Luke 6:20-26

Amigos, el Evangelio de hoy es una versión breve de las bienaventuranzas. Primero se nos dice: “Bienaventurados los pobres”.

Notamos que no está la moderación ofrecida por Mateo (“pobres de espíritu”), sino una afirmación simple y directa de la bendición de ser pobre. ¿Cómo interpretamos lo que parece prima facie una glorificación de la pobreza económica? Permítanme proponer lo siguiente: “Qué suerte tienes si no eres adicto a las cosas materiales”. Uno de los sustitutos clásicos de Dios es la riqueza material, la acumulación de “cosas”.

La libertad y plenitud del desapego probablemente no se expresen mejor que en el hermoso mantra de Juan de la Cruz: “Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada. Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada. Para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada. Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada”.

Esta cuádruple negación no es otra cosa que la más profunda afirmación. Al final de cuentas, es ver el mundo tal como es, y no a través de la lente distorsionadora de la codicia y el egoísmo.

Juan Gabriel Perboyre, Santo

Presbítero y Mártir, 11 de septiembre

Por: Redacción | Fuente: Clairval.com

Martirologio Romano: En la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, siendo atormentado y, al fin, colgado en una cruz y estrangulado (1840).

Fecha de canonización: Beatificado el 10 de noviembre 1889 por el Papa León XIII, y canonizado por S.S. Juan Pablo II el 2 de junio de 1996.

Breve Biografía

La misión divina de la Iglesia se hace extensiva a toda la tierra y en todos los tiempos, según la frase de Jesús: Id, pues, y enseñad a todas las naciones. «Nuestra religión debe enseñarse en todas las naciones y propagarse incluso entre los chinos, a fin de que conozcan al verdadero Dios y posean la felicidad en el cielo», afirmaba con valentía San Juan Gabriel Perboyre, misionero en la China, ante un mandarín encargado de interrogarlo. Y este último agregó: «¿Qué puedes ganar adorando a tu Dios? – La salvación de mi alma, el cielo al que espero subir después de haber muerto».

El 2 de junio de 1996, con motivo de la canonización de San Juan Gabriel Perboyre, el Papa Juan Pablo II decía de él: «Tenía una única pasión: Cristo y el anuncio de su Evangelio. Y por su fidelidad a esa pasión, también él se halló entre los humillados y los condenados; por eso la Iglesia puede proclamar hoy solemnemente su gloria en el coro de los santos del cielo».

En 1817, a los 15 años de edad, Juan Gabriel ingresa, junto con su hermano mayor Luis, en el seminario menor de Montauban (Francia), dirigido por los Padres Lazaristas, hijos espirituales de San Vicente de Paúl. Allí siente el deseo de consagrarse a las misiones en países paganos.

Después de terminar el noviciado en Montauban, lo mandan a París para realizar estudios de teología, y luego es ordenado sacerdote. En 1832, su hermano Luis, que se había embarcado como sacerdote lazarista hacia la misión de la China, muere de unas fiebres durante la travesía. Juan Gabriel anuncia inmediatamente a la familia su deseo de ocupar el sitio que la muerte de su hermano ha dejado vacante.

Pero sus superiores no lo consideran conveniente a causa de su frágil salud, y es nombrado vicedirector del seminario parisino de los Lazaristas. Como activo ayudante de un director de seminario ya mayor, sigue el principio de enseñar más con el ejemplo que con la palabra. Comunica de ese modo a los novicios su amor por Jesús: «Cristo es el gran Maestro de la ciencia. Es el único que da la verdadera luz… Solamente existe una cosa importante: conocer y amar a Jesucristo, pues no sólo es la luz, sino el modelo, el ideal… Así que no basta con conocerle, sino que hay que amarle… Solamente podemos conseguir la salvación mediante la conformidad con Jesucristo». Escribe lo siguiente a uno de sus hermanos: «No olvides que, ante todo, hay que ocuparse de la salvación, siempre y por encima de todo».

Sin embargo, en su corazón guarda el ardiente deseo de partir hacia las misiones; al mostrar a los seminaristas los recuerdos traídos hasta París del martirio de François-Régis Clet, les dice: «He aquí el hábito de un mártir… ¡cuánta felicidad si un día tuviéramos la misma suerte». Y les pide lo siguiente: «Rezad para que mi salud se fortifique y que pueda ir a la China, a fin de predicar a Jesucristo y de morir por Él».

