Vicente, Santo
Memoria Litúrgica, 22 de enero
Diácono y Mártir
Martirologio Romano: San Vicente, diácono de Zaragoza y mártir, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano hubo de sufrir cárcel, hambre, potro, láminas candentes, hasta que, en Valencia, en la Hispania Cartaginense (hoy España), voló al cielo a recoger el premio del martirio (304).
Etimología: Vicente = Aquel que es un vencedor, es de origen latino.
Breve Biografía
El Diácono San Vicente es el mártir más famoso de España. Un siglo después de su martirio, que tuvo lugar probablemente en el año 304, San Agustín le dedicaba todos los años, en este día, una homilía.
Los Hechos de su martirio, apócrifos como muchas Pasiones de otros mártires, se inspiran en documentos y tradiciones basados en realidades históricas. Las noticias históricas, reducidas a lo esencial, dicen que Vicente, natural de Huesca, durante la persecución de Diocleciano fue llevado encadenado de Zaragoza a Valencia para ser procesado ante el gobernador Daciano, junto con su obispo, y que sufrió el martirio en Valencia.
A estas pocas noticias históricas se añaden las narraciones de los Hechos. EL obispo de Zaragoza era un poco tartamudo y, por tanto, le iba mal en la oratoria. Pero tuvo la fortuna de encontrar al joven Vicente, bien preparado culturalmente y hábil en el manejo de la palabra. Fue ordenado Diácono y se le confió el cargo de coadjutor del obispo para la predicación del Evangelio.
En el imperio romano campeaba una cruel persecución, y Daciano, gobernador de Valencia, hizo pronto encadenar a los hombres más importantes de la Iglesia española. Al Diácono Vicente le fueron puestos grilletes y así lo condujeron a pie de Zaragoza a Valencia, junto con su obispo; pero aún en esas circunstancias aprovechó la ocasión para predicar el Evangelio, y en nombre del obispo tomó la palabra para confutar las acusaciones del gobernador y para exponerle el mensaje evangélico sin las distorsiones de la propaganda anticristiana.
Daciano no se convenció, pero comprendió que el adversario que había que destruir era precisamente Vicente. Pero primero ordenó que lo torturaran. Después lo metieron en una celda oscura, en donde el pavimento estaba totalmente lleno de cascajos cortantes para prolongar los suplicios. Pero Vicente, con voz todavía fuerte, entonó himnos de agradecimiento a Dios. Entonces, el gobernador, para quitarle este motivo de gloria, ordenó que lo colocaran en una cama muy cómoda, pero en ese momento murió el Diácono.
Llevaron el cuerpo al campo para que lo devoraran las fieras, pero apareció un cuervo que defendió el cadáver de la voracidad de los otros animales. Entonces Daciano ordenó que lo metieran en un costal junto con una gran piedra y lo echaran al río; pero el cuerpo no se hundió y las aguas lo fueron llevando hasta dejarlo en una orilla. Los cristianos lo recogieron y erigieron una iglesia para su tumba.
Corazón de puertas abiertas
Santo Evangelio según san Marcos 3, 20-21. Sábado II del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy gracias de todo corazón por el inmenso amor que me has tenido. Gracias por todo. Te quiero, Jesús. Deseo que mi vida te haga sonreír a cada instante. Quiero que los demás también te conozcan y te amen. Llena mi vida de tu presencia, Señor; que quien me vea, te descubra a ti. Yo quiero ser como una ventana por la que se pueda mirarte. Quiero ser un reflejo de tu luz aquí en el mundo. Jesús, ven a mi vida, transfórmala. Lo que no te agrade de mí, quémalo con el fuego de tu amor y concédeme que algún día mi vida esté tan configurada contigo que nuestros corazones latan al unísono.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-21
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Muy amada criatura:
Busco una casa. No pido una mansión ni un hotel de lujo. Sólo una casa, un corazón que quiera recibirme. No pido que sea perfecta ni que todo esté impecable. No pido una casa digna de mí porque sé que no las hay. Yo me encargo de hacerla digna, de limpiar y transformar la casa que me presten, el corazón que me acoja.
Busco una casa. Busco un corazón donde habitar. No importa si es moderna o si el tiempo ya ha carcomido la pintura de las paredes. Busco una casa y sólo pido una única condición: Que no tenga puertas.
