Referencias Bíblicas
• Mark 4:35-41
• Obispo Robert Barron
Amigos, en la maravillosa historia donde se calma la tormenta del mar somos testigos de la dinámica espiritual entre el miedo y la confianza. Cuando cruzan el lago, los discípulos representan simbólicamente a todos nosotros en un viaje por la vida. Cuando se enfrentan a las poderosas olas, inmediatamente están llenos de temor. Del mismo modo, cuando nos enfrentamos a las pruebas y ansiedades de la vida, la primera reacción es el miedo.
Jesús está “durmiendo sobre el cabezal”. Él representa el poder divino “dormido” dentro de todos nosotros. Esto simboliza la energía divina que no se ve afectada por las tormentas de miedo que genera nuestro ansioso ego.
A nivel espiritual, vemos que este poder divino calma las olas: “Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”.
Esta hermosa narrativa sugiere que, si solo despertamos a la presencia de Cristo dentro de nosotros, entonces podemos resistir aún las tormentas más aterradoras. Cuando, al final de la historia, Jesús pregunta a sus desconcertados discípulos: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?” parece sorprenderse que aún no hayan experimentado ese cambio de corazón necesario para vivir en el Reino de Dios.
Brígida de Kildare, Santa
Abadesa, 1 de febrero
Por: Redacción
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Patrona de Irlanda junto con los santos
Patricio y Columbano
Martirologio Romano: En Kildare, en Irlanda, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio (c. 525).
Breve Biografía
Parece una contradicción, pero a pesar de su gran fama que la hace pasar por la santa más conocida de Irlanda y de estar unidos a su figura gran cantidad de elementos festivos y folclóricos se conocen muy pocos hechos históricos sobre su vida.
Fue Cogitosus que vivió del 620 al 680 su primer biógrafo, pero -lastimosamente- poco escribe acerca de la vida terrena de la santa; su escrito se pierde en descripciones sociales y religiosas en torno al monasterio de Kindale, probablemente mixto y con jurisdicción quasi-episcopal, fundado por Brígida.
También existen himnos y poemas irlandeses de los siglos VII y VIII que en sí mismos testimonian el culto que se tributaba a la santa irlandesa.
Un poco más adelante, el obispo de Fiésole, Donatus, a mitad del siglo IX, escribe su vida en verso y este debió ser el vehículo de la rápida difusión de su culto por Europa.
Pero de esta carencia de datos que impiden el diseño de un perfil hagiográfico completo; la religiosidad popular y el calor de las gentes por su santa ha suplido con creces la grandeza de su vida fiel al Evangelio y entregada a su vocación religiosa.
Del hecho de pertenecer Brígida a una tribu inferior en su tiempo, concretamente la de Forthairt, la fantasía la hace nacer del fruto de la unión -extraña al matrimonio- de su padre, Duptaco, con una bellísima esclava, con todos los problemas que esto produce en el entorno familiar legítimo, desde el disgusto de la esposa hasta la proposición de su venta. Claro que de esto se sacará la noble lección de que Dios puede tener planes insospechados para los espúreos inculpables que pueden llegar a las cimas más altas de la santidad y dejar tras de sí una estela de bien para la gente.
Heredada la extrahermosura de su madre, para no ser ocasión de pecado y no ser ya más pedida en matrimonio, pide a Dios que la haga fea.
¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios? Ha decidido entrar en religión. Derrama lágrimas abundantes y son escuchados sus ruegos con un reventón del ojo; por este favor da gracias a Dios que luego le devuelve todo su esplendor. La lección está clara: quien posee al Amor desprecia lo que a tantas vuelve locas y vanas para alcanzar un amor.
También los pobres están presentes en el relato; no podría concebirse santidad sin caridad.
Y ahora es la vaca su cómplice; nunca se secaron las ubres, una y otra vez ordeñadas por Brígida, cuando había que remediar a un menesteroso.
La vaca ha quedado presente, como emblema, en las representaciones pictóricas de los artistas, junto a la imagen de la santa.
Y aún hay más; sí, son inagotables los relatos de bondades. Se habla de leprosos curados y de monjas tibias descubiertas; la muda Doria comienza a hablar y termina sus días como religiosa en el convento; frustra asesinatos; da vista a ciegos y… como expresión del estilo de un pueblo ¡convierte el agua de su baño en cerveza para apagar la sed!
Los himnos, versos, poemas y canciones populares -con sencillez y regocijo- muestran el calor de un pueblo por su santa y dice con sus leyes lo que las de la crítica histórica ni puede ni debe decir.
El lugar que ocupa Cristo en tu barca
Santo Evangelio según San Marcos 4, 35-41.
Sábado III de Tiempo Ordinario.
Por: Luis Adrián Olvera De la Cruz,
LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor Jesús, te invito en estos momentos a que subas a mi barca y tomes el timón de mi vida para afrontar las tempestades que se me presenten ¡Mi alma está sedienta de ti! (Sal 42)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla del lago». Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas. De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? «. El se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “Cállate, enmudece!”. Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: «¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?». Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Quién no se ha sentido alguna vez con el agua al cuello? Cuando nos encontramos en una situación límite queremos ayuda urgentemente, ahí es cuando nos acordamos de Jesús. Sin embargo, puede suceder que por más que oramos parece que Dios no nos escucha, que se ha olvidado de nosotros, que está dormido.
En el Evangelio que meditamos hoy, ¿será posible que verdaderamente Jesús se encuentre dormido en medio de la tempestad, el viento huracanado, los gritos de terror de sus amigos? Si Jesús hubiera querido jugar una broma, le salió muy mal, nadie le hubiera creído que estaba dormido.