Obtiene finalmente de sus superiores el favor de salir hacia la China, donde llega el 10 de marzo de 1836. Su celo por la salvación de las almas le ayuda a soportar el hambre y la sed para la mayor gloria de Dios. Sea de día o de noche, siempre está dispuesto a acudir donde se solicite su ministerio, de tal forma que las fatigas y las vigilias no cuentan en absoluto. Además, es asaltado por violentas tentaciones de desesperanza, pero Nuestro Señor se le aparece y lo consuela, y el gozo vuelve al alma del apóstol.

Víctima de los sufrimientos

En 1839 se desencadena una persecución contra los cristianos. El 15 de septiembre, el padre Perboyre y su hermano el padre Baldus se hallan en su residencia de Tcha-Yuen-Keou. De repente les avisan de que llega un grupo armado. Los misioneros huyen cada uno por su lado para no caer los dos en manos de los enemigos. Juan Gabriel se esconde en un espeso bosque, pero al día siguiente un desdichado catecúmeno lo traiciona por una recompensa de treinta taeles (moneda china). Los soldados le desgarran las vestiduras, lo visten con harapos, lo amordazan y se van a la posada a celebrar su arresto.

Interrogado por el mandarín de la subprefectura, Juan Gabriel responde con firmeza que es europeo y predicador de la religión de Jesús. Empiezan entonces a torturarlo, pero por temor a que sucumba lo sientan en una banqueta y le atan fuertemente las piernas. Así pasa la noche el piadoso padre, bendiciendo a Jesús por concederle el honor de padecer sus mismos sufrimientos. Trasladado a la prefectura, al cabo de un penosísimo viaje a pie, con grilletes en el cuello, en las manos y en los pies, sufre cuatro interrogatorios. Para obligarlo a hablar, lo ponen de rodillas durante muchas horas sobre cadenas de hierro. A continuación, lo cuelgan de los pulgares y le golpean en la cara cuarenta veces con suelas de cuero para obligarle a renegar de su fe. Pero, reconfortado por la gracia de Dios, lo sufre todo sin quejarse.

Después es trasladado a Ou-Tchang-Fou, ante el virrey, donde debe responder en una veintena de interrogatorios. El virrey quiere obligarlo en vano a caminar sobre un crucifijo. Lo golpean con correas de cuero y con palos de bambú hasta el agotamiento, o bien lo levantan a gran altura con la ayuda de poleas y lo dejan desplomarse hasta el suelo. Pero el alma del piadoso padre permanece unida a Dios. «¿Así que sigues siendo cristiano? – ¡Oh, sí¡ ¡Y me siento feliz por ello!». Finalmente, el virrey lo condena al estrangulamiento; pero como quiera que la sentencia no puede ejecutarse hasta que sea ratificada por el emperador, Juan Gabriel Perboyre sigue en prisión durante algunos meses.

¡Irreconocible!

Ningún cristiano había podido llegar junto a él mientras los mandarines lo torturaban; sin duda se vanagloriaban con la esperanza de que, al privarlo de cualquier ayuda, conseguirían vencer su constancia con mayor facilidad. Pero esa severa consigna es suavizada después del último interrogatorio. Uno de los primeros en poder penetrar en la cárcel es un religioso lazarista chino llamado Yang. ¡Qué desgarrador espectáculo aparece ante su mirada! Enmudece, derrama abundantes lágrimas y apenas consigue dirigir unas palabras al mártir. El padre Juan Gabriel desea confesarse, pero dos oficiales del mandarín que se hallan constantemente a su lado se lo impiden. Ante la petición de un cristiano que acompaña al padre Yang, consienten en apartarse un poco, y el misionero puede entonces confesarse.

Los demás prisioneros, encarcelados a causa de delitos comunes, testigos de la piadosa vida del padre Juan Gabriel, no tardan en apreciarlo; ideas hasta entonces desconocidas se abren paso en sus endurecidas almas. Admiradores de tantas virtudes, proclaman que tiene derecho a todo tipo de respeto. Él, por su parte, se halla completamente feliz en medio de los sufrimientos, porque lo vuelven más conforme con su divino modelo.

