarle un canto, donde no hay gesto que no valga la pena para expresar afecto. Así, Señor, te cantan en la misa nuestros corazones, te cantan siempre que se encuentran frente a ti.

¿Mi corazón te canta así?, ¿qué le habrá sucedido, si no disfruta cantando a su creador?, ¿qué le habrá sucedido, si le preocupa el tiempo? Tan rico es el amor, que pareciera que comprase todo el tiempo para siempre amar.

Así, si los discípulos habrían de ayunar, habrían de hacerlo aquellos dignos días de polvo misionero por las calles, mas no mientras se hallasen con su Dios. No mientras el novio está con ellos.

«Nada que ver con esos que huelen a perfume caro y te miran de lejos y desde arriba (cf. ibíd., 97). Somos los amigos del Novio, esa es nuestra alegría. Si Jesús está pastoreando en medio de nosotros, no podemos ser pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos. Olor a oveja y sonrisa de padres… Sí, bien cansados, pero con la alegría de los que escuchan a su Señor decir: «Venid a mí, benditos de mi Padre».

(Homilía de S.S. Francisco, 2 de abril de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Señor, te prometo que voy a poner los medios necesarios para acordarme, en la siguiente misa, de cantarte con fervor. En los actos sencillos se transforma el corazón.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Reflexiones Cuaresma

¿Jesús, Esposo? ¿De quién? ¿Quién es la afortunada elegida?…

Cristo ha amado a la Iglesia, y se ha entregado por ella, a fin de que aparezca delante de Él toda gloriosa.

En el Evangelio nos vamos a encontrar con una expresión de Jesús que no sabemos si llamarla misteriosa o idílica o encantadora. El mismo Jesús se va a dar el calificativo de ESPOSO. ¿Jesús, Esposo? ¿De quién? ¿Quién es la afortunada elegida?… Vayamos primero a la narración del hecho.

Jesús viene como un verdadero revolucionario, no de armas en la mano, sino de amor en el corazón. Y como el amor hace libres, Jesús se muestra desde el principio como un liberador de tanta esclavitud a que los escribas y fariseos habían sometido al pueblo, con prácticas que a lo mejor eran buenas, pero que no eran necesarias y resultaban a veces cargas insoportables.

Una de éstas costumbres era el ayuno como penitencia. Pues, bien. Se le presentan algunos a Jesús, y le preguntan extrañados:
– ¿Cómo es que los discípulos de Juan Bautista ayunan, igual que los discípulos de los fariseos, mientras que a los tuyos no los vemos ayunar nunca?

A Jesús le cae en gracia la pregunta, y responde con sonrisa y con buen humor:
– ¿Ayunar mis discípulos? ¿Y cómo queréis que ayunen si estoy yo con ellos? ¿Habéis visto alguna vez a los amigos del esposo ayunar mientras el esposo está con ellos en la fiesta de bodas? Llegará el momento en que les será quitado de delante el esposo, y entonces ayunarán.

Ahora es Jesús el que da un rodeo a la conversación y lleva el pensamiento por otros derroteros:
– Ha llegado la cosecha del vino nuevo, del vino de la alegría mesiánica, la que os trae el Cristo. Entonces, a vino nuevo, envases también nuevos…

El pensamiento de Jesús es claro: la venida del Mesías, del Cristo, es para el mundo una fiesta de bodas. ¿Cabe entonces la tristeza en medio de la fiesta?

El amor y la alegría nos hacen libres. ¿Se puede, por lo mismo, pensar en esclavitud a la ley antigua o a prácticas pasadas de moda con la venida de Jesucristo?

Pero Jesús se da cuenta de que su presencia física entre los discípulos no va a ser posible siempre, y entonces los discípulos sabrán también ayunar, es decir, sabrán dolerse de la ausencia del Esposo amigo cuando no esté con ellos…

Nos metemos aquí en el misterio de la alianza de Dios con su Pueblo. Primero con Israel, después con la Iglesia.

Si abrimos la Biblia en el Antiguo Testamento, vemos cómo Dios establece con Israel una alianza de amor, un verdadero desposorio. Dios ama entrañablemente a su pueblo, le es fiel, lo mima. Pero Israel, como esposa alocada, se enamora continuamente de los dioses de otros pueblos, los adora, les ofrece sacrificios, y así se prostituye delante de ellos y comete el adulterio contra su esposo, que es Dios.

