Referencias Bíblicas
• Matthew 5:13-16
• Obispo Robert Barron
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús les dice a sus seguidores que sean sal y luz, exhortándolos a evangelizar la cultura de la sociedad.
El tema del llamado “discurso inaugural” de Jesús es acerca de la conversión: “El reino de Dios está cerca. Arrepiéntete y cree en el Evangelio”. Y en sus últimas palabras el tema es la misión: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”. La vida cristiana se vive en medio, y bajo el condicionamiento, de estos dos imperativos.
Habiendo sido cautivados por la belleza de la revelación, la única respuesta adecuada es un cambio de vida y el compromiso de convertirnos en misioneros en nombre de lo que hemos visto. La tradición bíblica nunca presenta una visión o experiencia de Dios solamente para edificar a la persona involucrada, más bien se brinda por el bien de la misión. Moisés, Jeremías, Isaías, Pedro y Pablo son visionarios porque también son misioneros.
Cuando no se proclama a Jesús crucificado y resucitado, surge un catolicismo pálido y poco amenazante, un sistema de pensamiento que es, en el mejor de los casos, eco de la cultura del momento. Peter Maurin, uno de los fundadores del Movimiento de los Trabajadores Católicos, dijo que la Iglesia había puesto su propia dinamita en contenedores cerrados herméticamente y se había sentado sobre la tapa.
El Papa a los nuncios: sean la mirada de Pedro, siempre del lado de los últimos
León XIV se reúne con los representantes pontificios en el Vaticano con motivo del Jubileo de la Santa Sede y les recuerda la misión de «construir relaciones», dando testimonio de la caridad de Cristo «dispuesta a todo» y defendiendo «el derecho a creer en Dios». Una misión que debe llevarse a cabo en comunión con el Papa y con los obispos locales.
Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano
«Sean hombres capaces de construir relaciones» allí donde cuesta más, «sean siempre la mirada de Pedro», que sabe que no tiene «la solución para todo», pero que tiene «lo que importa, es decir, a Cristo», y puede dar testimonio de su amor, «de esa caridad que está dispuesta a todo». El Papa León XIV describe así la misión de los representantes pontificios ante los Estados y las organizaciones internacionales de todo el mundo, reunidos esta mañana en la Sala Clementina, después de haber celebrado juntos ayer el Jubileo de la Santa Sede y atravesado la Puerta Santa, con el compromiso de «ser valientes testigos de Cristo, nuestra esperanza».
“Cuento con ustedes para que en los países donde viven todos sepan que la Iglesia siempre está dispuesta a todo por amor, que siempre está del lado de los últimos, de los pobres, y que siempre defenderá el sacrosanto derecho a creer en Dios, a creer que esta vida no está a merced de los poderes de este mundo, sino que está atravesada por un sentido misterioso”
Al servicio de los pueblos víctimas de guerras e injusticias
Solo el amor, aclara el Papa, «es digno de fe, ante el dolor de los inocentes, de los crucificados de hoy», que muchos nuncios apostólicos conocen personalmente, «porque sirven a pueblos víctimas de guerras, de violencias, de injusticias, o incluso de ese falso bienestar que engaña y decepciona».
En comunión con el Papa y los obispos locales
Antes de entregarles el anillo con la frase grabada «sub umbra Petri», que describe bien el significado de su servicio, León XIV invita a los representantes pontificios a sentirse «siempre unidos a Pedro, custodiados por Pedro, enviados por Pedro».
Solo en la obediencia y en la comunión efectiva con el Papa su ministerio podrá ser eficaz para la edificación de la Iglesia, en comunión con los obispos locales.
Instrumento de unidad, al servicio de la dignidad de la persona
Por eso les pide que tengan siempre «una mirada bendecida, porque el ministerio de Pedro es bendecir, es decir, saber ver siempre el bien, incluso el que está oculto, el que es minoritario». Y que se sientan misioneros, «enviados por el Papa para ser instrumentos de comunión, de unidad, al servicio de la dignidad de la persona humana», promoviendo «relaciones sinceras y constructivas con las autoridades con las que estarán llamados a cooperar».
El saludo del cardenal Parolin
En su saludo inicial, el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin agradeció a León XIV por haber confirmado el encuentro con los representantes pontificios, que ya había decidido el Papa Francisco, y por haberle dado una periodicidad trienal. Recordó que en la última Asamblea Plenaria del Dicasterio para los Obispos, como prefecto, el cardenal Prevost habló de la «irremplazable colaboración de los nuncios» con el mismo Dicasterio. «Gracias por estas palabras –concluyó Parolin-, porque realmente significan la importancia que usted atribuye a esta misión en la Iglesia».