Es lo único que pido. Quiero una casa, anhelo un corazón que no tenga cuartos secretos para mí. Deseo ardientemente que esa casa, ese corazón, esté siempre abierto, que sea 24/7, pues muchos me buscan y quiero que me encuentren siempre disponible en el hogar que me acoja.
Busco una casa, un corazón sin puertas, con el fin de acoger a todos sin discriminar a ninguno. Busco un hogar donde quepan todos sin ninguna excepción, desde aquellos que sedientos beben mis palabras hasta los que piensan que estoy loco. Busco un corazón, en resumen, que me acoja y sea capaz de amarme y permitir que los demás me amen o desprecien en él… ¿puedo encontrar en ti ese corazón que busco? Atte. Jesús
«Y a su hijo ¿dónde lo mandó? ¿a un palacio, a una ciudad, a hacer una empresa? ¡Lo mando a una familia! Dios entró al mundo en una familia. Y pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al amor, que tenía las puertas abiertas al amor. […] Dios siempre golpea las puertas de los corazones. Le gusta hacerlo. Le sale de adentro. Pero ¿saben qué es lo que más le gusta? Golpear las puertas de la familias y encontrar la familias unidas, encontrar las familias que se quieren, encontrar las familias que hacen crecer a sus hijos y los educan y que los llevan adelante y que crean una sociedad de bondad, de verdad y de belleza». (Homilía de S.S. Francisco, 27 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a sonreír en todo momento, buscando que todos, sin excepción, vean a Dios en mí.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Un loco llamado Jesús
¿Ser cristiano hoy, con todas las consecuencias, no es exponerse a ser tomado por «loco»?
Recuerdo que, siendo niño, vino un sacerdote al pueblo para dar las charlas cuaresmales. Los más pequeños difícilmente podíamos contener la risa al verle dramatizar y oírle decir expresiones como ésta: “Cristo está loco…. (pausa), loco…. (pausa), loco… (pausa) de amor por los hombres”. No es a esta locura a la que nos referimos. Ni tampoco a esos casos en que la locura conlleva tintes gravemente patológicos.
Hay una manera muy cómoda de desentendernos de una persona cuando no piensa como nosotros o somos incapaces de comprenderla: decir que está loco. Y en muchos casos habría qué preguntarse a ver quién es más normal, si aquellos que llamamos locos o los que nos tenemos por cuerdos.
Lo cierto es que en el Evangelio aparece claramente reflejado que algunas personas tenían a Jesús por un loco. Nos dice el Evangelio (Mc 3) que fue a casa y se juntó de nuevo con tanta gente que no le dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a echarle mano, porque decían que no estaba en sus cabales…. También los fariseos decían que tenía dentro al demonio. Andaba por Galilea porque los judíos trataban de matarlo. Pero también sus parientes le dijeron que se marchase de allí. De hecho ni siquiera su familia creía en él: “estás loco” (Jn 7,20).
A veces llamamos loco al que no piensa ni actúa como la masa, al que es libre en el hablar y obrar, al que habla sin doblez ni prejuicios, al que dice abiertamente lo que piensa. En este sentido casi es normal que mucha gente fuera incapaz de comprender a Jesús, que les resultara desconcertante.
Un día un señor llamó a casa de un cura diciendo que era Dios. Le anunció que también iba a venir también a visitar la parroquia de Fabero, pero no llegó o si llegó no me encontró en casa. ¿Qué se podría pensar de él? Que estaba loco. Y con razón. Tal vez a muchos, y más a los judíos, el hecho de que un hombre intentara pasar por Dios debería resultarles tan inaceptable como absurdo. De ahí que hasta cierto punto ese rechazo parece normal. Con razón decía San Pablo que la cruz de Cristo era escándalo para los judíos y necedad para los griegos.
En todo caso un estudio objetivo de la personalidad de Jesús en la medida en que aparece reflejada en los Evangelios, nos muestra que, lejos de ser un enfermo mental, era persona muy equilibrada, un verdadero modelo de vida. Por otra parte, de no ser así difícilmente se explicaría el éxito, más allá de la muerte, de su doctrina y de su persona.