«Es todo lo que deseaba»

Por fin, el 11 de septiembre de 1840, después de un año entre grilletes y torturas, es conducido hasta el lugar de la ejecución. Le atan brazos y manos a la barra transversal de una horca en forma de cruz, y le sujetan ambos pies a la parte baja del poste, sin que toquen el suelo. El verdugo le pone en el cuello una especie de collar de cuerda en el que introduce un trozo de bambú. Con calculada lentitud, el verdugo aprieta dos veces la cuerda alrededor del cuello de la víctima. Una tercera torsión más prolongada interrumpe la plegaria continua del mártir, haciéndolo entrar en el inmenso y eterno gozo de la corte celestial. Tiene 38 años. Una cruz luminosa aparece en el cielo, visible hasta Pekín. Ante el asombro de todos, contrariamente a lo que sucede con los rostros de los ajusticiados por estrangulamiento, el de Juan Gabriel está sereno y conserva su color natural.

«El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana» (CIC, 2473). El sacrificio de San Juan Gabriel Perboyre produjo muchos frutos espirituales, muchos de los cuales son visibles: al igual que él, muchos cristianos chinos dieron su vida por Cristo, y la religión cristiana se desarrolló en China hasta requerir la construcción de catorce vicarías apostólicas. Más recientemente, las persecuciones del régimen comunista no han conseguido extinguir la fe.

San Juan Gabriel nos recuerda a nosotros mismos que «Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación» (CIC, 2472). Ese testimonio no siempre conduce al martirio de la sangre, pero supone la aceptación de la cruz de cada día. Empeñémonos en llevarla con amor, con la ayuda de la Santísima Virgen, y alcanzaremos el cielo, arrastrando con nosotros multitud de almas: «Más allá de la cruz, no hay otra escala por la que podamos subir al cielo» (Santa Rosa de Lima). Es la gracia que, en este comienzo de año, pedimos a San José, para Usted y para todos sus seres queridos, vivos y difuntos.

Reproducido con autorización expresa de Abadía San José de Clairval

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

¿Quiénes son bienaventurados?

Santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26. Miércoles XXIII del Tiempo Ordinario

Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por este momento de oración. Qué dicha y alegría el poder experimentar tu presencia, tu cercanía. Humildemente te pido, ¡ven Señor Jesús! Ilumina mi oración para que crezcan mi fe y mi fortaleza para saber escogerte siempre a ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26

En aquel tiempo Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas». «Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Si miramos a nuestro mundo vemos gentes que son pobres, que pasan hambre, que sufren, que son excluidos y proscritos… y a nadie se nos ocurre llamarlos dichosos ni tampoco ellos mismos se sienten como tales. Por el contrario vemos gente rica, que disfruta de todas las comodidades posibles y goza el momento presente como si poseyera el mayor tesoro, y todo los miramos con cierta envidia y los calificamos como gente con suerte.

¿Cómo entender el Evangelio? ¿Dónde está el contraste? ¿Cómo explicar estas antinomias?

El Evangelio es una fuerza revolucionaria que trastorna la mentalidad de este mundo presente; las personas que se dejan alcanzar por su influjo se abren a nuevas dimensiones y son capaces de descubrir la riqueza del compartir, de gozar la alegría de la entrega, de experimentar la paz en medio del desconcierto…

Todos necesitamos hacernos pobres de ambicionar cosas superfluas; salir de nuestros egoísmos para acercarnos a los otros; reír con los que ríen y llorar con los que lloran.

«Se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha globalizado la indiferencia!, se ha globalizado la indiferencia: a mí ¿qué me importa lo que les pasa a otros mientras yo defienda lo mío? Porque el mundo se ha olvidado de Dios, que es Padre; se ha vuelto huérfano porque dejó a Dios de lado. Algunos de ustedes expresaron: Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que cambiarlo, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos. Hay que hacerlo con coraje, pero también con inteligencia. Con tenacidad, pero sin fanatismo. Con pasión, pero sin violencia. Y entre todos, enfrentando los conflictos sin quedar atrapados en ellos, buscando siempre resolver las tensiones para alcanzar un plano superior de unidad, de paz y de justicia. Los cristianos tenemos algo muy lindo, una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas que están en el capítulo 5 de San Mateo y 6 de San Lucas, y que lean el pasaje de Mateo 25. Se los dije a los jóvenes en Río de Janeiro, con esas dos cosas tiene el programa de acción».