El papel insustituible en la selección de los candidatos a obispos
Al comenzar su discurso, el Pontífice, respondiendo al saludo del secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, subraya que el ministerio de los nuncios apostólicos es insustituible.
Yo lo creo profundamente: su papel, su ministerio es insustituible. Tantas cosas no podrían darse en la Iglesia si no fuera por el sacrificio, el trabajo y todo lo que ustedes hacen, que permite que una dimensión tan importante de la gran misión de la Iglesia siga adelante, que precisamente, en el caso del que hablaba, es la selección de candidatos para el episcopado.
Una diplomacia modelo de fraternidad humana y paz
El Papa León subraya que los nuncios apostólicos son, ya por su propia persona, «una imagen de la Iglesia católica, porque no existe en ningún país del mundo un cuerpo diplomático tan universal como el nuestro». Universal, pero también unido, «porque su comunión, nuestra comunión, no es solo funcional, ni solo ideal, sino que estamos unidos en Cristo y en la Iglesia».
“La diplomacia de la Santa Sede constituye en su mismo personal un modelo – ciertamente no perfecto, pero muy significativo – del mensaje que propone, es decir, el de la fraternidad humana y la paz entre los pueblos”
Una red operativa que apoya al Papa en su servicio
El Papa León XIV, que está «dando sus primeros pasos» en el ministerio que le ha sido confiado por el Señor, expresa su gratitud por el trabajo de quienes le ayudan a desempeñar su servicio, como los representantes pontificios. Recuerda que cuando se le presenta la situación de la Iglesia en un país, puede contar «con la documentación, las reflexiones y las síntesis preparadas por ustedes y sus colaboradores». Porque la red de representaciones pontificias «está siempre activa y operativa», gracias a la «dedicación y organización», pero aún más a las «motivaciones», al «estilo pastoral» y al «espíritu de fe» que animan a los nuncios apostólicos. Y cita lo que escribió san Pablo VI…
A través de sus representantes, que residen en los distintos países, el Papa participa en la vida misma de sus hijos y, casi insertándose en ella, llega a conocer, de manera más rápida y segura, sus necesidades y sus aspiraciones.
Hombres capaces de construir relaciones donde cuesta más esfuerzo
Para describir la misión de los nuncios apostólicos en relación con la suya, León XIV utiliza la imagen bíblica del relato de la curación del cojo, en los Hechos de los Apóstoles. Como Pedro y los apóstoles, subraya, aún hoy «la Iglesia se encuentra a menudo con hombres y mujeres que ya no tienen alegrías, a quienes la sociedad ha marginado». Y si Pedro invita al cojo a mirarlo, lo hace para construir una relación. Porque «el ministerio de Pedro es crear relaciones, puentes» y un representante del Papa está ante todo al servicio de esta mirada a los ojos.
“¡Sean siempre la mirada de Pedro! Sean hombres capaces de construir relaciones allí donde es más difícil. Pero al hacerlo, conserven la misma humildad y el mismo realismo de Pedro, que sabe muy bien que no tiene la solución para todo”
De hecho, Pedro dice que no tiene «ni oro ni plata», pero sabe que tiene lo que importa, «es decir, a Cristo, el sentido más profundo de toda existencia: «En el nombre de Jesucristo, el Nazareno, ¡camina!». Porque «dar a Cristo significa dar amor», dar testimonio de una caridad «que está dispuesta a todo».
Los «santos diplomáticos» Juan XXIII y Pablo VI
El Pontífice los invita finalmente a aspirar a la santidad siguiendo el ejemplo de los santos «que han estado al servicio diplomático de la Santa Sede, como san Juan XXIII y san Pablo VI». Y subraya que el papel de Pedro es «confirmar en la fe»: también los representantes pontificios necesitan esta confirmación «para convertirse en mensajeros, signos visibles en todas partes del mundo».
Bogumilo de Gniezno, Santo
Eremita y Obispo, 10 de junio
Por: Redacción | Fuente: santiebeati.it
Martirologio Romano: En Dobrowo, en Polonia, muerte de san Bogumilo, obispo de Gniezno, que, después de renunciar a su sede, llevó en este lugar vida eremítica, consumado por su austeridad († 1182)
Breve Biografía
Después de las numerosas instancias realizadas en los siglos XVII y XVIII, iniciadas por el arzobispo Matteo Lubienski (1641-52), la papa Pío XI aprobó con el decreto firmado el 27 mayo de 1925 el culto al beato Bogumilo y estableció que Polonia lo recuerde el día 10 junio. El centro del culto a Bogumilo, ya existente en el siglo XV, era la iglesia parroquial del Santísima Trinidad en Dobrowo, dónde se encontraba su tumba. Los primeros documentos de ese culto son los decretos de los años 1443 y 1462, emanados por los arzobispos de Gniezno para reglamentar la concurrencia «al tumbam S. Bogumili». Aproximadamente en el año 1580, ejecutando el «recognitio corporis», se encontraron en la tumba el cayado pastoral y el anillo que certificaban su dignidad episcopal, dignidad que también es sustentada en los cuadros de la iglesia de Dobrowo, en los que Bogumilo es representado como obispo con la mitra, el cayado pastoral y usando el hábito camaldulense, por lo que se arguye que pertenecía a esa orden.
