- John 17:11b-19
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús reza: “Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros”.
La Iglesia es una porque su Fundador es uno. Jesús nos obliga a elegir precisamente porque afirma hablar y actuar en la misma persona de Dios. Jesús no puede ser simplemente un maestro entre muchos y, por lo tanto, los que siguen su camino deben estar exclusivamente con Él.
Además, el Dios que Jesús encarna es uno. La concepción israelita de Dios es fuertemente monoteísta y, por lo tanto, excluye cualquier diversidad o sincretismo a nivel de creencia básica: “El Señor —‘Celoso’ es su nombre— es un Dios celoso”. Joseph Ratzinger comentó que la primera línea en el Credo de Nicea, Credo in unum Deum (creo en un solo Dios), es una declaración subversiva, porque automáticamente descarta cualquier otro rival.
Decir que uno solo acepta al Dios de Israel y Jesucristo es decir que uno rechaza como máximo y principal a cualquier ser humano, cualquier cultura, cualquier partido político, cualquier forma artística o cualquier conjunto de ideas. Un cristiano es alguien que, al nivel más fundamental de su ser, está centrado en el único Dios de Jesucristo.
Isidro Labrador, Santo
Laico, 15 de mayo
Por: Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net
Martirologio Romano: En Madrid, capital de España, labrador, que juntamente con su mujer, santa María de la Cabeza o Toribia, llevó una dura vida de trabajo, recogiendo con más paciencia los frutos del cielo que los de la tierra, y de este modo se convirtió en un verdadero modelo del honrado y piadoso agricultor cristiano. († 1130)
Fecha de canonización: 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV.
Breve Biografía
Cuarenta años antes de que ocurriera, había escrito Cicerón: “De una tienda o de un taller nada noble puede salir”. Unos años después, en el año primero de la era cristiana, salió de un taller de carpintero el Hijo de Dios. Las mismas manos que crearon el sol y las estrellas y dibujaron las montañas y los mares bravíos, manejaban la sierra, el formón, la garlopa, el martillo y los clavos y trabajaban la madera. Desde entonces, ni la azada ni el arado ni la faena de regar y de escardar tendrían que avergonzarse ante la pluma ni ante el manejo de los medios modernos de comunicación, ni ante las coronas de los reyes. El patrón de aquella villa recién conquistada a los musulmanes, Madrid, hoy capital de España, no es un rey, ni un cardenal, ni un rey poderoso, ni un poeta ni un sabio, ni un jurista, ni un político famoso. El patrón es un obrero humilde, vestido de paño burdo, con gregüescos sucios de barro, con capa parda de capilla, con abarcas y escarpines y con callos en las manos.
Es un labrador, San Isidro. Como el Padre de Jesús, cuyas palabras nos transmite San Juan en el evangelio 15,1: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”.
SE POSTRARON LOS REYES
Ante su se-pulcro se postraron los reyes, los arquitectos le construyeron templos y los poetas le dedicaron sus versos. Lope de Vega, Calderón de la Barca, Burguillos, Espinel, Guillén de Castro, honraron a este trabajador madrileño. El historiador Gregorio de Argaiz le dedicó un gran libro: «La soledad y el campo, laureados por San Isidro». Fue su misión, laurear el campo, frío, duro, ingrato, calcinado por los soles del verano y estremecido por los hielos de los inviernos. El campo quedó iluminado y fecundado por su paciencia, su inocencia y su trabajo. No hizo nada extraordinario, pero fue un héroe.
Fue un héroe que cumplió el “Ora et labora” benedictino. La oración era el descanso de las rudas faenas; y las faenas eran una oración. Labrando la tierra sudaba y su alma se iluminaba; los golpes de la azada, el chirriar de la carreta y la lluvia del trigo en la era, iban acompañados por el murmullo de la plegaria de alabanza y gratitud mientras rumiaba las palabras escuchadas en la iglesia. Acariciando la cruz, aprendió a empuñar la mancera. He ahí el misterio de su vida sencilla y alegre, como el canto de la alondra, revolando sobre los mansos bueyes y el vuelo de los mirlos audaces.
