QUERIDAS MISIONERAS DE PAX VOBIS – HOY ES CRISTO REY –
Vivan su vida consagrada con alegría y con amor, con sencillez y con entrega, con comunión y con servicio. Amen a Cristo con todo sus corazones, y dejen que Él las transforme y las haga partícipes de su misterio. Amen a sus hermanas con fraternidad, y formen con ellas una familia donde reine la paz y la caridad. Amen al mundo con compasión, y desde PAX ofrézcanle por su salvación y su conversión.
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús limpia el templo. El templo era el centro de la vida económica, política y religiosa. Y era visto como la misma morada de Dios en la tierra. Era el lugar donde el cielo y la tierra se encontraban, donde se lograba armonía entre la divinidad y la humanidad. ¡Al menos en principio! Los profetas recuerdan constantemente a la nación que el templo y sus rituales habían sido pervertidos. Una de las expectativas mesiánicas era que el ungido purificaría el templo. Esto es exactamente lo que está haciendo Jesús. Es el Mesías que intenta convertir el templo una vez más en un lugar de oración.
Mantengamos esta imagen de Jesús claramente en nuestras mentes mientras avanzamos. San Pablo dijo que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo. Entonces, la verdadera morada de Dios está ahora en los mismos cuerpos de los seguidores de Jesús. Unamos esta idea con la imagen de Jesús limpiando el templo. Tu —tu vida, tu cuerpo, tu yo— está destinado a ser un templo donde se alaba a Dios. Cada aspecto de tu vida está destinado a ser dirigido al Señor, dedicado a Él.
Esta acción decidida, realizada en proximidad de la Pascua, suscitó gran impresión en la multitud y la hostilidad de las autoridades religiosas y de los que se sintieron amenazados en sus intereses económicos. Pero, ¿cómo debemos interpretarla? Ciertamente no era una acción violenta, tanto es verdad que no provocó la intervención de los tutores del orden público: de la policía. ¡No! Sino que fue entendida como una acción típica de los profetas, los cuales a menudo denunciaban, en nombre de Dios, abusos y excesos. (…) La actitud de Jesús contada en la actual página evangélica, nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras ventajas e intereses, sino por la gloria de Dios que es el amor. (…) Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solamente para las comunidades eclesiales, sino también para los individuos, para las comunidades civiles y para toda la sociedad. Es común, de hecho, la tentación de aprovechar las buenas actividades, a veces necesarias, para cultivar intereses privados, o incluso ilícitos. Es un peligro grave, especialmente cuando instrumentaliza a Dios mismo y el culto que se le debe a Él, o el servicio al hombre, su imagen. Por eso Jesús esa vez usó «las maneras fuertes», para sacudirnos de este peligro mortal. (Ángelus, 4 marzo 2018)
Mártires de Vietnam
Andrés Dung-Lac y 116 compañeros, Santos
Mártires, 24 de noviembre
Memoria Litúrgica, Mártires de Vietnam
Memoria de los santos Andrés Dung Lac, presbítero, y sus compañeros, mártires. En una común celebración se venera a los ciento diecisiete mártires de las regiones asiáticas de Tonkin, Annam y Cochinchina, ocho de ellos obispos, otros muchos presbíteros, amén de ingente número de fieles de ambos sexos y de toda condición y edad, todos los cuales prefirieron el destierro, las cárceles, los tormentos y finalmente los extremos suplicios, antes que pisotear la cruz y desviarse de la fe cristiana.
Breve Reseña
Esta memoria obligatoria de los ciento diecisiete mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, proclamados santos por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988, celebra a mártires que ya habían sido beatificados anteriormente en cuatro ocasiones distintas: sesenta (64) y cuatro, en 1900, por León XIII; ocho (8), por Pío X, en 1906; veinte (20), en 1909, por el mismo Pío X y veinticinco (25) por Pío XII, en 1951.
No sólo son significativos el número insuperado en la historia de las canonizaciones, sino también la calificación de los santos (ocho obispos, cincuenta sacerdotes, cincuenta y nueve laicos), la nacionalidad (noventa y seis vietnamitas; once españoles; diez franceses, el estado religioso (once dominicos; diez de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París; otros del clero local, más un seminarista, el estado laical (muchos padres de familia, una madre, dieciséis catequistas, seis militares, cuatro médicos, un sastre; además de campesinos, pescadores y jefes de comunidades cristianas).