Una biografía, escrita en Dobrowo alrededor de 1584, que nos informa que Bogumilo era descendiente de la familia de san Adalberto, se cuenta que fue arzobispo de Gniezno en los años 1170-82, pero que, por presiones de los poderosos señores de la zona, renunció a la dignidad episcopal retirándose a una ermita, dónde finalizó sus días, luego de haber donado sus bienes a Dobrowo, a las aldeas circunstante y a los Cistercienses, Orden a la que perteneció su hermano Bogufal. Es natural que Bogumilo también fuera venerado en aquella orden, de modo particular en Koronowo. En este lugar fue redactada otra biografía, según la cual Bogumilo fue arzobispo de Gniezno en los años 1167 -72. Por esta fuente sabemos que él nació en Kozmin en el año 1116, hizo los primeros estudios en Gniezno bajo la tutela de su tío, el arzobispo Giovanni, terminando sus estudios en París. De regreso en Polonia, destinó una parte de sus bienes a la construcción de la iglesia a Dobrowo. Recomendado por su tío, fue ordenado. Al principio fue el párroco de su ciudad natal, y posteriormente pasó a ser el decano de Gniezno, luego de la muerte de su tío el año 1167, lo sucede él en la cátedra episcopal. Dotado del espíritu contemplativo, aspiró poder seguir las huellas de san Romualdo.
Conseguido el consentimiento del papa Alejandro III, renunció a la dignidad arzobispal y se retiró a un lugar desierto cerca de Dobrowo, dónde murió el 10 junio de 1182, confortado por una visión de la Virgen. Su cuerpo, primero enterrado en la iglesia de Dobrowo, fue trasladado en 1668 a Uniejów donde es venerado. Se cree que esta biografía puede fundamentarse en un documento de 1232 en el que el príncipe Vladimiro Odonicz confirmó a los Cistercienses de Sulejów la posesión de las tierras en Dobrowo y aldeas aledañas, que fueran donadas por el arzobispo Bogumilo a su hermano Bogufal y pasados por lo tanto al obispo Cristiano, cisterciense, quien los cedió a la abadía de Sulejów.
La dificultad en poder dar credibilidad los datos de estas biografías, consiste en el hecho que ni Dlugosz en su trabajo «Vitae archiepiscoporum atque episcoporum universi Regni Poloniae». Ni los anuncios necrológicos citan algún Bogumilo en la sede de Gniezno en esa época. De hecho, en los años 1153-99, la sede episcopal fue ocupada por Juan Zdzislao y Pedro. Algún historiador identifica a Bogumilo con Pedro: de hecho, Bogumilo sería, la variación eslava del nombre. También Pedro desciende de la familia de san Adalberto y tenía sus bienes en los alrededores del río Warta. Esta hipótesis, sin embargo, se contradice por la circunstancia eremítica de vida de Bogumilo, los datos indican que el arzobispo Pedro murió el 19 de agosto, mientras ocupaba aún la sede episcopal, no se lo menciona como ermitaño ni como ex arzobispo, y además, según un documento de 1219, este Pietro era director del monasterio de San Vicente en Wroclaw y pertenecía a la familia Labeclz (Labendz). Algún otro identifica al beato de Dobrowo con el arzobispo Bogumilo que murió en 1092, asumiendo su cargo en 1080, tras haber sucedido a Gregorio VII: teoría que demolería la tradición cisterciense. Otros, en cambio, como Martinus Baronius, Abraham Bzowski y el camaldulense Taddeo Mini, confunden a Bogumilo con Wloscibor que debía ser y nunca fue arzobispo; ya que, habiendo sido elegido en el año 1279, éstos, elegidos por el capítulo en el año 1279, inmediatamente fue desterrado por el príncipe Przemyslaw II y, después de haber renunciado a la dignidad episcopal, murió en un monasterio próximo a Dobrowo. Pero también esta hipótesis tiene errores: en la historia de los obispos de Gniezno del siglo XIII no se menciona a Bogumilo. La teoría más probable parece la de Pietro David, según la cual el ermitaño de Dobrowo no había sido nunca arzobispo, tan sólo un abad benedictino a Mogilno, muerto el 28 noviembre de 1179. Él habría renunciado a su dignidad como abad y pasó el resto de su vida en una ermita. Su nombre señalaría la afiliación a la familia de san Adalberto y sus bienes estaban en las proximidades de Dobrowo. También es fácil de explicar la transformación del abad en arzobispo, confirmado por la tradición.