Dios, sin embargo, sigue en su empeño. Enamorado perdido, no deja de seguir a su pueblo, la esposa infiel, hasta que la rinde. Lo ha expresado en la Biblia, como nadie, el profesa Oseas:

– La atraeré hacia mí, la llevaré a un lugar solitario, le hablaré al corazón… Sí, te haré mi esposa querida, y tú conocerás al Señor.

Dios es así con Israel. Pero con el nuevo Israel de Dios, con la Iglesia, estas palabras tendrán un sentido místico pleno.

El apóstol san Pablo les dirá a los de Corinto:
– Os tengo desposados con Cristo como una preciosa muchacha virgen.

Y explanará su pensamiento en la carta a los de Éfeso:
– Cristo ha amado a la Iglesia, y se ha entregado por ella, a fin de que aparezca delante de Él toda gloriosa, sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada.

El Apocalipsis, por su parte, nos muestra a la Iglesia viniendo al encuentro de Cristo como esposa radiante de hermosura…

¿Cómo entendió la Iglesia este Evangelio de Jesús, cuando dice que un día les será arrebatado el Esposo a los amigos?…

Desde un principio se aplicó al día de la muerte del Señor. Aquel día sí que podían los discípulos de Jesús ayunar, es decir, llorar y hacer penitencia.

Y de ahí arrancó la práctica de la penitencia cuaresmal y la costumbre de ayunar y hacer otros sacrificios especiales el viernes de cada semana.

La Iglesia ha sabido unir admirablemente los dos términos de la cuestión. Por una parte, siempre vive alegre, siempre rebosa felicidad, porque sabe que su vida es una continua fiesta de bodas con Jesucristo su Esposo. Se siente libre, pues nunca la esposa puede temer al esposo que la adora…

Pero, por otra parte, sabe también la Iglesia que debe unirse a su Esposo Jesucristo cuando salva al mundo precisamente con la pasión y la cruz. Y la Iglesia no rehusa la penitencia. La practica con toda libertad, pero no la omite nunca.
Cuando la Iglesia nos manda la penitencia cuaresmal, y nos aconseja la semanal de cada viernes –que si ayuno, que si abstinencia, que si la renuncia a muchos caprichos, que si la limosna penitencial– no hace sino enlazar con la más pura tradición del primer tiempo de cristianismo.

¡Señor Jesucristo, Esposo de la Iglesia, que nos llenas del gozo más puro! Eres Esposo, pero Esposo de sangre, que reclamas nuestra unión contigo cuando salvas al mundo con el sacrificio de la Cruz. Haznos generosos para vivir tus dolores, igual que nos haces avaros para disfrutar de tus alegrías….

Dios, escucha las oraciones de quienes huyen del estruendo de las armas en Ucrania

Nuevo tuit de la cuenta @Pontifex del Papa Francisco.

“Oh Señor, escucha la oración de todos los que confían en ti, especialmente de los más humildes, de los más probados, de los que sufren y huyen bajo el estruendo de las armas. Devuelve la paz a nuestros corazones, devuelve tu paz a nuestros días. Amén.”

En los doscientos cuarenta caracteres de Twitter -la red social que permite llegar a millones de usuarios al mismo tiempo- Francisco condensa todo su dolor por la devastación que agobia a Ucrania en estas horas. Tras los llamamientos contra las armas o a favor de la ayuda a la población, a través de citas de pasajes de Fratelli Tutti, para su mensaje de hoy desde la cuenta @Pontifex en diez idiomas, el Papa formula una oración.  Acompañada de un perfil del Pontífice con la cabeza inclinada en el acto de rezar, la oración está especialmente dedicada a los que ahora «sufren bajo los bombardeos», como dijo ayer en la audiencia general.

El texto va seguido de los hashtags #OremosJuntos y #Ucraina. El tuit, como los demás, también se ha traducido al ruso y al ucraniano.

Shevchuck: Señor, detén este horror

En su comunicado diario, Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, recuerda que hoy Ucrania ha entrado en la segunda semana de esta «terrible guerra», que anoche se mostró en todo su horror. Los ojos de personas de todo el mundo, de todas las Iglesias, religiones y denominaciones se dirigen a la capital. Una unidad concretada en la oración común por la paz en la basílica Santa Sofía por parte de todos los representantes de todas las iglesias y organizaciones religiosas ucranianas. El arzobispo ucraniano concluyó con una sentida invocación al Señor: «Te rogamos, Dios, que en tu sabiduría detengas la guerra».