Seis de ellos fueron martirizados en el siglo XV, los demás, entre 1835 y 1862; es decir, en el tiempo del dominio de los tres señores que gobernaban Tonkín, Annam y Cochinchina, hoy integradas en la nación de Vietnam.
En gran parte (setenta y cinco) fueron decapitados; los restantes murieron estrangulados, quemados vivos, descuartizados, o fallecieron en prisión a causa de las torturas, negándose a pisotear la cruz de Cristo o a admitir la falsedad de su fe.
De estos ciento diecisiete mártires, la fórmula de canonización ha puesto de relieve seis nombres particulares, en representación de las distintas categorías eclesiales y de los diferentes orígenes nacionales. El primero, del que encontramos una carta en el oficio de lectura, es Andrés Dung-Lac. Nació en el norte de Vietnam en 1795; fue catequista y después sacerdote. Fue muerto en 1839 y beatificado en 1900. Otros dos provienen del centro y del sur del Vietnam. El primero, Tomás Tran-VanThien, nacido en 1820 y arrestado mientras iniciaba su formación sacerdotal, fue asesinado a los dieciocho años en 1838; el otro es Manuel Le-Van-Phung, catequista y padre de familia, muerto en 1859 (beatificado en 1909).
Entre los misioneros extranjeros son mencionados dos españoles y un francés. El dominico español Jerónimo Hermosilla, llegado a Vietnam en 1829, vicario apostólico del Tonkín oriental, fue muerto en 1861 (beatificado en 1909); el otro dominico, el obispo vasco Valentín de Berriochoa, que llegó a Tonkín en 1858, a los treinta y cuatro años, fue muerto en 1861 (beatificado en 1906).
El francés Jean-Théophane Vénard, de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, llegó a Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y dos años (beatificado en 1906): sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux a rezar por las misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san Francisco Javier.
LISTA DE LOS 117 MÁRTIRES DE VIETNAM
1 Andrés DUNG-LAC, Sacerdote 21-12-1839
2 Domingo HENARES, Obispo O.P. 25-06-1838
3 Clemente Ignacio DELGADO CEBRIAN, Obispo O.P. 12-07-1838
4 Pedro Dumoulin BORIE, Obispo M.E.P. 24-11-1838
5 José María DIAZ SANJURJO, Obispo O.P. 20-07-1857
6 Melchor GARCIA SAMPEDRO SUAREZ, Obispo O.P. 28-07-1858
7 Jerónimo HERMOSILLA, Obispo O.P. O1-11-1861
8 Valentín BERRIOCHOA, Obispo O.P. 01-11-1861
9 Esteban Teodoro CUENOT, Obispo M.E.P. 14-11-1861
10 Francisco GIL DE FEDERICH, Sacerdote O.P. 22-O1-1745
11 Mateo ALONSO LECINIANA, Sacerdote O.P. 22-O1-1745
12 Jacinto CASTANEDA, Sacerdote O.P. 07-11-1773
13 Vicente LE OUANG LIEM, Sacerdote O.P. 07-11-1773
14 Emanuel NGUYEN VAN TRIEU, Sacerdote 17-09-1798
15 Juan DAT, Sacerdote 28-10-1798
16 Pedro LE TuY, Sacerdote 11-10-1833
17 Francisco Isidoro GAGELIN, Sacerdote M.E.P. 17-10-1833
18 José MARCHAND, Sacerdote M.E.P. 30-11-1835
19 Juan Carlos CORNAY, Sacerdote M.E.P. 20-09-1837
20 Vicente DO YEN, Sacerdote O.P. 30-06-1838
21 Pedro NGUYEN BA TUAN, Sacerdote 15-07-1838
22 José FERNANDEZ, Sacerdote O.P. 24-07-1838
23 Bernardo VU VAN DUE, Sacerdote 01-08-1838
24 Domingo NGUYEN VAN HANH (DIEU), Sacerdote O.P. 01-08-1838
25 Santiago Do MAI NAM, Sacerdote 12-08-1838
26 José DANG DINH (NIEN) VIEN, Sacerdote 21-08-1838
27 Pedro NGUYEN VAN TU, Sacerdote O.P. 05-09-1838
