John 6:1-15

Amigos, el Evangelio de hoy contiene el relato de cuando se da de comer a cinco mil, que es una especie de Misa. Jesús está interesado no solo en instruir a las multitudes sino también en darles de comer. Al seguir este ritmo de acción, la Misa pasa de la Liturgia de la Palabra a la Liturgia de la Eucaristía.

Los discípulos proporcionan una pobre ofrenda: cinco panes de cebada y dos peces. Jesús realiza el ritual Eucarístico habitual respecto al pan: lo toma, da gracias y lo distribuye. Y todos están alimentados.

Durante la sagrada liturgia, el sacerdote, en nombre del pueblo, ofrece a Dios una pobre ofrenda miseria: unas hostias de pan y algo de vino y agua. Pero ya que Dios no necesita estas ofrendas, ellas regresan para el beneficio de la gente pero multiplicadas infinitamente. A través del poder de la palabra de Cristo, estas ofrendas se convierten en su propio Cuerpo y Sangre, el único alimento capaz de alimentar el hambre más profunda del corazón humano.

Este ritmo litúrgico se expresa bellamente en la frase lacónica: “Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios y lo distribuyó a las personas que estaban allí sentadas . . . y todos quedan satisfechos”.

Atanasio, Santo

Memoria Litúrgica, 2 de mayo

Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia, el cual, preclaro por su santidad y doctrina, en Alejandría de Egipto defendió con valentía la fe católica desde el tiempo del emperador Constantino hasta Valente, por lo cual tuvo que soportar numerosas asechanzas por parte de los arrianos y ser desterrado en varias ocasiones. Finalmente, regresó a la Iglesia que se le había confiado, donde, después de haber luchado y sufrido mucho con heróica paciencia, descansó en la paz de Cristo en el cuadragésimo sexto aniversario de su ordenación episcopal ( 373).

Breve Biografía

Atanasio nació en Alejandría de Egipto en el año 295, y es la figura más dramática y desconcertante de la rica galería de los Padres de la Iglesia. Tozudo defensor de la ortodoxia durante la gran crisis arriana, inmediatamente después del concilio de Nicea, pagó su heroica resistencia a la herejía con cinco destierros decretados por los emperadores Constantino, Constancio, Julián y Valente. Arrio, un sacerdote salido del seno mismo de la Iglesia de Alejandría, negando la igualdad substancial entre el Padre y el Hijo, amenazaba atacar el corazón mismo del cristianismo. En efecto, si Cristo no es Hijo de Dios, y él mismo no es Dios, ¿a qué queda reducida la redención de la humanidad?

En un mundo que se despertó improvisamente arriano, según la célebre frase de San Jerónimo, quedaba todavía en pie un gran luchador, Atanasio, que a los 33 años fue elevado a la prestigiosa sede episcopal de Alejandría. Tenía el temple del luchador y cuando había que presenter batalla a los adversarios era el primero en partir lanza en ristre: “Yo me alegro de tener que defenderme” escribió en su Apologia por la fuga. Atanasio tenía valentía hasta para vender, pero sabiendo con quién tenía que habérselas (entre las acusaciones de sus calumniadores estaba la de que él había asesinado al obispo Arsenio, que después apareció vivo y sano), no esperaba en casa a que vinieran a amarrarlo. A veces sus fugas fueron sensacionales. El mismo nos habla de ellas con brío.

Pasó sus últimos dos destierros en el desierto, en compañía de sus amigos monjes, esos simpáticos anárquicos de la vida cristiana, que aunque rehuyendo de las normales estructuras de la organización social y eclesiástica, se encontraban bien en compañía de un obispo autoritario e intransigente como Atanasio. Para ellos escribió el batallador obispo de Alejandría una grande obra, la “Historia de los arrianos”, dedicada a los monjes, de la que nos quedan pocas páginas, pero suficientes para revelarnos abiertamente el temperamento de Atanasio: sabe que habla a hombres que no entienden las metáforas, y entonces llama al pan pan y al vino vino: se burla del emperador, llamándolo con apodos irrespetuosos, y se burla también de los adversarios; pero habla con entusiasmo de las verdades que le interesan, para arrancar a los fieles de las garras de los falsos pastores.