TAN POBRE
Alegre y, sin embargo, tan pobre. Isidro no cultivaba su prado, ni su viña; cultivaba el campo de Juan de Vargas, ante quien cada noche se descubría para preguntarle: «Señor amo, ¿adónde hay que ir mañana?» Juan de Vargas le señalaba el plan de cada jornada: sembrar, barbechar, podar las vides, limpiar los sembrados, vendimiar, recoger la cosecha. Y al día siguiente, al alba, Isidro uncía los bueyes y marchaba hacia las colinas onduladas de Carabanchel, hacia las llanuras de Getafe, por las orillas del Manzanares o las umbrías del Jarama. Cuando pasaba cerca de la Almudena o frente a la ermita de Atocha, el corazón le latía con fuerza, su rostro se iluminaba y musitaba palabras de amor.
Y las horas del tajo, sin impaciencias ni agobios, pero sin debilidades, esperando el fruto de la cosecha “Tened paciencia, hermanos, como el labrador que aguanta paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía” Santiago 5, 7. Así, todo el trabajo duro y constante, ennoblecido con las claridades de la fe, con la frente bañada por el oro del cielo, con el alma envuelta en las caricias de la madre tierra.
NO SABÍA LEER
El Cielo y la tierra eran los libros de aquel trabajador animoso que no sabía leer. La tierra, con sus brisas puras, el murmullo de sus aguas claras, el gorjeo de los pájaros, el ventalle de sus alamedas y el arrullo de sus fuentes; la tierra, fertilizada por el sudor del labrador, y bendecida por Dios, se renueva año tras año en las hojas verdes de sus árboles, en la belleza silvestre de sus flores, en los estallidos de sus primaveras, en los crepúsculos de sus tardes otoñales, con el aroma de los prados recién segados. Isidro se quedaba quieto, silencioso, extático, con los ojos llenos de lágrimas, porque en aquellas bellezas divisaba el rostro Amado. Seguro que no sabia expresar lo que sentía, pero su llanto era la exclamación del contemplativo en la acción, con la jaculatoria del poeta místico Ramón Llull: «¡Oh bondad! ¡Oh amable y adorable y munificentísima bondad!». O del mínimo y dulce Francisco de Asís, el Poverello: “Dios mío y mi todo”. “Loado seas mi Señor por todas las criaturas, por el sol, la luna y la tierra y el agua, que es casta, humilde y pura”. O también con el sublime poeta castellano como él: “¡Oh montes y espesuras – plantados por las manos del Amado – oh prado de verduras, de flores esmaltado – decid si por vosotros ha pasado!!!. “El que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante” Juan 15,5. Así, el día se le hacía corto y el trabajo ligero. Bajaban las sombras de las colinas. Colgaba el arado en el ubio, se envolvía en su capote y entraba en la villa, siguiendo la marcha cachazuda de la pareja de bueyes.
Libres del mal, santificados en la verdad
Santo Evangelio según San Juan 17, 11-19. Miércoles VII de Pascua.
Por: César Yali Molina Flores, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, sabes que soy débil, guárdame del mal.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 17, 11-19
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me diste; yo velaba por ellos y ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que mi gozo llegue a su plenitud en ellos. Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos, para que también ellos sean santificados en la verdad”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el santo Evangelio de hoy Jesús intercede al Padre diciendo: «No ruego que los retires del mundo, sino que los apartes del mal». Esta intercesión es la recomendación de un Padre que te da libertad de vivir y experimentar el mundo, pero que advierte de los peligros.
Asimismo, es una confirmación de lo bueno de la creación y de la existencia del demonio, el maligno. El mundo fue creado para que lo administres y disfrutes, no para que lo idolatres. Piensa en las ocasiones que fuiste a un sitio y tu mamá y/o papá te recomendaba: «Hija (o) ve con cuidado, evita aquella cosa que te hace mal, elige bien tus amistades…»; después de las recomendaciones que a veces te desesperaban, ella o él se quedaba implorando al cielo para que te cuidase; pues eso mismo es esta oración de Cristo, oración pura de quien sabe amar.