28 Francisco JACCARD, Sacerdote M.E.P. 21-09-1838
29 Vicente NGUYEN THE DIEM, Sacerdote 24-11-1838
30 Pedro VO BANG KHOA, Sacerdote 24-11-1838
31 Domingo TUOC, Sacerdote O.P. 02-04-1839
32 Tomás DINH VIET Du, Sacerdote O.P. 26-11-1839
33 Domingo NGUYEN VAN (DOAN) XUYEN, Sacerdote O.P. 26-11-1839
34 Pedro PHAM VAN TIZI, Sacerdote 21-12-1839
35 Pablo PHAN KHAc KHOAN, Sacerdote 28-04-1840
36 Josée DO QUANG HIEN, Sacerdote O.P. 09-05-1840
37 Lucas Vu BA LOAN, Sacerdote 05-06-1840
38 Domingo TRACH (DOAI), Sacerdote O.P. 18-09-1840
39 Pablo NGUYEN NGAN, Sacerdote 08-11-1840
40 José NGUYEN DINH NGHI, Sacerdote 08-11-1840
41 Martín TA Duc THINH, Sacerdote 08-11-1840
42 Pedro KHANH, Sacerdote 12-07-1842
43 Agustín SCHOEFFLER, Sacerdote M.E.P. 01-05-1851
44 Juan Luis BONNARD, Sacerdote M.E.P. 01-05-1852
45 Felipe PHAN VAN MINH, Sacerdote 03-07-1853
46 Lorenzo NGUYEN VAN HUONG, Sacerdote 27-04-1856
47 Pablo LE BAo TINH, Sacerdote 06-04-1857
48 Domingo MAU, Sacerdote O.P. 05-11-1858
49 Pablo LE VAN Loc, Sacerdote 13-02-1859
50 Domingo CAM, Sacerdote T.O.P. 11-03-1859
51 Pedro DOAN LONG QUY, Sacerdote 31-07-1859
52 Pedro Francisco NERON, Sacerdote M.E.P. 03-11-1860
53 Tomás KHUONG, Sacerdote T.O.P. 30-01-1861
54 Juan Teofano VENARD, Sacerdote M.E.P. 02-02-1861
55 Pedro NGUYEN VAN Luu, Sacerdote 07-04-1861
56 José TUAN, Sacerdote O.P. 30-04-1861
57 Juan DOAN TRINH HOAN, Sacerdote 26-05-1861
58 Pedro ALMATO RIBERA, Sacerdote O.P. 01-11-1861
59 Pablo TONG VIET BUONG, Laico 23-10-1833
60 Andrés TRAN VAN THONG, Laico 28-11-1835
61 Francisco Javier CAN, Catequista 20-11-1837
62 Francisco DO VAN (HIEN MINH) CHIEU, Catequista 25-06-1838
63 José NGUYEN DINH UPEN, Catequista T.O.P. 03-07-1838
64 Pedro NGUYEN DicH, Laico 12-08-1838
65 Miguel NGUYEN HUY MY, Laico 12-08-1838
66 José HOANG LUONG CANH, Laico T.O.P. 05-09-1838
67 Tomás TRAN VAN THIEN, Seminarista 21-09-1838
68 Pedro TRUONG VAN DUONG, Catequista 18-12-1838
69 Pablo NGUYEN VAN MY, Catequista 18-12-1838
70 Pedro VU VAN TRUAT, Catequista 18-12-1838
71 Agustín PHAN VIET Huy, Laico 13-06-1839
72 Nicolás BUI DUC THE, Laico 13-06-1839
73 Domingo (Nicolás) DINH DAT, Laico 18-07-1839
74 Tomás NGUYEN VAN DE, Laico T.O.P. 19-12-1839
75 Francisco Javier HA THONG MAU, Catequista T.O.P. 19-12-1839
76 Agustín NGUYEN VAN MOI, Laico T.O.P. 19-12-1839
77 Domingo Bui VAN UY, Catequista T.O.P. 19-12-1839
78 Esteban NGUYEN VAN VINTI, Laico T.O.P. 19-12-1839
79 Pedro NGUYEN VAN HIEU, Catequista 28-04-1840
80 Juan Bautista DINH VAN THANH, Catequista 28-04-1840
81 Antonio NGUYEN HUU (NAM) QUYNH, Laico 10-07-1840
82 Pedro NGUYEN KHAC Tu, Catequista 10-07-1840
83 Tomás TOAN, Catequista T.O.P. 21-07-1840
84 Juan Bautista CON, Laico 08-11-1840
85 Martín THO, Laico 08-11-1840
86 Simón PHAN DAc HOA, Laico 12-12-1840
87 Inés LE THi THANH (DE), Laica 12-07-1841
88 Mateo LE VAN GAM, Laico 11-05-1847
89 José NGUYEN VAN Luu, Catequista 02-05-1854
90 Andrés NGUYEN Kim THONG (NAM THUONG), Catequista 15-07-1855
91 Miguel Ho DINH HY, Laico 22-05-1857
92 Pedro DOAN VAN VAN, Catequista 25-05-1857
93 Francisco PHAN VAN TRUNG, Laico 06-10-1858
94 Domingo PHAM THONG (AN) KHAM, Laico T.O.P. 13-01-1859
95 Lucas PHAM THONG (CAI) THIN, Laico 13-01-1859