(Discurso de S.S. Francisco a los participantes del Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, octubre de 2014).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Que mi cercanía y apoyo a una persona que sufre, le haga experimentar el amor de Cristo.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Septiembre, un mes de santos dedicados a los pobres

Aleteia / Shutterstock

Salvador Aragonés – publicado el 01/09/17

Muchas son las conmemoraciones de santos y de la Virgen María en este mes que celebra importantes acontecimientos de la historia

El mes de septiembre (séptimo mes según el Calendario Romano y noveno según el Gregoriano) indica un cambio de estación meteorológica, pues pasa del verano al otoño en el Hemisferio Norte y del Invierno a la Primavera en el Hemisferio Sur.

Muchas son las conmemoraciones de santos y de la Virgen María, y celebra importantes acontecimientos de la historia, como la independencia de México, Chile, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Guatemala, prácticamente todas el día 15 de septiembre. Por esta razón se le llamada “Mes de la Hispanidad”. El día 11 recuerda el ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York y el golpe de Estado de Chille que derrocó al presidente Salvador Allende.

Entre los santos podemos trazar un denominador común en este septiembre: son santos de grandes sacrificios y penitencias y al mismo tiempo se dedican a los pobres, ancianos y enfermos.

Día 1.- San Josué. Es un santo que está en la Biblia, sucesor de Moisés (vivió hacia el 1230 antes de Cristo) de quien fue su principal colaborador. Introdujo al pueblo de Israel a la Tierra Prometida. Ungido por Moisés, conquistó una gran parte del territorio de Canaán, y dividió el territorio entre las doce tribus de Israel. Es venerado por las tres religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e islam.

Día 2.- Beato Bartolomé Gutiérrez. (1580-1632). Agustino mexicano, pidió ser misionero y fue enviado a Manila en 1605, y después a Japón en 1612, pero un año después el emperador japonés Taicosama decretó la expulsión de todos los misioneros. Bartolomé volvió a Japón de incógnito a petición de los fieles. Trabajó durante 15 años, pero fue traicionado. Fue quemado a fuego lento en Omura, Japón.

Día 3.- San Gregorio Magno, papa (540-604). Hijo de patricios romanos, despuntó rápidamente por su inteligencia y a los 34 años fue nombrado gobernador de Roma por el emperador Justino. Se conmovió ante la miseria y pobreza de Roma. Al morir su padre, Gregorio entregó todos sus bienes a los pobres y a la Iglesia. Vistió el hábito de san Benito, transformó su residencia lujosa de Roma en un monasterio y edificó otros siete monasterios.  Se atribuye como el iniciador del Canto Gregoriano. Fue elegido Papa por unanimidad por el clero y pueblo romanos el 3 de septiembre del año 590.

Día 4.- San Moisés, profeta. Significa “salvado de las aguas”. Criado junto al Faraón de Egipto, fue elegido por Dios para liberar al pueblo judío de Egipto y conducirlo a la tierra prometida en Canaán. Pasó el Mar Rojo, separando sus aguas, y recibió en el Sinaí las Tablas de la Ley de Dios: los Diez Mandamientos. No pudo ver la tierra prometida. Es un santo venerado en las tres religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e islam.

Día 5.- Santa Teresa de Calcuta. (1910-1997) Religiosa albanesa, sin duda la santa más popular del último siglo. En la India se dedicó a los más pobres de los pobres, a los moribundos, a los tuberculosos, a los que morían de hambre, acompañándolos a bien morir. A los 18 años ingresó religiosa en las Hermanas de Loreto, de Irlanda. Quiso ser Misionera y viajó a la India, a Calcuta. Allí recibió su “segunda llamada” y fundó las  Misioneras de la Caridad, cuando Jesús le comunicó que deseaba ser amado por los pobres. Abrió conventos en todo el mundo para cuidar a los pobres. Recibió el Premio Nobel de la Paz (1979). Su testimonio es la alegría de amar, el valor de las cosas pequeñas, la grandeza de la dignidad de cada persona humana. Vivió 40 años en la “oscuridad del alma” y parecía que Dios la había abandonado, pero le mantuvo la fe. Defendió con vehemencia en foros internacionales el valor de la vida frente al aborto y la contracepción. A los seis años de su muerte fue beatificada y después canonizada por el papa Francisco, en 2016.