No sé si en nuestro tiempo, después de tantos años, puede haber quien considere a Jesús como un loco. Más bien pienso que no, puesto que la figura humana de Jesús goza de muchas simpatías. Pero ¿no es verdad que sí que puede ocurrir que aquella persona que intente seguir verdaderamente a Jesús y su estilo de vida sea, en cierta manera, incomprendida y mirada o con desprecio o con compasión? ¿Ser cristiano hoy, con todas las consecuencias, no es exponerse a ser tildado de “loco”
Mirando al Maestro y recordando las dificultades que tuvo que pasar hasta el punto de ser reprendido por su propia familia, que le buscaba como para que dejara de hacer el ridículo, ¿no es verdad que también nosotros nos sentimos un poco aliviados ante un mundo que no siempre nos entiende y pretende marginarnos?
Sin duda que hoy comprendo mejor aquella frase del predicador que tanta gracia nos hacía y que hasta podía parecer irreverente: “Cristo está loco”. No importa que también nosotros lo estemos… por Él.
Fuerte compromiso de la Iglesia para dar justicia a las víctimas de abusos
Papa Francisco recibió a la sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
La lucha «contra los abusos de todo tipo», con «discernimiento», con una acción judicial «más incisiva» y con una fuerte voluntad de «hacer justicia» a las víctimas. El Papa Francisco ofreció indicaciones muy precisas a los miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio encargado de tratar los «delicta graviora», entre ellos el dramático fenómeno de los abusos. Al recibir a los participantes en la sesión plenaria en el Palacio Apostólico, el Pontífice señaló tres palabras, «dignidad», «fe» y «discernimiento», para llevar a cabo plenamente la labor de promover y proteger la integridad de la doctrina católica sobre la fe y la moral.
El ejercicio del discernimiento, dice el Papa en su discurso, encuentra «un campo de aplicación necesario en la lucha contra los abusos de todo tipo».
La Iglesia, con la ayuda de Dios, persigue con firmeza el compromiso de hacer justicia a las víctimas de abusos perpetrados por sus miembros, aplicando con especial cuidado y rigor la legislación canónica prevista.
Francisco recuerda la reciente actualización de las Normas sobre los delitos reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, fruto del «deseo de hacer más incisiva la acción judicial». Sin embargo, esto solo «no puede bastar para frenar el fenómeno», admite el Papa, «pero constituye un paso necesario para restablecer la justicia, reparar el escándalo, enmendar al reo».
El Pontífice invoca el mismo discernimiento para «presuntos fenómenos sobrenaturales, para los que el pueblo de Dios debe recibir indicaciones seguras y sólidas». Pero sobre todo es necesario el discernimiento, subraya Francisco, para otra tarea de la Doctrina de la Fe, como es la disolución del vínculo matrimonial in favorem fidei. «Cuando, en virtud de la potestad petrina, la Iglesia concede la disolución de un vínculo matrimonial no sacramental, no se trata sólo de poner fin canónicamente a un matrimonio, en todo caso ya fracasado de hecho, sino que, en realidad, con este acto eminentemente pastoral pretendo siempre fomentar la fe católica -¡in favorem fidei! – en la nueva unión y en la familia, de la que este nuevo matrimonio será el núcleo».
A continuación, el Papa se detiene en la «necesidad de discernimiento en el camino sinodal». Algunos -dijo – pueden pensar que el camino sinodal es escuchar a todos, hacer una investigación y dar resultados. … No. Un camino sinodal sin discernimiento no es un camino sinodal».
Es necesario -en el camino sinodal- discernir continuamente opiniones, puntos de vista, reflexiones. Pero no se puede ir por el camino sinodal sin discernimiento. Este discernimiento es lo que hará del sínodo un verdadero sínodo en el que el personaje -digamos- más importante es el Espíritu Santo, y no un parlamento o un sondeo de opiniones que puedan realizar los medios de comunicación. Por eso insisto: el discernimiento es importante en el proceso sinodal.
«Dignidad» es la otra palabra en la que el Papa basa su reflexión:
Sin embargo, en nuestra época, marcada por tantas tensiones sociales, políticas e incluso sanitarias, crece la tentación de considerar al otro como un extraño o un enemigo, negándole una real dignidad.
Por ello, especialmente en este momento, es necesario recordar, «siguiendo fielmente una enseñanza eclesial bimilenaria», que «la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y es válida desde el momento de su concepción hasta su muerte natural», subraya el Papa Francisco. Precisamente la afirmación de dicha dignidad «es el presupuesto inalienable para la protección de una existencia personal y social», así como «la condición necesaria para que la fraternidad y la amistad social se realicen entre todos los pueblos de la tierra».