96 José PHAM THONG (CAI) TA, Laico 13-01-1859
97 Pablo HANH, Laico 28-05-1859
98 Emanuel LE VAN PHUNG, Laico 31-07-1859
99 José LE DANG THI, Laico 24-10-1860
100 Mateo NGUYEN VAN (NGUYEN) PHUONG, Laico 26-05-1861
101 José NGUYEN DUY KHANG, Catequista T.O.P. 06-11-1861
102 José TUAN, Laico 07-01-1862
103 José TUC, Laico 01-06-1862
104 Domingo NINH, Laico 02-06-1862
105 Domingo TORI, Laico 05-06-1862
106 Lorenzo NGON, Laico 22-05-1862
107 Pallo (DONG) DUONG, Laico 03-06-1862
108 Domingo HUYEN, Laico 05-06-1862
109 Pedro DUNG, Laico 06-06-1862
110 Vicente DUONG, Laico 06-06-1862
111 Pedro THUAN, Laico 06-06-1862
112 Domingo MAO, Laico 16-06-1862
113 Domingo NGUYEN, Laico 16-06-1862
114 Domingo NHI, Laico 16-06-1862
115 Andrés TUONG, Laico 16-06-1862
116 Vicente TUONG, Laico 16-06-1862
117 Pedro DA, Laico 17-06-1862
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O.P. : Orden de los Predicadores (Dominicos)
T.O.P.: Terciario de la Orden de los Predicadores
M.E.P.: Sociedad de las Misiones Extranjeras de París
Una casa de oración
Santo Evangelio según San Lucas 19, 45-48. Viernes XXXIII del Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Cada instante de esta vida es un don. Hoy tengo éste entre las manos. Quiero vivirlo con todo mi ser. Gracias por este regalo, Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48
Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones». Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras..
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La casa del Señor era casa de oración. Mi casa, ¿es casa de oración también? Podría examinar, ¿con qué actitud se vive en mi casa?, ¿con qué actitud vivo yo?, ¿con una actitud de búsqueda de Dios?, ¿con una actitud de vivir en la verdad?, ¿con una actitud de honestidad?, ¿qué valores transmito en mi casa?, ¿qué transmite mi persona?, ¿qué dirección lleva mi vida?, ¿cuáles son las intenciones de mi corazón?
Orar es vivir en unión con Dios. Él es la verdad, la caridad, la bondad, la belleza. Uno puede unirse a Dios por medio de las palabras, de los pensamientos, de las acciones. Sin embargo, la oración más completa, la unión más completa, es la que se hace con toda la vida, con todo mi ser. Y mi ser comienza por manifestarse a través de mis intenciones. Toda verdadera intención madura en una acción.
Te pido la gracia, Señor, de tener un corazón lleno de buenas y verdaderas intenciones, con intenciones grandes, con intenciones altas, con intenciones que vayan siempre buscándote a ti. Y así comenzará mi casa a ser también una casa de oración.
«Los jefes del templo, los jefes de los sacerdotes y los escribas había cambiado un poco las cosas. Habían entrado en un proceso de degradación y habían convertido en impuro al templo, habían ensuciado el templo. Esto tiene algo que decir también a los cristianos de hoy, porque el templo es un icono de la Iglesia. La Iglesia siempre -¡siempre!- experimentará la tentación de la mundanidad y la tentación de un poder que no es el poder que Jesucristo quiere para ella. Jesús no dice: «No, esto no se hace, hacedlo fuera»; sino «vosotros habéis hecho aquí una cueva de ladrones». Cuando la Iglesia entra en este proceso de degradación el final es muy feo. ¡Muy feo!»».
