.

 

 

Referencias Bíblicas
• Luke 13:31-35
• Obispo Robert Barron

 

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús se compara a una gallina que anhela juntar a sus pollitos bajo sus alas. El teólogo N.T. Wright señala que esto es mucho más que una imagen sentimental. Se refiere a lo que hace una gallina cuando hay fuego arrasando el granero. Para proteger a sus pollitos, se sacrificará, reuniéndolos bajo sus alas y usando su propio cuerpo como escudo.

En la Cruz, Jesús usó, por así decirlo, su propio Cuerpo sacrificado como escudo, absorbiendo toda la fuerza del odio y la violencia del mundo.

Se metió lo más cercano al pecado (porque allí es donde se encuentra a los pecadores) y permitió que el fuego y la furia del pecado lo destruyeran, aún cuando nos protegía.

Con esta metáfora en mente, podemos ver con especial claridad por qué los primeros cristianos asociaron a Jesús crucificado con el siervo sufriente de Isaías. Al soportar el dolor de la cruz, Jesús realmente cargó con nuestros pecados; y por sus llagas fuimos curados.

 

 

Quintín, Santo

Mártir, 31 de octubre

Martirologio Romano: Cerca de la ciudad de Vermand, en la Galia Bélgica, san Quintín, mártir, del orden senatorial, que padeció por Cristo en tiempo del emperador Maximiano.

Breve Biografía


Fue Quintín hijo de un senador romano muy apreciado de la gente.

Se hizo amigo del Papa San Marcelino, quién lo bautizó.

El más grande deseo de Quintín era hacer que muchas personas conocieran y amaran a Jesucristo, y poder derramar su sangre por defender la religión.

Cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, Quintín fue escogido para formar parte de ese grupo de evangelizadores.

Dirigido por el jefe de la misión, San Luciano, fue enviado Quintín a la ciudad de Amiens, la cual ya había sido evangelizada en otro tiempo por San Fermín, por lo cual hubo un nutrido grupo de cristianos que le ayudaron allí a extender la religión. Quintín y sus compañeros se dedicaron con tan grande entusiasmo a predicar, que muy pronto ya en Amiens hubo una de las iglesias locales más fervorosas del país.

Nuestro santo había recibido de Dios el don de sanación, y así al imponer las manos lograba la curación de ciegos, mudos, paralíticos y demás enfermos. Había recibido también de Nuestro Señor un poder especial para alejar los malos espíritus, y eran muchas las personas que se veían libres de los ataques del diablo al recibir la bendición de San Quintín. Esto atraía más y más fieles a la religión verdadera. Los templos paganos se quedaban vacíos, los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio, mientras que los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más.

Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicado y haciendo prodigios. Riciovaro, que conocía a la noble familia de nuestro santo, lo llamó y le echó en cara que un hijo de tan famoso senador romano se dedicara a propagar la religión de un crucificado. Quintín le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra, y que por lo tanto para él era un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano.

El gobernador hizo azotar muy cruelmente a Quintín y encerrarlo en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas. Pero por la noche se le soltaron las cadenas y sin saber cómo, el santo se encontró libre, en la calle. Al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente.

Entonces el gobernador lo mandó poner preso otra vez y después de atormentarlo con terribles torturas, mandó que le cortaran la cabeza, y voló al cielo a recibir el premio que Cristo ha prometido para quienes se declaran a favor de Él en la tierra.

A mediados del siglo XVI las coronas francesas y españolas se enfrentaron en San Quintín, localidad francesa situada en la región de Picardía. La victoria la obtuvieron los españoles, pero fue tanto el sufrimiento de ambos bandos durante la “Batalla de San Quintín” que esta experiencia dio lugar a la conocida frase “Se armó la de San Quintín”. La cual se usa actualmente para describir una gran trifulca o polémica.

 

 

Ternura de padre

Santo Evangelio según san Lucas 13, 31-35.

 

Jueves XXX del Tiempo Ordinario.
Por: Cristian Gutiérrez, LC
Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Gracias, Señor, por el don de mi vida. No sólo de la vida en general, sino de mi vida. Gracias por haber pensado en mí y llamado a la existencia con una misión. Gracias por tu amor y porque en esta oración me puedo encontrar contigo.

Creo que eres mi Dios y mi Señor. Confío en ti, pero dame la gracia de confiar un poco más.

Te quiero y te agradezco todos los dones que día tras día no te cansas de concederme. Te pido perdón por mis pecados y mis fallos. Ayúdame a seguirte con disponibilidad y a estar atento a lo que quieres de mí hoy.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 13, 31-35



En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: “Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte”. Él les contestó: “Vayan a decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo curaciones hoy y mañana, y al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas a los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido! Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada. Yo les digo que no me volverán a ver hasta el día en que digan: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’”.