Día 6.- San Zacarías profeta. Otro santo bíblico y profeta. Vaticinó la vuelta del pueblo de Israel a la tierra prometida, y anunció la llegada del Mesías, que sería un rey pacífico que entraría glorioso en la Ciudad Santa de Jerusalén.

Día 7.- Santa Regina de Autun. (siglo III). Vivió en tiempos del Imperio Romano, hija de padre romano y madre gala (francesa). A los 15 años decidió consagrarse a Dios en la virginidad. Era muy hermosa, y el prefecto romano quedó prendado de Regina solo al verla. Pero ella le confiesa su fidelidad a Jesucristo. El prefecto le obliga a adorar a los dioses romanos. Ella se niega, le torturan todo el cuerpo y finalmente es degollada. 

Día 8.- La Natividad de Nuestra Señora. Se conmemora el día que la Iglesia estableció el nacimiento de la Virgen María, hija de Joaquín y de Ana y madre de Jesús de Nazaret. Muchos son los nombres que ha tomado la Virgen en distintos lugares donde se ha aparecido en el mundo. Son los nombres de las vírgenes encontradas prodigiosamente. Entre estos nombres y advocaciones, en Europa y América Latina, están los de Nuria, Caridad y del Cobre, Coro, Covadonga, Llanos, Montserrat, Nazaret, Pino, Socorro, Camino, Victoria, Soterraña, Natividad, Divina Infantita, etc. etc.

Día 9.- San Pedro Claver (1580-1654). Religioso jesuita, hijo de campesinos catalanes, dedicó su vida a los esclavos negros en la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia). La mayoría procedían de Guinea, Congo y Angola. Durante 40 años se dedicó a esta labor en favor de la justicia que denunció en muchas ocasiones. Los esclavos llegaban todos los meses. Hizo grandes sacrificios por los negros y llegó a bautizar unos 300.000.

Día 10.- San Nicolás de Tolentino (1245-1305). Fue un religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín. Vivió confesando a mucha gente, imponiendo unas penitencias suaves, y las fuertes se las aplicaba personalmente. Es conocido por sus rigurosas penitencias y flagelaciones. Tuvo la visión de las almas del Purgatorio y pidió que se rezara por ellas. Las limosnas que recibía se las daba a los pobres. Vivió muy pobremente y se apoyó siempre en la Eucaristía. 

Día 11.- El Señor de los Milagros de Buga. Es una antigua tradición que narró el franciscano fray Francisco G. Rodríguez, quien publicó una novena en 1819. Se trata de una piadosa anciana india del valle del Cauca (Colombia). Lavaba ropa y su piedad le llevó a comprarse un Cristo, con sus ahorros (70 reales) conseguidos en mucho tiempo. Cuando fue a comprarlo pasó por su lado un honrado padre de familia, que debía dinero y estaba llorando por no poder pagar su deuda: eran 70 reales. La india le dio los que llevaba encima esperando otra ocasión para comprar el Cristo. A los pocos días, mientras lavaba la ropa la anciana encontró entre las olas del río Buga un crucifijo de madera. No podía pertenecer a nadie porque río arriba no vivía nadie. Muy feliz con el encuentro construyó una capillita en su casa. El párroco y los habitantes del lugar visitaron la capillita y vieron que había sido un prodigio pues no había ningún crucifijo con semejante imagen en la zona. El lugar recibió muchas peregrinaciones y en él tuvieron lugar hechos prodigiosos y milagros. Se le llamó al crucifijo “El Señor de los Milagros de Buga”, que hoy es una basílica.