Obispos bielorrusos: hagan todo lo posible por la paz

Los obispos católicos de Bielorrusia también han emitido hoy una declaración de condena de la guerra. «Estamos profundamente preocupados», escriben, por el hecho de que el largo conflicto entre Rusia y Ucrania haya desembocado ahora en una cruel situación bélica. Los prelados esperan las conversaciones en suelo bielorruso y confían en el éxito de las «acciones diplomáticas». En la actualidad, concluyen, «mientras se desarrolla el futuro no sólo de Ucrania, hay que hacer todo lo posible por una resolución pacífica del conflicto».

2. Mariana: ¿Amar está en mi mano?

Muchas mujeres dejan pasar al hombre que Dios les ha destinado porque están esperando ese rayo que las fulmine, un enamoramiento adolescente, sin saber que dejan pasar un amor tan cierto y firme, que es mucho más hermoso, porque es verdadero

2.- MARIANA
AMAR ¿ESTÁ EN MI MANO? 2
Mariana envió este comentario a la pregunta de Sonia de si “amar está en mi mano”.

Estimado Padre:
He leído con mucho interés la pregunta de Sonia en el Blog del Buen Amor. Quiero pasarle mi experiencia, pero se la mando a Ud. para que se la reenvíe, por pudor personal no la publico en el blog, salvo que Ud. quiera hacerlo con otro nombre si le parece que vale la pena.

Mire, luego de aquel tormentoso noviazgo con X. ¿Lo recuerda? que fue como amor adolescente, con pasión y temblor, la Providencia quiso que un rayo me tirara al suelo a través del dolor, dolor que hoy bendigo tanto. Eso permitió que no quisiera, de ningún modo, volver a enamorarme de ese modo pasional, digamos, donde el sentimiento tiraba más que la cabeza.

Cuando apareció mi actual esposo, sentí tranquilidad, nada de rayos y truenos, solo tranquilidad, tanta que también me preguntaba, como Sonia, si lo quería. Muchas veces dudé, pero todas las veces recurrí a la oración, como enseña San Ignacio, para ver qué me decía el Señor: el silencio de la oración me decía que era la persona para mí, que era la Voluntad de Dios. Por fuera, los sentidos, tiraban hacia aquel primer amor, sensiblemente tiraba para ese lado, pero en la oración, todo se ordenaba y Dios me mostraba con la certeza de una inmensa Paz que el que es ahora mi esposo, era para mí.

De algún modo, la primer decisión fue con la cabeza, fue aceptar sus invitaciones para conocernos de forma racional, si se quiere, porque veía de algún modo que era lo que Dios quería. Estar con él solo me traía tranquilidad. Luego lo fui conociendo y me enamoré, y puedo decir que cuando me casé, dos años después, me enamoré mucho más, y me sigo enamorando cada día de una forma nueva, pareciera que nunca terminaré de conocerlo, lo bueno y lo malo, en su conjunto, es una continua sorpresa que solo me invita a quererlo más.

Las dudas afloraron muchas veces, hasta cerca del casamiento, pero esa paz y certeza que veía, y sentía, en la oración, siempre me dieron la respuesta. Cuando la cabeza y los sentidos están heridos, siempre querrán añorar aquello tan sensible que vivieron una vez, sumado al mundo que nos rodea, donde el amor es pasión, también tiran hacia ese lado, el incorrecto. Cuando la cabeza se ubica en el lugar correcto, lo demás se va ordenando, aunque ya está herido de algún modo, y algunas veces nos quiere confundir.

Muchas mujeres dejan pasar al hombre que Dios les ha destinado porque están esperando ese rayo que las fulmine, un enamoramiento adolescente, sin saber que dejan pasar un amor tan cierto y firme, que es mucho más hermoso, porque es verdadero. Siempre les he dicho a mis amigas que elijan de este modo, no me comprenden en general. Por eso me dio una gran alegría leer el testimonio de Sonia: creo que está con quien Dios quiere para ella.
Ojalá le sirva, Mariana.

¿Cuáles son tus angustias?

Martes primera semana Cuaresma. Que el Señor llegue a nuestro corazón y encuentre en él una tierra capaz de apoyarse en Dios.

El tiempo de cuaresma, de una forma especial, nos urge a reflexionar sobre nuestra vida. Nos exige que cada uno de nosotros llegue al centro de sí mismo y se ponga a ver cuál es le recorrido de la propia vida. Porque cuando vemos la vida de otras gentes que caminan a nuestro lado, gente como nosotros, con defectos, debilidades, necesitadas, y en las que la gracia del Señor va dando plenitud a su existencia, la va fecundando, va haciendo de cada minuto de su vida un momento de fecundidad espiritual, deberíamos cuestionarnos muy seriamente sobre el modo en que debe realizarse en nosotros la acción de Dios. Es Dios quien realiza en nosotros el camino de transformación y de crecimiento; es Dios quien hace eficaz en nosotros la gracia.