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de noviembre de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezaré un Víacrucis para unirme y encontrarme con Cristo en su pasión, buscando aplicar lo meditado en mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué es la Transubstanciación?
Es un misterio altísimo, singular, superior a la capacidad de toda inteligencia creada. ¡Es el Misterio de la fe!
«La Presencia Real»
1. Verdadera, real y sustancial
Nos enseña la santa fe católica que Nuestro Señor Jesucristo está verdadera, real y sustancialmente presente, en el Santísimo Sacramento del altar. Es sacramento porque es signo sensible –pan y vino–, y eficaz –produce lo que significa–, de la gracia invisible y porque contiene al Autor de la gracia, al mismo Jesucristo nuestro Señor.
¿Qué quiere decir verdadera?
Verdadera quiere decir que su presencia no es en mera figura (como en una foto), como quería Zwinglio, sino en verdad.
¿Qué quiere decir realmente?
Realmente quiere decir que su presencia no es por mera fe subjetiva (no porque uno así lo opine), como quería Ecolampadio, sino en la realidad.
¿Qué quiere decir sustancialmente?
Sustancialmente quiere decir que la presencia del Señor en la Eucaristía no es meramente virtual (como la usina eléctrica está virtualmente presente en el foco de luz), como quería Calvino, sino según el mismo ser de su Cuerpo y Sangre que asumió en la Encarnación.
El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema».
Doctrina que recoge el reciente Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (Ro 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo (está presente), bajo las especies eucarísticas”.
El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.” “Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”».
De tal modo, que Nuestro Señor Jesucristo está presente en la Eucaristía con el mismo Cuerpo y Sangre que nació de la Virgen María, el mismo cuerpo que estuvo pendiente en la cruz y la misma sangre que fluyó de su costado.
2. De la Transubstanciación
Nuestro Señor se hace presente por la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Esa admirable y singular conversión se llama propiamente «transubstanciación», no consustanciación, como quería Lutero.
Se dice admirable porque es un misterio altísimo, superior a la capacidad de toda inteligencia creada. ¡Es el Misterio de la fe! Se dice singular porque no existe en toda la creación ninguna conversión semejante a esta.
En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo entero.
Es de fe, por tanto, que de toda y sola la substancia del pan y del vino se transubstancia en toda y sola la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo. Ahora bien, ¿qué es lo que permanece? Permanecen, sin sujeto de inhesión, por poder de Dios, en la Eucaristía los accidentes, especies o apariencias del pan y del vino.
¿Cuáles son? Los accidentes que permanecen después de la transusbtanciación son: peso, tamaño, gusto, cantidad, olor, color, sabor, figura, medida, etc, de pan y de vino. Sólo cambia la sustancia.
Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
Y, ¿qué se contiene por razón de las palabras bajo la especie del vino? Por razón de las palabras se contiene la Sangre de Cristo bajo la especie del vino y, por razón de la concomitancia, junto con la Sangre, por la natural conexión, se contiene el Cuerpo, el Alma y, por la unión hipostática, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: «Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que: “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas”.
Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión: “Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada… La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela”».
Sigue diciendo el Catecismo de la Iglesia Católica: «El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación”».
3. Omnipotencia de Dios
El sacerdote ministerial predica la Palabra de Dios, presenta a Dios los dones de pan y vino, los inmola y los ofrece al transubstanciarlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor, obrando en nombre y con el poder del mismo Cristo, de modo tal que, por sobre él sólo está el poder de Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino: «El acto del sacerdote no depende de potestad alguna superior, sino de la divina», de tal modo, que ni siquiera el Papa, tiene mayor poder que un simple sacerdote, para la consagración del Cuerpo de Cristo: «No tiene el Papa mayor poder que un simple sacerdote».
«Al mandar a los Apóstoles en la Última Cena: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25), les ordena reiterar el rito del Sacrificio eucarístico de mi Cuerpo que será entregado y de mi Sangre que será derramada (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25). Enseña el Concilio de Trento que Jesucristo, en la Última Cena, al ofrecer su Cuerpo y Sangre sacramentados: “a sus apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó … que los ofrecieran”».