Aprende a ser responsable, Jesús confía en ti por eso no ha pedido que te retiren del mundo, sino que te salven del maligno. Ánimo, Dios te ama y te lo hace saber a través de tus papás familiares o amigos.
«Somos del Señor y no debemos ser esclavos de ningún poder mundano. En la moneda, por lo tanto, está la imagen del emperador, pero Jesús nos recuerda que en nuestra vida está impresa la imagen de Dios, que nada ni nadie puede ensombrecer. Al César pertenecen las cosas de este mundo, pero el hombre y el mundo mismo pertenecen a Dios: ¡no lo olvidemos!».
(Ángelus de S.S. Francisco, 22 de octubre de 2023).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré un examen de conciencia para revisar qué tengo que dejar de hacer para no caer en tentación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Cómo era San Isidro? Estudio forense presenta el rostro del santo
Archimadrid-Ignacio Arregui
Alvaro Real – publicado el 29/11/22
Tiene características propias de los grupos afrodecendientes y han encontrado una moneda en el vestíbulo laríngeo
La tradición queda confirmada. Lo que los madrileños siempre han escuchado sobre su más querido santo es verdad. Se acaban de presentar los resultados de un estudio antropológico y forenses realizado al cuerpo de San Isidro labrador. Confirman lo que dice la bula de canonización sobre su muerte: “debió de producirse entre los 35 y los 45 años”.
En la presentación de los resultados el arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro explicaba el porqué de este estudio: “La decisión de hacer este estudio muestra que la Iglesia no tiene miedo a nada y que, aprovechando también los avances científicos, puede conocer mejor a hombres como san Isidro, ejemplo de santidad para sus contemporáneos y para millones de personas del mundo entero a lo largo de los siglos”.
Reconstrucción del rostro de San Isidro
Archidiócesis de Madrid
Otros de las conclusiones que muestra el estudios es que al estar enterrado en un primer momento en San Andrés, en una zona acuosa, hay “distintos niveles de densidad en la parte posterior de algunos huesos”. También se revela que su cuerpo presenta “características propias de los grupos afrodescendientes” y que, en el vestíbulo laríngeo, tiene una moneda.
El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro explicaba que con los resultados del informe se reafirma “la tradición en torno a San Isidro” y se muestra, al conocer su origen afrodescendiente: “la acogida que siempre ha brindado Madrid a todo el mundo y así de la acogida que el propio san Isidro daba a los demás”.
Moneda en su vestíbulo laríngeo y el motivo de su fallecimiento
El estudio ha descubierto “la existencia de un objeto metálico con forma de moneda que, dada su ubicación, no ha podido ser observado directamente”. Esta moneda creen que puede tener la inscripción de la silueta de un león rampante enmarcado en un rombo.
Un estudio numismático realizado explica que “a falta de imágenes más detalladas, podría tratarse de una Blanca del Rombo de Enrique IV”. Las investigadoras creen que el descubrimiento de esta moneda es “un misterio sin resolver”. Se tienen noticias de una visita de este rey para venerar al santo en el año 1463.
Tampoco se ha podido conocer el motivo claro de su fallecimiento, aunque existen algunos indicios de que fuera por una sepsis. “Se han evidenciado signos de enfermedad e infecciones en los huesos maxilares, con importantes abcesos y fístulas, que pueden ser consecuencia de cuadros clínicos de mediastinitis, que en ocasiones desemboca en una sepsis”, dice el informe.
Según explican en el estudio, las conclusiones “no contradicen ninguno de los elementos que la tradición más fiable venía atribuyendo a la vida e historia de san Isidro y esto, unido a la cadena de custodia ininterrumpida desde su exhumación 40 años después de su fallecimiento, da una gran probabilidad de que nos encontremos ante el cuerpo del santo labrador madrileño del siglo XII”.
Exposición de su cuerpo incorrupto