Día 12.- Dulce nombre de María. Es el santo de las Marías, Miriam, Fuensanta, Estíbaliz, Lluc, etc. La fiesta se autorizó en 1513 en la ciudad española de Cuenca. El papa Inocencio XI admitió la fiesta litúrgica como acción de gracias por la victoria de las fuerzas polacas del rey Juan Sobieski sobre las tropas turcas.

Día 13.- San Juan Crisóstomo. (349-407). Fue obispo de Constantinopla y Doctor de la Iglesia. Gran reformador del clero de su diócesis y gran defensor de la verdad. Recibió toda clase de acusaciones y calumnias por parte de la Corte Imperial y de los intelectuales del tiempo. Fue dos veces desterrado. Apenado de tantas tribulaciones murió en Comana, el Ponto. Su obra es muy rica en doctrina. Mereció el nombre de Crisóstomo (Boca de Oro).

Días 14.- La Exaltación de la Santa Cruz. Es la fiesta que quedó instituida al día siguiente de la dedicación de la Basílica de la Resurrección, erigida encima el Santo Sepulcro de Jesucristo por el emperador Constantino el año 335. Cristo reina y salva desde la Cruz, símbolo permanente de los cristianos.

Día 15.- Nuestra Señora de los Dolores. Recuerda el momento en que la Virgen María, de pie junto a la Cruz de su Hijo sufrió lo que le anunció Simeón en la presentación en el Templo: “Una espada traspasará tu corazón”.

Día 16.- San Cipriano y san Juan Macías. San Cipriano (200-258), tras su conversión fue presbítero y obispo de Cartago, donde recibió el martirio por defender la verdad de Dios bajo el mandato del emperador Decio. Se conmemora junto con san Cornelio papa.

San Juan Macías (1585-1645), religioso dominico, difundió el rezo del Rosario en Lima (Perú). Tras dedicarse a los oficios más humildes atendió a los pobres y enfermos, pero también predicó a los bienestantes. Es decir ayudó a los que necesitaban de Dios. Nació en  Extremadura (España) y fue misionero en Perú, primero en Cartagena de Indias y después en Lima. Fue contemporáneo de santa Rosa de Lima y de san Martín de Porres.

Día 17.- San Roberto Belarmino y santa Hildegarda de Bingen. San Roberto Belarmino (1542-1621) fue un religioso jesuita italiano, firme defensor de la Iglesia frente al protestantismo. Fue atacado personalmente, con insultos y desprecio, pero nunca mencionaba a sus adversarios. Conocía en profundidad la Biblia, la patrística y los escritos de los protestantes. Escribió su libro “Controversias”.

Santa Hilegarda de Bingen (1098-1179), llamada “Sibila del Rin” fue una monja benedictina alemana. Prácticamente analfabeta, hizo gala de una gran sabiduría, no solo en el conocimiento de la doctrina de la Iglesia, sino sobre todo en su enorme conocimiento de las plantas medicinales y de la música. Sus profecías todavía son escuchadas hoy. Fue abadesa y tuvo muchas revelaciones.

Día 18.- San José Cupertino (1603-1663). Religioso italiano, franciscano de los Hermanos Menores Conventuales. Su apostolado lo hizo con la oración y la penitencia. Como san Francisco, era amigo de los animales y tuvo muchos éxtasis y curó milagrosamente a muchas personas.

Día 19.- San Jenaro de Nápoles (siglo IV). Obispo y confesor. Condenado a las fieras como otros seis compañeros, cuando fueron conducidos a la arena del anfiteatro, las fieras no los atacaron y se volvieron repentinamente mansas. El público protestó airadamente (querían ver sangre). Sus reliquias, en Nápoles, se exponen cada año ese día, entre ellas un frasco con sangre de san Jenaro. El frasco está herméticamente cerrado desde hace 300 años. El día 19 de septiembre la sangre se licúa. Los fieles cantan entonces un Te Deum. En caso de no licuarse, dice la tradición, san Jenaro anuncia que algo tremendo ocurrirá en Italia o en el mundo.

Día 20.- San Andrés Kim Taegön y 102 compañeros mártires (1821-1846). Aunque fue ordenado en China (Shanghai), fue un sacerdote y mártir nacido en Corea. San Andrés ya tenía a su bisabuelo y buena parte de su familia mártires por la fe. A él se le acusó –ciertamente—de haber intentado llevar misioneros a Corea para expandir la fe en Cristo.