La acción de Dios se realiza según la imagen del profeta Isaías: así como la lluvia y a la nieve bajan al cielo, empapan la tierra y después da haber hacho fecunda la tierra para poder sembrar suben otra vez al cielo.

La acción de Dios en al Cuaresma, de una forma muy particular, baja sobre todos los hombres para darnos a todos y a cada uno una muy especial ayuda de cara a la fecundidad personal.

La semilla que se siembra y el pan que se come, realmente es nuestro trabajo, lo que nosotros nos toca poner, pero necesita de la gracia de Dios. Esto es una verdad que no tenemos que olvidar: es Dios quien hace eficaz la semilla, de nada serviría la semilla o la tierra si no fuesen fecundadas, empapadas por la gracia de Dios.

Nosotros tenemos que llegar a entender esto y a no mirar tanto las semillas que nosotros tenemos, cuanto la gracia, la lluvia que las fecunda. No tenemos que mirar las semillas que tenemos en las manos, sino la fecundidad que viene de Dios Nuestro Señor. Es una ley fundamental de la Cuaresma el aprender a recibir en nuestro corazón la gracia de Dios, el esfuerzo que Dios está haciendo con cada uno de nosotros.

Jesucristo, en el Evangelio también nos da otro dinamismo muy importante de la Cuaresma, que es la respuesta de cada uno de nosotros a la gracia de Dios. No basta la acción de la gracia, porque la acción de la gracia no sustituye nuestra libertad, no sustituye el esfuerzo que tiene que brotar de uno mismo. Cristo nos pone guardia sobre la autosuficiencia, pero también sobre la pasividad. Nos dice que tenemos que aprender a vivir la recepción de la gracia en nosotros, sin autosuficiencia y pasividad.

Contra la autosuficiencia nos dice el Señor en el Evangelio: “No oréis como oran los paganos que piensan que con mucho hablar van a ser escuchados”. Jesús nos dice: “tienen que permitir que su corazón se abra, que tu corazón sea el que habla a Dios Nuestro Señor. Porque Él, antes de que pidas algo, ya sabe que es lo que necesitas”. Pero al mismo tiempo hay que cuidar la pasividad. A nosotros nos toca actuar, hacer las cosas, nos toca llevar las situaciones tal y como Dios nos lo va pidiendo. Esto es, quizá, un esfuerzo muy difícil, muy serio, pero nosotros tenemos que actuar a imitación de Dios Nuestro Señor. De Nuestro Padre que está en el Cielo. Este camino supone para todos nosotros la capacidad de ir trabajando apoyados en la oración.

Escuchábamos el Salmo que nos habla de dos tipos de personas: “ Los ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos a sus oídos; contra el malvado, en cambio esta el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo”. Si nosotros aprendiéramos a ver así todo el trabajo espiritual, del cual la Cuaresma es un momento muy privilegiado. Si aprendiéramos a ver todo esto como un trabajo que Dios va realizando en el alma y que al mismo tiempo va produciendo en nuestro interior un dinamismo de transformación, de confianza, de escucha de Dios, de camino de vida; un dinamismo de acercamiento a los demás, de perdón, de apertura del corazón. Si esto lo tuviésemos claro, también nosotros estaríamos realizando lo que dice el Salmo: “el Señor libra al justo de sus angustias”.

¿Cuántas veces la angustia que hay en el alma, proviene, por encima de todo, de que nosotros queremos ser quien realiza las cosas, las situaciones y nos olvidamos de que no somos nosotros, sino Dios? ¿Pero cuántas veces también, la angustia viene al alma porque queremos dejarle todo a Dios, cuando a nosotros nos toca poner mucho de nuestra parte? Incluso, cuando a nosotros nos toca poner algo que nos arriesga, que nos compromete; algo que nos hace decir: ¿será así o no será así?, y sin embargo yo sé que tengo que hacerlo. Es la semilla que hay que sembrar.

Cuando el sembrador, tiene una semilla y la pone en el campo, no sabe qué va a pasar con ella. Se fía de la lluvia y de la nieve que le va a hacer fecundar. ¿Cuántas veces a nosotros nos podría pasar que tenemos la semilla pero preferimos no enterrarla, preferimos no fiarnos de la lluvia, porque si falla, qué hacemos?