Durante las numerosas e involuntarias peregrinaciones llegó a Occidente, a Roma y Tréveris en donde hizo conocer el monaquismo egipcio, como estado de vida organizado de modo muy original en el desierto, presentando al monje ideal en la sugestiva figura de un anacoreta, San Antonio, de quien escribió la célebre Vida, que se puede considerar como una especie de manifiesto del monaquismo. Murió en el año 373.

El alimento que nos da la vida verdadera

Santo Evangelio según san Juan 6, 1-15. Segundo viernes de Pascua

Por: César Yali Molina Flores, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Aumenta, Señor mi amor por ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?”. Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.

Entonces la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: “Este es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El día de hoy, el Evangelio te invita a que reconozcas lo mejor para tu vida; la palabra que se proclama dice que «Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo». Juzgando esta actitud en base a sentimientos y emociones, podemos pensar que es un tonto porque despreció todos los «beneficios» que implica ser rey; sin embargo, haciendo un esfuerzo para ver la Sabiduría de Dios, hay que reconocer que la euforia del momento impide ver la realidad y dar pasos firmes.

Las personas sintieron el impulso de proclamarlo rey porque su vientre estaba lleno. Hoy en día sucede lo mismo ya que hay una buena cantidad de personas que dicen «dios, con minúscula, me ha bendecido porque tengo trabajo, tengo salud, voy a la iglesia…»; éstos al igual que aquellos han reducido su relación con Cristo a simples banalidades. Jesús no quiere ser proclamado rey por las banalidades que tienes en esta vida, quiere que vuelvas a la cima del monte, te encuentres contigo mismo y veas el verdadero sentido de tu vida; que superes toda superficialidad de hoy y siempre; que en tu búsqueda de ti misma(o) y de Él veas lo que realmente vale la pena en tu vida.

Jesús, hoy nuevamente, vuelve a la montaña solo, esperando le sigas por el simple hecho de querer estar con Él. Subir al monte sola(o) es superarte a ti mismo, trascender el plano superficial en que puedas encontrarte, alcanzar la cima de la felicidad y no la cima del mundo, encontrarte con Dios y no con los dioses. Sube al monte sola(o), no temas encontrarte contigo misma(o), renueva y enfrenta la razón de tu vida.

Que san José, la Virgen María y Jesús sigan acompañándote por el camino que te lleva a la cima de tu vida.

«Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que nos ayude a redescubrir la importancia de alimentarnos no sólo de pan, sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran conciencia en la Eucaristía, para estar cada vez más íntimamente unidos a él. En efecto, “no es el alimento eucarístico el que se transforma en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos por ser cambiados misteriosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos a él; ‘nos atrae hacia sí’”. Al mismo tiempo, oremos para que nunca le falte a nadie el pan necesario para una vida digna, y para que se acaben las desigualdades no con las armas de la violencia, sino con el compartir y el amor».

(Benedicto XVI, Angelus, 29 de julio de 2012).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré tener un rato de oración para encontrarme con Jesús, preferentemente en familia, antes o después de la celebración de la Eucaristía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Atanasio, obispo de Alejandría defensor de la fe

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Dolors Massot – publicado el 27/04/22 – actualizado el 28/04/23

Este gran defensor de la fe fue desterrado cinco veces por luchar contra el arrianismo, que niega la divinidad de Cristo

Nació en Alejandría (Egipto), donde recibió su formación filosófica y teológica. A los 24 años, en el 325, ya era diácono y acompañó al obispo Alejandro de Alejandría al concilio de Nicea I en 325.

En el concilio mostró ser un defensor de la fe, expresada en Nicea, y disponer de argumentario contra los herejes arrianos, que negaban que Jesús fuera Dios igual que el Padre.

En el año 328 fue elegido obispo de Alejandría. Entonces los arrianos trataron de influir en el emperador para acabar con él.

Por esta causa fue detenido y desterrado cinco veces. Eran tiempos de Constantino I, Constancio II, Juliano el Apóstata y Valente.

En sus destierros conoció más a fondo la vida de los monjes del desierto. Así fue como escribió la vida de san Antonio Abad (Vida de Antonio) y se propuso impulsar la ordenación de sacerdotes entre los monjes.

Además, san Atanasio promovió la evangelización en el sur de Egipto hasta Etiopía.

Oración

Dios todopoderoso y eterno,
que hiciste de tu obispo san Atanasio un preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, en tu bondad, que, fortalecidos con su doctrina y protección,
te conozcamos y te amemos cada vez más plenamente.
Por nuestro Señor Jesucristo.