Al inicio de nuestra vida sólo tenemos una certeza, que algún día vamos a morir. Ése es el momento crucial donde el Señor nos dice como a sus apóstoles ¡Vayan a la otra orilla! ¡Vayan al cielo!
Pero en medio de este gran viaje a través de las aguas de la vida, la forma más segura de llegar a buen puerto es decirle a Jesús que se suba a nuestra barca.
Hoy si te encuentras sumido al borde de una tempestad y piensas que el Señor está ausente, recuerda por un instante, ¿a qué rincón de tu barca lo mandaste?
Jesús no merece estar en una esquina en la popa de nuestra barca, porque Él, además de ser el mejor capitán, puede tener el poder absoluto sobre tu tormenta. ¿Quieres ir a despertar al Señor?
«¿Creemos que el Señor es fiel? ¿Cómo vivimos la novedad de Dios que todos los días nos transforma? ¿Cómo vivimos el amor firme del Señor, que se pone como barrera segura contra las olas del orgullo y de las falsas novedades? El Espíritu Santo nos ayude a ser siempre conscientes de este amor ‘rocoso’, que nos vuelve estables y fuertes en los pequeños y grandes sufrimientos, nos hace capaces de no cerrarnos ante las dificultades, de afrontar la vida con valentía y mirar al futuro con esperanza». (Homilía de S.S. Francisco, 21 de julio de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Sólo por hoy intentaré darle a Cristo el lugar que se merece en mi vida haciendo algún acto de caridad con el prójimo, sonriéndole a las personas con las que me encuentre y, si me es posible, recibirle también en la Eucaristía o arrodillarme unos minutos ante Él en el sagrario.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cómo acompañar a nuestros adultos mayores
Durante la etapa de la tercera edad, nuestros adultos mayores requieren de ciertos cuidados que harán la diferencia en su estado de ánimo y su calidad de vida
La vejez es una etapa de la vida que puede estar llena de retos, pero también de sabiduría y experiencias valiosas. A menudo los adultos mayores enfrentan soledad, fragilidad física y la sensación de estar desconectados de la sociedad. Es aquí donde el acompañamiento, no solo físico sino también emocional y social, juega un papel crucial en su bienestar.
Un acto de amor
El Papa Francisco explicó la cercanía de Dios en la tercera edad, dentro de su mensaje titulado «En la vejez no me abandones» para la IV Jornada Mundial de los Abuelos Mayores 2024.
«Dios nunca abandona a sus hijos. No descarta ninguna piedra, al contrario, las más ‘viejas’ son la base segura sobre las que se pueden apoyar las piedras ‘nuevas’ para construir todas juntas el edificio espiritual».
¿Cómo podemos acompañarlos y ayudarlos a sentirse acompañados, útiles y amados? Aquí te ofrecemos tres consejos.
1 Escuchar con atención y empatía
Una de las maneras más profundas de acompañar a los adultos mayores es dedicar tiempo a escucharles. A menudo, los mayores no buscan soluciones a sus problemas, sino simplemente ser escuchados.
Para Ruth Castillo, es hermoso poder acompañar a sus abuelos cada fin de semana para escucharlos y conversar con ellos.
«Me encanta compartir con mis abuelos cada vez que los visito, porque siempre tienen una historia nueva que contarme. Los miro a los ojos y simplemente disfruto escuchándolos, acompañados de una buena bebida. Ellos se relajan y me esperan con emoción».
Ponlo en práctica: haz preguntas como «¿Qué fue lo que más te gustaba hacer cuando eras joven?», o «Cuéntame alguna historia divertida que te haya marcado».
2 Realizar actividades juntos
Los adultos mayores pueden encontrar consuelo en la rutina y en actividades que les resulten significativas. Ya sea una caminata, leer juntos, hacer manualidades, ver películas o incluso cocinar, las actividades compartidas permiten que se mantengan activos. Mónica Muñoz, quien es parte del equipo de Aleteia, nos comparte lo siguiente:
«Mi padre sufre demencia senil y ya no puede coordinar bien sus palabras, sin embargo, entiende las ideas que comentamos, trata de platicar y se ríe. Creo que una manera muy sencilla de ayudarlos es tratarlos con respeto, no olvidando su dignidad como personas, y además haciendo obras tan simples como sentarnos a ver una película con ellos. Acompañarlos en su enfermedad es una obra de misericordia que Dios premia con larga vida y con la santificación de los hijos».
Ponlo en práctica: date el tiempo de realizar alguna actividad que les guste a tus abuelos o padres, ya sea ver una película juntos o jugar un juego de mesa. Por supuesto, no olvides hacerlos parte de cada momento o celebración familiar a pesar de su condición.
3 Promover su independencia
A pesar de las limitaciones físicas o de salud, los adultos mayores a menudo desean conservar su independencia tanto como sea posible.
Para Alan Sánchez acompañar y ayudar a su tía abuela fue también permitir que ella se sintiera capaz.
«Cuando cuidaba a mi tía abuela, la ayudaba como fuera posible. Siempre le preguntaba si necesitaba algo o si se sentía cómoda, si tenía hambre o sed. Creo que es necesario ayudar a esas personas que necesitan de nuestra ayuda y sobre todo hacerlo con amor y muchísimo respeto, pero también dar cierta flexibilidad y dejar que ellos realicen actividades por sí solos (incluso podría ser bajo observación) para que no pierdan ese sentimiento de ser independiente y que lleguen a sentir ese sentimiento de impotencia».
Consejo práctico: pregúntales si necesitan ayuda con algo, pero evita hacer todo por ellos sin que lo pidan. Si tienen dificultades para realizar alguna tarea, sugiere alternativas.
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