Y esto por el poder divino, ya que existe «en la misma transformación, una selección que indica penetración extraordinaria; dentro de una misma cosa material hay algo que cambia y algo que permanece inmutable; además el cambio produce algo nuevo…». En la Divina Invocación, como llamaban muchos Santos Padres a la consagración, se da:
1. Una selección: entre la substancia y los accidentes;
2. Una penetración extraordinaria: distinguir ambos elementos, para que desaparezca uno y permanezca el otro;
3. Algo nuevo aparece: el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Cristo, bajo especie ajena, o sea, sacramental.
Por esto, la conversión del pan y del vino en la Misa, implica dificultades más grandes que respecto a la creación del mundo, como dice Santo Tomás de Aquino: «En esta conversión hay más cosas difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada. Crear, sin embargo, es propio de la Causa Primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental (de la Eucaristía) no sólo es difícil que este todo (el pan y el vino) se transforme en este otro todo (el Cuerpo y la Sangre de Cristo), de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producir, sino que también queden los accidentes desaparecida la substancia…».
Queridos hermanos y hermanas:
Crezcamos siempre en la fe y el amor a Nuestro Señor presente en la Eucaristía. Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!, que debería sonar en nuestros oídos como música celestial.
Y admiremos siempre el poder de Dios que allí se manifiesta, como lo hace el pueblo fiel que dice, con las palabras del Apóstol Tomás, después de ocurrida la transustanciación: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,28).
San Andrés Dung-Lac, el patrono de Vietnam
Fue ordenado sacerdote cuando ya la Iglesia sufría persecuciones en Vietnam y decapitado por negarse a renegar de su fe católica
La fe en Vietnam entró en el siglo XVI a través de misioneros de distintas órdenes religiosas católicas, como el jesuita francés Alexandre de Rhodes que luego fue expulsado del país.
El pueblo vietnamita recibió bien la religión. Pero en los siglos XVII, XVIII y XIX hubo grandes persecuciones, alternadas con periodos de paz. También en el siglo XX bajo el régimen comunista.
En el siglo XIX es tal vez cuando hubo un mayor número de mártires. Fueron enterrados de manera anónima, pero el pueblo los ha ido recordando.
El emperador Tu Duc, que gobernó Vietnam desde el 1847 a 1883, odiaba todo lo que provenía de Europa sin distinguir política, cultura y religión.
Más de cien mil cristianos asesinados
Estableció un mandato: quien colaboraba capturando un misionero, recibía la suma de 300 onzas de plata.
A los misioneros que eran atrapados, si no renegaban de su fe pisando el crucifijo, los martirizaban rompiéndoles el cráneo para luego tirarlos al río.
Desde 1645 a 1886 hubo 53 edictos contra los cristianos, y murieron alrededor 113.000 fieles.
Entre ellos se encuentran los 117 beatificados en los años 1900, 1906, 1909 y 1951, que todos los años se recuerda representados por Andrés Dung-Lac, el día 24 de noviembre, día en que fallecieron tres de ellos.
San Andrés
San Andrés Dung-Lang nació en 1795. Fue ordenado sacerdote cuando ya la Iglesia sufría persecuciones en Vietnam.
Lo capturaron junto a otro sacerdote, Pedro Truong Van Thi, que le protegía en su casa.
Ambos se negaron a abjurar de la fe y murieron decapitados el 21 de diciembre de 1839, junto con ocho obispos, otros sacerdotes y numerosos laicos que también sufrieron martirio.
El 14 de diciembre con la Carta Apóstolica Si quidem cunctis san Juan Pablo II declara patronos de Vietnam a 8 obispos, 50 sacerdotes, 59 laicos (incluidos médicos, soldados, muchos padres de familia y una madre de familia).
Para representarlos a todos en el Martirologio Romano elige a Andrés Dung-Lac, que fue primero catequista y luego sacerdote, a quien los vietnamitas cristianos tienen una fuerte y particular devoción.
Patrono
San Andrés Dung-Lac es patrono de su país, Vietnam.
Oración
Oh, Dios, fuente y origen de toda paternidad:
Tú hiciste que los santos mártires Andrés y compañeros fueran fieles a la Cruz de Cristo, incluso hasta dar su vida.
Haz que por su intercesión difundamos tu amor entre nuestros hermanos
y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos. Amén.