Día 21.-. San Mateo Apóstol y Evangelista. Jesús lo llamó estando en la mesa de los cambistas como recaudador de impuestos. Fue un publicano por su profesión, y bienestante, pero lo dejó todo cuando recibió la llamada de Jesús. Después de recibir el Espíritu Santo fue a anunciar el Evangelio por oriente, hasta llegar a Persia y la India. Murió mártir.

Día 22.- San Mauricio de Agauno y compañeros (siglo III). Fue el jefe de la Legión Tebea, en tiempos del emperador Maximiliano, y al no querer someterse a los ídolos romanos, san Mauricio y los soldados cristianos de la misma legión fueron sacrificados por defender su fe en Cristo.

Día 23.- San Pío de Pietralcina, Padre Pío. Uno de los santos con más popularidad del último siglo, famoso por su vida austera, su obediencia y por sufrir los estigmas de Jesús en la Cruz. Ha enseñado, sobre todo en el confesionario, como el dolor puede hacer santo a los que creen.

Día 24.- Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes. Patrona de Barcelona y de los padres mercedarios, que fundó san Pedro Nolasco como una orden militar destinada a rescatar a los cristianos cautivos de los musulmanes (siglo XIII). La devoción se extendió por toda España y América, siendo Nuestra Señora de la Merced patrona los ejércitos de Argentina y Perú, y tiene muchos patronazgos en América del Sur.

Día 25.- San Cleofás, discípulo. Contemporáneo de Jesús, fue uno de los dos caminantes a Emaús, a quienes acompañó el Señor y les hizo ver con claridad las escrituras. Les “ardía el corazón” cuando oyeron las palabras de Jesús, que reconocieron al partir el pan en la posada.

Día 26.- Santos Cosme y Damián.  Vivieron entre los siglos III y IV. Eran médicos y  cristianos ejemplares. Su fama de santidad recorrió todo el oriente y después occidente, obrando muchos milagros de curaciones. Murieron degollados en la época del emperador Diocleciano. Después de muertos curaron a mucha gente, en particular al emperador Justiniano I.

Día 27.- San Vicente Paúl. (1581-1660). Sacerdote y fundador, veía el rostro de Jesús en cada uno de los pobres. Fundó la Congregación de la Misión destinada a sacerdotes y, junto con Santa Luisa de Marillac, fundó la Congregación de las Hijas de la Caridad, dedicadas a atender a los pobres, ancianos y necesitados. Vivió en tiempos de mucha escasez de vocaciones sacerdotales. Él las fomentó, para lo que recibió ayuda, entre otros muchos, del cardenal Richelieu. Desde Francia irradió la caridad de sus fundaciones a toda Europa. También atendió san Vicente de Paúl al Rey Luis XIII y la corte franceses. Combatió a los jansenistas.

Día 28.- San Lorenzo Ruiz y compañeros mártires (1600-1638). Fue un notario filipino, casado y con tres hijos. Ejerció en Manila, pero al ser acusado injustamente de un homicidio, se exilió con sus compañeros a Japón, donde continuó su evangelización. Se estableció en Nagasaki, pero las autoridades obligaron a él y a sus compañeros a renunciar a la fe, bajo pena de martirio. No abjuraron y tras sufrir muchos tormentos murieron mártires en esta ciudad nipona.   

Día 29.- Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Los tres arcángeles sirven a Dios siendo mensajeros suyos ante los hombres. San Miguel tiene la espada para vencer a Satanás en las batallas que este plantea a Dios y a los hombres. San Gabriel fue el mensajero que anunció la Encarnación ante la Virgen María y san Rafael fue quien condujo a Tobías por el camino que le llevó hasta su futura esposa Sara.

Día 30.- San Jerónimo (340-420), presbítero y doctor de la Iglesia. Escribió muchas obras especialmente sobre la Biblia, y fue un predicador eminente. En sus años de estudio, Jerónimo vivió prácticamente como un pagano, aunque sus padres le educaron como cristiano de niño. Volvió al fervor religioso e hizo mucha penitencia por su pasado “cuando mi alma ardía en malos pensamientos”.