Palabra del Señor



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



 

 

Dos ideas me puedo detener a considerar en este rato de oración contigo. El primero es fijarme en la clara conciencia que tienes de tu misión. Conoces bien la Voluntad de tu Padre y ella es el motor de todas tus acciones. Tú también me has dado una misión en este mundo. Dame la gracia de descubrirla y vivir toda mi vida en torno a ella. Una misión que no es imposible, irrealizable, pesada e insoportable, sino que está hecha a mi medida y de acuerdo a mis posibilidades. ¡Tú nunca pides imposibles! Esos te los dejas para realizarlos Tú.



Y la segunda idea es contemplar tu ternura. Siempre has estado detrás de mí persiguiéndome con tu amor y tus dones… y yo que me resisto y huyo de ti. No me doy cuenta de que de verdad estás enamorado de mí y me amas con locura. No hay imagen más tierna que aquella de la gallina que quiere tener a sus pollitos bajo sus alas, no para detenerlos y subyugarlos sino para protegerlos, calentarlos, amarlos. Los padres de familia comprenderán mejor que nadie esta idea. No se quiere tener a los hijos cerca para tener mano de obra en casa, para explotarlos, usarlos. No, sino para amarlos.



 

Ése eres Tú. Eres el Dios tierno que busca de una y mil maneras tenerme bajo tu cuidado… pero yo no he querido, éste es el reproche de este Evangelio. Dame la gracia de no rechazar tu amor. Quiero dejarme amar por ti siempre, incondicionalmente.



«Dios el poderoso, el creador lo puede hacer todo; sin embargo Dios llora y en esas lágrimas está todo su amor.

Dios llora por mí, cuando yo me alejo; llora por cada uno de nosotros; Dios llora por los malvados, los que hacen muchas cosas malas, mucho mal a la humanidad…

Él, en efecto, espera, no condena, llora. ¿Por qué? ¡Porque ama!».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de octubre de 2015).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.



Hoy voy a manifestar a mi familia la ternura de Dios saludándolos o despidiéndolos con cariño.



Despedida



¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Sin esta virtud no podríamos tener progreso espiritual

La caridad es una virtud teologal que Dios infunde en el Bautismo, y tiene una poderosa razón de ser en el cristiano para nuestro progreso espiritual.

 

En el Bautismo recibimos la gracia santificante que nos convierte en hijos adoptivos de Dios y borra en nosotros el pecado original.

Y por si esto fuera poco, el Señor nos obsequia las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, que, como dice el Catecismo de la Iglesia católica:

«disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad.

Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino» (CEC 1812).

Por consecuencia, estas virtudes no podemos adquirirlas por mérito humano:
«Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna». (CEC 1813)

Fe, esperanza y caridad

De manera muy sencilla recordaremos que por la fe creemos en Dios y en todo lo que nos ha revelado. Y por la esperanza «aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra» (CEC 1817).

Así mismo, las tres virtudes «Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano» (CEC 1823).

Sin embargo, la caridad es la mayor de las tres virtudes, como lo expresa San Pablo:

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y la caridad, pero la más grande todas es la caridad (1 Cor 13, 13).

Sin caridad no hay crecimiento espiritual

El Catecismo aclara que la caridad es sinónimo de amor:

La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios (CEC 1822).

Pero hay que destacar que no se trata de sentimentalismos, es decir, la caridad es ese amor sobrenatural va más allá de «sentir bonito», y su efecto en el alma de la persona se enfoca en hacer el bien a todos, aún y quizá más, a los enemigos, por amor a Dios.

Por eso, si no tuviéramos la caridad sería prácticamente imposible amar a quien nos han dañado.
San Pablo resume de esta manera la caridad:

Si no tengo caridad nada soy…. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma… si no tengo caridad, “nada me aprovecha” (1 Co 13, 1-4).

Caridad y progreso espiritual

En conclusión, si deseamos progresar espiritualmente, debemos ejercitar la caridad amando a Dios, ¿cómo? obedeciendo sus mandamientos, esforzándonos en dar testimonio cristiano, usando los sacramentos para incrementar la gracias y superar nuestros defectos y pecados.

Y al prójimo, por supuesto, porque si no se demuestra con el trato a nuestros semejantes, nuestro amor será vacío y sin sentido, como lo remarca san Pablo:

«si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe» (1 Cor 13, 1).

Pidamos al Señor que cada día aumente en nosotros la caridad que tendrá su plenitud el día que lo veamos en el cielo.

Te puede interesar :“La limosna no es caridad”, dice el Papa Francisco

Te puede interesar :Cinco ejercicios de caridad para todos los días

Te puede interesar :Empatía o caridad, ¿cuál es la diferencia?