El objetivo es «reavivar entre todos una aspiración mundial a la fraternidad»: «Si la fraternidad es la meta que el Creador ha diseñado para el camino de la humanidad, el camino principal sigue siendo el del reconocimiento de la dignidad de toda persona humana», subrayó el Obispo de Roma. «El hombre es, en efecto, la obra maestra de la creación: es querido y amado por Dios como socio de sus designios eternos, y por su salvación Jesús dio su vida hasta morir en la cruz».
En la misma línea, el Papa aborda el tema de la «fe», sin la cual -dice- «la presencia de los creyentes en el mundo se reduciría a la de una agencia humanitaria». «La fe debe ser el corazón de la vida y la acción de todo bautizado», subraya Francisco. «Y no una fe genérica o vaga, como el vino aguado que pierde su valor»: «No nos conformemos con una fe tibia y habitual», exhorta el Papa. Necesitamos una fe «auténtica y directa», una fe que «inflame» los corazones de la gente de hoy. Una fe que «nos pone en crisis»:
No debemos olvidar nunca que una fe que no nos pone en crisis es una fe en crisis; una fe que no nos hace crecer es una fe que debe crecer; una fe que no nos cuestiona es una fe sobre la que debemos cuestionarnos; una fe que no nos anima es una fe que debe ser animada; una fe que no nos sacude es una fe que debe ser sacudida..
Día 5: Dejarse trasformar por la Palabra
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
Reflexiones Bíblicas y Oraciones para el Octavario
Día 5: Dejarse trasformar por la Palabra
«Vosotros ya estáis limpios por la palabra…»
(Cf. Juan 15, 3)
Deuteronomio 30, 11-20. La palabra de Dios está muy cerca de ti
Este mandamiento que yo te prescribo hoy no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que preguntes: «¿Quién puede subir al cielo por nosotros para que nos lo traiga, nos lo dé a conocer y lo pongamos en práctica?». Tampoco está más allá de los mares, para que preguntes: «¿Quién cruzará por nosotros hasta el otro lado de los mares, para que nos lo traiga, nos lo dé a conocer y lo pongamos en práctica?». La palabra está muy cerca de ti, la tienes en tu boca y en tu corazón, para que puedas cumplirla. Hoy te propongo que escojas entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Si cumples los mandamientos del Señor tu Dios, que yo te prescribo hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos y poniendo en práctica sus estatutos, normas y preceptos, vivirás, crecerás y te bendecirá en la tierra que vas a entrar para tomar posesión de ella. Pero si tu corazón se rebela y no obedeces, si te dejas seducir y te postras ante otros dioses y les rindes culto, te anuncio hoy que serás destruido sin remedio, y no vivirás mucho tiempo en la tierra a la que vas a entrar para tomar posesión de ella después de cruzar el Jordán.
Pongo hoy como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige la vida y viviréis tú y tu descendencia. Ama al Señor tu Dios, obedécele y sé fiel a él; en ello te va la vida, y el Señor te concederá muchos años de vida para habitar en la tierra que él te había prometido según juró a tus antepasados, a Abrahán, Isaac y Jacob.
Mateo 5, 1-12. Bienaventurado
Cuando Jesús vio todo aquel gentío, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos, y él se puso a enseñarles, diciendo: «Felices los de espíritu sencillo, porque suyo es el reino de los cielos. Felices los que están tristes, porque Dios mismo los consolará. Felices los humildes, porque Dios les dará en herencia la tierra. Felices los que desean de todo corazón que se cumpla la voluntad de Dios, porque Dios atenderá su deseo. Felices los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos. Felices los que tienen limpia la conciencia, porque ellos verán a Dios. Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. Felices los que sufren persecución por cumplir la voluntad de Dios, porque suyo es el reino de los cielos. Felices vosotros cuando os insulten y os persigan, y cuando digan falsamente de 44 vosotros toda clase de infamias por ser mis discípulos. ¡Alegraos y estad contentos, porque en el cielo tenéis una gran recompensa! ¡Así también fueron perseguidos los profetas que vivieron antes que vosotros!».
Meditación
La Palabra de Dios está muy cerca de nosotros. Es una bendición y una promesa de felicidad. Si abrimos nuestros corazones, Dios nos habla y pacientemente transforma lo que se está muriendo en nosotros. Elimina lo que impide el crecimiento de la vida real, así como el viñador poda la vid.