Sin embargo Dios vuelve a repetir: “El Señor libra al justo de todas sus angustias” ¿Cuáles son las angustias? ¿De autosuficiencia? ¿De pasividad? ¿De miedo? Aprendamos en esta Cuaresma permitir que el Señor llegue a nuestro corazón y encuentre en él una tierra que es capaz de apoyarse plenamente en Dios, pero al mismo tiempo, capaz de arriesgarse por Dios Nuestro Señor.

¿Qué significa «entrar en la Cuaresma»?

La «cruz», por más pesada que sea, no es una desgracia que hay que evitar lo más posible, sino una oportunidad para seguir a Jesús.

Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net

Queridos hermanos y hermanas:

Este miércoles, con el ayuno y el rito de las cenizas, entramos en la Cuaresma.

Pero, ¿qué significa «entrar en la Cuaresma»?

1. Significa comenzar un tiempo de particular compromiso en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de nosotros y a nuestro alrededor.

2. Quiere decir mirar al mal cara a cara y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta la causa última, que es Satanás.

3. Significa no descargar el problema del mal sobre los demás, sobre la sociedad, o sobre Dios, sino que hay que reconocer las propias responsabilidades y asumirlas conscientemente. En este sentido, resuena entre los cristianos con particular urgencia la invitación de Jesús a cargar cada uno con su propia «cruz» y a seguirle con humildad y confianza (Cf. Mateo 16, 24).

La «cruz», por más pesada que sea, no es sinónimo de desventura, de una desgracia que hay que evitar lo más posible, sino una oportunidad para seguir a Jesús y de este modo alcanzar la fuerza en la lucha contra el pecado y el mal.

4. Entrar en la Cuaresma significa, por tanto, renovar la decisión personal y comunitaria de afrontar el mal junto a Cristo. La Cruz es el único camino que lleva a la victoria del amor sobre el odio, de la generosidad sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia.
Desde esta perspectiva, la Cuaresma es verdaderamente una ocasión de intenso compromiso ascético y espiritual fundamentado sobre la gracia de Cristo.

Palabras que pronunció SS Benedicto XVI después de rezar la oración mariana del Ángelus, el domingo, 10 febrero 2008.

San Casimiro, el pacífico y joven patrono de Polonia y Lituania

Miembro de la familia real en el siglo XV, se distinguió por su bondad y su rectitud, a los 13 años hizo voto de castidad

Casimiro nació en Cracovia, entonces capital del reino de Polonia, en el año 1458. Su padre era el rey Casimiro IV Jagellon y su madre Isabel de Habsburgo de Hungría.

Tras la muerte del rey de Hungría, padre de Isabel, esta junto con su hermano y de acuerdo con la nobleza decidieron que Casimiro ocuparía el trono en vez de Matías Corvino, a quien detestaban porque no combatía al invasor turco.

Casimiro solo tenía 13 años, pero había dado muestras de bondad y prudencia, y había hecho ya voto de castidad.

Pero el consejo eclesiástico de Esztergom se enteró de la operación política e informó al nuevo rey Matías. El obispo, en cambio estaba a favor de Casimiro.

Matías envió a dos nobles para que solventaran pacíficamente la disputa y así fue: el bando de Casimiro retiró sus aspiraciones.

Entre 1479 y 1483, Casimiro sustituyó a su padre ausente en los asuntos de gobierno del país y fue ejemplar en esta tarea.

Sin embargo, cuando estaba de viaje en Grodno (Lituania), cayó enfermo de tuberculosis y falleció el 4 de marzo de 1490. Su cuerpo reposa en la catedral de Vilnius.

Santo patrón

San Casimiro es patrono de Polonia y Lituania, donde se celebra su fiesta cada 4 de marzo.

Oración de san Casimiro a la Virgen

San Casimiro compuso una oración a la Virgen, la rezó a diario y pidió que la colocaran sobre su corazón en su tumba. Es la que sigue:

“Alma mía, tributa homenajes diarios a María,
solemniza sus fiestas y celebra sus virtudes resplandecientes.
Contempla y admira su augusta divinidad y proclama su dicha como Virgen y Madre.

Hónrala a fin de que te libre del peso de tus pecados;
invócala para que no te veas arrastrado por el torrente de las pasiones.

Oh María, honor y gloria de todas las mujeres.
Tú a quien Dios ha elevado sobre todas las criaturas,
escucha, Virgen misericordiosa, los votos de los que no cesan de alabarte.

Pide para que goce de la paz eterna
y que no tenga la desgracia de ser presa de las llamas del fuego eterno.
Pide que sea casto y modesto, dulce, y bueno,
piadoso, prudente, recto y enemigo de la mentira”.