No sólo me invitas a ser luz, me dices que soy luz
Evangelio según San Mateo 5, 13-16.
X Martes de Tiempo Ordinario. Ciclo A.
Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC
Fuente: www.missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ante los caminos obscuros de la vida; ante aquellos callejones sin salida… ante todo aquello, sé Tú mi luz.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
A veces no es fácil comprender que soy más feliz, no cuando obtengo algo para mí, sino cuando doy algo de mí…; cuando me doy a mí mismo es entonces cuando soy feliz.
Dar aun cuando no se tiene; consolar aun cuando no hay nadie que me consuele; hacer reír cuando por dentro lo único que quiero es llorar; es lo que me hace feliz… sé que no es fácil de explicar.
Me invitas a ser luz de este mundo. A iluminar los caminos obscuros; descubrir los tesoros escondidos… Me invitas a ser luz para alumbrar aquella imagen que ya en sí es bella sólo para resaltar su belleza. Como luz al final del túnel que indica una salida… un lugar a donde hay que llegar.
Señor, no sólo me invitas ser luz; me dices que soy luz. Luz que debe estar apagada…luz que necesita estar encendida para guiar, para reconocer… para caminar, para iluminar. Luz que no se ilumina a sí misma, sino que sale de sí, se dona, se da.
Sé Tú mi luz, Señor, para que yo pueda ser luz. Tú eres esa luz que no sólo se necesita para vivir… sino para realmente vivir, para ser feliz.
«Estas palabras subrayan que nosotros somos reconocibles como verdaderos discípulos de Aquel que es la Luz del mundo, no en las palabras, sino de nuestras obras. De hecho, es sobre todo nuestro comportamiento que —en el bien y en el mal— deja un signo en los otros. Tenemos por tanto una tarea y una responsabilidad por el don recibido: la luz de la fe, que está en nosotros por medio de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, no debemos retenerla como si fuera nuestra propiedad. Sin embargo estamos llamados a hacerla resplandecer en el mundo, a donarla a los otros mediante las buenas obras. ¡Y cuánto necesita el mundo de la luz del Evangelio que transforma, sana y garantiza la salvación a quien lo acoge! Esta luz debemos llevarla con nuestras buenas obras.» (Ángelus de S.S. Francisco, 5 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Intentaré hoy ser luz para aquellos que me rodean poniéndome a su servicio en alguna necesidad que tengan.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Cuáles son los pecados contra el Espíritu Santo?
Pecamos de muchas maneras, pero hay que tener cuidado con los pecados contra el Espíritu Santo porque son especialmente graves
El ser humano es pecador y, mientras tenga vida, tiene oportunidad de redimirse y asemejarse a su Señor. Por eso debe ser especialmente cuidadoso para no cometer pecados contra el Espíritu Santo, porque dice Jesús que esos no serán perdonados (Lc 12, 10). Pero ¿cuáles son estos pecados?
El pecado contra el Espíritu Santo
Acudamos al Catecismo de la Iglesia católica para que nos ilustre. En el número 1864 dice:
“Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10) (n. 1864).
Sabemos que Dios nos ama infinitamente y espera de nosotros verdadero arrepentimiento y conversión, sin embargo, Él no puede forzar al hombre y a la mujer a someterse a su misericordia.
Este debe ser un acto libre por parte del ser humano. Por eso, dudar del Espíritu Santo es un pecado gravísimo.
El Catecismo continúa:
«No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo» (cf DeV 46) (n.1864).
Esta actitud marcará el destino del pecador empedernido:
«Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna» (n.1864).
La esperanza
Por eso también hay que cuidarse de pecar contra la esperanza, la virtud que fue infundida en nuestra alma desde el día de nuestro Bautismo, momento en el que el Espíritu Santo comenzó a habitar en nosotros. El Catecismo dice al respecto:
«El primer mandamiento se refiere también a los pecados contra la esperanza, que son la desesperación y la presunción:
Por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia —porque el Señor es fiel a sus promesas— y a su misericordia.
Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito)».
CEC 2091-2092
Roguemos a Dios Espíritu Santo que nos ayude en todo momento para no dudar de la misericordia divina y conservar viva la esperanza.
Espíritu Santo, fuente de luz: ¡ilumínanos!
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