Meditar regularmente un texto bíblico, solo o en grupo, cambia nuestra perspectiva. Muchos cristianos rezan las Bienaventuranzas todos los días. Las Bienaventuranzas nos revelan una felicidad que está oculta en aquello que aún no se ha cumplido, una felicidad que permanece a pesar del sufrimiento: bienaventurados aquellos que, tocados por el Espíritu, ya no retienen sus lágrimas, sino que las dejan fluir y así reciben consuelo. A medida que descubren la fuente oculta dentro de su paisaje interior, crece en ellos el hambre de justicia y la sed de comprometerse con otros por un mundo de paz.
Estamos llamados constantemente a renovar nuestro compromiso con la vida a través de nuestros pensamientos y acciones. Hay momentos en los que ya disfrutamos, aquí y ahora, de la bendición que se cumplirá al final de los tiempos
Ora y trabaja para que Dios reine.
Que durante toda la jornada
la Palabra de Dios vivifique tu trabajo y tu descanso.
Mantén en todo el silencio interior
para que puedas habitar en Cristo.
Deja que el espíritu de las Bienaventuranzas colme tu vida:
alegría, sencillez, misericordia.
Estas palabras son recitadas diariamente
por la Comunidad de las Hermanas de Grandchamp
Oración
Bendito seas, Dios Padre nuestro,
por el don de tu palabra en la Sagrada Escritura.
Bendito seas por su poder transformador.
Ayúdanos a elegir la vida y guíanos con tu Espíritu,
para que podamos experimentar la felicidad
que tanto deseas compartir con nosotros.
Materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Pristianos y para el resto del año 2021
San Vicente, uno de los 3 primeros diáconos mártires
«Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay dentro de mí un ser libre y sereno que nadie puede violar», le dijo al responsable de su tortura
San Vicente nació en Huesca y era de familia aristócrata. A los 22 años, el obispo de Zaragoza san Valero, que era tartamudo, le eligió diácono y le confió la predicación.
El año 303 el emperador Diocleciano emitió un edicto que obligaba a adorarle. El prefecto Daciano era quien debía ejecutar la orden en la Península Ibérica.
En Zaragoza encarcelaron al obispo san Valero y al diácono san Vicente. Les cargaron cadenas y les mandaron andar hasta Valencia sin comida ni bebida. En el camino, los soldados los maltrataban.
Ya en la ciudad, san Vicente fue atado a una columna y luego conducido a prisión.
Daciano los convocó a su presencia y se sorprendió de su alegría. Sometió a Vicente a la tortura en el potro. Lo desnudaron y le azotaron hasta romperle los nervios. Le aplicaron garfios de hierro para desgarrarle la carne.
Tortura y muerte de un valiente
El propio Daciano participó en el castigo y le mandaba abjurar de la fe. San Vicente respondía:
«Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay dentro de mí un ser libre y sereno que nadie puede violar. Tú intentas destruir un vaso de arcilla, destinado a romperse, pero en vano te esforzarás por tocar lo que está dentro, que sólo está sujeto a Dios».
Daciano afirmó luego que lo liberaría si le entregaba los libros sagrados, pero Vicente no cedió.
El prefecto mandó entonces que lo colocaran sobre un lecho de hierro incandescente. Era el grado supremo de tortura. Vicente se mantuvo sereno.
Todavía vivo Vicente, lo mandaron llevar de nuevo a la cárcel y milagrosamente el suelo de la celda se cubrió de flores y de un agradable perfume.
La ciudad se conmovió ante el milagro y el prefecto Daciano, desconcertado, mandó que curaran las heridas del mártir, pero con idea de volver a torturarlo. Fue entonces cuando Vicente falleció.
Era el 22 de enero del año 304.
Daciano ordenó arrojar el cadáver a un muladar pero un cuervo impedía que las aves carroñeras se acercaran.
Entonces mandó echarlo al mar en un odre atado a una rueda de molino. Sin embargo, el odre fue a parar a la playa de Cullera (un pueblo cercano a Valencia) y allí la cristiana Ionicia lo recogió y lo enterró. Los demás cristianos comenzaron a venerarlo.
Santo patrón
San Vicente es patrón de la ciudad de Valencia.
Oración
“Vicente, que por tus sufrimientos nos escuche Cristo” (San Dámaso, papa)